Ciencia en el Renacimiento

Arqui 458 views 183 slides Oct 06, 2020
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About This Presentation

Apuntes empleados en La Universidad de Deusto sobre la Ciencia en el Renacimiento, incidiendo especialmente en la Revolución Astronómica y Médica; Dando además breves pinceladas de la historia de las matemáticas en ese periodo y la zoología, ingeniería, química , botánica,...


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La Ciencia en el Renacimiento
Prof. Santiago Fernández
Universidad de Deusto. Octubre. 2020

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Los apuntes que presento tratan de aclarar y explicar algunos aspectos
científicos y técnicos que ocurrieron en el Renacimiento. Se centran
especialmente en aspectos relacionados con los aspectosm astronómicos,
matemáticos, médicos, botánicos y zoológicos….
La mayoría de las ideas han sido adaptadas a partir de libros, artículos,.. que
al final se citan. Por tanto no son originales ( la originalidad, puede ser la
manera de presentarlos); mi único interés ha sido el aclarar algunos aspectos
que pueden resultar difíciles de entender .
El material se compone de varios capítulos y una seleccionada bibliografía

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1.-La Revolución Científica

La revolución científica es un concepto usado para explicar el surgimiento de la
Ciencia durante la Edad moderna temprana, asociada principalmente con los
siglos XVI y XVII, en que nuevas ideas y conocimientos en Física, Astronomía,
Biología (incluyendo anatomía humana) y Química transformaron las visiones
antiguas y medievales sobre la naturaleza sentando las bases de la Ciencia.

La superstición y la religión fueron reemplazados por la ciencia, la razón y
el conocimiento. Esto permitió el avance de las ciencias modernas y también
propició cambios en el orden social.

“ Por «Revolución Científica» se ha venido denotando, tradicionalmente, la
profunda transformación del método y contenidos del saber que dio lugar, en los
siglos XVI y XVII. al nacimiento de la ciencia moderna. En las últimas décadas,
con el surgimiento de la historia de la ciencia como disciplina especializada y el
giro historicista de los filósofos de la ciencia, este término, inicialmente vago, se ha
transformado y precisado. Desde la publicación de la influyente obra de T.S.Kuhn,
“La estructura de las revoluciones científicas (1962)”, ha venido a representar
(matizaciones aparte) un modelo de cambio científico en el que una concepción de
la naturaleza (o parte de ella) se sustituye por otra nueva.
Los trabajos clásicos de historia de la ciencia acotaron cronológica- mente esta
revolución entre las figuras de Copémico y Newton, y destacaron su carácter
innovador en algunos frentes: por un lado, en la astronomía, con la formulación del
heliocentrismo copemicano; por otro, en la mecánica, como disciplina creada a
partir del estudio de los problemas del movimiento entre los hitos de Galileo y
Newton; y también en el dominio de la anatomía y fisiología, con las aportaciones
de Vesalio y Harvey. La investigación posterior, sin denegar la importancia de
estos cambios, se ha extendido a la indagación de los producidos en otras
disciplinas, como la química, la física experimental, y el conjunto de saberes que
más tarde se aglutinará bajo la denominación de «biología». También, por otra
parte, ha puesto en evidencia que los cambios científicos, por más conceptuales
que sean, no se producen aislados de la influencia de otros factores externos a la
ciencia, como los políticos, económicos, sociales e institucionales, que a su vez se
ven influidos por ella” ( La revolución científica; M. A. Selles y C. Solís)



El Renacimiento fue la época en la que los europeos occidentales perdieron el
temor a los antiguos y se dieron cuenta de que podían contribuir a la civilización y
a la sociedad tanto como habían contribuido los griegos y los romanos.
( Jhon Gribbin)



De acuerdo a la mayoría de versiones, la Revolución Científica se inició en
Europa hacia el final de la época del Renacimiento y continuó a través del siglo
XVII e inicios del XVIII, influyendo en el movimiento social intelectual conocido
como la Ilustración. Si bien las fechas de su comienzo son discutidas, por lo
general se cita a la publicación en 1543 de De revolutionibus orbium coelestium
(Sobre los giros de los orbes celestes) de Nicolás Copérnico como el
comienzo de dicha Revolución y al anatomista Andrés Vesalio que publica
ese mismo año De Humani Corporis Fabrica

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De acuerdo con Sarton, el Renacimiento ocupa el periodo comprendido
entre los años 1450 y 1600, pero él mismo señala que esos límites son
arbitrarios, y que igual podrían aceptarse otros más "naturales", como 1492
(año del "descubrimiento" del Nuevo Mundo) o 1543 (año de la publicación
del libro de Vesalio, De humani corporis fabrica, y del de Copérnico, De
revolutionibus…), para marcar el principio del Renacimiento, mientras
que 1616 (año de la muerte de Cervantes y de Shakespeare) o 1632 (año
de la publicación del libro de Galileo, Diálogo de ambos mundos)
servirían igualmente bien para señalar su fin y el inicio de la Edad
barroca.

Cualesquiera que sean sus límites, el Renacimiento se caracterizó por dos
tipos generales de actividades:

1) Las humanistas o imitativas, cuyo interés era la recuperación de los
clásicos griegos y latinos, tanto en literatura como en arte,
2) Las científicas o no imitativas, cuya mirada estaba dirigida no al
pasado sino al futuro.

Los humanistas eran un grupo de hombres muy bien educados, nobles y
aristócratas muchos de ellos, no sólo de rango sino de espíritu, los árbitros de
la cultura y del buen gusto de su tiempo, que perfeccionaban sus
conocimientos de griego, de latín y de arte a lo largo de años de estudio; sus
trabajos recuperaron a la cultura clásica. En cambio, los científicos conocían
poco el latín y menos el griego, eran iconoclastas y rebeldes, algunos hasta
francamente rudos y antisociales, sus enemigos los llamaban bárbaros y
analfabetos, muchas veces con razón. Sin embargo, algunos de ellos fueron
geniales y lo que crearon contribuyó mucho más que los trabajos de los
humanistas a la transformación del mundo medieval en moderno.




El Renacimiento renovó decisivamente la cultura europea en todos
los ámbitos. El movimiento renacentista produce obras maestras
insuperables. El cristianismo se depura y se difunde. Surgen nuevas
corrientes de pensamiento. La ciencia se organiza y sistematiza.
Con los descubrimientos geográficos del Nuevo Mundo se amplía
el conocimiento del planeta. España y Portugal forman grandes
imperios coloniales. Nuevos mercados se abren y la economía
experimenta profundas transformaciones. Las naciones se
consolidan y surgen las monarquías absolutas. La burguesía es la
nueva clase que destituirá a la nobleza en la conducción política,
preparándose el camino a la revolución inglesa del siglo XVII y a la
norteamericana del siglo XVIII. Con ellas se marcan las profundas
transformaciones que conformaran una nueva época.

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Se han señalado varios factores como causantes del Renacimiento

1) Invención de la imprenta.
2) "Descubrimiento" del Nuevo Mundo.
3) La nueva cosmogonía.
4) Fractura de la hegemonía religiosa y secular de la Iglesia católica, apostólica y
romana.
5) Concepto secular del Estado.
6 )Transformación del idioma..
7) Divorcio de las culturas orientales.
8) Interés en el individuo.
9) Emergencia de la ciencia moderna.

El hecho de que todos estos fenómenos ocurrieran en un lapso muy breve,
históricamente casi momentáneo. (Paracelso murió dos años antes de la
publicación de los libros de Vesalio y Copérnico; Leonardo era amigo de
Maquiavelo y contemporáneo de Miguel Ángel, de Rafael, de Durero, de
Cristóbal Colón, de Antonio Benivieni, de Savonarola, y de Martín Lutero;
Galileo nació el día en que murió Miguel Ángel y fue contemporáneo de
Descartes, Bacon, Harvey y Kepler) fue crucial para el devenir posterior.

Si tratamos de clasificar los periodos de la Revolución científica, diremos que
el primer periodo fue enfocado a la recuperación del conocimiento de los
antiguos (especialmente del conocimiento de la antigua Grecia), y puede
describirse como el Renacimiento Científico también denominado
Revolución Copernicana. Se considera que ese primer periodo culminó en
1632 con la publicación del ensayo “ Diálogos sobre los dos máximos
sistemas del mundo”. del científico italiano Galileo Galilei.

Galileo Galilei

La finalización de la Revolución Científica se atribuye a la "gran síntesis" de
1687 de los “Principia..” de Isaac Newton, que formuló las leyes de
movimiento y de la gravitación universal y completó la síntesis de una nueva
cosmología. A finales del siglo XVIII, la Revolución Científica había dado paso
a la "Era de la Reflexión"

El filósofo e historiador inglés Alexandre Koyré acuñó el término
Revolución Científica en 1939 para describir la época descrita.
Koyré centró su análisis en la figura de Galileo, y el término fue
popularizado por Butterfield en su obra “Origins of Modern

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Science” (Orígenes de la ciencia moderna). El trabajo de Thomas
Kuhn de 1962, “La estructura de las revoluciones científicas”
enfatizó que no pueden compararse directamente diferentes marcos
teóricos —como la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría de
la gravedad de Newton, que la reemplazó.

El periodo anterior a la revolución científica fue la Edad Media, una Edad
oscura desde el punto de vista científico (aunque habría que matizar mucho lo
que significa el termino “época oscura”. Periodo presidido por la teología , "la
filosofía es esclava de la teología"-, como bien dijo Pedro Damián. La
Astronomía y la Medicina fueron el inicio de la Revolución Científica.

2.- Acontecimientos más importantes de la revolución científica

Los acontecimientos “científicos” más sobresalientes en la ciencia moderna
pueden sintetizarse así:
1514.- El astrónomo polaco Nicolás Copérnico rechaza una invitación para
asistir, en Roma, a la reforma del calendario. Nace el futuro médico Andrea
Vesalio en Bruselas.
1541.- Fallece el médico y químico suizo Paracelso.

Paracelso Fracastoro

1543.- El polaco Nicolás Copérnico publica De revolutionibus orbium
caelestium y Vesalio publica su célebre tratado de anatomía
1545.- El médico italiano Girolamo Fracastoro termina de redactar De
sympathia et antipaihia rerttm. Se inaugura el Jardín Botánico de Padua. Se
establece una polémica entre los matemáticos italianos Scipione del Ferro,
Gerolamo Cardano , Ludovico Ferrari y Tartaglia sobre las ecuaciones de
tercer grado.


G. Cardano N. Tartaglia

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1546.- Nace, en Dinamarca, el futuro astrónomo Tycho Brahe,
1564. Nace el astrónomo y físico italiano Galileo Galilei, en Pisa.
1571.- Nace el astrónomo Johannes Kepler en Weildentadt (Alemania).
1573.- El astrónomo danés Tycho Brahe concluye y publica De nova stella.
1576. Tycho Brahe construye un observatorio astronómico.
1583.-Galileo descubre el isocronismo del movimiento pendular.
1588.-El astrónomo danés Tycho Brahe publica De Mundi aetherei
recentiesibus phaenomenis liber secundis.
1592.-Galileo es nombrado profesor de matemáticas en la Universidad de
Padua (Italia), poco después descubrirá el termoscopio. El astrónomo danés
Tycho Brahe publica Astronomía instauratae progymnasmata. Nace el
filósofo y matemático francés Pierre Gassend, llamado Gassendi.


Gassendi A. Vesalio

1596.-Kepler publica Mystericum cosmographicum. Nace el filósofo y
matemático francés René Descartes.
1598.-Se edita la obra de Tycho Brahe Astronomiae instauratae mechanica.
1608.-Los ópticos holandeses Hans Lapsey y Jakob Metius solicitan patente
de invención del anteojo al Consejo de Estado de los Países Bajos.
1609,-El astrónomo y físico italiano Galileo construye el primer telescopio.
1610.-Galileo publica, en Venecia, Sidereus Nuncios, en que aplica a la
astronomía los descubrimientos que hizo sobre las lentes.
1613.-Galileo concluye la redacción de Historia y demostración en torno a
las manchas solares y sus accidentes.
1618.-El astrónomo alemán Johannes Kepler publica la primera parte del
Epitome astronomiae Copernicanae y Astronomía nova, en la que formula
la primera de las leyes sobre el movimiento de los planetas.
1619.-Kepler concluye Harmonices mundi, que contiene la tercera ley sobre
el movimiento de los planetas.
1627.- Kepler publica las Tablas Rudolfinas.
1632.-Galileo escribe Diálogo sobre los sistemas principales del mundo.
1642.-Nace el físico, matemático y astrónomo británico Isaac Newton. Muere
el astrónomo y físico italiano Galileo Galilei.
1675.-Se empieza a construir el Observatorio Astronómico de Greenwich,
Inglaterra.

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1682.-Newton descubre la Ley de la Gravitación Universal. El astrónomo
inglés Edmond Halley observa y calcula la órbita del cometa que lleva su
nombre.
1689.-Se termina el Observatorio de Greenwich.
1695.-Muere el físico, matemático y astrónomo neerlandés Christiaan
Huygens.


3.-La revolución astronómica

3.1- Los antecentes a Copérnico

La revolución científica se puede relatar de múltiples maneras. El
historiador Koyré ha mostrado que una de las posibles, y quizá una de las
más iluminadoras, sea el seguimiento de la cosmología desde el mundo
cerrado al Universo infinito, desde la cosmología tradicional hacia el
asentamiento de la imagen moderna del cosmos.

Antes de desarrollar la figura y obras de N. Copérnico, citaremos de manera
somera dos personajes importantes Nicolás de Cusa y Giordano Bruno.

3.1.1.- Nicolás de Cusa (1401-1464) fue un teólogo y filósofo, considerado el
padre de la filosofía alemana y personaje clave en la transición del
pensamiento medieval al del Renacimiento, uno de los primeros filósofos de la
modernidad. Estudió griego y hebreo además de filosofía, teología,
matemáticas, astronomía y muchas otras disciplinas. A los veintidós años de
edad obtuvo el doctorado en Derecho canónico, y en 1448 fue nombrado
cardenal.
Nicolás de Cusa tiene una imagen del mundo que es imagen de Dios. Si Dios
es lo unitario y lo infinito a la vez, el mundo también es infinito. Este es el paso
radical a la física moderna: si el Universo es infinito, no tiene fin, se extrae,
pues, que no existe centro del Universo, por lo que la Tierra no es el centro del
Universo, por lo que tampoco existe un punto de referencia, todo es relativo y
no hay un lugar de privilegio en el Universo. Tampoco hay quietud, sino que
todo está en movimiento, incluido el Sol. Que no nos percatemos del
movimiento, no significa que no exista.

Nicolás de Cusa también especuló sobre la existencia de otros mundos y esta
idea fue retomada más de cien años después por Giordano Bruno, quien había
leído su obra.


3.1.2.-.-Giordano Bruno (1548-1600), ingresa a los diecisiete años en la orden
de los dominicos, ordenado sacerdote en 1572, al cabo de cuatro años es
acusado de hereje y huye a Roma, abandonando la Orden. A partir de este
momento inicia una serie de viajes por diversas ciudades italianas y europeas,
que se prolongan de 1579 a 1591, época que representa su período de
madurez y la producción de sus obras fundamentales. Bruno parecía
destinado a una tranquila carrera como fraile y profesor de teología,
pero se atravesó de por medio su insaciable curiosidad. Se las

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arregló para leer los libros del humanista holandés Erasmo, prohibidos
por la Iglesia, que le mostraban que no todos los "herejes" eran
ignorantes. También se interesó por la emergente literatura científica
de su época, desde los alquimistas hasta la nueva astronomía
de Copérnico


En Ginebra abraza el calvinismo, pero rechaza su rigorismo y abandona
Suiza para dirigirse a Francia. En su primera estancia en París (1581-
1583), publica varias obras sobre el arte de la memoria y la magia, entre
las que destaca De untbris ideantm (Las sombras de las ideas, 1582),
donde se manifiesta ya como copernicano, En 1583
marcha a Inglaterra y vive en la embajada francesa en
Londres, donde entre 1584 y 1585 publica en italiano
sus obras más importantes, conocidas como «diálogos
italianos»;


En la principal de sus obras. La cena de las cenizas (1584),
aparece lo esencial de la cosmología bruniana. Regresa a París, en
1585, pero un ambiente de inestabilidad política y de enfrentamiento
con los aristotélicos le obliga a marchar a Alemania, donde es bien
recibido en la universidad protestante de Wittenberg. Viaja a
Praga, en busca de la protección de Rodolfo II de Habsburgo, que
no consigue; Vuelve a Italia y, tras instalarse en Venecia en 1591, es
denunciado por el mismo Mocenigo a la Inquisición, como hereje;
en 1593 se inicia en Roma su proceso y juicio, que acaba el 17 de
febrero de 1600, cuando, condenado a la hoguera; muere como
«hereje impenitente, contumaz y obstinado».
Bruno creía que la Tierra giraba alrededor del Sol, y que la rotación diurna
aparente de los cielos es una ilusión causada por la rotación de la Tierra
alrededor de su eje. Bruno también sostuvo que, porque Dios es infinito, el
universo podría reflejar este hecho.

“El universo es uno, infinito, inmóvil... No es capaz de comprensión y
por lo tanto es interminable y sin límites y a ese grado infinito e
indeterminable y por consecuencia inmóvil”

Bruno también afirmó que las estrellas en el cielo eran otros soles como el
nuestro, a las que orbitan otros planetas. Indicó que el apoyo de esas
creencias en ninguna manera contradecía las Escrituras o la verdadera
religión.
Bruno predijo que el universo era homogéneo, compuesto por los cuatro

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elementos (agua, tierra, fuego y aire), en lugar de tener las estrellas una
quintaesencia separada. Esencialmente, aunque el uso de este término sea
anacrónico, las mismas leyes físicas estarían operando en todas partes.
Espacio y tiempo eran ambos infinitos.
La cosmología de Bruno está marcada por la infinitud, homogeneidad e
isotropía, con sistemas planetarios con vida distribuidos uniformemente a lo
largo de todo el universo.
Giordano Bruno


Pero volvamos ahora a la figura de Copérnico. En 1543 Nicolás Copérnico se
propuso incrementar la precisión y sencillez de la teoría astronómica vigente
transfiriendo al sol muchas de las funciones que hasta entonces se atribuían a
la Tierra. Con anterioridad a su propuesta( teoría aristotélica, ptolemaica,..) la
tierra había sido el centro fijo del Universo con respecto al cual los astrónomos
calculaban los movimientos de planetas y estrellas.

Un siglo más tarde (a partir de Galileo), el sol, al menos en lo que hace
referencia a la astronomía, reemplazó a la tierra como centro de los
movimientos planetarios, y de esta manera la tierra perdió su privilegiado
estatuto astronómico para convertirse en un planeta más de entre los que se
mueven alrededor del sol. Una gran parte de los resultados más importantes
alcanzados por la astronomía moderna reposa sobre dicha transposición. Así
pues y ante todo, la revolución copernicana significa una reforma en los
conceptos fundamentales de la astronomía.

Sin embargo, esa revolución no se limita a la reforma astronómica. La
publicación en 1543 de De revolutionibus… vino inmediatamente seguida por
otros cambios radicales en la forma de comprender la naturaleza por parte del
hombre. Gran parte de estas innovaciones, que culminaron un siglo y medio
más tarde en el concepto newtoniano del universo, eran consecuencias
imprevisibles de la teoría astronómica de Copérnico. Éste propuso el
movimiento terrestre en un esfuerzo por perfeccionar las técnicas usadas
entonces para predecir las posiciones astronómicas de los cuerpos celestes.
Pero al hacerlo así planteó a otras disciplinas científicas nuevos problemas, y,

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hasta que se resolvieron éstos, el concepto del universo propuesto por el
astrónomo fue incompatible con el de los otros científicos. “La reconciliación
de la astronomía copernicana con estas otras ciencias durante el siglo
XVII fue una causa importante de la fermentación intelectual generalizada
que en la actualidad designamos con el nombre de Revolución Científica”
( T.S. Khun). Gracias a tal revolución la ciencia pasaría a desempeñar el
nuevo y gran papel que la ha caracterizado en la posterior evolución del
pensamiento y sociedad occidentales.
Con la revolución copernicana se inició un conflicto entre la ciencia y la fe, en
esa época hay variados ejemplos, citaremos dos de gran importancia: Miguel
Servet y Giordano Bruno fueron quemados, uno por los protestantes y otro
por los católicos (en realidad las partes más problemáticas de su pensamiento
no eran tanto las científicas -circulación sanguínea y heliocentrismo,
respectivamente- como las propiamente religiosas, pero la clave residía
precisamente en el hecho de que tanto jueces como acusados compartían la
convicción de que ambos ámbitos estaban necesariamente vinculados).
Recordemos de G. Bruno murió en la hoguera, mientras que Galileo se salvó
de tal sufrimiento al retractarse.



