Una misión que no termina de la mano de Cristo que los llamó a su gloria eterna para anunciar las grandes virtudes del evangelio.docx

Aracelis65 1 views 134 slides Oct 16, 2025
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About This Presentation

Es un libro que trata sobre el recorrido de grandes hombres de Dios quienes han trabajado arduamente en el desarrollo de las misiones y la obra del Señor Jesucristo. Han operado gracias a la acción, intervención y ayuda del Espíritu Santo quien les ha capacitado en todas las cosas, llevándoles ...


Slide Content

Propósito del libro.
Dios puso en mi corazón escribir este libro, que he titulado:
“LAS MISIONES CONTINÚAN” , luego de que algunos hermanos
me proponían que escribiera un libro, entre ellos el Hermano Carlos
Urrego, quien fue Pastor en la Iglesia de Kennedy (Bogotá); con él
me congregaba precisamente en esta Congregación en el año 1975,
cuando fue administrada por el Pastor Martín Pérez. En esa época
nos congregamos allí unos Sub Oficiales: el Hermano Carlos Urrego,
era de la Marina; el Hermano Luis Rondón, el Hermano Luis Carlos
Marín, y mi persona, éramos del Ejército.
De igual manera, aquí en Canadá, el Hermano Yimer Pedraza, un
joven Obrero en la Ciudad de Jonquière (Provincia de Quebec), me
motivó diciéndome que yo como anciano debía escribir un libro en el
que pudiese narrar la historia de la Iglesia en Canadá. Después, el
Hermano Elkin Martín, Obrero de la Iglesia en Drummondville
(Quebec), me preguntó sobre cómo yo había llegado a Canadá, y le
conté parte de la historia, quien al escucharla también me impulsó a
que escribiera un libro contando la historia de la Iglesia en Canadá.
Luego de que el hermano Elkin me sugiriera escribir un libro, empecé
a orar al Señor si este propósito estaba en su voluntad me diera los
medios y la sabiduría para hacerlo; nunca pensé en escribir un libro.
Pero estando orando, el Señor me dio un proyecto y unos propósitos:
1. Que el Señor Jesús sea Glorificado. Compartir con los lectores
mi experiencia siendo testigo desde que el Señor me salvó; de cómo
Él se ha glorificado permitiendo que su Gran Comisión se cumpla en
todo el mundo, venciendo todas los obstáculos y barreras que un
misionero tiene que enfrentar desde el mismo momento que el Señor
lo llamó a cumplir su misión.
2. Que la ganancia de este libro sea destinada para la Obra Misionera
en Canadá. Es el segundo país más grande del mundo, su idioma es el
inglés y el francés; la necesidad de obreros es apremiante. Canadá
tiene diez Provincias y tres Territorios; en este momento nuestra
Iglesia Pentecostal Unida Canadiense tiene 31 congregaciones
distribuidas: 16 en Quebec, 6 en Ontario, 4 en Alberta, 2 en
Manitoba, 2 en British Columbia, 1 en Nueva Escocia; hay pastores
que atienden dos congregaciones.
3. Que el lector tenga la oportunidad y la bendición de contribuir
económicamente con la Obra Misionera en Canadá. Puede comprar este libro
y otros ejemplares más si desea obsequiar a algún hermano o amigo;
les recuerdo que tenemos una deuda con Dios y con Canadá, país de
donde el Señor nos envió a nuestro Hermano Aksel Verner Larsen en
el año 1937, con una misión y una visión muy clara de parte de Dios
como pionero de la Obra Misionera en Colombia. Hoy después de 87
años por la gracia de Dios hay 5.000 Congregaciones establecidas en
Colombia, y misioneros en más de cuarenta países.
Así que, les invito para que seamos parte de la Obra Misionera en
este país hermoso, Canadá, orando y contribuyendo económicamente
con este proyecto misionero. También ruego sus oraciones para que
este propósito cuente con el respaldo y la bendición de Dios.

C A P Í T U L O I
Mi conversión.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).

Al comienzo de los años 70 me encontraba en la Ciudad de
Bogotá, en la Escuela de los Servicios recibiendo una formación en
Sanidad Militar, debido a que, en enero del año 1970 fui herido con
arma de fuego en la Ciudad de Barrancabermeja. Cuando fui herido,
de inmediato me trasladaron a la Clínica Magdalena. Eran como las
2:00 a.m., y como no había suficientes médicos a esa hora, tuvieron
que trasladarme al Hospital San Rafael, en donde fui operado por los
Doctores Martínez y Abuevara. El impacto me atravesó el hígado, el
colon, y me partió el riñón izquierdo, el cual debieron extirparlo. La
bala no la pudieron extraer, era peligroso; estaba encajada cerca de la
columna. Al día siguiente, cuando desperté de la operación, estaba a
mi lado una monja enfermera; ella me ayudó a levantar para ir al
baño. Tan pronto salí del baño, me preguntó si había podido orinar, a
lo cual le contesté que sí. La monja dijo que eso fue un milagro de
Dios, pues, los médicos decían que, si podía orinar, me salvaba, y si
no, podía morir.
Dios tenía un propósito en mi vida. Hoy le dio muchas gracias a mi
Señor Jesús, quien me prolongó la vida, y sólo por su misericordia me
ha permitido servirle. Hoy le ruego a Él que me conceda la
oportunidad de seguirle sirviendo hasta donde me dé las fuerzas,
dentro de su Soberana Voluntad. Esto fue en los primeros años de mi
carrera militar, y fui declarado no apto para el combate. Por este
motivo me enviaron al arma de los Servicios. Hoy yo testifico que
esto lo permitió Dios para sacarme del lodo cenagoso, del pecado,
para Él comenzar su maravillosa Obra en mi vida.
Estando en Bogotá llegó mi hermano menor, Ramiro, a visitarme con
mi hermana mayor, Beatriz, quienes vivían ahí mismo en la Capital.
Mi hermano comenzó a hablarme del evangelio. Mi hermana lo
señaló, y me dijo:
– ¡Cómo le parece que éste se volvió evangélico!
Yo le contesté:
– Déjelo.
Él estaba recién convertido. Esto para mí fue una sorpresa, ya que él
llevaba una vida muy desordenada. Yo lo escuchaba por respeto, y
por ser mi hermano; pero, en verdad no estaba interesado en oír
hablar del evangelio, no tenía el mejor concepto. Esto se debía a que
siendo un niño que oscilaba tan sólo entre los 10 y 12 años, fui un
acolito de la Iglesia Católica, en mi pueblo natal, San Andrés
(Santander del Sur), cuando la misa se oficiaba en latín. Y desde ese
entonces comencé a oír que los evangélicos no eran de Dios, y que el
libro negro (la Biblia) sólo la podían leer los curas, porque si otra
persona lo leía, se volvía loca.
También, recuerdo que alrededor del pueblo había veredas en donde
habitaban unos evangélicos. Eran bastante perseguidos, pues, se
escuchaba decir que estos eran personas indeseables. Creo que estas
familias fueron de los inmigrantes de la Loma del Salado (ubicada a
69 kilómetros de San Andrés, Santander del Sur), en donde comenzó
un gran avivamiento del Espíritu Santo en Colombia. Allí en el Salado
había un grupo de hermanos, los cuales eran ministrados por unos de
los primeros misioneros al comienzo de nuestra amada Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia.
Ciertamente, Dios tenía un propósito grande conmigo. Desde
niño yo creía en Dios, a la manera que me enseñaron, y también
deseaba la salvación. En una ocasión, el cura del pueblo invitó a otro
cura misionero a una celebración especial. Cuando estaba predicando
dio un consejo diciendo que nosotros, todos los días debíamos

rezarle a Dios pidiéndole la salvación de nuestra alma. A partir de ese
momento yo siempre rezaba, y le pedía a Dios la salvación de mi
alma, y que yo fuera un buen católico. Dios escuchó mi clamor,
guiándome al verdadero camino, cuando conocí el Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo. Aunque yo amaba a Dios a mi manera, no a
la manera de Dios, pues, el Señor dice en Su Palabra: “Si me amáis,
guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
Yo vivía una vida muy desordenada al igual que mi hermano, antes de
conocer el evangelio. Con la herida, Dios comenzó la obra en mi
vida. La Biblia dice en Filipenses 1:6: “…estando persuadido de esto, que el
que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo”. Yo reconozco que lo de la herida fue para bien, porque eso
es lo que dice Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados”. Fue necesario que el Señor me mandara a tierra como al
apóstol Pablo, para así poder escuchar la voz del Señor Jesús. Mi
hermano me visitó varias veces, y siempre me hablaba del evangelio.
Aunque yo trataba de defender mi fe, mi argumento no me era
suficiente. Dios usó a mi hermano de una manera muy maravillosa; a
pesar de que él estaba recién convertido, allí quedo sembrada la
semilla en mi corazón, la cual a su tiempo empezó su buena obra en
mi vida. La Escritura dice en Isaías 55:11: “…así será mi palabra que
sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y
será prosperada en aquello para que la envié”.
Cuando terminé la formación como enfermero me trasladaron a la
Quinta Brigada en Bucaramanga, y allí me desempeñé hasta el año 71.
Luego, me enviaron nuevamente a Bogotá a hacer una formación de
farmacéutica militar, y de nuevo me trasladan a la Quinta Brigada en
donde continué desempeñándome en el área de Sanidad. Dios me
permitió trasladar a mi madre desde San Andrés hasta la Ciudad de
Bucaramanga, con mis 3 hermanos menores. Yo le conté la situación
de mi familia a un Superior, General Álvaro Valencia Tovar
(Comandante de la Quinta Brigada), quien me prestó un camión para
hacer el trasteo. Inicialmente, arrendé una habitación para que
pudieran vivir allí. Al poco tiempo, mi hermano Ramiro llegó de
Medellín a donde se había trasladado de Bogotá, y continuó
hablándonos del evangelio. Nosotros, con mi madre, nos burlábamos
de él. Cuando ayunaba pensábamos que él estaba aguantando
hambre, pero no nos imaginábamos que Dios estaba escuchando ese
clamor en favor nuestro. Nos pusimos de acuerdo con mi madre de
no decirle nada, y escucharlo, pues, su vida anterior no era la mejor, y
estábamos muy contentos porque decíamos que allí lo habían
cambiado. Mi hermano, en repetidas ocasiones me invitó a la Iglesia,
y yo le decía que sí. Salíamos hasta la puerta de la casa, y yo le decía:
– Siga adelante, que ya lo alcanzo.
Pero, esto nunca sucedió durante algún tiempo. Él no perdía
oportunidad de seguirme hablando e insistiendo, que lo acompañará a
la Iglesia Central de Bucaramanga, o sea, la Iglesia Pentecostal Unida,
en donde el Pastor era el Hermano Campo Elías Bernal en esa época.
Después se fue de Bucaramanga de viaje.
No obstante, a comienzos del 73, tuve un problema muy
grande, el cual ameritaba para un juicio. Pedí, entonces, a un capitán
que me hiciera la defensa. Cuando él miró el expediente, me dijo que
no se comprometía. Hablé con el auditor de guerra, y me dijo:
– La próxima semana llega del Comando del Ejército su
suspensión de funciones y atribuciones para así poder comenzar el
juicio.
Estos fueron momentos muy difíciles para mí. No sabía qué hacer.
Me acordé, por tanto, de lo que mi hermano me decía, que el Señor
Jesucristo era nuestro Salvador y Abogado. Cuando vi que ya todo
estaba perdido, tomé una decisión: ir a la Iglesia en donde se
congregaba mi hermano, Iglesia Pentecostal Unida de Colombia.
Estaba cerrada. Toqué, y entré. Al fondo de la Iglesia, en el altar,
estaba el Hermano Campo Elías hablando con el Pastor Tulio

Arango, Pastor de la Iglesia en Aguachica. Me dirigí hacia ellos. Yo
iba uniformado. Me presenté, y les dije que yo era hermano de
Ramiro Arias. El hermano Campo me dijo:
– Sí, él me ha hablado de Usted; ¿en qué le podemos servir?
Les hice saber mi problema, y les dije:
– Yo creo que Dios puede ayudarme en esa situación, por favor
oren por mí.
E inmediatamente ellos lo hicieron. Para la Gloria de Dios, al poco
tiempo Dios había solucionado mi situación, y pude ver la misma
misericordia de Dios. Puedo decir como dice la Palabra de Dios:
“Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias” (Salmos
34:6).
Ahora bien, en ese tiempo (año 73) yo tenía una novia, la
mamá de ella nos invitó a un culto en la Iglesia Cuadrangular. Era el
viernes, en el que la tradición comúnmente llama “santo”. Cuando
llegamos allí, no encontramos lugar para sentarnos. Era la primera
vez en mi vida que aceptaba una invitación para asistir a una Iglesia
diferente a la católica. Así que, nos ubicamos de pie en la parte de
atrás. Recuerdo que el mensaje era sobre las siete palabras de Jesús.
Lo oí con mucha atención, y al terminar el mensaje hicieron la
invitación. Entonces, dije a mi novia que pasáramos, y ella me hizo
señas que no. Sin embargo, le dije:
– Yo, sí paso.
En ese momento Dios tocó mi corazón, y el concepto que yo tenía
del evangelio cambió inmediatamente: ¡comencé a asistir a las
reuniones allí!, en verdad estaba muy contento y dichoso, y deseaba
seguir al Señor. Cuando mi hermano regresó del viaje, se enteró de
esto. Mi hermana menor, María, le dijo:
– ¿Sabe quién se volvió evangélico?
Él preguntó:
– ¿Quién?
Mi hermana le dijo:
– Orlando.
Él se puso muy feliz, y Dios lo usó de una manera muy sabia, pues, lo
primero que hizo fue felicitarme, y yo lo invité a una reunión de
jóvenes en la Iglesia Cuadrangular. Era un jueves, y había un evento
en el salón de reuniones. Presenté a mi hermano, y les dije que él
también era cristiano; pero, cuando lo relacioné con los líderes de
jóvenes, cada uno de ellos le preguntaban a mi hermano en qué
Iglesia se congregaba. Él les contestaba:
– En la Iglesia Pentecostal Unida del Nombre de Jesucristo.
Seguidamente, cada uno de ellos tomaba una actitud despectiva y
apática. A la última persona que lo presenté fue al pastor, quien
también manifestó una conducta antagónica. Al observar esto, le dije
a mi hermano que nos fuéramos de la reunión. Cuando salimos, en el
camino le pregunté:
– ¿Por qué toman ellos ese proceder? ¿Acaso no somos todos
hermanos? ¿Luego, no somos todos partícipes del mismo
evangelio?
Él me dijo:
– Lo que pasa, es que nosotros seremos menospreciados por
causa del Nombre del Señor Jesús.
Entonces, le dije a mi hermano si era posible un debate entre el
Pastor de la Cuadrangular, el Pastor de la Pentecostal y el Capellán
del Batallón, y yo los escucharía; el que ganara, con el me iría. Mi
hermano le hizo tal propuesta al Pastor Campo Elías Bernal (Ministro
de la Pentecostal), y él aceptó de inmediato.

Realmente, yo estaba confundido en esa parte, en la doctrinal;
pero, estaba dispuesto a seguir el camino del Señor. Comencé a
interesarme por conocer la verdad, e inicié orando y diciendo al Señor
que por favor me mostrara la verdadera doctrina, porque no quería
caer en error. Recuerdo que fui a donde una tía, y le dije que si ella
tenía la Biblia católica para que me la prestara. En efecto, ella la sacó
de un baúl. Era una Biblia de color blanco.
Yo creía que podía defenderme de lo que mi hermano me
hablaba, pero, yo no tenía ningún argumento para hacerlo.
Evidentemente, estaba confundido pero muy interesado en conocer
la verdad. Reconozco que el Señor es muy bueno y maravilloso; Él
escucha nuestras peticiones, y con Su Santo Espíritu nos guía a toda
verdad, como dice la Escritura: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él
os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan
16:13). Estando en esta situación el Señor me mostró, leyendo Su
Palabra, algo que captó profundamente mi atención:
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que, si su
hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le
pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a
los que le pidan? (Mateo 7:7-11)
Ramiro me hizo una propuesta; me dijo:
– Yo lo acompañé a su Iglesia, ahora Usted acompáñeme a mi
Iglesia.
Yo le acepté, y fuimos a la Dominical.
Después, mi hermano me comentó que el Hermano Campo Elías
había acordado con él, que se sentara conmigo en la primera banca, y
cuando terminara de predicar bajaría inmediatamente a saludarme. El
Hermano Campo, acostumbra que al terminar la Dominical se paraba
en la parte de adelante, y los hermanos iban a saludarle. La hermana
Gabriela, su esposa, se paraba en la entrada de la Iglesia para saludar y
despedir a los hermanos. Una vez terminó de predicar el hermano
Campo, bajó, y mi hermano me presentó. Me invitó a sentarme, e
hice las preguntas y dudas que tenía con respecto a la enseñanza que
mi hermano me había dado, y que no concordaba con lo que se
enseñaba en la Iglesia a donde estaba asistiendo. El hermano Campo
Elías, en la enseñanza, me puso dos ejemplos: el de Mateo 28:19: “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, el cual, es el mandamiento del
Señor Jesús a sus discípulos; y el de Hechos 2:38: “Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, cuyo
cumplimiento es por parte del Apóstol Pedro y el resto de los
apóstoles en el Libro de los Hechos, refiriéndose a los bautismos que
se realizaron, los cuales, fueron en el Nombre del Señor Jesús.
Así mismo, el Hermano Campo Elías utilizó el ejemplo del cheque,
diciendo:
– Un Gerente de empresa le dice a su Secretaria que haga un
cheque a nombre del hijo de Carlos, padre de José y esposo de
Mariela. El Gerente se está refiriendo a Luis, hermano de la
Secretaria. Inmediatamente, ella hace el cheque a nombre de los
títulos que le dijo su jefe, y no a nombre de su hermano Luis.
Lógicamente, este cheque no lo pagan.
Yo pude entender que el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo es Jesucristo; por tanto, el verdadero bautismo bíblico es en el
Nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados. ¡Gracias a Dios

por revelarme Su Nombre ese día! Yo tomé una decisión en ese
momento, y dije:
– Aquí me quedo; encontré la verdad: al Señor Jesucristo.
Y esto es, precisamente, lo expresado por Jesús en el Evangelio de
Juan 14:6: “Jesús le dijo [a Tomás]: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí”.
Bautismo en el Espíritu y en
agua.
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios” (Juan 3:5).

En la casa donde vivía mi madre y mis hermanos, también
vivía una Hermana que se llamaba Esther, con sus hijas. Todas eran
convertidas al Evangelio. A ellas las usó el Señor para hablarle a mi
hermano Ramiro acerca del Nombre del Señor Jesús, puesto que, él
había conocido el evangelio en otra denominación. Ellas también me
hablaban, y continuamente me invitaban a la Iglesia. El 17 de junio
del año 1973, mi hermano me invitó a un culto especial. Acepté la
invitación. Me acompañó mi novia y la madre de mi novia. Nos
ubicamos en las bancas de la derecha que era el lugar de los hombres.
En ese tiempo, los hombres nos ubicábamos en las bancas del lado
derecho, y las damas en las del lado izquierdo. El hermano Campo
Elías había invitado como predicador especial al Hermano Domingo
Zúñiga, quien en esa época también era miembro del Honorable
Consistorio de Ancianos, al igual que el hermano Campo Elías. A mi
lado izquierdo estaba sentado mi hermano, y a mi lado derecho
estaba otro joven, Algiro Zapata. El Hermano Zúñiga predicó sobre
el Espíritu Santo. Yo, esa noche escuché la palabra de Dios con
mucha atención. Mientras el Hermano predicaba, comencé a sentir
algo muy maravilloso en mi vida, lo cual nunca había sentido. Mi
hermana también comenzó a recibir bendición, y pensé:
– Ella va a recibir el Espíritu Santo. Si ella lo va a recibir, yo
también lo recibo.
En ese momento el predicador dijo:
– Levanten las manos al cielo los que deseen recibir el Espíritu
Santo.
Inmediatamente, levanté mis manos, y comencé a hablar en otras
lenguas. Fue una experiencia muy grande y maravillosa en ese
momento, y a su vez, ¡es algo indescriptible!
Mientras escribo estas líneas, mi alma se llena de gozo recordando
esos momentos tan especiales, y tengo que llorar a causa de la
emotividad que me embarga, por esas grandes maravillas en las que el
Señor se ha glorificado en mi vida, siendo yo indigno de tanta
misericordia. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!
Cuando terminé de hablar en lenguas, se me acercó la Hermana
Olinda, y me dijo:
– Hermano, lo felicito. Recibió el Espíritu Santo.
Esa misma noche tuve una visión: vi en la entrada de la Iglesia
un túnel redondo, y al fondo del túnel una luz; y dije:
– Por este lugar comenzaré a caminar, y no me apartaré ni a la
derecha ni a la izquierda.
Y por la misma misericordia de Dios, Él me ha impartido esta grande
bendición; por lo cual, me seguirá ayudando hasta el día que venga a
levantar su Iglesia. Como dice la Escritura: “Pues si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos,
o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8). Después que salimos de
la Iglesia, me fui para la casa acompañado de mi hermano, la
Hermana Esther y sus hijas. Sentía mucho gozo y alegría en mi
corazón. Acababa de tener una experiencia muy maravillosa.
Realmente, es una fecha completamente inolvidable: el 17 de junio
del año 1973, en la Iglesia Central de Bucaramanga (Calle 42 nº. 16-
40), el Señor Jesús me bautizó con Su Santo Espíritu.
Después de todo este hermoso acontecimiento, les pregunté:

– ¿Ahora qué debo hacer?
Y la hermana Esther me dijo:
– Debe bautizarse inmediatamente en el Nombre del Señor, para
el perdón de los pecados.
Les dije que sí, que lo iba a hacer. Al día siguiente, mientras me dirigía
al trabajo, Dios puso en mi corazón el primer mensaje:
Al hombre de Dios no lo escoge el hombre, sino Dios.
Ese mismo día llamé a la Iglesia, y me contestó la esposa del Pastor,
la Hermana Gabriela de Bernal, y le comenté que la noche anterior
había recibido el Espíritu Santo. Ella me dijo:
– Sí, nos enteramos de ello.
Y me dio palabras de ánimo. Le dije que deseaba hablar con el Pastor,
pues, yo quería ser bautizado en el Nombre del Señor Jesús. Cuando
hablé con él, me dijo que podía ser bautizado el siguiente domingo.
Gracias a Dios fui bautizado por el Hermano Campo Elías Bernal, el
domingo 21 de junio del año 1973. También, contraje matrimonio en
el mes de julio del mismo año. Hasta aquí, por pura Gracia y
Misericordia de Dios, Él me ha ayudado, y he podido caminar
tomado de Su mano, teniendo este gran privilegio de poderle servir
hasta el día hoy.
Mi primer amor.
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con
amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi
misericordia” (Jeremías 31:3).

En este segundo capítulo quiero compartirles mi experiencia
con Dios en Bucaramanga, hasta cuando el Señor me permitió por su
gracia comenzar el Santo Ministerio.
Cuando hablamos del primer amor, el que todos los cristianos
hemos experimentado, hablamos de esa alegría que sentimos por
haber conocido al Señor, y porque Él en su beneplácito nos quiso
perdonar los pecados. Además, es de sumo gozo haber podido ser
bautizados en el Nombre de Jesús. También, se siente una paz
inexplicable en la vida por haber recibido el bautismo del Espíritu
Santo, y poder tener el ferviente deseo de serle fiel y servirle con todo
el corazón. Todo esto es gracias a que Dios cambió nuestras vidas
por completo, y que estando muertos nos dio vida, como dice la
Escritura: “…aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente
con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:5). Este primer amor nunca
debe pasar o apagarse, siempre debe permanecer y crecer cada día en
el cristiano.
El primer amor es el producto de Dios en nuestras vidas. El apóstol
Pablo escribió en la Carta a los Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo
por mí”. También, el apóstol Juan dice: “…amémonos unos a otros; porque
el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El
que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1ª Juan 4:7-8). Así
mismo, encontramos bíblicamente que “el amor nunca deja de ser” (1ª
Corintios 13:8). Recordemos lo que el Señor le dice a la Iglesia de
Éfeso: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido” (Apocalipsis 2:4-5). Por ende, roguémosle al Señor que su
amor siempre permanezca en nosotros hasta el día de su venida. En
este primer amor lo primero que sentí fue servirle al Señor en el
evangelismo. Dios puso en mi corazón el deseo de compartir lo que
Él había hecho conmigo, y hoy, después de mucho tiempo, ese
mismo deseo está todavía está ardiendo en mi corazón.
Me integré al grupo de evangelismo, liderado por el Hermano Julián
Rueda, quien después de recibir el Espíritu Santo, esa misma noche,
se me acercó, y me dijo:
– Yo siempre estuve orando por Usted sin conocerlo. Su hermano
pedía oración por su conversión.
El Hermano Julián para mí fue un referente en el evangelismo. Yo
siempre salía con él, hacíamos cultos al aire libre en los parques
después de la Dominical. De igual manera, entre semana por las
noches también hacíamos cultos al aire libre, y reuniones
denominadas “células”, en casa de los hermanos. Una noche fuimos a
realizar un culto en la casa del Hermano Balbino Vásquez, padre del
Pastor Balbino Vásquez (exmisionero en Honduras, a quien recuerdo
era un niño consagradito y muy amable, al igual que sus padres:
Hermano Balbino y Hermana Isabelita; actualmente Supervisor -
Distrito 13, Cúcuta); pero, el Hermano Julián decidió hacer el culto al
aire libre, en la esquina de la casa; allí instalamos amplificadores y
cornetas. Llegado el momento de la predicación, el Hermano Julián
me tomó por sorpresa, y me dijo:
– Esta noche predica Usted.
Era el primer mensaje que yo iba a disertar.
Normalmente, yo siempre asistía a las células vestido de
militar, pues no alcanzaba a cambiarme. Salía directamente de mi

trabajo a la Iglesia para reunirme con los hermanos, sacar los equipos
y tratados, y dirigirnos al lugar de las células.
Dentro de mi trabajo, yo tenía que hacer el relevo de unos soldados
que custodiaban un polvorín a las afueras de la Ciudad de
Bucaramanga. Como iba con frecuencia, debía pasar por un barrio
humilde, y yo veía bastantes niños jugando en la calle. Dios puso en
mi corazón hacer células, actualmente denominadas REFAM
(Reuniones Familiares de Amistad) en ese barrio. Fui y hablé con las
familias, y el Señor abrió puertas. ¡Gloria al Señor Jesús! Comencé a
llevar a cabo las reuniones, y dentro de ellas aprovechaba un buen
tiempo para enseñarles a los niños coros e historias bíblicas. Después
les pedí a los padres que me permitieran llevarlos a la Iglesia, y ellos
estuvieron de acuerdo. Hablé, entonces, con unos hermanos de la
Iglesia que tenían camionetas, entre ellos: el hermano José Rodríguez
y el hermano Hermes Villamizar, quienes muy amablemente
trasportaban a los niños a la Iglesia todos los domingos. Los adultos
también comenzaron a asistir a la Iglesia, pero ellos iban en bus.
Quiero hacer un llamado especial a los Misioneros y Obreros
que empiezan una obra:
– Por favor, tengamos en cuenta a los niños en el lugar donde
Dios nos permite servirle. Dios respalda de una manera muy
especial este trabajo en el campo misionero.
En una ocasión visitó la Iglesia de Bucaramanga un reconocido
pastor que estaba en el campo misionero, y llegó a quedarse en la
Ciudad algunos días. Él predicó en la Escuela Dominical, y terminado
el culto, aproveché para pedirle el favor de predicar en la célula
durante la semana, y amablemente aceptó. Programamos el día. Yo
estaba muy contento de tener el privilegio de que un misionero fuera
a predicar en la célula, e hice invitación a los vecinos del barrio
repartiendo tratados, y evangelizando. Todos estábamos a la
expectativa. Dimos inicio al culto, pero el hermano no había llegado;
y en últimas, no fue. Después le dije a él que le estuvimos esperando
en el culto, y me comentó que no pudo porque tenía otro
compromiso. Bueno, en fin. Que esto nos sirva como ejemplo para
tener en cuenta: tanto la Iglesia grande como pequeña, es del Señor
Jesucristo. Este fue el primer campo misionero donde Dios me
permitió servirle. Fue una escuela muy maravillosa para mí, porque
me dejó muchas experiencias en las que aprendí a amar, a tener visión
y compasión por las almas. Y esto, hoy permanece en mí por la
sublime gracia de Dios. Son épocas inolvidables para mí.
Había un grupo de jóvenes muy hermosos y consagrados al Señor,
liderado por las Hermanas Consuelo y Amparo, Hijas del Hermano
Campo Elías Bernal y la Hermana Josefa (cariñosamente “Chepita”).
En las reuniones y en los cultos de Jóvenes aprendíamos bastante de
la palabra de Dios. Realizaban concursos bíblicos donde casi siempre
ganaba el hermano Marcos Pabón (afectivamente le decíamos
“Marquitos”) y su hermana, Gladys Pabón (hoy esposa del Pastor
Tobías Osorio). Me acuerdo que Marquitos casi en todos los cultos se
sentaba en la banca de adelante, y permanecía muy atento con su
cabeza erguida mirando fijamente al predicador. Hoy, después de tan
lindas y agradables experiencias, por la gracia del Señor, es misionero
en España, y fue misionero también en República Dominicana, pues,
quiero evocar las palabras del apóstol Pablo, cuando dijo que el Señor
Jesucristo lo tuvo por fiel, poniéndolo en el santo ministerio (1ª
Timoteo 1:12). El hermano Marquitos me contó cómo Dios inspiró y
usó grandes hombres, entre ellos estaba el Hermano Reynel Galvis y
el hermano Drost, por medio de los cuales el Espíritu Santo confirmó
su llamado a las misiones en estos países.
Dios me concedió la oportunidad de ser presidente del Comité de
Jóvenes en la Iglesia Central de Bucaramanga, y me permitió tener en
cuenta a Marquitos para predicar el primer mensaje en su vida. El
Señor lo usó grandemente. Cuando terminó de predicar, me le
acerqué, y le dije:

– Este es el primer mensaje de muchos más que el Espíritu de
Dios le va a inspirar para que predique.
Todos los que le distinguimos, sabemos cómo Dios le ha usado y
respaldado poderosamente. El hermano Marquitos ha sido un gran
ejemplo desde su niñez. Por eso, quiero instar y animar a los niños,
adolescentes y jóvenes, para que sigan las pisadas de estos grandes
hombres a quienes Dios llamó desde temprana edad; así como lo
expresó Pablo apóstol: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1ª
Corintios 11:1).
El comienzo de mi vida cristiana fue un poco difícil dentro
del ejército. Mis compañeros no entendían lo que en mí había pasado.
Se burlaban de mí. Comenzaron a aislarme, dado que, como era
costumbre, me invitaban los fines de semana a tomar trago con ellos,
y como no les aceptaba decían que me había vuelto bobo, y que me
habían lavado el cerebro. Ellos hacían sus corrillos para hablar, y
cuando yo pasaba por su lado, decían:
– Hagan silencio porque ahí viene el Hermano Arias.
Ya no me llamaban por el grado o rango que tenía en el Ejército, ni
los compañeros, ni algunos superiores, ni siquiera los subalternos; me
decían “El Hermano Arias”. No obstante, al pasar el tiempo me
siguieron llamando de la misma manera, pero ya con respeto y
consideración. Dios me fue dando sabiduría y gracia para con los
hombres.
Dentro de este primer amor, Dios me dio el sentir de visitar a
los presos. Comenzamos a visitar la cárcel de Bucaramanga con el
Hermano Evelio Aguilar, quien también pertenecía al Comité de
Evangelismo. El Señor nos permitió ser testigos de sus maravillas allí.
Al ver a estos hombres adorando a Dios y escuchando la Palabra,
recibían a Cristo en sus corazones. Esta obra el Señor nos permitió
hacerla por un largo tiempo. También, recuerdo que fueron épocas
muy portentosas y especiales, en las que el Señor Jesús nos permitió
servirle en el área de la evangelización.
Hablando de la obra carcelaria, al comienzo de los años 70, unas
Hermanas de la Iglesia en San Gil (Santander), visitaban la cárcel que
estaba ubicada a algunos minutos de la Ciudad. Allí se encontraba
recluido un hombre muy peligroso, Francisco Sarmiento, quien iba a
ser condenado a cuarenta años bajo prisión. El hombre en mención
asistía a las reuniones que hacían las Hermanas dentro de la cárcel. Y
para la gloria de Dios, se convirtió al evangelio, llegando a los pies de
Jesucristo. Fue tan magno este acontecimiento, que los mismos
funcionarios de la cárcel le decían a las Hermanas que ellos habían
descansado, pues era un recluso muy complicado y peligroso para sus
vidas y para la de los demás internos. Dios transformó su vida por
completo, ¡gloria a Dios! Pero este evento importante no termina
aquí, pues, al poco tiempo Dios hizo un milagro: salió libre de aquella
penitenciaría, y comenzó a congregarse en la Iglesia de Bucaramanga,
e inició también a formar parte del grupo de Evangelismo, y nos
hicimos buenos amigos. Posteriormente, el hermano Francisco
Sarmiento se trasladó para un pueblo llamado Santa Rosa, cerca de
Simití (Sur de Bolívar), allí comenzó a evangelizar, y Dios empezó a
respaldarle: le dio un buen grupo de almas. Él había vivido allí antes
de ser puesto en la cárcel, y le conocían como un hombre muy
peligroso.
En cierta ocasión, programé con el Hermano Evelio Aguilar visitar al
Hermano Francisco para apoyarlo en el evangelismo. Los hermanos
allí sufrían mucha persecución por parte de la iglesia tradicional
(católica), porque allí el cura del pueblo tenía una emisora local, e
incitaba al pueblo y a la gente de las veredas a sacar a ese evangélico
(como ellos lo tildaban despectivamente) del lugar. Continuamente
apedreaban el lugar donde se hacían los cultos, especialmente los
fines de semana cuando los campesinos iban al pueblo a hacer el
mercado. Cuando llegamos, era un fin de semana. El Hermano
Francisco Sarmiento programó el culto, y lo anunció. Me pidió que

predicara esa noche. Había mucha tensión, pero nosotros teníamos
confianza en que el Señor Jesús estaba con nosotros para guardarnos
y respaldarnos. El local donde estábamos reunidos para hacer el
culto, se encontraba ubicado en una esquina, y tenía entrada por la
calle y por la carrera. Se reunió mucha gente en las dos entradas, y
comenzaron a lanzar piedras hacia donde yo estaba ubicado
predicando. Pensé que en ese momento yo iba a morir predicando,
como cuando apedrearon a Esteban. Lanzaron una piedra grande, la
cual, golpeó en la pared donde me encontraba; rebotó y me golpeó la
parte de atrás del cuello. En ese mismo instante, el Hermano
Francisco sacó la Biblia de un estuche, y levantándola invocó el
Nombre del Señor Jesús. Todos los que estaban afuera echaron a
correr, y así fue que gracias a Dios pudimos hacer el culto
tranquilamente.
Al siguiente día, el Hermano Francisco salió al parque, y se encontró
con algunas personas que habían estado la noche anterior en la puerta
de la Iglesia, y les preguntó el por qué la gente había salido corriendo
en estampida. Un hombre le contestó:
– ¿Y cómo no íbamos a salir corriendo cuando Usted sacó el
revólver para dispararnos?
La gente pensó que Francisco Sarmiento con un revólver en la mano
era muy peligroso, ya que lo habían conocido en la vida antigua.
También, el hombre le comentó al Hermano que había dos hombres
con armas, y el uno le decía al otro:
– ¿Lo matamos o le dejamos?
Y el otro le contestó:
– Dejémoslo.
Y se fueron. Fue el mismo Señor Jesucristo quien nos guardó en ese
momento, pues, la Escritura así lo confirma en Salmos 34:7: “El ángel
de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Él sigue
glorificándose.
En este gran amor por las almas perdidas y el gran deseo de servirle al
Señor, le dije al Pastor Campo Elías que yo sentía el llamado de salir
al ministerio, para hacer el evangelismo de tiempo completo. El
hermano Campo se sentó conmigo y me aconsejó, diciéndome que el
Ejército era un campo blanco, y había muchas almas a quienes yo les
podía hablar del evangelio. Y así fue. Les comencé a testificar de
cómo Dios había hecho en mi vida durante ese proceso de
trasformación. Ellos, mis compañeros, eran fieles testigos de este
grande milagro realizado en mí. Unos, me escuchaban; otros, no.
Pero, lo más satisfactorio para mí era que les podía hablar de esta
maravillosa salvación. En cierta ocasión, el Comandante de la Quinta
Brigada en Bucaramanga, convocó a una reunión a los Oficiales y
Suboficiales, para tratar una situación muy delicada que se estaba
presentando con algunos Suboficiales recién ascendidos, y también
algunos soldados que estaban desprestigiando a las Fuerzas Armadas
con su comportamiento en la calle, y esto, a raíz de que había muchas
quejas y no muy buenos comentarios. Así, pues, el Comandante
preguntó qué medidas se podían tomar, ya que en muchas ocasiones
se les había llamado la atención, e inclusive se habían aplicado
correctivos; pero, la situación persistía. Algunos, recomendaban
suspenderles la salida; otros, que fueran trasladados para el monte;
entre otras posibles alternativas más. No obstante, pedí la palabra, y
le dije al Comandante:
– Todos los presentes aquí son testigos de mi vida antigua, y de
cómo Dios me transformó cuando me convertí al evangelio, de lo
cual, ellos son también testigos. Permítame invitarlos y llevarlos
los domingos a la Escuela Dominical, porque el Señor Jesucristo
es poderoso, y tiene la solución para cambiar la conducta del
hombre.
El Comandante dijo:

– Quienes deseen ir con el Sargento, lo pueden hacer.
Le pedí que me concediera llevarlos en los camiones militares. En
resumidas cuentas, para la gloria de Dios, él atendió mi solicitud.
Dios me permitió llevar a los militares, y a los niños del barrio en
donde se hacía las células, a la Iglesia los domingos. Mi Señor se
glorificó de una manera muy hermosa. Por eso, mis hermanos, el
primer amor nunca se debe terminar; por el contrario, cada día se
debe avivar más y más.
A finales del año 75, me enviaron a Bogotá a hacer un curso
para poderme ascender, en donde me reencontré con mis
compañeros de la misma promoción al comienzo de la vida militar.
Para ellos era algo muy extraño mi conducta, debido a que, me
conocieron en la antigua vida de pecado, y se burlaban bastante, y
también me decían “El Hermano Arias”. Habiéndome sobrepuesto a
esto, les testifiqué con gran ahínco de cómo Dios me había
cambiado, y del propósito que Dios tenía para salvar al hombre. Me
hacían muchas preguntas, porque ellos fueron testigos de mi
conducta anterior.
Cierto día, un compañero me hizo una pregunta muy delicada e
importante como militar. Me planteó una situación de combate, y me
preguntó:
– Los dos somos lanzas (compañeros), y estamos en un combate,
y Usted como mi lanza se da cuenta que el enemigo me tiene en la
mira para dispararme y matarme, y tiene la oportunidad de
defenderme, ¿dispararía contra el enemigo para salvarme la vida?
Inmediatamente le contesté sin dudar que no lo haría. Mi respuesta
para ellos les causó menosprecio y burla. El compañero que había
hecho la pregunta, dijo:
– ¡Qué tal éste de lanza!, nos deja matar del enemigo.
Y tenían razón su comentario en son de disgusto, pues no era una
muy buena respuesta y decisión de mi parte, dado que se podía
configurar en un delito militar. Aunque ellos me menospreciaron y se
burlaron, les pedí me permitieran explicarles el por qué no lo haría; y
me lo concedieron. Yo les dije:
– La Palabra de Dios enseña en Éxodo 20:13: “No matarás”.
También, encontramos unas palabras contundentes expresadas
por el Señor Jesús en Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Y con
base en esto, yo tengo la confianza y la autoridad para invocar el
Nombre de Jesús sobre esa arma para que no dispare, y Dios me
respalda, y esa arma no va a disparar, porque Él oye el clamor de
los que creemos a sus promesas.
En aquella época, yo me congregaba en la Iglesia de Kennedy, el
Pastor era el Hermano Martín Pérez, en donde también se
congregaban otros militares: el Hermano Carlos Urrego, Luis
Rondón y el Hermano Luis Carlos Marín, quienes después también
salieron al Santo Ministerio. El hermano Carlos Urrego fue misionero
en Argentina. Después que terminé el curso para ser ascendido, y me
convertí en un Farmaceuta Militar, me trasladaron a la Ciudad de
Ocaña en donde estuve un año (1976-1977). Allí, en aquel lugar, mi
Pastor fue el Hermano Víctor Camacho, y también el Señor me
permitió servirle en varios oficios: barrer el templo, predicar, formar
parte del evangelismo, liderar varias células, en donde una de ellas era
en una finca llamada El Chamizo, propiedad del Hermano Higinio
Mora. Actualmente, allí hay una hermosa congregación. Dentro de
ese mismo año, llegó a prestar el servicio militar un joven de nombre
Elías Caballero, quien desde su niñez fue criado por la Hermana
Amelia Tobito (primera hermana bautizada en Colombia). El
hermano Elías trabajó conmigo en el batallón como enfermero.
A comienzos del año 77, fui trasladado de Ocaña a la Quinta Brigada
de Bucaramanga, en donde Dios me dio la oportunidad de servirle al

Señor en la Iglesia Central de Bucaramanga desde mi conversión,
como maestro de niños, presidente de jóvenes, líder de caballeros,
auxiliar del comité de evangelismo. Mis pastores allí fueron el
Hermano Campo Elías Bernal, el Hermano Reynel Galvis, y
posteriormente, el Hermano Eliseo Duarte, quien más tarde me
promoviera al Santo Ministerio.
C A P Í T U L O I I
Comienzos de la división en la
Iglesia.

