Para Platón, el fin del ser humano consiste en regresar al “Mundo de las ideas”, al mundo espiritual. Este filósofo defendió, por una parte, la existencia de una especie de mundo espiritual, mundo celeste o “hades”, al que llamó “Mundo de las ideas”, lugar en el que, en principio, residían las almas (es decir, los seres humanos) y, por otra, que el ser humano no era cuerpo y alma, sino únicamente alma; y, en cuanto alma, que había existido siempre y que siempre existiría. Entonces, ¿por qué el cuerpo y el alma se encuentran unidos en este mundo? Porque el alma cometió una falta y debe purificarse. El alma, pues, está unida al cuerpo de un modo provisional. A este respecto se defiende la transmigración de las almas . El alma, mientras dura su unión con el cuerpo, debe intentar purificarse; pero si no lo consigue, cuando aquél muera, transmigrará a otro, y así sucesivamente, hasta que logre su purificación, En este contexto, las aportaciones principales de Platón fueron las siguientes: El descubrimiento de las virtudes morales cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. La valoración de la gimnasia y del equilibrio entre el alma y el cuerpo: mens sana in corpore sano . La insistencia en la importancia del esfuerzo físico e intelectual como medio para adquirir nuestras perfecciones y poder ascender a nuestra meta, a nuestro fin.