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Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios – tuvo la
audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de
Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo lla-
mar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había
muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a Jo-
sé. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo en-
volvió en ella.»
Reflexión.
Jesús inicia el camino del silencio. El ya no habla con sus
palabras, como lo hizo en su vida pública. El habla ahora
con el silencio de su vida entregada. Dicen que cada uno es
esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. Más que
nuestros labios debe hablar nuestra vida entregada, como
la de Jesús.
Jesús está muerto. Su madre y varias mujeres y unos po-
cos hombres lo bajaron de la cruz. María recibe su hijo, Je-
sús, victima de la violencia oficial, en sus brazos. Tantas
madres sufren la perdida de sus hijas e hijos queridos, pe-
ro no tienen personas para acompañarlas en su duelo, pa-
ra consolarlas, para ayudarlas. Se sienten solas, abando-
nadas. ¿Podemos ser como José de Arimatea, ayudándolas
en su dolor?
Súplicas: respondemos: Por tu santa cruz, ten piedad, Se-
ñor.
1. Por los madres que no pueden encontrar con sus hi-
jas e hijos, para que reciben consuelo de nosotros,
oremos al Señor
Para que nuestras palabras vayan acompañadas del
testimonio de nuestra vida, oremos al Señor.
Por todos los que no pueden hablar, para que sepa-
mos con nuestra vida ser voz de los que no tienen voz,
oremos al Señor.
Oración:
Señor, Padre bueno,
concédenos sentirte cercano,
como presencia que consuela y reconcilia,
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Súplicas: respondemos: Por tu santa cruz, ten piedad, Se-
ñor.
1. Por los que cargan trabajos duros y reciben salarios
bajos, oremos al Señor.
2. Por los que cargan la cruz de cáncer y otras enferme-
dades, oremos al Señor.
3. Por los agentes de pastoral de la parroquia, para que
asuman sus cargos con amor y compromiso, oremos
al Señor.
Oración.
Señor, Padre bueno, que nos has enviado a Jesús,
obediente hasta la muerte,
concédenos la fuerza de tu amor
para tomar con valor nuestra cruz.
Concédenos tu esperanza y sabremos reconocerte
incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro… Ave María… Gloria al Padre.
Amado Jesús mío, por mi vas a la muerte, quiero seguir tu
suerte muriendo por tu amor, perdón y gracias imploro
transido de dolor. Señor peque, ten piedad y misericordia
de nosotros y de mi alma Amen.
Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor
Jesucristo y los dolores y lagrimas de su santísima madre
al pie de la cruz Amen.
Si alguno quiere ser mi discípulo, tome su cruz y sígame.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR PRIMER A VEZ
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa
Cruz redimiste al mundo.
Del Evangelio según San Marcos (8,34-36)
“Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: si al-
guno quiere seguirme, olvídese de sí mismo, tome su cruz y
sígame. Porque si alguno quiere salvar su vida, la perderá;
en cambio si pierde la vida por mí y por el evangelio, la sal-