YA ES HORA DE CONOCERSE A SÍ MISMO Dicen los entendidos que el hombre de hoy no utiliza más del cinco por ciento de su capacidad mental. Observe bien, no es un error, apenas el cinco por ciento, como máximo. Es como si tuviese un camión de diez toneladas y pasara la vida entera transportando apenas quinientos kilos de carga. A pesar de existir desde hace millones de años, en lo que atañe al uso de la mente, el hombre está aun en la edad de piedra. Por eso es que vivimos en un "valle de lágrimas" y decimos que la vida es una lucha insana y dura. Se dice que nuestro cerebro tiene acerca de quince billones de células electromagnéticas y que, por ahora, se sabe la función de apenas veinte por ciento de esas células, o sea, cerca de tres billones. ¿Qué sucederá cuando el hombre comience a usar lo restante, todavía adormecido, del cerebro? Hoy usted comenzará a aumentar su potencial mental. Alégrese, por tanto, ya que un nuevo día está despuntando para usted. ¡ Ea ! ¡Viva! Infelizmente, hasta ahora, apenas una minoría consigue alcanzar todo aquello que desea y, así, disfrutar de una vida plena de paz, de éxito, de felicidad y de salud física y mental. Parece hasta que, a medida que el progreso evoluciona, la humanidad pasa a enfrentar mayor número de problemas, lo cual es una paradoja. Esto significa que el hombre no descubrió, a través de los siglos, su propio camino. Él avanzó hacia las alturas infinitas de los cielos, descendió a las profundidades de la tierra, buscó el fondo de los océanos, exploró los extremos polares, siguió hacia el norte, hacia el sur, hacia el este y el oeste, inventó millones de objetos de gran utilidad, acortó distancias, pero él mismo, el HOMBRE, continúa sintiéndose insatisfecho, enfermo, alterado, inestable, frustrado. No es por nada que Sartre y la filosofía existencialista dicen que el hombre es un proyecto inacabado. En un trabajo de filosofía para el segundo semestre de 1979, yo tomé la afirmación existencialista de que la vida es un hacerse imprevisible e incontrolable, y la discutí. La discutí porque, de ser verdad esa afirmación, llegaríamos a la conclusión de que la vida es un absurdo.