Un ejemplo de aplicación del Teorema de la altura se da en el siguiente problema:
“Una persona se ubica exactamente en la salida de un túnel con forma de semicircunferencia. Mide las distancias
desde donde se ubica a los extremos del túnel y descubre que son 4 y 9 metros. Se pregunta ¿qué altura tendrá el
túnel exactamente en el punto donde se encuentra?”. Figura 4.
Figura 4: conocer la altura h
Al aplicar el Teorema de la altura se tiene:
ℎ
2
=9∗4=36 →ℎ=√36 = 6
3 La demostración
En términos simple, la demostración de una proposición p es una cadena finita de transformaciones que se realizan
mediante reglas lógicas y que se forman a partir de proposiciones verdaderas o supuestamente verdaderas y las
cuales nos conducen a la proposición p (Santamaría, 2006).
Una proposición que es demostrable lógicamente partiendo de axiomas, postulados o de otras proposiciones ya
demostradas, se llama teorema. (RAE, 2016)
Los teoremas necesitan demostrarse cuando no existe evidencia de su validez.
Todo teorema consta de una premisa llamada hipótesis que expresa lo que se supone se verifica, y de una conclusión,
llamada tesis, que expresa lo que se demuestra que es verdad (Alsina Catalá, Fortuny Aymemí, & Pérez Gómez,
1997).
La demostración es una herramienta muy potente de la matemática. Cuando una afirmación queda probada alcanza
un valor universal.
No siempre el saber matemático ha sido elaborado de manera sencilla, hubo errores, dificultades que exigieron un
estilo de trabajo ante cada problema: investigación, búsqueda, experimentación, respuestas, demostraciones, nuevas
preguntas, así hasta formalizar un conocimiento.
Hay quienes platean que la actividad de enseñar matemática en el aula esté relacionada con el quehacer matemático,
lo que implica que los alumnos puedan desplegar diferentes estrategias para resolver un problema, poner en juego
ideas, buscar diversos caminos de resolución, formular respuestas (aunque sean erróneas), tener la oportunidad de
corregirlas, debatir sobre una afirmación, poder probarla o rechazarla, analizar la conveniencia o no de determinados
caminos elegidos, analizar la razonabilidad de un resultado, etc. En definitiva, permitir a los alumnos entrar en las
características del pensamiento matemático, permitirles vincularse a la forma de producción del conocimiento
matemático, asumiendo lo complejo y prolongado de esta tarea.
Que los alumnos pueden “hacer matemática”, significa que la demostración como contenido matemático adquirirá un
perfil de elemento dinámico y modificable desde el punto de vista didáctico pudiendo adaptarse a la situación escolar
presentada. La escritura propia de demostraciones cobrará en este caso gran importancia, ya que se valorará en los
alumnos la adquisición de formas propias de argumentación para defender sus propias convicciones. Para esta
postura, la matemática se basa en la recolección de datos, realización de conjeturas, en la determinación de si las
mismas son válidas o no y, en la formulación y validación de las conclusiones correspondientes (Crespo, 2007).
Para el caso de la demostración de teoremas geométricos, en general, es un desafío para los estudiantes, ya que deben
establecer relaciones con otros conocimientos y teoremas, para posteriormente en una cadena lógica de argumentos
llegar a demostrar nuevas proposiciones. A raíz de esto, trabajar con visualizaciones es un buen recurso para facilitar