TEORIAS FILOSÓFICAS
Taller de Filosofía
Universidad Peruana Los Andes
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menos, sin graves dificultades algo muy importante, aunque
pueda parecer una perogrullada: que el conocimiento humano
es conocimiento “humano”, es decir, propio del hombre, y que,
por consiguiente, cada tipo de ser tiene su forma propia,
peculiar de conocer. De aquí se desprende, y pronto veremos
las consecuencias de esta afirmación, que si nosotros
tuviésemos unas facultades distintas a las que tenemos,
conoceríamos el mundo de manera diferente a como lo
conocemos.
Esto es ya claro en cuanto a nuestra percepción de las
cosas. En primer lugar, porque el ser humano conoce
inicialmente a través de los sentidos, los cuales tienen una
constitución determinada y una organización específica. Están
formados, por ejemplo, por ciertos tipos de células: los conos y
los bastoncitos, entre otras, para el sentido de la vista, que nos
permiten, respectivamente, captar la luz o ver en la oscuridad;
las células de Corti para el sentido del oído, etc. Y todas estas
clases de células son distintas entre sí. Es decir, tenemos unos
sentidos que son de cierta manera, y ello constituye una
condición inamovible. Funcionan de una manera determinada,
y porque son como son y funcionan así, percibimos de la forma
en que lo hacemos. Si no tuviéramos células adecuadas para
captar la luz, nos sería imposible ver los colores y, de hecho, hay
animales que no ven los colores, o que ven otros diferentes,
como animales que no oyen. Lo que quiere decir, en definitiva,
que de ser nuestros órganos sensoriales distintos, la realidad se
nos presentaría también de manera distinta . ¿Cómo es la
realidad, entonces? ¿Podemos afirmar que las cosas son como
las percibimos?
Y no se crea que se trata sólo de un problema de grado:
que el animal, por ejemplo, perciba menos o más que nosotros.
Se trata de un problema de otro tipo, de un carácter cualitativo
más acentuado. Ya Müller, con su ley de la especificidad de los
sentidos, había demostrado que el tipo de sensación que
tenemos no depende tanto de las características del estímulo
exterior cuanto de la naturaleza del propio órgano.