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Durante el breve instante en que nuestros labios entraron en contacto, se me
olvidó todo; la gente que nos rodeaba, ahora gritando y aplaudiendo por el beso, esa
noche fatídica que hacía que diera miedo acercarme a él tantas otras veces, mis
ejercicios de respiración…
Se me olvidó todo.
Y, esa vez, cuando empecé a notar que me cosquilleaba todo el cuerpo, no era
precisamente porque estuviera a punto de tener un ataque de pánico.
Pese a que el beso había durado apenas dos segundos y tan solo había consistido
en presionar mis labios sobre los suyos, cuando me separé tenía tanto el corazón como
la respiración completamente agitados. Di un paso atrás, sorprendida conmigo misma,
y me permití levantar la cabeza para ver la expresión de Aiden.
Y el pobre estaba pasmado, claro.
Lo estoy hasta yo.
Me miró durante unos instantes con la boca entreabierta, sin reaccionar,
mientras medio mundo lo zarandeaba, y justo cuando me dio la sensación de que iba
a dar un paso hacia mí, la marea de gente me empujó e hizo que diera un paso atrás,
perdiéndolo de vista.
Como si estuviera en una galaxia completamente distinta, me aparté para salir
del cúmulo de gente que se había reunido ahí. Me estaba agobiando un poco, y por
ahora había sido un milaro que nadie me tocara. Me giré, respirando todavía
agitadamente. Podía sentir los labios de Aiden sobre los míos, y me encontré a mí
misma relamiéndomelos sin poder evitarlo.
Dios, ¿por qué había tardado tanto en besarlo?
Lo único que me apetecía era girarme, ir a por él aunque tuviera que dar unos
cuantos empujones y apartarlo para poder besarlo otra vez, pero una parte de mí
seguía teniendo miedo ante la perspectiva de que, si forzaba demasiado las cosas,
podría terminar reaccionando mal y asustándolo.
Al final, la mejor alternativa me pareció darme la vuelta e ir un rato fuera del
gimnasio. Necesitaba aire frío. Tenía las mejillas encendidas desde el momento en que
lo había besado, y dudaba que fueran a calmarse en un futuro cercano.
Sin embargo, me detuve, confusa, cuando vi que Mark y Samuel estaban
intentando hablar con una chica rubia muy bonita que iba vestida demasiado formal
como para estar en un gimnasio rodeada de boxeadores.
Mark y Samuel intentaron decirle algo mientras ella gesticulaba, furiosa, hacia
la multitud. Entonces, Rob apareció de la nada y eso pareció cabrearla todavía más,
porque Rob estaba señalando la salida.
Oh, quería echarla de ahí. Pero la chica no parecía nada dispuesta a aceptar eso.
Justo en ese momento, cuando ella se giró hacia Rob, su mirada se desvió por
unos centímetros y terminó… sobre mí.
No supe por qué, pero pareció que su furia repentina se multiplicaba al instante
en que apartaba a Samuel de un empujón y los tres empezaban a gritarle que se
detuviera, aunque fueron categóricamente ignorados.
De alguna forma intenté decirle a mis piernas que era un buen momento para
salir corriendo, porque me daba la impresión de que esa chica iba a darme un
puñetazo, pero algo en mí hizo que me limitara a quedarme ahí de pie como una idiota,
viendo cómo se acercaba sin siquiera intentar apartarme.
La chica se detuvo delante de mí. Tenía el pelo rubio, lacio y algo largo atado en
una coleta alta, los labios pintados de rosa, la nariz fina pero algo puntiaguda y unos