“ Contra Miguel Servet del Reino de Aragón,
en España: Porque su libro llama a la
Trinidad demonio y monstruo de tres
cabezas; porque contraría a las Escrituras
decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y
por decir que el bautismo de los pequeños
infantes es una obra de la brujería, y por
muchos otros puntos y artículos y execrables
blasfemias con las que el libro está así
dirigido contra Dios y la sagrada doctrina
evangélica, para seducir y defraudar a los
pobres ignorantes.
Por estas y otras razones te condenamos, M.
Servet, a que te aten y lleven al lugar de
Champel, que allí te sujeten a una estaca y
te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e
impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido
a cenizas, y así termines tus días para que
quedes como ejemplo para otros que quieran
cometer lo mismo”

La sentencia dictada a M.Servet por el
Consejo (Petit Conseil) de Ginebra

12
Lista estos cargos que fueron puestos contra
Bruno por la Inquisición:
• Tener opiniones en contra de la fe católica
y hablar en contra de ella y sus ministros.
• Tener opiniones contrarias a la fe católica
sobre la Trinidad, la divinidad de Cristo y la
encarnación.
• Tener opiniones contrarias a la fe católica
en relación a Jesús como Cristo.
• Tener opiniones contrarias a la fe católica
en relación a la virginidad de María, la
madre de Jesús.
• Tener opiniones contrarias a la fe católica
en relación a la transubstanciación y
la misa.
• Decir que existen múltiples mundos.
• Tener opiniones favorables de
la transmigración del espíritu en otros
seres humanos después de la muerte.
• Brujería.







El proceso de Giordano Bruno a cargo
de la Inquisición romana. Relieve de
bronce de Ettore Ferrari (1845-1929),
Campo de' Fiori, Roma.




El propio Copérnico fue ajeno a tales problemas, al no publicarse su obra hasta
después de su muerte. Con un planteamiento muy distinto, Blaise Pascal
(Pensées, 1669) concilió su conciencia científica con su conciencia religiosa
aplicando una "apuesta" probabilística que le demostraba la conveniencia de
mantener creencias sobrenaturales.

3.1.3.-Antecedes griegos respecto a la astronomía

La cosmogonía arcaica de los helenos presentaba el Universo surgiendo del
Caos y la Noche, como separación entre tinieblas de los cielos y la tierra.
Pitágoras planteó una versión menos mítica y más racional del origen del
mundo. El uso pitagórico del concepto físico-matemático de espacio vacío será
criticado por Zenón de Elea, según el cual producía necesariamente
contradicciones lógicas. Los griegos, por tradición, concebían el universo como
algo cerrado, de dimensiones finitas; era natural que el espacio vacío e
ilimitado de los geómetras suscitara perplejidad. Arquitas de Tarento, el gran
matemático pitagórico y amigo de Platón, será el primero en formular el
experimento mental de acercarse hasta el límite del universo y sacar la mano al
exterior. La hipótesis de un espacio sin fin, sin límites debía producir vértigo en
los pensadores griegos, como nos sigue pasando a nosotros cuando nuestra
mente se enfrenta a lo infinito, a lo que no se deja abarcar, a lo que está más
allá de toda medida.

Una teoría cosmogónica atribuida al astrónomo pitagórico Filolao, un siglo
posterior al Maestro, presenta al universo como un inmenso ser vivo que se
nutre respirando el aire del vacío exterior. El aire es el principio de lo ilimitado,

13
de la oscuridad y del frío, aquello de lo que se compone el alma. En su
cosmología el fuego, que es el principio de lo limitado, de la luz y del calor,
ocupa el centro de la Tierra. Se atribuye al propio Pitágoras el haber sido el
primer griego en afirmar que la Tierra era redonda, basándose en la
sombra terrestre proyectada sobre la Luna durante su eclipse. En el
sistema de Filolao el fuego ocupa el centro del universo; afirma, además, que
hay un cuerpo celeste, una Antitierra, que gira en torno al Sol en la posición
opuesta a la Tierra, por lo que no es visible. Los primeros defensores del
heliocentrismo serán pitagóricos, inaugurando una teoría cuyo mejor
exponente será Aristarco de Samos (siglo III a.n.e.), pero en la cosmología
griega acabará imponiéndose el geocentrismo defendido por la mayoría de
astrónomos y filósofos, como Eudoxo y Aristóteles (ambos del siglo IV a.n.e.).

A lo largo del siglo IV a. C. la astronomía se dividió en dos direcciones, una
defendida por Aristarco, que nos lleva al heliocentrismo y la otra, al
geocentrismo, defendida por Hiparco.
Frente al tímido intento del heliocentrismo, el geocentrismo se fue asentando
de manera vigorosa y pronto fue el modelo explicativo del universo. Platón y
Aristóteles van a erigirlo como dogma y Eudoxo de Cnido le dará la primera
expresión matemática.
En este sentido la influencia de Platón fue determinante. El problema que se
plantea, según Platón, es: “ ¿ qué movimientos regulares y ordenados hay que
suponer para salvar las apariencias observadas en los movimientos de los
planetas?” En el esquema platónico, los discos y anillos de Anaximandro son
sustituidos por esferas, y cada planeta es un globo arrastrado por el
movimiento de una gran esfera diáfana que es “su cielo”. Estas esferas están
insertas unas en otras y la más lejana es la de las estrellas fijas. Esta
representación, básicamente, dominará el espíritu astronómico durante más
de dos mil milenios

3.1.3.1.-La influencia de Aristóteles y sus seguidores

Aristóteles(384 a.C-322 a. C.)
La cosmología aristotélica data de las primeras fases de desarrollo de su
pensamiento, y se puede observar una clara influencia platónica. En sus obras
"Sobre el cielo" y "Sobre la generación y la corrupción", así como en algunos
libros de la "Física", se exponen sus ideas fundamentales al respecto.

14
El universo, que es finito y eterno, se encuentra dividido en dos mundos, el
sublunar y el supralunar, reproduciendo de esta forma en cierto modo el
dualismo platónico, cada uno de ellos con características distintas.


El mundo sublunar está formado por los cuatro elementos y sometido a la
generación y a la corrupción, es decir al cambio y al movimiento. El mundo
supralunar, por el contrario, está formado por una materia especial,
incorruptible, el éter, que solamente está sometido a un tipo de cambio, el
movimiento circular, (que, al igual que Platón, Aristóteles consideraba una
forma perfecta de movimiento), en clara oposición a los cuatro elementos
(tierra, agua, aire, fuego) de los que está formado el mundo sublunar.

La Tierra es una esfera inmóvil, se encuentra en el centro del universo y,
alrededor de ella, incrustados en esferas concéntricas transparentes, giran
los demás astros y planetas, arrastrados por el giro de las esferas en que se
encuentran y que están movidas por una serie de “motores” que deben su
movimiento a un último motor inmóvil, que actúa directamente sobre la última
esfera, más allá de la cual ya no hay nada, la llamada esfera de las estrellas
fijas (porque se suponía que las estrellas estaban incrustadas, fijadas, en esta
esfera) que es movida directamente por el motor inmóvil, y que transmite su
movimiento a todas las demás esferas y al mundo sublunar.
Aristóteles se apoya en la cosmología de Eudoxo de Cnido y su discípulo
Calipo, que suponía necesaria la consideración de 33 esferas para dar cuenta
de los movimientos celestes observables. Sin embargo, dado el carácter
errático de los movimientos de los planetas ("errante", "vagabundo", es el
significado precisamente del término planeta en griego), a diferencia del
movimiento uniforme y regular que podemos observar en las estrellas,
Aristóteles, para explicar esas alteraciones en el movimiento de los planetas
introduce 22 esferas más en el sistema de Calipo, estas esferas giran en
sentido contrario a las anteriormente citadas y causan esa distorsión en el
movimiento circular observable de los planetas. De ahí que en el sistema
aristotélico se cuente 55 esferas en lugar de las 33 contabilizadas por Calipo.

Aristóteles llama a los planetas “astros errantes”. La Luna y el Sol son también astros errantes.
Eudoxo de Cnido ( 390 a.C-c. 337 a.C) fue filósofo, astrónomo, matemático y médico de
la Antigua Grecia, pupilo de Platón. Nada de su obra ha llegado a nuestros días; todas las
referencias con las que contamos provienen de fuentes secundarias, como el poema

15
de Arato sobre astronomía. Eudoxo fue el primero en plantear un modelo planetario basado en
un modelo matemático, por lo que se le considera el padre de la astronomía matemática.
Elaboró un sistema donde la Luna y el Sol se movían mediante 3 esferas homocéntricas, y
Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio, mediante 4 esferas. Calipo de Cízico (fl. c. 330 aC)
completó, con la ayuda de Aristóteles, el sistema de Eudoxo.


Platón

Eudoxo nunca trató de explicar por qué se movían esas esferas ni cómo
estaban hechas. Tampoco intentó dar sus dimensiones. Los resultados
obtenidos con ese esquema fueron aceptables para Mercurio, Júpiter y
Saturno, regulares para Venus, y francamente malos para Marte. A pesar de
ello el modelo tuvo el mérito de pasar del terreno de la especulación filosófica
al de la representación geométrica, logrando desde entonces que las
matemáticas se convirtieran en la herramienta idónea para describir el
Universo.

El sistema de Eudoxo tenía 27 esferas homocéntricas, y el de Calipo, 33. Mientras que
el sistema de Aristóteles tiene 55 esferas homocéntricas.

Esferas homocéntricas, cristalinas y transparentes

Menos la Luna, cada astro posee también esferas que contrarrestan el movimiento de
las esferas primeras. La esfera de Saturno se halla justo después de la esfera de las
estrellas fijas, y la esfera de la Luna se halla justo antes de la Tierra, la cual se halla
en el centro. El orden de los astros errantes y su respectivo número de esferas es,
según Aristóteles: Saturno 4 + 3; Júpiter, 4 + 3; Marte, 5 + 4; Venus, 5 + 4; Mercurio, 5
+ 4; el Sol 5 + 4; la Luna 5 + 0 y la Tierra (que no posee esferas). Aristóteles (al igual
que Platón) tomó el orden de los planetas de Anaxágoras.
Heráclides (388 a. C. -315 a. C.) simplificó notablemente el modelo. Supuso que los
planetas interiores( Mercurio y Venus) giraban en torno al Sol , en vez de realizarlo

16
respecto a la Tierra. Además sugiere que la esfera de las estrellas fijas no se mueve y
el movimiento diurno de los cielos era una ilusión debida a la revolución de la Tierra.

En este sistema se establece una jerarquía a partir de la perfección del motor
inmóvil, que Aristóteles considera como una forma pura, como un ser perfecto
por lo tanto, y que causa el movimiento en el universo en tanto causa final, y de
la esfera de las estrellas fijas, que se va degradando a medida que nos
acercamos al mundo sublunar, que representa el nivel ínfimo de la escala,
dominado por la generación y la corrupción. Para poder explicar la acción del
motor inmóvil como causa final Aristóteles se ve obligado a dotar de alma a las
esferas intermedias: dichas esferas aspiran a ser perfectas como el motor
inmóvil, y es esa aspiración la que mueve el universo; pero, para poder aspirar
a esa perfección, han de tener alma. Aunque en su obra "Sobre el cielo"
Aristóteles considera que el movimiento circular de las esferas corresponde al
éter por naturaleza y, en consecuencia, nos ofrece una explicación de los
movimientos celestes puramente mecanicista, en la "Física", en el libro VIII,
que es posterior al resto de sus obras cosmológicas, nos vuelve a ofrecer la
teoría del motor inmóvil, una interpretación teleológica del universo.

Como en el modelo de Aristóteles el movimiento no podía producirse por sí
mismo, necesitó introducir un agente que lo causara, por lo cual afirmó que
existía un Primum Mobile externo a la esfera de las estrellas fijas y que servía
para comunicar movimiento a todo el cosmos. A diferencia de otros pensadores
que habían considerado el movimiento de los cuerpos celestes a través de
esferas concéntricas solamente como una representación geométrica,
Aristóteles afirmó que éstas eran de naturaleza material y totalmente
transparentes. Al darle realidad física a la existencia de estas esferas
cristalinas y sólidas, Aristóteles introdujo en la ciencia otro dogma que habría
de perdurar por casi 2 000 años.

Para Aristóteles, el universo entero estaba contenido en la esfera
de las estrellas o, más exactamente, dentro de la superficie externa de
dicha esfera. En todos y cada uno de los puntos del interior de la esfera
había materia; los agujeros y el vacío no tenían razón de ser en el
universo de Aristóteles. En el exterior de la esfera no había nada, ni
materia, ni espacio; nada absolutamente. En la ciencia aristotélica,
materia y espacio van juntos; son dos aspectos de un mismo fenómeno y,
por consiguiente, la propia noción de vacío es completamente absurda. A
través de este presupuesto, Aristóteles daba explicación al tamaño finito y
a la unicidad del universo. Espacio y materia deben acabar a un mismo
tiempo: no tiene sentido construir un muro que limite el universo y
preguntarse acto seguido qué es lo que limita el muro. Dice Aristóteles en
su tratado Del cielo:
[…] así pues, queda claro que fuera del cielo no existe ni puede
existir la masa de ningún cuerpo. La totalidad del mundo está integrada
por toda la materia disponible […] Por tanto, ni existen ahora varios cielos,
ni existieron antes, ni pueden existir; antes bien, este cielo es único y
perfecto.

17
Además, es evidente que fuera del cielo no hay ni lugar, ni vacío […],
pues en todo lugar existe la posibilidad de que haya un cuerpo y, por otra
parte, el vacío se define como aquello que, aunque ahora no lo contenga,
puede albergar un cuerpo […]



3.1.3.2.-Ptolomeo y la Syntaxis.

El seguidor y máximo representante de las teorías aristotélicas, con ciertas
mejoras, fue Ptolomeo, autor del tratado astronómico conocido como
Almagesto (en griego, Hè Megalè Syntaxis; traducido al español como El gran
tratado). Se preservó, como todos los tratados griegos clásicos de ciencia, en
manuscritos árabes. Heredero de la concepción del universo dada por Platón y
Aristóteles, su método de trabajo difirió notablemente del de estos, pues
mientras Platón y Aristóteles dan una cosmovisión del universo, Ptolomeo fue
un empirista. Su trabajo consistió en estudiar la gran cantidad de datos
existentes sobre el movimiento de los planetas con el fin de construir un
modelo geométrico que explicase dichas posiciones en el pasado y fuese
capaz de predecir sus posiciones futuras.



Modelo geocéntrico de Ptolomeo

La ciencia griega tenía dos posibilidades en su intento de explicar la
naturaleza: la explicación realista, que consistiría en expresar de forma
rigurosa y racional lo que realmente se da en la naturaleza, y la explicación
positivista, que radicaría en expresar de forma racional lo aparente, sin
preocuparse de la relación entre lo que se ve y lo que en realidad es.
Ptolomeo afirma explícitamente que su sistema no pretende descubrir la
realidad, y que es solo un método de cálculo. Es lógico que adoptara un
esquema positivista, pues su teoría geocéntrica se opone flagrantemente a la

18
física aristotélica: por ejemplo, las órbitas de su sistema son excéntricas, en
contraposición a las circulares y perfectas de Platón y Aristóteles.

El sistema de epiciclos y deferentes, sustituto de las esferas homocéntricas por
razones de índole matemática, no se adaptaba demasiado bien a las esferas
cristalinas propuestas por Aristóteles, poniéndose en entredicho, con cierta
frecuencia, la existencia real de las esferas cristalinas. Por ejemplo, el
Almagesto no indica con claridad si Ptolomeo creía de una u otra forma en
ellas. Sea como fuere, parece que a lo largo del período que separa las vidas
de Ptolomeo y Copérnico la mayor parte de las gentes cultivadas, entre las que
cabe incluir a los astrónomos, creían, como mínimo, en una versión bastarda
de las esferas de Aristóteles.

En el modelo cosmológico de Eudoxo, la Tierra ocupaba el centro del universo
y el resto de astros se movía a su alrededor en esferas transparentes
concéntricas. Sin embargo, el movimiento de los planetas, que parecían
avanzar y retroceder respecto al fondo de estrellas no podía ser explicado en
este modelo. Para explicar este hecho, Ptolomeo introdujo en su modelo
geocéntrico el concepto de epiciclo, ideado por Apolonio de Perga en el siglo
III a.C. Esta idea consistía en añadir una serie de puntos exteriores a la Tierra
en torno a los cuales los planetas describirían órbitas circulares.
Así, cada planeta P, describiría una órbita circular, o epiciclo, alrededor de un
punto, D, que se movería, a su vez, en una órbita circular en torno a la Tierra,
denominada deferente. Sin embargo, la deferente sería excéntrica, es decir,
que el centro de la deferente no sería el centro de la Tierra, sino otro punto
exterior a ella, O.


Aún faltaba en este modelo explicar la razón de que la velocidad con que se
observaba el movimiento retrógrado de los planetas no fuese uniforme; esto lo
solucionó Ptolomeo introduciendo la idea del ecuante, E, que sería un punto

19
exterior a la Tierra desde el cuál parecería que el planeta se mueve con
velocidad constante.

La teoría astronómica aristótelica no respondía adecuadamente a
muchas cuestiones como las las siguientes:
1) cómo explicar los cometas o otros objetos que aparecen en el cielo
2) La diferencia de tiempo en el recorrido del sol entre los dos
equinocios(unos 6 días)
3) El aparente tamaño del sol en el recorrido alrededor de la tierra
4) El movimiento retrogrado de los planetas.





Modelo de Ptolomeo
para los planetas exteriores

20
3.1.3.3.- Astrónomos árabes
Las estimaciones de dimensiones fundamentadas en la concepción de esferas
que llenan totalmente el espacio y que son exactamente lo bastante grandes
como para contener en su seno el conjunto de epiciclos y otros círculos
atribuidos a cada planeta no aparecen en la literatura astronómica hasta
después de la muerte de Ptolomeo, muy probablemente porque los primeros
astrónomos planetarios eran bastante escépticos respecto a la existencia real
de tales esferas. Sin embargo, a partir del siglo V de nuestra era se convirtieron
en moneda al uso estimaciones de este orden, colaborando una vez más en
hacer aparecer como real todo el conjunto cosmológico en el que se
fundamentaban. Una lista ampliamente extendida de las dimensiones
cosmológicas se debe al astrónomo árabe Al Fargani, quien vivió en el siglo IX
de nuestra era.


Al Fargani ( 805-880)

Según sus cálculos, la superficie externa de la esfera de la luna estaba situada
a una distancia del centro del mundo equivalente a 64 veces y un sexto el radio
de la tierra, la superficie externa de la esfera de Mercurio a 167 veces dicho
radio, la de Venus a 1.120 veces, la del sol a 1.220, la de Marte a 8.867, la de
Júpiter a 14.405 y, finalmente, la de Saturno a 20.110 veces. Puesto que Al
Fargani estimaba que el radio de la tierra era de 3.250 millas romanas, la
esfera de las estrellas quedaba situada a más de 75 millones de millas de la
tierra. Se trata de una distancia considerable, pero según las modernas teorías
cosmológicas es inferior en un millón de veces a la distancia existente entre la
tierra y la estrella más próxima a nuestro planeta.
Una ojeada sobre las medidas dadas por Al Fargani pone de manifiesto que la
región terrestre, es decir, el espacio situado por debajo de la esfera de la luna,
no es más que una ínfima parte del universo. El cielo ocupa la mayor parte del
espacio, y casi toda la materia contenida en éste es el éter de las esferas
cristalinas. A pesar de todo, las pequeñas dimensiones de la región sublunar
no le restan importancia. En la versión del propio Aristóteles, y de forma aún
mucho más acusada en la revisión cristiana de la cosmología aristotélica
efectuada en la Edad Media, este minúsculo punto situado en el centro del
universo es la semilla de que nace todo lo restante. Son los dominios del
hombre, y el carácter de esta región es muy distinto al de las regiones celestes
situadas por encima de nuestro planeta.

21
La región sublunar está totalmente ocupada, no por uno, sino por cuatro
elementos (o, según textos posteriores, por algún otro pequeño número de
ellos), y su distribución, si bien simple en teoría, es de hecho en extremo
compleja. Según las leyes aristotélicas del movimiento, de las que hablaremos
más adelante, en ausencia de empujes o atracciones exteriores, dichos
elementos se ordenarían en una serie de caparazones concéntricos de modo
similar a como se distribuyen las esferas de éter del quinto elemento que los
envuelve. La tierra, el elemento más pesado, se colocaría naturalmente en la
esfera que constituyese el centro geométrico del universo. El agua, elemento
también pesado, aunque menos que la tierra, constituiría una envoltura esférica
alrededor de la región central ocupada por la tierra. El fuego, el más ligero de
los elementos, se elevaría espontáneamente para constituir su propia esfera
justo por debajo de la luna. Y el aire, elemento asimismo ligero, completaría la
estructura conformando una esfera que llenara el hueco existente entre el agua
y el fuego. Una vez alcanzadas dichas posiciones, los elementos
permanecerían en reposo manteniendo toda su pureza como tales.
Abandonada a sí misma, es decir, sin la acción de fuerzas exteriores que
turben el esquema, la región sublunar sería una región estática, reflejo de la
estructura propia de las esferas celestes.

