i.il.idor, en tanto que en Inglaterra a la víctima se le denomina mug
(l<xo), gull (ingenuo), chum (tonto), blpck (zoquete), log (tontísimo),
h<>»liy (bobo).
En Estados Unidos se les llama hoosier (montañés), clown (paya¬so,
torpe), hick (chico de campo), bumkin (duro de seso), villain (villano),
giver-up (el que entrega), come on (el que acude), chippy (niño), sucker
(bebé), lusch (bebedor, ebrio), mooch (drogadicto), tlt'tfnerate (víctima
homosexual), sailor (marinero, derrochador).
En Latinoamérica, en caliche (caló, jerga usada en México), la \í<
lima es llamada amo (porque da para el sustento del ladrón), Gil, (íilherto,
o Hermenegildo (víctima de robo o fraude), indito (in¬dígena, ignorante),
jincho o cincho ("agarrar cincho", tomar des¬prevenido, bien amarrado),
longines (de gil), maje (tonto, también magis, magallanes, maguez,
magistrado), pagador (el que paga), primo (tonto, quizá de "primerizo"),
bato (rústico), conejo (tonto, quizá de "pendejo"), huiso (tonto), mopri
(metátesis de primo), barco (aga¬rrar barco), pichón (paloma, pájaro
inmaduro), sello (indígena), etcétera.237'238'239
En replana la víctima será cholifacio, chonta, chontal, chontano,
chontril (de cholo, en Perú, hombre de las serranías), dorao (de "oro"), gil,
larcho (metátesis de cholo), logi (metátesis de gil).
En lunfardo la víctima será logi, otario (de otaria, animal que en
Argentina es considerado de escasa o nula inteligencia), gil, etcétera.
Como puede observarse, la intención es infravalorar a la víctima,
demostrar su estupidez frente al delincuente, que es carnal (herma¬no),
mano (hermano), causa (compañero), ñero (compañero), yori o yori
cumpa (amigo), afán, camiztle, carranclán, lanza, manilón, pifión,
ponedor, rupa, ruperto y otra cantidad de denominaciones en caliche,
lunfardo o replana, que no tienen una acepción despectiva sino por el
contrario, se señala la superioridad del malhechor.
El contenido psicológico es importante, pues conlleva no sola¬mente
la definición estereotipada, sino también la justificación o racionalización
del delito.
Decíamos al principio de este apartado, que de la percepción que el
criminal tenga de la víctima depende en mucho la elección de ésta y no
sólo esto, sino el paso al acto mismo.
237 Cfr. Aguilar, José Raúl. Los métodos criminales en México. Lux. México, s/f. ^ 238 Cfr. Trejo,
Arnulfo. Léxico de la Delincuencia. UTHEA. México, 1968.
239 Cfr Colín Sánchez, Guillermo. Así habla de la delincuenáa. Editorial Porra. México, Ü.f. (3a edición),
México, 1997.