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lv cap. 5 págs. 59-61
LLEVE PUESTA “LA ARMADURA COMPLETA ”
Si nos mantenemos en el amor de Dios, también estaremos protegidos espiritualmente contra
Satanás, quien desea que perdamos la felicidad y la vida eterna (1 Pedro 5:8). Pablo señaló que
tenemos “una lucha”, pero “no contra [criaturas de] sangre y carne, sino contra los gobiernos,
contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas
espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:12). La palabra griega que se traduce
“lucha” evoca la idea del combate cuerpo a cuerpo y
no del que se realiza a distancia, quizás en la seguridad
de un refugio subterráneo. Refiriéndose a los enemigos
que tenemos en el mundo espiritual, Pablo menciona
“gobiernos”, “autoridades” y “gobernantes mundiales”.
¿Qué indica este hecho? Que los ataques de los demonios
están bien organizados y planeados.
Aunque somos personas co n muchas debilidades y
limitaciones, podemos salir victoriosos. ¿Cómo?
Aceptando “la armadura completa que proviene de Dios”
(Efesios 6:13). Esta armadura se describe en Efesios
6:14-18: “Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos
ceñidos con la verdad, y teniendo puesta la coraza de la
justicia, y teniendo calzados los pies con el equipo de las
buenas nuevas de la paz. Sobre todo, tomen el escudo
grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los
proyectiles encendidos del inicuo. También, acepten el
yelmo de la [esperanza de la] salvación, y la espada del
espíritu, es decir, la palabra de Dios, mientras que, con
toda forma de oración y ruego, se ocupan en orar en toda
ocasión en espíritu”.
La armadura espiritual nunca puede fallarnos, pues
proviene de Dios. Eso sí, hay que utilizarla de continuo.
¿Por qué? Porque a diferencia de los soldados literales,
que a veces disfrutan de largos descansos entre una
guerra y otra, los cristianos luchamos a vida o muerte en
un combate sin tregua. Esta contienda terminará cuando
Dios destruya el mundo de Satanás y encierre en el
abismo a todos los espíritus malignos (Revelación 12:17;
20:1-3). Así que si ahora usted está batallando con sus
propias debilidades y malos deseos, no se rinda. Todos
tenemos que aporrear nuestro cuerpo, por así decirlo,
para ser fieles a Jehová (1 Corintios 9:27).
Lo preocupante sería que no estuviéramos luchando.
Sin duda, nunca triunfaremos por nuestras propias fuerzas. De ahí que Pablo nos recuerde la
necesidad de orar a Jehová “en toda ocasión en espíritu”. Al mismo tiempo, debemos escuchar la
voz de Dios. ¿Cómo lo hacemos? Estudiando su Palabra y aprovechando todas las oportunidades
que tenemos de reunirnos con otros compañeros de lucha. Como vemos, no estamos solos
(Filemón 2; Hebreos 10:24, 25). Si somos fieles en estos campos, no solo lograremos la victoria
final, sino que sabremos defender día a día nuestras creencias cuando se vean bajo ataque.
w04 15/9 pág. 20 párr. 20 Está claro que es esencial que nos pongamos la armadura
completa que nos da Jehová. Para llevarla se exige que cultivemos cualidades piadosas, como la fe
y la justicia. Es imprescindible que amemos la verdad como si estuviéramos ceñidos con ella, que
estemos dispuestos a proclamar las buenas nuevas en toda ocasión y que mantengamos la mente
fija en la esperanza puesta ante nosotros. Asimismo, debemos hacernos diestros en el manejo de
la espada del espíritu. Con la armadura completa que proviene de Dios, saldremos victoriosos en
nuestra lucha contra las fuerzas espirituales inicuas y realmente daremos gloria al santo nombre
de Jehová (Romanos 8:37-39).