Los astrónomos árabes dejaron un importante legado: tradujeron el Almagesto y
catalogaron muchas estrellas con los nombres que se utilizan aun en la actualidad.
Entre los astrónomos árabes más destacados se encuentran Al-Batani, Al-Sufi y
Al-Farghani. Los omeyas, una de las tribus fronterizas árabes, que habían servido
como soldados auxiliares romanos y se habían helenizado, constituyen la punta de
lanza para la introducción de la actividad científica en el mundo árabe. En el año
700 los Omeyas fundaron en Damasco un observatorio astronómico. En 773 Al-
Mansur mandó traducir las obras astronómicas hindúes, los Siddhantas. En el
año 829 Al-Mamúm fundó el observatorio astronómico de Bagdad, en donde se
desarrollaron estudios sobre la oblicuidad de la Eclíptica. Por su parte, Al-
Farghani confecciona, poco después, "El libro de reunión de las estrellas", un
extraordinario catálogo con medidas muy precisas de las estrellas. Al-Battani, uno
de los genios astronómicos de la época, trabajó en su observatorio de Ar-Raqqa, a
orillas del río Éufrates, para determinar y corregir las principales constantes
astronómicas. Sus mediciones sobre la oblicuidad de la Eclíptica y la Precesión de
los Equinoccios fueron más exactas que las realizadas antes por Claudio
Ptolomeo.

En 995 Al-Hakin fundó en la ciudad de El Cairo, la "Casa de la Ciencia" y, poco
después, alrededor del año 1000, Ibn Yunis recopiló las observaciones
astronómicas de los últimos 200 años y publicó las "Tablas Hakenitas", llamadas
así por su protector, Al-Hakin. Al mismo tiempo, Avicena o Ibn Sina elaboró su
"Compendio del Almagesto" y un interesante ensayo sobre "la inutilidad de la
adivinación astrológica".

En 1080 Azarquiel elaboró las "Tablas Toledanas", utilizadas durante más de un
siglo para establecer el movimiento de los planetas.

Los astrónomos árabes comenzaron a rechazar la concepción de los Epiciclos de
Ptolomeo mucho antes del renacimiento en Europa, ya que, según sus estudios,
los planetas debían girar alrededor de un cuerpo central, probablemente, el Sol.
En esta concepción jugó especial atención la figura de Averroes.

En 1262 Nasir al-Din al-Tusi (Mohammed Ibn Hassan), asistido por algunos
astrónomos chinos, culminó con éxito la construcción del observatorio de

22
Maragheh. Modificó el modelo de Ptolomeo, realizando trazados de gran precisión
de los movimientos de los planetas.

Astrónomos árabes


En resumen:

Desde la más remota Antigüedad, la humanidad ha intentado hallar una
explicación a la gran colección de datos sobre la naturaleza reunida a través de
la experiencia directa . Muchos de estos hechos fueron interpretados
mitológicamente por las civilizaciones primitivas. En la Antigua Grecia, los
filósofos trataron de explicar todo este conjunto de una forma global y racional.
Surgieron distintos sistemas; entre ellos, el más influyente sería el de
Aristóteles. El sistema que elaboró fue completo y coherente, y en él se
alcanzó el objetivo de hallar una teoría que explicara de forma más o menos
exacta los hechos conocidos .
Dentro de su sistema, la esencia de la naturaleza es el cambio que
observamos constantemente en todo lo que nos rodea; de modo que la
comprensión de la naturaleza vendrá a través de la comprensión de este
cambio. Cambio que no está sometido al azar, sino que responde a un fin, a
una suerte de planificación universal. El cosmos aristotélico busca el orden
a través del cambio. Aristóteles atacó el problema de una forma
esencialmente cualitativa. A veces se dice que su física fue defectuosa al
ignorar el papel de las matemáticas y del experimento, y que por consiguiente
constituyó un obstáculo para el desarrollo de la ciencia moderna. Esto no es
exactamente así. Aristóteles ni ignoró ni despreció el papel que podían
desempeñar las matemáticas entonces conocidas. Las consideraba, en
cambio, de utilidad en la descripción geométrica de fenómenos tales como los
astronómicos o los ópticos. Pero creía que la esencia de la naturaleza no era
de orden matemático. Las formulaciones matemáticas de la Antigüedad, de
carácter estático y desvinculadas de las cosas materiales, se avenían mal con
la descripción de una naturaleza dinámica, en constante cambio.

En honor a la verdad debemos mencionar que también hubo astrónomos y
matemáticos griegos que defendieron el heliocentrismo mucho antes que
Copérnico. La historia es más o menos como sigue: los pitagóricos como Filolao
reservaron el centro del mundo al fuego al ser éste de una dignidad superior y
colocaron al resto de los cuerpos -Sol y Tierra incluida- girando a su alrededor.
Más tarde, algunos discípulos de Platón -Heráclides del Ponto, por ejemplo-
defendían un sistema mixto. Pero un astrónomo griego que defendió un modelo
estrictamente heliocéntrico fue Aristarco de Samos ( véase la imagen)

23

¿Cómo es posible que se olvidara algo que
luego revolucionaria la forma de pensar de la
Humanidad? La razón fundamental de
semejante olvido es que las apariencias
celestes son las mismas tanto si el observador
está fijo, como si éste esta girando junto a la
tierra pero este movimiento -de la Tierra- era
muy poco probable según la Física vigente.


3.1.3.4.- Años convulsos y genios incipientes

En el siglo XIII la recuperación de obras científicas de la Antigüedad en las
universidades europeas llevó a una controversia sobre el método científico. Los
llamados realistas apoyaban el enfoque platónico, mientras que los
nominalistas preferían la visión de Aristóteles. En las universidades de
Oxford y París estas discusiones llevaron a descubrimientos de óptica y
cinemática que prepararon el camino para Galileo y para el astrónomo
Johannes Kepler.
El desarrollo y la aplicación física de muchos problemas estudiados en Oxford,
París, Heidelberg o Padua, en términos de lógica y de geometría simple,
estaban muy limitados por la carencia de matemáticas. Era inhabitual para los
estudiantes de la Universidad medieval ir más allá del primer libro de Euclides
y, aunque el sistema indarábigo era conocido, los numerales romanos
continuaron utilizándose, aunque no entre los matemáticos, hasta el siglo XVI
Matemáticos competentes como Leonardo Fibonacci, Jordano Nemorarius,
Thomas Bradwardine, Nicolás de Oresme, Richard de Walingford y
Regiomontano, estaban, por supuesto, mejor equipados e hicieron
contribuciones originales a la geometría, al álgebra y a la trigonometría, pero
no existía una tradición matemática continuada comparable con el de la lógica
de Aristóteles. Las nuevas traducciones realizadas por ios humanistas,
ofrecidas al público gracias a la imprenta, recién inventada, colocó la riqueza
de la matemática griega al alcance de la mano. Algunos de estos autores
griegos, como Euclides y Ptolomeo, habían sido estudiados en los siglos
anteriores; otros, como Arquímedes, Apolonio y Diofanto, estaban
disponibles en traducciones antiguas, pero generalmente no estudiados.

La ciencia del siglo XIV es una ciencia que parte desde Aristóteles, pero que
le somete a crítica en tres aspectos fundamentales:

1. Las explicaciones desde una visión puramente necesaria de la metafísica;
2. El problema del motor en los proyectiles; y
3. La visión cosmológica geocéntrica.

Los movimientos más importantes de la ciencia en este siglo se sitúan en los
«Calculator» del Merton College y en los físicos de la Universidad de París. En
Oxford, la tradición de Grosseteste y Bacon fue continuada, en el siglo XIV,
por autores como Richard Swineshead, John Dumbleton, Thomas
Bradwardine y Wiiliam Heytesbury, Destaca la producción matemática del
movimiento formulada por Bradwardine y el teorema de la velocidad media de

24
Heytesbury, conocido también como «teorema del Merton College», que
desempeñó un papel importante en la formulación de la ley de caída de los
graves de Galileo. Entre los físicos de la Universidad de París, hay que citar
fundamentalmente a J. Buridan y a N. Oresme. Jean Buridan, con su teoría
del ímpetus, propone que el motor transmite al móvil —no al medio— una
fuerza denominada «ímpetus». Esta fuerza despliega la cualidad de
«moviente» del móvil, que lo mantiene en la misma dirección y sentido. La
fuerza depende de la cantidad de materia y de la velocidad, y su detención
depende de la resistencia que reciba. Con esta teoría del ímpetus, Buridan
supera la posición aristotélica del motor, convirtiéndose probablemente en un
precedente de la ley de la inercia
En conjunto, una nueva imagen del mundo comenzaba a abrise paso. Será
muy instructivo apreciar de dónde proceden los modelos con los que será
pensado el nuevo Universo. En este sentido, también encontramos
interesantes aportaciones en la obra de N. Oresme, quien apuntó la analogía
entre el mundo y un reloj que puede funcionar abandonado a su propio
movimiento.
La conexión histórica se establece a través de la Universidad de Padua,
donde se cultivaba la tradición escolástica con gran atención a la importante
Universidad de París. En la Universidad de Padua estudió Copérnico y enseñó
Galileo. Sabemos, además, que Galileo aprendió la dinámica del ímpetus en
Pisa. Sin embargo, los nominalistas parisinos no llegaron a afirmar que la
Tierra estuviese en movimiento, sólo que podía estarlo y que los argumentos
de carácter mecánico en contra del movimiento terrestre no eran
suficientemente poderosos.
La gran epidemia de peste y la Guerra de los Cien Años interrumpieron el
avance científico durante más de un siglo, pero en el siglo XVÍ la recuperación
ya estaba plenamente en marcha. En1543 el astrónomo polaco Nicolás
Copérnico publicó De revohitionibits orbiitm caelestium (Sobre las revoluciones
de los cuerpos c lestes), que conmocionó la astronomía. Otra obra publicada
ese mismo año, De corporis humani fabrica (Sobre la estructura del cuerpo
humano), del anatomista belga Andrés Vesalio, corrigió y modernizó las
enseñanzas anatómicas de Galeno y llevó al descubrimiento de la circulación
de la sangre. Dos años después, el libro Ars magna (Gran arte), del
matemático, físico y astrólogo italiano Gerolarno Cardano, inició el período
moderno en el álgebra con la solución de ecuaciones de tercer y cuarto grado.
Esencialmente, los métodos y resultados científicos modernos aparecieron en
el siglo XVII gracias al éxito de Galileo al combinar las funciones de erudito
y artesano. A los métodos antiguos de inducción y deducción, Galileo añadió
la verificación sistemática a través de experimentos planificados, en los que
empleó instrumentos científicos de invención reciente como el telescopio, el
microscopio o el termómetro. A finales del siglo XVII se amplió la
experimentación: el matemático y físico Evangelista Torricelli empleó el
barómetro; el matemático, físico y astrónomo holandés Christian Huygens usó
el reloj de péndulo; el físico y químico británico Robert Boyle y el físico alemán
Otto von Guericke utilizaron la bomba de vacío. La culminación de esos
esfuerzos fue la ley de la gravitación universal, expuesta en 1687 por el
matemático y físico británico Isaac Newton en su obra Philosophiae naturalix
principia maíhematica (Principios matemáticos de la filosofía natural). Al mismo
tiempo, la invención del cálculo infinitesimal por parte de Newton y del filósofo y

25
matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz sentó las bases para alcanzar
el nivel actual de ciencia y matemáticas.
La ciencia del siglo XVII manifiesta una gran unidad, está vinculada a la
invención del microscopio y del telescopio. Después del estímulo extraordinario
que representaron los grandes descubrimientos geográficos, sigue el del
ensanchamiento de nuestra visión a través de los nuevos instrumentos. El
telescopio permitirá un desarrollo espectacular de la astronomía de
observación, y el microscopio abrirá las puertas del mundo microscópico.


3.1.4.- G. Von Peuerbach y Regiomontanus y las dudas respecto a las
obras de Ptolomeo

La asimilación de la obra astronómica de Ptolomeo fue lenta debido a su alta
complejidad matemática. Por fin en el siglo XV hubo astrónomos con un nivel
suficiente como para entender plenamente la obra ptolemaica y como para
percatarse de sus deficiencias. Es el caso de G. von Peuerbach y
Regiomontanus. Sin embargo, esto no les hizo desconfiar del propio
Ptolomeo, cuyo prestigio estaba, por entonces, fuera de duda. Se volcaron en
la recuperación de las fuentes griegas originales, pues supusieron que los
errores se habían introducido en el curso del proceso de transmisión y
traducción. Al analizar la obra de Ptolomeo en profundidad se vieron errores y
complicaciones cada vez más grande; en definitiva un modelo del universo
excesivamente complicado.

Con el dominio de los métodos algebraicos, geométricos y trigonométricos
se da un impulso totalmente nuevo a la ciencia de los astros. En la segunda
mitad del siglo XV los estudiosos ya han tomado conciencia de las razones
que están a la base de la distinción entre una cosmología física, competencia
de los filósofos, y una astronomía matemática, competencia de los astrónomos
prácticos.


Tras completar su formación en Viena, el astrónomo austriaco
Georg von Peuerbach (1423 - 1461). Marchó a Italia donde
conoció a Nicolás de Cusa. De regreso a Viena (1453) enseñó
astronomía y matemáticas y fue nombrado astrónomo real del
rey de Hungría. Acérrimo defensor del empleo de la
numeración arábiga, introducida en occidente por L.
Fibonnacci; además confeccionó tablas de senos de gran
exactitud, llevadas a cabo gracias al uso de la numeración arábiga más
abreviada que la empleada con números romanos. Defendió el modelo
cosmológico de Ptolomeo, haciendo especial hincapié en la realidad de las
esferas de cristal supuestas como soporte de los planetas.

La principal obra de Peuerbach es “Theoricae novae planetarum “
(Nuremberg, 1472), destaca como uno de los tratados sobre el sistema
ptolemaico más usados durante los siglos XV y XVI. En ella hace una
introducción sistemática a la famosa obra de Ptolomeo denominada
Almagesto, conocida hasta entonces sólo a través de traducciones árabes.

26
Ello le llevaría a plantear un ambicioso proyecto de traducción de la gran obra
de Ptolomeo a partir del original griego, que no pudo llevar a cabo a causa de
su pronta muerte. Algunos autores ( ahora se sabe que esta autoría no es
suya) le han atribuido “La vara de Jacob”, conocida también por diversos
autores como: ballastella, palo de Jacob, cruz geométrica o varilla de oro; es
una simple vara cruzada por otra de menor longitud en su parte superior, su
empleo permite medir alturas como si de un goniómetro se tratase. Se
empleaba también en astronomía para medir las posiciones de los astros.




En astronomía el instrumento se empleó para determinar las alturas de los
astros sobre el horizonte, en algunos casos específicos se solía medir la altura
de la estrella polar sobre el horizonte (que equivale aproximadamente a la
latitud del lugar de donde se observa), y en algunos casos de la altura del sol
sobre el horizonte (que mediante consulta en tablas específicas puede dar la
hora). A veces cuando se empelaba en observaciones astronómicas al
instrumento se le denominaba radius astronomicus.

Johann Müller Regiomontanus (1436 - 1476) fue un astrónomo y matemático
alemán discípulo de G. Von Peurbach. Entre los años 1471 y 1472 actuó
como un impresor en su propia casa de Núremberg. Probablemente fuera el
primer impresor de literatura científica. Su primera obra como impresor fue el
libro de su exprofesor Peuerbach sobre la teoría de los movimientos
planetarios, siendo la siguiente impresión en el año 1474, en el que edita su
propio "Kalendarium" y su "Ephemerides". Estos libros fueron reeditados
muchas veces y cabe destacar la influencia que tuvieron sobre Cristóbal
Colón y Américo Vespucio, ya que emplearon las "Ephemerides" para medir
las longitudes en el "Nuevo Mundo" que habían descubierto.

27


La obra escrita de Regiomontanus se puede
englobar entre los tratados de matemática,
centrados en lo que hoy se denomina
trigonometría (se le considera un fundador de esta
parte de la matemática) y tratados sobre
astronomía. Además describe e inventa varios
instrumentos útiles para la observación y la
medida del tiempo (relojes solares). Escribió De
Triangulis Omnimodis, estructurando su obra de
una forma muy similar a los elementos de
Euclides. De triangulis.. se compone de cinco libros, en el primero da las
definiciones básicas: cantidad, ratio, igualdad, círculos, arcos, cuerdas y la
función seno. Proporciona algunos axiomas que serán el sustento de los 56
teoremas que enunciará. En el segundo de los libros establece la Ley del seno
y la emplea en la resolución de algunos problemas con triángulos. Determina el
área de un triángulo mediante el conocimiento de dos lados y el ángulo que los
sustenta. Los libros III, IV y V tratan de trigonometría esférica centrando el tema
para las posteriores obras de astronomía. Gran parte del material sobre
trigonometría esférica en esta obra fue tomado directamente de la obra de
Jabir ibn Aflah (andalusí), al cual no cita Regiomontanus. En su estancia en
Hungría, Regiomontanus calcula dos extensas tablas de senos. La primera la
realiza en 1467 y emplea una división sexagesimal de los ángulos; la otra,
escrita en la ciudad de Buda, calcula los senos de un ángulo empleando una
división decimal. En el terreno de la astronomía también publicó el trabajo
"Epitome in Almagestum" (publicado póstumamente en 1498). Se trata de un
libro en el que expone el sistema de Ptolomeo.
Nota 1. Regiomontanus no se limita a secundar la voluntad de Peurbach imprimiendo
las Theoricae en cuanto pudo. También cumple otro deseo de su maestro: volver ágil la
lectura de la máxima obra de astronomía griega, el Almagesto de Ptolomeo, gracias a
un tratado introductorio que la recorre de parte a parte resolviendo las dificultades
textuales y matemáticas en El Epytoma in Almagestum Ptolomei, completado entre
1462 y 1463, revisa los 13 libros de la obra maestra de Ptolomeo ofreciendo una versión
simplificada pero no banalizada. De hecho, Regiomontanus no deja de subrayar también
aquellos defectos que revelan el carácter puramente matemático del Almagesto y que en
definitiva impedían dar credibilidad a la operación que había intentado Peurbach con las
Theoricae


Nota 2.-En la segunda mitad del siglo xv se genera una actitud ambivalente respecto a la
autoridad de Ptolomeo. Los matemáticos, con Peurbach y Regiomontanus a la cabeza,
lo admiran y reconocen que ha tenido un papel determinante en definir la metodología
correcta para afrontar el mundo sensible, metodología que requiere combinar cuidadosas
observaciones de los fenómenos que se han de interpretar y refinar técnicas de cálculo
para deducir leyes geométricas generales útiles para formular previsiones. Sin embargo,
justo esos mismos matemáticos comienzan a observar que, a pesar de que la
metodología es correcta, no siempre resultan exactas las conclusiones una actitud de
Ptolomeo. Nuevas observaciones, llevadas a cabo con instrumentos más exactos, y
nuevas interpretaciones de los datos recogidos, realizadas con métodos matemáticos
desconocidos en la Antigüedad, permiten llegar a conclusiones particulares incluso muy
diversas de las conclusiones que había presentado Ptolomeo en sus obras mayores: el
Almagesto, la Geografía y la Óptica.

28
Nota3.- El geógrafo Pablo del Pozzo Toscanelli (1397-1482) se vió influido de un modo
singular por la creciente “desconfianza” hacia los resultados antiguos que Ptolomeo
había aceptado como estimación de la circunferencia terrestre hecha por Eratóstenes de
Cirene. Por otra parte el resultado había sido confirmado en el siglo IX por la expedición
geográfica organizada por el califa al-Ma'mun (786-833) en el desierto del Sinjar. La
medida de la circunferencia terrestre medía 20400 millas árabes (unos 40250
kilómetros). Además Ptolomeo y sus sucesores llegaron a estimar en exceso la
extensión de las tierras emergidas comprendidas entre las Columnas de Hércules y el
extremo oriental de Asia. Esta segunda estimación había hecho que los sucesores de
Ptolomeo pensaran que el Océano Atlántico tenía una extensión de poco más de 8000
millas árabes (unos 16000 kilómetros). Un error de cálculo ( al considerar iguales las
millas árabes y las europeas, mientras que tres millas árabes corresponden en cambio a
cerca de cuatro europeas) induce a Toscanelli a estimar que esta distancia es apenas de
2700 millas europeas (ca. 4000 kilómetros). Por tanto Toscanelli afirma que un velero en
ruta hacia el poniente puede llegar a Asia sin dificultad, en varias jornadas , así que
Cristóbal Colón (1451-1506) no dudó en apostar por esa vía hacia las Indias siguiendo
las estimaciones de Toscanelli.
Nota4:- Mucho más latente es la crisis de la autoridad de Ptolomeo en el ámbito de la
óptica. La única obra que Ptolomeo había dedicado a este tema se basaba en los
trabajos de sus predecesores, había sido transmitida de forma incompleta y finalmente
había confluido en los textos de Ibn al-Haytham (965-1040) y de Witelo (siglo XIII). Las
obras de estos dos autores configuraron el canon de referencia para todo estudio ulterior
de óptica geométrica, o “perspectiva”. Los “perspectivistas” afrontan los problemas de un
modo eminentemente teórico, tratando de esclarecer los mecanismos de la visión y la
formación de las imágenes a través de espejos, lentes o esferas de vidrio. Han asimilado
bien los principios generales de la transmisión de los rayos luminosos en línea recta, de
los dos fenómenos de la reflexión de los rayos sobre una superficie especular y de su
refracción a través de la superficie de separación entre dos medios transparentes. Lo
demuestra el Della prospettiva, atribuido al médico y matemático Giovanni Fontana
(1395-1455), donde el funcionamiento de las lentes para leer se explica por analogía con
el caso más simple de refracción, relativo al aspecto agrandado de un objeto inmerso en
el agua.

29
3.2.- Nicolás Copérnico (1.473 – 1.543)



Nicolás Copérnico fue un astrónomo polaco. Se le considera el fundador de la
astronomía moderna. Hijo de un rico comerciante.

