próximo al sujeto a su mente por medio de un razonamiento lógico. El trabajo
imaginativo es a menudo preparado y dirigido de esta manera consciente,
intelectual. El estudiante, entonces, ve algo, sea en su memoria, sea en su
imaginación: ciertas imágenes visuales definidas se le presentan delante. Por un
instante, vive como en un sueño. Después, otra pregunta, y el proceso se repite. Así
una tercera y una cuarta vez manteniendo y prolongando ese instante hasta hacerlo
algo aproximado al cuadro general. Lo que más valor tiene de ello es que la ilusión
ha sido entresacada de las propias imágenes internas del estudiante. Una vez esto se
ha logrado, él mismo puede repetirlo una, dos o más veces. Mientras más a menudo
lo haga, más profundamente grabará en su memoria las cosas, y más profundamente
las vivirá.
Es verdad que a veces tenemos que tratar con imaginaciones lentas y
perezosas, que no responden ni a las más simples sugestiones. Entonces sólo queda
un recurso: no solamente propongo una cuestión, sino que también sugiero la
respuesta. Si el estudiante puede aprovecharla, de allí partirá; si no, la cambiará
poniendo otra cosa en su lugar, y en cualquier caso se ha visto obligado a usar su
propia visión interna. Al fin, algo de una ilusoria existencia se ha creado, aun si el
material ha sido sólo en parte contribución del estudiante. El resultado podrá no ser
del todo satisfactorio, pero algo se habrá logrado. Se formará el hábito de luchar
deliberadamente con la pasividad e inercia de su imaginación, y eso es un gran paso
hacia delante.
Preguntarse por qué razón estoy haciendo o voy a hacer algo, es en extremo
importante. Les obliga a definir el objeto de sus meditaciones, sugiere el futuro y les
impulsa a la acción.
Después, hay que dar un paso más: se debe encontrar alguna nueva circunstancia
que le incite emocionalmente y le impulse a la acción. Si no se encuentra nada,
tratemos de resolver el problema indirectamente. Primero, que el alumno se plantee
a qué es más sensible en la vida real. ¿Qué cosa, más a menudo, despierta sus
sentimientos, su temor o su alegría? Cuando se conocen las inclinaciones de la
propia naturaleza, no es difícil adaptarlas a circunstancias imaginarias. Deben
nombrar algún rasgo, una cualidad, un interés, que sea típico de él.
Aun un tema pasivo (ej. Imagine que es usted un árbol) puede producir un
estímulo interno y una incitación, un reto a la acción.
Algunas veces no será necesario todo este esfuerzo consciente e intelectual. Su
imaginación puede trabajar intuitivamente. Pero no se puede contar sólo con eso.
Para llegar a la imaginación, el alumno debe sentir el impulso a la acción tanto
física como intelectualmente porque la imaginación, que no tiene sustancia
corpórea, puede afectar de manera refleja nuestra naturaleza física y hacerla actuar.
Esta facultad es de la mayor importancia en nuestra técnica de la emoción.
Por lo tanto: Todos y cada uno de los movimientos que los alumnos hacen en
escena, cada palabra que dicen, son el resultado directo de la vida normal de su
imaginación. Si dicen líneas o hacen algo mecánicamente, sin tener cuenta cabal de
quiénes son, de dónde han venido, por qué, qué quieren, a dónde van, cuándo y qué
harán cuando lo consigan, estarán actuando sin imaginación. Y durante este tiempo,
corto o largo, estarán faltos de realidad, y no serán nada más que máquinas a las que
se les ha dado cuerda: autómatas.
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