Teología de Lucas, aspecto centrales de la teología expuesta en el evangelio de Lucas.pptx

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Esbozo de la teología del evangelio de Lucas


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teología de Lucas

Lucas, el Evangelio para todos los hombres y las mujeres Al finalizar el libro del Evangelio, antes de comenzar los Hechos de los Apóstoles, escrito también por Lucas, Jesús dice a sus discípulos: “Se debía cumplir todo lo que está escrito acerca de mí en la Ley de Moisés, en los libros de los Profetas y en los Salmos… Está escrito que el Mesías iba a padecer y resucitar al tercer día de entre los muertos y con su autoridad se iba a predicar la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén” ( Lc 24,44.46-47)

Al mismo tiempo que manifiesta el valor que el Antiguo Testamento sigue teniendo para los discípulos de Jesús, Lucas afirma que para que se cumpla todo lo que está escrito en él es necesario que el Evangelio se predique a todas las naciones. El tercer Evangelio (junto con los Hechos de los Apóstoles) muestra que la apertura de la buena nueva a las naciones es una obra que el Espíritu Santo viene realizando en continuidad con la acción salvadora de Dios revelada en el Antiguo Testamento y de acuerdo con los anuncios de los Profetas.

Lucas, el Evangelio del Espíritu Santo El Espíritu desciende sobre María para que ella conciba a Jesús ( Lc 1,35). Isabel y Zacarías quedan llenos del Espíritu Santo (1,41.67) y hablan movidos por él, así como Simeón (2,26-27). El Espíritu Santo desciende sobre Jesús (3,21-22), lo lleva al desierto, donde será tentado (4,1), y luego a Galilea para que comience su misión (4,14). La primera predicación de Jesús comienza con una cita de Isaías, profeta del Antiguo Testamento: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres…” (4,18). Jesús enviará al Espíritu Santo sobre los apóstoles después de su ascensión (24,49) y, con la fuerza de este Espíritu, ellos se convertirán en testigos para anunciar el Evangelio a todo el mundo ( Hch 1,8).

Lucas, el Evangelio de la misericordia, del perdón y la oración Lucas multiplica las escenas en las que aparece de relieve la misericordia de Dios, debido a que quiere mostrar que el amor de Dios no tiene límites y se extiende a los pecadores y a los paganos. Lucas 15 reúne tres parábolas sobre este mismo tema: la de la oveja perdida, la de la moneda perdida y la del hijo perdido. Esta relevancia que le da a la misericordia de Dios está orientada a mostrar la actitud que se debe tener para con los paganos: ellos son los desheredados, excluidos de la historia de la salvación, a quienes Dios, compadecido, quiere salvar.

Íntimamente ligado con este tema, está el de los “grandes perdones”, como el de la pecadora arrepentida ( Lc 7,36-50), Zaqueo (19,1-10), la oración de Jesús por quienes lo crucifican (23,34), las palabras al malhechor que está en la cruz junto a él (23,43)... Lucas no presenta una multitud agresiva en torno a la cruz, sino a un pueblo que vuelve a su casa golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento (23,48).

Lucas tiene en vista a los paganos y muestra con simpatía a personas que no pertenecen al pueblo judío. El leproso agradecido, curado por el Señor, era samaritano ( Lc 17,16). Samaritano era también el hombre misericordioso de la parábola (10,30-35). La actitud de la reina de Saba y de los habitantes de Nínive (11,29-32) es elogiada por Jesús. Se habla bien del oficial romano (7,5) y Jesús mismo alaba su fe (7,9). En el Evangelio de Lucas aparecen destacados los textos sobre la oración: es necesario orar siempre, sin interrupción ( Lc 11,1-13; 18,1-8; 21,36). En distintos momentos muestra a Jesús orando: en su bautismo (3,21), en la elección de los apóstoles (6,12), durante su predicación (5,16; 9,18; 11,1), en la transfiguración (9,28-29), en el huerto de los Olivos (22,41-42.45) y en la cruz (23,34). También oran otros personajes: María, la Madre de Jesús ( Lc 1,46-55), Zacarías (1,67-79), los ángeles (2,14), Simeón (2,29-32), Ana, la profetisa (2,36-38).

Lucas, el Evangelio de los pobres Los ricos son mencionados con frecuencia en la obra de Lucas y generalmente con rasgos negativos. Aparecen por primera vez en labios de la Virgen María, en el canto del Magnificat : «Derribó a los poderosos de sus tronos y elevó a los humildes, a los hambrientos los llenó de bienes y a los ricos los despidió con las manos vacías» ( Lc 1,52-53). Reaparecen después, en boca de Jesús, en el sermón de las bienaventuranzas (6,20.24), en la parábola del rico necio (12,16-21) y en el famoso refrán del camello que pasará por el ojo de una aguja antes que un rico entre en el Reino de Dios (18,24-25).

Los pobres, en cambio, son mirados con predilección, y en las bienaventuranzas ( Lc 6,20-21) y en la parábola del hombre rico y Lázaro (16,19-31) reciben el anuncio de que su situación cambiará. Lucas no alaba la pobreza como algo que debe permanecer. Por el contrario, dice que Dios «elevó a los humildes y a los hambrientos los llenó de bienes» (1,52-53). Los pobres son felicitados e invitados a vivir con esperanza su situación, porque saldrán de ella por la intervención poderosa de Dios misericordioso.

Lucas, el Evangelio del discípulo y de la alegría Para poder seguir a Jesús se debe renunciar a todo ( Lc 14,33); sus discípulos, por tanto, deben abandonarlo “todo” (5,11; 5,28; 18,28). Es necesario cargar la cruz «cada día» (9,23) y renunciar a todo lo que se ama y a todo lo que se tiene (14,25-33). Pero los que renuncien a todo, recibirán ya en este mundo mucho más (18,30). En el libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas dirá que los miembros de la comunidad cristiana de los primeros tiempos renunciaban a todos sus bienes y no padecían necesidad, porque compartían todo lo que tenían ( Hch 2,45; 4,32-35.37). Los “ricos”, tan mal vistos por Lucas, son entonces los que acaparan todo para sí, sin compartirlo con los demás.

Lucas quiere crear en sus oyentes la conciencia de que para ser cristiano hay que compartir, necesidad interior a la que no se puede renunciar ni se debe descuidar. Pero se debe compartir en todos los niveles, comenzando por lo más importante: la primera de estas riquezas es la salvación, a fin de que ésta llegue a aquellos que todavía no la tienen, y terminando por compartir los bienes materiales. Como un anticipo de la Iglesia, Jesús aparece siempre rodeado de grandes multitudes que se alegran y alaban a Dios ( Lc 5,1.15; 7,11.16). Después de la ascensión del Señor, los discípulos vuelven a Jerusalén con alegría y permanecen siempre en el Templo alabando a Dios (24,52-53).

Fuente Biblia de la Iglesia en América United States Conference of Catholic Bishops Consejo Episcopal latinoamericano CELAM Primera Edición mayo 2019
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