En 1491 (justo un año antes que Cristóbal Colón emprendiera su primer viaje
a América), Copérnico comenzó sus estudios en la Universidad de Cracovia,
donde se supone que empezó a interesarse seriamente por la astronomía. En
1496 se trasladó a Italia, concretamente a Bolonia y Padua, donde estudió
leyes y medicina, así como las materias habituales de cultura clásica y
matemáticas, antes de recibir el doctorado en derecho canónico por la
Universidad de Ferrara en 1503. Copérnico estuvo influenciado fuertemente
por el movimiento humanista que se desarrollaba entonces en Italia y estudió
las obras clásicas en que se basaba dicho movimiento. De hecho, en 1519
publicó una colección de cartas poéticas del escritor Theophilus Simokatta
(un bizantino del siglo VII), que tradujo del original griego al latín. Pasó luego a
Italia, donde cursó astronomía y derecho en la universidad de Bolonia (1.496-
1.500). En 1.500 marchó a Roma, en donde enseñó astronomía y frecuentó la
curia vaticana. En 1.501 fue nombrado canónigo de la catedral de
Frauenburg, aunque obtuvo autorización para proseguir sus estudios en Italia,
por lo que se inscribió en la facultad de medicina de Padua.
En 1.506 regresó a Polonia, y estuvo al servicio de su tío Lucas Watzefrode,
obispo de Ermeland, hasta 1.512. Tras la muerte de su tío, Copérnico prestó
una mayor atención a sus obligaciones de canónigo, practicó la medicina y
ocupó varios cargos civiles de menor importancia, todo lo cual le dejaba mucho
tiempo libre para cultivar su interés por la astronomía. Sin embargo, a finales
de la primera década del siglo XVI, ya había formulado sus revolucionarias
teorías sobre el lugar de la Tierra en el universo.

30
El propio Copérnico no fue sino una figura intermedia en el contexto de la
revolución científica y, en gran medida, se parecía más a los antiguos filósofos
griegos que a los científicos modernos renacentistas. No realizó ningún tipo
de experimento, ni siquiera hizo por sí mismo observaciones del universo (al
menos no de manera significativa), y tampoco se planteó la posibilidad de que
otros intentaran comprobar sus teorías. Su gran idea fue meramente eso,
una idea, o lo que actualmente se suele llamar un «experimento mental»,
que mostraba un modo nuevo y más sencillo de explicar la misma pauta de
comportamiento de los cuerpos celestes que ya estaba explicada en aquel
sistema, más complicado, que había desarrollado (o expuesto) Ptolomeo.

Copérnico nunca se le ocurrió comprobar su teoría —su modelo
mental del funcionamiento del universo— realizando por sí mismo
nuevas observaciones o alentando a otros para que las hicieran.
Copérnico pensaba que su modelo era mejor que el de
Ptolomeo porque, hablando en términos modernos, resultaba
más elegante y más sencillo. La elegancia es a menudo un indicio
fiable de la utilidad de un modelo, pero no es una prueba infalible.
No obstante, en este caso resultó finalmente que la intuición de
Copérnico era acertada.


Hubo dos estímulos específicos que impulsaron a Copérnico a idear algo mejor
que el modelo de Ptolomeo. Primero, que cada planeta, junto con el Sol y la
Luna, tenía que ser tratado individualmente dentro del modelo, con su propia
excentricidad con respecto a la Tierra y con sus propios epiciclos y por tanto no
existía una descripción global coherente para explicar lo que sucedía con todos
los objetos celestes.
En segundo lugar, había un problema específico del que los científicos habían
sido conscientes desde hacía mucho tiempo. La excentricidad de la órbita de la
Luna con respecto a la Tierra, necesaria para explicar los cambios de velocidad
en el movimiento de la Luna a través del cielo, era tan grande que este satélite
tendría que estar durante algunos días del mes mucho más cerca de la Tierra
que durante otros días, por lo que su tamaño tendría que variar de una forma
notable , cosa que no sucedía en absoluto.


Estas teorías no surgieron de la nada. Copérnico no era sino un hombre de su
tiempo. La continuidad de la ciencia pone de manifiesto claramente el hecho de
que Copérnico estuviera fuertemente influenciado por un libro que se publicó
en 1496, justo en el momento preciso en que aquel era un estudiante de 23
años y empezaba a interesarse por la astronomía. El libro en cuestión estaba
escrito por el alemán Johannes Müller (nacido en Königsberg en 1436 y
conocido también como Regiomontanus, en él desarrollaba las ideas de su
predecesor y maestro Georg Peuerbach (nacido en 1423), quien a su vez (por
supuesto) había recibido la influencia de otros científicos, y así sucesivamente
en una cadena de influencias que se remonta a la noche de los tiempos.
Peuerbach se había propuesto realizar un resumen moderno (es decir,
actualizado al siglo XV) del Almagesto de Ptolomeo. La versión más moderna
de que se disponía en aquel momento era una traducción al latín realizada en

31
el siglo XII por Gerard de Cremona a partir de un texto árabe que, a su vez, se
había traducido del griego largo tiempo atrás. El sueño de Peuerbach era
actualizar esta obra partiendo de los textos griegos más antiguos que
estuvieran disponibles en aquel momento (algunos de los cuales se
encontraban entonces en Italia como consecuencia de la caída de
Constantinopla). Desgraciadamente, Peuerbach falleció en 1461, antes de
poder llevar a cabo esta tarea, aunque ya había comenzado a escribir un libro
previo en el que se resumía la edición del Almagesto que estaba disponible en
aquel momento. En su lecho de muerte, Peuerbach hizo que Regiomontano le
prometiera terminar la tarea, y éste así lo hizo, aunque no fue exactamente una
nueva traducción de la obra de Ptolomeo. Sin embargo, Regiomontano
escribió un libro incluso mejor: titulado el Epítome, que no sólo recogía todo el
contenido del Almagesto, sino que añadía detalles de observaciones
posteriores relativas a los cuerpos celestes, revisaba algunos de los cálculos
de Ptolomeo e incluía algunos comentarios críticos en el texto (lo que
constituye en sí una muestra de que el hombre del Renacimiento actuaba con
la confianza de estar en pie de igualdad con los antiguos). Estos comentarios
críticos incluyen un pasaje en el que se llama la atención con respecto a una
cuestión clave que ya hemos mencionado: el hecho de que el tamaño
aparente de la Luna en el cielo no cambiara de la manera que exige el
sistema de Ptolomeo. Regiomontano falleció en 1476 y el Epítome no se
publicó hasta veinte años después de su muerte, pero su publicación llegó a
tiempo para poner en marcha el pensamiento del joven Copérnico. Si este
libro hubiera aparecido antes de la muerte de Regiomontano, es muy probable
que algún otro hubiera tomado el testigo (Copérnico tenía en 1476 sólo tres
años de edad).

Curiosamente Copérnico no era de los que se apresuraban a llevar sus teorías
a la imprenta. Sabemos que su modelo del universo estaba ya completo en lo
esencial hacia 1510, porque muy poco después de esta fecha circulaba entre
sus amigos más íntimos un resumen de estas teorías en un manuscrito titulado
Commentariolus (Breve comentario). No hay pruebas de que Copérnico se
sintiera demasiado preocupado por el riesgo de ser perseguido por la Iglesia si
publicaba sus ideas de una manera más formal —de hecho, se habló del
Commentariolus en una conferencia que dio en el Vaticano el secretario del
Papa, Johann Widmanstadt, a la que asistieron el propio papa Clemente VII
y varios cardenales—.


Uno de estos cardenales, Nicholas von
Schónberg, escribió a Copérnico urgiéndole a que
lo publicara, y la carta se incluyó al comienzo de su
obra maestra De Revolutionibus Orbium
Coelestium (Sobre la revolución de las esferas
celestes) cuando se publicaron finalmente las
teorías de Copérnico en 1543.
Entonces, ¿por qué retrasó Copérnico la
publicación? Hubo dos factores. En primer lugar,
Copérnico estaba bastante ocupado. Puede ser
cierto que su puesto de canónigo fuera poco

32
absorbente, pero esto no significa que quisiera quedarse sentado y disfrutar de
sus ingresos, dedicarse superficialmente a la astronomía y no preocuparse de
lo que pasara en el mundo exterior. Como médico, Copérnico trabajó tanto
para la comunidad religiosa constituida en torno a la catedral de Frombork,
como para los pobres (por supuesto, sin cobrar nada a estos últimos). Como
matemático, trabajó en un plan para reformar el sistema monetario (no siendo
la última vez que un científico famoso asumía esta tarea), y con su
conocimiento de las leyes prestó buenos servicios a la diócesis. También se vio
obligado a prestar servicios inesperadamente cuando los caballeros teutones
(una orden religiosa y militar, al estilo de los cruzados, que tenía bajo su control
los estados orientales del Báltico y Prusia) invadieron la región en 1520.
Copérnico tuvo que asumir el mando de un castillo en Allenstein y defendió la
ciudad contra los invasores durante varios meses. Verdaderamente, fue un
hombre muy ocupado.

Además, hubo una segunda razón para que fuera reacio a publicar. Copérnico
sabía que su modelo del universo plantearía nuevas cuestiones, aunque
no resolviera viejos enigmas —y, de hecho, sabía que no resolvía todos los
viejos enigmas—. Como ya hemos dicho, Copérnico no realizó muchas
observaciones (aunque supervisó la construcción de una torre sin
tejado para usarla como observatorio). Fue un pensador y un filósofo más al
estilo de los antiguos griegos que al de los científicos modernos. Lo que más le
preocupaba en relación con el sistema de Ptolomeo, caracterizado por el
enigma de la Luna, era la cuestión de los ecuantes. No podía aceptar esta
idea, sobre todo por el hecho de que fuera necesaria la existencia de distintos
ecuantes para los diferentes planetas. En ese caso, ¿dónde estaba el auténtico
centro del universo? Copérnico deseaba un modelo en el que todo se
moviera alrededor de un único centro a una velocidad invariable, y este
deseo se basaba en razones estéticas, y de simplicidad.
Colocar el Sol en el centro del universo suponía dar un gran paso, pero aún
era necesario que la Luna describiera su órbita alrededor de la Tierra y todavía
faltaban los epiciclos para explicar por qué los planetas parecían acelerarse y
desacelerarse mientras recorrían sus órbitas.

Los epiciclos eran el modo de explicar las desviaciones con respecto a un
movimiento perfectamente circular, manteniendo al mismo tiempo que no se
producían desviaciones con respecto al movimiento perfectamente circular.
Pero el mayor problema que planteaba la visión copernicana del mundo era el
de las estrellas. Si la Tierra describía una órbita alrededor del Sol y las estrellas
estaban fijas en una esfera de cristal situada fuera de la esfera que
transportaba al planeta más distante, el movimiento de la Tierra debería
originar un movimiento aparente de las propias estrellas —un fenómeno
conocido como paralaje—. Si viajamos en coche por una carretera, nos parece
ver que el mundo exterior se mueve con respecto a nosotros. Si estamos en la
Tierra y ésta se mueve, ¿por qué no vemos las estrellas en movimiento?
Parecía que la única explicación posible era que las estrellas se encontraran
mucho más alejadas que los planetas, al menos cientos de veces más lejos, de
tal forma que el efecto del paralaje fuera demasiado pequeño para ser
percibido. Pero ¿por qué dejaría Dios entre el planeta más externo y las

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estrellas un enorme espacio vacío, al menos cientos de veces mayor que
los intervalos existentes entre los planetas?
El movimiento de la Tierra daba lugar también a otros problemas preocupantes.
Si la Tierra se mueve, ¿por qué no se nota un vendaval constante, como el
viento que arrastra los cabellos cuando viajamos en un descapotable por una
autopista? ¿Por qué este movimiento no hace que los océanos se agiten,
produciendo grandes maremotos? En realidad, ¿por qué no sacude la Tierra
hasta hacerla añicos? Recordemos que en el siglo XVI el movimiento se
asociaba con ir galopando sobre un caballo o viajar en un coche tirado por
animales por caminos llenos de baches. El concepto de movimiento sobre una
superficie lisa (aunque sólo sea tan lisa como el firme de una autopista) tenía
que ser muy difícil de imaginar sin haber conocido ninguna experiencia directa
de tal tipo de movimiento —incluso en el siglo XIX preocupaba seriamente la
idea de que viajar a la velocidad de un ferrocarril, que sería de unos 25
kilómetros por hora, podría resultar perjudicial para la salud de las personas—.
Copérnico no era físico y, por lo tanto, ni siquiera intentó dar respuesta a estas
cuestiones, pero sabía que, desde la perspectiva del siglo XVI, estos aspectos
no aclarados generaban dudas sobre sus teorías.

Es claro que Copérnico no era un astrónomo observador de los cielos
pero si está comprobado que realizó ciertas observaciones astronómicas
como mínimo desde el momento de su llegada a Italia. Al instalarse en su
diócesis continuó con las mismas y para poder efectuarlas en buenas
condiciones compró, en 1513, ochocientas piedras y un barril de cal con lo
que se construyó una torrecita en Frombork. En ella debió instalar los
instrumentos astronómicos construidos por él mismo, que eran los
tradicionales de la astronomía medieval, dado que en su época no se
habían descubierto aún el telescopio. .


Lo que resultaba especialmente impresionante entre todo lo que contenía el
modelo del universo de Copérnico era que, poniendo a la Tierra en órbita
alrededor del Sol, los planetas quedaban automáticamente situados en una
sucesión lógica y ordenada.




“Lo que empezó como un
ejercicio de asear a Ptolomeo y
a los árabes terminó con un
premio espectacular. Primero, el
orden y las distancias de los
planetas al Sol se obtenían
directamente de los modelos
heliocéntricos; conociendo el
orden y relación de los astros, se
puede elaborar por vez primera
en la historia un modelo único
para todo el mundo. Las
dimensiones absolutas pueden
computarse hasta Saturno y, aunque no sepa cuál es la distancia a la que

34
se halla la esfera de las fijas, se puede estimar cuál es la distancia mínima
para que no se observe paralaje alguna. Asi desveló armonías bellísimas,
iluminando los misterios de la distinción entre planetas superiores e
inferiores en los modelos ptolemaicos, así como las misteriosas conexiones
solares. Desveló la razón de qué el centro del epiciclo de los inferiores
estuviese siempre en la dirección al Sol, simplemente porque no es un
epiciclo, sino el planeta dando vueltas en tomo al mismísimo Sol. De paso
se explica la limitada elongación máxima de 27° y 47°de Mercurio y Venus
respectivamente, porque ese es el mayor ángulo que subtiende su radio
desde la Tierra”

Desde tiempos remotos, había sido un enigma que Mercurio y Venus sólo se
vieran desde la Tierra al amanecer y al anochecer, mientras que los otros
tres planetas conocidos resultaban visibles a cualquier hora de la noche.
La explicación de Ptolomeo (o, más bien, la explicación ya conocida que
resumió en el Almagesto) decía que Mercurio y Venus «acompañaban» al Sol
mientras éste se desplazaba alrededor de la Tierra describiendo una órbita
completa cada año. Pero, según el sistema copernicano, era la Tierra la que
daba una vuelta alrededor del Sol cada año, y la explicación de los dos tipos de
movimiento planetario consistía en decir sencillamente que las órbitas de
Mercurio y Venus se encontraban dentro de la órbita de la Tierra (más cerca
del Sol que nuestro planeta), mientras que las órbitas de Marte, Júpiter y
Saturno estaban fuera de la órbita de la Tierra (más alejadas del Sol que la
de nuestro planeta). Teniendo en cuenta el movimiento de la Tierra, Copérnico
pudo calcular cuánto tiempo tarda cada planeta en recorrer su órbita
alrededor del Sol. Estos períodos formaban una clara sucesión a partir del
de Mercurio, que tiene el «año» más corto, pasando por Venus, la Tierra,
Marte y Júpiter, para llegar hasta Saturno, que tiene el «año» más largo.
Pero esto no era todo. En el modelo de Copérnico, la pauta de comportamiento
observada en los planetas está relacionada también con la proporción entre
sus distancias al Sol y la distancia de la Tierra a dicho astro. Incluso sin
conocer en términos absolutos ninguna de las distancias de los planetas al Sol,
Copérnico pudo ordenar los planetas según le orden creciente de sus
distancias al Sol. La sucesión resultante fue la misma que se deducía de los
períodos anteriormente mencionados: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte,
Júpiter y Saturno. Esto indicaba claramente que se había descubierto una
verdad profunda sobre la naturaleza del universo. Para aquellos que quisieran
verlo, en la astronomía de Copérnico había mucho más que la simple
afirmación de que la Tierra gira alrededor del Sol.

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Existía además otro problema, pero quedaba totalmente fuera del alcance de
los conocimientos del siglo XVI. Si el Sol está en el centro del universo, ¿por
qué no caen todos los objetos sobre él? Lo único que Copérnico podía decir
al respecto era que los objetos «terrestres» tenían tendencia a caer sobre la
Tierra, los objetos solares tenían tendencia a caer sobre el Sol, los objetos
relacionados con Marte caerían sobre Marte, y así según los casos. En
realidad, lo que quería decir con esto era «no sabemos qué pasa». Sin
embargo, una de las lecciones más importantes aprendida durante los siglos
transcurridos desde la época de Copérnico es que no hace falta que un modelo
científico explique todo para que sea considerado como un buen modelo.
Tras la llegada de Georg Joachim von Lauchen (conocido también como
Rheticus) a Frombork durante la primavera de 1539, Copérnico, a pesar de
sus dudas y de tener su tiempo muy ocupado, se convenció de que debía
recopilar sus teorías de tal forma que pudieran ser publicadas.




Rheticus, que era profesor de matemáticas en la
Universidad de Wittemberg, tuvo noticias de los
trabajos de Copérnico y fue a Frombork
específicamente para aprender más sobre dichos
trabajos. Al darse cuenta de su importancia, se
propuso conseguir que el maestro los publicara.



“Mi Maestro tiene delante de los ojos, siempre, las observaciones de todas
las épocas junto con las suyas propias. Están reunidas en orden, como si
se tratara de un catálogo. ,,,, examina las observaciones, desde las más
antiguas hasta las más recientes, buscando las relaciones mutuas que las
expliquen; los resultados así obtenidos por deducciones correctas y las
compara con las hipótesis de Ptolomeo y de los antiguos; estudiando con
suma atención tales hipótesis se da cuenta de que una demostración
geométrica exige que se abandonen; idea nuevas hipótesis, sin duda con
la inspiración divina y el favor de los dioses; utiliza de nuevo las
matemáticas y establece geométricamente la conclusión que puede
deducirse de una idea correcta. A continuación armoniza las antiguas
observaciones y las suyas propias con sus propias hipótesis y, tras haber
realizado todas estas operaciones, expone, por fin, las leyes de la
astronomía” Rheticus


Se pusieron ambos de acuerdo y en 1540 Rheticus publicó un opúsculo titulado
Narratio Prima de Librus Revolutionum Copernici en el que se resumía la
característica principal del modelo de Copérnico: el movimiento de la Tierra
alrededor del Sol.

Finalmente, Copérnico accedió a publicar su gran libro, aunque para entonces
era ya un anciano. Rheticus se encargó de supervisar la impresión del libro en
Nuremberg, ciudad donde residía, pero, según se ha comentado a menudo, las

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cosas no resultaron del todo como él se proponía. Antes de que el libro
estuviera totalmente preparado para enviarlo a la imprenta, Rheticus tuvo que
marcharse de Nuremberg para tomar posesión de un nuevo cargo en Leipzig,
por lo que encargó la tarea a Andreas Osiander, un pastor luterano, que
añadió por su cuenta un prólogo no firmado en el que se explicaba que el
modelo descrito en el libro no pretendía ser una descripción de cómo era
realmente el universo, sino meramente un instrumento matemático para
simplificar los cálculos relativos a los movimientos de los planetas.

Siendo luterano, Osiander tenía muchas razones
para temer que el libro pudiera no ser bien recibido,
ya que incluso antes de su publicación el propio
Martín Lutero (que fue casi contemporáneo de
Copérnico: vivió entre 1483 y 1546) había formulado
objeciones al modelo copernicano, pregonando que
la Biblia dice que fue al Sol, y no a la Tierra, se paró.

“Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los
amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel:

Sol, detente en Gabaón,
y tú luna, en el valle de Ajalón.
Y el sol se detuvo, y la luna se paró,
hasta que la nación se vengó de sus enemigos.” (Libro der Josue. 10)


Copérnico no tuvo ocasión de plantear queja alguna en relación con el prólogo,
ya que falleció en 1543, justo el año en que se publicó su gran obra. Hay una
anécdota conmovedora, según la cual recibió una copia en su lecho de muerte,
pero, tanto si esto es cierto como si no, el libro se quedó sin alguien que
pudiera defender las teorías, salvo quizás el infatigable Rheticus, que falleció
en 1576.


