Como Kenai no podía hablar con humanos, ni explicar nada, tuvo que huir. Se encontró
con un simpático osito llamado Koda, que buscaba a su madre. Koda lo liberó de una
trampa, pero Denahi seguía persiguiéndole.
Aunque al principio no empezaron con buen pie, poco a poco y con el paso de los días,
Kenai y Koda fueron entablando una amistad muy bonita. Por el camino conocieron a
dos simpáticos alces un poco despistados, Rutt y Tuke, que decidieron acompañarles
en su viaje. Koda quería llegar hasta el río donde se reunían los osos para atrapar
salmones. Allí esperaba encontrar a su madre. Para evitar que Denahi pudiera seguir
sus huellas, se les ocurrió viajar con otros animales, a lomos de los mamuts.
Por fin llegaron al lago de los salmones, donde se encontraron con otros amigos osos,
comieron muchos salmones y nadaron en las cataratas. En el río y rodeado de otros
osos, Koda contó su historia y Kenai comprendió que la osa que había matado era la
madre de su amiguito. Con mucha pena se lo dijo a Koda, y éste desconsolado, huyó
llorando.
Buscando al pequeño huérfano, con quien se había encariñado mucho, y tratando de
evitar a Denahi, que les seguía cegado por el deseo de venganza, Kenai subió a una
montaña y observó que allí las luces del cielo tocaban la tierra. Entonces apareció un
águila enorme, elevó a Kenai en el aire y… ¡lo transformó de nuevo en persona! En ese
momento llegó Denahi, y entendió todo.Koda también comprendió lo que había
pasado, y pudo despedirse de su madre.
Kenai había recuperado la forma humana, pero decidió pedirle al espíritu de su
hermano mayor que le hiciera oso otra vez para cuidar a Koda. Y como tal vivió con su
antigua tribu, en la que su hermano Denahi fue el hombre sabio.
En las paredes de una cueva, Kenai puso la marca de su zarpa junto con la de sus
antepasados, como un símbolo de hermandad entre humanos y osos.
FIN