Comentario: la valoración crítica
(I)
-¿En qué consiste?
Consiste en relacionar lo que el texto dice con
vuestros conocimientos y opiniones.
- ¿Cómo se hace? Hay que valorar:
1. El tema: ¿es actual, de interés general,
especializado?..
2. La argumentación:
f)Si estás de acuerdo, explica por qué lo estás y amplía
argumentos.
g)Si no lo estás, explica por qué y da argumentos en contra.
Anexo 1
Hoy he leído en “El País” una columna de Maruja Torres, llamada Abrazos.
La columnista nos habla de la exitencia de una enfermedad poco común
llamada epidermolisis bullosa, que consiste en un crecimiento excesivo de la
piel que produce ampollas y deformaciones muy dolorosas para quien la sufre
y que conlleva finalmente a la muerte. La columnista critica que los
organismos que deben estudiar esta enfermedad “rara” no se hayan puesto aun
manos a la obra, despues de que fuese hace ya mucho tiempo denunciada. Por
último, dice que la solución esta en la investigación con células madre y
finalmente recuerda a las dos últimas víctimas de esta enfermedad, entre ellos
un familiar suyo de corta edad que tuvo que sufrir que ni sus seres mas
queridos le pudieran tocar y mostrar su afecto con un simple “abrazo”.
En efecto, me parece increíble que cada día salgan mas enfermedades tan
extrañas y que no se estudien para intentar por lo menos, en el caso que no se
puedan curar, que esas personas tengan una calidad de vida mejor. No se quien
tiene la culpa. ¿Los científicos? ¿el gobierno? Lo que esta claro es que sin
dinero y sin una gran enfermedad, es decir, que afecte a muchas personas, no
hay estudio, no hay cura, y no hay nada. Y mientras tanto van apareciendo
mas enfermedades desconocidas y mas famílias que sufren viendo a sus
familiares sufrir porque como en el caso de la “E.B”, ni siquiera pueden darles
un abrazo.
Anexo 2
El novelista Eduardo Mendoza ha publicado hoy una columna en el diario El País en la que
comenta la concesión de los premios Nobel de Medicina y de Físca a investigaciones
centradas en actividades que se ocupan de la biotecnología y la informática. En su
opinión, el acelerado desarrollo de esta última se produce gracias a a su relación con el
mercado de aparatos domésticos y de ocio, lo que no ocurre con la biotecnología, que de
momento no tiene aplicaciones prácticas inmediatas, aunque es la actividad que nos
puede aportar cambios más radicales como individuos y como especie.
La diferente importancia que se le da a uno y a otro campo de investigación le hace afirmar
al autor de este artículo que lo que mueve el progreso de la investigación es el
mercantilismo y la frivolidad, que quizá constituyan la esencia de la naturaleza humana.
Llama la atención la opinión que Eduardo Mendoza tiene de Internet, cuando califica a los
equipos informáticos como “buzones de necedad, publicidad y pornografía”. Con este
comentario absolutamente desvalorizador de uno de los fenómenos que más está
influyendo en muchos ámbitos de la vida social, el autor de texto no tiene en cuenta los
aspectos positivos de la Red, entre los que enumeraremos algunos:
La posibilidad resolver de forma más rápida y cómoda muchas gestiones
administrativas: declaración de hacienda, tramites en el Ayuntamiento, matrícula en
centros educativos, etc.
La comodidad para realizar gestiones comerciales: operaciones bancarias, compra de
billetes de tren y avión, reserva de entradas para espectáculos, compra en centros
comerciales, etc.
Acceso a medios de comunicación digitales y a participar en sus foros.
Acceso a bibliotecas digitales.
Realización de cursos a distancia.
Uso de recursos educativos en la Red.
Posibilidad de elaborar y compartir contenidos en la Red.
Oír música en emisoras digitales.
Aplicación de la informática a la creación artística.
Etc.
Quizá el uso mayoritario que se hace de la investigación en informática se dé en el
terreno del ocio -aspecto que tampoco se ha de despreciar-, pero de estos
avances también nos beneficiamos en otros campos: la cultura, la comunicación,
la creación artística, la educación, la satisfacción de necesidades personales, etc.
“Hermanos” Rosa Montero
El País, 6-12-2005
Un formidable estudio científico demostró hace poco que humanos y
chimpancés compartimos el 99% de los genes. Somos animales
extremadamente próximos, primos hermanos. Para hacernos una idea:
las diferencias entre los genomas de chimpancés y humanos son diez
veces mayores que entre dos personas, pero diez veces menores que
entre los de un ratón y una rata. La intimidad orgánica de nuestras dos
especies es tan grande que produce mareos.
Es el vértigo de lo maravilloso, del emocionante reconocimiento en el
otro; pero también es el vértigo del horror, al constatar las brutalidades
que les hacemos. Los grandes simios sienten, piensan, fabrican
herramientas, son conscientes de sí mismos y de la muerte. Pueden
hacer operaciones matemáticas y usar el lenguaje de signos para
comunicarse. Muchos científicos consideran que los grandes simios
tienen una mente semejante a la de un niño de cinco años. Y a estos
individuos, en fin, les enjaulamos, humillamos, torturamos,
exterminamos
Les hemos utilizado durante siglos para hacer espantosas vivisecciones
supuestamente científicas y aún ahora seguimos experimentando con
ellos. Por no hablar de la explotación comercial a la que se les somete:
los tailandeses, por ejemplo, se niegan a devolver a un centenar de
orangutanes que capturaron (o más bien secuestraron) en las selvas de
Borneo y a los que utilizan en combates de boxeo para entretener a los
turistas.
No tenemos disculpa porque ahora ya sabemos lo que sabemos: que
esas criaturas son como nosotros. Pero la inmensa mayoría de los
humanos sigue cerrando los ojos y aturdiendo su conciencia ante toda
esta atrocidad. El diputado Francisco Garrido ha presentado una
proposición no de ley para que el Gobierno se sume al Proyecto Gran
Simio (www.proyectogransimio.org), esto es, a una serie de medidas
de protección y respeto. Apoyemos a Garrido y exijamos el
compromiso de los políticos, porque se trata de una cuestión ética
esencial. La ONU acaba de denunciar que, si seguimos así, los grandes
simios pueden extinguirse en 25 años. Es un genocidio y nuestros
descendientes nos maldecirán y aborrecerán por ello, de la misma
manera que nosotros aborrecemos a los antiguos esclavistas.