El primer ataque serio a las tesis de Copérnico vino de Lutero y Calvino. Estos
advirtieron que en la Biblia -principal libro científico de la época- se expresaba
claramente que la Tierra no se mueve y el sol si. Así Lutero afirmó: " algunos han
prestado atención a un astrólogo advenedizo que se esfuerza por demostrar que
es la Tierra quien gira y no el cielo o el firmamento, el Sol y la Luna [...] Este loco
anhela trastocar por completo la ciencia de la astronomía; pero las Sagradas
Escrituras nos enseñan que Josué ordenó al Sol, y no a la Tierra, que se parara»".
Calvino a su vez sentenció: "«¿quién osará colocar la autoridad de Copérnico por
encima de la del Espíritu Santo?»" y no era una pregunta retórica pues años más
tarde Calvino quemaba vivo a Miguel Servet por opinar sobre la Santísima
Trinidad sin el aval de Espíritu Santo. Gracias a la explicación de Osiander sobre
las hipótesis de Copérnico los protestantes finalmente adoptaron una postura
pragmática con el copernicanismo. Curiosamente el cambio de actitud de éstos a
principios del siglo XVII no salvó a los copernicanos de la ira que justo empezaría
a confesar la Iglesia católica por las tesis de Copérnico.

37
3.2.1.-De Revolutionibus…

No podernos decir si el prólogo de Osiander consiguió aplacar en el Vaticano o
algún oponente alborotado, pero todos los indicios apuntan que allí no surgió
ningún oponente al que fuera necesario aplacar. La publicación de De
Revolutionibus fue aceptada por la Iglesia Católica prácticamente sin un
solo murmullo y, durante el resto del siglo XVI, Roma ignoró ampliamente
este libro. De hecho, al principio fue ampliamente ignorado por la mayoría de
las personas —la edición inicial de cuatrocientas copias no llegó a agotarse—.
Ciertamente el prólogo de Osiander no aplacó a los luteranos y el libro fue
condenado rotundamente por el movimiento protestante europeo. Sin embargo,
hubo un lugar donde De Revolutionibus… fue bien recibido y todas sus
implicaciones fueron apreciadas, al menos por los entendidos: esto sucedió en
Inglaterra.


Uno de los pocos que vieron claramente las implicaciones del
modelo de Copérnico poco después de la publicación de De
Revolutionibus fue el astrónomo inglés Thomas Digges.
Digges no sólo fue un científico, sino también uno de los
primeros divulgadores de la ciencia. Estudió en la Universidad
de Oxford y llegó a ser muy conocido como matemático y
agrimensor. La publicación más importante de Thomas Digges
apareció en 1576. Se trataba de una nueva edición ampliamente revisada
del primer libro de su padre, en aquella ocasión con el título
Prognostication Everlasting, que incluía una discusión detallada del
modelo copernicano del universo —la primera descripción de este modelo
en inglés—. Pero Digges fue más lejos que Copérnico. En este libro
afirmaba que el universo es infinito e incluía un diagrama en el que
mostraba el Sol en el centro, con los planetas girando en órbitas alrededor
de él, representando una multitud de estrellas que se extendían hacia el
infinito en todas las direcciones. Fue un asombroso salto hacia lo
desconocido. Digges no dio razones que justificaran esta afirmación, pero
parece muy probable que hubiera estado observando la Vía Láctea con un
telescopio y que la multitud de estrellas que vio allí le convencieran de que
las estrellas y otros soles se extendían profusamente por todo un universo
infinito.

Digges demostró que los movimientos aparentes del sol y de las estrellas se
podían explicar admitiendo el doble movimiento de la Tierra, su rotación sobre
su eje, y su traslación anual alrededor del Sol.

Las teoría de Copérnico parte de los libros y pensamientos de Ptolomeo y de
muchos otros astrónomos posteriores. Dice Copernico que aunque parecen ser
correctas en cuanto a sus valores numéricos, presentan ciertas dificultades que
se han intentado salvar mediante la introducción de ecuantes con lo cual el
planeta no se mueve con velocidad uniforme ni en torno del deferente ni de su
epiciclo. De aquí que ese sistema no parezca satisfactorio a la
inteligencia. Dándose cuenta de estas inconsecuencias, Copérnico intenta
una nueva y más razonable disposición de los círculos de tal modo que
cualquier irregularidad aparente se pueda explicar mediante movimientos
circulares uniformes “tal y como exige un sistema de movimiento absoluto” .

38
Esto puede conseguirse si se aceptan los siete axiomas siguientes:

1. No existe un único centro para todas las esferas o círculos celestes.
2. El centro de la Tierra no es el centro del universo sino su centro de
gravedad y el centro de la órbita de la Luna.
3. Todos los planetas giran alrededor del Sol, el cual está en su centro y,
en consecuencia, el Sol se encuentra en el centro del universo.
4. La distancia de la Tierra al Sol es despreciable en comparación a la
distancia que existe entre la Tierra y los confines del universo.
5. Los movimientos que observamos en el firmamento no son propios de
éste sino que son reflejo del movimiento de la Tierra. La Tierra y los
elementos que la rodean — aire, agua — gira sobre sí misma en un día
mientras que el cielo permanece en reposo.
6. Los movimientos del Sol son simples apariencias debidas a los
movimientos diurno y de traslación de la Tierra pues ésta gira en torno de
aquél como cualquier otro planeta.
7. Los movimientos directo y retrógrado de los planetas son simple
consecuencia del movimiento de traslación de la Tierra.






En el libro, Copérnico
demuestra conocer
ampliamente las obras
de los
astrónomos antiguos
(Ptolomeo, el
Regiomontano…) y
disponer de una gran
cantidad de datos
observacionales, que le
permiten elaborar sus
hipótesis matemáticas.
Comienza explicando
por qué el mundo es
esférico, argumentando
que la esfera es la figura más perfecta, porque posee la mayor capacidad para
una superficie dada. Y al igual que el mundo es esférico, también lo es la
Tierra, para después defender que en la Tierra, los centros de gravedad del
agua y de la masa terráquea coinciden, discutiendo las ideas que habían
expresado a este respecto los grandes filósofos griegos (Anaximandro,
Empédocles, Aristóteles…). Copérnico prosigue el libro mostrando que el
movimiento de la Tierra debe ser circular, uniforme y perpetuo, ya que el
circular es el movimiento natural de la esfera.

En su libro Copérnico resume su imagen del Universo en su sucinto y
expresivo párrafo:

39
“Primero y por encima de todo yace la esfera de las estrellas fijas,
que se contiene a sí misma y a todas las cosas, y que, por esa
razón, es inmóvil (…). De los cuerpos móviles primero viene
Saturno, que necesita treinta años para completar su órbita.
Después, Júpiter, que se mueve en una revolución de 12 años.
Luego Marte, de revolución bienal. En cuarto lugar, se da un ciclo
anual, en el cual está contenida la Tierra, con la órbita lunar a modo
de epiciclo. En quinto lugar, Venus tarda nueve meses en orbitar.
Luego Mercurio ocupa el sexto lugar, circulando en el espacio de
ochenta días. En el centro de todo se sitúa el Sol. (…).
Encontramos, por tanto, una maravillosa simetría bajo esta
ordenada disposición, y una relación definida de armonía en el
movimiento y en la magnitud de las órbitas, de una forma
imposible de obtener de otro modo cualquiera” (De
Revolutionibus I, 10)



El tratado De revolutionibus estaba dividido en seis libros:

1. Visión general de la teoría heliocéntrica, y una explicación corta de su
concepción del mundo.
2. Básicamente teórico, presenta los principios de la astronomía
esférica y una lista de las estrellas (como base para los
argumentos desarrollados en libros siguientes).
3. Dedicado principalmente a los movimientos aparentes del Sol y a
fenómenos relacionados.
4. Descripción de la Luna y sus movimientos orbitales.
5. Explicación concreta de su nuevo sistema.
6. Explicación concreta del nuevo sistema (continuación).

Con detallados diagramas a base de compás, escuadra y cartabón,
Copérnico justificó cómo su teoría explicaba el movimiento de retrogradación
de los planetas y otros muchos fenómenos, aunque en ocasiones tuvo que
hacer uso de construcciones geométricas casi tan complicadas como las de
Ptolomeo. Pero lo importante es que el modelo resultante era, a la postre, más
armónico, simple y elegante, y explicaba más fenómenos que el geocéntrico.

¡Copérnico explicaba, por fin, el movimiento de retrogradación de los
planetas! En efecto, como indica el axioma séptimo, si suponemos que la
Tierra se mueve en torno al Sol, ese fenómeno queda perfectamente
justificado. Si tanto la Tierra como Marte se desplazasen alrededor del Sol, y si
la Tierra se moviese más rápido que Marte, llegaría un momento en que la
Tierra adelantaría a Marte, por lo que entonces nos parecería que Marte
cambiaba el sentido de su trayectoria y que daba marcha atrás. ¡Todo
encajaba! Y, además, con un modelo matemático más sencillo, porque no
hacía falta utilizar los complicados conjuntos de epiciclos y deferentes que
había empleado Ptolomeo.
En el punto 6. leemos que la Tierra da vueltas alrededor del Sol “como
cualquier otro planeta”. Esta equiparación cosmológica de la Tierra a los demás

40
cuerpos errantes (los planetas) traería, a la larga, profundas consecuencias en
la comprensión que el ser humano tiene de sí mismo y de su lugar en el
Universo. La simbiosis entre el modelo geocéntrico y la teología de los Padres
de la Iglesia y de los escolásticos medievales había sido casi perfecta: el
hombre, culmen y centro de la Creación, residía justamente en el centro del
Universo. Todo estaba orientado a él, como todo gira alrededor de la Tierra.
Sobre la Tierra, el cielo, bajo ella, el infierno. La imagen geocéntrica del
Universo parecía encajar plenamente con la imaginería popular y con el
esquema teológico de grandes maestros, como San Agustín de Hipona (354-
430) y Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Santo Tomás, en su
monumental Summa Theologica, que no pudo acabar, había concebido la
realidad como un proceso de salida y de regreso desde Dios y hacia Dios: todo
venía de Dios y a Él se dirigía, en un gigantesco exitus-reditus. Y en el centro
de ese movimiento metafísico de todas las criaturas hacia su Creador, aparecía
el ser humano, la “imagen y semejanza” de Dios (como leemos en el primer
capítulo del libro del Génesis).
La obra científica de Copérnico obligaba a cambiar esta imagen. La
centralidad del hombre en el Universo no podía verse ya en términos
físicos o cosmológicos, sino desde otra óptica: el hombre es centro de la
Creación porque con su mente y con su pensamiento es capaz de idear,
concebir y descubrir.

Copérnico, en un principio, se había limitado a difundir su teoría en
círculos reducidos (seguramente por miedo a las críticas procedentes de otros
científicos, temor que también albergaría Isaac Newton en el siglo XVII), pero
las noticias de su hipótesis revolucionaria pronto llegaron a ilustres e
influyentes personalidades de la época, como el arzobispo de Capua Nicolás
Schönberg, quien en una carta al astrónomo polaco le urgía a “comunicar
vuestro descubrimiento a los eruditos, y en cuanto os sea posible a enviarme
vuestros escritos sobre la esfera del universo junto con las tablas y todo lo que
tengáis de relevancia en este asunto”, ya que “habiendo escuchado, desde
algunos años, unánimes y repetidas alabanzas a vuestros merecimientos,
comencé a teneros en la más alta estima y felicitar a nuestros
contemporáneos, entre los cuales recibís tanta gloria. Y llegué a descubrir que
no sólo domináis admirablemente los descubrimientos de los matemáticos
antiguos, sino que habéis llegado a establecer una nueva constitución del
mundo, con la que enseñáis que la Tierra se mueve y que el Sol ocupa el lugar
más bajo del Universo, esto es, el centro”.

Tenemos que pensar que las sospechas que más tarde suscitará el
heliocentrismo copernicano, esto es, la teoría que sostenía que la Tierra giraba
en torno al Sol y no al revés, sólo se agudizarán con Galileo, ya entrado el siglo
XVII, y que Copérnico no tenía por qué prever una reacción negativa de los
papas y de los cardenales con respecto a su obra científica.
La supervivencia del sistema heliocéntrico desarrollado por Copérnico a lo
largo de los siglos posteriores se debe más al contenido matemático del mismo
que al ideológico. Ya antes de que apareciera el De revolutionibus… los teó-
logos protestantes se oponían a su doctrina cósmica y, buena prueba de ello,
es la nota anónima de Osiander que precede a la obra. Cabe, pues, suponer —
y todos los datos que poseemos invitan a pensar que se trata de una realidad

41
— que al ser puesta a disposición de los lectores en 1543 fue estudiada con
pasión sólo por personas con un gran conocimiento matemático.

3.2.2.-La muerte de Copérnico

Hacia finales de 1542 Copérnico sufrió una hemorragia cerebral seguida de
una parálisis parcial y tuvo que permanecer constantemente en la cama
durante algunos meses. Su estado mental en este último periodo queda
reflejado en una reflexión escrita en un texto de Santo Tomás de Aquino y
que anotó con letra pequeña y temblorosa:

“La brevedad de la vida, la opacidad de los sentidos, el sopor de la indiferencia y
las ocupaciones inútiles nos permiten conocer muy poco. Y una y otra vez el
rápido olvido, la malversación del conocimiento y el enemigo de la memoria
sacuden lamente, con el transcurso del tiempo, incluso todo aquello que
sabíamos”

Casi inconsciente Copérnico , recibió en sus manos el primer ejemplar de su
obra y poco después falleció. Era el día 24 de mayo de 1543. Rheticus
sobrevió más de treinta años a su maestro.

3.2.3.-Importancia de las teorías copernicanas

En su libro, Copérnico planteaba un nuevo modelo para explicar los
movimientos que vemos en el cielo. Partía de colocar al Sol en el centro de
todo, por tanto es un sistema heliocéntrico, y también conocido con el nombre
de su creador: sistema copernicano.
Con su obra se afianza otra gran idea propia de la modernidad: la naturaleza
va perdiendo su carácter teológico, el hombre ya no es el centro del
universo, sino que Copérnico lo desplaza a una posición móvil, como la de
cualquier otro planeta.
A partir de Copérnico se desencadena la idea de que el hombre ahora está
gobernado por su Razón, que será la facultad del ser humano que hace que
tome parte en el ordenamiento del Universo. Así el hombre pasa a ser un ser
autónomo que basa dicha autonomía en su capacidad de raciocinio. La razón
humana puede ahora apoderarse de la Naturaleza: dominarla y controlarla. Así
el hombre deja de ser el centro físico del Universo para convertirse en el centro
racional del Universo.
El libro defendía ideas antisistema, y por ello su autor había tardado en
publicarlo más de treinta años. Aunque su intención no era llevar la contraria,
sino presentar una alternativa astronómicamente más elegante, Copérnico era
consciente de que era incompatible con el consolidado sistema geocéntrico de
Ptolomeo, que era aceptado porque estaba de acuerdo con la evidencia, con la
autoridad de Aristóteles y con la literalidad de las Sagradas Escrituras. De
hecho, las primeras críticas al sistema copernicano vinieron de Lutero y de
Calvino.
La importancia de la obra de Copérnico es ser una obra revolucionaria,
precursora de grandes cambios científicos. Dicho carácter revolucionario no
está solo en sus escritos sino en poner en marcha unos caminos que romperán
las barreras del pensamiento. Copérnico está considerado como el precursor
de la astronomía moderna, aportando las bases que permitieron a I.Newton

42
culminar la revolución astronómica, al pasar de un universo geocéntrico a un
cosmos heliocéntrico y cambiando irreversiblemente la mirada del cosmos que
había prevalecido hasta entonces. Así, lo que se conoce como Revolución
Copernicana es su formulación de la teoría heliocéntrica, según la cual, la
Tierra y los otros astros giran alrededor del Sol.
El sistema de Copérnico es una de las primeras teorías científicas modernas,
caracterizadas por la audacia en la construcción de sus hipótesis. Tuvo por ello
una señalada influencia en los filósofos y pensadores posteriores.

3.2.4.- Carta de Nicolas Schoenberg, Cardenal de Capua, a Nicolas
Copérnico.

Habiéndome hablado hace algunos años de tu capacidad, constante
conversación de todos, empecé entonces a tenerte ya en la más alta estima y a
felicitarme también de nuestros hombres, entre los que florece con tanto
prestigio. Comprendí que no sólo conocías con suficiencia los hallazgos de los
antiguos matemáticos, sino que habías establecido una nueva estructura del
mundo, en virtud de la cual enseñas que la tierra se mueve, que el Sol ocupa
la base del mundo y por tanto el lugar central, que el octavo cielo
permanece inmóvil y fijo perpetuamente, que la Luna, junto con
loselementos de su esfera, situada entre el cielo de Marte y el de Venus,
gira anualmente alrededor del Sol; y que de toda esta estructura de la
astronomía hay comentarios elaborados por ti, y que han sido plasmados en
unas tablas los movimientos dé las estrellas errantes, calculados con gran
admiración de todos. Por lo tanto, doctísimo varón, sí no te molesto, te ruego
una y otra vez vehementemente, que comuniques a los estudiosos este
ha- llazgo tuyo y tus pensamientos con respecto a la esfera del mundo,
junto con las tablas y si tienes alguna otra cosa concerniente a este asunto, me
lo envías también en la primera ocasión.

3.2.5.-Al santísimo Señor Pablo III, Pontífice Máximo. Prefacio de Nicolás
Copérnico a los libros sobre las revoluciones



Puedo imaginar, Santo Padre, que cuando
algunas gentes sepan que en los libros
que he escrito sobre las Revoluciones de
las esferas del mundo sostengo que la
Tierra tiene varios movimientos,
protestarán y sostendrán que mis teorías
y yo mismo debemos ser condenados
inmediatamente ... Es por eso por lo que
cuando yo pensaba me daba cuenta de lo
absurda que van a considerar esta lectura
aquellos que saben que a lo largo de los
siglos se ha mantenido la opinión de que
la Tierra está inmóvil en medio del cielo,
como si fuera su centro, si yo afirmaba que la Tierra se mueve. Por tanto me
preguntaba si debía publicar mis comentarios escritos para demostrar ese

43
movimiento o si, por el contrario, no sería mejor seguir el ejemplo de los
pitagóricos y de algunas otras gentes que, tal como lo atestigua la epístola de
Lysias a Hiparco, tenían por costumbre no transmitir los misterios de la
Filosofía más que a sus amigos y allegados y aun no por escrito, sino sólo
oralmente ... Mis amigos, sin embargo, me han convencido después de mucho
tiempo de vacilar y resistir. El primero entre ellos ha sido Nicolás Schonberg
(1472- 1537), cardenal de Capua, célebre en todos los dominios del saber;
luego Tiedeman Giese, obispo de Chelmno(1480-1550), que me aprecia
mucho, estudioso de todas las cosas sagradas y de las buenas letras. Éste,
frecuentemente, me había exhortado y es más, me había impulsado mediante
repetidos reproches, a editar este libro y dar a luz la obra que tenía guardada
no durante nueve años, sino durante cuatro veces nueve años.
Nota en el prefacio de la obra, debida al teólogo Osiander: “Al lector, acerca
de las hipótesis de esta obra”
“No dudo de que algunos sabios — puesto que ya se ha extendido el rumor de lo
revolucionario de las hipótesis de esta obra que pone a la Tierra como móvil y al
Sol, al contrario, como inmóvil en el centro del universo — se indignarán y
pensarán que no deben introducirse cambios en las disciplinas liberales que hace
mucho tiempo están sólidamente establecidas. Pero si examinan esta obra con
atención, verán que su autor no ha hecho nada que merezca censura. En efecto:
es obligación del astrónomo explicar, mediante una observación diligente y hábil,
la historia de los movimientos celestes. Después buscar sus causas o bien — ya
que de ninguna manera puede señalar las verdaderas— imaginar o inventar unas
hipótesis cualesquiera con cuya ayuda se pueda calcular exactamente, conforme
a las reglas de la geometría, el valor de esos movimientos. Ambos objetivos los ha
conseguido el autor de modo admirable, ya que, en efecto, no es necesario que
estas hipótesis sean verdaderas ni siquiera verosímiles. Basta con una sola cosa:
que permitan realizar cálculos que concuerden con la observación…. “

Astrónomo Copérnico, cuadro de Jan Matejko (1873)

44
Nota: Es interesante que mencionemos nuevamente a Giordano Bruno, antes de
retomar el hilo para hablar de la obra de Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo,
que desarrollaron la obra de Copérnico. El motivo de que convenga hablar de Bruno
es que a menudo se piensa que murió en la hoguera a causa de su apoyo al modelo
de Copérnico. La realidad es que era un hereje y fue quemado en la hoguera por sus
creencias religiosas. El hecho de que el modelo de Copérnico se viera implicado en
todo este asunto no fue más que una complicación desafortunada.
La razón principal por la que Giordano Bruno, que había nacido en 1548, entró en
conflicto con la Iglesia fue el hecho de ser seguidor de un movimiento conocido como
«hermetismo». Este movimiento religioso basaba sus creencias en unos textos que
para sus seguidores eran el equivalente de las Sagradas Escrituras y que en los siglos
XV y XVI estaban considerados como procedentes de Egipto y elaborados allí en los
tiempos de Moisés. Estaban relacionados con las enseñanzas del dios egipcio Tot (el
creador de las artes y de las ciencias). Hermes era el equivalente griego de Tot (de ahí
la palabra hermetismo) y los seguidores de este culto le daban el nombre de Hermes
Trimegisto (tres veces grande). Por supuesto, el Sol era también un dios para los
egipcios, y se ha sugerido que el propio Copérnico pudo haber estado influido por el
hermetismo al poner el Sol en el centro del universo, aunque no hay indicios que
justifiquen esta hipótesis.
No hay espacio en este texto para profundizar en los detalles del hermetismo
(especialmente porque se averiguó posteriormente que los documentos en que se
basó no procedían del Antiguo Egipto), pero los creyentes del siglo XV interpretaban
que aquellos documentos predecían, entre otras cosas, el nacimiento de Cristo. En la
década de 1460, unas copias del material en que se basaba el hermetismo llegaron a
Italia procedentes de Macedonia y suscitaron un gran interés durante más de un siglo,
hasta que se demostró (en 1614) que habían sido escritas mucho tiempo después del
comienzo de la era cristiana, por lo que sus «profecías» se habían beneficiado en gran
medida de las ventajas de la percepción retrospectiva.
Giordano Bruno adoptó una posición extrema, afirmando que la antigua religión
egipcia era la fe verdadera y que la Iglesia Católica debía encontrar un modo de
regresar a aquellas creencias antiguas. No hace falta decir que esto no cayó
demasiado bien en Roma y, después de una carrera con altibajos vagando por Europa
(incluida una temporada en Inglaterra desde 1583 hasta 1585) y provocando
escándalos (entró en la orden dominicana en 1565, pero fue expulsado de ella en
1576 y, durante su estancia en Inglaterra se creó tantos enemigos que tuvo que
refugiarse en la embajada francesa), Bruno cometió el error de visitar Venecia en
1591, donde fue arrestado y entregado a la Inquisición. Tras pasar mucho tiempo en
prisión y soportar un largo proceso, parece ser que Giordano Bruno fue condenado
finalmente tras ser acusado de arrianismo (la creencia en que Cristo había sido creado
por Dios y no era el dios encarnado) y de practicar la magia en secreto. No podemos
estar completamente seguros porque las actas del proceso se han extraviado, pero
más que un mártir de la ciencia, como se le suele presentar a menudo, Bruno fue en
realidad un mártir de la magia.

Monumento en honor a Nicolás Copérnico en Varsovia (Polonia).

45
3.3.-Tycho Brahe (1546-1601)



Tycho Brahe nació en Knudstrup, en
el extremo sur de la península de
Escandinavia, el 14 de diciembre de
1546, un lugar que actualmente
pertenece a Suecia, pero entonces
era parte de Dinamarca. Procedía de
una familia aristocrática. Su padre,
Otto, estuvo al servicio del rey como
consejero privado, fue sucesivamente
lugarteniente de varios condados y
terminó su carrera siendo gobernador
del castillo de Helsingborg (situado
en frente de Elsinore, un lugar que
posteriormente William Shakespeare
haría famoso en Hamlet, drama
representado por primera vez en
1600).
Siendo niño, recibió una sólida
formación en latín y, posteriormente,
fue enviado a la Universidad de
Copenhague en abril de 1559,
cuando aún no había cumplido los 13 años de edad —que en aquellos tiempos
no era una edad excesivamente temprana para que el hijo de un aristócrata
comenzara una educación cuyo objetivo era capacitarle para desempeñar un
alto cargo dentro del Estado o de la Iglesia.
Los planes de su padre para que Tycho siguiera una carrera al servicio del rey
en el campo de la política empezaron a hacerse pedazos casi desde el
principio, porque el 21 de agosto de 1560 hubo un eclipse de Sol por la Luna
que le cautivó. Pero lo que captó la imaginación de Tycho Brahe, a sus 13 años
de edad, no fue la nada espectacular aparición del eclipse, sino el hecho de
que el suceso había sido predicho mucho antes en las tablas de observaciones
del modo en que la Luna parecía moverse entre los astros —las tablas se
remontaban a tiempos antiguos, pero habían sido modificadas a partir de
observaciones posteriores, especialmente por astrónomos árabes—. A Tycho
Brahe le pareció «algo divino que los hombres pudieran conocer los
movimientos de los astros de una manera tan precisa que fueran capaces
de predecir sus ubicaciones y sus posiciones relativas con una gran
antelación».

Durante la mayor parte del resto del tiempo que pasó en Copenhague (más de
dieciocho meses), Tycho Brahe se dedicó a estudiar astronomía y
matemáticas. Tycho Brahe compró una copia de la edición en latín de las
obras de Ptolomeo e hizo muchas anotaciones en ella (incluida una en la
portada, donde recordaba que había adquirido el ejemplar el último día de
noviembre de 1560 por dos táleros).

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En febrero de 1562, Tycho Brahe abandonó Dinamarca para completar su
educación en el extranjero, como parte del proceso habitual que habría de
convertirle en un adulto apto para asumir su posición en la sociedad. Fue a la
Universidad de Leipzig.

Universidad de Leipizg

Sin embargo, su gran afición académica seguía siendo la astronomía. Todo
el dinero que le sobraba lo gastaba en instrumentos y libros de astronomía, y
permanecía despierto hasta altas horas realizando sus propias observaciones
de los cielos y en consecuencia la habilidad de Tycho Brahe como observador
y sus conocimientos de astronomía aumentaron muy rápidamente .

Cuando se hizo más experto en astronomía, Tycho Brahe se dio cuenta de que
la precisión con la que los hombres parecían «conocer las posiciones de las
estrellas» era mucho menos impresionante de lo que le había parecido al
principio. Por ejemplo, en agosto de 1563 se produjo una conjunción de
Saturno y Júpiter —un raro fenómeno astronómico en el que dos planetas
están tan próximos entre sí en la bóveda celeste que parecen fundirse el uno
con el otro—. Este suceso, que tuvo una gran importancia para los astrólogos,
se había pronosticado con anterioridad, dándole una amplia difusión, y se
esperaba ansiosamente. Sin embargo, el fenómeno se produjo en realidad el
24 de agosto, a pesar de que toda una serie de tablas los predecían para un
mes más tarde e incluso las tablas más precisas tenían un error de varios
días.

Nada más empezar su carrera como astrónomo, Tycho Brahe abordó la
cuestión que sus inmediatos predecesores y sus contemporáneos parecían no
haber querido tocar, ya fuera por pereza o por un respeto excesivo a los sabios
de la Antigüedad: que una comprensión correcta del movimiento de los
planetas y de su naturaleza sería imposible sin realizar una larga serie de
esmeradas observaciones de sus movimientos con respecto a las estrellas
fijas, llevando a cabo dichas observaciones y estudios con una precisión mayor
que la que habían tenido los realizados con anterioridad.

A los 16 años, Tycho Brahe tenía ya claro cuál era su misión en la vida. La
única manera de confeccionar tablas correctas sobre el funcionamiento
de los planetas, era realizar unas largas series de observaciones, en vez
de limitarse a lo hecho por Copérnico, que consistía en realizar alguna
que otra observación de vez en cuando y añadirla quizás a las
observaciones de los antiguos. Recordemos que los instrumentos que se
utilizaban en aquellos tiempos para hacer observaciones, antes de la invención

47
del telescopio astronómico, requerían una gran habilidad para su construcción
y aún mayor pericia para su utilización (con los telescopios modernos y los
ordenadores que llevan acoplados, sucede todo lo contrario). Una de las
técnicas más sencillas utilizadas por Tycho Brahe en 1563 consistía en
sostener un compás cerca del ojo, situando la punta de una de las patas del
compás en una estrella y la otra en el planeta que interesara observar, por
poner un ejemplo, digamos que fuera Júpiter. Utilizando el compás con esta
separación para medir distancias marcadas sobre el papel, Tycho Brahe podía
calcular la separación angular que había entre los dos objetos en el cielo justo
en aquel momento. Sin embargo, necesitaba una precisión mucho mayor que
la que le podía proporcionar este método. Aunque los detalles relativos a los
instrumentos que utilizaba no son cruciales para esta historia, merece la pena
mencionar uno de ellos, llamado alidada o escuadra de agrimensor, que
Tycho Brahe se había fabricado él mismo a principios de 1564.

Dado que Tycho Brahe era un aristócrata con un futuro posiblemente
asegurado, no era necesario que cumpliera con la formalidad de obtener un
título, y se marchó de Leipzig en mayo de 1565. A principios de 1566, poco
después de haber cumplido diecinueve años, Tycho salió de viaje, visitando
primero la Universidad de Wittenberg y estableciéndose luego durante algún
tiempo en Rostock, en cuya universidad realizó estudios y obtuvo finalmente
un título. Estos estudios incluían astrología, química (más concretamente,
alquimia) y medicina, por lo que, durante cierto tiempo, Tycho Brahe realizó
pocas observaciones de las estrellas.

Tycho Brahe, como otros hombres cultos de su tiempo, creía en la astrología
y se aficionó a realizar horóscopos. Poco después de su llegada a Rostock,
hubo un eclipse de Luna, concretamente el 28 de octubre de 1566. Basándose
en un horóscopo que había confeccionado, Tycho Brahe declaró que este
acontecimiento predecía la muerte del sultán otomano Solimán, conocido
como El Magnífico. En realidad, no se trataba de una predicción excepcional,
ya que Solimán tenía 80 años. Era famoso en toda la Europa cristiana y se
había ganado el apodo de Magnífico en parte por haber conquistado Belgrado,
Budapest, Rodas, Tabriz, Bagdad, Adén y Argel, habiendo sido además el
responsable del ataque masivo llevado a cabo en 1565 contra Malta, que fue
defendida con éxito por los caballeros de San Juan. El Imperio otomano llegó a
su apogeo bajo el gobierno de Solimán y se convirtió en una seria amenaza
para las zonas orientales de la Europa cristiana. Cuando llegó a Rostock la
noticia de que Solimán realmente había fallecido, el prestigio de Tycho Brahe
subió como la espuma —aunque su proeza perdió brillo al saberse que el
fallecimiento se había producido unas pocas semanas antes del eclipse.

Solimán el magnífico

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Antes de que acabara aquel año, sucedió uno de los incidentes más famosos
de la vida de Tycho Brahe: riñó con otro aristócrata danés, Manderup
Parsbjerg, en el consiguiente duelo a espada, Tycho Brahe recibió un golpe
que le arrancó parte de la nariz. Durante el resto de su vida, para disimular
esta desfiguración, utilizó una prótesis fabricada especialmente con oro y plata.


Ticho Brahe

3.3.1.-Gran cuadrante de Tycho Brahe, 1569.

Durante el tiempo que pasó en Rostock, Tycho Brahe hizo varias visitas a su
país de origen. El 14 de mayo de 1568, el rey, que seguía siendo Federico II,
hizo a Tycho Brahe la promesa formal de concederle la primera canonjía que
quedara vacante en la catedral de Roskilde, en Seeland. Aunque hacía más de
treinta años que se había llevado a cabo la Reforma (se remontaba a 1536) y
Dinamarca era un firme bastión protestante, los ingresos que antiguamente se
habían destinado a los canónigos de la catedral se invertían entonces en
subvencionar a los estudiosos y eruditos. Se les llamaba todavía canónigos y
seguían viviendo en una comunidad vinculada a la catedral, pero no tenían
encomendadas tareas religiosas y los cargos eran siempre por designación
real. Después de finalizar sus estudios en Rostock y con el futuro asegurado
por la promesa de una canonjía, a mediados de 1568 Tycho Brahe reanudó
sus viajes. Visitó Wittenberg una vez más, y luego fue a Basilea, antes de
instalarse durante una temporada en Augsburgo, a principios del año 1569, y
comenzar allí a realizar una serie de observaciones. Para ayudarse en este
trabajo, se había hecho construir una versión gigantesca de un
instrumento llamado cuadrante. Este cuadrante tenía un radio de
aproximadamente 6 metros, lo suficientemente grande como para su borde
circular pudiera tener una graduación en minutos de ángulo, de tal forma que
se pudieran realizar observaciones precisas. Estuvo colocado sobre una colina
en el jardín de unos de los amigos de Tycho, y permaneció allí durante cinco
años, antes de que una tormenta lo destruyera en diciembre de 1574.

49


El padre de T.Brahe falleció, y dejó como herencia conjunta a sus dos hijos
mayores, Tycho y Steen, su propiedad más importante, que era la de
Knudstrup. Tycho Brahe fue a vivir con el hermano de su madre, que también
se llamaba Steen. Hasta finales de 1572, quizá bajo la influencia del anciano
Steen, Tycho Brahe se dedicó principalmente a realizar experimentos
químicos, aunque nunca abandonó su interés por la astronomía. Sin embargo,
en la noche del 11 de noviembre de 1572 su vida iba a experimentar de nuevo
un cambio, y esta vez se debía a uno de los acontecimientos más dramáticos
que puede ofrecer el universo.

3.3.2.-La Supernova de Tycho Brahe

Aquella noche Tycho Brahe volvía a su casa desde el laboratorio y por el
camino iba contemplando el panorama de las estrellas, cuando se dio cuenta
de que algo extraño estaba sucediendo en la constelación de Casiopea.

Casiopea es una de las constelaciones compiladas en el catálogo
estelar de Ptolomeo, el Almagesto, del siglo II. Fácilmente
reconocible por sus cinco estrellas brillantes que forman un conocido
asterismo del cielo circumpolar boreal. Debido a su cercanía al polo
norte, esta constelación es circumpolar boreal, es decir, siempre
visible por encima del horizonte septentrional a partir de 45-50° de
latitud norte, la latitud de ciudades como Berlín o Londres

Había una estrella más en la constelación, y no sólo eso, sino que su
brillo era especial. Para darnos cuenta del impacto que esto podía producir en
Tycho Brahe y sus contemporáneos, recordemos que en aquella época se
pensaba que las estrellas eran unas luces fijas, eternas e invariables pegadas
a una esfera de cristal. Era parte del concepto de perfección celeste la idea de
que las constelaciones habían sido y serían exactamente iguales durante toda
la eternidad. Si se trataba realmente de una estrella nueva, el fenómeno
echaría por tierra aquella idea de perfección y, si se aceptaba que los cielos
eran imperfectos, ¿ qué pasaría con las teorías de Aristóteles y Ptolomeo?

50

Sin embargo, una sola observación no
probaba que lo que Tycho Brahe había visto
fuera una nueva estrella. Podía ser un objeto
de menor importancia, por ejemplo, un
cometa. Por aquel tiempo, se creía que los
cometas eran fenómenos atmosféricos que
se producían a una pequeña distancia de la
superficie de la Tierra- El modo de averiguar
qué estaba pasando era medir la posición del
objeto con respecto a las estrellas contiguas
a él en la constelación de Casiopea y ver si
cambiaba de posición, como haría un cometa
o un meteoro, o si por el contrario estaba
siempre en el mismo lugar, como sucedería
en el caso de ser una estrella.
Afortunadamente, Tycho Brahe acababa de
terminar la construcción de otro sextante muy grande y, durante las noches
siguientes, en los momentos en que las nubes se retiraban y el cielo quedaba
claro, concentró su atención en la nueva estrella. Esta estuvo visible durante
dieciocho meses y en todo aquel tiempo no se movió nunca con respecto
a las demás estrellas. Por lo tanto, era una nueva estrella, que al principio era
tan brillante (tanto como Venus) que podía verse durante el día, aunque fue
perdiendo su brillo gradualmente a partir de diciembre de 1572. Por supuesto,
hubo otras muchas personas que vieron también la estrella y en 1573
circularon muchos relatos llenos de fantasía en los que se intentaba explicar su
significado. Tycho Brahe ya había escrito su propio informe sobre este
fenómeno. Aunque al principio fue reacio a publicarlo (posiblemente porque le
preocupaba cómo podrían reaccionar otras personas al quedar hecha pedazos
la idea de la perfección de los cielos; quizá también porque la estrella aún era
visible, con lo que el informe sería necesariamente incompleto; y desde luego
otra razón era que podría considerarse impropio que un noble se viera
implicado en tales estudios), algunos amigos de Copenhague le persuadieron
de que debería hacerlo para que hubiera una información fidedigna al respecto.
El resultado fue un pequeño libro titulado De Nova Stella (Sobre la nueva
estrella), que apareció en 1573 y aportó un nuevo término al vocabulario
astronómico. En este libro Tycho Brahe demostraba que el objeto no era ni un
cometa, ni un meteoro, y que debía pertenecer a la «esfera» de estrellas fijas.
También discutía el significado astrológico de la nova (en términos generales e
imprecisos) y hacía una
comparación con un objeto
que Hiparco afirmaba haber
visto en los cielos alrededor
del año 125 a. C.




Nova Stella, obra de Ticho
Brahe

51

En aquella época era bastante fácil interpretar que cualquier cosa visible en los
cielos tenía un significado astrológico, ya que gran parte de Europa estaba
sumida en conflictos y confusión. Muchos otros astrónomos estudiaron también
aquel objeto (incluido Thomas Digges, cuya postura era muy parecida a la de
Tycho Brahe), pero las mediciones de Tycho eran indiscutiblemente las más
precisas y fiables.
En todo esto hay un aspecto paradójico. Tycho Brahe hizo un estudio
exhaustivo de la estrella en cuestión para ver si había algún rastro del cambio
de paralaje que se podría esperar si la Tierra se movía realmente alrededor del
Sol. Dado que Tycho Brahe era un observador tan extraordinario y había
construido unos instrumentos tan precisos, esta búsqueda del paralaje fue la
más sensible que se había realizado hasta la fecha. No pudo encontrar
pruebas relativas al paralaje, lo cual fue un factor importante para convencerse
de que la Tierra permanecía en posición fija mientras las estrellas giraban en
torno a ella sobre su esfera de cristal.
La vida de Tycho Brahe no cambió inmediatamente a raíz de este trabajo sobre
la nueva estrella (que actualmente recibe a veces el nombre de estrella de
Tycho o supernova de Tycho). En 1574, Tycho Brahe dedicó parte de su
tiempo a realizar observaciones, la mayor parte del año en Copenhague, donde
a petición del rey dio una serie de clases magistrales en la universidad. Sin
embargo, aunque su prestigio iba en aumento, como indica el hecho de la
petición real, Tycho Brahe no estaba satisfecho con las condiciones en que
trabajaba en Dinamarca y pensó que podía conseguir más ayuda para su
trabajo si se marchaba al extranjero. Después de viajar mucho durante 1575,
parece ser que decidió establecerse en Basilea, aunque regresó a Dinamarca a
finales del año para poner sus asuntos en orden y preparar el traslado. Sin
embargo, en aquel momento la Corte era consciente de que la presencia de
Tycho Brahe en Dinamarca aumentaba el prestigio del país y urgió al rey, que
ya estaba predispuesto favorablemente, a hacer algo para que el famoso
astrónomo se quedara en su patria.

No es necesario hacer una descripción detallada del trabajo que llevó a cabo
Tycho Brahe en la isla durante los veinte años siguientes, porque la mayor
parte de lo que hizo fue desarrollar la monótona pero esencial tarea de
medir noche tras noche las posiciones de los planetas con respecto a las
estrellas fijas y analizar los resultados de estas mediciones. Para tener
una perspectiva de lo que fue realmente su trabajo basta decir que se tarda
cuatro años en observar con precisión las trayectorias de los movimientos del
Sol «a través» de las constelaciones, doce años en observar las de Marte y lo
mismo para las de Júpiter, y treinta años en concretar la órbita de Saturno.
Aunque Tycho Brahe había comenzado a realizar observaciones a la edad de
16 años, sus primeras mediciones eran incompletas y menos precisas que las
que hizo en la isla; incluso veinte años después, Hveen apenas cumplía los
requisitos suficientes para el trabajo que Tycho estaba realizando. Este trabajo
no empezó a dar sus primeros frutos hasta que Johannes Kepler se basó en
las tablas de Tycho Brahe para explicar las órbitas de los planetas, años
después de que Tycho hubiera fallecido.

52

En Sund, isla de Hveen , Tycho hizo
construir el observatorio más grande de
su época, al que llamó Uraniborg, una
"ciudad del cielo" llamada así en honor a
Urania, la musa de la astronomía. Dotó el
observatorio de monumentales y
perfeccionados instrumentos, algunos de
los cuales fueron ideados por él mismo:
cuadrantes murales, sextantes, esferas
armilares, escuadras y gnomones con
gigantescas escalas graduadas para
obtener la mejor precisión entonces
posible en la determinación de las
coordenadas celestes y de las otras
medidas astronómicas.



3.3.3.-Su Modelo Del Universo

Los estudios sobre el cometa y las observaciones anteriores relativas a la
supernova animaron a Tycho Brahe a escribir un libro importante,
Astronomiae Instauratae Progymnasmata (Introducción a la nueva
astronomía), que se publicó en dos volúmenes en 1587 y 1588.



Fue en este libro donde expuso su modelo del universo,
que desde un punto de vista moderno parece un paso
atrás, porque es una especie de solución intermedia
entre el sistema de Ptolomeo y el de Copérnico. Sin
embargo, ciertos elementos del modelo de Tycho Brahe
abrían nuevas vías y dicho modelo merece más crédito
del que se le da habitualmente.





Sistema tychónico

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Según la idea de Tycho Brahe, la Tierra está fija en el centro del universo,
mientras el Sol, la Luma y las estrellas fijas describen órbitas alrededor de la
Tierra. El propio Sol se consideraba como el centro de las órbitas de los
cinco planetas, siendo las de Mercurio y Venus unas órbitas menores que
la del Sol alrededor de la Tierra. Marte, Júpiter y Saturno se desplazan
describiendo órbitas que están centradas en el Sol, pero que incluyen
tanto al Sol como a la Tierra dentro de dichas órbitas. Este sistema suprime
los epiciclos y los círculos deferentes, pero explica por qué el movimiento del
Sol estaba interrelacionado con los movimientos de los planetas. Además, al
desplazar el centro de las órbitas planetarias fuera de la Tierra, Tycho Brahe
rellenó la mayor parte del espacio que se extendía hasta la supuesta posición
de las estrellas fijas —que en el modelo de Tycho Brahe estaba a una distancia
equivalente a 14.000 veces el radio de la Tierra (por supuesto, no había
problema con el paralaje, porque en este modelo la Tierra no se mueve)—.

