3. MAPAS Y EDUCACIÓN Entre las numerosas definiciones que se han dado sobre educación, creemos que se debe considerar como «todo proceso permanente dirigido a la optimización de la persona en el ser, el conocer, el hacer y el convivir» (L. García Aretio , M. Ruiz Corbella, 2003: 39). Como proceso se refiere a una operación en el tiempo, a una secuencia de acciones, constante, permanente, y por optimización se entiende como desarrollo pleno de capacidades, maduración a partir de un fin, de una intencionalidad, que permita enseñar y aprender conceptos (conocer), procedimientos (hacer) y actitudes (ser y convivir). En este sentido, nuestra labor como educadores no se limita únicamente a transmitir toda una serie de conocimientos geográficos, sino sobre todo en educar «geográficamente» a nuestros alumnos (X. M. Souto , 1998), lo cual implica un esfuerzo para que el discente tome conciencia y se sensibilice ante los problemas sociales y ambientales de su entorno inmediato y mediato (escala local, comarcal, autonómica, nacional y global), que conozca los principales procesos espaciales y territoriales que han configurado el espacio geográfico actual, que sea capaz de utilizar de manera consciente los mecanismos, herramientas y materiales necesarios para alcanzar dicho conocimiento, que desarrolle toda una serie de destrezas y habilidades geográficas y, sobre todo, que participe de forma crítica, democrática y activa en la mejora de los problemas ambientales y sociales de su entorno.