Cápsula tres
¿Cómo educar en sexualidad?
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Si durante la adolescencia hay altas probabilidades de que se inicien las relaciones
sexuales, la educación e información sobre sexualidad es necesaria pues
contribuye a disminuir las prácticas de riesgo que se reproducen por la tendencia a
la temeridad en esa etapa de la vida.
Es importante aclarar que las prácticas de riesgo se refieren a comportamientos que
se consideran poco saludables, ya sea porque afectan física, social o
psicológicamente a la persona, o porque desencadenan situaciones que producen
esas afecciones. No todas las prácticas sexuales son de riesgo. Un ejemplo para
aclarar lo anterior puede ser el consumo de alcohol: consumir responsablemente no
es una práctica de riesgo, a diferencia de consumir alcohol de forma excesiva, que
sí lo es.
El inicio de la vida sexual por sí mismo no es una práctica de riesgo, siempre que
sea una decisión libre, consciente e informada. Sin embargo, esto no siempre ocurre
así, generando el riesgo de un embarazo no planeado y/o no deseado. Y,
dependiendo del tipo de contexto social, este inicio de la vida sexual activa puede
ser alentado por las diferentes redes sociales de las personas y las ideas del
sistema sexo-género, provocando que, en ocasiones, más que un evento de tipo
personal se convierta en un evento de tipo social que debe de cumplirse para
pertenecer a un grupo social, para tener un valor más elevado dentro de éste o para
acceder a ciertos derechos que se consideran exclusivos de las mujeres que están
casadas y son madres. En México existen regiones donde esta situación es muy
común, lo que está particularmente relacionado con el cumplimiento de los roles
tradicionales y estereotipos de género.
En 2012, casi la mitad de las adolescentes tenían mayor riesgo de embarazo que
en 2006 al no utilizar ningún método, o bien de contraer una infección de transmisión
sexual. Del total de adolescentes sexualmente activos, 14.7% de los hombres y
33.4% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en la primera
relación sexual, lo que representa una reducción notable en relación con 2006,
cuando 30% de los hombres y 57% de las mujeres no los utilizaban.
Gutiérrez, Rivera-Dommarco, Shamah-Levy, Villalpando-Hernández, Franco,
Cuevas-Nasu, Romero-Martínez, Hernández-Ávila, (2012), Encuesta Nacional de
Salud y Nutrición 2012. Resultados Nacionales. Cuernavaca, México: Instituto
Nacional de Salud Pública. Marzo 1, 2016 de ENSANUT 2012 Resultados
Nacionales (PDF).