Pero la idea realmente importante y que se podría considerar moderna dentro
de todo esto es que Tycho no consideraba que las órbitas estuvieran asociadas
a nada físico, como unas esferas de cristal, sino que vio estas órbitas
meramente como unas relaciones geométricas que describían el movimiento
de los planetas. Aunque no lo expresó de esta manera, fue el primer
astrónomo que imaginó que los planetas flotaban en el espacio vacío sin
nada que los sujetase.
Sin embargo, en otros aspectos la teoría de Tycho Brahe era menos moderna.
No podía aceptar lo que llamaba el «absurdo físico», admitir que la Tierra se
movía, y estaba convencido de que, si la Tierra realizara un movimiento de
rotación sobre su eje, entonces una piedra que cayera de lo alto de una torre
se desviaría hacia un lado a cierta distancia de la torre, ya que la Tierra se
movería bajo la piedra mientras ésta iba cayendo. También es importante
constatar que en aquella época la oposición más virulenta al sistema
copernicano seguía llegando de las iglesias protestantes del norte de Europa,
mientras que la Iglesia Católica ignoraba ampliamente esta teoría

Mientras continuaban las observaciones rutinarias, la posición de Tycho Brahe
en Hveen se vio amenazada al producirse el fallecimiento de Federico II en
1588. Después de años de disputas con el nuevo emperador abandonó la isla
en abril de 1597 y pasó unos pocos meses en Copenhague antes de partir de
viaje, inicialmente a Rostock, acompañado por un séquito de unas veinte
personas (estudiantes, ayudantes, etc.) y llevándose sus instrumentos
portátiles más importantes y su prensa de imprimir, posterioremente Tycho
Brahe continuó viaje hacia Wandsbeck, cerca de Hamburgo, donde reanudó su
programa de observaciones (realmente los cielos estaban «en todos los
lugares encima de su cabeza»), mientras buscaba una nueva base permanente
para realizar su trabajo. Esta búsqueda acabó con una invitación del
emperador del Sacro Imperio Romano, Rodolfo II, un hombre mucho más
interesado en la ciencia y el arte que en la política. Tycho Brahe llegó a
Praga, la capital del Imperio, en junio de 1599, después de dejar a su familia
en Dresde. Tras una audiencia con el emperador, recibió el nombramiento de
matemático imperial, le fue asignada una buena renta y se le ofreció elegir
entre tres castillos para instalar su observatorio. Tycho Brahe eligió Benatky,

54
Se tardó mucho tiempo en trasladar los instrumentos a Benatky y el castillo
tuvo que ser adaptado para convertirlo en un observatorio adecuado.

No es de extrañar que Tycho Brahe, que pasaba ya de los cincuenta años, no
realizara observaciones importantes en este lugar durante el breve tiempo que
faltaba para su muerte. Sin embargo, antes de llegar a Praga, había iniciado
una correspondencia que le garantizaría el mejor uso posible para la obra que
había realizado durante su vida. De esto se encargaría el miembro más capaz
de la generación siguiente de astrónomos: Johannes Kepler.








Castillo de Benatkly




3.3.4.-Muerte de Ticho Brahe

El 13 de octubre de 1601, Brahe fue invitado a un banquete en la corte del
barón Rosenberg, su protector en Praga. En aquella época se consideraba de
mala educación levantarse de la mesa antes de que concluyera el ágape y
antes de que lo hiciera el anfitrión. Durante el banquete, Brahe consumió tal
cantidad de alcohol que su vejiga comenzó a apremiarle, pero por no pecar de
descortés aguantó más tiempo del que era aconsejable. Ello le provocó una
infección que no le permitía orinar con normalidad, pues solo podía hacerlo en
contadas ocasiones y en cantidades muy pequeñas. Tras 11 días de dolorosa
agonía, de forma repentina la vida del astrónomo llegó a su fin.

En sus últimos días de agonía, Tycho repetía una vez y otra "Non frustra
vixisse vidcor" (Que no haya vivido en vano).. Curiosamente, también se
descubrió que la nariz postiza de Tycho Brahe no era de oro y plata, sino de
latón.

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Nota: La mayoría de los escritos referidos a Kepler y Galileo están extraidos y
adaptados de la obra de John Gribbin: Historia de la ciencia, 1543-2001
y de los magníficos libros de Arthur Koestler:1) Kepler. Edit. Salvat 1988
2) Los Sonámbulos. Edit Salvat. 1988


3.4.- Johannes Kepler(1571-1630)



Johannes Kepler procedía de una familia que en otros tiempos había
pertenecido a la nobleza y tenía su propio escudo de armas. Kepler se crio en
el seno de una familia protestante luterana. Su abuelo había sido alcalde de su
ciudad natal, pero cuando nació Johannes, la familia se encontraba en
decadencia A la edad de tres años, contrajo viruela, lo que, entre otras
secuelas, debilitaría severamente su vista. Era un niño muy despierto y con
grandes dotes de cálculo. Tuvo, sin lugar a dudas, una infancia difícil y además
bastante solitaria (su único hermano, Christoph, era mucho más joven que él).
El interés de Kepler por la astronomía se despertó cuando éste era sólo un
niño ya que vió (en dos ocasiones diferentes) un brillante cometa (el mismo
que Tycho Brahe estudió en 1577) y un eclipse de Luna.

Sus padres le despertaron el interés por la astronomía. Con cinco años,
observó el cometa de 1577, comentando que su madre lo llevó a un lugar
alto para verlo. Su padre le mostró a la edad de nueve años el eclipse de
luna del 31 de enero de 1580, recordando que la Luna aparecía bastante
roja. Kepler estudió más tarde el fenómeno y lo explicó en una de sus
obras de óptica. Su padre partió de nuevo para la guerra en 1589,
desapareciendo para siempre.

Daba la impresión de que su futuro dentro de la Iglesia estaba ya claramente
perfilado cuando pasó un examen en 1584 y fue admitido en una escuela en
Adelberg a la edad de 12 años. El idioma de esta escuela, una vez más, era el
latín y Kepler llegó a poder utilizarlo con fluidez.

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Aunque en esta escuela se imponía una severa disciplina y Kepler era un joven
enfermizo que se encontraba a menudo indispuesto, demostró ser tan
prometedor académicamente, que pronto lo trasladaron a una escuela de nivel
más avanzado situada en Maulbronn y sus tutores le dieron la preparación
necesaria para entrar en la Universidad de Tubinga donde iba a completar
sus estudios de teología. Superó el examen de acceso a la universidad en
1588, pero posteriormente tuvo que realizar un último curso durante un año en
Maulbronn antes de poder ocupar su plaza en la universidad a la edad de 17
años. Aunque se estaba formando para llegar a ser sacerdote, entre las
materias que Kepler tuvo que estudiar durante los dos primeros años en
Tubinga estaban las matemáticas, la física y la astronomía, y en todas ellas fue
un alumno destacado. Tras adquirir la titulación correspondiente a este ciclo en
1591, comenzó sus estudios de teología con un informe en el que sus tutores
hacían constar que era un estudiante excepcional.
Entretanto, aprendió también algo que no figuraba en el programa oficial.
El catedrático de matemáticas de aquella universidad era Michael Maestlin,
explicó debidamente a sus alumnos en las clases oficiales el sistema de
Ptolomeo, aprobado por la Iglesia Reformada. Sin embargo, en privado,
Maestlin explicó también el sistema de Copérnico a un selecto grupo de
alumnos prometedores, entre los que se encontraba Kepler. Estas
explicaciones impresionaron profundamente al joven, que inmediatamente vio
el potencial y la sencillez que tenía el modelo del universo centrado en el Sol.

Las autoridades académicas de la Universidad de Tubinga recomendaron a
Kepler, al que sorprendió bastante que le ofrecieran la plaza precisamente
cuando estaba a punto de comenzar su actividad como pastor luterano.
Aunque tuvo ciertas dudas al principio, se dejó convencer de que él era el
mejor candidato para ocupar aquel puesto y aceptó con la condición de que, si
lo deseaba, podría regresar a la universidad al cabo de un par de años para
terminar su formación y convertirse en ministro de la Iglesia Luterana.
Aquel profesor de matemáticas de 22 años de edad llegó a Graz el 11 de abril
de 1594.

A pesar de su procedencia Kepler era un hombre pobre que no disponía de
recursos económicos procedentes de su familia —sus estudios universitarios
habían sido pagados mediante una beca y, para hacer el viaje a Graz, tuvo que
pedir dinero prestado—. Su situación no mejoró cuando los miembros de la

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dirección del seminario decidieron asignarle los tres cuartos del salario hasta
que demostrara su valía. Sin embargo, existía un trabajo mediante el cual
podía ganar algo de dinero y granjearse las simpatías de la alta sociedad de
Graz: confeccionar horóscopos. A lo largo de su vida, Kepler utilizó la
astrología como un medio para mejorar unos ingresos que siempre fueron
escasos. No obstante, era plenamente consciente de que aquel asunto era una
pura tontería y, mientras adquiría habilidades en el arte de hablar mediante
generalidades ambiguas y decir a cada persona lo que ésta deseaba oír, en su
correspondencia privada se refería a los clientes denominándolos «imbéciles»
y decía que la astrología era un asunto «tonto y vacío».



3.4.1.-Kepler construye un Modelo Geométrico del Universo

Kepler no fue un gran observador de los cielos debido a su mala vista y en
Graz no tenía acceso a datos resultantes de observaciones. En consecuencia,
no le quedaba más posibilidad que seguir mentalmente las huellas de los
avances realizados por los científicos de la Antigüedad, utilizando la razón pura
y la imaginación para encontrar una explicación de la naturaleza del cosmos. El
asunto que le tenía especialmente intrigado por aquel tiempo cual era la razón
por la que había seis, y sólo seis, planetas en el universo, aceptando que
Copérnico tuviera razón cuando decía que la Tierra en sí misma era también
un planeta. Después de darle vueltas a esta cuestión durante cierto tiempo,
Kepler tuvo la idea de que el número de planetas podía estar relacionado con
el número de figuras tridimensionales o sólidos regulares que se podían
construir utilizando la geometría euclídea.

Recordemos que los llamados sólidos platónicos son exactamente cinco: el
cubo, que tiene seis caras cuadradas idénticas, el tetraedro, formado por
cuatro caras triangulares iguales; el dodecaedro, formado por doce
pentágonos idénticos; el icosaedro, que es una figura más complicada, con
veinte caras que son triángulos idénticos; y el octaedro, formado por ocho
triángulos.

La brillante idea que se le ocurrió a Kepler fue encajar estas figuras,
imaginariamente, las unas dentro de las otras, de tal forma que en cada caso
los vértices de la figura interna tocaran la superficie de una esfera que rodeaba
el sólido, y que esta esfera, a su vez, tocara las caras internas de las
superficies de la siguiente figura que envolvía a esta esfera dentro del conjunto
de figuras anidadas. Teniendo en cuenta que se utilizaban cinco sólidos

58
euclídeos y una esfera dentro del sólido más interno, así como otra por fuera
del más externo, eran en total seis esferas —una por cada órbita planetaria—.
Situando el octaedro en el medio, rodeando al Sol e incluyendo en su interior
una esfera con la órbita de Mercurio, seguido de un icosaedro, un dodecaedro,
un tetraedro y un cubo, Kepler consiguió un espaciamiento entre las
distintas esferas que correspondía más o menos al espaciamiento entre
las órbitas que describen los planetas alrededor del Sol.


Kepler comparó las dimensiones de estas esferas planetarias, calculadas a
partir de los números dados por Copérnico, con las dimensiones que se
obtendrían si se tomara el sólido platónico apropiado para determinar el radio
exterior de la siguiente esfera a partir del radio interno “conocido” del planeta
superior.

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La coincidencia no pasaba de ser aproximada y se basaba en una creencia
mística según la cual los cielos debían estar gobernados por la geometría, en
vez de basarse en algo que pudiéramos llamar ciencia. Este modelo quedó
obsoleto en cuanto el propio Kepler demostró que las órbitas de los planetas
eran elípticas, es decir, como una circunferencia que, en vez de ser circular, es
alargada. De todas formas, hoy en día sabemos que hay más de seis planetas,
por lo que no tiene sentido una interpretación geométrica en estos términos.
Pero cuando se le ocurrió la idea a Kepler a finales de 1595, le pareció una
especie de revelación divina, lo cual es paradójico, ya que al adoptar el modelo
copernicano con el Sol en el centro del universo, la teoría de Kepler chocaba
con la doctrina luterana, a pesar de que él seguía siendo luterano.

Kepler pasó el invierno de 1595-1596 desarrollando su teoría con todo detalle y
mantuvo correspondencia al respecto con su antiguo maestro M. Maestlin. A
principios de 1596, se le concedió un permiso que le liberaba temporalmente
de su trabajo como profesor para ir a ver a sus abuelos enfermos y aprovechó
la oportunidad para visitar a Maestlin en Tubinga. Maestlin animó a Kepler a
desarrollar sus teorías en un libro y supervisó la impresión de esta obra, que se
publicó en 1597, poco después de que Kepler volviera a retomar sus funciones
en Graz (más bien tarde, pero entre nubes de gloria por ser autor de un modelo
que era ampliamente discutido en aquel momento). El libro se conoce con el
título Mysterium Cosmographicum (El misterio del cosmos) y contiene una
teoría que, en una visión retrospectiva, es aún más importante que el modelo
de los sólidos geométricos encajados que se describe en él. Kepler recogía la
afirmación de Copérnico según la cual los planetas se mueven en sus órbitas
más lentamente cuanto más lejos se encuentran del Sol y sugirió que se
mantenían en movimiento en dichas órbitas por efecto de una fuerza (él la
llamó «vigor») procedente del Sol que los impulsaba en su trayectoria. Afirmó
que ese «vigor» era menos vigoroso (por decirlo así) cuanto mayor fuera la
distancia al Sol, por lo que haría que los planetas más distantes se movieran
más lentamente.
Kepler : «mi propósito... es demostrar que la máquina del universo no es como
un ser animado por la Divinidad, sino como un reloj».


El Mysterium Cosmographicum. (1596).

Kepler envió copias de su libro a los pensadores
más eminentes de su tiempo, entre los cuales cabe
mencionar a Galileo (que no se molestó en enviar
comentario alguno como respuesta, pero mencionó
el nuevo modelo en sus clases magistrales) y al
más importante de todos, Tycho Brahe, que en
aquel momento se encontraba residiendo en
Alemania. Tycho Brahe contestó a Kepler con una
crítica detallada de su obra y quedó impresionado
por las habilidades matemáticas del autor del libro,
aunque la idea de un universo centrado en el Sol
era todavía anatema para él. De hecho, Tycho
Brahe estaba tan impresionado que le planteó a
Kepler la posibilidad de que éste se uniera al
equipo de ayudantes que trabajaban con el
anciano,

60





En abril de 1597, Kepler contrajo matrimonio con Barbara Müller, una joven
viuda que era hija de un rico comerciante. Aunque su necesidad de seguridad
económica pudo haber sido un factor que le impulsara al matrimonio, todo
funcionó bien al principio, ya que Kepler cobraba el salario completo y
disfrutaba de una vida hogareña feliz. Sin embargo, dos hijos de la pareja
murieron siendo todavía pequeños, aunque posteriormente tuvieron otros tres
que sobrevivieron. La familia de Barbara, pensando que se había casado por
debajo de su posición social, retuvo un dinero al que ella tenía derecho y, en
consecuencia, se puso de manifiesto que vivir con Kepler contando únicamente
con el sueldo de profesor (aunque fuera completo) era mucho más duro que
vivir como la hija de un comerciante próspero.

61
Kepler estuvo casado dos veces. Contrajo el primer matrimonio, de conveniencia,
el 27 de abril de 1597 con Barbara Müller. En 1612 murió su esposa Barbara
Müller, al igual que dos de los cinco niños —de edades de apenas uno y dos
meses— que habían tenido juntos. Este matrimonio de conveniencia, organizado
por sus allegados, lo unió a una mujer «grasa y simple de espíritu», con carácter
execrable. Otro de los hijos murió a la edad de siete años. Solo su hija Susanne y
su hijo Ludwig sobrevivieron. Al año siguiente, se casó en Linz con Susanne
Reuttinger, con la que tuvo siete niños, de los que tres fallecerían muy temprano.


Hubo otro problema que surgió debido a las ansias de Kepler por consolidar su
recién adquirida reputación, asociándose con otros matemáticos y discutiendo
sus teorías con ellos. Escribió una carta al matemático imperial, Reimarus
Ursus(1555-1600), para pedirle su opinión sobre la obra que él mismo había
realizado y lo alabó con adulaciones diciendo que Ursus era el matemático más
grande de todos los tiempos.

R. Ursus se convirtió en un rival acérrimo de Tycho Brahe (su sucesor
como matemático imperial) después de que reclamó el sistema tychónico
como propio. Tycho denunció que Ursus había plagiado tanto su sistema
del mundo, como el modelo matemático de la prostaféresis. Los
historiadores se han puesto del lado de Ursus en el segundo asunto,
concluyendo que esta técnica fue invención de Paul Wittich y de Joost
Bürgi. En 1588 reclamó haber ideado un modelo del sistema solar en el
que los planetas giraban alrededor del Sol, mientras que la Tierra solo
giraba alrededor de su eje. En esto difería del modelo de Copérnico, que
había postulado que la Tierra también orbitaba alrededor del Sol. Ursus
objetó al modelo copernicano que violaba el principio aristotélico de no
permitir más de un movimiento natural por cada cuerpo.


Ursus no se molestó en responder a la carta de Kepler, aunque sacó de
contexto las alabanzas de Kepler y las publicó como una especie de aval de
una parte de su propia obra en la que, por cierto, criticaba las teorías de Tycho
Brahe. Fue necesaria una larga correspondencia llena de tacto para que Kepler
consiguiera finalmente aplacar a Tycho, que se sentía lógicamente ofendido, y
restablecer unas relaciones amistosas con este gran astrónomo. Kepler
anhelaba cada vez más que Tycho Brahe le diera una oportunidad de acceder
a su ya legendaria abundancia de datos derivados de múltiples y detalladas
observaciones, para poder comprobar sus teorías sobre las órbitas planetarias
utilizando aquellas cifras exactas relativas al movimiento de los planetas.

Mientras sucedía todo esto, la situación política se iba deteriorando en Estiria.
En diciembre de 1596, el archiduque Fernando, que era un católico piadoso,
se hizo con el gobierno de este pequeño Estado. Al principio, actuó de manera
cautelosa para reformar (o contrarreformar) este Estado de manera que fuera
más de su agrado, pero, después de unos pocos meses, la comunidad
protestante, indignada porque los cambios en los impuestos favorecían a los
católicos a sus expensas y por otras «reformas», presentó una lista oficial de
quejas relativas al trato de que estaban siendo objeto con el nuevo régimen.
Fue un gran error —y probablemente la respuesta que el archiduque Fernando
había intentado provocar con el fin de poder presentar a los protestantes como
unos alborotadores ingobernables—. Después de una visita que realizó a Italia

62
durante la primavera de 1598, donde tuvo una audiencia con el Papa y visitó
los santos lugares, el archiduque Fernando regresó decidido a barrer de Estiria
(Está en el sureste del país compartiendo frontera con Eslovenia y algunos estados
federados austriacos) la influencia protestante. En septiembre, se hizo público un
edicto en el que se conminaba a todos los maestros y teólogos protestantes a
abandonar el Estado en un plazo de dos semanas o a convertirse al
catolicismo. No había más remedio que obedecer y Kepler fue uno de los
muchos luteranos expulsados que se refugiaron en los estados vecinos —
aunque la mayoría partieron dejando allí a sus esposas y sus familias con la
esperanza de que pronto se les permitiría regresar—. Sin embargo, entre todos
los que formaban el contingente de refugiados expulsados de Graz, Kepler fue
el único al que se permitió volver en el plazo de un mes, por razones que no
están del todo claras, pero que pueden tener que ver en gran medida con su
creciente prestigio como matemático. Después de todo, además de enseñante,
Kepler era el matemático del distrito, un cargo que llevaba implícita la condición
de residir en Graz (aunque el archiduque hubiera podido sencillamente
destituirlo y nombrar a otro como matemático del distrito). No obstante, las
severas condiciones bajo las cuales tuvo que vivir Kepler a partir de aquel
momento quedan reflejadas en el hecho de cuando su hija falleció y él eludió
celebrar los funerales religiosos, no se le permitió enterrar a la niña hasta
después de haber pagado una multa por esta omisión.
En enero del año 1600 llegó una oferta que iba a transformar la vida de Kepler.
Un noble de Estiria llamado el barón Hoffman, que estaba impresionado por la
obra de Kepler y le apreciaba como matemático, era a la sazón consejero del
emperador Rodolfo II y había conocido a Tycho Brahe. Como consecuencia
de estas circunstancias, tuvo lugar en el castillo de Benatky el 4 de febrero de
1600 el primer encuentro entre Johannes Kepler y Tycho Brahe, los dos
hombres que con posterioridad establecerían conjuntamente los cimientos de
la astronomía científica. Tycho Brahe tenía entonces 53 años de edad y Kepler
sólo 28. Tycho tenía el mayor conjunto de datos astronómicos precisos que se
había reunido hasta entonces, pero estaba cansado y necesitaba ayuda para
analizar todo este material. Kepler no
tenía más que habilidad matemática
y un deseo ardiente de desvelar los
misterios del universo. Esta alianza
podría parecer ideal, pero aún
existían obstáculos que fue
necesario superar antes de que
Kepler lograra los avances que le
convertirían en una figura clave de la
historia de la ciencia.