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre
vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer” (1ª Corintios 1:10).
En enero de 1976 cuando fui trasladado a Ocaña (Norte de
Santander) al Batallón Santander, el Pastor de la Iglesia en aquel lugar
era el Hermano Humberto Castañeda. Los hermanos en Ocaña
detectaron que el Pastor estaba enseñando el dualismo, y en varias
ocasiones, en plena enseñanza dentro del templo se pronunciaron
para defender la sana doctrina. Nos pusimos de acuerdo algunos
hermanos para poner en conocimiento este asunto ante los
Directivos. Viajé a Bucaramanga para informarle al hermano Campo
Elías Bernal lo que estaba sucediendo. El hermano Campo Elías me
dijo que ese caso le correspondía al Hermano Juan de Dios
Rodríguez, Pastor en la Iglesia de Cúcuta (Norte de Santander). El
Pastor Juan de Dios Rodríguez viajó a Ocaña para tratar de persuadir
al Hermano Castañeda, lo hizo de muchas maneras, pues, el
Hermano Juan lo apreciaba bastante; pero, de ninguna manera lo
logró. En últimas, el Hermano Humberto Castañeda fue retirado del
Santo Ministerio. En su reemplazo llegó el Pastor Víctor Camacho
con su esposa, la Hermana Alejandrina, y sus hijos; familia que para
mí y la Iglesia fue de mucha bendición. Cuando regresé de Ocaña a
Bucaramanga, a comienzos del 77, todavía era pastor allí el Hermano
Campo Elías Bernal, quien posteriormente fue trasladado a la Ciudad
de Medellín, en junio del 77, luego de haber sido pastor durante 21
años en la Central de Bucaramanga. En su reemplazo, recibió el
Hermano Reynel Galvis Rueda, en junio del 77. Cuando el Hermano
Reynel empezó a predicar la sana doctrina, un grupo de hermanos dio
inicio a unas reuniones clandestinas para enseñar la doctrina del
dualismo, e inmediatamente se desató una oposición muy fuerte en
contra del hermano Reynel.
Recuerdo que en una ocasión fui a una reunión, y estaba un poco
confundido, hasta que gracias a Dios una vez fui al puesto donde
tenía su negocio el Hermano Omar Clavijo, Fundador del Grupo
Musical “Los Clarines del Rey”, y le pregunté qué opinaba él acerca
de la confusión con respecto a la doctrina. Él me dedicó un buen
tiempo para explicarme, y me regaló un casete del Hermano
Domingo Zúñiga, en donde enseñaba la doctrina de la Unicidad. Lo
escuché con mucha atención. Ahora, doy gracias a Dios por usar ese
medio para revelarme la verdad. Al hermano Reynel Dios lo usó de
una manera muy especial para ser un gran defensor de la verdad, a
pesar de la grande oposición que él debió enfrentar. Soy testigo de
muchos comentarios que se hacían en contra de la verdad, y hasta
llegué también a formar parte de ellos, en mi ignorancia. Pero, gracias
al Señor que por su misericordia me libró.
El hermano Reynel se rodeó de grandes hombres de Dios. En julio
del 77, llegó el Hermano Marcos Caicedo como Coopastor del

Hermano Reynel. Después llegó el Hermano Sigifredo Caicedo como
Pastor de la Iglesia en un barrio llamado Lagos 2. Luego, el Hermano
Gerardo Murillo llegó como Pastor de la Iglesia en Sogamoso, la cual,
pertenecía al Distrito 1. No obstante, El Hermano Reynel Galvis
junto con el Hermano Alfonso Montoya y el Hermano Guillermo
Salgado, fueron objeto de ataques verbales y amenazas por defender
la sana doctrina. En reemplazo del Hermano Marcos Caicedo llegó el
Hermano Guillermo Salgado como Coopastor del Hermano Reynel.
El Hermano Salgado, posteriormente, fue trasladado a Tunja
(Boyacá) como Pastor, y después a la Iglesia de Bosa (Cundinamarca)
en donde de una manera misteriosa desapareció, y hasta el día de hoy
no hay noticias de él. Más tarde, llegó el hermano Mario Valencia,
quien después fue Misionero Nacional en Puerto Leticia (Amazonas),
y luego, Misionero en República Dominicana y Costa Rica.
Los Hermanos antes mencionados llegaron del Valle del Cauca. El
Hermano Marcos Caicedo, cuenta en una entrevista que nos
concedió, que en una de las visitas diarias que le habían asignado,
visitó a un Hermano que tenía una relojería en el mercado de San
Andresito, y él comenzó a hablarle al Hermano Marcos de unas
enseñanzas que tenía grabadas en 12 o 14 casetes, durante las
predicaciones del Hermano Campo Elías en varias Escuelas
Dominicales. El Hermano le dio los casetes al Hermano Marcos,
quien los escuchó con mucha atención, lo cual, para él era algo
nuevo. Cuenta el Hermano Marcos que en otra ocasión cuando ya
había llegado el Hermano Sigifredo a Bucaramanga, fueron a visitar a
un Hermano que era ebanista, quien les preguntó a los hermanos que
para ellos quién era Jesucristo; el Hermano Marcos le respondió que
Jesucristo es Dios sobre todas las cosas, como lo dice la Biblia. El
Hermano les dijo que Jesucristo era el hermano mayor, y esto lo
sostenía a su vez con otros argumentos. El Hermano Marcos dice
que esto lo sorprendió, y como responsable directo, él fue a donde el
Hermano Reynel, y le informó lo que estaba sucediendo. Fue así
como se empezó a descubrir que se estaban realizando unas
reuniones en las casas para tratar sobre las enseñanzas del anterior
pastor. Dice el Hermano Marcos que para esa época ya muchos
hermanos estaban afectados con las enseñanzas, pues, eran 14 casetes
de 90 minutos, o sea, 14 Dominicales.
Según el Hermano Marcos después que él fue trasladado de
Bucaramanga a Durania (Norte de Santander) como Pastor, en el año
79, en cierta ocasión le preguntó al Hermano Campo Elías:
– Cuando Dios venga, ¿quién viene?, porque Zacarías 14 dice que
Jehová viene, y pone sus pies sobre el monte de los Olivos; y en
Hechos 1 dice que es Jesús.
Y el Hermano Campo Elías le respondió que venían los dos.
Defendiendo la sana doctrina.

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de
nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido
una vez dada a los santos” (Judas 1:3).
El Hermano Armando Calderón llegó a Bucaramanga,
procedente de Maicao (Guajira) juntamente con su familia, por
algunos motivos personales y familiares, en febrero de 1975, con una
carta de recomendación de los Directivos, puesto que, el Hermano
era Pastor en la Guajira, y portaba una licencia que le había expedido
el Hermano Larsen. Comenzó, entonces, a congregarse en la Iglesia
Central. Al principio el Hermano Campo Elías, Pastor de allí, lo
envió a evangelizar el barrio Gaitán, y él inició en un garaje pequeño,
ubicado en una bajada bastante pronunciada. Me acuerdo que al
Hermano Armando le visité allí en el lugar de predicación, y llevé seis
soldados para que escucharan la Palabra de Dios. El Hermano
Armando me dijo que para él fue una sorpresa. Después le volví a
visitar, porque para mí era una bendición muy grande ir a los lugares
donde comenzaba una nueva obra. Aproximadamente, al año y
medio de estar allí, dice el Hermano Armando que el Hermano
Campo Elías anunció que los martes en la noche y domingos en la
escuela dominical, empezaría unos estudios relacionados con el tema
de la Unicidad. Él asistió allí para escucharlos juntamente con el
Hermano Roberto Paternina, y otros pastores más. Comenta el
Hermano Armando que cuando terminó los estudios el Hermano
Campo Elías, se reunió el Hermano Armando con otros pastores que
no estaban de acuerdo con tales enseñanzas, y comentaban entre ellos
lo que estaba ocurriendo. En esos momentos el Consistorio de
Ancianos tomó la decisión de trasladar al Hermano Reynel Galvis, de
Tuluá (Valle) a la Iglesia Central de Bucaramanga, y al Hermano
Campo Elías, a la Iglesia Central de Cali. Cuando el Hermano Reynel
comenzó a enseñar la sana doctrina, muchos hermanos se levantaron
en contra de él, y de los Copastores de turno, el Hermano Marcos
Caicedo, y después el Hermano Guillermo Salgado, siendo objeto de
maltratos verbales y amenazas.
En enero de 1980 llegó el Hermano Eliseo Duarte a Bucaramanga
como Pastor de la Iglesia Central, reemplazando al Hermano Reynel
Galvis, quien fue trasladado a la Iglesia Central de Bogotá. Recién
llegado el Hermano Eliseo a Bucaramanga, el Hermano Marcos
Caicedo le entregó los 14 casetes. Él los analizó, dice el Hermano
Marcos, y desbarató todos esos argumentos que había en esas
enseñanzas de falsa doctrina, y empezó a enseñar la Palabra de Dios,
como debe ser. Para esa época yo todavía era miembro de la Iglesia
Central, fui testigo presencial de esa difícil y delicada situación por la
cual la Iglesia del Señor estaba pasando. Después de cada enseñanza
del Hermano Eliseo en la Escuela Dominical, había muchos
comentarios en contra de la doctrina, unos a favor, y otros en contra;

de tal manera, que el Hermano Eliseo comenzó a ser objeto de
menosprecio por parte de algunos miembros de la Iglesia que no
estaban de acuerdo con sus enseñanzas. También, algunos pastores
(muy pocos, que se podían contar con los dedos de la mano) de
Iglesias de Bucaramanga y de afuera, estaban enseñando la falsa
doctrina. Al Hermano Eliseo Dios lo usó de una manera muy especial
como defensor de la verdad. Debió pagar un precio muy alto
juntamente con su familia, quienes fueron objeto de mucho escarnio
y persecución.
Además, cuenta el Hermano Armando que estando en una
Convención llevada a cabo en la Ciudad de Medellín, habló con el
Hermano Reynel Galvis en el hotel acerca de tan grave situación
presentada en Bucaramanga, quien le comentó que no quería
trasladarse de allí, pero, el asunto apremiaba. El Hermano Armando,
en medio de esa situación tuvo una especie de revelación, sueño,
visión o pensamiento; aunque él no es muy dado a estas cosas, no
obstante, narra que él vio al Hermano Sergio Forero, quien era Pastor
de la Iglesia Central en Bogotá, trasladado a la Central de
Barranquilla; al Hermano Reynel Galvis, trasladado a la Iglesia
Central de Bogotá; y al Hermano Eliseo Duarte quien era Misionero
en Ecuador, trasladado a Bucaramanga; y le manifestó esto al
Hermano Reynel. Al poco tiempo, se dieron los traslados así tal cual
como el Hermano Armando los había visto.
Explica el Hermano Armando que en ese tiempo llegaron unos
jóvenes de la Iglesia Central, diciendo que el Hermano Reynel ya no
se iba de Bucaramanga, porque el Hermano Campo Elías los había
visitado y había predicado sobre el amor. El Hermano Armando les
contestó que la verdad está por encima del amor. Los jóvenes
pensaban que el Hermano Armando estaba de acuerdo con las
enseñanzas del Hermano Campo Elías. Por un momento, se dudó del
traslado del Hermano Eliseo a Bucaramanga, pero, ya el Hermano
Eliseo había enviado algunas cajas de sus pertenencias a esta Ciudad.
El Hermano Eliseo solicitó que se cumpliera con su traslado a
Bucaramanga. Pues, bien, el Hermano Armando fue testigo de que,
ya estando el Hermano Eliseo en Bucaramanga, oyó que estaban
vendiendo los casetes que habían grabado en las enseñanzas dadas
por el Hermano Campo Elías, y se reunió con algunos Pastores del
área, y les dijo que estaban equivocados con el Hermano Campo
Elías, que él no era así; pues, el Hermano Eliseo le tenía bastante
aprecio. El Hermano Armando le dijo en ese momento al Hermano
Eliseo que escuchara las enseñanzas, y después nos cuenta, dijo él.
Cuando las escuchó, les dijo sorprendido que él no sabía lo que
estaba predicando el Hermano Campo Elías.
El Consistorio de ancianos programó una reunión en Barranquilla, y
cada una escuchó las enseñanzas. El Hermano Campo Elías les dijo
que él creía que Jesucristo es Dios. El Hermano Eliseo regresó a
Bucaramanga, y se reunió de nuevo con los Pastores, y les manifestó
muy contento que el Hermano Campo Elías creía que Jesucristo es
Dios. Como a los quince días, dice el Hermano Armando, el
Hermano Campo Elías llamó al Hermano Eliseo, y le dijo:
– Yo creo que Jesucristo es Dios, pero, no creo que Jesucristo es
el Padre.
El Hermano Eliseo le dijo que, por esa declaración, debía él
responder en la Asamblea de Pastores, la cual, se llevaría a cabo
dentro de veinte días en la Ciudad de Bogotá. Ya estando en la
Asamblea, se trató el asunto, y el Hermano Campo Elías se defendía.
El Consistorio le pidió a la Asamblea que le permitiera retirarse por
un momento, para tener una reunión privada. Después de una hora,
regresaron los miembros del Consistorio a la Asamblea, y el
Hermano Eliseo le comunicó al Pastorado que el Hermano Campo
Elías ya no era miembro del Consistorio; no obstante, continuaba
siendo Pastor si la Asamblea así lo aprobaba. En seguida, procedieron
a las votaciones para resolver si continuaba como Pastor o no. Dice
el Hermano Armando que él votó a favor del Hermano Campo Elías,
pensando que de pronto en el camino él pudiera corregir esas faltas

doctrinales. El resultado de las votaciones, por una diferencia muy
mínima, arrojó que continuaría como Pastor. Sin embargo, al
siguiente día de la Asamblea, fue la declaración inesperada del
Hermano Campo Elías al pastorado, donde se decidió finalmente que
quedaría fuera de la Iglesia.
A partir de ese momento, en octubre del año 1983, sucedió la
división en Bucaramanga. Al Hermano Armando Calderón y a otros
Pastores, Dios los usó en esos momentos difíciles para ser unos
grandes defensores de la verdad y de la Iglesia. El Hermano Armando
alcanzó a convencer como a tres Pastores para que no se fueran.
También, llegó una Hermana de la Iglesia en el barrio Santa Ana a
comentarle al Hermano Armando, que allí había un plan para
tomarse la Iglesia. De inmediato, el Hermano Armando se fue
acompañado con el Hermano Heliberio Herrera (compositor del
coro “Él es el Gran Yo Soy”), quienes eran los Presbíteros del
Distrito, con el fin de no permitirles llevar a cabo lo pensado. Cuenta
el Hermano Armando que eso fue en la Dominical, cuando llegaron
se ubicaron de inmediato en la plataforma en donde estaba el Pastor
de la Iglesia en Santa Ana, y estando allí los tres, el Pastor de la Iglesia
le dijo a la congregación que él no creía como enseñaba la Iglesia,
puesto que, creía de la manera como enseñaba el Hermano Campo
Elías. Sacó la licencia pastoral, y dijo que él la entregaba. El Hermano
Armando se la recibió, y le dijo:
– Como Usted no es de esta Iglesia, por favor bájese del púlpito.
Y fue así como pudieron continuar con la Escuela Dominical. Aparte
de todos estos acaecimientos, añádase algo más: el Hermano
Armando tuvo que dormir allí en las bancas del templo, con el fin de
cuidarlo, juntamente con otros Hermanos de su congregación
quienes complacidamente le acompañaron. Así mismo, en la Iglesia
del Barrio Campo Hermoso se presentó otra situación similar. Por
solicitud del Hermano Eliseo, el Hermano Armando se hizo presente
allí con unos Hermanos, con el mismo propósito de defender la
Iglesia. Allí quedó encargado de la Iglesia el Hermano Pablo Flórez,
quien era miembro de la congregación en el Barrio Gaitán donde era
Pastor el Hermano Armando. Posteriormente, el Hermano Pablo fue
nombrado en Campo Hermoso como Obrero, y allí fue donde el
Hermano Paulito comenzó su ministerio. De la misma manera, en la
Iglesia del Barrio Kennedy se hicieron presentes algunos Hermanos
de la Iglesia en Gaitán, en cabeza del Hermano Armando Calderón,
para defender la Iglesia del Señor allí. Entre los Hermanos que
acompañaron al Hermano Armando en esos momentos difíciles de
nuestra Iglesia, se encontraba el Hermano Adonay Rojas, padre del
Hermano Adonay Rojas, quien hoy es Pastor en los Estados Unidos,
y en aquella época era un niño de tan sólo 9 años.
El Hermano Eliseo Duarte se hizo cargo con el Hermano Armando
Calderón de la Iglesia en Santa Ana, durante un mes, mientras llegaba
como Pastor el Hermano Víctor Camacho, quien se encontraba en
Ocaña. Comenta el Hermano Armando que estando allí encargado,
días después se le acercó un Hermano, y le dijo que él pensaba irse de
la Iglesia con el Pastor saliente, que por ahora se quedaba; pero, si
veía alguna imperfección, se iba de la Iglesia. El Hermano Armando
le contestó que se fuera inmediatamente porque no ellos no eran
perfectos. El Hermano le contestó al Pastor Armando que él se
quedaba en nuestra Iglesia. Luego, el Hermano Álvaro Torres como
miembro del Consistorio de Ancianos, debió intervenir en la Iglesia
del Barrio Campo Hermoso, para la entrega del edificio, y de esa
manera, los Hermanos comenzaron a congregarse de nuevo en el
templo, debido a que, el Hermano Pablo Flórez tuvo que hacer los
cultos en casa de un Hermano. A partir de esos momentos difíciles, la
Iglesia comenzó un movimiento y crecimiento muy hermoso,
predicando el glorioso mensaje del Nombre de nuestro Gran Dios y
Salvador Jesucristo. Por otro lado, el Hermano Gerardo Murillo fue
el Evangelista defensor de la verdad en esa época, y de la misma
manera, lo fueron los Pastores en cada congregación. En aquel
tiempo, más exactamente en el año 1983, había más o menos 450
Iglesias; hoy, para la gloria del Señor Jesucristo, en Colombia hay casi

5.000 congregaciones, sin contar las de la Obra Misionera en
diferentes partes del mundo. En este sentido, la Iglesia Pentecostal
Unida de Colombia ha sido muy bendecida por el Señor, debido a la
gran visión misionera, la cual, ha sido perenne.
El Hermano Eliseo Duarte juntamente con el Hermano Armando
Calderón debieron viajar a Barrancabermeja, a defender la Iglesia,
dado que, allí también se había presentado otra situación doctrinal
similar. El Hermano Eliseo quien era el Presidente de la Iglesia en ese
momento, destituyó al Pastor de aquel lugar por estar enseñando falsa
doctrina, y éste fue reemplazado por el Hermano Carmelo Salas,
quien era el Supervisor del Distrito Número Uno. Y hablando del
Distrito, el Hermano Armando Calderón era el único Pastor bautista
a nivel distrital, después del Hermano Eliseo, y debía celebrar los
bautismos distritales correspondientes. Cuenta el Hermano Armando
que en una ocasión bautizó a cuarenta y tres Hermanos de diferentes
congregaciones en la Iglesia central de Bucaramanga. Nuestro
apreciado Hermano Armando fue un gran promotor de Obra Social,
a nivel local y nacional. Cabe señalar que el Pastor Armando es el
padre de nuestro Hermano Andrith Calderón, Pastor y Tesorero de
nuestra Iglesia en Canadá.
C A P Í T U L O I I I
Mis inicios en el Ministerio.

“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor,
porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1ª
Timoteo 1:12).
Al inicio de los años 80, Dios me puso el sentir de no
continuar en el Ejército. Mi visión era servirle en el Santo Ministerio.
Yo estaba recién ascendido al grado inmediatamente superior, y por
ese motivo, no era posible que me concedieran la solicitud. Sin
embargo, dentro de la solicitud coloqué como principal motivo el
deseo de servirle a Dios como Pastor. E inmediatamente, me
aceptaron la petición, y en junio del mismo año me dieron el retiro. A
principios del año 81, me trasladé a la Iglesia de Lagos 2, allí el Pastor
era el Hermano Gerardo Murillo, quien aparte de ser mi gran amigo,
fue un excelente ejemplo en la oración, consagración y dedicación al
trabajo de Dios.
Mientras escribía este libro, me enteré de la triste noticia de la partida
de mi Hermano Gerardo. Gracias al Señor por haberme otorgado el
privilegio de compartir con este gran hombre de Dios, y su hermosa
familia: su esposa, la hermana Irma, una gran mujer; y sus hijos,
Yamilet, Martha, Carlos Alberto (“Capeto”), y Gerardito, niños muy
ejemplares. A través del Hermano Gerardo, Dios me dio la
oportunidad de servir en el evangelismo. Me asignó un lugar cerca,
Floridablanca (Santander), allí se hicieron células, y también Dios nos
permitió evangelizar ese lugar. El hermano Gerardo en su época fue
usado por Dios de una manera poderosa como un gran defensor de
la sana doctrina, por motivo de la división causada por las falsas
doctrinas que se estaban introduciendo en la Iglesia del Señor.
Bien. Comencé a orar y a esperar en el Señor la oportunidad
para salir al Ministerio.
A mediados del año 1981, el Hermano Eliseo me llamó y me dijo que
si quería ir de Obrero a la Ciudad de Pamplona (Norte de Santander),
y sin dudar le dije que sí, que estaba dispuesto a ir. Pamplona es una
Ciudad cuya ubicación se encuentra entre Bucaramanga y Cúcuta. El
Pastor de Cúcuta en esa época era el Hermano Juan de Dios
Rodríguez, junto con su esposa, la Hermana Teresa de Rodríguez.
De la Iglesia de Cúcuta enviaban a unos jóvenes para realizar el culto
los sábados; sin embargo, ellos ya habían decidido no volver, porque
no veían resultados. Allí, también habían estado predicando

anteriormente algunos hermanos, quienes, al no ver frutos,
desistieron y no continuaron. El Hermano Eliseo me contactó con el
hermano Juan de Dios Rodríguez, quien me preguntó si estaba
dispuesto a ir a Pamplona, y también le respondí que sí. Él me dijo
que la Iglesia de Cúcuta nos ayudaría con el dinero para solventar el
arriendo del salón de predicación, y yo estuve de acuerdo. Era la
mejor oportunidad de mi vida, poder salir a servirle Al que entregó su
vida en la cruz del calvario para salvarme: nuestro Gran Dios y
Salvador Jesucristo. La ayuda que me brindaban era de $30 pesos
para pagar el arriendo del salón de predicación. Y para nuestras
necesidades el Señor nos proveyó, porque Él es fiel para con sus
siervos. ¡Hermano Joven, si Dios en su misericordia lo ha llamado al
Santo Ministerio o al campo misionero, no se preocupe por el
sustento, el Dios maravilloso a quien servimos es nuestro Proveedor!
A Israel le proveyó en el desierto todo lo que necesitaba: alimento
(maná del cielo), agua, vestido, calzado; de día los acompañaba con la
nube para protegerlos del candente sol, y de noche, con una columna
de fuego para protegerlos del frío. Puedes comprobarlo en los
siguientes pasajes bíblicos:
Y te acordarás de todo el camino por donde te
ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años
en el desierto, para afligirte, para probarte, para
saber lo que había en tu corazón, si habías de
guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y
te hizo tener hambre, y te sustentó con maná,
comida que no conocías tú, ni tus padres la
habían conocido, para hacerte saber que no
sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo
que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie
se te ha hinchado en estos cuarenta años.
(Deuteronomio 8:2-4)
Y Jehová iba delante de ellos de día en una
columna de nube para guiarlos por el camino, y
de noche en una columna de fuego para
alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y
de noche. Nunca se apartó de delante del
pueblo la columna de nube de día, ni de noche
la columna de fuego. (Éxodo 13:21-22)
Igualmente, con respecto al profeta Elías, Dios había dado orden a
una viuda para que le diera de comer: “Vino luego a él palabra de Jehová,
diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado
orden allí a una mujer viuda que te sustente” (1º Reyes 17:8-9).
En ese tiempo, la Iglesia todavía no tenía los recursos suficientes para
ayudar a los nuevos Obreros, pero nuestro Gran Dios y Salvador
Jesucristo siempre ha sido suficiente para sostener a sus siervos. Así
que, no se preocupe por nada, pues, El que lo envía, cuidará de usted
y su familia. Gracias a Dios hoy la Iglesia en Colombia ha sido
bendecida de una manera muy especial, para ayudar a los hombres
que inician el Ministerio. A donde lo envíen, vaya confiado que Dios
estará con usted para ayudarlo y sustentarlo. Eso fue lo que el Señor
le prometió a Abram cuando le hizo el llamado:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu
tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre,
a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una
nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré
tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las
familias de la tierra. Y se fue Abram, como
Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram
de edad de setenta y cinco años cuando salió de
Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y
a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes
que habían ganado y las personas que habían
adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra
de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.
(Génesis 12:1-5)
De inmediato, nos pusimos de acuerdo, y acordamos el día
para ir a Pamplona. El hermano Juan me recogió en Bucaramanga, y
me dijo que un hermano nos estaría esperando en el Parque Principal;

me iba a relacionar con él, y en seguida continuaría su viaje hacia
Cúcuta. Cuando llegamos a Pamplona, efectivamente, el hermano nos
estaba esperando. El hermano Juan me lo presentó. El hermano que
me recibió, dijo:
– Hermano, si Usted viene por diezmos, aquí no hay.
Yo le contesté:
– Para Dios es más importante un hermano que dé $10 pesos de
diezmos, fielmente, que un hermano que deba dar $110 pesos, y
solamente dé $100 pesos.
En la Iglesia únicamente había tres hermanos bautizados y dos
jóvenes estudiantes, que en el momento estaban en vacaciones, en su
lugar de origen, pues, Pamplona ha sido una Ciudad universitaria, y
acuden jóvenes de muchos lugares a estudiar allí.
Mi posesión como Obrero.
“Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con
ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”
(Hechos 14:23).

El hermano Juan partió para Cúcuta. Yo continué hablando
con el hermano que nos había estado esperando para recibirnos, y me
dijo:
– Yo tengo varias personas evangelizadas, pero no se las puedo
presentar todavía hasta no oír cómo predica Usted.
Yo ya había estado antes en Pamplona (año 1966), en el
Batallón García Rovira, ya que fue mi primera unidad a donde me
trasladaron cuando recibí el grado de Cabo Segundo, en la Ciudad de
Bogotá. En Pamplona estuve hasta finales de los años 70. Luego, me
trasladaron a Barrancabermeja donde estando con el Ejército fui
herido.
Bien. En el Parque Principal de Pamplona fue mi posesión.
Después de mi posesión como Obrero en Pamplona a mediados del
año 1981, partí muy feliz para Bucaramanga a organizar mi mudanza.
En junio de 1981 llegué a Pamplona con mi familia; mi esposa y mis
tres hijos: Javier, Nayibe y Johana.
Fueron seis años y medio en los que el Señor se glorificó
grandemente, levantando una preciosa obra, con una buena cantidad
de hermanos bautizados allí; otros hermanos llegaron de otras
Ciudades. El Señor nos permitió adquirir una propiedad cuya medida
tenía más de 800 metros cuadrados, muy bien ubicada dentro de la
Ciudad, pues, el salón donde comenzó la obra, estaba ubicada a las
afueras de la Ciudad.
Durante aquella época, había personas en muchos sectores (dentro
del casco urbano) de la Ciudad que no arrendaban a los hermanos de
la Iglesia para predicar este glorioso Evangelio de Salvación.
Algunas experiencias vividas en
Pamplona.

“(…) Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros
todo el tiempo, (…), sirviendo al Señor con toda humildad, y con
muchas lágrimas, y pruebas que me han venido (…)” (Hechos
20:18-19).
La primera familia que el Señor me permitió visitar fue la del
Hermano Orlando Villamizar, quien al poco tiempo fue bautizado en
el glorioso Nombre del Señor Jesús, junto con su esposa, la Hermana
Gloria de Villamizar. A este joven Dios lo usó grandemente desde el
inicio de la obra en Pamplona. Para mí fue una gran ayuda, y amigo
sincero al igual que su familia. Con él y otros hermanos, visitamos y
evangelizamos algunas localidades alrededor de Pamplona. Una de
ellas fue Silos (Norte de Santander), en donde el Hermano Orlando
Villamizar fue posesionado como Obrero, y allí Dios bendijo la obra
de una manera muy especial.
Luego, el Señor me permitió hacer amistad con un señor llamado
Napoleón Suárez, quien era sacerdote de los gnósticos. Fui a
evangelizar en una carpintería a un militar retirado, y allí se
encontraba Napoleón, pues, trabajaban juntos. Recuerdo que cuando
invité a Napoleón a la Iglesia, se burló de mí. Sin embargo, extendí la
invitación al culto a ellos dos. Esa noche nos visitaba el Grupo
Musical Los Clarines del Rey.
En cierta ocasión, Napoleón asistió una noche al culto, pero estuvo
en la puerta de la Iglesia. Recuerdo que pronuncié algunas palabras:
– Si usted viene del mundo a la Iglesia, y quiere vivir como en el
mundo, es mejor que se quede allá.
Después fue bautizado en el Nombre del Señor Jesús, y fue lleno del
Espíritu Santo. Él se convirtió en una gran bendición, y formó parte
del grupo de evangelismo. Hasta ahora lo sigue haciendo. También,
era uno de los que, en aquellos tiempos, llevaba la corneta cuando se
realizaban los cultos al aire libre.
En cierta oportunidad, nos hicieron unos disparos, y una de esas
balas perforó la corneta. Los hermanos me recordaban, hablando con
ellos, que yo les grité:
– ¡A tierra!

Mientras nos disparaban, el Señor Jesucristo nos guardó. Para la
Gloria de Dios, otras almas se comenzaron a convertir. Dice la
Palabra del Señor en el Libro de los Hechos 2:47: “…alabando a Dios, y
teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que
habían de ser salvos”. También, empezaron a llegar estudiantes
universitarios de otras Ciudades.
La pesca milagrosa.
“(…) Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás
pescador de hombres” (Lucas 5:10).

Le llamo así, porque en una ocasión llegaron dos jóvenes al
salón de predicación, y se arrodillaron a orar. Cuando se levantaron,
me acerqué a saludarlos. Ellos me dijeron que venían de Venezuela;
allí tenían su lugar de trabajo, pero, habían llegado a Pamplona con el
fin de visitar a la familia. También, me dijeron que estaban
comenzando a asistir a una iglesia, y que cuando regresaran los iban a
bautizar. El pastor les recomendó que asistieran a una iglesia. E
inmediatamente, comencé a enseñarles acerca del bautismo en el
Nombre del Señor Jesús, con la Biblia en mano, abierta en Hechos
2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Para la gloria de Dios, ellos creyeron, y su familia también.
Antes de que regresaran a Venezuela les dije que le preguntaran al
pastor en qué nombre los iba a bautizar. Ellos vivían en un lugar que
se llama Chachopo, cerca de la Ciudad llamada Valencia. Cuando
regresaron a Venezuela, el pastor les dijo que ya iban a celebrar los
bautismos. Y ellos le hicieron la pregunta:
– Pastor, ¿en qué nombre usted nos va a bautizar?
El pastor les contrainterrogó, diciéndoles:
– ¿Ustedes a que iglesia fueron? Me imagino que donde los “Jesús
solos”.
Ellos le dijeron:
– Usted nos recomendó que asistiéramos a una iglesia, y allá nos
enseñaron que el bautismo es en el Nombre del Señor Jesús.
Llamé al Hermano Ramón Pérez, quien en esa época era el Pastor en
Valencia (Venezuela), y lo contacté con los dos jóvenes. Él comenzó
a visitarlos, y los bautizó, a ellos, a sus familiares, y a algunos
miembros de la otra secta, en el Nombre del Señor Jesús. Al poco
tiempo, se estableció la obra allí, y enviaron de Pastor a un hermano,
quien estaba casado con la hija del Misionero de EE. UU, el
Hermano Burton.
En Pamplona también fueron bautizados los familiares de los dos
jóvenes. Igualmente, la familia Flórez, la familia Mogollón, y la familia
Cote, tres grandes familias; todos ellos familiares entre sí, fueron
bautizados. ¡Gloria al Señor Jesús! Todas estas familias siguen fieles
en el camino del evangelio hasta el día de hoy. En una visita que
realicé a la Iglesia en Pamplona, en el año 2016, pude ver que la
mayoría de los hermanos de la época en que se dio inicio a la obra
allí, están perseverando. Es de mucho gozo para un pastor que las
ovejitas perseveren en el Señor. Gracias a Dios, Él levantó una muy
hermosa congregación allí.
Compra de la propiedad.

“Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré;
porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me
cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por
cincuenta ciclos de plata” (1º Crónicas 24:24).
Tomamos en arriendo una casona con un lote de 849 metros
cuadrados de longitud, en una calle principal cerca de la Universidad
y del Parque Central. El propietario me dijo:
– Pastor, cómpreme la casa.
Le pregunté:
– ¿Cuánto vale?
Me dijo:
– $3.000.000 de pesos.
Pero, sólo teníamos un fondo como de $250.000 pesos. Yo le dije
que sí se la comprábamos, pero, que nos diera un plazo para pagarle.
Él me dijo que convenciera primero a los hijos, les comprara la mitad
a ellos, y después que le pagara a él, puesto que, no tenía buena
relación con ellos, y su esposa había muerto. Eran 13 hijos, y estaban
en diferentes ciudades. O sea, tenía que negociar 13 hijuelas primero,
e inmediatamente, le escribí a cada uno de ellos. La mayoría vivía en
otras ciudades. Solamente en Pamplona vivían dos hijas, les hice la
propuesta de ir personalmente a donde ellas, y les entregaría el dinero
para que me firmaran la hijuela. No fue fácil convencerlas; pero, a la
final Dios nos dio la victoria. ¡Gloria a Dios! Le presenté el proyecto
a la Iglesia, estuvieron de acuerdo, y comenzamos a orar al Señor para
que nos diera el dinero con el objetivo de cumplir a cabalidad con el
negocio.
Estábamos confiados en que el Señor nos iba a dar los medios para
conseguir el dinero, porque Su Palabra dice: “De Jehová es la tierra y su
plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmos 24:1), y además añade:
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8).
También, le presenté el proyecto a los Directivos Distritales, ellos
estuvieron de acuerdo, me dijeron que yo debía hablar personalmente

con el Consistorio de Ancianos (pues, el valor era bastante alto en ese
tiempo, y la Iglesia a nivel local no tenía la capacidad de
endeudamiento por ese monto). Pedí audiencia al Consistorio de
Ancianos en una Asamblea de Pastores, en Palmira (Valle), cuyo
Presidente era el Hermano Noel Ospina. Les di a conocer la
propuesta; pero, el Hermano Noel me dijo que no era posible porque
no teníamos los recursos para cumplir con el compromiso. Les insistí,
diciéndoles que Dios nos estaría ayudando, y les hablé de los
proyectos que Dios nos había dado para este propósito. El Hermano
Octavio Valencia intervino, y dijo:
– Permitámosle al Hermano que haga el negocio, lo veo muy
convencido y dispuesto en el proyecto que él presenta.
Gracias a Dios por usar al Hermano Octavio en ese momento. En
resumen, me aprobaron la solicitud. En verdad, mis hermanos, yo
confiaba en mi Señor, que Él nos proveería y nos estaría ayudando en
este propósito. Regresé a Pamplona, y les di esa muy buena noticia a
los hermanos, se pusieron muy contentos, pues, estábamos siempre
orando a Dios. Toda la Iglesia nos unimos y empezamos a trabajar,
desarrollando diferentes actividades. Mandamos a imprimir unos
separadores con una foto panorámica de Pamplona, en la cual decía:
“PAMPLONA SERÁ PARA CRISTO”
Ofrenda Pro-Templo
Fueron impresos en Publicaciones de nuestra Iglesia, en Bogotá, con
un precio muy favorable, siendo Director el Hermano Celestino
Forero. Comencé a visitar algunas Iglesias, y Dios nos dio gracia.
Cuando había Asamblea de Pastores, llevaba una buena cantidad de
separadores, y contactaba a los Pastores, y organizaba un recorrido
por varias Iglesias de la región. Dios me concedió visitar varias
Iglesias en diferentes partes del país. Les daba dos meses de plazo
para que las Iglesias nos consignaran el dinero. Así fue como el Señor
Jesús nos permitió cancelar pronto la deuda. Hoy, hay un hermoso
templo, el cual, fue construido en la Administración del siguiente
Pastor, el Hermano Salomón González. Para gloria y alabanza del
Señor Jesucristo, hay una hermosa congregación en aquel lugar. El
Señor me dio la oportunidad de visitarles en el año 2016, siendo
Pastor allí el Hermano Obed Romero Rodríguez.
Pamplona y sus alrededores
para Cristo.

