"Señor Jesús, reconozco que Tú eres el Hijo de Dios, mi Señor y Salvador. Creo que moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste para darme vida eterna. Confieso que Tú eres el Señor de mi vida. Te entrego mi corazón, mi mente, mi voluntad y todo lo que soy. Reconozco tu autoridad sobre cada área de mi vida y te pido que me guíes en tus caminos. Te alabo y te doy gracias por tu amor incondicional y tu gracia abundante. Ayúdame a vivir cada día en obediencia a tu voluntad, reflejando tu amor y tu luz en el mundo. Que tu Espíritu Santo me capacite para conocerte más íntimamente y para cumplir el propósito que tienes para mí. En el nombre de Jesús, amén."
¡Ver por los ojos de Jesús! Profundicen este pensamiento... Es manantial de santidad... El sólo puede destruir todas nuestras imperfecciones y preservarnos de todos los pecados veniales plenamente voluntarios. Ver al Padre Celestial con los ojos de Jesús Ver al Divino Hijo con la inteligencia del Verbo Encarnado. Ver al Espíritu Santo y serle dóciles como el Hombre-Dios para cumplir en todo, orillados por el Espíritu Santo, con la Voluntad del Padre...” ( P. Félix de Jesús Rougier: carta a Roma, 13 de abril de 1929. J. Padilla, Hacia el Divino Padre, p. 68-69) “¡Ver por los ojos de Jesús, y que Jesús vea por los nuestros! ¡Hablar como hablaba Jesús, y que Jesús hable por nuestros labios! ¡Amar como amaba Jesús, y que Jesús ame por nuestro corazón! ¡Vivir como Jesús en la intimidad de María y de S. José, y ellos íntimo con nosotros! ¡Amar a la iglesia, nuestra Madre, como Jesús y María la amaron, y que Ella cuente con nosotros como con sus hijos! ¡Qué hermoso programa de vida! Esta vida de unión supone una grande intimidad con Jesús, un estrechamiento de corazones especial, una confianza entera, una fe viva en que todo está perdonado, olvidado, destruido, y que vivimos con Jesús en una franca atmósfera de amor. Supone también el olvido completo de nosotros mismos... no buscarnos ya, despreciar el YO, y tener toda la atención en nuestro UNICO AMOR. Ver por los ojos de Jesús...
"Un nuevo comienzo" "El deseo de conversión nos lleva a un encuentro personal con Jesús, transformando nuestra vida y comprometiéndonos a seguir sus pasos."
" Kyrios : Jesús, el Señor" Después de su resurrección y de su exaltación a la derecha del Padre, Jesús recibe el nombre que está sobre todo nombre: KYRIOS, el SEÑOR , nombre dado únicamente a Dios en el antiguo testamento, y que ahora al ser aplicado a Jesús, afirma de manera contundente, su carácter divino. ¡Jesús es el Señor! Ef 1,17-23 ¿Es Jesús mi Señor? Solo el Espíritu Santo nos hace capaces de reconocer y proclamar a Jesús como Señor, Tener a Cristo como centro y eje de nuestra vida no es solo decir ¡Señor, Señor!, sino vivir realmente haciendo su voluntad: “No todo el que diga Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7,21) “No habrá para ti otros dioses delante de Mi”... (Ex 20,3).
¿Cómo hacer de Jesús mi Señor? Primero hay que reconocerlo como tal, aceptarlo, invitarlo a que sea Mi Señor y tener una sincera conversión. Sigamos el ejemplo y modelo de María, siempre dócil y disponible a la voz y a la acción de Dios. “Ninguno de nosotros vive para sí mismo, como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos para el Señor vivimos; y si morimos para el Señor morimos. Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos. Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos.” Rm 14, 7-9.
Seguir a Jesús "El camino del discípulo" La cualidad de discípulo implica una llamada de Jesús, pero también una libre respuesta por parte del llamado. A todos – Jesús no llama a una élite – se les propone la misma meta: seguir sus pasos manteniéndose fieles a la palabra del maestro ( Jn 8, 31-32). Llamando a la gente, a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mc 8,34) . El seguimiento es para el cristiano una cuestión de ser o no ser. Si nuestra respuesta no es positiva, no podremos, según el Evangelio, llamarnos cristianos.
Ser discípulos de Jesús "Aprendiendo de Jesús" Ir detrás de alguien La protesta de Pedro ante el anuncio de su captura y muerte próximas es contestada tajantemente por Jesús con estas palabras: «Vete detrás de mí, satanás» . Este ir detrás de alguien no significa otra cosa, en sentido figurado, que el ser discípulo de alguien. Pedro en este caso le ha querido dar lecciones al maestro, se ha puesto delante de él y por esto tiene que oír que su lugar está detrás, entre los discípulos. De las 76 veces que sale la palabra “seguir” en el Nuevo Testamento, se refiere en todos los casos, excepto en uno, a seguir a la persona de Cristo.
B) Ser discípulo significa tener a Jesús por Maestro Jesús no fue en esto una excepción: los eligió para tenerlos en su compañía, junto a él (Mc 3,14). Este método de vida en comunidad creaba una unión entrañable que Jesús resalta: «Ya no os llamaré siervos, sino amigos» ( Jn 15,15). La realidad es que los discípulos eran antes que nada siervos del rabino y su ilusión era llegar a su vez a ser maestros famosos. Era lógico, por tanto, que fuesen ellos quieres eligiesen a aquel rabino que más se adecuase a sus preferencias. En el caso de Jesús, las cosas son exactamente al revés. Es él quien los elige ( Jn 15,16). Es él quien les sirve, incluso en las formas tenidas por más humillantes, como en el caso del lavatorio de los pies, ya que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir. Por eso, aquel de los suyos que quiera ser el primero tendrá que ser el servidor de todos (Mt 20, 25-28). Pero no acaba aquí lo peculiar de este maestro: sus discípulos no deberán ser nunca maestros, porque únicamente Cristo es maestro, padre y preceptor (Mt 23, 8-12).
Seguir a Jesús significa entonces creer en su palabra y cumplir en entrega confiada sus orientaciones. La causa de Jesús no es separable de Jesús mismo, porque él no liga a sus seguidores a algo externo, una ley o una ideas, sino a su persona. Su programa es él mismo. El seguimiento hoy "Viviendo como Jesús en el mundo actual"
Ven, Señor Jesús: necesito tu salvación ... Me reconozco pecador ante ti y me arrepiento... Te abro la puerta de mi corazón y de mi vida, te acepto personalmente como mi Salvador. Concédeme experimentar tu amor, tu salvación, tu liberación; dame tu vida en abundancia... límpiame, purifícame, libérame, renuévame. Entra en mi corazón y en mi vida, y llénala de Ti, haz de mi lo que quieres que sea. Espíritu Santo, cambia mi corazón y hazme experimentar el inicio de una vida nueva. María, mi Buena Madre, como Jesús, que reciba yo vida de tu seno maternal. Digamos todos juntos: