que hacía al salir el agua del fregadero. y
abrió la puerta.
La tuz del sol le dio de lleno en el rostro.
Cegado, dio un trasplés. Comenzó a distin-
guir las paredes, un coche, unos árboles, y
en ese momento oyó el silbido del tren,
Echó a correr. Se oyó atro silbido, como
un aviso para que se apresurase. Los ojos de
Tom se fueron acostumbrando a la luz del
sul, pero atin le escocian mientras corría por
la sucia callo que llevaba a la estación.
Dos mujeres hablaban. riéndose, a la puer-
ta de una casa, sin sospechar el apuro del
muchucho que pasó corriendo junto a ellas.
1Habia sido engañado no sólo para que per-
diera cl tren, sino para que no stguiese
investigando sobre el asesinato! Incapaz de
ercer lo que había sucedido, cnizó corriendo
el aparcamiento de la estactön, al mismo
tiempo que se oja el pitido final del tren.
El mozo viejo estaba en la portezuela del
coche cama, haciéndole señas con ta mano.
~-{Vamos, hombre! —grité—, ¡Mueva esos
pies!
Con Ja resptraciôn entrecortada, Tom
irrumpió en el andén, tropezando, y llegó ul
coche cama, Vio que el mozo hacia une seña
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hacia la locomotora, y luego le ayudó a
subir. El tren se puso en marcha.
—Ya era hora —dlfo el mozv—. He teuido
que retrasar un poco la salida del tren.
—Cracias —jadeó Tom, agarrándose con
fuerza al pasamanus, mientras aspiraba uire
en sus pulmones.
—¿Qué le ha pasado? —le preguntó el
mozo—. El señor Faith me dijo que estaba
usted tomando un café, o algo asi.
——2Esté & en el trea?
—Clare que sí. Menos mal que ha llegado
usted a tiempo, $i ¡lega a perder el ren, me
hubiera perdido una buena propina.
Tom sonrió al mozo, sintiéndose feliz de
saber que había una persona en el tren en la
que podía confiar. ¿Dóude estaría ahora el
señor Faith? Tenín que buscarle y pedirle
una explicación por huberle engañado.
-—Gractas de nuevo — dijo Tom. subieado
la esculerilla con Ins plernas tenmblarosas.
contente de hallarse a salvo +n el tou, en
lugar de estar abandonado en un pueblo de
la montaña.
Ya dentro del coche cama, se detuvo fren-
te al departamento A y llamó con fuerza a la
puerta, En realidad, tenia miedo del señor
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