“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por
medio de mí (…); de manera que desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de
Cristo” (Romanos 15:18-19).
San Bernardo de Bata (Norte de Santander).
Cuando llegué a Pamplona, comencé a visitar a una familia de
hermanos, de apellido Gamboa, en San Bernardo de Bata,
corregimiento localizado a dos horas aproximadamente de la vía a
Saravena (Arauca). Al poco tiempo, la Obra creció, y fue necesario
pedir un Obrero a los Oficiales del Distrito. Y nos enviaron a un
Hermano joven llamado Jesús Ariza. Dios me permitió posesionarlo
en este lugar. A los pocos días, el hermano Jesús llegó muy
preocupado a Pamplona, y me dijo:
– ¡Cómo le parece, hermano, anoche casi me matan!
Me contó que cuando termino el culto, alguien lo estaba esperando
afuera, y le preguntó si él era el Sargento retirado. El Hermano Jesús
le comprobó, mostrando su cédula, que él no era; tan sólo tenía 21
años de edad. Dios le guardó la vida. ¡Gracias al Señor! Allí Dios
bendijo la Obra, y hoy hay una muy bonita congregación para la
gloria de Jesucristo.
Arboledas (Norte de Santander).
Como Pamplona es Ciudad Universitaria, en cierta ocasión
llegó a estudiar un joven que había sido seminarista católico, Rafael
Urbina. Cuando asistió por primera vez a un culto, le pregunté de
dónde venía; me dijo:

– De Arboledas.
Comenzó a asistir con frecuencia a la Iglesia, y después me dijo que a
él le gustaría que visitáramos Arboledas, y le habláramos a su Mamá;
también, que predicásemos el Evangelio en ese lugar. Comenzamos a
orar, y le propuse al Hermano Marcos Caicedo, Pastor en la localidad
de Durania (Norte de Santander), que visitáramos aquel lugar. Él
estuvo de acuerdo. Organizamos la visita. Además, nos acompañaron
unas Hermanas de apellido Valencia, quienes cantaban. Ellas vivían
en Bucaramanga.
Llegamos a Arboledas, y procuramos con diligencia visitar a la madre
del joven Rafael Urbina; ella administraba un hotel. Nos confesó que
le gustaba el Evangelio, pero, no nos podía dar hospedaje porque el
hotel era del Municipio, al Cura del pueblo no le iba a gustar, y como
resultado le quitarían la administración del edificio. Dios es muy
bueno, no nos dejó avergonzados, pues, aparejó un lugar en el cual se
le pudiese rendir culto para su gloria, y también un sitio para
hospedarnos. Había mucha resistencia porque nos decían que no nos
dejarían hacer la reunión, y que no respondían por nosotros. Ya había
muchas amenazas en nuestra contra. Empero, Dios nos dio mucha
confianza y seguridad, decidiendo así nosotros celebrarle culto a
Nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo. Cuando dimos inicio al
servicio empezó a llegar la gente, parándose en la puerta a observar
qué hacíamos. Las Hermanas Valencia fueron tomadas por el Espíritu
Santo, y hablaban en lenguas. Un Hermano pasó a dirigir una parte
del servicio, quien empezó a disertar acerca de María. Había mucho
nerviosismo, pero, sabíamos que allí estaba el Señor Jesús para
guardarnos. Esa noche se predicó la Palabra de Dios y el Nombre de
Nuestro Señor Jesucristo por primera vez en Arboledas, para la gloria
de Dios. Contactamos a algunas familias que eran de la iglesia
cuadrangular, la cual, las habían dejado abandonadas; por ende,
quedamos en que volveríamos.
El Señor nos permitió después posesionar allí a un Obrero llamado
Enrique Guerrero, miembro de la Iglesia en Durania, quien
anteriormente vivía en la Ciudad de Bucaramanga donde terminó sus
estudios bíblicos en el primer Instituto Bíblico de la Ciudad, el cual,
lo fundó un Hermano que había llegado de los Estados Unidos a
vivir en Bucaramanga, y se congregaba con su esposa y sus dos hijas
en la Iglesia Central.
Cuentan los que fueron testigos de la situación, que una
noche le hicieron una asonada al Cura del pueblo, pues, algunos
pensaron que era el Hermano Enrique, y casi matan con un cuchillo
al acólito del Cura, debido a que, se paró en la entrada para impedir a
una turba que tumbara la puerta; y cuando ya lo iban a matar, alguien
gritó:
– ¡Cuidado, es el padre!
Y lo llamaron por el nombre. Esa noche Dios guardó al Hermano
Enrique y al Cura también. Cuando nos informaron lo sucedido, fui
con el Hermano Marcos Caicedo para Arboledas, con el fin de poner
el denuncio en la Alcaldía y la Inspección de Policía; pero, no nos
atendieron.
Habíamos programado una vigila para un 12 de octubre en la Iglesia
de Chinácota (Norte de Santander). El Hermano Enrique Guerrero
nos acompañó. Al día siguiente, recibimos la noticia de que el Cura
de Arboledas había muerto el día anterior mientras sembraba un
árbol en el Parque. El Hermano Enrique nos comentó que a él le
habían informado en Arboledas, que el Cura fallecido había dicho
que iba a salir de viaje, y cuando regresara, el “evangélico”, o sea, el
Pastor Enrique, debía estar muerto. Pero, Dios le cambió los planes.
Por la gracia del Señor, después de un tiempo la Iglesia adquirió un
lugar de predicación. En ese tiempo, el Pastor era el Hermano
Abraham, quien fue enviado desde Durania el día de la inauguración,
y fuimos a invitar a la Señora del hotel. Ella nos dijo que tuviéramos

mucho cuidado, porque oía que algunas personas tenían planeado
atacarnos violentamente con bombas. Le dije que, si teníamos que
morir por causa del Evangelio, para nosotros sería una bendición,
puesto que, el Señor Jesucristo murió en la cruz del Calvario para
salvarnos. Cuando estaba por comenzar el culto, nos llegó una
advertencia: el primero que subiera a la plataforma, le iban a disparar
con un arma. A mí me correspondía dirigir el servicio, y al Hermano
Marcos Caicedo, predicar la Palabra. Arrodillado le dije al Señor que
me diera la confianza y las fuerzas para servirle. Al momento de dar
inicio, empezaron a lanzar piedras al techo que era de zinc, y eso
sonaba muy fuerte. Mientras el culto avanzaba llegó al frente de la
Iglesia una procesión, la cual, era dirigida por el acólito, cantando
canciones a María, y arengas donde manifestaban no querer
evangélicos en el pueblo.
El lugar de predicación estaba ubicado a las afueras del pueblo, y al
costado estaban las llamadas Famas de Carne. Cuando la turba quiso
atacarnos, los señores de las famas de carne intervinieron para
impedirles que nos atacaran. Dios usó los medios posibles para
defender a su Iglesia. ¡Gloria a Dios! Se estaba cumpliendo en
nosotros lo dicho por el Señor Jesús, en Mateo 16:18: “Y yo también
te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Silos (Norte de Santander).
En Silos, contactamos una familia, y la comenzamos a visitar
y evangelizar en el pueblo. En una ocasión, llegué a una casa cuya
familia decía de manera ecuánime que el bautismo no salva. Y los
llevé a la lectura bíblica situada en 1ª Pedro 3:21: “El bautismo que
corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino
como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de
Jesucristo”. Les dije que lo leyeran, y así lo hicieron; pero, lo leyeron
mal, y me dijeron:
– Mire que el bautismo no salva.
Les dije:
– Vuelvan a leerlo, y así lo hicieron.
Se dieron cuenta que dice: “nos salva”. El Hermano Orlando
Villamizar fue posesionado allí juntamente con su familia: su esposa,
la Hermana Gloria Rincón; sus hijos, Isnán, Orfa, Karinna, Jorgy.
Dios los bendijo, y hoy allí hay una hermosa congregación para la
gloria de Dios.

C A P Í T U L O I V
Confederación de Iglesias.
“Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y
Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se
acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hechos 9:31).

En los años 80, en nuestro Distrito 1, el cual, lo conformaban
las iglesias de Santander del Sur, Santander del Norte, Arauca, y
algunas iglesias del sur del Cesar, del Norte de Boyacá, cuando los
Oficiales de la época eran los Pastores Carmelo Salas, Roberto
Paternina, Heliberio Herrera; se creó una Confederación de Iglesias.
Los Directivos eran los Pastores Marcos Caicedo, Roberto Paternina,
Orlando Arias. El propósito era el de confraternizar con todas las
Iglesias del Distrito, y cada tres o cuatros meses se realizaban unas
confraternidades en diferentes sectores del mismo. Este proyecto fue
de una enorme bendición, ya que, se fortaleció la unidad, el
compañerismo, el evangelismo y el crecimiento de las Iglesias
Locales. Eran unas fiestas muy hermosas e inolvidables en donde se
predicaba la Palabra de Dios, había grandes milagros, derramamiento
masivo del Espíritu Santo, y se añadían a la Iglesia muchas almas,
aquellos que por la gracia de Dios habían de ser salvos.
Confraternidades.
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos
juntos en armonía!” (Salmos 133:1).

En cierta oportunidad, se realizó una Confraternidad en la
zona del Catatumbo (Norte de Santander), la cual, está ubicada cerca
de la Gabarra. Allí, el Pastor era el Hermano Hermógenes Vallecilla.
Navegando por el Río Catatumbo frente a Venezuela, visitamos a
algunos Hermanos indígenas de las tribus de los Motilones. Fue una
inmensa bendición. Quedamos que al siguiente año volveríamos a
realizar otra Confraternidad. En efecto, entrado el año se programó la
tan esperada actividad; no obstante, por alguna circunstancia no pude
asistir. Cuando mis compañeros regresaron del evento, me llamaron,
y me dijeron que gracias a Dios yo no había asistido, porque cuando
estaban celebrando uno de los cultos, llegó un grupo armado
pidiendo a los Pastores que les permitiera hablar con la congregación.
El Hermano Marcos Caicedo le dijo a los Pastores que se les
concediera el espacio, pero afuera del templo, y así lo hicieron.
Me contaron mis compañeros, entre otros el Hermano Roberto
Paternina y el Hermano Ramón Angarita, que cuando se dirigieron a
ellos, les pidieron que se identificaran, y les dijeron que no querían
ver por allá a ningún militar infiltrado. Ellos dudaban de mí, puesto
que, me había retirado del Ejército cuando tenía 33 años edad. Dios
me guardó, pues, en varias ocasiones cuando estuve en Pamplona,
dicho grupo armado me llamó y me visitó para investigarme,
poniéndome a prueba de diversas maneras. Sin embargo, mi Señor
Jesucristo siempre estuvo conmigo para demostrarles que yo en
verdad era un hombre de Dios. En otra ocasión, se celebró una
Confraternidad en el Tarra (Norte de Santander), siendo Pastor el
Hermano Eleuterio Ochoa. Yo aprovechaba para promover la
ofrenda Pro-Templo Pamplona, donde yo era Pastor, por la gracia de
Dios. Los Hermanos, muy generosamente hacían un voto para
cancelarlo con un plazo de dos meses. Cuando se recogió la ofrenda,
se hizo la lista de los votos, y en uno de ellos decía: “Las FARC”.
Pero, este voto lo había hecho en broma el Hermano Marcos
Caicedo, mi gran amigo y compañero con quien compartimos
muchas experiencias hermosas en la trayectoria ministerial.
Evangelismo.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura” (Marcos 16:15).
En el área de Evangelismo, Dios nos permitió empezar a salir
un día a la semana, en las noches especialmente, a realizar cultos al
aire libre en diferentes lugares de la Ciudad, con un equipo de
amplificación y una corneta. Fueron de mucha bendición. En la
Congregación de Pamplona, recibimos la grata visita de varios grupos
musicales que estaban en sus comienzos en aquella época, a saber:
Los Clarines del Rey, Los Hermanos Devia, Los Serafines del Rey, El
Hermano Ciro Calderón con algunos músicos de la Central de
Bucaramanga, entre otras agrupaciones. Aunque el clima de
Pamplona es un poco frío, aprovechaba la visita de los grupos
musicales para invitarlos a dar serenatas a los Hermanos recién
convertidos y las almas nuevas, hasta la madrugada. Durante el día
hacíamos cultos en los cerros, alrededor de la Ciudad, y colocábamos
unos parlantes bien potentes para que muchos pudieran escuchar el
glorioso mensaje de Salvación, y también pudieran escuchar las
alabanzas dirigidas a nuestro Gran Rey, el Señor Jesucristo. Estas
visitas fueron de mucha bendición.
El Hermano Pablo Flórez y el Hermano Ciro Calderón, quienes
fueron para unos grandes amigos y compañeros de ministerio, me
visitaban con frecuencia. Al Hermano Pablito también lo invitaba a
dar las serenatas y a predicar en los cerros. Cierto día, cuando el
Hermano Pablo estaba predicando, llegó un hombre a tratar de
quitarle el micrófono; pero, como no pudo, sacó una peinilla, y la
rastrillaba contra el suelo, y nos amenazaba; le invocamos el Nombre
del Señor Jesús, y se calmó. El Señor Jesucristo siempre estuvo en
cada momento para guardarnos.
El Hermano Pablo fue un gran Evangelista de mucha bendición y
ayuda para la Obra en Pamplona. Él siempre quiso venir a Canadá a

visitarme, pero, no fue posible, por causa de la Visa. Poco tiempo
antes de morir, lo invité a predicar a través de la plataforma virtual
Zoom, a la Iglesia de la Ciudad de Quebec, justamente en la
pandemia, y para nosotros fue de gran bendición. Me contó su hija
Adriana que él se sintió muy feliz y dichoso de haberlo hecho.
También me sentí muy feliz. De igual modo, el Hermano Ciro
Calderón nos visitaba con frecuencia, pues, teníamos una muy buena
amistad desde que estuvimos en Bucaramanga, y así mismo,
aprovechaba para visitar a su hermano Normando, quien estudiaba
en la Universidad. El Hermano Normando se bautizó en Pamplona,
recibió el Espíritu Santo, y fue de gran ayuda para la Iglesia en el
Ministerio de la Alabanza y en el Comité de Jóvenes (actualmente
denominado Conquistadores Pentecostales).
Obra carcelaria.
“Yo Jehová te he llamado (…) por luz de las naciones, para que
abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los
presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isaías
42:6-7).

Empecé con el grupo de evangelismo a visitar la cárcel de
Pamplona. Gracias a Dios por esa oportunidad. Allí, estaba un
hombre pagando una pena, porque él se había convertido en un azote
para algunas veredas de alrededor de Pamplona. Era un hombre muy
peligroso. Él y algunos presos más, empezaron a asistir a las
reuniones para escuchar la Palabra de Dios. El Director de la cárcel,
después de unas reuniones, nos prohibió el ingreso; no gustaba del
evangelio. Después de insistirle, y no lograr nuestro deseo, decidimos
hacer las reuniones desde un cerro, en la parte alta de la cárcel. Y
desde allí les predicábamos el glorioso Evangelio, usando un equipo
de sonido. Y desde el patio de la cárcel ellos nos saludaban, y le
daban la gloria al Señor. El Director de la cárcel nos llamó, y nos dijo
que podíamos entrar a predicar la Palabra de Dios. Todo esto, es
gracias a que el Señor Jesucristo siempre nos da los medios para que
su Bendita Palabra corra y sea glorificada.
Después de algún tiempo, en un culto, yo pregunté si alguien quería
dar un testimonio; y levantó la mano el hombre peligroso, y dijo:
– Doy gracias a Dios que desde que comencé a escuchar la
Palabra de Dios, Él empezó a operar un cambio mi vida.
También, testificó que tenía un pacto con un compañero dentro de la
cárcel. El pacto era, que ellos habían planeado fugarse de la cárcel, y
matar al juez que condenó a su compañero. Pero, ahora que él había
escuchado el Evangelio, no le interesaba quedarse allí toda la vida
encerrado en esas cuatro paredes, porque aguardaba la esperanza que
cuando el Señor Jesucristo viniera a levantar su Iglesia, él también
sería levantado desde allí. Al poco tiempo, el Hermano fue puesto en
libertad. Dios hizo un milagro a favor de su causa, y fue trasladado a
otra Ciudad. Luego de un tiempo le hicieron un atentado, y por poco
pierde la vida. Más tarde, se trasladó a un lugar lejos de allí. En la
Convención donde se celebraron los 50 años de Nuestra Amada
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, en la Ciudad de Bogotá,
cuando terminó uno de los cultos, un Hermano se me acercó y me
abrazo, y dijo:
– Hermanito Orlando, soy el Hermano que estaba preso en
Pamplona.
Muy contento y feliz me presentó a su esposa y sus hijos, y me contó
su historia de cómo el Señor lo había librado de la cárcel, y
posteriormente de la muerte, y ahora se encontraba trabajando en
algún lugar. Y allí estaba evangelizando. Desde ese tiempo no volví a
tener noticias de él. No obstante, en el año 2016 recibí una llamada
desde Colombia, y era el Hermano. ¡Qué alegría volver a tener
noticias de él! Me comentó que estaba asistiendo a la Iglesia, y
pertenecía al grupo de evangelismo, sirviendo al Señor en esta área
con su familia. ¡Gloria al Señor! Esos son los resultados prósperos y
fructíferos que emanan de la Palabra de Dios, según Isaías 55:11: “…
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo
que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.

División de la Iglesia en
Bucaramanga.
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan
divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis
aprendido, y que os apartéis de ellos” (Romanos 16:17).
Estando como Pastor en Pamplona, en el año 83, fui testigo
de cómo Él guarda a su Iglesia de cualquier viento de doctrina, como
dice la Escritura: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo
16:18). A comienzos de los años 80, los rumores de la división por
causa de falsa doctrina (dualismo), se acrecentaban más,
especialmente en la Iglesia Central de Bucaramanga, en donde era
Pastor nuestro Hermano Eliseo Duarte. Días antes de la división,
recibí en Pamplona una visita de una de las personas miembro de la
división, quien se había dedicado a visitar Pastores en busca de
apoyo. Recuerdo, le contesté que, en la historia de los Reyes, unos
hicieron lo bueno y otros lo malo, y cada uno recibió su pago; y no
me insistió más.
En octubre de 1983, llegó el día de la división, la cual, estaba
programada por los divisionistas, justamente en un culto especial en
donde el Hermano Noel Ospina, Presidente de la Iglesia Pentecostal
Unida de Colombia, estaba invitado a predicar en un evento especial.
El plan era que esa noche se tomarían el templo por la fuerza. La
Hermana Marlene de Duarte, esposa de nuestro Hermano Eliseo,
llamó a algunos Pastores para que estuvieran presentes y atentos con
el fin de defender la Iglesia. La Hermana me pidió el favor que me
hiciera en la puerta, y cuando se diera inicio al culto la cerrara para no
dejar entrar a los divisionistas. Le dije que era mejor no impedirles la
entrada, porque ellos lo harían de una forma violenta, entonces, que
cerráramos la puerta principal, y les permitiéramos la entrada por la
puerta de al lado, que es la entrada del garaje, y entraban al templo

por una puerta pequeña. El Hermano Campo Elías entró
encabezando sus seguidores, y se ubicaron en la parte de atrás.
Cuando comenzó el culto, empezaron a gritar y a lanzar insultos, y
hubo un momento en que algunos se levantaron y se fueron hacia el
altar; pero, gracias a Dios se les pudo impedir la algazara. Dios
guardó a su Iglesia. Sin embargo, de la Central se fue un considerable
número de miembros, al igual que un pequeño grupo de Pastores con
algunos miembros. Unos, retornaron a la Iglesia; otros, se apartaron.
Fue así como el Señor Jesucristo preservó a su pueblo, y muy pronto
la Central de Bucaramanga fue restablecida de una manera
maravillosa. Muchos Hermanos se fueron de la Iglesia, y no supieron
por qué, pues, lo hacían solamente en solidaridad con el Hermano
Campo Elías, dado que, días atrás había sido destituido de la Iglesia
en una Asamblea de Pastores en Bogotá, en la que el Hermano Eliseo
le hizo unas preguntas al Hermano Campo Elías en plena reunión,
concluyendo a partir de ahí que estaba equivocado en cuatro puntos
doctrinales, y esto fue con base a los catorce casetes que el Hermano
Marcos Caicedo le había entregado antes al Hermano Eliseo, recién
llegado a Bucaramanga.
El primer día, se hizo una votación para que no fuera destituido, y
también pudiera continuar en el Consistorio. La votación dio como
resultado, dijo el Hermano Marcos, 50-50, puesto que, el pastorado a
nivel nacional no estaba bien enterado de la situación que se estaba
presentando en Bucaramanga, y en algunas Iglesias del Distrito
Número 1, con respecto a la falsa doctrina. El segundo día, le dieron
la oportunidad al Hermano Campo Elías, para que le explicara a la
Asamblea qué creía él con respecto al Señor Jesucristo. Él le dijo a la
Asamblea que él creía que Jesucristo es Dios; pero, lo que no creía era
que Jesucristo es el Padre. En seguida, la Asamblea exclamó con un
profundo ¡ay! En ese momento, yo estaba como portero porque no
tenía el derecho para asistir, pues, no tenía licencia local; solamente
era considerado como un predicador, y en ese tiempo tenía más de
dos años de estar pastoreando en Pamplona. Por eso, Pastores, no se
preocupen tanto por su licencia y por los títulos. No estoy en contra
de ellos; mas preocúpense por predicar la Palabra de Dios, y ganar
muchas almas para el Reino de Dios.
El Hermano Eliseo debió enfrentar una situación muy difícil junto
con la Hermana Marlene y sus hijos. Mas gracias sean dadas a Dios
porque les concedió la victoria. Su familia fue muy golpeada
emocionalmente. Fui testigo de la inclemente persecución y
vituperios por parte de los divisionistas. El Hermano Eliseo Duarte
fue el instrumento que Dios utilizó en ese momento para enfrentar y
combatir la falsa doctrina de una manera firme, valerosa y sabia,
predicando y enseñando la verdad de Nuestro Señor Jesucristo.
Fueron momentos muy espinosos también para la Iglesia. Dios usó
varios hombres especialmente en Bucaramanga, para impedir que
algunos Pastores de la división se quedaran con los templos. Al
Hermano Gerardo Murillo Dios lo respaldó como Evangelista del
Distrito, predicando la sana doctrina en varios eventos, y en las
Iglesias donde era invitado. También Dios inspiró al Hermano
Armando José Calderón de una manera muy especial, quien era
Pastor en el Barrio Gaitán.
A partir de ese momento, Dios ha continuado bendiciendo y
respaldando a su Iglesia de una manera maravillosa hasta el día de
hoy. Y la seguirá guardando y prosperando en el campo local,
nacional e internacional, hasta el día en que Él venga por su Iglesia.
¡Gloria a Dios! El Señor me permitió servirle en Pamplona hasta
finales del año 87, en donde Él levantó una hermosa Iglesia. Además,
nos ayudó a cancelar la deuda de la propiedad. La siguiente
Administración Pastoral en Pamplona fue la del Hermano Salomón
Gonzales. El Señor Jesucristo le dio la oportunidad de construir un
hermoso Templo, y en su Administración la Obra fue grandemente
prosperada.

C A P Í T U L O V
Reseña histórica de Misiones
Nacionales.

“Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a
Atalia. De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido
encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían
cumplido” (Hechos 14:25-26).
En el año 1977 se creó una figura en el Consistorio de
Ancianos llamada “Director de Evangelismo Nacional”. Su primer
Director fue el Hermano Reynel Galvis quien dirigió este campo
hasta el año 1982. Ese mismo año fue elegido el Hermano Julio
Manjarrez quien fungiría al frente de este trabajo hasta el año 1985.
Vigencias 1986-1988 y 1992-1994. Director de Misiones
Nacionales, Hermano José Abelardo Galvis.
En la Asamblea general del año 1985 hubo elección del Honorable
Consistorio de Ancianos para la vigencia 1986-1988, allí se cambió
esta figura, y en su lugar nació “Misiones Nacionales”, siendo elegido
y quedando en la historia de la IPUC como su Primer Director el
Hermano Abelardo Galvis. Este cambio de nombre o de categoría le
dio mayor peso y capacidad de gestión al trabajo evangelístico en el
país, y la pretensión era llegar con más facilidad a lugares no
evangelizados.
Cuando el Hermano Abelardo se puso al frente de Misiones
Nacionales, ya se había comenzado a predicar en Leticia, Amazonas,
con el Hermano Sigifredo Estacio, y en San Andrés Isla, con el
Hermano Eduardo Forero quien sintió de parte de Dios ir a predicar
a la Isla, respaldado en oración y económicamente por algunas
iglesias de la Costa Atlántica viajó en el año 1982, allí estuvo junto a
su familia por más de cuatro años donde Dios lo respaldó
grandemente. En el año 1986 por problemas de salud tuvo que
regresar, y en su lugar fue enviado el Hermano Jorge Enrique López,
también había avances evangelísticos en la Guajira, campañas
evangelísticas en la Costa y el interior del país. A la vez, se había
publicado un “Manual de Evangelismo”, que pretendía dar ideas de
cómo hacer este trabajo.
Además de continuar con lo hecho hasta entonces, se pensó en
nombrar como misioneros nacionales, a pastores con cierta
experiencia, que pudieran desarrollar estrategias adecuadas y colocar
fundamentos firmes. Con la creación de ese Departamento, y con la
elección del Hermano Abelardo Galvis como primer titular de ese
cargo, se establecieron los siguientes lugares y sus respectivos
misioneros:
1. Orlando Arias: Chocontá, Cundinamarca.
2. Arbey Bustamante: Ubaté, Cundinamarca.
3. Luis Hernando Obando: Lorica, Córdoba.
4. Juvenal Narváez: Guasca, Cundinamarca.
5. Olegario Vargas: Soatá, Boyacá.
6. Víctor Hugo Martínez: Guatavita, Cundinamarca.
Es de resaltar la visión misionera del Hermano Orlando Arias quien
fue posesionado como Pastor en Pamplona, Norte de Santander, en
el año 1981. En el año 1987 fue nombrado por el Consistorio de
Ancianos como Misionero Nacional, y enviado a un campo blanco
(sin feligreses) llamado Chocontá, Cundinamarca. Allí Dios le
bendijo, y varias personas se convirtieron al Evangelio del Señor
Jesús, también se dejó una propiedad. En el año 2002 el Hermano
Arias viajó a los Estados Unidos donde sirvió al Señor por un corto
periodo de tiempo. En enero del año 2003, el hermano Eliseo Duarte
quien era el Misionero en ese país sintió de parte de Dios enviar al

Hermano Orlando al Canadá para reforzar con su visión y
experiencia el trabajo misionero. Después de 20 años aún sirve a Dios
en este país.
Es bueno citar que no se tenía mucha experiencia en este tipo de
administración y la forma de trabajo de estos Misioneros, por lo que
esta etapa resultaría una acumulación de conocimientos para el futuro
de la Iglesia. En poco tiempo la Iglesia tendría más de 20 Misioneros
Nacionales trabajando para expandir el Evangelio, entre ellos los
Hermanos Mario Valencia y Benjamín Giraldo.
Vigencia 1992-1994.
Los Misioneros Nacionales seguían haciendo la labor, pero la
preocupación por el evangelismo en el país seguía latente. Es así
como en el año 1993 se diseñó el proyecto “Evangelismo 93”. Fue un
trabajo con proyección nacional que incluía la realización de más de
600 campañas evangelísticas. Se nombraron cinco evangelistas para el
ámbito nacional: Arturo Rojas, Alonso Galindo, Jairo Parra,
Argemiro Cortés, y Luis Ángel Castaño. Además, cinco evangelistas
de cada Distrito trabajarían en sus regiones. El objetivo era difundir
ampliamente el mensaje de salvación en todo el país, fortalecer y
consolidar las obras nuevas, así como contribuir a la apertura de más
obras.
El hermano José Abelardo Galvis hizo uso de buen retiro como
Pastor en el año 2021.
Vigencias 1989-1991 y 1995-1997. Director de Misiones
Nacionales, Hermano José Arturo Rojas.
Se continuó el avance de la Obra, se enviaron otros Misioneros a
nuevos lugares, se les hizo acompañamiento, capacitaciones, talleres.
Se instó al pastorado a respaldar junto a las Congregaciones el trabajo
Misionero, animando a los hermanos a orar y ofrendar a favor de la
Obra Misionera Nacional.
Vigencia 1995-1997.
Nuevos Misioneros Nacionales salieron a campos retirados e
inhóspitos, y otros a reemplazar a quienes habían iniciado el trabajo.
En el año 1996, dentro del plan de trabajo presentado por el
Consistorio de Ancianos, se diseñó un programa evangelístico
nacional. La idea era realizar 24 campañas evangelísticas durante ese
año en todo el país. Para ello se nombró al Pastor Vicente Arango
como Evangelista Nacional, se adquirió un vehículo, se adecuó, de tal
manera que por uno de sus costados se convertía en plataforma, y se
dotó con un buen equipo de amplificación, a fin de que pudiera ir por
todo el país llevando el mensaje del evangelio por campos y ciudades.
El Hermano Vicente Arango entregó la Iglesia que administraba y se
dedicó de tiempo completo a esta labor. En ese año todo el país
oraba para que al llegar el Evangelista la Palabra de Dios corriera y
fuera glorificada. Fruto de ese trabajo cientos de personas entregaron
sus vidas al Señor Jesucristo y muchas sanidades fueron hechas por el
poder de Dios. Al Hermano Vic-ente lo reemplazó en esta labor el
Hermano Luis Ángel Castaño, hombre que Dios usaría también
maravillosamente como Evangelista Nacional.
En el año 1997, la Iglesia celebró sus 60 años con caminatas y
convenciones en todos los Distritos. En ese mismo año, se conformó
la Asociación Nacional Carcelaria, con la Hermana Nelly de López
como Presidenta. La Hermana Nelly fue una abanderada del trabajo
carcelario, Dios la llamó en un sueño para que le sirviera en las
cárceles. Desde el año 1975 venía predicando en la cárcel de Ibagué,
capital del Departamento del Tolima, el Director de aquella cárcel le
dijo: “Este penal es suyo, evangelícelo”. Así comenzó el trabajo
carcelario que hoy es una dependencia de las Misiones Nacionales.
Cabe anotar que al año 2021 la IPUC contaba con 41 pastores que
conocieron el Evangelio al interior de una cárcel. ¡Gloria a Dios!

El Hermano Arturo Rojas durmió en el Señor el 12 de agosto de
2017 a los 80 años de edad.
Vigencias 1998-2000 y 2004-2006. Director de Misiones
Nacionales, Hermano José Ignacio Correa.
Cuenta el Hermano Correa que cuando recibió había Misioneros en
la Alta Guajira, la Costa, Tolima, Putumayo, Chocó, Cundinamarca,
extendieron el trabajo, y en varios de estos lugares las visitas había
que hacerlas vía fluvial, en bicicleta, a lomo de mula, caminando,
entre otros medios de transporte. La Iglesia hacía un gran esfuerzo
económico, el trabajo en el Amazonas era bastante difícil y costoso,
pero, aunque no era fácil, se sostenía económicamente la Obra de
Señor. Hicieron visitas reforzadas con equipos de Escuela Dominical,
Conquistadores Pentecostales (Jóvenes), y Damas Dorcas; fue un
trabajo de mucha entrega. Se comenzó el trabajo misionero en la
costa Pacífica.
Vigencia 2004-2006.
Para el año 2005 se reforzó el trabajo en el Departamento de Boyacá
enviando Misioneros de otras regiones del País, como los Hermanos:
Nelson Zapata, Jeremías Velásquez, Jesús Alberto Pinto, Ezediel
Patiño, entre otros Pastores.
También se reglamentó una nueva modalidad según la necesidad de
cada lugar, y consistía en enviar un Misionero para que trabajase en
los estratos altos de las ciudades. Todo esto ha traído cientos de
personas convertidas al Evangelio de Cristo en toda la geografía
colombiana.
El Hermano José Ignacio Correa es Pastor activo, y sirve en la
Ciudad de Bogotá.
Vigencia 2001-2003. Director de Misiones Nacionales, Hermano
Alonso Galindo.
Recuerda el Hermano Galindo que en el año 2000 la Obra Misionera
Nacional estaba en lugares muy alejados, por el río Putumayo hasta
llegar a Puerto Santander, Amazonas, había siete Obras Misioneras.
Desde Leticia hasta Buen Suceso por el río Amazonas (frontera
Brasil-Perú-Colombia) había varias obras. En el mar Pacifico por la
Costa Chocoana visitaban unas ocho Obras, algunas en la selva, en
medio de peligros de serpientes, escorpiones, y otros animales,
sorteando las inclemencias del clima, pestes como la malaria, entre
otras tantas vicisitudes. Se atendían las Obras orando, aconsejando,
enseñando la Palabra de Dios, y llevando ayudas económicas hasta
donde fuera posible.
Recorrieron los Departamentos de Sucre, Vaupés, Alta Guajira,
Córdoba, Magdalena, los montes de María, se recorría desde la
Guajira hasta el Amazonas; fue un trabajo extenuante, pero Dios les
dio fuerzas y salud para hacer el trabajo, fueron muchas las
conversiones, sanidades y maravillas que el Dueño de la mies les
permitió ver en esa vigencia. Se enviaron Misioneros a nuevos lugares
en Cundinamarca, Cauca, Costa Pacífica, y otros Departamentos del
País.
El Hermano Alonso Galindo es Pastor activo, y sirve en el
Departamento de Cauca.
Vigencia 2007-2009. Director de Misiones Nacionales,
Hermano Fernando López Pimiento.
La Obra en Amazonas sigue creciendo, y por la distancia se convierte
en un Distrito especial con un Supervisor-Misionero nombrado por
el Consistorio de Ancianos. El trabajo evangelístico en San Andrés ha
venido dando buen fruto, este lugar dejó de ser Obra Misionera,
ahora la Isla cuenta con varias Congregaciones, entre ellas
Providencia.

El refuerzo dado al Departamento de Boyacá da buen resultado, las
Obras crecen y Dios es glorificado en ellas.
Gracias al Señor ha comenzado a dar buen fruto el trabajo realizado
por los Misioneros de estratos altos en las diferentes Ciudades, en
poco tiempo varias de esas Obras han sido oficializadas y entregadas
a los Directivos Distritales quienes les asignan sus respectivos
Pastores. Los Misioneros son enviados a seguir cumpliendo con la
misión en otro sector de la Ciudad o en una Ciudad diferente.
Son varios los métodos de evangelismo utilizados para este fin, pero
cabe resaltar que la REFAM (Reuniones Familiares de Amistad) se ha
ido convirtiendo en la más efectiva herramienta para ganar nuevas
personas para el Reino de Dios. Este plan evangelístico nacional
(REFAM) que viene implementándose en la Iglesia colombiana desde
el año 2004 aproximadamente, y que busca facilitar el evangelismo
personalizado, fue concebido por el Honorable Consistorio de
Ancianos en cabeza del Presidente de entonces, Hermano Álvaro
Torres Forero.
Hasta este periodo de tiempo, la Obra Carcelaria se desarrolla en
unos 600 patios de 150 cárceles a nivel nacional, este trabajo es
apoyado por 1800 colaboradores de las diferentes Congregaciones.
Cabe resaltar que este trabajo evangelístico también se realiza fuera de
las cárceles con las familias de los reos. Son muchos milagros los que
el Señor Jesucristo ha hecho en estos centros penitenciarios: familias
restauradas, personas regeneradas, varios de ellos hoy son Pastores y
colaboradores de la Iglesia.
Los asuntos étnicos siguen su curso, a la fecha hay 18 Pastores
indígenas, y 80 pastores que administran esta población, la cual suma
varios miles de nuestros Hermanos.
Se visitaron diferentes Distritos convocando al pastorado y
llevándoles un Seminario Misionero con temas exclusivos de la labor,
fue maravilloso ver cómo Dios llamó a las Misiones a varios de los
asistentes.
El Hermano Fernando López aun es miembro del Consistorio de
Ancianos de la IPUC.
Vigencias 2010-2012 y 2013-2015. Director de Misiones
Nacionales, Hermano Edilberto Ortiz Sanmartín.
En este periodo se hizo un análisis de lo que estaba bien y lo que
podía mejorarse para seguir cumpliendo con más resultados la Gran
Comisión.
Se analizó la efectividad de los diferentes métodos de trabajo
evangelístico, se detectó poco compromiso con la misión
evangelizadora por parte de los creyentes en algunos lugares, poco
interés en hacer seguimiento a los evangelizados, en las zonas rurales
los nuevos creyentes emigran con mucha frecuencia a las Ciudades,
entre otras problemáticas que arrojaron los diagnósticos realizados.
Dentro de los objetivos y estrategias está el fortalecer mediante el
trabajo evangelístico las Congregaciones pequeñas, además, adecuar
los programas y métodos a las necesidades de cada lugar,
implementar las encuestas para identificar personas interesadas en el
Evangelio de Salvación, continuar dando capacitaciones a los líderes
distritales y locales, realizar eventos masivos, pero dar prioridad al
evangelismo personalizado.
Las 30 Obras Misioneras en las Ciudades siguen dando muy buen
resultado, también se ha podido apoyar económicamente 90 obras
pequeñas, y los resultados en personas convertidas es alentador.

En todo el País se hicieron campañas e impactos evangelísticos
apoyados económicamente por el Consistorio de Ancianos, dejando
miles de personas entregadas a los pies de Jesús.
Otro método que ha dejado miles de convertidos a la causa de Cristo
es la REFAM, es notable el interés y buen manejo de esta
herramienta de trabajo por parte de Pastores y creyentes.
La Iglesia ha hecho una millonaria inversión en Biblias
personalizadas, con las cuales se complementa el trabajo de
seguimiento a los nuevos evangelizados.
Seguimos trabajando y obteniendo buenos resultados en:
Evangelismo en Población Sorda.
Evangelismo en Grupos Disociales.
Evangelismo en Población Estudiantil.
Evangelismo Hospitalario.
Evangelismo Empresarial.
Evangelismo Militar.
Asuntos Étnicos.
Obra Carcelaria.
El Hermano Edilberto Ortiz aun es miembro del Consistorio de
Ancianos de la IPUC.
Vigencia 2016-2018. Director de Misiones Nacionales, Hermano
Héctor Ariel Campuzano.
En el momento se cuenta con 26 Misioneros nacionales distribuidos
en 20 distritos, 33 Obreros carcelarios, y 8 Asesores nacionales que
trabajan en determinadas áreas para facilitar la difusión del Evangelio
a los diferentes grupos poblacionales del territorio colombiano. Dios
ha usado de forma especial a estos Siervos, los resultados son
notables. ¡Dios es fiel a su Palabra!
Se cuenta con un grupo de Asesores que facilitan el trabajo para toda
la cobertura nacional:
Evangelismo en Etnias.
Evangelismo Carcelario.
Población Vulnerable.
Población con Discapacidad Auditiva.
Misión Juvenil.
Fuerza Pública.
REFAM.
Capacitación Misionera.
Proyecto BIS.
Luego de ser conscientes de que muchas de las personas que vienen a
la Iglesia no regresan, no porque no tengamos la verdad, sino por
descuidos o desatenciones nuestras, ahí nace BIS como una respuesta
sencilla pero efectiva: Bienvenida, Integración, Seguimiento.
Bienvenida: Es lo primero, el recibimiento es importante para que
una visita decida o no regresar.
Integración: Es el paso siguiente, integrar la persona al trabajo,
compartir una charla, orientarla, hacer de la Iglesia un entorno
familiar donde la persona se quiera quedar.
Seguimiento: Es lo más importante, aquí nos preguntamos: ¿En qué
fallamos? ¿Los recibimos bien? ¿Los integramos? ¿Qué paso? La
respuesta es: No hubo seguimiento.
Es nuestra oración que en cada Congregación haya un Comité BIS,
los que toman los datos de las personas nuevas, un mensaje, una
llamada, una visita, hace que los amigos sientan que los extrañamos,
que son importantes para Dios y para nosotros, de esta manera ellos
traerán a otros, y así todos cumpliremos la Gran Comisión.

