revolvió y deseó haber muerto al instante, poco a poco Verónika fue perdiendo la consciencia
hasta encontrarse completamente inconsciente.
Abrió los ojos aún mareada y sin noción del tiempo y el espacio, miró temblorosa a su alrededor,
aquello no parecía el cielo ni el infierno, entonces ¿qué era?, una voz le habló, pero Verónika no
pudo verla, estaba atada a una camilla y un extraño tubo le atravesaba la garganta. No pasó
mucho para que vuelva a caer inconsciente. Cuando finalmente vuelve a recobrar un poco del
sentido habla con otra enfermera y luego con un doctor y un ayudante, ellos le contaron que se
hallaba en Villete (un centro o sanatorio), conocido por ser un lugar sombrío donde llegaba gente
con problemas mentales, en pocas palabras, un hospital psiquiátrico.
El doctor se llamaba Igor, y con la ayuda del joven que lo acompañaba le explicaron a Verónika
que las pastillas que había tomado le habían causado un gran daño en su corazón y que iría
muriendo poco a poco, le pronosticaron una semana máxima de vida. Genial, pensaba Verónika,
ahora debía esperar pacientemente a la muerte; esto le resultaba inquietante, ahora tendría más
tiempo para arrepentirse pero aún así no para detener su muerte.
Poco tiempo después conoce a Zedka, una mujer mayor que luchaba contra la depresión, quien se
ofrece a ayudarle a conseguir pastillas para acelerar su muerte a cambio de conversar con ella. En
realidad Zedka ya no debería estar en aquel lugar, pero le comentaba a Verónika que no tenía a
dónde ir. Zedka le contó a la muchacha que en Villete había personas sanas, pero que no se iban
porque encontraban el hospital como un lugar donde podían ser ellos mismos sin que los juzguen.
Tiempo después conoció a Mari, una buena abogada con una familia, pero que había sido
ingresada por trastorno del pánico. Zedka y Mari pertenecían a la “fraternidad” que habían creado
las personas sanas que se hallaban en el hospital. Durante su estancia Verónika conoce también a
Eduard, un joven apuesto que sufría de esquizofrenia que nunca hablaba. Eduard y Verónika se
enamoran, y poco a poco Verónika empieza a aferrarse a la vida.
Faltando pocos días para que se cumpla el plazo de vida estimado para Verónika el doctor Igor
teme la reacción de Verónika cuando descubra que luego de la semana seguiría con vida. En
realidad el doctor le había mentido, había logrado retirar el veneno de su organismo
suministrándole una medicina especial, pero al mismo tiempo le daba una especie de droga que
hacía que Verónika tenga pequeños problemas para dormir, para que ella crea en su diagnóstico.