Realmente, yo estaba confundido en esa parte, en la doctrinal;
pero, estaba dispuesto a seguir el camino del Señor. Comencé a
interesarme por conocer la verdad, e inicié orando y diciendo al Señor
que por favor me mostrara la verdadera doctrina, porque no quería
caer en error. Recuerdo que fui a donde una tía, y le dije que si ella
tenía la Biblia católica para que me la prestara. En efecto, ella la sacó
de un baúl. Era una Biblia de color blanco.
Yo creía que podía defenderme de lo que mi hermano me
hablaba, pero, yo no tenía ningún argumento para hacerlo.
Evidentemente, estaba confundido pero muy interesado en conocer
la verdad. Reconozco que el Señor es muy bueno y maravilloso; Él
escucha nuestras peticiones, y con Su Santo Espíritu nos guía a toda
verdad, como dice la Escritura: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él
os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan
16:13). Estando en esta situación el Señor me mostró, leyendo Su
Palabra, algo que captó profundamente mi atención:
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que, si su
hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le
pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a
los que le pidan? (Mateo 7:7-11)
Ramiro me hizo una propuesta; me dijo:
– Yo lo acompañé a su Iglesia, ahora Usted acompáñeme a mi
Iglesia.
Yo le acepté, y fuimos a la Dominical.
Después, mi hermano me comentó que el Hermano Campo Elías
había acordado con él, que se sentara conmigo en la primera banca, y
cuando terminara de predicar bajaría inmediatamente a saludarme. El
Hermano Campo, acostumbra que al terminar la Dominical se paraba
en la parte de adelante, y los hermanos iban a saludarle. La hermana
Gabriela, su esposa, se paraba en la entrada de la Iglesia para saludar y
despedir a los hermanos. Una vez terminó de predicar el hermano
Campo, bajó, y mi hermano me presentó. Me invitó a sentarme, e
hice las preguntas y dudas que tenía con respecto a la enseñanza que
mi hermano me había dado, y que no concordaba con lo que se
enseñaba en la Iglesia a donde estaba asistiendo. El hermano Campo
Elías, en la enseñanza, me puso dos ejemplos: el de Mateo 28:19: “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, el cual, es el mandamiento del
Señor Jesús a sus discípulos; y el de Hechos 2:38: “Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, cuyo
cumplimiento es por parte del Apóstol Pedro y el resto de los
apóstoles en el Libro de los Hechos, refiriéndose a los bautismos que
se realizaron, los cuales, fueron en el Nombre del Señor Jesús.
Así mismo, el Hermano Campo Elías utilizó el ejemplo del cheque,
diciendo:
– Un Gerente de empresa le dice a su Secretaria que haga un
cheque a nombre del hijo de Carlos, padre de José y esposo de
Mariela. El Gerente se está refiriendo a Luis, hermano de la
Secretaria. Inmediatamente, ella hace el cheque a nombre de los
títulos que le dijo su jefe, y no a nombre de su hermano Luis.
Lógicamente, este cheque no lo pagan.
Yo pude entender que el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo es Jesucristo; por tanto, el verdadero bautismo bíblico es en el
Nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados. ¡Gracias a Dios