Además, contamos con la ayuda de los Comités Distritales de
Misiones y Evangelismo, REFAM, y los Líderes Locales, se
desarrollan capacitaciones y seminarios con el propósito de facilitar el
cumplimiento de nuestra misión: El Evangelio para toda Colombia.
No desmayamos en el papel de asesorar, sensibilizar, y formar a los
Feligreses, Ministros, Candidatos a Misioneros, Departamentos de la
Iglesia, Distritos, y Congregaciones, con el fin de cumplir el mandato
de predicar el Evangelio a toda criatura.
El Hermano Héctor Campuzano aun es miembro del Consistorio de
Ancianos de la IPUC.
Vigencia 2019-2021. Director de Misiones Nacionales, Hermano
Vicente Arango Varela.
Las Misiones siguen siendo un eje fundamental de la Iglesia en
Colombia, el eslogan de la visión: “ALCANZAR a todos los que
podamos, GANAR a todos los que alcancemos, FORMAR a todos
los que ganemos, y USAR a todos los que formemos”, se ve
plasmado en los resultados obtenidos hasta el día de hoy. Gracias al
buen servicio del equipo de asesores que, en cada vigencia, con visión
y un gran sentido de pertenencia continuamos la implementación de
acciones evangelizadoras, tales como:
Asesorías a los Comités Distritales de Misiones y
Evangelismo.
REFAM.
Proyecto BIS.
“Uno más”.
Asuntos Étnicos.
Evangelismo Carcelario.
Población Vulnerable.
Población con Discapacidad Auditiva.
Evangelismo Estudiantil.
Evangelismo en Instituciones Públicas.
Evangelismo en Medios Digitales.
Capacitación Misionera.
Estadísticas.
Con estos Métodos de Evangelismo y discipulado se alcanzó el 100%
de los Distritos del País y a todos los grupos poblacionales, y solo en
el año 2021 se tuvo un total de 17.156 personas entregadas al
Evangelio, de los cuales 11.060 fueron bautizadas en el nombre de
Jesucristo, a la par, se distribuyeron 70.000 Biblias y miles de folletos
evangelísticos, se continuó ayudando económicamente a algunas
Obras nuevas tanto en el sostenimiento de sus Pastores como en
ayudas para construcciones y adecuaciones de lugares de predicación,
además, en la adquisición de motores fuera de borda y equipamiento
como chalecos salvavidas, lanchas, lotes de terreno, equinos, paneles
solares, plantas eléctricas, entre otros medios y recursos.
La capacitación es importantísima en la consolidación de cualquier
proyecto, no se puede parar en este objetivo, es por eso que junto al
Departamento de Misiones Extranjeras se capacita continuamente a
los líderes, equipos de trabajo y colaboradores a través de los
diferentes y siguientes programas:
La Escuela de Evangelistas “Pescadores de Hombres”.
Seminario de Formación en Evangelismo Virtual.
EFEES: “Escuela de Formación de Evangelismo
Estudiantil”.
EFIS: “Escuela de Formación de Intérpretes para Sordos”.
Talleres de Manejo Estadístico.
Talleres sobre el Manejo de Redes Sociales.
Cursos con el SENA para obtener Licencia de Piloto
Costanero.
Con estas estrategias de formación del Departamento de Misiones
Nacionales se busca motivar, innovar, y comprometer cada

ministerio, para fortalecer así su desarrollo misionero como parte
activa y vital de la Gran Comisión.
Gracias al Señor se ha logrado fortalecer mucho más el
Departamento de Misiones Nacionales de la IPUC, su estructura
operativa a través de las regiones y el rol estratégico de cada
coordinación como es el caso del área de Estadística que brinda
información real y veraz del trabajo que se realiza. También se definió
la estructura organizacional del Departamento de Misiones
Nacionales, y sus coordinaciones están anexas al Reglamento Interno
de la IPUC.
Seguirá siendo un desafío consolidar las diferentes áreas del
Departamento de Misiones Nacionales en las Congregaciones de la
IPUC, conservando su estructura y visión nacional.
El Hermano Vicente Arango aun es miembro del Consistorio de
Ancianos de la IPUC.
Vigencia 2022-2024. Director de Misiones Nacionales,
Hermano Fernando López Pimiento.
En la Asamblea de Pastores del año 2022 fue elegido el Hermano
Fernando López como nuevo Director de Misiones Nacionales,
quien continuará al frente de tan importante labor.
Elección de los primeros
misioneros nacionales.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas
y maestros (…). Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a
que los he llamado” (Hechos 13:1-2).
Cuenta el Hermano Abelardo que le pidió a los Oficiales
Distritales le enviaran los candidatos de los hombres que tuvieran
visión misionera, y que también dieran resultados este campo. Dice el
Hermano Abelardo que de los seis candidatos que le enviaron,
escogió a los seis, los cuales, fueron ratificados por el Consistorio de
Ancianos. Los elegidos fueron los siguientes Hermanos: Juvenal
Narváez, quien era Pastor en Sagun (Córdoba); Olegario Vargas,
quien era Pastor en Tame (Arauca); Víctor Hugo Martínez, Hernán
Obando, Harvey Bustamante, y Orlando Arias, quien por la gracia de
Dios era Pastor en Pamplona (Norte Santander). Cuando los
Oficiales Distritales me hicieron la propuesta, le comenté a mi
familia, y todos estuvimos de acuerdo en mutuo consentimiento, por
lo cual, acepté esa gran bendición que venía de parte de Dios para mi
vida y mi familia.
En el mes de octubre de 1987, nos citaron a la Ciudad de Bogotá para
asignarnos el lugar a donde debíamos ir cada uno de los
anteriormente selectos. Nos recibió el Hermano José Correa, quien
era el Pastor en el Barrio La Victoria, y a la vez, Supervisor del
Distrito 2. Llegamos en la tarde, y al otro día en la mañana, nos
reunió, y nos asignó un lugar a cada uno, y nos dijo que había sido
delegado por el Director de Misiones Nacionales para establecernos
en cada zona; así mismo, darnos algunas instrucciones y
recomendaciones. Quedamos, entonces, distribuidos así: el Hermano
Juvenal Narváez en Guasca (Cundinamarca), el Hermano Harvey
Bustamante en Ubaté (Cundinamarca), el Hermano Víctor Hugo
Martínez en Guatavita (Cundinamarca), el Hermano Hernán Obando
en Lorica (Córdoba), el Hermano Olegario Vargas en Soatá (Boyacá),
y yo, por la gracia de Dios, en Chocontá (Cundinamarca). Recuerdo
que el Hermano José nos entregó dinero, con el fin de que cada uno
de nosotros fuéramos al lugar asignado a conseguir vivienda, y
pagáramos por adelantado el arriendo de dos meses como mínimo,
tiempo suficiente para trasladarnos. Oró por nosotros, y nos
despidió.

Anécdota.
“Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios
Altísimo ha hecho conmigo” (Daniel 4:2).
Yo pensaba (y tal vez mis compañeros también) que cuando
llegáramos a Bogotá, de allí nos llevarían a cada sitio y nos entregarían
el lugar en el cual íbamos a vivir, y nos harían la posesión de una vez.
Nos miramos las caras, y en ese momento Dios me dio una idea: le
propuse al Hermano Juvenal Narváez, que nos uniéramos los dos
para ir a conseguir vivienda a cada uno de mis compañeros. Nos
pusimos de acuerdo, y al otro día madrugamos, y nos fuimos primero
para Chocontá (población pequeña ubicada a 1 hora de Bogotá, vía a
Tunja (Boyacá); actualmente (2020) cuenta con 26.600 habitantes).
En aquel entonces, este municipio era famoso porque allí estaban
ubicadas las Antenas de Intravisión.
Cuando llegué a Chocontá con el Hermano Juvenal, nos propusimos
averiguar calle por calle y casa por casa. Comenzamos por la calle
principal que atraviesa toda la población, pues, la Iglesia del Señor
debe estar ubicada en lo posible, en el mejor lugar. Como empezamos
por las salidas del pueblo, lo primero que vi fue unas paredes viejas
de casas deshabitadas; no obstante, Dios me permitió, por fe, ver

muchas almas convertidas para Su gloria. Al mediodía, casi
terminando de recorrer la calle, llegamos a una casa de dos pisos, y
allí averiguamos. La dueña de la casa era una profesora, su esposo
tenía un taller de mecánica ubicado al lado de la casa. La señora me
preguntó a qué me dedicaba, y le dije que nosotros hacíamos
reuniones familiares, y teníamos conferencias. Ella nos observó.
Íbamos con vestido y corbata, cada uno con maletín en mano, y con
lo más importante: la Gracia y la bendición de Dios, ¡aleluya! La
señora llamó a su esposo para pedir su consentimiento. Hablamos
con él, y a la final, el Señor Jesús se glorificó: nos dio una gran
victoria, puesto que, el esposo aceptó, y me arrendaron aquel lugar.
Inmediatamente, hicimos el contrato de arriendo. Le adelantamos lo
de dos meses. En el mismo lugar podíamos habitar y hacer las
reuniones, en el garaje. Al siguiente día, me fui con el Hermano
Juvenal para Guasca (Cundinamarca), y de la misma manera, después
de recorrer el pueblo, el Señor Jesús también se glorificó: el Hermano
Juvenal firmó el contrato, ya que, teníamos la confianza y la
convicción que quien nos envió estaba con nosotros para
respaldarnos en todo lo que emprendiéramos.
Un llamamiento en medio de la
necesidad.

“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste,
para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de
los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario
padecer por mi nombre” (Hechos 9:15).
Cuando Dios llamó a Moisés, le mostró una zarza, la cual,
representaba al pueblo de Israel en Egipto, esclavo y en gran angustia.
Dice en el Libro de Éxodo capítulo 3, en los versos 3 y 4, que cuando
Moisés iba a ver la gran visión, el Señor lo llamó. En el verso 5, lo
primero que Dios le exigió a Moisés fue quitarse el calzado de sus
pies, pues, a causa de la Presencia de Dios allí, el lugar que pisaba era
Santo. En otras palabras, lo que inicialmente el Señor les pide a los
Misioneros, es Santidad y Fidelidad. En el verso 6, relata que Dios se
identificó, y le mostró a Moisés quién era el que lo estaba llamando y
enviando a las Misiones. Así mismo, el Misionero debe estar
plenamente convencido que quien lo ha llamado y enviado, es el
Señor mismo, y no el hombre, por la sencilla razón de que este
llamamiento es celestial, no terrenal. ¡Gloria sea a nuestro Gran Dios
y Salvador Jesucristo! En los versos 7 al 9, narra donde Dios le dice a
Moisés que Él ha visto la aflicción y angustia de su pueblo Israel en
Egipto, y que ha oído el clamor de ellos; por esta causa, ha
descendido desde los cielos para librarlos.
El Señor habló a través del profeta Isaías, por medio del cual,
presenta un cuadro similar al de Moisés, en el que Él veía la aflicción
de sus hijos; por tanto, descendería desde los cielos y estaría presente
para librar al hombre de la esclavitud del diablo:
Porque así dice Jehová: De balde fuisteis
vendidos; por tanto, sin dinero seréis
rescatados. Porque así dijo Jehová el Señor: Mi
pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado,
para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón.
Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi
pueblo es llevado injustamente? Y los que en él
se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y
continuamente es blasfemado mi nombre todo
el día. Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre
por esta causa en aquel día; porque yo mismo
que hablo, he aquí estaré presente. ¡Cuán
hermosos son sobre los montes los pies del
que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz,
del que trae nuevas del bien, del que publica
salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!
(Isaías 52:3-7)
En el Evangelio de Jesucristo según Juan, capítulo 3, comprueba la
profecía antes dada por el Espíritu Santo al profeta Isaías:
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del
Hombre sea levantado, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. (vv. 13-15)
Continuando con la historia de Moisés en el Libro de Éxodo capítulo
3, dice que Dios mismo envía a Moisés a cumplir la Misión, y

promete que Él mismo le va a acompañar para respaldarlo, porque
Moisés tenía temor, y creía que no era digno de tan grande Comisión:
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón,
para que saques de Egipto a mi pueblo, los
hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a
Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y
saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él
respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto
te será por señal de que yo te he enviado:
cuando hayas sacado de Egipto al pueblo,
serviréis a Dios sobre este monte. (vv. 10-12)
Del mismo modo, mi Hermano Misionero, y todo el que tiene esta
gran visión y llamamiento, y toda la iglesia, debemos recordar siempre
nuestro compromiso con la gran comisión.
Después de esta gran victoria, partimos cada uno para nuestro
lugar de origen para entregar la Iglesia, y así alistarnos para salir a
cumplir esta gran Comisión, y con una amplia visión:
Chocontá será para Cristo.
Me despedí juntamente con mi familia, de la Iglesia en Pamplona
donde el Señor Jesús se glorificó grandemente, puesto que, allí quedó
una muy bonita congregación de Hermanos a quienes amo con todo
mi corazón. Algunos que se convirtieron allí, y otros que llegaron de
otras congregaciones. Dios me permitió visitarles en el año 2016, y mi
gozo más grande fue ver a la mayoría de ellos perseverando en el
Señor. También, el Señor nos permitió dejar allí una propiedad de
849 metros cuadrados, libre de deuda. El Pastor que recibió la Iglesia
en Pamplona fue el Hermano Salomón González, quien después
construyó un hermoso templo, para la gloria del Señor.
C A P Í T U L O V I

Primera experiencia en el campo
misionero.
“Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio
estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y
ayúdanos” (Hechos 16:9).
A finales del año 1987, llegué juntamente con mi familia (mi
esposa (en esa época) y mis tres hijos: Javier, María y Johanna) a
Chocontá (Cundinamarca), para comenzar la misión que por la gracia
de Dios me había sido encomendada, en la que yo estaba seguro y
confiado que allí el Señor levantaría un pueblo para su Honra y su
Gloria.
Antes de salir de Pamplona, el Señor me permitió estar en ayuno por
algunos días. Sentía que necesitaba el respaldo y la fuerza del Dios
para hacer la obra misionera, debido a que, allí no había nadie
bautizado en el Nombre del Señor Jesús; sólo había una secta

trinitaria. Una vez establecidos allí, oré al Señor para peguntarle cómo
debía comenzar a hacer la labor, y sentí que lo primero que debía
hacer después de orar, era comenzar a evangelizar. Éste es el
propósito de Dios en la Gran Comisión: “Y les dijo: Id por todo el mundo
y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16). En la
mañana me levanté a orarle al Señor, me preparé, tomé la Biblia y los
tratados, y me paré en la puerta a preguntarle al Señor Jesús por
dónde debía comenzar, si por la derecha o por la izquierda. Sentí que
lo debía hacer por la derecha. Así que, comencé esta hermosa labor
en el Nombre de Jesucristo. Cuando había caminado
aproximadamente unas dos cuadras, vi una peluquería, y sentí que
debía entrar allí. Así lo hice. Me senté, saludé al peluquero, un
anciano; por cierto, una persona muy amable y sociable. También,
saludé a las personas que allí se encontraban, me presenté y les
comenté el propósito por el cual yo había llegado a Chocontá. El
peluquero comenzó a hacerme preguntas relacionadas con el
Evangelio. El Señor Jesús me dio la gran oportunidad de hablarles
acerca de esta hermosa salvación. Cuando terminamos de hablar, el
peluquero me dijo que tenía un hijo a quien le gustaba el evangelio,
que retornara en otra ocasión, él me lo iba a presentar. Salí muy
gozoso de allí. Estaba seguro que Dios comenzaba a bendecir su
Obra en Chocontá y sus alrededores. Volví muy pronto, y allí estaba
el joven, Héctor Franco. Comencé a hablarle de la necesidad que
tiene la raza humana de ser salva. Para la gloria de Dios, él fue uno de
los primeros bautizados. Después contacté a dos jóvenes que tenían
una herrería, quienes también fueron bautizados en el Nombre
glorioso de nuestro Señor Jesucristo.
Las reuniones las empecé a llevar a cabo en un pequeño garaje, en el
mismo lugar donde vivía. Chocontá es distinguido por ser un lugar
muy frío; por tal motivo, debía dejar las puertas entreabiertas durante
los servicios. Una noche estaba predicando, donde el Señor me
movió a hablar sobre el Espíritu Santo, y lo hice convencido de que el
lugar estaba lleno de almas; aunque, solamente estaba con mi familia.
Cuando terminé de predicar, vi que alguien estaba asomando la
cabeza por en medio de las dos puertas entreabiertas. Prontamente,
me dirigí hacía la puerta. Eran dos damas, madre e hija, Rosa y Ana.
Respectivamente, les saludé, y ellas me hicieron una pregunta acerca
de que si nosotros creíamos en el Padre y en el Espíritu Santo. Les
contesté que sí. Ellas dijeron que habían escuchado el mensaje, y que
les causaba curiosidad que yo había mencionado al Padre y al Espíritu
Santo, pues, las había alertado el pastor a donde ellas asistían, que
tuvieran mucho cuidado porque a Chocontá habían llegado los “Jesús
Solos”, que no los escucharan porque tenían una falsa doctrina, y no
creían ni enseñaban acerca del Padre y del Espíritu Santo. Les dije
que, si tenían tiempo y me permitían, les compartiría lo que nosotros
creíamos. Ellas dijeron que iban hacia la bomba de gasolina a
comprar combustible para cocinar. Luego, gracias a Dios siguieron y
se sentaron a escuchar. No me acuerdo durante cuánto tiempo les
estuve enseñando la doctrina del Nombre de Nuestro Gran Dios y
Salvador Jesucristo. Sin embargo, cuando terminé la enseñanza, Dios
se glorificó, porque ellas pudieron entender que el Bautismo es en el
Nombre de Jesucristo. Por lo tanto, les pregunté si podía ir a la casa
para continuar las enseñanzas, y ellas aceptaron. ¡Gloria a Dios!
¡Aleluya!
Después comencé a visitarles para continuar el Estudio de la
Doctrina, y al poco tiempo me dijeron que ellas querían ser
bautizadas en el Nombre de Jesús. La joven, Ana, era la líder de los
jóvenes de la Organización donde estaban asistiendo. Ellas le
hablaron de la doctrina a una familia muy allegada que también se
congregaba con ellas. Me dijeron que fuera a visitarles, vivían fuera
del pueblo como a 45 minutos a pie. Era una pareja, Luis Rodríguez y
Elvira, con dos hijos jóvenes, Fabio y William, y dos jovencitas,
Martha y Nuria. Continué visitándoles, y al poco tiempo también
pidió ser bautizada en el Nombre de Jesús toda la familia. ¡Gloria al
Señor Jesús! Ellos eran servidores en la Organización donde asistían.
El jefe de la familia era uno de los diáconos allí en ese lugar. De esta
manera, Dios se fue glorificando, añadiendo cada día más almas para

su honra y su gloria: “…alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.
Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos
2:47). Al poco tiempo, el lugar de predicación no bastó para
acomodar las almas que por la gracia del Señor iban llegando, y el
Señor nos proveyó un lugar más grande, quedaba en la esquina de la
misma cuadra de donde estábamos. El dueño era un profesor, quien
nos dijo que a él no le interesaban los comentarios del cura (en ese
tiempo la gente estaba muy pendiente y obediente a las decisiones de
los curas).
Aconsejo a los Hombres de Dios que están comenzando una
Obra: Hermano Misionero, Obrero, Pastor que está atravesando por
momentos duros, los cuales, el siervo de Dios tiene que pasar;
recuerde siempre todas las promesas que el Señor tiene para usted,
contempladas en Su Palabra:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del
padre, y del hijo, y del espíritu santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén. (Mateo 28:19-20) Persecución.

“Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos
maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como
la escoria del mundo, el desecho de todos” (1ª Corintios 4:12-
13).
La gente nos comentaba que el sacerdote del pueblo estaba
muy molesto con nuestra llegada; por lo tanto, debíamos salir de
Chocontá. Era lo que siempre se escuchaba.
Un lunes viajé a Bogotá a hacer unas diligencias, y cuando regresé por
la noche, el Hermano Luis Quiroz, quien había venido desde el Norte
de Santander a Chocontá para acompañarme por un tiempo, me
comentó que mientras él estaba en ayuno en el templo, llegaron unos
hombres a preguntarle por el Pastor. El Hermano Luis les contestó
que yo estaba en Bogotá. Ellos le dijeron que venían a buscarme para
sacarme del pueblo. Sin embargo, el Hermano Luis les respondió:
– Mañana martes es culto de oración. Ustedes pueden venir
mañana a sacarlo, los esperamos. Y les recomiendo que traigan
refuerzos, porque nosotros tenemos quién nos defienda: el Señor
Jesucristo.
El martes, antes de comenzar el culto, llegaron a la puerta de la Iglesia
algunas personas como lo habían advertido antes; pero, gracias a
Dios estaba allí el Teniente Comandante de la policía, y algunos
policías más. Salí, y les leí algunos artículos de la Constitución, y les
dije:
– En Colombia tenemos libertad de culto, y lo que ustedes están
haciendo va en contra de la Constitución. Además, nosotros
estamos aquí para hablarles de la Palabra de Dios.
De igual manera, el Comandante de la policía les aclaro que nosotros
teníamos el respaldo de las autoridades competentes, y lo que ellos
estaban haciendo era un delito. De inmediato, la turba se retiró, y nos
dejaron tranquilos. Gracias a Dios, Él nos guardó y nos respaldó.

Sin licencia para bautizar.
“Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio;
no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz
de Cristo” (1ª Corintios 1:17).
Dios siguió bendiciendo su Obra, seguía añadiendo a su
Iglesia los que habían de ser salvos. En una ocasión, invitamos al
Hermano Rafael Pupo, quien era el Directivo del Distrito 2 en
Bogotá, para que bautizara a algunos Hermanos, eran
aproximadamente unos 12; entre ellos, mi segunda hija, María

Nayibe, era una adolescente. El Pastor Rafael Pupo me preguntó
acerca del porqué yo no bautizaba, y le respondí que aún no contaba
con la Licencia para Bautizar, tenía solamente la Licencia Local. En
ese tiempo, yo ya llevaba como más de 8 años en el Ministerio,
contando con los seis años y medio que estuve en Pamplona (Norte
de Santander). Con mi Licencia Local, Dios estaba respaldando el
Ministerio que por Su misericordia Él me había encomendado.
Pastor joven, no se preocupe tanto por su Licencia, preocúpese mejor
por hacer el trabajo fielmente para el Señor, pues, Dios le exaltará
cuando sea el momento: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios,
para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1ª Pedro 5:6). Dios nos permitió
evangelizar a todo el pueblo y algunas veredas de sus alrededores. Mi
hija María Nayibe aún era una niña, y me acompañaba en el
evangelismo por las veredas. Recordando ella en estos días esos
momentos, me dijo:
– Conocimos bastante gente.
Varias Iglesias de Bogotá nos visitaban con frecuencia, con su grupo
de evangelismo y de jóvenes, y aprovechamos esa bendición de Dios,
y hacíamos un plan de evangelización dentro del casco urbano. En la
noche realizábamos los cultos, especialmente los días sábados o
feriados. Fueron de mucho provecho y bendición. También con
frecuencia nos acompañaban algunos Pastores y grupos musicales,
aprovechando yo su visita para realizar eventos y, además, dar
serenatas a los Hermanos y amigos simpatizantes. Dios continuaba
bendiciendo a la Iglesia de una manera muy especial.
En medio de la tormenta está
Dios.

“(…) que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en
apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos” (1ª Corintios 4:8-9).
Fueron seis años y medio que el Señor me permitió servirle en
el municipio de Chocontá, al igual que en Pamplona. Estando ya en
Chocontá con mi familia, a mi suegra se le complicó la salud con una
enfermedad terminal, estando en Bucaramanga, por lo cual, mi
esposa debió viajar para atenderla, puesto que, era hija única. A los
seis meses, mi suegra falleció, y mi esposa tomó la decisión de no
regresar más al seno del hogar. Quedé solo con mis tres hijos: el
mayor tenía trece años, y la menor ocho. No obstante, gracias a Dios
por mi señora madre, Geraldina Arias, quien, viviendo en Venezuela
con mis hermanos, viajó para acompañarnos. Mi madrecita fue una
gran bendición y ayuda para nosotros casi todo el tiempo que Dios
me permitió estar en Chocontá. Mis compañeros de ministerio me
apoyaron en la oración, de igual manera, las iglesias. También, recibí
el apoyo de mis superiores. Y, sobre todo, Dios siempre estuvo
conmigo fortaleciéndome y guardándome. Fueron momentos muy
difíciles.
Recuerdo un momento que yo estaba solo en la Iglesia, arrodillado,
llorando y clamándole a Dios, y llegó mi hija María, y me dijo:
– Papá, no llores más.
En aquel entonces yo estaba joven con todas mis fuerzas y vigor,
tenía cuarenta años. En una ocasión, me llegó una carta de un
abogado con palabras muy humillantes, en la cual, decía:
– ¿Usted conoce a esta señora? Bueno. Yo soy el abogado de ella,
y ya me dio el poder para llevar a cabo la gestión del divorcio.
No quise contestar por un tiempo. Fueron momentos muy duros
para mí y para mis hijos. Aun así, yo seguía clamando a Dios y
pidiendo consejo a mis superiores y amigos. Pero, al ver que ya no era
posible restablecer mi hogar, finalmente decidí firmarle el divorcio.
(A los lectores les pido su comprensión, al no dar más detalles a este
respecto.) En esta condición dispuse servirle a mi Señor con todas
mis fuerzas y mi corazón, de tal manera que Dios en Su misericordia
me permitió hacerlo con mucho amor y abundante pasión. Esta fue
mi mejor terapia, la cual, me ayudó a disipar dicha situación.

Así y con todo, Dios me dio la bendición de que mi segunda hija
fuera bautizada en Chocontá, por el Hermano José Correa,
Supervisor del Distrito 2. Mi hija menor, Johana Jimena, fue
bautizada en Tunja por el Hermano Luis Rondón. En esos
momentos, yo podía decir como dijera el Apóstol Pablo: “Y no sólo
esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…”
(Romanos 5:3-4). En cierta oportunidad, el Hermano Marcos
Mosquera quien era miembro del Consistorio de Ancianos, me dio un
consejo, y dijo:
– Lo mejor que puede hacer, es volverse a casar, y entregar el
pastorado. Usted está joven, y corre riesgo al quedarse solo,
porque puede llegar a fracasar en el ministerio. Es mejor salir
dignamente; no fracasado.
Éramos muy amigos. Yo empecé a orar, y le dije al Señor que, si era
la voluntad de Él, me concediera una esposa. El Señor dice en Su
Palabra: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré
ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Y también el Apóstol Pablo dice:
“…pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse
quemando” (1ª Corintios 7:9). De todos modos, no era fácil para mí
entregar el pastorado, porque el reglamento interno de la Iglesia
Pentecostal Unida en Colombia, a un Pastor divorciado no le permite
continuar en el Ministerio. Fueron momentos muy sombríos en mi
vida.
C A P Í T U L O V I I
Proyectos para adquirir un
templo propio.

“Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el
edificar templo al nombre de Jehová mi Dios” (1º Crónicas
22:7).
La Iglesia comenzó a crecer de una manera maravillosa, y
empezamos a sentir la necesidad de poseer un templo propio. Así
que, comenzamos a orar por este proyecto.
En una ocasión, una profesora vecina me dijo:
– Pastor, le vendo un lote.
Fueron las mismas palabras que me dijo el dueño de propiedad
cuando vivíamos en Pamplona. Yo le pregunté:
– ¿Cuánto vale?
Bueno, no recuerdo exactamente el precio. El lote estaba muy bien
ubicado, a dos cuadras del único Parque. Aunque no teníamos los
fondos suficientes para adquirirlo, teníamos (y tenemos) al Señor
Jesús, quien es el Dueño y Creador de todo el universo: “De Jehová es
la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre
los mares, y la afirmó sobre los ríos” (Salmos 24:1-2). Le dije, entonces, a la
profesora que sí estábamos interesados en comprarle el lote, y le pedí
que me diera un tiempo. Yo tenía la confianza que, así como el Señor
nos ayudó en Pamplona, también nos iba a ayudar en Chocontá para
levantar un templo para su honra y su gloria. Le comenté el proyecto
de compra de lote a la Iglesia, y animé a los Hermanos para que
trabajáramos con el fin de que el Señor nos diera la victoria. Les
planteé la propuesta del mismo proyecto que hicimos en Pamplona:
Chocontá será para Cristo.
Oramos al Señor, y dimos inicio con el proyecto. Me fui de nuevo
para Publicaciones de la Iglesia, ubicada en la calle 27 Sur con 10ª,
con Caracas. Le pedí el favor a la Hermana Gloria Escobar, Secretaria
del Tesorero Nacional, el Hermano Julio Manjarrez, de ayudarme a
escoger la imagen para hacer separadores, bajo el siguiente lema:
“CHOCONTÁ SERÁ PARA CRISTO”
Ofrenda Pro-Templo

La Hermana Gloria, gracias a Dios hoy es mi esposa. Hablé con el
Hermano Celestino Forero, Director de Publicaciones, para que me
imprimiera una buena cantidad de separadores. El Hermano Ismael,
quien era el que manejaba la imprenta, me asesoró en cuanto al
diseño, y así mismo, me había brindado asesoría para el proyecto de
Pamplona. También, en Chocontá, un Hermano de la congregación
nos ayudó con la elaboración de unos gallardetes. Los vendíamos a
$1.000 pesos en las congregaciones. Con este material, y con la
bendición de Dios, hice varias giras en las iglesias, por diferentes
partes del País. El Señor me dio gracia con los Pastores y las
congregaciones a donde Él me permitía ir.
Utilizamos el mismo sistema para el proyecto como anteriormente lo
habíamos hecho en Pamplona. En el culto repartía un sobre con el
separador y un papelito, en donde los Hermanos escribían el monto
del voto que Dios colocara en su corazón. Había un plazo máximo de
60 para recaudar el dinero del aporte. Todo esto se realizó bajo la
autorización de cada Pastor en las congregaciones. Antes de repartir
los separadores, les exponía el propósito y la necesidad. Los Pastores
me permitieron nombrar un tesorero en cada congregación con la
finalidad de recoger el voto, y así nos hicieran la consignación. Los
gallardetes los vendíamos aparte. Dios también bendijo este proyecto
maravillosamente. Las giras las organizaba en las Asambleas de
Pastores por Distritos, y acordábamos las fechas. Una vez terminada
la Asamblea comenzaba con las giras. Y los Hermanos, tanto en
Pamplona como en Chocontá, hacían oración para que Dios
respaldara este gran propósito. Con estos dineros y el esfuerzo y
trabajo de los Hermanos, reunimos el monto total para comprar el
lote. Ahora, lo que nos hacía falta era conseguir los recursos para
emprender la construcción del templo.
Jehová Jireh (el Señor es nuestro
Proveedor).

“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el
poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo
Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”
(Efesios 3:20:21).
Todo lo que empezamos en Su Nombre, Él no lo deja
inconcluso. Recordemos, mis Hermanos: “…estando persuadido de esto,
que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo” (Filipenses 1:6). Seguíamos orando, trabajando y confiando
en el Señor, que Él nos permitiría terminar el proyecto.
Un día recibí una llamada de un Hermano de Cartagena, Ángel
Beleño, quien tenía unos depósitos de papa en la Plaza de Mercado
Basurto en Cartagena; me dijo que deseaba viajar a Chocontá para
observar algunos cultivos de papa, y que si yo podía contactarle
algunos cosecheros de la región para él comprarle los cultivos.
Acordamos la fecha, y contacté a algunos productores de papa, y les
manifesté el propósito. Ellos estuvieron de acuerdo. Para ellos era
una muy buena oportunidad, ya que, podrían vender sus cultivos a
mejor precio. Cuando el Hermano Ángel nos visitó, lo contacté con
algunos productores, y llegamos a un acuerdo: por un lado, yo
conseguía las tractomulas o los doble troques para transportar el
producto, y él me consignaba el dinero para después pagarle a los
productores; por otro lado, nos diera una comisión por cada bulto
para encauzarlo hacia Pro-Templo. Así comenzamos con esta labor.
Fue necesario arrendar una bodega para almacenar la papa, debido a
que, el negocio comenzó a ser bendecido por Dios. El Hermano
Ángel me enseñó las variedades de papa. En cuanto al precio, él cada
día me lo daba en la mañana, pues, todos los días variaba de acuerdo
con Corabastos en Bogotá.
Cuando ya tuvimos un fondo, hicimos los diseños del templo. El
Hermano Ramón Liñán, quien asistía a la Iglesia en Kennedy, fue el
arquitecto que nos elaboró los planos. Él, muy generosamente los
confeccionó sin cobrarnos los honorarios. De igual manera, el
Hermano Fernando López, quien es ingeniero civil, y recientemente
había salido a la Obra en Patio Bonito, nos hizo los cálculos y nos
donó los honorarios. Al empezar a escavar con pica y pala para echar
las bases, la gente se burlaba de nosotros. Nos preguntaban que de
cuántos pisos iba a ser el edificio, dado que, eran unas chambas

profundas pese a que el terreno era bien sólido y rocoso. Esto
obedecía a que el ingeniero, el Hermano Fernando, lo había ordenado
así.
En ese tiempo comenzó asesorando a la Iglesia a nivel nacional, pues,
algunos templos presentaban fallas en las construcciones, porque no
se hacía el cálculo adecuado para esto. El Hermano Fernando nos
explicaba que las construcciones debían ser antisísmicas para no
correr riesgos. Gracias a Dios, quien nos dio el permiso para
construir el templo y la casa pastoral. El Señor seguía bendiciendo la
Iglesia. Las almas se seguían convirtiendo, y llegaban trabajadores de
otras regiones del País para trabajar en los cultivos de flores,
radicándose en Chocontá, y algunos de ellos se convirtieron al Señor.
Para mí fue una gran bendición, cuando Dios me permitió visitarles
en el año 2016, al poder ver a la gran mayoría de Hermanos, fieles al
Señor, lo mismo que en Pamplona.
En cuanto al negocio de la papa, el Señor nos seguía ayudando de una
manera muy especial. Los cosecheros nos buscaban para vendernos el
producto, porque lo pagábamos al precio justo, y lo más importante
de todo, el Señor nos permitía responder con el pago.
Inauguración del templo y
sanidad de un paralítico.
“Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y
todo lo que Salomón se propuso hacer en la casa de Jehová, y en
su propia casa, fue prosperado. Y apareció Jehová a Salomón de
noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este
lugar por casa (…)” (2º Crónicas 7:11-12).

Al comienzo de los años 90, se celebraba en Bogotá una
Convención, y decidimos hacer la inauguración aprovechando que
asistirían Hermanos de diferentes partes del País. Invitamos al
Hermano Armando Calderón, quien era Pastor en el barrio Girardot
de la Ciudad de Bucaramanga, y al Hermano Ciro Calderón. Ellos nos
acompañaron con sus familias. El Hermano Andrith, hijo del
Hermano Armando Calderón también nos acompañó. La
inauguración sería el siguiente lunes después de la Convención en
Bogotá.
Dios obró un gran milagro. Uno de los invitados al evento era el
Hermano David Zúñiga, hijo del Hermano Domingo Zúñiga.
Mientras él predicaba la Palabra del Señor, comentó que el primer día
que asistió a la Convención, Dios le mostró que un hombre paralítico
iba a ser sano. En el momento que entró el Hermano Domingo, y
debía predicar, él lo llamó y le dijo que iba a ser sano. Y el Hermano
David Zúñiga dijo que no había hablado antes con el hombre
enfermo. Entre tanto predicaba llamó al Hermano enfermo, y le dijo
que se levantara en el Nombre del Señor Jesús, y el Hermano se
levantó, y comenzó a caminar hacia la plataforma.
Cuando yo vi ese maravilloso milagro comencé a saltar glorificando al
Señor Jesús. Ese momento quedó grabado en un vídeo, el cual, usted
lo puede ver ingresando a Facebook o YouTube (“Paralitico es
sanado en una Convención de la IPUC en Bogotá”). Una vez el
Hermano comenzó a caminar hacia la plataforma, Dios me permitió
salir primero adorando Su Nombre por tan maravilloso milagro. En
el vídeo quedó grabado el momento cuando corrí saltando y alabando
a Dios, y fui y me postré ante mi hermoso Dios hacedor de
maravillas, que hoy todavía las sigue haciendo, porque la Escritura
afirma en la Carta a los Hebreos 13:8: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y
por los siglos”. Terminado el culto, me acerqué al Hermano que había
sido sano, y hable con él. Me comentó que él era Pastor, y había
sufrido un accidente cuando estaba haciendo unos arreglos en la
Iglesia, en donde cayó de una escalera y sufrió una lesión en la
columna.
Aproveché para invitarlo al día siguiente, lunes, con el fin de que nos
acompañara a la inauguración del templo en Chocontá. El Hermano
aceptó. Ese culto fue para mí una enorme bendición, y quedó
grabado para siempre en mi vida. Ésta y muchas más, han sido
maravillosas experiencias que el Señor me ha permitido vivir
ejerciendo el Santo Ministerio, y son las que me dan la gran
satisfacción de servir al Señor de señores y Rey de reyes, a Nuestro
Gran Dios y Salvador Jesucristo. En ese inolvidable culto de
inauguración del templo en Chocontá el predicador invitado fue el
Hermano Armando Calderón, y el hermano Ciro Calderón, cada uno
con su familia, quienes también habían asistido a la Convención en
Bogotá. Dios se glorificó grandemente. Fue una hermosa fiesta
pentecostal. El culto comenzó a las siete de la noche, y terminó casi a
la media noche.

Solicitud de licencia como
pastor.
“(…) no que seamos competentes por nosotros mismos para
pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra
competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo
ministros competentes (…)” (2ª Corintios 3:5-6).
Dios continuaba bendiciendo Su Iglesia en Chocontá; sin
embargo, todo no estaba completo porque humanamente me sentía
solo, me hacía falta mi esposa, no tenía el don de continencia. Así
que, seguía orando por la Hermana Gloria.
Por otro lado, Dios seguía bendiciendo el negocio de la papa, y la
construcción del templo seguía avanzando. No obstante, empecé a
pensar en la posibilidad de entregar el pastorado, pero en verdad no
era nada fácil para mí. Ustedes se lo deben imaginar. Le oraba al
Señor, pedía consejos.
En una Asamblea de Pastores me acerqué al Hermano Álvaro Torres,
le comenté la decisión que pensaba tomar; ya el Consistorio de
Ancianos conocía mi situación. El Hermano Álvaro me escuchó con
mucha atención, y después de hablar un buen tiempo, él me dijo:
– Mire, Hermano Orlando, el ministerio y los dones que Dios nos
ha dado nunca se pierden, ellos van con nosotros por siempre. Lo
que usted deja de ser es el oficio de pastor, pero el ministerio sigue
con usted, y puede seguir predicando, ser un diácono o ayudar en
la Iglesia, en fin.
A través de ese consejo empecé a orar por algún tiempo, y tomé la
decisión. Hablé con el Hermano Mardoqueo Rátiva, quien en ese
tiempo era el Supervisor del Distrito II, y le comenté. También en ese

momento se me presentaban algunas amenazas. En una ocasión llegó
alguien, y me dijo que debía ir a cierto lugar para ayudar a un herido,
y otras situaciones más que venían sucediendo. El Hermano
Mardoqueo es mi gran amigo, de igual manera su familia. Hoy me
gozo de ver a sus hijos en el Santo Ministerio, los Hermanos Ramiro
y Guillermo Rátiva.
Yo les visitaba con frecuencia cuando él era Pastor en San Carlos. El
Hermano Mardoqueo me propuso un traslado, me dijo que visitara
Mesitas del Colegio en Cundinamarca, donde era Pastor el Hermano
Vicente Arango, quien ha sido Director de Misiones Nacionales, y
Dios le ha bendecido grandemente en este precioso Ministerio.
Hoy me gozo al ver cómo el Señor de la mies está bendiciendo la
Obra Misionera Nacional. El Hermano Vicente fue Director de
Misiones Extranjeras, donde también Dios lo usó grandemente
enviando misioneros a varios países. Me puse de acuerdo con él para
ir a visitarle. Empezamos a orar al Señor por ese propósito, el cual no
se realizó. Tomé la decisión de enviar una carta al Honorable
Consistorio de Ancianos, solicitando una licencia, la cual, me fue
aceptada. De inmediato, comencé a hacer mis diligencias para
trasladarme a la Ciudad de Tunja (Boyacá).
Como ya tenía cierta experiencia en el negocio de la papa, pensé que
lo podría seguir haciendo para mi sustento. Cuando recibí el cheque
de Corpentunida, lo invertí en el material para la construcción del
templo, cuyo valor era el justo de la deuda que debíamos en la
ferretería donde adquirimos el material. De tal manera, Dios nos
ayudó para entregarle sin deuda al nuevo Pastor, el Hermano
Gustavo, quien era Pastor en Moniquirá (Boyacá). Como ustedes se
deben imaginar, mis hermanos, esos momentos no fueron fáciles para
mí. Siempre estuve clamándole al Señor para que me guiara, como
hasta ahora Él por su misericordia lo ha hecho.
Recordemos que en todas nuestras decisiones siempre debemos
contar con la aprobación del Espíritu Santo; por difíciles que sean, Él
siempre tiene el control y cuidado de sus hijos. Mi Señor Jesús es muy
bueno y misericordioso. La despedida fue muy dura para mí, al igual
para la Iglesia. Los recuerdo y amo con todo mi corazón, así como a
los Hermanos en Pamplona (Norte de Santander), donde Dios me
permitió servirles a ellos con toda mi alma y las fuerzas que Él me dio
por Su gracia y misericordia. Eso fue a mediados del año 1994.

