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solo alcanzan a cubrir el interés mes con mes, de manera que esto está
prohibido para todo hijo de Israel.
La esencia de la acción de prestar al pobre implica cubrir una necesidad vital.
Lucas 6.- 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué
mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores,
para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced
bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón
grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los
ingratos y malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro
Padre es misericordioso…
En el tiempo de Moisés, las transacciones comerciales no eran como las
actuales. En términos generales, un hombre dependía de sus propios
recursos para sus operaciones comerciales y se pedía y se daba poco dinero
prestado en comparación con lo que se hace hoy.
En la práctica, solo un “hermano” que había “empobrecido” pedía dinero en
préstamo. Por lo tanto, parecería que lejos de condenar las transacciones
comerciales comunes, que implican prestar dinero o tomarlo prestado, en la
Torah ni siquiera se ocupan de ellas.
Esto nos enseña de no aprovecharse de alguien que esté acosado por
circunstancias adversas.
Uno nunca debiera exigir de otro más que lo que es justo, ya sea “pobre” o
rico. Es el espíritu de avaricia, de extorsión, de un proceder rígido y la pasión
por las ganancias, aun con perjuicio para otros, lo que es condenado.
Debemos compadecernos de las necesidades de otros, y nunca prestar oídos
sordos a su clamor ni aprovecharnos de ellos cuando hacen frente a
dificultades.
Éxodo 22.- 26 Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del
sol se lo devolverás. 27 Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para
cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré,
porque soy misericordioso…