La sociedad del siglo XVII se corresponde con una sociedad en graves dificultades. Una
sociedad muy polarizada, con un grupo muy reducido (la alta aristocracia y los altos cargos públicos)
que disponen de los recursos y mantienen una vida ociosa, y una inmensa mayoría de población
empobrecida (campesinos, artesanos, pordioseros…). Pocos viven decorosamente de su trabajo. Por
ello, el modelo social al que todos aspiran es el de vivir de las rentas, como los nobles, sin trabajar. El
trabajo manual no tiene prestigio social, y se genera una sociedad de nobles, hidalgos y pícaros, con
un sentimiento del honor exagerado hasta el ridículo. Se minusvaloran los trabajos productivos
(campesinos, artesanos, comerciantes). Esta mentalidad social es otro factor de la decadencia
española del siglo.
Esta situación configura la España del Barroco, tan
brillante en las artes que se ha dado en llamar el “Siglo
de Oro” español: la literatura (Cervantes, Lope,
Quevedo, Calderón) y las artes (sobre todo en escultura
y pintura-el Greco, Velázquez, Ribera, Zurbarán,
Murillo…), son, no obstante, su brillantez, fiel reflejo de
la decadencia social, económica y política española.
En Castilla-La Mancha, la decadencia fue igual o
superior. Es parte de Castilla (donde la crisis es más
profunda) y se sitúa en el interior peninsular, donde la crisis se sufre más y no se produce, desde
1685, la recuperación que sí nota la periferia española y que se incrementará en el siglo XVIII. Toledo
pasa en el s. XVII de 60.000 a 20.000 habitantes.
C-LA POLÍTICA EXTERIOR: PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA
En el terreno militar, tras la época de paz de Felipe III (paz con
Inglaterra y Tregua de los Doce Años (1609) con los Países
Bajos), Felipe IV y el conde-duque de Olivares se dejan arrastrar
por los Habsburgo austriacos y entran en la Guerra de los
Treinta Años (1618-1648), buscando una recuperación de la
hegemonía del siglo XVI. Desde los años 30, los españoles son
derrotados en tierra y mar por franceses (batalla de Rocroi-
1643) y holandeses. La Paz de Westfalia (1648) significó la
derrota de los Habsburgo en Europa, que tuvieron que aceptar
la desintegración política del Imperio Alemán y el principio de
libertad religiosa de los príncipes protestantes. La continuación de la guerra entre España y Francia
termina en la paz de los Pirineos (1659) que supone el final de la hegemonía española en Europa, que
pasa a Francia.
Los años del reinado de Carlos II suponen los de las sucesivas agresiones de la Francia de Luis XIV,
que va recortando los territorios españoles en Flandes y Franco-Condado, los cuales no generan más
que problemas y gastos a la Corona española.
La previsible muerte de Carlos II, temprana y sin sucesión directa, lleva a la monarquía a un punto
de casi disolución (planes de reparto entre las potencias).