C A P Í T U L O V I I I
9 años sirviendo sin Iglesia.
“(…) Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros
todo el tiempo (…), sirviendo al Señor con toda humildad, y con

muchas lágrimas, y pruebas que me han venido (…)” (Hechos
20:18-19).
Después de haber entregado la Iglesia en Chocontá, partí con
mi hija menor, Johanna, para la Ciudad de Tunja, donde continué con
el negocio de la papa, ya que Dios me puso en gracia con algunos
productores, y ellos me confiaban el producto para yo enviarlo a las
plazas. Cuando los clientes me enviaban el dinero, yo les pagaba a los
productores, y de allí me quedaba una ganancia. Fueron 9 años en
este trabajo, y económicamente Dios me bendijo. Nos comenzamos a
congregar en la Iglesia Central. El Pastor era el Hermano Luis
Rondón, y su esposa, la Hermana Ruth de Rondón. Allí el Señor me
permitió servir. El Hermano Luis y la Hermana Ruth fueron para
nosotros de mucha ayuda y consuelo. ¡Cómo olvidar su afecto y
comprensión en esos momentos difíciles de mi vida!
Después nos trasladamos, ya con mi esposa, a la segunda Iglesia
donde fue Pastor el Hermano Vicente Meza, y su esposa, la Hermana
Judith, a quienes apreciamos mucho. Del mismo modo, fueron muy
especiales con nosotros. Allí también el Señor me permitió servirle.
Cuando llegué con mi hija a Tunja, vivimos inicialmente en la casa del
Hermano Rubén Darío Montoya, y su esposa, la Hermana Margarita
Hurtado, quienes eran miembros de la Iglesia Central. Allí nos
arrendaron un espacio. Ellos también nos fueron de mucha ayuda. La
mano misericordiosa del Señor siempre ha estado con nosotros en
todo momento.
En todo el tiempo que estuve en Tunja, el Señor me permitió servirle
de muchas formas, especialmente en la predicación, ya que de varias
Iglesias me invitaban a predicar continuamente. Esto para mí fue de
mucha bendición, y a la vez me sirvió de terapia para disipar el dolor
de haber entregado el pastorado.
Aprovecho para decirles a mis compañeros de Ministerio, que
apreciemos en gran manera este privilegio que Dios solamente en Su
beneplácito nos ha concedido. Fueron 9 años en los cuales mi
corazón se estremecía por algún día volver a servir al Señor como
Pastor. Mis amados compañeros, cuidemos este Ministerio tan
grande. No interesa las circunstancias por las que debemos pasar.
Como a los seis meses de estar en Tunja, envié una carta al
Honorable Consistorio de Ancianos pidiendo mi reintegro, la cual me
fue negada. Recordé en esos momentos los consejos del Hermano
Eliseo Duarte, del Hermano Álvaro Torres, del hermano Reynel
Galvis, del Hermano Mosquera, a quienes me les acercaba para
pedirles recomendaciones. Y me consolaba con la oportunidad que el
Señor me dio de seguir predicando Su Palabra. Continuaba orando al
Señor por mi esposa, ya como lo dije antes, no tengo el don de
continencia. Además, la Escritura afirma: “Y dijo Jehová Dios: No es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Y
también el Apóstol Pablo confirmó: “…pero si no tienen don de
continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (1ª Corintios
7:9). La Hermana Ruth de Rondón me decía:
– Hermano Orlando, no es bueno que Usted llegue a viejo solito.
Ella tenía toda la razón. Ya había perdido el contacto con la Hermana
Gloria Escobar, pero, de todas maneras, seguía orando, mirando y
esperando en Dios, pues, Su Palabra dice: “Ciertamente ninguno de
cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin
causa” (Salmos 25:3).

Reencuentro con la Hermana
Gloria Escobar.
“Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo
escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír
tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto”
(Cantares 2:14).
En diciembre de 1995, el Hermano Celestino Forero
programó un Seminario Misionero en Bogotá, en la Iglesia de
Kennedy. El Pastor era el Hermano Carlos Urrego. Fui con una de
mis hijas.
Yo iba con el propósito de aprender más acerca de las misiones, y a la
vez, mirar qué me aparejaba el Señor. Cuando llegamos al Seminario,
en la entrada se encontraba el Hermano Eduardo Forero, quien
estaba haciendo las inscripciones. Después de inscribirnos le pregunté
por la Hermana Gloria, y me dijo que no sabía nada, pues ya no
trabajaba en la Tesorería. Yo pregunté por la hermana Gloria, porque
cuando yo iba de Chocontá a Bogotá por el cheque de la ayuda
mensual como misionero, ella era quien me lo entregaba. Estuve
orando a Dios por ella durante cinco años, para que, si era la
voluntad de Él me la concediera como mi esposa. Ella nunca lo supo.
Me atendía como a cualquier otro Pastor que allí llegaba. No le dije
nada por temor a que me rechazara; solamente oraba.
Después, la Hermana Gloria me contó que una Hermana compañera
que también trabajaba en publicaciones, le dijo:

– Como que el Hermano Orlando está enamorado de Usted,
porque viene muy seguido a pedirle favores.
La Hermana Gloria le respondió:
– No creo.
Cuando entregué el pastorado perdí el contacto con ella.
Una vez terminado el Seminario, en el culto de clausura, en la noche,
predicó el Hermano Arturo Rojas, Pastor de la Iglesia Central en
Bogotá. Cuando nos disponíamos a salir, miré hacia la puerta de la
salida de la Iglesia, y vi a la hermana Gloria, de inmediato me dirigí
hacia ella para saludarla, y pedí su número de teléfono. Ella, después
me dijo que pensaba yo le iba a dar algún consejo.
El siguiente lunes la llamé, hablé con ella y comenzamos una relación.
El 13 de julio del siguiente año, 1996, Dios me respondió y me la
concedió como mi amada esposa. Por eso, la Palabra de Dios dice:
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”
(Salmos 37:4). Gracias a Dios, hasta aquí nos ha ayudado y guardado el
Señor.
Nace una nueva esperanza.

“Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía
desde mi juventud” (Salmos 71:5).
Una de las Iglesias que más visitaba en Bogotá era Ciudad
Kennedy, ya que mi esposa asistió allá con su familia. El Pastor
Carlos Urrego González me daba la oportunidad de predicar con
frecuencia. En una de las visitas que hice a la Iglesia de Kennedy, el
Hermano Carlos me presentó a Daniel Gordon, Pastor de la IPUI
(Iglesia Pentecostal Unida Internacional) en la Ciudad de Houston
EE. UU. Al día siguiente, el Pastor Carlos me llamó y me dijo que le
había comentado al Pastor Gordon sobre mi situación, y el Pastor
Gordon le dijo:
– Este Hermano puede servir en los Estados Unidos.
Cuando el Hermano Carlos me comentó, yo me sorprendí, y dije para
mí:
– Si esto está en los planes de Dios, Él pondrá todo en orden.
Hablé con mi esposa, pero a ella no le pareció muy buena idea, por el
momento. Comenzamos a orar al Señor diciéndole que, si eso estaba
en los planes de Él, se hiciera Su voluntad, y si no, que se
desvaneciera. Estuvimos orando durante un año y medio, y yo le
decía al Señor:
– Si Tú me llevas para el Norte, que no sea por el sueño
americano; aquí en Colombia Tú me has dado el sustento. No me
lleves a ganar dinero, llévame a ganar almas.
Esa era continuamente mi oración.
¡Atención, mis amados Pastores! Luego de haber pastoreado una
Iglesia, y no pueden volverlo a hacer por alguna circunstancia, sepan
que no es fácil, y más cuando el ministerio está vivo dentro de
nosotros. Por muy bien que está viviendo, tal vez creyendo que
materialmente lo tiene todo, ni dinero ni posición, te podrá llenar,
porque esto que el Señor Jesucristo te ha dado, es incomparable. El
servicio a Dios es lo más grande que el hombre ha podido alcanzar.
Cuídelo siempre hasta el día en que el Señor le dé fuerzas y vida para
hacerlo, o Él venga a levantar la Iglesia.
Después de algún tiempo de estar orando por este propósito, me
llamó el Hermano Carlos Urrego a Tunja, y me dijo que el Hermano
Daniel Gordon había preguntado por mí, y le había dicho que si yo
estaría dispuesto a ir a los EE.UU. Si era así, él me daría la
oportunidad de servir en una Iglesia en Houston como Pastor, pues,
que mi situación como divorciado no me impedía ejercer el
ministerio, dado que él ya se había informado por qué causa yo me
encontraba en esta situación. El Pastor Carlos me dijo que el Pastor
Daniel Gordon deseaba hablar conmigo, que lo llamara. Hablé con
mi esposa, y continuamos orando si esto en verdad era la voluntad de
Dios. La visión y el deseo de servir a Dios estaban latentes en mi
corazón, pero, las circunstancias que me rodeaban a causa del
negocio al parecer no me eran muy fácil, puesto que, estaba muy
comprometido y enredado dentro del mismo. Tenía compromisos
con algunos productores de papa, había cuentas pendientes con los
clientes en las diferentes plazas del país, tenía cultivos de papa; en fin,
eran varios los posibles impedimentos para no salir del negocio. Pero

recordemos, mis amados pastores, que cuando Dios tiene un
propósito con el hombre, y el hombre está atento a escuchar su
llamado, Él mismo es el que facilita y soluciona todo para que Su
propósito sea cumplido.
Recordemos el llamado que Dios le hizo a Moisés. Éste le presentó al
Señor todos los impedimentos que creía tener para no hacer lo que
Dios se había propuesto en él:
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor!
nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes,
ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy
tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le
respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o
quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al
ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo
estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas
de hablar. Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego,
por medio del que debes enviar. (Éxodo 4:10-
13)
Mi amado Pastor, es Dios el que le ha llamado, y Él tendrá cuidado
de usted y de su familia, y se encargará de solucionar todas las cosas
que usted crea que son imposibles:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para
cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi
siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas
prosperado en todas las cosas que emprendas.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche meditarás en él,
para que guardes y hagas conforme a todo lo
que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová
tu Dios estará contigo en dondequiera que
vayas. (Josué 1:7-9)
Llamé al Hermano Daniel Gordon; él me hizo la propuesta de
ir a Houston para administrar una Iglesia. Le manifesté que yo ya
estaba orando por ese propósito, pero tenía algunos inconvenientes.
Si era la voluntad de Dios, Él se encargaría de aparejar todas las
cosas.
Dios me había dado gracia con los productores de papa, y
ellos me confiaban sus cosechas, y también con los comerciantes con
quien yo trabajaba. Me llamaban el evangélico, ya que les compartía la
Palabra de Dios.
A comienzos del año 2002, empecé a tener algunos inconvenientes
cuando salía a los cultivos, debido a que se rumoreaba que un grupo
armado se estaba asentado en esos lugares. Los productores me
decían que ellos preguntaban por mí con frecuencia, porque ellos
sabían que yo había sido militar, y era muy evidente que yo no era
una persona de confianza en ese lugar. Los habitantes de la región me
decían que tuviera mucho cuidado. Esta situación hizo que yo
empezara a restringir las salidas al campo; pero, en muchas ocasiones
debía hacerlo por motivo del negocio.
Después de mediados del año 2002, la situación se me empezó a
complicar más. Mi familia y yo estábamos muy preocupados. De
todas maneras, yo seguía saliendo, aunque ya no con mucha
frecuencia. Siempre salía al campo con las personas que me ayudaban
cargando la papa a los camiones. Eran varios los ayudantes que me
acompañaban, pero ya no querían volver para no poner en riesgo su
seguridad. En cierta ocasión yo iba por la carretera central, y al
momento de comenzar una subida para ir a una vereda, nos
encontramos con unas personas que bajaban en un vehículo; me
hicieron parar, y me dijeron:
– Don Orlando, tenga cuidado porque la gente lo está esperando
arriba para secuestrarlo.

E inmediatamente, uno de mis ayudantes me dijo que no iría
conmigo, que nos devolviéramos. Le dije que el Señor nos guardaría.
Él se escondió dentro de los bultos de empaque, en los que los
productores empacaban la papa. Invoqué el Nombre del Señor Jesús,
y empecé la subida. En verdad, íbamos muy tensionados, pero,
confiaba en que el Señor Jesús nos cuidaba.
Se me empezó a complicar el hacer los negocios, puesto que, para
poder comprar el producto era necesario ir a mirarlo y revisarlo.
Comencé a comprender que Dios estaba obrando en este asunto.
Estando en esta situación, un día de mercado de la papa, llegué a la
plaza, y estacioné el carro en el parqueadero. Cuando me bajé del
carro, había un hombre desconocido en la parte de atrás del carro,
con la mano metida en un bolso, y cuando lo miré, en una forma
amenazante me dijo:
– Ya sabemos quién es usted.
Y con el dedo me señalaba. Yo no le dije nada. Afortunadamente, ya
había gente alrededor, y él se fue retirando con su mano metida en el
bolso, y con la otra me hacía señas, que esperara; y también se llevaba
el dedo a los ojos, queriéndome decir que él me tenía chequeado. Se
fue en un bus urbano, pues, el parque quedaba frente a la calle
principal.
Decidí salir del país.

“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen
Espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Salmos 143:10).
Inmediatamente después de recibir la amenaza, me dirigí a la
oficina, y le comenté a una de las personas con quien trabajaba lo que
me acababa de suceder. Al mismo tiempo le manifesté que yo en ese
momento había tomado la decisión de no trabajar más con ellos, pues
mi vida corría peligro. Fui a la Fiscalía, y no me aceptaron el
denuncio. Le comenté a mi esposa, y continuamos orando al Señor si
era Su voluntad nos aparejara todo.
La Hermana Marlen, esposa del Hermano Eliseo Duarte, me
visitó en Tunja. Yo la recogí en Bogotá, en el lugar donde ella estaba
hospedada. Le hice saber la situación por la cual yo estaba pasando, y
que estaba orando con mi esposa con el propósito de viajar a los
Estados Unidos (EE. UU.) Ella me dijo que llamara al Hermano
Eliseo para que hablara con él acerca de esta situación. Llamé al
Hermano y hablé con él, y me dijo que estaba dispuesto a ayudarnos
en lo que le fuera posible. El Hermano Eliseo era el Presidente de la
Iglesia Pentecostal Unida en los EE. UU., y residía en Miami, Florida.
Uno de mis principales inconvenientes era que no tenía pasaporte ni
visa. No obstante, en septiembre del 2002 obtuve el pasaporte, y
pedimos la cita en la Embajada de los Estados Unidos para la
entrevista, y me la dieron para septiembre del 2003. En ese tiempo se
demoraba un año, estaban restringidas las citas. Aun con todo,
seguíamos orando por este buen propósito. Definitivamente
queríamos hacer la voluntad de Dios. Yo hablaba con Dios, y le
decía:
– Señor, si este proyecto está dentro de tus planes para mi vida,
que se haga tu voluntad, y si no, también que se haga tu voluntad.
También le decía a Dios:
– Si yo me quedo acá, y no es tu voluntad, no me irá bien; y si me
voy, y no es tu voluntad, sé que tampoco me irá bien.
Qué agradable y hermoso es someternos en todas nuestras decisiones
a Su santa voluntad, la cual, es agradable y perfecta. Cuánto más en
una decisión como ésta, de trasladarse a vivir en otro país. Por eso,
sigo aconsejando especialmente a los Pastores que están
administrando una congregación, por la gracia de Dios, en la cual Él
los ha bendecido, y también ha bendecido su ministerio: si alguien
viene de otro país a invitarle para que se traslade a dicho país,
haciéndole promesas de continuar allí su ministerio, ¡tenga mucho
cuidado!, recuerde que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino
que somos siervos de Dios. En primer lugar, usted debe preguntarle a
Dios en oración, esperar Su respuesta y obedecerle. Personalmente,
he sido testigo de pastores que han dejado la Iglesia que
administraban, para trasladarse a otro país, pero no ha pasado mucho
tiempo cuando les he visto volver a su país de origen, solicitando el
permiso para continuar con su ministerio. Otros han tenido que

quedarse como ilegales, y no es bueno vivir como ilegal en un país.
Esto lo digo a modo de consejo.
Con mi esposa continué orando. A los pocos días de haber sacado la
cita, la Embajada abrió una amnistía para las citas extras con un plazo
muy corto. Afortunadamente alcancé a inscribirme, y nos dieron la
cita para los próximos días. A partir de ese momento mi oración fue:
– Esta es la señal que tú me darás: si la voluntad tuya es que yo
vaya con mi familia a los Estados Unidos, me darás la visa, y si no
es tu voluntad, esto no sucederá.
A comienzos de octubre del 2002 me llegó la notificación de la
Embajada Americana, solicitando mi presencia en la entrevista. En
verdad, esos momentos fueron de mucha expectativa y tensión,
puesto que, estaba pasando por un momento no muy fácil respecto a
las amenazas que anteriormente había recibido, pues, mi vida corría
peligro. También tenía que determinar si el viaje a los Estados Unidos
era la voluntad de Dios. Sin embargo, comencé a preparar la debida
documentación cuyo papeleo era no muy poco, que con antelación
me habían requerido presentar para la aprobación de la visa. Llamé al
Hermano Eliseo Duarte (EE.UU.), y le comenté que me habían dado
la cita para la entrevista, y si él podía hacerme el favor de enviarme
una invitación para presentarla, a lo cual el Hermano Eliseo aceptó
ayudarme. De igual manera, llamé al Hermano Daniel Gordon
(Texas), para comentarle el asunto de la cita, y al igual que el
Hermano Eliseo él también aceptó colaborarme. Después que reuní
los documentos, continuamos orando al Señor.
Visa aprobada.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados” (Romanos 8:28).
En el mismo mes de octubre me presenté a la Embajada
Americana en Bogotá, con mi esposa, la Hermana Gloria, y mis tres
hijitos, Diego Alexander (cuatro años y medio), Karen Geraldine (tres
años), y David Orlando (un año y medio).
Era muy de mañana, y se sentía un intenso frío. La fila era demasiado
larga. Estábamos a la intemperie porque aún no habían abierto la
Embajada. Una vez abierta pudimos estar dentro del edificio. Nos
enviaron a la fila donde se situaban las ventanillas; allí nos harían la
entrevista. Eran varias ventanillas.
Narro todo esto porque fueron momentos y experiencias
inolvidables, y hoy entiendo que, en todo este proceso Dios me
estaba dirigiendo y aparejando todas las cosas.
Cuando llegamos a la ventanilla, presenté la carta de invitación, e
inmediatamente el oficial de inmigración, nos dijo:
– ¡Bienvenidos a los Estados Unidos!
También dijo que en pocos días nos llegaría la visa.
Llamé al Hermano Eliseo, y le comenté que me habían dado la visa, y
que yo había decidido viajar lo más pronto a los Estados Unidos. Él
me dijo que nos esperaba en Miami, y nos ayudarían en lo que les
fuera posible. Del mismo modo, llamé al Hermano Daniel Gordon
(Houston), y me dijo que viajara pronto, pues, había una Iglesia que
no tenía pastor, pero si yo quería, él me daría la oportunidad de
servirle a Dios con ellos. Tenía que escoger entre Miami y Houston.
Eso lo decidí a última hora de viajar. Empezamos a orar a Dios para
que nos mostrara en dónde era su voluntad que llegáramos. Ya Dios
en sus planes lo tenía decidido. Pero justamente en esos días vino una
familia de Houston a Bogotá a pasar vacaciones. Eran muy amigos
del Hermano Carlos Urrego, Pastor de la Iglesia en Kennedy.
El hermano Carlos nos contactó, y le invité junto con su familia a
Tunja. Fui a Bogotá a buscarlos, y les comenté acerca de los planes
que tenía de viajar a los Estados Unidos. Ellos nos dijeron que
podíamos llegar a su casa en Houston mientras nos organizábamos, y
también me ofrecían trabajo diciendo que era muy fácil de realizar,
dado que, ellos tenían una compañía de ventas, cuyo trabajo se hacía
en idioma español.
Empecé a concebir la idea de viajar a Houston, proyectándome a que
esto era la voluntad de Dios, al ver cómo las cosas se estaban
facilitando, y comenzamos a prepararnos para el viaje. Me comuniqué
con el Hermano Daniel, y le hice saber que Dios mediante
viajaríamos a Houston. Él me dijo que viajara inmediatamente, pero

le comenté que primero debía arreglar algunos asuntos pendientes, y
no podía hacerlo sino hasta el mes de diciembre. Así mismo, le
informé a los comerciantes con quien trabajaba, mi decisión de viajar.
Uno de ellos me decía que no lo hiciera, si yo me quedaba con ellos
podríamos llegar a un mejor acuerdo, y le dije que le agradecía, pero
ya había tomado la decisión de servirle a Dios. Mi espacio de trabajo
en las fincas se había limitado por causa de las amenazas, y mi vida
estaba en riesgo permanente, a lo cual él entendió, y me dijo:
– Don Orlando, si por alguna circunstancia Usted desea regresar,
será bienvenido para trabajar con nosotros.
Gracias a Dios, hasta aquí Él nos ha ayudado en todos los momentos,
aun en los más difíciles nos ha guardado y sostenido, y sé que me
ayudará a terminar en victoria esta buena batalla de la fe, que es en
Cristo Jesús Señor nuestro. Le ruego al Señor me permita terminar mi
carrera con gozo, así como el Apóstol Pablo cuando dijo: “Pero de
ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que
acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).
La desvinculación del negocio en ese momento ya no me era tan
difícil para mí, debido a que, la mayoría de clientes en otras plazas ya
estaban comprometidos con la empresa donde yo trabajaba. Yo ya no
los atendía como mis clientes, y tampoco con los productores tenía
compromiso económico, ¡gracias a Dios! El Señor Jesús también me
proveyó la parte económica que necesitaba para el viaje, es decir,
aparejó y facilitó todo, y yo estaba seguro que todo esto estaba dentro
del movimiento de los planes y la voluntad de Dios, pues,
entendemos “y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Así que, preparamos todo para el viaje, y decidimos viajar a Houston
el 10 de diciembre del 2002. Yo tenía muy claro que todo esto que
estaba sucediendo, se movía dentro de los planes de Dios para darme
una segunda oportunidad de volver a servirle como Pastor, porque
Dios en su infinita misericordia me ha permitido servirle en el
ministerio, y como narré anteriormente, me ha concedido servir en
las Iglesias locales e ir a otras congregaciones donde los pastores me
han dado oportunidad de predicar la palabra Dios. Allí, en esos
lugares siempre contaba mi testimonio y compartía el mensaje con los
que me permitían hacerlo.
Viajar a otro país no es fácil, especialmente cuando hay que
trasladarse con la familia a empezar una nueva etapa y experiencia; no
obstante, cuando estamos seguros de que es la voluntad de Dios, no
hay temores; por el contrario, hay una confianza y seguridad total en
que Aquel que nos llamó siempre estará con nosotros en todo
momento de nuestra vida. Son muchas las experiencias que hemos
vivido, y Dios siempre ha estado en cada una de ellas para ayudarnos,
estando seguros de que nos seguirá guardando y respaldando hasta el
día que de su venida o de nuestra partida con Él.

Consejos para los misioneros.
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo
Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”
(2ª Timoteo 2:1-2).
1º. Recuerde que el Señor Jesucristo dio una gran comisión a
unos hombres que Él mismo había llamado y preparado para cumplir
con este mandato:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”
(Marcos 16:15-16).
2º. Debe estar seguro ciento por ciento que es Dios mismo
quien lo ha llamado:

“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi
pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo 3:10).
“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y
estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que
tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”
(Marcos 3:13-15).
3º. Es necesario estar seguros de que tenemos el mismo sentir
y la misma visión que tiene el Señor Jesús por las almas perdidas, y lo
único que nos mueve a salir al campo misionero es la compasión por
los perdidos. Que no sea otro el motivo:
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y
dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36).
4º. Tener visión por el lugar a donde somos enviados, y que
hay muchas almas por ganar:
“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros
pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo
9:37-38).
5º. Saber que quien nos envió está todos los días con
nosotros, y Él tendrá cuidado de todo lo que nos haga falta:
“…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20).
“No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas
tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:8).
6º. No piense en lo que tiene que dejar, mire por la fe lo que
el Señor Jesús le va dar:
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a
dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y
Andrés su hermano, que echaban la red en el
mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid
en pos de mí, y os haré pescadores de
hombres. Ellos entonces, dejando al instante
las redes, le siguieron. (Mateo 4:18-20)
7º. Si está persuadido de todo lo anterior, entonces:
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para
cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi
siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni
a diestra ni a siniestra, para que seas
prosperado en todas las cosas que emprendas.
(…) Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová
tu Dios estará contigo en dondequiera que
vayas. (Josué 1:7, 9)
El Señor Jesús ya tiene un programa establecido para que la gran
comisión se cumpla. Démosle gracias porque en Su misericordia nos
ha tenido en cuenta en Su Obra para esta gran labor. Hagamos lo que
el Apóstol Pablo nos recomienda: “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las
aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2ª Timoteo 4:5).
Los hermanos de la segunda Iglesia en Tunja a quienes
siempre recordamos con mucho cariño, nos despidieron y oraron por
nosotros. Después de haber organizado todas las cosas necesarias
para salir del país, viajamos a Bogotá diez días antes, y nos alojamos
en casa de la familia de mi esposa. Y allí en la Iglesia de Ciudad
Kennedy también oraron por nosotros. Llamé a Ramiro Fuentes y a
su esposa, Betty, quienes nos habían ofrecido alojamiento en
Houston mientras nos organizábamos. Ellos muy amablemente
ofrecieron ir a buscarnos al aeropuerto.

C A P Í T U L O I X
Comienza mi vida migratoria.

“Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era
Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.
Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su
hermano (…), y salieron a tierra de Canaán (…)” (Génesis
12:4-5).
El 10 de diciembre del 2002 partí hacia Houston con mi
esposa y mis tres pequeños hijos, estando muy seguro que lo
hacíamos dentro de la voluntad de Dios. Hasta aquí Dios siempre ha
estado con nosotros ayudándonos y guardándonos en todos los
momentos, aun en los más difíciles: “Tomó luego Samuel una piedra y la
puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí
nos ayudó Jehová” (1º Samuel 7:12).
A través de la Escritura podemos ver cómo Dios dio ley para los
extranjeros, a fin de que habitaran seguros y confiados en la tierra a
donde iban:
“Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis”
(Levítico 19:33).
“Jehová guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de
los impíos trastorna” (Salmos 146:9).
“Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del
extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Éxodo 23:9).
“Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa,
así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti” (Deuteronomio
26:11).
“Una misma ley y un mismo decreto tendréis, vosotros y el extranjero que con
vosotros mora” (Números 15:16).
El misionero es un extranjero que al igual que Abraham sale de su
país a cumplir una misión, la más grande: Llevar las buenas nuevas de
salvación para todos los hombres, confiado en que Señor le va
respaldar, y por la fe puede ver un pueblo grande redimido por la
sangre del Señor Jesucristo. El misionero debe estar dispuesto a
adaptarse a nuevas culturas, costumbres, idiomas, climas, comidas,
entre otras muchas formas de idiosincrasia, dejando atrás muchas
cosas que son importantes para sí. Solamente obedeciendo al llamado
de Dios, así como Abraham. Dios, en cada momento, lugar y
circunstancia, ya todo lo tiene previsto, y siempre nos da la solución.
Él es grande y maravilloso.
Recordemos cuando Dios llamó a Abram, y él salió para ser un
extranjero a la tierra donde había de habitar:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu
tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre,
a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una
nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré
tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las

familias de la tierra. Y se fue Abram, como
Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram
de edad de setenta y cinco años cuando salió de
Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y
a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes
que habían ganado y las personas que habían
adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra
de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.
(Génesis 12:1-5)
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció
para salir al lugar que había de recibir como
herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe
habitó como extranjero en la tierra prometida
como en tierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma
promesa… (Hebreos 11:8-9)
Hago un llamado al pueblo de Dios para que siempre esté orando por
nuestra familia (esposa e hijos), ellos tienen que pasar también por
momentos muy difíciles enfrentándose a todos estos cambios.
Dios a través del Apóstol Pedro nos da algunos consejos muy
prácticos para tenerlos en cuenta y ponerlos por obra:
Amados, yo os ruego como a extranjeros y
peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma,
manteniendo buena vuestra manera de vivir
entre los gentiles; para que en lo que murmuran
de vosotros como de malhechores, glorifiquen
a Dios en el día de la visitación, al considerar
vuestras buenas obras. Por causa del Señor
someteos a toda institución humana, ya sea al
rey, como a superior… (1ª Pedro 2:11-13)
Recordemos que somos embajadores del cielo y también de nuestro
país, por tanto, debemos ser luz para el mundo y sal de la tierra.
Llegamos al aeropuerto de Houston el mismo 10 de diciembre de
2002, sin ningún contratiempo, gracias a Dios. Allí nos recogió
Ramiro con su hijo Cristian. Gracias a Dios por ellos, porque desde el
mismo momento que nos recibieron fueron muy especiales con
nosotros. Nos hospedaron por unos días, después nos trasladamos a
casa de una familia de Hermanos de la Iglesia, que comencé a
pastorear mientras conseguía un apartamento. Gracias a Dios
también por ellos. Al siguiente día de haber llegado a Houston, el
Pastor Daniel me llevó al lugar donde estaba ubicada la Iglesia, y me
presentó a los diáconos. A los pocos días me hicieron la posesión. Así
mismo, Ramiro me llevó a su Compañía, donde trabajaba con una
prestigiosa marca de electrodomésticos, y allí me enseñó la labor en
ventas. Él debía trabajar en lo secular, debido a que, la Iglesia no
podía sostenerlo económicamente.
Momento difícil con mi hijo.

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en
las tribulaciones” (Salmos 46:1).
Mi hijo menor con tan sólo un año y medio de edad se vio
fuertemente afectado por una bronquitis. No teníamos seguro
médico. La esposa de Ramiro, Betty, nos llevó a varios Centros de
Asistencia Médica del Estado, pero en ninguno de ellos nos quisieron
afiliar. Luego, fuimos a otro lugar cerca de Houston, y tampoco nos
atendieron.
Tuve que pagar a un médico particular y, de igual manera, costear la
medicina. En Estados Unidos la salud no es muy asequible respecto
al factor económico; sin embargo, gracias a Dios porque me proveyó
lo que necesitaba para mi hijo.
Su lugar no es Houston.

“Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad (…). Y Jonás se
levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis (…)”
(Jonás 1:1-3).
A los pocos días de haber llegado a Houston, estando
viviendo en la casa de los hermanos, recibí una llamada desde Miami
de la Hermana Marlene de Duarte, esposa del Hermano Eliseo
Duarte (Presidente de la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana),
y me preguntó:
– ¿Por qué Usted está en Houston?
Le contesté:
– Sí, mi hermana, decidí venirme para Houston.
Ella me dijo:
– Su lugar no es Houston.
Le pregunté:
– ¿Cuál es mi lugar, Hermana Marlene?
Ella me dijo:
– Su lugar es Canadá.
Cuando oí Canadá, inmediatamente acudió a mi mente la imagen de
un bloque de hielo. Primero, Canadá nunca había pasado por mi
imaginación; segundo, pensé en seguida en mi esposa y mi hijo
menor, pues, en ese preciso momento el niño estaba afectado de los
bronquios, y debía usar un respirador artificial, y estaba en
tratamiento. El médico en Colombia le había recomendado a mi
esposa vivir en clima cálido. La hermana Marlene me dio un número
de teléfono de Canadá para que me pusiera en contacto con el
Hermano Raúl Orellana, quien vivía en la Ciudad de Montreal, siendo
el primer Pastor de nuestra amada Iglesia Pentecostal Unida
Canadiense, y como segundo Pastor el Hermano Andrith en Ciudad
Longueuil. Apunté el número de teléfono, pero no llamé de
inmediato, pues, en verdad en ese momento no estaba muy
convencido viajar a Canadá; ese era mi pensamiento, pero Dios ya
tenía en sus planes todo organizado, pues, Él dice: “Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos
que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías
55:8-9).

Dios es celoso, y cumple sus
propósitos.
“Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová,
es para siempre; no desampares la obra de tus manos” (Salmos
138:8).
Mi situación comenzó a complicarse porque por motivos de
adaptación a un nuevo país, costumbres diferentes y otras situaciones,
tuve que entregar la Iglesia. Me enfermé. Me salió una infección en el
pie, y estaba preocupado porque no me hacía efecto ningún
tratamiento. Aunque en el trabajo secular los negocios iban bien, no
podía salir a trabajar debido a la dificultad dérmica que estaba
presentando. Le comenté a mi jefe y amigo Ramiro, sobre una
posibilidad de traslado a Canadá. Él me dijo en varias ocasiones que
no lo hiciera porque me iba a ir muy bien con él trabajando en ventas,
pues, veía que estaba dando rendimiento, por lo que me hacía
comparaciones entre Estados Unidos. y Canadá, pero yo ya lo estaba

meditando, y preguntándome a mí mismo: ¿Será que es la voluntad
de Dios el trasladarme con mi familia a Canadá?
Ramiro me dijo que comprara un carro. Obtuve la licencia
para conducir, y Ramiro me llevó a un lugar donde se adquieren
vehículos en subasta pública. Fue un momento muy difícil para mí;
en mi corazón no sentía hacerlo, pues, continuamente estaban en mi
mente las palabras de la Hermana Marlene: “Su lugar no es Houston,
su lugar es Canadá”. Compré un Toyota Corola. En verdad no lo hice
con mucha ilusión, siempre le manifestaba a Ramiro que yo estaba
pensando en la posibilidad de viajar a Canadá, y él me animaba para
que me quedara en los EE. UU. Ramiro siempre lo hacía con el
propósito de ayudarme. Dios me había puesto en gracia con su
familia, y fueron muy especiales, amables y solidarios conmigo y mi
familia.
Aprovecho este espacio para agradecerle a la familia de mi hermano y
amigo Ramiro, Dios los bendiga siempre.
A comienzos de enero del año 2003 empecé a vivir en casa de
una familia de la Iglesia que, por la gracia de Dios, había comenzado
a administrar, quien muy amablemente nos permitió (a mi familia y a
mí) vivir por unos días, entre tanto buscábamos un apartamento.
Ramiro me ayudó a conseguir una residencia en arriendo. Con estas
dos decisiones, comprar el carro y haber arrendado el apartamento,
me hacía a la idea de que mi lugar era Houston, pero no dejaban de
retumbar en mi mente las palabras de la Hermana Marlene (“Su lugar
es Canadá”). El número del teléfono que la hermana Marlene me
había dado para llamar a Canadá, lo perdí, debido a que no le presté
mucha atención a estas palabras. Llamé a la Hermana Marlene, le pedí
el número de teléfono, y ella me dio el de la Hermana Esther
Mendoza, quien vivía en Fort Erie (Canadá), frontera con Búfalo
(New York).
La Hermana Esther había viajado unos meses antes con su señora
madre, la Hermana Cecilia, a Fort Erie como inmigrante. Ella había
comenzado allí a reunir a un grupo de inmigrantes en un salón para
predicarles el evangelio. Cuando llamé a la Hermana Esther, ella me
dijo:
– Hermano, lo estamos esperando. Aquí hay un grupo de almas a
quienes se les está predicando el evangelio. Le esperamos pronto.
Yo le respondí:
– Para mí es muy difícil viajar.
Me preguntó:
– ¿Por qué?
Le contesté:
– Ya arrendamos un apartamento.
Ella me dijo:
– Entréguelo.
Pero yo le respondí:
– No me es fácil, porque debo responder por el arriendo hasta que
se termine el contrato. Además, compré un carro pequeño, y no es
suficiente para llevar a cabo ese viaje tan largo con mi familia, y el
equipaje, pues, tendría que atravesar Estados Unidos.
Aun con todo, me dijo:
– Véndalo.
Esa era la excusa que yo justificaba para no viajar a Canadá. Nuestra
situación se nos complicaba cada día más; mi hijo seguía enfermizo, y
la infección de mi pie de igual manera no mejoraba.

Una decisión tomada a los pies
del Señor.
“Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de
mí, y respóndeme” (Salmos 27:7).
Corría el año 2003, domingo 20 de enero. En verdad, nos
sentíamos bastante confundidos por la situación que estábamos
pasando; aunque las ventas aparentemente parecían marchar bien, no
llenaba nuestras expectativas porque yo recordaba lo que le había
dicho al Señor: Si me llevas al Norte, es con el fin de ganar almas para
ti. Esta consigna estaba de continuo en mi mente, y podía estar
tranquilo. Eran momentos muy difíciles.
Estando en esta situación, y meditando con mi esposa, ella me dice:
– Amor, ¿será que es Canadá?

Inmediatamente le respondí:
– Si el Señor nos muestra que es Canadá, ¿usted estaría dispuesta a
viajar?
A lo cual, ella me respondió:
– Sí.
Ese mismo día acordé con mi esposa que por la noche en el culto le
preguntaríamos a Dios acerca de cuál era Su voluntad. En realidad,
estos son momentos en donde hay que tomar decisiones muy
importantes en nuestra vida que marcarán nuestro futuro, y no hay
nada mejor que decidir bajo la aprobación de Dios, pues, todo
redunda en bendición a favor de quienes le amamos: “Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Así que, nos fuimos para el culto esa misma noche, y pasando al altar
con nuestros pequeños hijos, oramos al Señor con ruego y llanto para
que nos diera una señal contundente e inequívoca, pues, yo le decía a
Dios:
– Si me quedo en Estados Unidos sin su aprobación, sé que no
me irá bien. Del mismo modo, si viajo a Canadá sin su
aprobación, no me irá bien.
Fue un clamor muy sincero y muy íntimo que le hice a Dios esa
noche. Cuando nos levantamos de allí, sentimos la seguridad de que
Dios nos había escuchado, y que me iba a contestar muy pronto. Le
pedí al Señor que me diera respuesta al siguiente día, o sea, el lunes 21
de enero del 2003. Y le dije:
– Señor, te pido que mañana me des la señal contundente si tu
voluntad es que me dirija a Canadá o a los Estados Unidos.
Así que, nos fuimos para el apartamento con la confianza de que
Dios nos respondería. Una vez habiendo llegado le comenté a mi
esposa la petición que le había hecho al Señor. Nos dispusimos a
dormir tranquilos. A la mañana siguiente me levanté temprano a
clamarle al Señor. Cuando fui a salir del apartamento reuní a mi
esposa y a mis hijos, y oramos al Señor en familia; yo clamaba:
– Señor, dame hoy esa señal contundente e inequívoca, ¿es
Houston o Canadá?
Señal concedida por Dios.

“Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el
hombre no entiende” (Job 33:14).
El lunes 20 de enero del 2003, salí del apartamento con una
bolsa de aseo en una mano para llevarla al depósito de basura, y en la
otra el maletín de trabajo. Cuando llegué al carro se me acercaron dos
jóvenes de acento latino, y me preguntaron si yo tenía un cable para
ellos desvarar su vehículo. Como yo no contaba con lo que
necesitaban, entonces, me pidieron el favor de llevarlos a un lugar
que debían ir. En seguida les dije que se subieran al auto. Esto lo hice
en ese momento sin medir las consecuencias, porque yo estaba
confiado que no corría ningún peligro, pues, ya estaba en los Estados
Unidos, cuyo país para mí era muy seguro. Antes de salir de mi país
(Colombia) era más cuidadoso en ese aspecto, por lo cual, les dije que
se subieran en la parte de atrás. Al momento de salir del edificio
reaccioné y desperté de ese sueño, que supuestamente ya estaba
seguro en los EE. UU., e inmediatamente les pregunté:
– ¿Quiénes son ustedes, y a qué se dedican?
Uno de ellos me dijo:
– Yo trabajo con mi papi.
El otro me dijo que era mexicano. Los miré por el espejo, y pude ver
que no eran personas confiables, pero ya no me podía devolver
porque en ese momento habíamos salido del edificio, y me hallaba en
una avenida principal de doble calzada. Sentí que nada bueno iba a
pasar, y le supliqué al Señor que me guardara en ese momento. Les
pregunté que hacia dónde íbamos, y me dijeron que avanzara un poco
más adelante. Consideré que no debía seguir con ellos, y tenía que
bajarlos del carro. Luego, observé una gasolinera aproximadamente a
una cuadra adelante, a mi lado izquierdo, y decidí entrar al parqueo,
puesto que, era un lugar donde había varias tiendas. Gracias a Dios
no venían vehículos en vía contraria, por lo que inmediatamente
puede girar a la izquierda para entrar, y les dije:
– Hasta aquí los puedo traer, por favor bájense del carro.
Ellos me dijeron:
– ¿Cuánto le debemos?
– Nada; les contesté.
Pasaron algunos segundos, y no se bajaban. De repente, sentí un
golpe muy fuerte en la cabeza, en seguida invoqué el Nombre del
Señor Jesús, y traté de voltear hacia atrás, cuando vi que uno de ellos
puso un revólver en mi frente, y el otro comenzó a golpearme en la
cabeza y en la cara. Yo continuaba invocando el Nombre del Señor
Jesús en alta voz, y ellos también gritaban. El carro se movía de tal

manera que comenzó a llamar la atención de la gente que estaba
alrededor. Al darme cuenta que él no podía disparar el arma, se la
arrebaté y la trasladé con las fuerzas que Dios me dio en ese
momento, dejándola entre mi pecho y el volante del carro. El otro
hombre no paraba de golpearme, y éste le gritó que se bajara del
carro y abriera la puerta de adelante en donde yo estaba, y así lo hizo.
Cuando abrió la puerta me quitó el arma, y en seguida quise sacar la
llave del carro porque estaba encendido, pero el hombre no me lo
permitió quitándome la mano de allí. Luego, me desabroché el
cinturón de seguridad, y me lancé al piso para protegerme debajo de
otro vehículo, pensando que me podrían pasar el carro por encima.
Cuando los asaltantes emprendieron la huida, me levanté del piso, y
las personas que estaban allí acudieron a auxiliarme inmediatamente.
Mi cabeza estaba sangrando y, así mismo, había recibido varios
golpes en mi cara. En ese mismo instante llegó la policía, y la gente
les mostró el carro que acababa de salir del parqueadero
emprendiendo la huida. La policía comenzó la persecución, y
conmigo se quedaron dos de ellos para atenderme. Había un
mexicano de apellido Sánchez. Cuando me estaban haciendo
preguntas, ellos recibieron un mensaje por radio que ya habían
atrapado a los asaltantes.
Mientras todas estas cosas estaban sucediendo, tomé la decisión de
viajar al Canadá. Aún no sabía cómo hacerlo, ya que eso no estaba en
mis planes, pero el Señor dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos
los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Pero sí estaba
seguro que era la voluntad de Dios, y que él se encargaría de abrirme
las puertas.
Le pedí el favor a la policía que llamara a la casa de Ramiro. Contestó
su hijo Cristian, y le comenté lo sucedido. Muy pronto llegó al lugar
donde me encontraba. La policía fue informada que los asaltantes
habían escapado con el carro. No sentí mucha preocupación por ello,
porque ese era uno de los obstáculos que yo había interpuesto para
no viajar a donde Dios quería: Canadá.
Los uniformados me dijeron que debíamos trasladarnos a otro sitio, y
así lo hicimos. Cristian me acompañó, y llegamos a otra gasolinera.
Había allí mucho movimiento: varias patrullas de la policía,
ambulancias, helicópteros volando, un carro de televisión, y algún
movimiento de gente. La policía había desplegado todo un operativo
de persecución. Yo estaba en un carro con vidrios polarizados, y uno
de ellos me dijo que iban a proyectar en la pantalla a varias personas,
y yo debía identificar a los asaltantes. De las personas que me
mostraron, identifiqué a uno de ellos, al más joven. Me preguntaron
si estaba seguro, y les dije que sí era él. La policía me dijo que iban a
trasladarme al Hospital para que me atendieran allí. Les dije que no
había necesidad, yo estaba bien, y me quería ir para mi apartamento.
Ellos me dijeron que no, era una orden. Cuando me bajaron de su
auto, desde el vehículo de televisión me estaban grabando. Esa
noticia salió al mediodía. Los hermanos que vieron la transmisión nos
contaron después que ellos decían:
– ¡Ése es el Hermano Orlando!
Estando en Urgencias del Hospital, la policía hizo el reporte después
que me entrevistaron, y me hicieron firmar un formulario de víctimas
del crimen para que el Estado cubriera los gastos, debido a que en
Estados Unidos es muy costosa la salud. Ya estando solo con
Cristian, él me dijo:
– No entiendo por qué a Usted, que es un hombre bueno, le está
sucediendo todo esto. (Yo ya estaba llevando a la familia de él a la
Iglesia.)
Le contesté:
– Cristian, Dios está en este asunto.

De inmediato él me dijo que eso no lo podía aceptar, no lo entendía.
Le pedí el favor que llamara a mi esposa para informarle lo sucedido.
Cuando hablé con ella, le dije:
– Mi amor, estoy bien; solamente se llevaron el carro. Esté
tranquila.
Ella se preocupó mucho, y le dije que pronto estaría en el
apartamento.
Estando todavía en el hospital, llegó Ramiro, y me preguntó:
– ¿Qué pasó?
Le comenté lo sucedido, y también le dije:
– Ramiro me voy para Canadá.
Él me dijo:
– Sí, Orlando, váyase para Canadá.
Él entendió lo que yo continuamente le decía respecto al viaje a
Canadá, y me decía que en Houston me iría mejor.
En ese momento comprendí que Dios me había permitido pasar por
estas experiencias, para así estar bien seguro del propósito que Él, en
su inmensa misericordia tenía para conmigo: “Y sabemos que a los que
aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Entrega del apartamento.

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está
en medio de mi corazón” (Salmos 40:8).
Ramiro y Cristian esperaron hasta que me dieron de alta en el
hospital. Cuando salimos le pedí el favor a Ramiro que me llevara a la
oficina de la mánayer, pues, yo quería entregar el apartamento
inmediatamente. Al llegar a la oficina, ya mi esposa estaba allí a la
entrada con mis hijos; le dije:
– Mi amor, nos vamos para Canadá; ésta es la voluntad de Dios.
Los abracé, y le di gracias a Dios por haberme guardado la vida.
Nos dirijamos a la oficina, y Ramiro le dijo a la mánayer:
– Mira cómo dejaron a este hombre, también le robaron el carro;
esto es responsabilidad de la administración de los edificios.
La mánayer se preocupó bastante, ella era argentina, y nos preguntó:
– ¿Qué puedo hacer en este momento por ustedes para ayudarlos?
Ramiro le respondió:
– Él quiere entregar inmediatamente el apartamento.
Ella dijo:
– ¡Claro que sí!, y lo podemos trasladar a otro edificio.
Ramiro interrumpió:
– No, él quiere salir del país.
La mánayer contestó:
– Está bien. Se lo recibimos, y no le vamos a tener en cuenta las
cláusulas del contrato, él queda libre de todo esto.
La señal contundente que le pedí a Dios que me mostrara era muy
evidente, porque había quedado libre del carro y el apartamento, cuyo
impedimento era el que yo le había interpuesto a la Hermana Esther
cuando hablamos; pese a que ella ya me había dicho que en Canadá
había de esperarme, a lo cual le contesté que me era muy difícil,
puesto que, tenía en alquiler un apartamento; pero ella me dijo que lo
entregara. También, le argumenté que había comprado un carro
pequeño, y no podía viajar con mi familia y las maletas que tenía; sin
embargo, la Hermana Esther me aconsejó que lo vendiera.
En verdad que el Señor es muy bueno, y usa muchos medios para
mostrarnos su santa voluntad, la cual, es agradable y perfecta. Cuando
estemos pasando por momentos difíciles, no le preguntemos a Dios

¿por qué?, sino, ¿para qué estoy pasando por esto? Y después que
pasa la dificultad podemos obtener la respuesta a nuestras preguntas.
El Apóstol Pablo dice: “(…) confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). De
la misma manera, el Apóstol Pedro nos exhorta:
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario
el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid
firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de
toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un
poco de tiempo, él mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria
y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
(1ª Pedro 5:8-11)
Después de esto me fui con mi esposa y mis hijos para el
apartamento, plenamente convencidos de que la voluntad de Dios era
que emprendiéramos viaje rumbo a Canadá.
C A P Í T U L O X
¡Hermano Eliseo, me voy para
Canadá!

“(…) porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
Lo primero que hice fue llamar al Hermano Eliseo y a la
Hermana Marlene para decirles que estábamos dispuestos a ir al
Canadá, y les conté todo lo que me había acontecido. El Hermano
Eliseo me dio el número de teléfono del Hermano Luis Rivera y la
Hermana Judith de Rivera, quienes eran los pastores de la IPUL
(Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana) en Houston, para que
ellos me ayudaran en el éxodo de Houston a Canadá. El hermano
Luis y la Hermana Judith, con ese espíritu de amor y solidaridad que
siempre los caracterizó, de inmediato se encargaron de nosotros.
Nos llevaron para la Iglesia, hospedándonos en una camioneta. En
ese tiempo el templo estaba en construcción. Comenzaron a
conseguirnos los pasajes para viajar a la Ciudad de Búfalo, frontera
con Canadá. El Hermano Claudio Amaya, quien vivía en casa con los
hermanos Rivera, fue la persona encargada de hacer la diligencia
tocante a los pasajes. No fue fácil conseguir rápido los tiquetes, ya
que estaban muy costosos para viajar en ese momento, de manera
que se consiguieron para ocho días después, esto es, el 28 de enero
del 2003.
Gracias a Dios la IPUL de una manera muy generosa y solidaria, se
encargó del costo de los pasajes. Durante esos ochos días la Iglesia en
Houston fue de mucha bendición para nosotros, muy amorosos y
generosos también. Aprovecho este momento para decirle a la Iglesia
de Houston: Dios los bendiga por su ayuda en el momento, pues, fue
lo que aprendieron primeramente del Señor Jesús, y también de sus
pastores, el Hermano Luis Rivera y la Hermana Judith, quienes
fueron para mí una gran bendición desde que estábamos en
Colombia, cuando fue Pastor en Pereira, en la Iglesia de Cuba, donde
me dieron una muy hermosa ofrenda pro-templo para Pamplona
(Norte de Santander), y de igual manera cuando fue Pastor en Boyacá
Real (Bogotá D.C.), me dieron otra hermosa ofrenda pro-templo para
Chocontá (Cundinamarca).

Viajando a Búfalo, frontera con
Canadá.
“Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no
resbalen” (Salmos 17:5).

El 28 de enero del 2003 viajamos a la Ciudad de Búfalo (New
York), donde solicité ayuda a un Organismo para pedir el asilo en
Canadá, el cual, nos lo concedió, ¡gracias a Dios!, y el 28 de febrero
de ese mismo año viajamos a Canadá.
Durante nuestra estadía en Búfalo, Dios nos permitió alojarnos en
casa de Kevin, María, y sus tres hijos, una familia de Puerto Rico.
Ellos asistían a una iglesia cristiana, en donde nos acogieron de una
manera muy especial brindándonos mucha ayuda, dado que llegamos
en pleno invierno.
El Pastor Sergio Hernández quien a la vez era agente de Policía, había
reemplazado a su padre como Pastor. La Congregación y la familia
que nos hospedó fueron de mucha bendición para nosotros durante
nuestra estadía en Búfalo. Cuando partimos para Canadá nos dotaron
de cosas muy necesarias, tales como: ropa de invierno, coche para el
niño, televisor; un reloj que, por cierto, era muy fino, el cual lo
conservo hasta el día de hoy. Todo esto fue por la misma
misericordia de Dios que nos puso en gracia con estos hermosos
hermanos.
Este contacto lo obtuvimos por medio de la Hermana Esther
Mendoza, a quien también la ayudaron brindándole hospedaje en el
mismo lugar, e iba con su señora madre.
Entrada a Canadá.
“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y
le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó
Jehová” (1º Samuel 7:12).

En Búfalo estuvimos hasta el 23 de enero del 2003, fecha que
nos dio inmigración en Canadá para presentarnos en la frontera para
solicitar el asilo. Ese mismo día el Pastor Sergio Hernández nos
transportó desde Búfalo hasta Fort Erie (Canadá) frontera con
EE.UU. (Estados Unidos). Me encontré con la sorpresa que la cita
era solamente para mí; la de mi esposa y mis hijos era más tarde.
Debimos regresar a Búfalo, N.Y. (New York) para esperar de nuevo
otra cita, y así poder entrar con toda la familia. La nueva cita nos la
dieron para el 28 de febrero del mismo año. Allí estuvimos durante el
día solicitando presentar la solicitud de refugio, la cual, le fue
aprobada a mi esposa y a mis hijos después de aproximadamente
cinco años; la mía fue aprobada a los siete años. En las horas de la
tarde cuando terminamos el trámite de inmigración, una pareja de
canadienses nos transportó en su carro, y nos trasladó a un lugar de
refugio donde se encontraban también algunas familias, entre ellas
había una familia colombiana. Nos dieron un buen recibimiento, y
brindaron su ayuda hasta ubicarnos en un apartamento con todo lo
necesario.
En ese tiempo, había un éxodo de colombianos especialmente
de Estados Unidos a Canadá. Dios bendiga este país, pues, ha estado
siempre con la puerta abierta a los inmigrantes. En Fort Erie ya se
encontraba la Hermana Esther Mendoza juntamente con su señora
madre, quienes habían inmigrado desde los EE.UU. Ellas ya habían
comenzado a hacer reuniones en una iglesia con los latinos para
enseñarles la Palabra de Dios. Se reunían varias familias de diferentes
países, pero su estadía allí era muy corta, debido a que, era un lugar
pequeño con veintiocho mil habitantes, y una gran parte retirados
(pensionados), y no había allí muchas oportunidades de trabajo, por
lo que inmigraban a ciudades más grandes para una mejor
oportunidad de vida.
El número del grupo de latinos siempre se mantenía, eran
aproximadamente unas veinte personas: unos, se trasladaban de
ciudad y, otros, ingresaban al país. Esto se prolongó hasta el día que
se establecieron algunas restricciones para el ingreso de latinos, y
comenzó el ingreso de africanos. Cuando el Señor me permitió llegar
a Fort Erie (Canadá), la Iglesia de los Estados Unidos en cabeza de
nuestro Hermano Eliseo Duarte como Presidente, me designó como
Obrero de este lugar. Después, la Hermana Esther se trasladó a un
lugar cerca llamado Sant Catherine. En ese tiempo Dios permitió el
ingreso de muchos latinos a Canadá, para así dar comienzo a esta
hermosa Iglesia en desarrollo, la cual, el Señor seguirá bendiciendo no
solamente con la población latina, sino también con los canadienses y
habitantes de otros países y lenguas.
Hoy, esa es la visión de la Iglesia en Canadá, ya que el Señor está
levantando una nueva generación de latinos que se está preparando, y
trabajando, y predicando en los dos idiomas oficiales del país, inglés y
francés, para poder así cumplir la Gran Comisión dada por el Señor
Jesús a los apóstoles: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio
a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16). Este gran mandamiento, hoy
más que nunca se está cumpliendo en todo el mundo, porque fue
Dios mismo quien dio la orden, es el mismo Creador del universo, y
Él prometió estar “con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”
(Mateo 28:20). El Señor Jesús en todo tiempo y en todo lugar siempre
hace lo tiene que hacer, para que su Gran Comisión se cumpla en
todo el mundo. Por esa muy buena razón, quiero invitar a todos los
Misioneros, Pastores Obreros y, en general, a toda la Iglesia, para que
nos dejemos usar por el Señor, anunciando al mundo tan grande
Salvación en estos últimos y difíciles tiempos, sin tener en cuenta las
peripecias que se nos presentes, pues, el Señor Jesús es poderoso para
defender a Su Iglesia y Sus siervos. Recordemos que Él va delante de
Su Iglesia defendiéndola y guardándola, y ella va por el mundo
“imponente como ejércitos en orden” (Cantares 6:10).
Hoy, 03 de marzo del 2022, escuché un audio enviado al grupo de
WhatsApp de los Pastores en Colombia, acerca del testimonio del
Hermano Misionero que actualmente está en China predicando el

evangelio de Nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo, en
circunstancias muy difíciles y peligrosas debido a las restricciones del
gobierno, y aun exponiendo su integridad y libertad juntamente con
su familia, exhortaba a todos los predicadores e Iglesia en general a
que aprovecháramos la libertad y el tiempo que el Señor nos da para
que anunciemos el evangelio, porque el Señor está cerca a la puerta
para levantar Su Iglesia. Miremos esto que hoy está sucediendo
tocante a la guerra en Croacia, es una de las señales que el Señor nos
da antes de su venida.
A los pocos días comenzaron a visitarnos algunos de los
Hermanos en Cristo, Raúl Orellana y Andrith, quienes viajaron desde
Montreal, a doce horas de camino. Ellos continuamente nos
visitaban, y también iban a Toronto, pues, allí había un pequeño
grupo de Hermanos, los cuales, eran liderados por la Hermana
Argenis Valencia, quien también venía de Colombia. Ella comenzó a
realizar células en su casa juntamente con su familia. El Hermano
Andrith y el Hermano Raúl además visitaban otros lugares alrededor
de Montreal y Longuey (Provincia de Quebec), tales como:
Sherbrooke, Droumoumville, Victoria Ville, Ciudad de Quebec,
Jonquier, Gatino, Trois Riviere. Dios comenzó a glorificarse de una
manera muy maravillosa en la Provincia de Quebec, en donde hoy,
por la gracia del Señor se han establecido 16 Iglesias, las cuales, están
predicando el glorioso Nombre de Jesús. Actualmente, en Canadá
hay 28 Iglesias en las diferentes provincias, y hay otros lugares en
proyección donde se necesitan Obreros, de manera que, así se cumple
lo dicho por el Señor: “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros
a su mies” (Mateo 9:37-38).
También nos visitaron algunos Hermanos de los Estados Unidos. El
Hermano Eliseo Duarte siempre nos visitó como Presidente de la
Iglesia en los EE. UU., y después como nuestro Misionero en
Canadá. Él nos hacía estudios pastorales cada tres o cuatro meses,
discipulando y formando a los nuevos hombres que Dios había
estado llamando. Antes de terminar su carrera con gozo, el Hermano
Eliseo nos dejó un gran legado digno admirar, y seguir su ejemplo.
De igual manera, la Hermana Marlene de Duarte, esposa de nuestro
Hermano Eliseo también nos visitaba en compañía de algunas
Hermanas, tales como la Hermana Mariela Castellanos, esposa de
nuestro Hermano Germán Castellanos, la Hermana Marisol Rivera,
esposa del Pastor Hugo Rivera, entre otras Hermanas quienes han
tenido amor por la Obra misionera.
El hermano Germán Castellanos también nos visitó en su vigencia
como Presidente de la Iglesia en los EE. UU., en compañía de
algunos Hermanos de la Iglesia en Quin (New York). Quiero
agradecer a cada uno de los Hermanos allí en ese lugar, pues, fueron
muy generosos con nosotros desde nuestra llegada a Canadá. La
Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana (IPUL) nos enviaba una
ayuda mensual para pagar el arriendo del lugar de predicación,
además de la gasolina para el vehículo, porque debíamos
transportarnos a diferentes lugares para hacer el trabajo de
evangelismo.
En Fort Erie, el Señor nos permitió bautizar 6 hermanos, quienes al
poco tiempo emigraron hacia el interior del país en busca de mejores
oportunidades para ellos y sus familias. Al poco tiempo de estar en
Fort Erie, Dios nos permitió hacer una confraternidad a la que
asistieron las tres Iglesias que había en esa época en la Provincia de
Quebec, es decir, Montreal, Longuey, Droumoumville, y un buen
grupo de Hermanos de la Ciudad de Quebec a los cuales visitaba
desde Montreal el Hermano Raúl Orellana. Estos lugares junto con la
Iglesia en Toronto están a doce horas de Fort Erie. En London
(Ontario), lugar situado a dos horas y media de allí, y donde también
visitaba a los Hermanos, solicité un espacio para alojar a este
hermoso grupo de Hermanos asistentes a la confraternidad,
aproximadamente unos cincuenta. El Señor nos proveyó el lugar de
alojamiento. Algunas familias del pueblo como también una Iglesia de
otra denominación con quienes el Señor nos puso en gracia, nos

abrieron las puertas para la realización del evento. El predicador fue
el Hermano Eliseo Duarte a quien Dios respaldó manifestándose de
una manera muy maravillosa. Además, aprovechamos para tener un
ayuno clamándole al Señor por las almas en Canadá. Después el
Señor nos concedió realizar otra campaña en Fort Erie, la cual
también fue de gran bendición. El predicador invitado para esta
ocasión fue el Hermano Orlando Valencia, Pastor en los EE. UU.
desde los comienzos de nuestra actual Iglesia Pentecostal Unida
Canadiense. Siempre nos han estado apoyando de muchas formas, ya
que actualmente somos una Obra Misionera de los EE. UU.
Inicialmente, nos identificamos como Iglesia Pentecostal Unida
Latinoamericana, el mismo nombre de la Iglesia en los EE. UU.
Con frecuencia tuvimos la bendición de que nos visitaran familias de
diferentes lugares, puesto que Fort Erie queda a veinte minutos de las
Cataratas del Niágara, lugar muy visitado por turistas de diferentes
partes del mundo. Allí también me convertí en guía turístico, y lo
hacía con mucho amor, pues yo era feliz al ver a mis Hermanos en
Cristo disfrutando. Desde Fort Erie, el Señor nos permitió viajar cada
ocho días por espacio de dos años aproximadamente a London, para
hacer una Célula o visita familiar a dos Hermanas procedentes del
país del Salvador, Olinda y Sindy Hernández, madre e hija
respectivamente a quienes ya estaba visitando la hermana Esther
Mendoza. Ellas vivían en un edificio alto, y desde allí observábamos
la ciudad, y orábamos al Señor para que levantara una hermosa Iglesia
en aquella Ciudad.
Antes de haber sido yo trasladado de Hamilton, la hermana Olinda
partió con el Señor, y tuve que hacerle la ceremonia fúnebre. En
cierta ocasión regresé con mi esposa y mis tres niños de London,
luego de hacer un culto, y debimos soportar una muy fuerte
tempestad de viento y nieve, a tal punto que detuve el vehículo en
plena vía, dado que la visibilidad era cero, exponiéndonos a que nos
arrollara una tractomula, pero gracias al Señor que en Su misericordia
nos guardó.
El 20 de Julio del 2004 entró por Fort Erie nuestro hermano
Moisés Sara con su esposa, la Hermana Inés, y su pequeño niño,
Mathew, con diez meses de nacido, quienes venían de los EE. UU. en
donde era Pastor de la IPUL, en Colorado. Me recordaba el Hermano
Moisés del recibimiento que les hicimos, fue con unas empanadas.
Ellos hicieron los trámites de inmigración, y ese mismo día
continuaron con su destino para Toronto, donde empezó a
congregarse con el Hermano Winn Ramírez quien es el Pastor de la
Congregación en Toronto. Al poco tiempo fue enviado a London
(Ontario). El Hermano Moisés Sara hoy es nuestro Presidente de la
Iglesia Pentecostal Unida Canadiense, y Pastor en Calgary (Alberta),
además de ser el quinto misionero de nuestra actual Iglesia; siendo el
primero nuestro Hermano Raúl Orellana, Andrith Calderón el
segundo, Orlando Arias el tercero, y Winn Ramírez el cuarto, en su
orden.
Cinco años después de nuestra entrada a Canadá, mi esposa y
mis hijos fueron aceptados por inmigración allí en el país. Yo fui
aceptado dos años después, ¡gracias a Dios!, puesto que tuve que
hacer apelación, y fueron momentos muy difíciles, pero el Señor ha
estado con nosotros ayudándonos y guardándonos en todo tiempo.
Transcurridos dos años aproximadamente de estar en Fort Erie, el
Hermano Raúl Orellana (Presidente de nuestra Iglesia), dijo que me
trasladara para la Ciudad de Quebec, Provincia de Quebec, debido a
que allí había unas familias a quienes él visitaba desde Montreal cada
ocho días. Le dije que por el momento no me era posible, porque no
se me había definido mi situación de inmigración.
En el año 2007 el Hermano Moisés Sara me llamó desde London, y
me dijo que en Hamilton (Ontario) había llegado una familia de
Colombia. Me propuso que los atendiera, e inmediatamente acepté.
Comencé a visitarles, y me trasladé para Hamilton donde el Señor nos
permitió estar por espacio de dos años. Allí también fuimos
inquilinos en una iglesia de otra denominación. Comenzamos a
congregarnos, y el Señor levantó un bonito grupo, del cual se

bautizaron algunos Hermanos; también hacíamos Células o visitas
familiares en la región de Niágara Fall, para atender algunas almas que
habían sido evangelizadas anteriormente. Algunos de los Hermanos
evangelizados se bautizaron en Fort Erie y Hamilton (Provincia de
Ontario). Hoy, gracias a Dios están perseverando en el Señor, y se
congregan en Iglesias de la Provincia de Alberta.
El Hermano Raúl Orellana continuamente insistía diciéndome que
debía trasladarme a la Ciudad de Quebec, de lo cual respondí que aún
no tenía definida mi situación de inmigración. En cierta ocasión los
Hermanos de Quebec programaron un evento, al cual asistimos los
Pastores de la Provincia de Quebec, 5 conmigo, entre ellos el
Hermano Eliseo Duarte y el Hermano Juan Carlos Monsalve, quienes
venían de los EE. UU. Mientras me transportaba en una Mini Van
(vehículo de siete puestos) con los Pastores, el Hermano Raúl dijo:
– Sigo sintiendo de parte de Dios que el Hermano Orlando es el
hombre que debe venir a la Ciudad de Quebec.
Le respondí de una manera muy descomedida:
– Hermano Raúl, yo no siento nada.
Después tuve que acercarme a pedirle perdón. Ministros, tengamos
mucho cuidado con lo que nuestros Superiores nos demandan,
recordemos que ellos han sido establecidos por Dios para ministrar
Su Iglesia. Dios es un Dios de orden.
A los dos años de estar en Hamilton (Ontario), se nos
presentó una situación muy difícil, en la cual se nos cerraron las
puertas para el trabajo, secularmente hablando, pues, al comienzo,
pastores y esposas debíamos trabajar para nuestro sustento. En este
tiempo, gracias a Dios porque en algunos lugares el pastor no trabaja
en lo secular, pero su esposa sí debe trabajar para cubrir los gastos.
Fueron momentos muy difíciles para nosotros, ya habíamos
negociado la compra de una casa con el banco, y teníamos
compromisos. Me hice la siguiente pregunta con mi esposa:
– ¿Será que la voluntad de Dios es que nos traslademos para la
Ciudad de Quebec?
Era muy difícil para nosotros tomar esa decisión, puesto que,
teníamos siete años de estar viviendo en la Provincia de Ontario,
cuyo idioma es inglés, y la Provincia de Quebec es de lengua francesa.
Para nuestros hijos no era tan fácil el cambio de idioma y de
costumbres, dado que éstas también son diferentes. No obstante,
continuamos orando al Señor por esta decisión.
El Hermano Raúl Orellana me invitó a predicar en una
confraternidad en Montreal. Acordé con mi esposa que si el
Hermano Raúl volvía a mencionarme del traslado para la Ciudad de
Quebec yo aceptaría. Viajé a Montreal, y el Hermano Raúl me estaba
esperando en el terminal. Me invitó a desayunar en una tienda, y
estando allí él me dijo:
– Hermano Orlando, usted debería trasladarse para la Ciudad de
Quebec.
En ese instante tuve que llorar, y pedirle perdón a él por haberle
contestado descomedidamente anteriormente. Mi respuesta fue:
– Sí, señor, lo haré.
En ese momento recordé la experiencia que debí pasar en Houston,
cuando no quería venir a Canadá. Eso sucedió a finales del año 2009.
El Hermano Raúl me dijo que debía trasladarme el siguiente mes, o
sea, en noviembre. Le pedí me diera más tiempo porque debía hacer
las diligencias de la casa, la cual, devolví al banco pagando una
penalidad bastante alta.

Traslado a Quebec.
“Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber
lo que allá me ha de acontecer” (Hechos 20:22).
En febrero del año 2011 nos trasladamos a la Ciudad de
Quebec. Para mis hijos la adaptación fue muy difícil por el idioma, las
costumbres, entre otros aspectos. De igual manera para mi esposa se
tornó complejo, ella había hecho una formación en Ontario para
trabajar en oficina. En Canadá, la mayoría de las esposas de los
pastores trabaja para ayudar en la economía del hogar. Canadá es una
Obra Misionera, y por ahora no hay suficientes recursos para sostener
a los Obreros.
Había unas familias que se congregaban, las cuales habían llegado de
Colombia, entre ellas, la Familia Rivera y la Familia Chate, quienes
fueron los pioneros de la Obra en este lugar. El Pastor Raúl Orellana
los visitó y administró desde Montreal durante cinco años. Estas
familias hasta hoy permanecen fieles al Señor, y siguen siendo de gran
bendición. Al comienzo no fue fácil, pero hoy puedo decir como dijo
Samuel: “(…) Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1º Samuel 7:12). Por la gracia
de Dios, hoy hay un buen grupo de hermanos, estamos orando y
trabajando para que el Señor nos provea un lugar, cuya propiedad sea
de la Iglesia. Le invito mi hermano y amigo lector para que usted
también sea parte de la Obra Misionera en este país, promoviendo,
comprando y obsequiando este libro. La Obra de las Misiones
continúa. El presente libro persigue principalmente tres propósitos:
1) Glorificar al Señor, (2) Compartir mi experiencia en las misiones, y
(3) Fortalecer económicamente el fondo de las Misiones en Canadá,

país donde en el año 1937 Dios habló al Hermano Aksel Verner
Larsen a través de una visión, con el fin de llevarle al país de
Colombia, donde su experiencia es narrada en los Tres Tomos del
Documental “Una Historia que no termina”.
Hoy, la Iglesia en Colombia se acerca a cinco mil congregaciones, y
aproximadamente cuarenta misioneros en diferentes partes del
mundo, quienes son administrados y sostenidos por el Departamento
de Misiones Extranjeras. Desde Colombia fue enviado el Hermano
Eliseo Duarte como Misionero en los EE. UU. Allí, gracias a Dios
hoy hay más de ciento treinta congregaciones. A finales de los años
90, la Iglesia de los EE. UU., en cabeza de nuestro Hermano Eliseo
Duarte, comenzó a visitar Canadá, atendiendo un llamado del
Hermano Raúl Orellana y el Hermano Salomón López, quienes
estaban liderando cada uno un grupo de Hermanos, en Montreal y
Longueuil respectivamente. Tenemos una deuda con Dios y con
Canadá, y ésta es una muy buena oportunidad para que, a los que
Dios nos ha dado una visión misionera y la compasión por las almas
perdidas, podamos hacer parte de la Obra Misionera en el segundo
país más grande del mundo, el cual está muy necesitado de conocer a
Dios siendo salvos. De esta manera, podemos decirle a Dios: “Porque
¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente
cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1º
Crónicas 29:14).
Por la gracia de Dios tengo 75 años de edad, Él me ayude a terminar
mi carrera con gozo. Ruego a Dios me permita ver este proyecto
realizado con la bendición de Él, y también con la generosidad suya,
estimado lector, para con la Obra Misionera en este país de Canadá.
La necesidad es tan apremiante, así como en los tiempos de la Iglesia
primitiva, cuando se le dijo a Pablo que fuera a Macedonia a predicar
la Palabra del Señor: “Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón
macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos”
(Hechos 16:9).
C A P Í T U L O X I

Inicios de la Iglesia Pentecostal
Unida Canadiense.
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como
perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero
cada uno mire cómo sobreedifica” (1ª Corintios 3:10).
El Hermano Raúl Orellana se convirtió al Señor en el año
1990, en la Iglesia Apóstoles de Jesucristo, la cual, pastoreaba el
Hermano Luis Carlos Fontalvo; allí también asistían en ese tiempo la
Hermana Isabelita Torres, la Hermana Ylenia e Yveth Torres,
hermana e hijas del Hermano Álvaro Torres respectivamente. La
Hermana Mirian Torres, esposa del Hermano Luis Fontalvo, ya había
partido con el Señor un año antes, aproximadamente. El Hermano
Raúl vivía en un edificio con seis compañeros, todos de Guatemala, y
él era el líder de todos; aún no había conocido al Señor, y no
simpatizaba con el evangelio. En alguna ocasión, uno de ellos fue
invitado a la Iglesia Apóstoles de Jesucristo por el Hermano Édgar
López, quien es un Hermano muy usado por el Señor en el
evangelismo. Cuenta el Hermano Raúl que cuando este compañero se
convirtió al Señor no les manifestó nada, temiendo que el Hermano
Raúl lo despidiera del edificio, dado que allí se hacía lo que el
Hermano Raúl dijera, y a él no le gustaba el evangelio.
En cierto momento, este Hermano invitó a algunos Hermanos al
edificio, a saber, Luis Carlos Fontalvo, Édgar López y Edward
Carranza. El Hermano Luis Carlos cantó unas alabanzas, y cuando
hubo terminado les dijo que él quería orar por ellos, y le pidió

permiso al Hermano Raúl quien se lo concedió; y oró con estas
palabras:
– Señor Jesús, aquí están estos hombres; los dejo en sus manos,
¡sálvelos!
Y se despidió.
Después el Hermano Édgar López los siguió visitando, y en cierta
oportunidad invitó al Hermano Raúl a su casa a tomarse un café, y allí
distinguió al Hermano Salomón López quien le dio una tarjeta con la
dirección de la Iglesia, y le dijo:
– Le invito, allí solamente van los valientes; si Usted no va es
porque no es ningún valiente, es un mentiroso.
Pues el Hermano Raúl presumía de que era muy valiente, puesto que
descendía de una familia militar. Estas palabras del Hermano
Salomón dejaron muy inquieto al Hermano Raúl, quien decidió ir a la
Iglesia para demostrarle que él no era ningún cobarde. Estando en la
Iglesia, transcurrió el culto; y una vez terminada la exposición del
mensaje de la Palabra del Señor, el hermano Salomón se le acercó, y
le dijo:
– Aquí los valientes son los que pasan adelante y se arrodillan.
El Hermano Raúl para demostrarle que era valiente, pasó adelante y
se arrodilló. Comenta el Hermano Raúl que cuando se arrodilló, el
Señor lo tocó, e hizo la obra en él, ¡Gloria a Dios!, Él obra de muchas
maneras para salvar a un alma; aprovechemos todo tiempo y
circunstancia para cumplir con la labor de evangelismo, pues, el Señor
es quien hace la obra.
Según narra el Hermano Raúl se hacían tres cultos: el primero en
español, siendo la mayoría de miembros hispanos de diferentes
países, especialmente de Centro América; el segundo en francés, con
Hermanos de haitianos y africanos; y el tercero en inglés, con
Hermanos canadienses quienes eran aproximadamente unos veinte o
treinta. La membresía era de aproximadamente trescientas personas.
En el año 1998, cuenta el hermano, él hacía una célula a la cual asistía
una muy buena cantidad de almas, y Dios se glorificaba haciendo
grandes sanidades, milagros y grandes maravillas. Pero en cierta
ocasión, llegó a la Iglesia una señora en silla de ruedas buscando al
Hermano Raúl para que la sanara. Dice el Hermano Raúl que esto a él
le preocupó y le disgustó mucho, porque el que sana es el Señor
Jesucristo; y no quiso orar por ella. Por este motivo, el Hermano Raúl
le pidió al Pastor que por favor le asignara otro lugar para así él poder
continuar con el evangelismo; en efecto, fue enviado a un lugar fuera
de la ciudad, al hogar de una pareja para comenzar la célula.
Un día estando orando allí, cuenta el Hermano Raúl que Dios puso
un sentir en su corazón, donde le decía:
– Raúl, no vuelvas más a la Iglesia; quédese en su casa orando con
su familia.
Esto le preocupó bastante, y lo relacionó con comentarios de algunos
Hermanos que estaban inconformes, porque hasta el momento no se
habían promovido Obreros, y dijo:
– No, esto sólo es un pensamiento.
Él no tenía nada en contra de Luis Carlos, puesto que lo trataba muy
bien, y siempre estaba atento para ponerlo a participar en la
predicación y en otros asuntos del servicio a Dios. El Hermano Raúl
comenta que en otra ocasión llegó a la Iglesia temprano como de
costumbre, y siempre se arrodillaba a orar al pie de la plataforma.
Mientras oraba sintió de nuevo que Dios le hablaba, y le decía:
– ¿No te dicho que no vuelvas más a la Iglesia? Quédate en casa
con tu familia.
Dice que fue duro trabajo para él asimilar esto, y se dijo entre sí:

– Creo que esto es muy serio; no es un pensamiento mío.
En la entrevista que tuve con él, le pregunté de qué manera Dios le
estaba hablando, si era una voz audible o en qué forma Dios le
hablaba. Él me respondió que no era fácil de explicar, dice que no era
una voz audible, él sentía que Dios le hablaba. Dice que al mes volvió
a sentir estando en la Iglesia orando que Dios le dijo:
– No vuelvas más a la Iglesia, quédate en casa.
Tomó la decisión de hacer una carta al Pastor explicándole el por qué
no iba a volver más a la Iglesia, por lo cual se quedaría en casa para
esperar la voluntad de Dios, y saber si esto era de parte del Señor o
no de lo que estaba sintiendo. En el mes de julio se quedó en casa, y
empezó a orar con su esposa y sus tres hijos, pero no pasaba nada;
esto le confundió y le preocupó mucho, y dijo dentro de sí:
– Voy a volver a la Iglesia, y pido perdón al Pastor y a la Iglesia
públicamente si les he ofendido, para que me permitan volver.
Ya en el mes de agosto el Hermano Raúl dice que oró a Dios, y le
dijo:
– Señor, si tu voluntad es que me quede en casa, envíame gente
aquí, yo no voy a ir a evangelizar tampoco a invitar Hermanos de
la Iglesia, porque esto es división, y no es mi deseo aprovecharme
de las circunstancias.
Él relata que, en la primera semana de agosto, el Señor le envió
cuatro personas, y a la segunda semana le llevó otras cuatro; y en
todo el mes de agosto ya había diez y seis personas, y algunos le
llamaban preguntándole si podían asistir a su casa. Dice el Hermano
Raúl que después de esto llamó al Hermano Eliseo Duarte y a la
Junta Directiva de la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana de
los Estados Unidos, pidiendo que lo apoyaran porque él no tenía
ninguna experiencia ni formación ministerial, y ellos le preguntaron
qué era lo que había sucedido, entonces él les comentó.
Según el Hermano Raúl los primeros que le visitaron de los EE. UU.
fueron el Hermano Eliseo Duarte y el Hermano Adrián Burgos,
ambos Directores de la Iglesia allí. También lo visitó el Hermano
Timoteo Drost quién lideraba un grupo de portugueses en Toronto
(Ontario). En la misma visita, dice el Hermano Raúl que, les pidió le
nombraran un Obrero, pues él no tenía formación ministerial. El
Hermano Eliseo Duarte le pidió al Hermano Raúl que él se encargara
del grupo como Obrero en Montreal. El Hermano Raúl y el
Hermano Drost en ese tiempo hicieron el registro en Toronto de
nuestra Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana, después se le
cambió el nombre y pasó a llamarse Iglesia Pentecostal Unida
Canadiense, con el mismo número del registro. El Hermano Raúl
continuó haciendo las células, y llegó a tener una asistencia como de
16 o más personas, y de un momento a otro se dispersaron, liderados
por una persona que asistía allí, y lo dejaron solo. Viene a mi
memoria la experiencia del Señor Jesús, cuando la multitud lo dejó
solo: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban
con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le
respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna” (Juan 6:66-68). El enemigo en todos los tiempos siempre ha
querido destruir la Iglesia, pero recordemos lo que le dijo el Señor
Jesús a Pedro: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo
16:18).
Cuenta el hermano Raúl que estando en la Escuela Dominical
solamente con su familia, llegó el Hermano Andrith Calderón con su
esposa, la Hermana Ylenia Torres Larsen, quienes le manifestaron su
deseo de seguir congregándose en nuestra Iglesia, y ese mismo día
ellos dieron sus diezmos. El Hermano Andrith y su esposa más tarde
fueron posesionados en Longueuil como Obreros. Después el
Hermano Raúl y el Hermano Andrith comenzaron a visitar Toronto,
Fort Erie y London, en la Provincia de Ontario. En la Provincia de
Quebec el Hermano Raúl comenzó a visitar la Ciudad de Quebec,
hasta el momento en el que por la gracia de Dios fui allí posesionado

como Pastor. También el Hermano Raúl visitaba Chicoutimi,
Jonquière, Trois Riviere y Sherbrooke; allí le acompañé en una
ocasión a realizar una célula en casa de la familia Carrasquilla, cuando
fui a visitarlo a Montreal. De igual manera, visitaba Saint-Jérôme,
Drummondville y Laval; el Hermano Andrith también comenzó a
visitar Victoriaville, Gatino y Saint-Hyacinthe. En cada uno de estos
lugares hoy hay una obra establecida para la gloria de Dios. En la
Provincia de Quebec por la gracia del Señor hay 16 obras
establecidas. Cabe anotar que cuando los Hermanos visitaban estos
lugares, lo hacían en medio de grandes tempestades de nieve, las
cuales, son muy peligrosas. En este tiempo son menos fuertes a causa
del calentamiento global; aunque en algunos lugares estas
tempestades siguen siendo muy fuertes, especialmente al norte de
Canadá, en el Polo Norte.
Congregaciones en Provincia de
Quebec (Distrito Este).

“Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en
número cada día” (Hechos 16:5).
JONQUIÈRE
Pastor: Yimer Pedraza.
Esposa: Marcela.
TROIS RIVIERE
Pastor: Rubén Rivera.
Esposa: Yohanna Paz.
DRUMMONDVILLE
Pastor: Elkin Martín.
Esposa: Marcela Castiblanco.
VICTORIAVILLE
Pastor: Eder Escalante.
Esposa: Oleidis Posso.
SHERBROOKE
Pastor: Carlos España.
Esposa: Johanna Suárez.
GRAMBY

Pastor: Jesús Ardila.
Esposa: Greis Quintero.
SAINT-HYACINTHE
Pastor: Luis Miguel Marín.
Esposa: Gilma Tamayo.
LONGUEUIL
Pastor: Andrith Calderón.
Esposa: Ylenia Torres Larsen.
LAVAL
Pastor: Augusto Pascuas.
Esposa: Sandra Reyes.
SAINT-JÉRÔME
Pastor: Emmanuel Benavides.
Esposa: Leidy Velásquez.
JOLIETTE
Pastor: Óscar Valencia.
Esposa: Nohora Velásquez.
MONTREAL
Pastor: Raúl Orellana.
Esposa: Tania Orellana.
QUEBEC
Pastor: Orlando Arias.

Esposa: Gloria Escobar.
OTAWA (ONTARIO)
Pastor: Yesid Panqueva.
Esposa: Lucy Márquez.
HALIFAX (PROVINCIA NOVA SCOTIA)
Pastor: Francisco Ruiz.
Esposa: Nathaly Ruiz.
Inicios de la Obra en Alberta.

“Pero estaré en Éfeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto
puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios” (1ª
Corintios 16:8-9).
La Iglesia Apóstoles de Jesucristo tenía un grupo de
Hermanos en Longueuil, un lugar anexo a Montreal, el cual
inicialmente lo comenzó a liderar el Hermano Salomón López con su
esposa, la Hermana Isabel de López, de origen guatemalteco; después
lo lideró el Hermano Benjamín Fontalvo, hermano del Hermano Luis
Carlos Fontalvo.
A finales de los años 90s, el Hermano Salomón juntamente con su
esposa, la Hermana Isabel, le manifestaron al Hermano Benjamín y al
Hermano Luis Carlos Fontalvo el no volver a la Iglesia, y expresaron
los motivos de esta decisión. Dice la Hermana Isabel que ellos
salieron de allí en paz con los líderes de la Iglesia. Ellos comenzaron a
orar en su casa, y al poco tiempo les llamaron como unas seis familias
que se congregaban con el Hermano Benjamín, para manifestarles
que ellos también habían decidido no volver más a la Iglesia. Estas
familias se pusieron de acuerdo para comenzar a reunirse. La primera
reunión la celebraron en casa del Hermano Manuel Aguilera, los
comenzó a liderar el Hermano Salomón López. Éstas eran familias de
diferentes países: Italia, Guatemala, Chile, quienes habían inmigrado a
Canadá en los años 70s, algunos por los conflictos en sus países de
origen.
En vista de que el grupo había comenzado a crecer, comenta la
Hermana Isabel que el Hermano Salomón le escribió una carta al
Hermano Álvaro Torres para tomar consejo, ya que él no tenía
formación ministerial, y no sabía qué hacer. Según la Hermana
Isabelita (como cariñosamente le llamamos), dice que gracias a Dios
el grupo empezó a multiplicarse, y tuvieron que tomar en alquiler
durante algún tiempo en varios lugares hasta que finalmente se
pudieron ubicar en la Avenida Churchill. Ya estando allí, el Hermano
Salomón llamó a la Junta Directiva de la Iglesia Pentecostal Unida
Latinoamericana en los EE. UU., en cabeza del Hermano Eliseo
Duarte como Presidente, con el fin de solicitarles que los visitaran y
los apoyaran para seguir atendiendo el grupo. La Junta Directiva de
los EE. UU. invitó al Hermano Salomón a la Segunda Convención
Juvenil en New York, en septiembre de 1998.
Cuenta la Hermana Isabel que cuando estaban ubicados en la puerta
del lugar de la Convención, se encontraron con el Hermano Raúl
Orellana; se sorprendieron, y le preguntaron:
– ¿Usted qué hace aquí?
El Hermano Raúl también había sido invitado a la Convención. Dice
la Hermana Isabelita que para ella fue una sorpresa ver allí al
Hermano Raúl. Después que hicieron la reunión con los Directivos
de la Iglesia, los Hermanos regresaron a Canadá. Al cabo de poco
tiempo, el Hermano Eliseo Duarte y el Hermano Adrián Burgos
(también Directivo de la Iglesia en los EE. UU.), visitaron a los
Hermanos en Longueuil, y nombraron como líder al Hermano
Salomón López, como secretario al Hermano Manuel Aguilera, y
como tesorera a la Hermana Pina.
Estando todavía en la Avenida Churchill, al poco tiempo fue el
Hermano Eliseo Duarte y el Hermano Adrián Burgos a posesionar

como Obrero en Longueuil, Quebec, al Hermano Andrith Calderón
Este fue el comienzo en Longueuil, Segunda Congregación después
de Montreal de nuestra actual Iglesia Pentecostal Unida Canadiense.
Comienzos de la Iglesia en la
Provincia Alberta.
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella” (Mateo 16:18).
Aproximadamente entre los años 2006 y 2007, el Hermano
Eliseo Duarte visitó al Hermano José Chinchilla y a su familia en la
Ciudad de Edmonton, Alberta, quienes habían llegado de Colombia,
y lo dejó encargado de la obra en este lugar. Desde allí el Hermano
José Chinchilla comenzó a visitar la Ciudad de Calgary, Alberta.
Después fue posesionado allí el Hermano Moisés Sara, trasladado
desde London, Ontario, a una distancia aproximada de cinco horas
en avión. Más tarde el Hermano José Chinchilla se trasladó a la
Ciudad de Brooks, Alberta, en donde comenzó una nueva obra. En
su reemplazo en Edmonton fue posesionado el Hermano Luis
Alfredo Quintero, hoy se encuentra en Brooks como Pastor el
Hermano José Luis Argote, quien fue trasladado desde
Drummondville, Quebec. En Lethbridge comenzó la obra el
Hermano Arismel Pérez, quien se trasladó desde Winnipeg en donde
estaba encargado de la obra en ese lugar. Hoy en Winnipeg es Pastor
el Hermano Álvaro Cansina.

PROVINCIA DE MANITOBA
En Brandon, Provincia de Manitoba comenzó la obra el Hermano
Geovanni Sánchez, hoy Pastor en Edmonton, Alberta. Actualmente,
en Brandon es Pastor el Hermano Arnold Valbuena.
PROVINCIA BRITISH COLUMBIA
En la Ciudad de Surrey, British Columbia, comenzó la obra el
Hermano Germán Palomino, quien fue trasladado desde Saint-
Jérôme, Quebec. Recientemente, se dio apertura a la obra en la Isla
Victoria British Colombia, la cual administra el Hermano Germán
Palomino.
PROVINCIA DE NUEVA ESCOCIA
El Hermano Francisco Ruiz fue enviado desde la Iglesia de Ottawa,
Ontario, a Halifax, Capital de la Provincia de Halifax, como obrero;
hoy gracias a Dios hay una maravillosa Iglesia en ese lugar.
C A P Í T U L O X I I

Entrevistas.
“… porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”
(Hechos 4:20).
HERMANO ANDRITH CALDERÓN
El Hermano Andrith es el segundo misionero de la Iglesia
Pentecostal Unida Canadiense; fue posesionado juntamente con su
esposa, la Hermana Ylenia Torres Larsen en Longueuil (Provincia de
Quebec), por el Hermano Eliseo Duarte y el Hermano Adrián
Burgos, Directivos de la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana
de los EE.UU. Desde el comienzo, el Hermano Eliseo lo encargó de
las finanzas, y hasta el día de hoy sigue siendo el tesorero de la Iglesia.
Dios lo ha usado de una manera muy especial; en este momento
gracias a Dios nuestra Iglesia en Canadá es un ejemplo. El Hermano
Andrith es hijo del Hermano Armando Calderón, Pastor en uso de
buen retiro de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. El Hermano
Andrith comenta que recibió el Espíritu Santo a los 16 años, y a los
18 años fue bautizado, comenzando a servir con mucha diligencia en
la Iglesia. Se casó por lo civil en Montreal (Canadá), en septiembre de
1999 con la Hermana Ylenia Torres Larsen, a quien ya distinguía
desde su niñez como “la hija del Pastor de Barranquilla” (Hno.
Álvaro Torres), y el 22 de julio del año 2000 hicieron la ceremonia en
la Iglesia Central de Bucaramanga, donde era Pastor el Hermano

Álvaro Torres. La Hermana Ylenia vivió y se formó profesionalmente
en Montreal.
La solicitud de residencia canadiense para el Hermano Andrith, duró
aproximadamente un año. El 1 de agosto del año 2000 llegó a
Montreal, y después de tres meses comenzaron a congregarse en el
lugar donde hacía las reuniones el Pastor Raúl Orellana junto con su
esposa, la Hermana Tania, y su hijo Aarón. Dice el hermano Andrith
que ellos al ver la problemática doctrinal y administrativa que había
en la Iglesia del Hermano Luis, y al ver la necesidad que había en
Canadá, Dios los impulsó a unirse y trabajar con la Iglesia Pentecostal
Unida Latinoamericana del Canadá, la cual estaba siendo apoyada por
la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana de los EE.UU., en
cabeza de nuestro Hermano Eliseo Duarte, quien fue nuestro
Misionero hasta el día en que él partió con el Señor.
Comenzaron a visitar algunas familias que se habían dispersado
juntamente con el Hermano Raúl, puesto que, que días antes se
reunían unas treinta personas. Dios permitió que varias familias
regresaran a la Iglesia. Dice el Hermano Andrith que también
comenzaron a organizar Escuela Dominical, Contabilidad, Música,
Evangelismo, y también la documentación pertinente, dado que la
Iglesia en Canadá tenía a nivel nacional su registro ante el gobierno
como Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana. En Montreal
estuvieron con el Hermano Raúl aproximadamente un año y medio, y
allí Dios los usó grandemente para el inicio de nuestra Iglesia en
Canadá. Seis meses después de estar en Montreal, el Hermano Adrián
Burgos quien era el Presidente de la Iglesia en los EE.UU., y el
Hermano Eliseo, le pidieron al Hermano Andrith que ayudara al
Hermano Salomón López, quien estaba liderando la Obra en
Longueuil. El Hermano Salomón tenía algunos quebrantos de salud.
El Hermano Andrith lo hacía una vez a la semana, los sábados. Según
el Hermano Andrith había cuatro familias: el Hermano Salomón
López y su esposa, la Hermana Isabel de López (de Guatemala), el
Hermano Augusto Valdez y su esposa, la Hermana Irene de Valdez
(de Chile), el Hermano Manuel Aguilera y su esposa, con su pequeña
niña de seis meses de edad (de Chile), y el Hermano Escalia y su
esposa, la Hermana Pina (de Italia).
El 22 abril del año 2002 el Hermano Andrith fue posesionado como
Pastor en Longueuil por el Hermano Adrián Burgos y el Hermano
Eliseo Duarte, miembros de la Directiva de la Iglesia Pentecostal
Unida Latinoamérica en los EE.UU. Comenta el Hermano Andrith
que los Hermanos asistían a la Iglesia de Longueuil donde era Pastor
el Hermano Benjamín Fontalvo, hermano del Hermano Luis
Fontalvo, quienes salieron de allí desmotivados porque no estaban de
acuerdo con la parte doctrinal, administrativa, entre otras situaciones
más que no concordaban con el orden apostólico, por lo que
decidieron hacer culto en sus casas; y después otros hermanos que
dejaron de asistir donde el Hermano Fontalvo, le preguntaron al
Hermano Salomón y a los otros Hermanos acerca del lugar en el que
se estaban reuniendo, y ellos les dijeron que hacían cultos en sus
casas. De esta manera se formó un grupo más grande, luego pidieron
ayuda a la Iglesia en Colombia, pero la Iglesia en Colombia les
contestó que ellos debían pedir ayuda al Hermano Eliseo Duarte con
la Iglesia en los EE.UU. la cual les quedaba más cerca. El Hermano
Raúl y el Hermano Salomón llamaron al Hermano Eliseo para
pedirles ayuda. Cuenta el Hermano Andrith que la Iglesia de los
EE.UU. atendió la solicitud, y vino a Canadá para hablar con los
Hermanos, y averiguar primero todo lo concerniente a la parte
doctrinal, administrativa, y quiénes eran los hermanos; hablaron
también con el Hermano Luis Fontalvo, y de ahí transcurrió una larga
historia, dice el hermano Andrith, la cual no se quiso decir qué
sucedió en la reunión realizada, y hubo tal discrepancia entre en el
Hermano Luis Fontalvo y el Hermano Eliseo. Pasado el tiempo se
comprobó que todo esto era permitido por Dios. De allí en adelante,
el Hermano Raúl y el Hermano Andrith fueron instrumentos usados
grandemente por Dios, para comenzar a visitar varios lugares en la
Provincia de Quebec cuya lengua es francesa. Del mismo modo, se

unieron para visitar la Provincia de Ontario cuya lengua es inglesa,
como Toronto, Fort Erie, y London.
Para la Gloria de Dios hoy hay una hermosa Iglesia en Canadá, la cual
el Señor está bendiciendo maravillosamente. En este momento hay
lugares que las diferentes Congregaciones están visitando, y hay una
grande necesidad de Obreros para que el Señor los envíe a su mies,
como nos enseña su Palabra:
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas,
enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de
ellas; porque estaban desamparadas y dispersas
como ovejas que no tienen pastor. Entonces
dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al
Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
(Mateo 9:35-38)
La visión de la Iglesia es alcanzar a los canadienses e inmigrantes para
Cristo; para esto, en la mayoría de las Congregaciones se está
predicando y traduciendo en las lenguas oficiales del país. Además,
dentro de la Iglesia el Señor está levantando y preparando a las
nuevas generaciones para que continúen con la Gran Comisión: “Y
les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”
(Marcos 16:15).
(Hermano y amigo lector, le invito para que usted también sea parte
de esta Gran Comisión, orando, adquiriendo y obsequiando este
libro, el cual también tiene como propósito reunir los recursos para
abrir nuevas obras, y así poder todos unidos continuar con la obra
que el Señor comenzó en la Cruz del Calvario.)
El Hermano Andrith comenta que el Hermano Salomón López quien
ya partió con el Señor fue una gran columna en la Iglesia, íntegro, fiel
a Dios en todo el sentido de la palabra, muy celoso con la doctrina,
un hombre humilde, gran servidor; a pesar de sus limitaciones debido
a su salud, y la dificultad para hablar; al igual que su esposa, la
Hermana Isabel López, quien hasta hoy sigue siendo una columna y
fiel servidora en la Iglesia. Al preguntarle al Hermano Andrith qué
visión y qué proyecto le puso Dios en su corazón desde el mismo
momento en que fue nombrado por los Directivos de los EE.UU.
como Pastor en Longueuil, y con la Iglesia en el Canadá, respondió
que lo primero fue organizar la Iglesia en todos los sentidos, la
estructura administrativa de la Iglesia, contabilidad, secretaría (todo
esto comenzaba desde cero), ubicación de obreros con proyección, y
con el correr del tiempo, y con la ayuda del Señor cada día ha venido
avanzando. El Hermano Andrith considera que hoy la Iglesia después
de 23 años, Dios la ha estado direccionando para cumplir la Gran
Comisión. Por tal motivo, es necesario que en Canadá nos
concienticemos, y tomemos el ejemplo del Hermano Larsen cuando
regresó de Colombia (con cáncer) a Montreal, y quien con una visión
lo primero que hizo con su esposa, la Hermana Fayeta, fue comenzar
aprender el francés, porque él decía: “Un pueblo grande aquí en el
Quebec para Dios, en este país de Canadá, que podamos ver
hombres que le prediquen a este pueblo”. Según el Hermano Andrith
desde el año 2003, comenzó a predicar en francés, y la primera
persona que bautizó de otra lengua fue a una haitiana de nombre
Madeleine, y hasta hoy Dios le ha permitió bautizar otras personas
más de habla francesa.
El Hermano Andrith ve en el futuro la Iglesia en Canadá
administrada por ingleses y franceses sin tener en cuenta su
nacionalidad, y recomienda a los latinos aprender los idiomas para
poder ganar a los canadienses. Los Hermanos Raúl Orellana, Andrith
Calderón y Salomón López, fueron los instrumentos que Dios usó
para su gloria, y con la dirección y el apoyo de la Iglesia Pentecostal
Unida Latinoamericana de los EE.UU. en el comienzo de nuestra
actual Iglesia Pentecostal Unida Canadiense.

HERMANA ISABELITA TORRES
Tuve el privilegio de conocer a la Hermana Isabelita Torres
en la Ciudad de Bucaramanga en los años 73 y 74, estaba recién
convertido cuando ella viajó desde Barranquilla para grabar su primer
Lompley (o Long Play, ‘reproducción larga’) con el Pastor Orlando
Suárez. Ella recuerda dos canciones muy especiales: “Oh Gólgota” y
“Cristo murió por ti en la Cruz de calvario”. Todas fueron muy
especiales para ella, ya que hablaban de la Divinidad de Jesús.
La Hermana Isabelita llegó a vivir a Montreal, Canadá, hace
aproximadamente cuarenta años después de haber estado sirviendo al
Señor en Bolivia, Perú, Ecuador, España, y en Colombia
especialmente en el área de Escuela Dominical cuando vivió en
Bogotá con el Hermano Celestino y su esposa, la Hermana Luz
Marina. La Hermana Mirian Torres, esposa del Pastor Luis Carlos
Fontalvo, hermana de la Hermana Isabelita y del Pastor Álvaro
Torres, viajó de Montreal a Colombia a una convención, y la invitó a
vivir con ellos en Canadá debido a que se encontraba muy enferma
de lupus que había adquirido en Ecuador, y del que el Señor Jesús la
sanó después de haber orado y haberle pedido perdón a Dios, según
narra en su testimonio.
Cuenta la Hermana Isabelita que lo primero que ella hizo fue
comenzar a estudiar francés. Una de las experiencias inolvidables de
la época fueron las palabras de la Hermana Mirian Torres, cuando vio
que en el templo ya no cabía la gente, la mitad de la Iglesia se
componía de canadienses y la otra mitad estaba compuesta por
chilenos, guatemaltecos y salvadoreños que habían emigrado a causa
de la guerra en sus países. La Hermana Mirian, cuando vio que el
templo ya era pequeño, dijo: “Aquí hace falta otro incendio”, dado
que antes habían sufrido un incendio en el templo. La Hermana
Isabelita dice que la Hermana Mirian era una mujer de mucha fe.
Narra la Hermana Isabelita que un día ella salió con unos hermanos, y
de regreso al templo el hermano que conducía les dijo: “Hay un
incendio en la Calle Saint Laurent”; cuando estaban más cerca les dijo
que era cerca al templo, y la sorpresa era que el templo mismo estaba
en llamas. Según la Hermana Isabelita ella lo perdió todo, puesto que
también vivía en el templo. Después Dios les permitió construir un
templo más grande, ya que compraron la casa contigua. Después de
lo sucedido la Iglesia tuvo un gran crecimiento.
Comenta la Hermana Isabelita que el Hermano Luis (“Lucho”) tenía
el don de evangelismo, y con su acordeón aprendía canciones en
italiano, alemán y otros idiomas, y de esta manera evangelizaba a
varias culturas. Ella cuenta que la Hermana Mirian cuando se iba a
casar con el Hermano Lucho, le dijo: “Chave, lo que no tiene Lucho
lo tengo yo, y lo que yo no tengo lo tiene Lucho”. Los primeros
convertidos fueron quebequenses, después comenzaron a llegar
latinos, chilenos, salvadoreños y guatemaltecos, quienes emigraron de
sus países a causa de la guerra.

Después de varios años de haber estado la Hermana Isabelita en
Montreal, murió la Hermana Mirian. En la entrevista cuando le
pregunté cómo había seguido la Iglesia después de la partida de la
Hermana Mirian con el Señor, y cómo había continuado el desarrollo
de la Iglesia, ella contestó: “Muy adolorida porque era como una
madre; el primer quebequense convertido de apellido Cote decía: ‘Yo
quise mucho a mi madre, pero no como a la Hermana Mirian’. Fue
algo muy duro para la Iglesia; otro Hermano quebequense gritaba:
‘¡Mirian Fontalvo, venga a la vida!’. Mi hermana llamaba a los
Hermanaos para decirles las últimas palabras, entre ellos a un
Hermano italiano que era músico y tenía el don de visitar los
hospitales, a él le dijo: ‘Cuide mucho a su esposa, ella va a ser salva’, y
después de muchos años ella fue salva y comenzó a acompañar a su
esposo a visitar los enfermos en los hospitales”.
La Hermana Isabelita contó todo esto en medio del llanto, decía que
la Hermana Mirian hasta el último momento de su vida estuvo
aconsejando. Sólo estuvo una semana enferma, y antes de morir tuvo
un sueño: ella vio una montaña, desde allí Dios llamó a un hombre y
éste le dijo a Dios que él no subía la montaña, y ella le dijo que
subiera la montaña, y cuando él estuvo en la cima vio todo tan bello
que luego no quiso bajar. La Hermana Isabelita contaba que la
Hermana Mirian conoció al hombre, pero no dijo su nombre,
solamente que era Evangelista. A los dos años de haber partido la
Hermana Mirian con el Señor, la Hermana Isabelita viajó a Francia
donde Dios la usó grandemente en la Obra Misionera.
Cuando el Hermano Larsen regresó enfermo de Colombia se ubicó
en la Provincia de New Brunswick, y posteriormente la Iglesia
canadiense lo envió a pastorear la Iglesia en Montreal donde más
adelante el Hermano Luis Fontalvo fue Pastor. Después el Hermano
Fontalvo comenzó a evangelizar personas canadienses, y en la Calle
Papillon abrió una Iglesia que pastoreó hasta el día que él partió con
el Señor. Una Hermana quebequense de nombre Marisol fue a una
Convención en Barranquilla, y testificó acerca de la Obra en esta
Provincia.
La Hermana Mirian Torres recibió de parte del Señor el
llamamiento a la Obra Misionera en Quebec, y de inmediato
comenzó a estudiar francés. La Hermana Isabelita le recomendaba
que estudiara inglés, pero ella le respondió que Dios la había llamado
a servir en la parte francesa, y a partir de ese momento comenzaron a
orar a Dios por ese noble propósito dejándolo en las manos del
Señor. Al poco tiempo la Hermana Isabelita viajó para Canadá. Dice
que cierto día estaba en un automóvil con el Hermano Éster,
Director de Misiones, el Hermano Álvaro Torres y su esposa, la
Hermana Laverne; el Hermano Esther les dijo: “Bueno, ya tenemos
en Canadá a Álvaro, a Laverne y a Isabelita, ahora nos hace falta la
Hermana bonita (refiriéndose a la Hermana Mirian Torres)”. La
Hermana Isabelita le respondió: “Mirian tiene un llamamiento del
Señor para Quebec, ya tiene tres años de estar estudiando francés”, y
el Hermano Éster le dijo: “¿Qué?, eso es lo que yo estaba buscando”.
A Quebec nadie quería venir, porque los de habla francesa e inglesa
se trataban como los judíos en relación con los samaritanos. El
Hermano Éster añadió: “Ella vendrá”. Luego él le escribió al
Hermano Larsen sobre el sentir de la Hermana Mirian, pero el
Hermano Larsen no decía nada; no obstante, su corazón también
ardía por la Obra en Quebec. Al poco tiempo la Hermana Mirian
viajó a Canadá, parte inglesa, a la Escuela Bíblica donde también
estudió el Hermano Álvaro Torres y el Hermano Luis Fontalvo quien
estudiaba música.

HERMANO WIN RAMÍREZ
El Hermano Win Ramírez, hijo del Hermano Rodrigo
Ramírez quien fue miembro del Honorable Consistorio de Ancianos
en Colombia, casado con la hermana Pamela Torres, hija del
Hermano Álvaro Torres, quien fue Presidente de la Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia; fue el cuarto misionero en Canadá
de la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana, hoy Iglesia
Pentecostal Unida Canadiense.
El Hermano Winn hoy es pastor en Toronto, y Supervisor del
Distrito Centro. Fue el primer secretario de la Iglesia Pentecostal
Unida Latinoamericana en el año 2001 siendo miembro de la Iglesia
en Montreal, solamente había dos Obras en Canadá: Longueuil y
Montreal, Provincia de Quebec. La primera Directiva de la Iglesia
Pentecostal Unida Latinoamericana en Canadá fue nombrada por el
Hermano Eliseo Duarte quien fue nuestro maestro y misionero hasta
el día de su partida con el Señor, para poder registrar y representar la
Iglesia ante el Gobierno con Hermanos que fueran residentes en
Canadá: Presidente, Hermano Raúl Orellana, misionero en Montreal;
Secretario, Hermano Win Ramírez; Vicepresidente, Hermano Andrith
Calderón, misionero en Longueuil; Tesorero, Hermano Salomón
López, miembro de la Iglesia en Longueuil. El Hermano Win contaba
que el Hermano Eliseo siempre lo invitaba a las reuniones que fueron
muy importantes para él, dado que, allí recibió formación para el
ministerio y el área administrativa. Posteriormente, el Hermano Win
fue Vicepresidente, el Hermano Raúl Presidente, el Hermano Moisés
Sara Secretario, y el Hermano Andrith Tesorero, quienes estaban bajo
supervisión del Hermano Eliseo Duarte, como nuestro Misionero.
Después la Iglesia fue registrada ante el Gobierno de Canadá como
Iglesia Pentecostal Unida Canadiense. El Hermano Win fue el primer
Presidente de la Iglesia elegido por la Asamblea de Pastores, el
Hermano Moisés Sara como Secretario, el Hermano Andrith
Calderón como Tesorero, y el Hermano Raúl Orellana como Veedor.
El Hermano Win se casó con la Hermana Pamela en Colombia en la
Ciudad de Bucaramanga, siendo arquitecto, y la Hermana Pamela era
estudiante de idiomas. Luego de seis meses de casados y haber tenido
muy buenos trabajos, de un momento a otro se quedó sin empleo y
empezó a tener algunas dificultades económicas. El Hermano Álvaro
Torres, padre de la Hermana Pamela les dijo: “Ustedes tienen una
puerta abierta en Canadá, ¿por qué no miran?”. La Hermana Pamela
solicitó la ciudadanía canadiense, porque su señora madre (Hermana
Laverne Larsen) era canadiense; luego comenzó el trámite para el
Hermano Win, que duró aproximadamente dos años. La Hermana
Pamela terminó su carrera como Licenciada en idiomas. Todo este
proceso fue Dios mismo quien lo dirigió, ya que ellos no habían

planeado ni hablado de esta posibilidad, ni de novios ni después de
casados.
Dios les cerró todas las puertas. La Hermana Pamela no conseguía
trabajo, entonces decidieron trasladarse para Canadá. El mismo día
que el Hermano Álvaro Torres estaba siendo despedido en la Iglesia
de Bucaramanga, debido a que fue nombrado como maestro.
También le hicieron la despedida al Hermano Win y la Hermana
Pamela quienes partían para Canadá. En julio del año 2003 el
Hermano Win fue comisionado por el Hermano Eliseo y el Hermano
Germán Castellanos para comenzar a visitar Toronto, esto lo hizo
durante dos meses, allí ya se reunía un grupo de visitas quienes eran
liderados por la Hermana Argenis Valencia juntamente con sus niñas,
Melissa y Karolay, y en septiembre del 2003 se trasladó
definitivamente.
El Señor Jesús me permitió estar esa noche en el primer culto, allí
conocí a la Hermana Pamela. Me encontraba atendiendo la Obra en
Fort Erie a dos horas de Toronto. Recordando el Hermano Win, dice
que siendo aún niño le impactaban los programas misioneros, oyendo
las experiencias y anécdotas de los misioneros que eran invitados, y
esto lo sensibilizaba de una manera muy especial; aún en ese tiempo
todavía no había recibido el Espíritu Santo, y dijo: “No sé cómo el
Señor me permitió ser Pastor”. Comenté con el Hermano Win que la
pasión por la Obra Misionera en Colombia corre por las venas, y esto
ha permitido que Dios haya bendecido la Iglesia llamando a muchos
jóvenes para llevar este glorioso mensaje de salvación por todo el
mundo de la manera como el Señor Jesús lo mandó.
Una de las experiencias que cuenta el Hermano Win tiene que ver
cuando llegó a Toronto; él dijo: “Y ahora, ¿qué voy a hacer? No me
acuerdo que le haya predicado a una persona y se haya convertido”. Y
estando cuestionándose, dice que orando el Señor trató con él
leyendo Marcos 16:14-15, y dijo: “Yo lo que tengo que hacer es
predicar el evangelio, porque mi problema no es que la gente se
convierta, sino que el Señor es el que se encarga de convertir a la
gente”.
Hermano, Hermana, Pastor, Misionero, esto es lo que debemos hacer
siempre: predicar el evangelio; el Señor es el que respalda ese trabajo.
El Apóstol Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha
dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el
crecimiento” (1ª Corintios 3:6-7).
Aconseja el Hermano Win a las nuevas generaciones: “Si la persona
no se convierte de inmediato, no se desanime, sígale predicando todo
el tiempo, que ese trabajo no es en vano”.
Alguien me hizo una pregunta: “Si Canadá siendo el país que envió al
Hermano Larsen como Misionero a Colombia, ¿por qué ahora hay
misioneros colombianos?”. Justamente en la entrevista con el
Hermano Win Ramírez recordábamos que el Hermano Eliseo nos
decía que en la historia de la Iglesia esto es lo que siempre ha
sucedido. En la Biblia podemos ver cómo los Hermanos fueron
esparcidos o desterrados a diferentes países por causa de persecución
o guerras, y cómo Dios los usó para que su Nombre fuese predicado.
En el caso específico de Canadá, gran parte de la población no está
interesada en conocer de Dios, puesto que hace varios años sus
padres fueron víctimas de la tradición, y hoy muchos no quieren oír
el evangelio. Rogamos sus oraciones, mis hermanos, para que todos
los cristianos que están llegando a Canadá, especialmente la juventud,
puedan aprender rápidamente el idioma y tomar la bandera de la
predicación, y así poder ganar a los canadienses y también a los
inmigrantes de otros países, que son muchos. Gracias a Dios en este
momento hay jóvenes cristianos que hablan bien el idioma, y Dios los
está preparando para el ministerio. De la Iglesia de Toronto han
salido tres Obras más a su alrededor: Newmarket, Mississauga y
Kitchener Ontario, con sus respectivos pastores que han salido de la
misma Iglesia: Fredy Zambrano, Hernando Montero y Jan Muñoz.

