3
ron por unos pocos días, y ésta fue la única
comida que tuvieron hasta el vigésimo día
cuando se cometió el acto en cuestión.
Que en el duodécimo día la tortuga estaba
completamente consumida, y que durante
los próximos ocho días no tuvieron nada
para comer.
Que no tenían agua dulce, excepto la lluvia
que de vez en cuando caía sobre sus capas
de cuero.
Que el barco estuvo flotando al garete en el
océano, y probablemente estaba a más de
1000 millas de distancia de tierra.
Que el día dieciocho, cuando ya lleva-
ban siete días sin comida y cinco sin agua,
los prisioneros le hablaron a Brooks sobre lo
que deberían hacer si no llegaba el socorro,
y sugirieron que alguien fuera sacrificado
para salvar al resto, pero Brooks y el mucha-
cho, al que se entendía que se referían, no
fueron consultados.
Que el 24 de julio, el día antes del acto aho-
ra en cuestión, el preso Dudley propuso a
Stephens y a Brooks que se hiciera un sor-
teo para determinar quién debería ser eje-
cutados para salvar al resto, pero Brooks lo
rechazó, no se le consultó al muchacho y,
de hecho, no hubo sorteo.
Que durante ese día los prisioneros habla-
ron sobre sus familias y sugirieron que sería
mejor matar al más joven para que sus vidas
fueran salvadas, y que Dudley propuso que
si no se veía ningún barco a la mañana
siguiente, matarían al niño. Al día siguiente,
el 25 de julio, todavía no aparecía ningún
“Que el vigésimo día
Dudley, con la complicidad
de Stephens, mató al niño,
y tanto Dudley como
Stephens se alimentaron
de su carne durante cuatro
días”
buque, y Dudley le dijo a Brooks que era
mejor que fuera a dormir y le hizo señas a
Stephens y a Brooks de que era mejor matar
al jovencito. El prisionero Stephens aceptó
el acto, pero Brooks no y protestó.
Que el muchacho estaba entonces recosta-
do al fondo del bote, muy desvalido y su-
mamente debilitado por el hambre, bebien-
do agua del mar, y que a pesar de que no
podía hacer resistencia, no aceptó nunca
que lo mataran. El prisionero Dudley hizo
una oración pidiéndo perdón por todos
ellos si cualquiera fuese tentado a cometer
un acto precipitado, para que sus almas pu-
dieran ser salvadas.
Que Dudley, con el consentimiento de
Stephens, se dirigió al muchacho, y dicién-
dole que su tiempo había llegado, le metió
un cuchillo en la garganta y lo mató allí;
Que los tres hombres se alimentaron del
cuerpo y la sangre del niño durante cuatro
días; Que al cuarto día de haber cometido
el acto el barco fue recogido por un buque
que pasaba y los prisioneros fueron resca-
tados, todavía vivos, pero en el estado más
bajo de postración.
Que fueron llevados al [p. 275] puerto de
Falmouth, y fueron confiados para el juicio
en Exeter.
Que si los hombres no se hubieran alimen-
tado con el cuerpo del joven probablemente
no habrían sobrevivido para ser recogidos y
rescatados, y que dentro de aquellos cuatro
días habrían muerto de hambre.
Que el muchacho, estando en una condi-
ción mucho más débil, era probable que
hubiera muerto antes que ellos. Que al mo-
mento del acto en cuestión no había barco
a la vista, ni ninguna perspectiva razonable
de alivio. Que bajo estas circunstancias, a
los prisioneros le parecía que, a menos que
se alimentaran con algo, o se alimentaran
pronto del joven (o de uno de ellos mis-
mos), morirían de hambre. Que no había