Dios ha estado bendiciendo la Iglesia de una manera muy especial en
Toronto Ontario.
HERMANA PAMELA TORRES
La Hermana Pamela Torres es la esposa del Hermano Win
Ramírez, Pastor en la Ciudad de Toronto, Provincia de Ontario; hija
del Hermano Álvaro Torres quien fue Presidente de nuestra amada
Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. Actualmente es la Directora
de Escuela Dominical a nivel nacional. A los 8 años de edad recibió el
bautismo del Espíritu Santo, y cuando tenía 10 años tuvo que
enfrentar una situación muy difícil, dado que su señora madre partió
para estar con el Señor, y a partir de ese momento también tuvo que
afrontar otra realidad: debía ser salva. Le dijo al Hermano Álvaro que
quería ser bautizada, y él lo hizo después de haberle impartido tres
ciclos de enseñanza para bautismo. Después del segundo ciclo ella
compró una Biblia con los ahorros que hacía de las mesadas que
daban para los descansos en la Escuela, para que el Pastor viera que
su decisión de bautizarse era seria y firme, y luego del tercer ciclo fue
bautizada en el nombre del Señor Jesús en noviembre del 1986
cuando tenía 11 años de edad. La Hermana recuerda las experiencias
que vivió en la niñez acerca de la Obra Misionera siendo el Hermano
Álvaro Torres misionero en España. Hoy está viviendo el mismo
episodio que vivió en España, viendo crecer allá la Obra Misionera,
que para ella era algo muy especial cuando la llevaban a visitar las
Obras que estaban en sus comienzos, y de igual manera se goza al ver
crecer la Obra Misionera en Canadá.
Consejo para los hijos de los misioneros
Ser hijo de un hombre que le sirve a Dios es un gran honor,
por tanto, deben aprender viendo el ejemplo de los padres en el
servicio a Dios haciéndolo con integridad y fidelidad. La Hermana
Pamela aprendió a servir a Dios en varias áreas en casa de un
Misionero: Música, Escuela Dominical, Predicación, Estudios
Bíblicos; y dice que eso es lo tiene hoy para dar. Pero todo depende
de la responsabilidad de los padres y del cuidado que tengan para con
sus hijos respecto a su formación y, por ende, se debe sentar las bases
de la enseñanza al niño hoy, para que cuando llegue a la vejez pueda
permanecer firme en la instrucción que recibió.
Llamamiento a la Obra Misionera

Cuando cumplió los 15 años de edad, el 8 de diciembre de
1990 estando en un Culto Misionero de Jóvenes en la Iglesia Central
de Barranquilla, mientras escuchaba el mensaje de la Palabra del
Señor ella inclinó su cabeza y habló con el Señor, y Él le dijo que ella
iba a ser enviada a la Obra Misionera. Su primera responsabilidad en
la Iglesia fue siendo maestra de Escuela Dominical. ¡Qué hermoso
cuando el Señor nos llama y nos habla!, podamos decirle como Isaías:
“Heme aquí, envíame a mí”. Dos años antes de casarse ya tenía el
sentir de servirle al Señor en la Ciudad de Toronto. Antes había
viajado a Francia y había ayudado a la Hermana Isabelita Torres en la
Obra Misionera, y perfeccionó el idioma francés. Justamente seis
meses antes de viajar a Canadá terminó sus estudios universitarios,
pero se le cerraron todas las posibilidades de trabajo tanto a ella
como a su esposo, y tuvieron que partir para Canadá en el año 2002.
Era Dios, dice la Hermana Pamela, el que estaba trabajando en este
asunto.
Estando en Canadá falleció la Hermana Fayeta, y de Colombia
enviaron delegados: al Hermano Álvaro Torres y al Hermano Reynel
Galvis. El Hermano Reynel se le acercó a la Hermana Pamela, y le
dijo: “Usted y el Hermano Win deben ir a Toronto para abrir la Obra
allí”. La Hermana Pamela dice que Dios les dio varias confirmaciones
desde que estaban en Colombia, y el lugar era Toronto donde los
quería enviar a servirle, y todo esto ellos lo guardaban en su corazón y
no se lo comentaban a nadie.
En el verano del 2003 se celebró nuestra Primera Convención en la
Ciudad de Montreal, fue allí donde el Hermano Eliseo, el Hermano
Germán Castellanos y el Hermano Raúl Orellana llamaron al
Hermano Win y a la Hermana Pamela, y les preguntaron si anhelaban
ir a Toronto; ellos aceptaron. A los tres meses de estar visitando
Toronto cada ocho días desde Montreal, se trasladaron
definitivamente; allí se reunía un grupo de simpatizantes liderados por
la Hermana Argenis Valencia, y hacían reuniones en su casa. Dios los
ha bendecido grandemente. En este momento han salido de allí tres
Obras más: Newmarket, Mississauga y Kitchener.
Comienzo de Escuela Dominical en Canadá
En verano del 2002 en la Iglesia de Longueuil donde ya estaba
posesionado el Hermano Andrith Calderón y la Hermana Ylenia
Torres, se celebró la Primera Escuela Bíblica Vacacional.
Transcurriendo el año llegó de Colombia la Hermana Pamela, y le
ayudó a la Hermana Ylenia. El material lo envió la Hermana Rosario
quien era una de las Líderes de la Iglesia en los Estados Unidos. La
Hermana Pamela comenzó a organizar la Escuela Dominical en la
Iglesia de Montreal durante el corto tiempo de estuvo allí siendo
miembro, antes de ser trasladados a la Ciudad de Toronto, Ontario.
A comienzos del año 2003 mi esposa, la Hermana Gloria Escobar,
organizó la Escuela Dominical en la Ciudad de Fort Erie, Ontario,
siendo la Tercera Iglesia en Canadá después de Montreal y Longueuil.
La Hermana Marlene de Duarte era la Líder de Escuela Dominical en
los EE.UU. y en Canadá. En el año 2009 la Hermana Marlene
nombró líder auxiliar a la Hermana Pamela en Provincia de Ontario, a
la Hermana Sandra Reyes en Provincia de Quebec, y a la Hermana
Milena de Quintero en Provincia de Alberta. La Hermana Pamela fue
nombrada en Escuela Dominical de las nuevas Obras que se
comenzaron a formar en Canadá.
En el año 2013 se nombró la Primera Directiva Nacional en Canadá:
Líder, Hermana Pamela Torres; Secretaria, Hermana Milena
Quintero; Tesorera, Hermana Lucy Panqueva. De los EE.UU. les
enviaban el material didáctico de estudio. La líder además viajaba a
recibir orientación. Luego en el año 2016 los Directores decidieron

que Escuela Dominical en Canadá comenzara a trabajar
autónomamente.
HERMANO MOISÉS SARÁ
El Hermano Moisés Sará es el actual Presidente de la Iglesia
Pentecostal Unida Canadiense. Él se convirtió al Señor en la Ciudad
de Barranquilla en el año 1990. Viajó a los EE.UU. en el año 2000.
Estando en Barraquilla un Hermano se le acercó, y le dijo: “Yo a
usted lo veo como Pastor en Norte América”. En los EE.UU. vivió
cuatro años, y a los dos años de estar en Filadelfia el Hermano Eliseo
Duarte le preguntó quién había sido su Pastor en Colombia. En el
año 2002 fue enviado a servir en la Obra del Señor a Fort Morgan. El
20 de julio del 2004 entró a Canadá por Fort Erie, Ontario. El
Hermano Moisés recuerda que ese día yo fui a recibirlo en la frontera
donde Inmigración Canadá le hizo la primera entrevista, y también
recuerda que les llevé unas empanadas preparadas por mi esposa para
ellos. Fort Erie es el mismo lugar por el que Dios me permitió entrar
con mi familia en febrero del año 2002. El Hermano Moisés antes de
tomar la decisión de partir para Canadá, Dios le mostró un versículo
del Libro de los Reyes: “Huye a la tierra del Norte”.
Siendo Pastor en Colorado un joven llamado Flavio le dijo:
“Hermano Moisés, cuando usted sea Presidente de la Iglesia en
Canadá voy a decir que usted fue mi Pastor”. Cuando un hombre es
llamado por Dios, las cosas que le sucedan no son casualidad, todo
está enmarcado dentro del plan y la voluntad de Dios. Cuando el
Hermano Moisés pastoreó en la Ciudad de London, Canadá,
Provincia de Ontario, el Hermano Flavio lo llamó para solicitarle un
informe Misionero. Flavio era el líder de Misiones en la Ciudad de
Houston, Texas. El Hermano Moisés le dijo: “¿Recuerda que usted
me dijo algo cuando yo aún era Pastor en Colorado?” El joven le
contestó: “No me acuerdo mucho, pero sí que estuvimos en esa
montaña”. La montaña es el sitio de una ciudad donde los jóvenes de
la Iglesia en Colorado invitaron al Hermano Moisés cuando recién
había llegado para que conociera.
Cuando el Hermano Moisés entró a Canadá por Fort Erie, solicitó en
la frontera a inmigración que lo enviaran a la Ciudad de London,
Ontario, ya que el Hermano Eliseo Duarte le había dicho que en
London había dos Hermanas del Salvador, madre e hija, y allí había
proyección para abrir una Obra, puesto que, London era una Ciudad
grande. El Hermano Eliseo amaba mucho la Obra en Canadá.
También el Hermano Eliseo le dijo que el Hermano Orlando lo
recibía en Fort Erie, y le estaría orientando. Los shelters en London
estaban ocupados, de tal manera que tuvo que viajar para Toronto

donde hacía algún tiempo el Hermano Win había sido envidado, y era
un salón muy pequeño debido a que hasta ahora él estaba
comenzando en Canadá. Después de unos pocos meses de estar
asistiendo allí, dice el Hermano Moisés que acordaron una cita con el
Hermano Orlando Arias para encontrarse en London. (Dios me
permitió empezar a viajar desde Fort Erie cada ocho días durante dos
años para hacer células en la casa de las Hermanas y algunas
personas.)
La Hermana Olinda, madre de la Hermana Sindy, había fallecido
hacía unos meses, le hice la ceremonia fúnebre. Cuando me encontré
con el Hermano Moisés en London le presenté a la Hermana Sindy y
otra persona más. El Hermano Eliseo Duarte nos enseñó: “Donde se
abre una puerta hay que entrar y dejarla cerrar”. Así fue como
comenzó el Hermano Moisés su ministerio en Canadá, donde Dios
levantó una hermosa Obra. Cuando Dios llama a un hombre para
que le sirva, es también para bendecirlo. Después que el Hermano
Moisés se trasladó para London, la Hermana Sindy le manifestó al
Hermano Moisés que ella no soportaba el dolor de la muerte de su
madre, le traía muchos recuerdos, y por este motivo se trasladaría
para Hamilton, Ontario. El Hermano Moisés allí se quedó solo con
su esposa, y así continuó la Obra que el Señor Jesús ya había
comenzado hacía algún tiempo.
Recuerdo que cuando visitaba a las Hermanas desde Fort Erie, ellas
vivían en un edificio alto, yo les mostraba la Ciudad y les decía que
orásemos porque Dios levantaría una hermosa Iglesia. Dios usó al
Hermano Moisés, y hoy allí hay una muy bonita Congregación.
¡Gloria a Dios! El Hermano Moisés estuvo allí en London cinco
años, luego en el año 2009 fue trasladado a Calgary, Provincia de
Alberta, para atender una Obra que hacía muy poco tiempo había
comenzado, porque el Hermano Eliseo atendió una llamada que le
hicieron desde Alberta, y visitó la Ciudad de Edmonton cerca de
Calgary, Capital de la Provincia de Alberta. Allí en Edmonton dejó
encargado al Hermano José Chinchilla, y posteriormente comenzó la
obra en Calgary, dado que el Hermano Chinchilla viajaba a Calgary
para atender a un grupo de Hermanos que se habían comenzado a
congregar allí. También en Manitoba, Alberta había otro grupo, lugar
en el que el Hermano Eliseo dejó encargado al Hermano Arismel
Pérez. Antes de que el Hermano Moisés fuera trasladado a Calgary,
recibió el nombramiento de Secretario de Junta Administrativa de la
Iglesia en Canadá, el Hermano Win Ramírez, Presidente, y el
Hermano Andrith Calderón, Secretario. El Hermano Eliseo hizo una
reunión para manifestarle a la Junta Directiva que uno de ellos debía
trasladarse para Calgary, con el fin de atender la Obra en la Provincia
de Alberta, debido a que era difícil estar al pendiente de las Obras que
se estaban levantando, por causa de la distancia: cuatro horas
aproximadamente en avión. Allí el Hermano Moisés manifestó que él
se trasladaría a ese lugar.
Estando el Hermano Moisés en London Dios levantó una hermosa
Iglesia, la que recibió el Pastor Héctor Sabogal. Estando el Hermano
Moisés en London comenzó a visitar la Ciudad de Windsor, Ontario,
frontera con Detroit, EE.UU. donde había un Hermano haciendo
células. Allí el Señor estableció una hermosa Obra, hoy está
encargado allí el Pastor Jair Bodeer. El Hermano Moisés fue
trasladado a Calgary, Alberta en el año 2009 donde recibió dos
familias, y en la actualidad hay una hermosa Iglesia. En Alberta hay
varios lugares para establecer Obras, pero faltan obreros; por lo
tanto, hagamos lo que el Señor Jesús nos enseñó: “Rogad, pues, al Señor
de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:38). Oremos por la Obra
en la Provincia Alberta, en este momento hay cuatro Obras: Brooks,
donde es Pastor el Hermano José Luis Argote, quien también está
atendiendo Lethbridge; Edmonton, Pastor el Hermano Geovanni
Sánchez; Brandon, está el Pastor Arnold Valbuena. En la Ciudad de
Winnipeg también se está abriendo otra Obra, y hay otros lugares
donde se están haciendo células con muy buena proyección. Oremos
al Señor para que llame Obreros para poder continuar con la Gran
Comisión en esta Provincia que Dios está bendiciendo de una manera
muy especial. En la Provincia de Saskatchewan, Ciudad de Saskatoon

es Obrero el Hermano Augusto Tarazona, recientemente
posesionado. En la Provincia de British Columbia, Ciudad de Surrey
está el Pastor Germán Palomino, quien también administra otro
lugar: La Isla de Victoria, donde gracias a Dios se está abriendo otra
obra para la Gloria de Dios. Estas Obras conforman el Distrito
Oeste, y son administradas por el actual Presidente, el Hermano
Moisés Sará, y el Presbítero, el Hermano Geovanni Sánchez. Dios
está bendiciendo grandemente la Obra en este Distrito. Así que,
sigamos orando para que el Señor levante hombres dispuestos para
esta gran labor.
Al preguntarle al Hermano Moisés Sará en función de Presidente de
la Iglesia, qué proyección tiene con la Iglesia en Canadá, respondió lo
siguiente: “Con la emigración de latinos, especialmente colombianos,
Dios comenzó esta Obra, y en este momento tenemos una
generación de jóvenes que han nacido y crecido en la Iglesia en estos
veinticinco años. Es necesario comenzar a compartir con ellos la
visión de predicar en francés e inglés, idiomas oficiales de este país,
para ganar las almas de habla inglesa y francesa”. E hizo además una
aclaración muy importante: “Hay que hacer lo uno sin dejar de hacer
lo otro, puesto que en este momento hay un éxodo de latinos,
especialmente de Colombia, bastante interesante a quienes debemos
también atender”. Resaltó también la gran importancia que se está
haciendo actualmente con la predicación en los dos idiomas oficiales
del país, ya que el Señor ha permitido ganar y bautizar un buen
número de Hermanos canadienses y de otros países que habitan en
Canadá.
El Hermano Moisés aprendió del Hermano Eliseo lo siguiente: “En
la predicación hay que centrarnos única y exclusivamente en el
Evangelio, que fue lo que el Señor Jesús nos mandó”. También
aprendió su gran disposición en el servicio a Dios, pues fue un
hombre muy dedicado e incansable en la formación de Pastores,
Líderes, en la predicación de la Palabra y en abrir nuevas Obras. El
Hermano Eliseo decía: “Donde Dios abre una puerta hay que entrar,
y no hay que decir que no hay nada, es decir, que son muy pocas las
personas u otros argumentos más para no hacerlo”. Esto lo enseñó
muy claro, también la manera de estudiar la Palabra: hacerlo de una
forma sistemática y organizada. Todo esto lo aprendió el Hermano
Moisés muy bien de él. La visión y proyección de nuestro hermoso
Moisés siendo actual Presidente de la Iglesia es que en Canadá se siga
predicando el Evangelio, las almas se conviertan, Dios se glorifique,
la labor evangelística no sea realizada por capacidades humanas sino
por el Espíritu que es el motor de la Iglesia para que las almas se
conviertan, Dios levante una generación espiritual transformada por
la obra del Espíritu Santo y llena de Él.
El Hermano Moisés tiene una muy hermosa familia: su esposa, la
Hermana Inés de Sará, quien fue Presidenta del Comité de Damas a
nivel nacional; y sus dos hijos, jóvenes que actualmente son
servidores en la Iglesia y también están estudiando en la Universidad.
Dios está levantando una hermosa Iglesia allí en Calgary, Provincia de
Alberta, a cargo del Hermano Moisés Sará.
HERMANA YLENIA TORRES
Departamento de Damas en Canadá

La Hermana Ylenia comentaba que el Departamento de
Damas en Canadá, comenzó con el apoyo del Departamento Femenil
de los EE.UU. Las siguientes Hermanas: Marlene Duarte, Mariela
Castellanos, Marisol Rivera y Aida Burgos, comenzaron a visitar
Canadá cuando al Hermano Raúl Orellana y al Hermano Salomón
López Dios los usó como instrumentos para empezar la Obra de
nuestra Iglesia en este país, después fue posesionado el Hermano
Andrith Calderón y su esposa, la Hermana Ylenia Torres, en
Longueuil en el año 2002. Ellas estuvieron mirando de qué manera
podrían realizar el trabajo para atender a las Hermanas de la época,
cuyo grupo era muy pequeño. En este mismo año, la Hermana
Marisol y la Hermana Mariela hicieron en Longueuil un programa
para Damas, enseñando acerca de los Dones del Espíritu Santo, y
también hicieron un ayuno en Montreal. En el año 2004, ya estaban
establecidas cinco Obras en Canadá, Provincia de Quebec, Montreal
y Longueuil, y Provincia de Ontario, Fort Erie, Toronto y London.
Las Hermanas Ylenia Torres e Isabel López de la Iglesia de
Longueuil juntamente con las Hermanas Tania Orellana y María
Helena de la Iglesia de Montreal, organizaron el Primer Campamento
de Damas bajo el lema: “A solas con Dios”, propuesto por la
Hermana María Helena.
La Hermana Ylenia tomó la responsabilidad de buscar el lugar para el
campamento, una casa campestre de cierta organización religiosa
cerca de Sherbrooke, y de igual manera, estaba encargada de
contactar a la Hermana Marisol Rivera quien era una de las Líderes de
la Iglesia en los EE.UU., a fin de invitar a la Hermana Judith de
Rivera para que viniera a Canadá a dar las enseñanzas. A ese primer
Campamento asistieron treinta Hermanas de las Provincias de
Quebec y Ontario, fue una enorme bendición. Así que, programaron
otro Campamento para el año siguiente. La Hermana Ylenia había
organizado la logística para el primer Campamento, sin ser nombrada,
sino que se dio de manera natural, por lo cual, ella comenzó a
organizar el segundo Campamento al que asistieron sesenta
Hermanas. Después organizaron el Primer Congreso de Damas en el
que la Hermana María Helena Jiménez fue la persona delegada para
dar las enseñanzas, enviada por el Departamento de Damas de los
EE.UU., bajo el lema: “Porque a mis ojos fuisteis de gran estima”.
La Hermana Ylenia siguió trabajando con la Hermana Marisol Rivera,
aunque todavía no se había realizado nombramiento del Comité de
Damas en Canadá. La iglesia comenzó a crecer, entonces, la Hermana
Ylenia tomó la iniciativa de organizar los eventos en Ontario y
Quebec por separado debido a las distancias. En los Congresos
enseñaban las Hermanas de Canadá, y en los Campamentos las
Hermanas de EE.UU. Los gastos de los eventos eran financiados,
una parte por los EE.UU. y la otra por las Iglesias de Canadá. Fueron
nombradas tres Líderes: la Hermana Ylenia en la Provincia de
Quebec, y a la vez era la Coordinadora; la Hermana Inés Sará en
Alberta, y la Hermana Rosa Osorio en Ontario.
En el año 2013, se comenzaron a nombrar los primeros
Departamentos Nacionales. En el Departamento de Damas fue
nombrada como Líder la Hermana Ylenia Torres, la Hermana Inés
Sará como Secretaria, y la Hermana Gloria Arias, mi amada esposa,
como Tesorera. Las Hermanas fueron reelegidas en el año 2015 hasta
el 2017. Este Departamento comenzó primero a trabajar bajo la
dirección y bendición de Dios, también con el presupuesto que les
fue asignado; de igual manera, las Hermanas comenzaron a usar
cartillas de carácter evangelístico, material escrito por las Hermanas
de los EE.UU., denominadas: “Lazos de amistad y ministerio de
Priscila”. Las Hermanas de los EE.UU. animaron a las Hermanas de
Canadá para que escribieran su propia cartilla, y así fue como cada
esposa de Pastor escribió un tema evangelístico y elaboró su cartilla
con el mismo lema: “El ministerio de Priscila”. Este fue el primer
documento escrito por las Hermanas.

Actualmente, ya hay una biblioteca porque las diferentes Directivas
de Damas se han propuesto escribir diferentes temáticas para la
enseñanza de las Damas. En los dos periodos el Señor Jesucristo las
usó de una manera muy especial, donde sentaron las bases de este
Departamento, cuyo trabajo Dios ha estado bendiciendo hasta hoy a
través de las diferentes Directivas que han estado liderando, y a
quienes el Señor ha usado grandemente.
La Hermana Ylenia arribó en julio de 1991 a la Ciudad de Montreal,
lugar donde realizó sus estudios pre-universitarios y su carrera
profesional en Trabajo Social. La Hermana Ylenia contrajo
matrimonio civil con el Hermano Andrith Calderón en año 1999 en
la Ciudad de Montreal; luego, celebraron la ceremonia en la Iglesia
Central de Bucaramanga donde era Pastor el Hermano Álvaro
Torres.
Salida y regreso del Hermano Aksel Verner Larsen a Canadá
Al preguntarle a la Hermana Ylenia cuál era su opinión acerca
de cómo Dios envió al Hermano Larsen a Colombia y de su regreso a
Canadá, donde casi toda su descendencia le está sirviendo al Señor,
ella respondió: “Es una maravilla ver cómo Dios cumple lo que se
propone hacer. Este es el movimiento del Espíritu Santo guiando y
colocando en orden todas las personas y cosas, a pesar de las
diferentes circunstancias que se presentan en cada tiempo para se
cumpla su propósito. Cuando partió para Colombia mi abuelo tuvo
que vivir su propia experiencia, que ya es bien conocida en el Libro
‘Una historia que no termina’. Dios siempre estuvo allí para
respaldarlo y bendecir la Obra en Colombia, y levantar una hermosa
Iglesia que vemos hoy enviando y sosteniendo Misioneros en varias
partes del mundo”.
Decía la Hermana Ylenia que cuando el Hermano Larsen partió para
Colombia, fue por el mover del Espíritu Santo; en Canadá no existía
la Iglesia Pentecostal Unida, había era Movimiento Pentecostal que
no es lo mismo. En este Movimiento había grandes manifestaciones
del Espíritu Santo, tales como recibimiento de Espíritu Santo,
sanidades, conversión, y otros grandes milagros. El Movimiento
Pentecostal, dice la Herman Ylenia, fue una continuación del
Movimiento del Espíritu Santo de la Calle Azusa, Los Ángeles,
EE.UU. En este gran movimiento de la Calle Azusa se convirtieron
unas Hermanas americanas, y de allí partieron para Maine un Estado
de los EE.UU., frontera con la Provincia de New Brunswick, Canadá.
Ellas entraron a Canadá y comenzaron a realizar cultos en la Ciudad
de Saint John, New Brunswick, esto fue al principio del año 1930. Las
Hermanas adquirieron un lugar en el que comenzaron a predicar, y
debido a las manifestaciones y al gran movimiento del Espíritu Santo,
empezaron a llegar líderes y pastores de diferentes denominaciones,
porque al igual que en la Calle Azusa el Espíritu Santo se estaba
manifestando de una manera muy especial con grandes milagros. Allí
iniciaron congregándose los Hermanos Darly, Dron, Ter, quienes
fueron los instigadores de apoyar la Obra Misionera en América del
Sur. Ellos tenían su propia Iglesia en el lugar donde cada uno vivía,
pero la Iglesia de Saint John era el punto clave en el que ellos se iban
encontrando.
La Hermana Ylenia dice que todo esto se lo narró el Hermano Álvaro
Torres, su padre, dado que él estuvo en la casa del Hermano Darly
cuando estudió en el Instituto Bíblico, y el Hermano Darly le narró
un poco de cómo sucedieron las cosas del comienzo de la Obra en
New Brunswick. No todos los que se reunían en la Iglesia de Saint
John eran del Nombre de Jesús; venían de diferentes
denominaciones, y lo único que los unía era que todos creían en el
bautismo del Espíritu Santo y hablaban en nuevas lenguas, de ahí
parte el Movimiento Pentecostal. Como no todos los Pastores que allí
se congregaban creían en el bautismo en el Nombre del Señor Jesús,
cada uno comenzó a reunirse aparte. También comenzaron a reunirse

por separado los Pastores que creían en el bautismo en el Nombre
del Señor Jesús. A partir de allí surgió el Concilio llamado
“Asambleas del Nombre de Jesús”, que comenzó a ser liderado por
los Hermanos Darly, Wiqui, Jhey y Sther.
La manera para ellos enviar un Misionero era así: un creyente o un
Pastor recibía un llamado o una visión directamente de Dios, ellos
iban a visitar las Iglesias del Nombre de Jesús que formaban parte del
Concilio y compartían la visión que habían tenido de parte de Dios,
presentaban los proyectos que estaban haciendo y pedían ofrendas, y
las Iglesias que se identificaban con el proyecto queriendo participar y
apoyar, se comprometían asignando un rubro para que salieran al
Campo Misionero que Dios les había mostrado. Los Misioneros
salían a la misión por un periodo de cinco años, después de este
tiempo regresaban a Canadá durante un año y visitaban las Iglesias
que los apoyaban e invitaban, y presentaban un informe del trabajo
que estaban realizando durante los cinco años en sus respectivos
lugares, y recogían más fondos para poder regresar y seguir
trabajando.
Una de las parejas misioneras fueron los Hermanos Berchtold,
quienes habían regresado a Canadá. Primero estuvieron en Bolivia y
Ecuador, posteriormente en Colombia en el lugar que se llama Loma
del Salado cerca de Bucaramanga, donde habían construido un
Colegio como parte de las misiones en el que daban clases y a la vez
hacían los cultos y evangelizaban. Cierto día, en un culto misionero
estando los Hermanos Berchtold presentando el informe en una de
las Iglesias y exponiendo la necesidad de ganar muchas almas, dijeron:
“El Señor necesita hombres dispuestos que vayan a predicar el
Evangelio a estos lugares”. En ese culto estaba el Hermano Aksel
Verner Larsen quien escuchó y sintió el llamado de parte de Dios
para ir a Colombia a predicar el Evangelio juntamente con su esposa,
la Hermana Abigail quien también sintió el llamado de parte del
Señor Jesús. Ellos inmediatamente buscaron apoyo de las Iglesias
para ir a trabajar en Colombia. Cuando los Hermanos Larsen llegaron
a Colombia, el único contacto que tenían era el de los Hermanos
Berchtold, con quienes mantenían comunicación continua; y fueron
recibidos. Actualmente ya contamos con el documental donde se
narra la trayectoria del ministerio de nuestro Hermano Larsen en
Colombia, cuyo material está contenido en el Libro “Una Historia
que no termina”.
Cuando mi abuelo, cuenta la Hermana Ylenia, el Hermano Larsen
termina su ministerio en Colombia estando en Barranquilla, decide
regresar a Canadá. Él debía volver a la Provincia de New Brunswick,
lugar del que había salido, cuyo idioma es inglés, recibió de parte de
Dios una visión y un llamamiento para venir a la Provincia de
Quebec cuyo idioma es francés, pero el Hermano no hablaba este
idioma. Al mismo tiempo la Hermana Mirian Torres, hermana del
Hermano Álvaro Torres, también recibió un llamamiento de parte del
Señor venir a Quebec. Ya habían venido unos Hermanos de New
Brunswick a Quebec a predicar el Evangelio y el Nombre Jesús en el
año 1950 aproximadamente, y ya contaban con algunos hermanos
convertidos. El Hermano Sther quien era Director de misiones
extranjeras en New Brunswick, viajó a Barranquilla a una Convención
con unos Hermanos de Quebec. A mediados del año 1960, la
Convención se realizó en la Iglesia Central de Barranquilla. De los
Hermanos que iban de Quebec había una joven que testificó sobre su
conversión en idioma francés con traducción al español. En su
testimonio se quebrantó y hacía un clamor pidiendo que por favor
enviaran Misioneros a Quebec porque su pueblo necesitaba conocer
el Evangelio. En ese mismo instante la Hermana Mirian Torres
recibió el llamado de parte de Dios para venir a Quebec, y comenzó a
estudiar francés en la Alianza Colombo Francesa, y como estaba
trabajando comenzó a ahorrar para este propósito.
El Hermano Larsen también recibió el llamado de parte de Dios para
venir a Quebec. Cuando él regresó a Canadá comenzó a servir con
una Iglesia inglesa de la UPCI (Iglesia Pentecostal Unida
Internacional) en la Ciudad de Montreal, Provincia de Quebec, esto

fue en entre el año 1968 y 1969. Desde allí el Hermano Larsen puso
en contacto a la Hermana Mirian con el Instituto New Brunswick, a
fin de que viniera a estudiar puesto que el Hermano Álvaro había
estudiado antes en el mismo Instituto. Por otro lado, un Hermano
contactó al Hermano Luis Carlos Fontalvo quien asistía a la Iglesia en
Barranquilla, para que también viniera a estudiar al Instituto Bíblico
de New Brunswick. Justo cuando el Hermano Fontalvo y la Hermana
Mirian arribaron a New Brunswick, el Hermano Álvaro Torres salía
de Canadá hacia España como Misionero. La Hermana Mirian y el
Hermano Fontalvo estando estudiando en el Instituto se
enamoraron, y allí mismo compartieron la visión para servir en
Quebec. Ellos planearon trasladarse para Montreal después que
terminaran el Instituto, luego viajaron a Colombia y allí se casaron, y
regresaron al Instituto para terminar sus estudios. Después se
trasladaron para la Ciudad de Montreal, y allí fueron recibidos por el
Hermano Larsen en el año 1971. El Hermano Fontalvo comenzó a
ayudarle al Hermano Larsen en la Iglesia que él pastoreaba, y arrendó
un apartamento en una zona de la ciudad completamente francófona,
allí abrió una reunión familiar en su apartamento para las personas de
habla francesa. La Iglesia estaba ubicada en una zona completamente
inglesa y continuaban congregándose y apoyando al Hermano Larsen.
En el año 1972 el Hermano Larsen enfermó de cáncer, situación de
salud que lo llevó finalmente al deceso en el mismo año. El ministerio
del Hermano Larsen en Montreal fue de tres años. El Hermano
Fontalvo reemplazó al Hermano Larsen por unos tres meses mientras
posesionaban un Pastor de habla inglesa, porque la visión de la
Hermana Mirian y el Hermano Luis era predicarles a los francófonos.
Ellos compraron una propiedad para la construcción de la Iglesia en
el Saint Laurent Boulevard; todavía existe después de cincuenta años.
La Hermana Ylenia resaltó cómo Dios desde hace cincuenta años
comenzó a traer desde la Iglesia de Colombia sus instrumentos hacia
Canadá, comenzando por el Hermano Larsen y la Hermana Mirian
juntamente con su esposo, el Hermano Fontalvo. La Hermana Ylenia
comentaba que inicialmente la visión por Quebec era del Hermano
Larsen, pero él no haría el trabajo porque ya su vida iba a terminar;
ahora quienes realizarían el trabajo iban a ser los hombres y las
mujeres que Dios comenzó a traer desde Colombia en esa fecha hasta
el día de hoy. Es maravilloso ver cómo el Señor Jesucristo unió estas
dos naciones y cómo comenzó a entretejer todo, dado que después
llegó la Hermana Ylenia en 1991 a vivir con ellos porque son su
familia. Después llegó el Hermano Raúl Orellana, se convirtió y se
bautizó allí para así levantar esta preciosa Iglesia que en inglés se
llama Canadian United Pestecostal Church, y en francés Église
Pentecôtiste Unie Canadienne (EPUC). ¡Qué maravilloso es nuestro
Dios, todo lo tiene planeado y se cumple en su divina voluntad que es
buena, agradable y perfecta!
Después de veinticinco años de la Iglesia de Saint Laurent salió el
Hermano Raúl Orellana, miembro de la Iglesia que pastoreaba el
Hermano Luis Fontalvo, con un llamamiento especial de parte de
Dios, el cual se narra en el presente Libro en la entrevista que lleva su
nombre. Todo esto no fue una coincidencia, sino que Dios ya lo tenía
todo planeado y organizado porque el Señor unió estos dos países,
Colombia y Canadá, y fue en la voluntad de Dios.
Regreso del Hermano Larsen a Canadá
Antes del regreso del Hermano Larsen a Canadá Dios le dio
la visión y el sentir de venir a la Ciudad de Montreal, Provincia de
Quebec, con la siguiente consigna: “Levanta un pueblo para tu
Nombre en la Provincia de Quebec”. El Hermano Larsen no hablaba
francés. En Colombia fue donde comenzó a aprender este idioma
para así poderle llevar el mensaje de salvación a los quebequenses.
Decía la Hermana Ylenia que cuando ella llegó a vivir en Montreal
visitaba continuamente a la Hermana Fayeta, su abuela. Ella siempre
les hablaba de lo que Dios había hecho en Colombia con ellos, y de

cómo el Hermano Larsen quería regresar a Canadá siempre teniendo
en mente el lema mencionado, el cual él se lo repitió cientos de veces.
La Hermana Fayeta tenía aproximadamente 67 años cuando el
Hermano Larsen murió. Ella decidió quedarse viviendo sola en
Montreal porque se identificaba con la visión y el lema del Hermano
Larsen. A pesar de que tenía hijos en los EE.UU., y en la parte inglesa
de Canadá, no quiso irse a vivir con ninguno de ellos.
Tiempo más tarde, a la Hermana Fayeta le dio un infarto, y uno de
sus hijos vino a Montreal y le dijo que ella debía vivir cerca de él para
estar pendiente. La Hermana aceptó bajo una condición: cuando ella
muriera la sepultaran en la misma tumba del Hermano Larsen, en
Montreal. (Dios me dio la oportunidad de visitar la tumba de ellos.)
Continuaba la Hermana Ylenia considerando los planes perfectos de
Dios con su Obra en Canadá, dado que en el año 2000 se abrieron las
puertas para muchos inmigrantes especialmente de Colombia para
entrar a Canadá, y se forja así un vínculo especial de estos dos países
y comienzan a instalarse en las diferentes ciudades donde en la
actualidad se están abriendo Obras, y se está levantando y
consolidando nuestra hermosa Iglesia EPUC (Église Pentecôtiste
Unie Canadienne).
HERMANO ALDEMAR TORRES
Comienzo de la Iglesia Pentecostal en los EE.UU.
Quiero glorificar el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo,
escribiendo el comienzo de la Iglesia Pentecostal Unida
Latinoamericana en los EE.UU., resaltando los planes perfectos de
Dios y de cómo Él envió desde Canadá a nuestro Hermano Larsen a
Colombia, y después de muchos años Dios envió a nuestro Hermano
Eliseo Duarte a los EE.UU. atendiendo un clamor de los Hermanos
colombianos que residían allí, para que les enviaran un Misionero
desde Colombia para que se encargara de la Obra, puesto que debían
asistir a diferentes Iglesias. Años después de estar nuestro Hermano
Eliseo en los EE.UU., desde allí la Iglesia Pentecostal Unida
Latinoamericana atendió el llamado del Hermano Raúl Orellana y del
Hermano Salomón desde Canadá pidiendo que los apoyaran, porque
ellos habían recibido el llamado de Dios para comenzar cada uno una
Obra en dos lugares diferentes. El Hermano Eliseo quien en el año
1998 era el Presidente de la Iglesia Pentecostés Unida
Latinoamericana, juntamente con otros Hermanos de la Junta
Directiva se desplazaron a Canadá y así fue como nació la actual
Iglesia Pentecostal Unida Canadiense.
Comienzo de la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana
La Iglesia Pentecostal Unida Latinoamérica en los EE.UU.
recibió su personería jurídica en el año 1982, solicitada por nuestro

Hermano Aldemar Torres quien había viajado a los EE.UU. en el año
1975 desde la Ciudad de Armenia, Departamento de Quindío,
Colombia, siendo Pastor allí en la Segunda Iglesia. Después de
haberse convertido al Señor en Alcalá, Departamento Del Valle en
1962, a los dos años comenzó su ministerio en Marcela, Risaralda, en
una vereda. A los tres meses fue trasladado a Ovando, Valle; después
a La Virginia, Risaralda; luego a Pradera, Valle, a la Segunda Iglesia de
Armenia en el año 1973 donde comenzó a gestionar la visa para viajar
a los Estados Unidos.
El Hermano Aldemar viajó solo a Miami, Florida, donde comenzó a
congregarse en una Iglesia del Nombre en la que era Pastor un
Hermano cubano llamado Pedro Cantillo. Allí no había
Congregaciones hispanas. Después se contactó con un Hermano de
Puerto Rico llamado Pedro Molina quien hacía reuniones familiares
en su casa. El Hermano Aldemar empezó a asistir allí en Condado de
Broward al Norte de Miami. En el año 1979 el Hermano a Molina
debía regresar a Puerto Rico, y le pidió al Hermano Aldemar que
continuara atendiendo a los Hermanos. Días atrás el Hermano
Aldemar tuvo un sueño en el que Dios le dijo que debía retomar el
Ministerio, y también en esos días el Hermano Domingo Zúñiga viajó
a Miami para visitar al Hermano Aldemar, pues, eran amigos desde
que estaba en Armenia, también el Hermano Zúñiga lo ayudó y lo
recomendó con el Pastor que lo traería a los EE.UU. Cierto día
estando almorzando el Hermano Zúñiga le preguntó: “Hermano
Aldemar, ¿usted a qué se dedica?”, el Hermano le contestó: “Me
dedico a trabajar, estudiar, y tratando de sacar mi familia adelante”,
quienes ya se encontraban en Miami con él. El Hermano Zúñiga le
preguntó: “¿Y el Ministerio qué? Acuérdese que Dios lo llamó al
Ministerio, los planes suyos deben ser continuar con la predicación
del evangelio”. Decía el Hermano Aldemar que cuando el Hermano
Zúñiga le dijo esas palabras, lo impactó tanto que comprendió ahí
estaba la confirmación de Dios de lo que quería que él hiciera.
Después el Hermano Aldemar se reunió con algunos Hermanos que
se conocían desde que estaban en Colombia, y uno de ellos, el
Hermano Pablo Aponte quien había sido Pastor en Colombia y tenía
una familia numerosa, dijo al Hermano Aldemar que él lo respaldaría
junto con algunos otros Hermanos más, quienes reunieron dinero
para devolverle al Hermano Pedro Molina el depósito que había dado
para el arriendo del local, y también le compraron los elementos que
había en aquel lugar de predicación. De esta manera, el Señor
comenzó su Obra con aproximadamente doce o quince Hermanos en
Miami en el año 1979. También lo visitaban los Hermanos
Misioneros que habían regresado de Colombia, a quienes el Hermano
Aldemar transportaba desde Hollywood, Ciudad en la que ellos
vivían, hasta el lugar de predicación.
Inicialmente el nombre que le dieron al lugar de reunión fue Iglesia
Pentecostal Unida, pero no estaba registrada ante el Gobierno. El
Hermano Aldemar contrató un abogado para iniciar los trámites del
registro, el cual le fue expedido por el Gobierno en el año 1982 con el
nombre de Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana. Dios continuó
respaldando al Hermano Aldemar, y entre los años 1987 y 1988 ya
tenían un aproximado de ochenta miembros. El Hermano Aldemar
sintió la necesidad de afiliarse a la Iglesia Pentecostal Unida de
Colombia, y después de algunos diálogos no fue posible. Tiempo
después fue invitado por el Consistorio de Ancianos de Colombia a la
Convención de Barranquilla en el año 1989 y para continuar tratando
el tema. El hermano Aldemar les expuso la necesidad de que la Iglesia
de Colombia atendiera a los hijos que tenían diseminados en los
diferentes Estados. Los Hermanos del Consistorio le dijeron que
todo eso estaba muy bien, pero que ellos debían tener una
Corporación. El Hermano Aldemar les dijo que él ya tenía una
Corporación autorizada por el Gobierno, que se las ofrecía. De esta
forma, llegaron a un acuerdo y luego visitaron al Hermano Aldemar
en Miami para recibir la Corporación.

En ese mismo tiempo el Hermano Guillermo López, colombiano,
trabajaba con la Iglesia Alianza Apostólica en el mismo Condado,
también él se unió a la Corporación con el grupo que él pastoreaba.
Después de renunciar a la Alianza Apostólica que había sido fundada
por el Hermano Adrián Burgos, y así fue como se hizo la fusión de
estos dos grupos. Posteriormente, el Hermano Guillermo López
quedó encargado de los dos grupos en Miami, y el Hermano Aldemar
continuó como Presidente de la Corporación, y se trasladó a la
Ciudad de Orlando, Florida, durante un año. Tiempo más tarde
regresó a Miami en el año 1990 y recibió la Congregación de North
Miami, un pequeño grupo liderado por el Hermano Yesid Ospina,
colombiano, quien se trasladó para el Norte de los EE.UU. El
Hermano Aldemar estuvo en North Miami por algún tiempo, y
después lo llamó el Hermano Pedro Molina, puertorriqueño, el
mismo que le entregó el primer grupo al Hermano Aldemar, porque
se regresaba para Puerto Rico, pero no realizó el viaje; y se dedicó al
evangelismo en Pompano Beach, Florida, y allí levantó un grupo
pequeño y le propuso al Hermano Aldemar le recibiera la
Congregación. El Hermano Aldemar le consultó al Hermano Eliseo
Duarte quien ya había viajado a Miami a finales del año 1990. El
Hermano Eliseo le aconsejó que la recibiera (Nuestro Hermano
Eliseo tenía este lema: “Donde Dios abre una puerta, hay que entrar y
no dejarla cerrar”.) El Hermano Aldemar recibió la Congregación, y
así fue como comenzó la Iglesia en Pompano Beach, Florida.
Dios envía desde Colombia al Hermano Eliseo Duarte a los Estados Unidos
En la reunión que hicieron durante la visita a Miami los
delegados de Colombia con las Juntas Directivas y los Obreros que ya
habían, entre ellos el Hermano Elías García, propusieron algunos
nombres a ver quién sería el Hermano que vendría a los EE.UU.,
estaba el nombre del Hermano Eliseo Duarte quien a la final fue el
hombre que Dios envió. La Iglesia en Colombia también recibió una
carta del Hermano Viasa quien lideraba una Iglesia del Nombre de
Jesús en los EE.UU., solicitando también unirse a la Iglesia
Pentecostal Unida de Colombia, pero esto no fue posible debido a
algunos motivos. Cuando el Hermano Eliseo llegó a Miami en el año
1989 lo recibió en su casa una Hermana ecuatoriana quien le dio la
bienvenida. Allí el Hermano Eliseo tomó en alquiler un lugar y
comenzó a hacer los cultos, también se celebraron varios eventos
nacionales de la Iglesia. Después se trasladó la Iglesia más al Sur de
Miami, a Kendal, un lugar más amplio. La Iglesia permaneció varios
años allí. Hoy gracias a Dios ya están en un templo propio.
Luego se restableció la Junta Directiva continuando como Presidente
de la Corporación el Hermano José Aldemar López, Secretario el
Hermano Elías García, y Misionero el Hermano Eliseo Duarte.
Inicialmente el Hermano Eliseo se comunicó con el Hermano Adrián
Burgos, el Hermano German Castellanos y otros Hermanos
colombianos que se congregaban en diferentes Iglesias del Nombre.
También muchos comenzaron a llamarlo para que los visitara y los
atendiera en Miami y en los diferentes Estados donde se encontraban.
De esta manera, la Iglesia Pentecostal Unida Latinoamérica comenzó
a expandirse en varios Estados, y así fue como se estableció en el año
1979.
Al terminar la entrevista con el Hermano Aldemar, resaltó primero la
Gloria de Dios y también expresó palabra de admiración y
reconocimiento a nuestro Hermano Eliseo quien fue muy usado
como un gran instrumento en Canadá y en los EE.UU. Los
propósitos y los planes de Dios son perfectos, podemos ver cómo
Dios prepara a sus siervos en el tiempo y lugar para que su Gran
Comisión se cumpla en todo el mundo.