Aunque en aquel momento la
intención de Kepler había sido
realizar una breve visita a Tycho
Brahe (había dejado a su esposa y a
su hijastra en Graz y no había
presentado su renuncia al cargo que

63
tenía allí), esta visita se convirtió en una larga estancia. Este Kepler
empobrecido necesitaba desesperadamente un puesto oficial con su
correspondiente retribución para poder trabajar con Tycho Brahe, y necesitaba
con igual desesperación acceder a aquellos datos, que Tycho Brahe le
suministraba sólo en pequeñas dosis, ya que tomaba sus precauciones a la
hora de dar vía libre para que una persona relativamente extraña dispusiera de
la obra de toda su vida. El extenso séquito que rodeaba a Tycho y las obras de
construcción que se estaban realizando en el castillo para convertirlo en un
observatorio hicieron que a Kepler le fuera difícil ponerse a trabajar.

3.4.2.- El Problema de la órbita de Marte.

Además, Kepler ofendió sin darse cuenta a uno de los principales ayudantes de
Tycho Brahe. Este ayudante había estado intentando resolver el problema de
calcular la órbita de Marte y Kepler se ofreció para hacerse cargo de la tarea
(una oferta que fue interpretada como un gesto arrogante por parte de Kepler,
al entender que éste se colocaba a sí mismo en un plano superior como
matemático).

El problema de Marte :
Hasta Copémico inclusive, toda la astronomía se había basado en dos principios
que se consideraban indiscutibles: los únicos movimientos admisibles en los cielos
debían ser circulares, y además estrictamente uniformes. De ahí que se
multiplicaran las excéntricas y los epiciclos. Bien es verdad que la introducción del
ecuante vulneraba la segunda condición, pues el movimiento resultaba uniforme
respecto a este punto y no respecto al centro del círculo deferente.
En las indagaciones de Kepler sobre la órbita de Marte (lo que él llamó la guerra
contra Marte), abandonó el principio de uniformidad de los movimientos, y se vio
finalmente obligado a abandonar también el de circularidad.
Hasta Kepler, la astronomía había sido exclusivamente cinemática. No importaba
la naturaleza de los puntos de luz que se veían en el firmamento: se trataba sólo
de predecir sus movimientos. Kepler, sin embargo, otorgaba al Sol un especial
protagonismo como fuente del movimiento cósmico. Por ello los planetas (incluida
la Tierra) debían moverse más rápidamente cuanto más próximos estuviesen al
Sol y, dentro de su órbita, más en el afelio que en el perihelio. Rechazaba asi por
razones de índole física la supuesta uniformidad de los movimientos planetarios.
Estas ideas le llevaron a modificar en dos puntos la teoría de Copémico. En
primer lugar, éste había situado el centro del sistema, no en el Sol, sino en el
centro del deferente de la Tierra, posición que correspondería a la de un ficticio
«Sol medio» que visto desde nuestro planeta, tuviese un movimiento desprovisto
de irregularidades. De modo que el sistema copemicano. en contra de lo que
vulgarmente se cree, no era heliocéntrico, sino heliostático. Kepler lo
convertiría en heliocéntrico, estableciendo además que los planos de las órbitas
de los planetas, que hasta el momento se consideraban variables bebían
intersecarse, no en el centro de la órbita terrestre, sino en el mismo Sol. En tal
caso su inclinación se mostraba constante (la de Marte, en concreto, resultaba de
l.° 50’). La segunda modificación de Kepler se refería a la órbita de la Tierra.
Para describirla. Copémico había utilizado sólo una excéntrica mientras que en el
caso de los demás planetas, había añadido un epiciclo para dar cuenta de la
variación de la velocidad en sus órbitas. De modo que la Tierra se encontraba en
un caso especial de movimiento uniforme. Considerándola un planeta más
sometido a la influencia solar, Kepler usará un ecuante para introducir una
diferencia de velocidad entre el afelio y el perihelio. Con esta nueva disposición
encontró que podía dar cuenta igualmente bien del movimiento de nuestro planeta.
Ahora bien, para estudiar el caso de Marte, Kepler debía utilizar un con- junto de
observaciones realizadas desde la Tierra. En un sistema heliocéntrico, estas
mediciones debían necesariamente trasladarse al Sol como referencia, y para ello

64
debían conocerse bien todas las características del movimiento terrestre, incluida
la distancia al Sol en cada momento. Toda la investigación de Kepler sobre la
órbita marciana fue final y prolijamente recogida, punto por punto, en su
Astronomía nova, publicada en 1609. El trabajo había finalizado en 1605 y Kepler
había invertido en él cinco años.


3.4.3.- Kepler en Praga y las tablas rudolfinas

Al darse cuenta de que Tycho Brahe nunca le
permitiría llevarse una copia de sus datos para
poder trabajar con ella en casa, y de que el
único modo de conseguir resolver el enigma era
quedarse allí durante un año o más, Kepler (que
también era muy consciente de que no había
nadie que le superase en capacidad
matemática) hizo una lista de todo lo que pedía
a cambio de quedarse en el castillo. Dio la lista a
un amigo, pidiéndole que mediara con Tycho
Brahe, pero Tycho se hizo cargo personalmente
de dicha lista y se mostró ofendido por lo que
consideraba unas exigencias excesivas por
parte de Kepler, aunque de hecho ya había
estado negociando con el emperador Rodolfo para conseguirle a Kepler un
cargo oficial. Finalmente, las cosas se arreglaron, y la concordia llegó a tal
punto que Tycho se ofreció a pagar los gastos del traslado de Kepler desde
Graz y le garantizó que el emperador pronto le concedería un cargo
remunerado.
En junio de 1600, Kepler regresó a Graz para arreglar sus asuntos allí — en
realidad, sólo para verse confrontado con un ultimátum de los gobernantes de
la ciudad, que, irritados por sus largas ausencias, querían enviarle a Italia para
que estudiara con el fin de obtener un título de médico, de tal forma que
pudiera ser más útil a la comunidad—. Antes de que Kepler tuviera tiempo de
decidirse en algún sentido, el deterioro de la situación en lo relativo a la
cuestión religiosa le hizo ver claro cuál había de ser su decisión. En el verano
de 1600, se exigió a todos los ciudadanos de Graz que no eran todavía
católicos que cambiaran de religión inmediatamente. Kepler fue uno de los
sesenta y un ciudadanos prominentes que se negaron a hacerlo, por lo que el 2
de agosto fue cesado en sus cargos, al igual que los sesenta restantes, y le
dieron seis semanas y tres días para marcharse del Estado, confiscándole
prácticamente todas las pequeñas propiedades que poseía. Kepler escribió a
los dos únicos buenos contactos que tenía, Michael Maestlin y Tycho Brahe,
pidiéndoles ayuda. La respuesta de Tycho Brahe llegó casi a vuelta de correo,
asegurándole que las negociaciones con el emperador marchaban bien y
urgiéndole a que se pusiera inmediatamente en camino hacia Praga, con su
familia y con los bienes que le permitieran llevarse.
La familia llegó a la hedionda e insalubre ciudad de Praga a mediados de
octubre y se alojó en casa del barón Hoffman, pasando allí un invierno
durante el cual Johannes y Barbara estuvieron gravemente enfermos con
fiebres, mientras su limitada reserva de dinero disminuía rápidamente. Sin
haber recibido todavía ningún nombramiento del emperador, en febrero de

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1601 los Kepler se mudaron con la familia de Tycho Brahe a una nueva
residencia que el emperador Rodolfo había proporcionado al astrónomo. Sus
relaciones siguieron siendo difíciles —Kepler estaba a disgusto por tener que
depender de Tycho Brahe y éste se sentía disgustado por lo que consideraba
ingratitud por parte de Kepler—. Sin embargo, por fin Kepler fue presentado
formalmente al emperador, que le nombró ayudante oficial (¡y remunerado!) de
Tycho Brahe, con el cometido de recopilar una nueva serie de tablas de
posiciones planetarias, que se llamarían Tablas Rudolfinas, en honor del
emperador.

Las Tablas rudolfinas o rodolfinas (su título original en latín es Tabulae
Rudolphinae) son una publicación de Johannes Kepler de 1627, consistente en
un catálogo estelar y unas tablas planetarias, usando los datos recabados por
Tycho Brahe en sus observaciones. Kepler las llamó Rudolfinas en homenaje al
emperador Rodolfo II, bajo cuyo mecenazgo habían trabajado los dos.





Por fin había quedado regularizada la posición de
Kepler, aunque Tycho Brahe continuó
suministrándole sus datos “ gota a gota”, sólo
cuando consideraba que Kepler los necesitaba, sin
permitirle nunca el libre acceso a toda aquella
información. Difícilmente se puede hablar de una
relación estrecha y amistosa. Pero, al cabo de
poco tiempo, el 13 de octubre, Tycho Brahe cayó
enfermo. Después de diez días al borde de la
muerte, delirando frecuentemente y de tal forma
que se le oyó gritar en más de una ocasión que
tenía la esperanza de que no pareciera que había
vivido en vano, su mente se volvió lúcida de
repente la mañana del 24 de octubre. Mientras su hijo menor y sus discípulos,
así como un noble sueco que había llegado de visita y estaba al servicio del rey
de Polonia, se reunían todos ellos alrededor de lo que evidentemente iba a ser
su lecho de muerte, Tycho Brahe encomendó a Kepler la tarea de terminar las
Tablas Rudolfinas y le designó como responsable de preservar el enorme
tesoro de datos relativos a los planetas —aunque también le urgió a que
utilizara estos datos para demostrar que el modelo del mundo que él
había construido era el verdadero, y no el de Copérnico.

Nota: además de las tablas rudolfinas eran conocidas y muy utilizadas en su tiempo ( y en
tiempos anteriores) las llamadas tablas toledanas, las tablas alfonsíes, las tablas de
Pedro el Ceremonioso y las tablas prusianas, además de otras utilizadas en el mundo árabe
como las tablas sultanianas y las tablas iljaníes

• Las Tablas toledanas son unas tablas astronómicas elaboradas en Toledo en 1069 a
petición de Al-Mamún, rey de Toledo. Fueron realizadas por un grupo de astrónomos
dirigidos por el andalusí Azarquiel
• Las Tablas alfonsíes es un libro medieval que contiene unas tablas astronómicas
realizadas por iniciativa de Alfonso X el Sabio, que muestran las observaciones
efectuadas en el firmamento en Toledo desde el 1 de enero de 1263 hasta 1272, y que

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consignan el movimiento de los respectivos cuerpos celestes sobre la eclíptica,
posiciones exactas y precisas.
• Las Tablas de Pedro el Ceremonioso son unas tablas astronómicas encargadas por
Pedro el Ceremonioso que encargó (1360-1380) a Jacob Corsino. Las tablas fueron
totalmente calculadas en Barcelona por los más sabios de Aragón, Cataluña,
Montepelusano y Marsella, siendo las primeras tablas no traducidas de las de Al-
Juarismi, Al-Farghani o Al-Battani
• Tablas prusianas, eran unas tablas astronómicas que el astrónomo Erasmo Reinhold
publicó en 1551. Reciben su nombre por el patronazgo de Alberto I, duque de Prusia.
Reinhold calculó este conjunto de tablas astronómicas basándose en el trabajo de
Nicolás Copérnico De revolutionibus orbium coelestium, obra culmen del
heliocentrismo copernicano publicada en 1543. Reinhold pretendía reemplazar las
Tablas alfonsíes; de forma que las articuló para que los astrónomos familiarizados con
los antiguos almanaques pudieran operar de forma análoga.



En aquel momento, próximo a la muerte, la mente de Tycho Brahe funcionaba
realmente con lucidez, ya que se dio cuenta de que, a pesar de todos los
desacuerdos mutuos, Kepler era como matemático el más capaz de todos
los que trabajaban con él, siendo por lo tanto la persona que con mayor
probabilidad iba a hacer un uso óptimo de los datos, y así iba a garantizar
que su vida no había sido en vano. Tycho Brahe murió poco después de
haber confiado el legado de la obra de su vida al asombrado joven que sólo
unas semanas antes no había sido más que un pobre refugiado sin un céntimo.

El asombro de Kepler debió de ser aún mayor cuando, un par de semanas más
tarde, fue nombrado sucesor de Tycho Brahe como matemático imperial de la
Corte de Rodolfo II, lo cual implicaba que sería el único responsable de todos
los instrumentos de Tycho y también de su obra no publicada. Esta nueva
situación.

Mapa del mundo, de Tabulae Rudolphine

67

contrastaba radicalmente con la primera parte de su vida transcurrida en
Alemania. Aunque las cosas tampoco serían fáciles durante los años siguientes
y a menudo tendría problemas para cobrar completo el salario que le había
acordado el emperador, al menos Kepler podría a largo plazo abordar la tarea
de resolver el enigma del movimiento de los planetas.

Durante los años que Kepler pasó en Praga, su trabajo se vería obstaculizado
por muchos factores. Sufrió continuas dificultades financieras; hubo
interferencias de los herederos de Tycho Brahe, que estaban ansiosos por ver
impresas las Tablas Rudolfinas y otras publicaciones póstumas de Tycho
Brahe (sobre todo por la esperanza de conseguir dinero gracias a los libros) y
también se sentían preocupados por la posibilidad de que Kepler distorsionara
(desde el punto de vista de estos herederos) los datos de Tycho para dar
credibilidad a las teorías copernicanas; y además estaban las funciones que
tenía que desempeñar como matemático imperial (lo cual significaba ser el
astrólogo imperial), que le hacían perder gran parte de su tiempo en lo que
para él era la necia tarea de aconsejar al emperador Rodolfo sobre el
significado de los prodigios cósmicos en relación con las perspectivas de
guerra con los turcos, las malas cosechas, el desarrollo de los conflictos
religiosos, etc. A esto hay que añadir que los cálculos eran en sí mismos
laboriosos y era preciso revisarlos una y otra vez para detectar y corregir
errores aritméticos —las páginas de cálculos interminables que se han
conservado están llenas todas ellas de cálculos aritméticos relativos a las
órbitas de los planetas, una tarea que resulta casi inimaginable en esta época
de calculadoras de bolsillo y ordenadores portátiles.



3.4.4 .- Nuevas ideas sobre el movimiento de los Planetas: Primera y
Segunda Ley de Kepler e investigaciones sobre óptica

No es sorprendente que llevara años resolver el enigma de la órbita de Marte,
dado que Kepler tuvo que ir alejándose paso a paso de la idea de órbita
circular perfecta centrada en el Sol. En primer lugar intentó la posibilidad de
una órbita descentrada, aunque seguía siendo circular, de tal modo que Marte
se encontraba en una mitad de su órbita más cerca del Sol que en la otra mitad
—esto encajaba hasta cierto punto con el descubrimiento de que Marte se
movía más rápido en una mitad de su órbita (la que estaba más cerca del
Sol)—. En un momento dado. Kepler hizo algo que actualmente puede
parecemos obvio, pero que entonces tuvo una importancia enorme: realizó
algunos de sus cálculos desde la perspectiva de un observador situado en
Marte y que contempla desde allí la órbita de la Tierra —un enorme salto
conceptual que hace presagiar la idea de que todo movimiento es relativo—.
En 1602 cuando aún estaba trabajando con su idea de una órbita circular
«excéntrica», Kepler descubrió lo que actualmente se conoce como su
segunda ley: una línea imaginaria (radio vector) que une el Sol con un
planeta que se mueve en su órbita alrededor de él barre áreas iguales en
tiempos iguales.

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Es un modo preciso de expresar que un planeta se mueve más rápido cuando
está más cerca del Sol, ya que el radio vector más corto ha de barrer un
ángulo mayor para cubrir la misma área que barre un radio vector más largo
cuando se mueve recorriendo un ángulo menor. Fue justo después de este
descubrimiento cuando Kepler se dio cuenta (tras intentar otras
posibilidades) de que la forma de las órbitas era en realidad elíptica, y en
1605, cuando otro trabajo le distrajo de esta tarea, descubrió lo que
actualmente conocemos como primera ley de Kepler, según la cual cada
planeta se mueve con su propia órbita elíptica alrededor del Sol, estando
éste situado en uno de los dos focos de la elipse (el mismo foco para cada una
de las trayectorias).




Con estas dos leyes, Kepler había descartado la necesidad de los
epiciclos, los ecuantes y todo el complicado bagaje de los modelos
anteriores del universo, incluida su propia teoría mística de los sólidos
geométricos encajados (aunque él nunca aceptó esto del todo).
A pesar de la difusión que alcanzaron las noticias relativas a los
descubrimientos de Kepler, la exposición completa de sus teorías no apareció
impresa hasta que se publicó el libro titulado Astronomía Nova en 1609 —la
publicación se retrasó por problemas con la imprenta y falta de medios de
financiación—.

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Sin embargo, aunque podríamos imaginamos exactamente
lo contrario, ni siquiera la publicación del libro produjo la
aclamación inmediata por parte de sus contemporáneos. A
nadie le gustaba la idea de que las órbitas fueran
elípticas (muchos aún no habían aceptado que la Tierra no
estuviera en el centro del universo), y sólo un matemático
experimentado habría podido apreciar que el modelo de
Kepler no era meramente un fruto más del pensamiento
místico (como sus sólidos geométricos encajados, o como el
modelo de Tycho Brahe), sino que estaba basado
coherentemente en hechos comprobados mediante la
observación. En realidad, no resulta sorprendente el hecho
de que Kepler no lograra alcanzar el nivel que merecía a los ojos de los
historiadores hasta que un matemático como Isaac Newton utilizó sus leyes en
combinación con su propia teoría de la gravedad para explicar cómo se movían
los planetas en órbitas elípticas.


En 1604 publicó también un libro sobre óptica, analizando el modo en que
el ojo funciona mediante la refracción de los rayos luminosos que entran en la
pupila para enfocarlos hacia la retina, de tal modo que todos los rayos
procedentes de un punto concreto de un objeto iluminado se concentran en un
punto único sobre la retina.






Luego utilizó esta teoría para explicar que algunas personas tenían una mala
capacidad visual (un tema que ciertamente le tocaba de cerca) debida a que
las imperfecciones del ojo hacían que los rayos se centraran en un punto
situado delante o detrás de la retina, y a continuación explicó cómo
funcionaban las lentes para corregir estos defectos, algo que hasta entonces
nadie había comprendido, aunque las lentes se habían estado utilizando desde
hacía más de 300 años de forma empírica.

70

Años más tarde acusaron a su madre de hacer rituales de bruja. No era una
situación que Kepler pudiera ignorar, por lo que durante los años siguientes
realizó repetidos viajes a Leonberg y, durante todo el tiempo en que su madre
estuvo amenazada por la posibilidad de un juicio, no cesó de presentar
peticiones a las autoridades en nombre de ella. En agosto de 1620, la anciana
fue finalmente arrestada e ingresó en prisión. Posteriormente, durante el mismo
año, fue juzgada, pero los jueces consideraron que las pruebas eran
insuficientes para condenarla, aunque bastaban para suscitar dudas. Estuvo en
prisión hasta que en octubre de 1621 se consideró que ya había sufrido
bastante y fue puesta en libertad. Murió seis meses más tarde.

3.4.4.-La tercera Ley De Kepler





A la vista de estos problemas personales y
de lo problemática que fue toda su vida
privada, resulta paradójico que una de las
últimas grandes obras de Kepler se titule
Harmonice Mundi (La armonía del mundo),
aunque, por supuesto, este título se refiere
al mundo de los planetas, y no
exclusivamente al problemático planeta
Tierra. Es en este libro (que en su mayor
parte tiene un tono místico y es una obra de
escasa importancia científica) donde explica
cómo se le ocurrió, el 8 de marzo de 1618,
la idea que ha llegado a denominarse
tercera ley de Kepler y cómo la dejó
completamente perfilada posteriormente
durante aquel mismo año. Esta ley relaciona
el tiempo que tarda un planeta en dar una
vuelta completa alrededor del Sol (su
período o año) con su distancia a dicho
astro, y lo hace de una forma muy precisa,
cuantificando el modelo general que había
descubierto Copérnico. La ley dice que los
cuadrados de los períodos de dos planetas cualesquiera son proporcionales a
los cubos de sus distancias medias al Sol. Por ejemplo, la distancia (utilizando
mediciones modernas) de Marte al Sol es 1,52 veces la distancia de la Tierra al
Sol, y 1,523 es igual a 3,51. Por otra parte, la duración del «año» en Marte es
1,88 veces la duración del año en la Tierra, siendo 1,882 igual a 3,53 (los
números no coinciden totalmente porque los he redondeado con dos cifras
decimales).

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“Los cuadrados de los periodos P de revolución son
proporcionales a los cubos de los semiejes mayores a de la
elipse” Tercera ley de Kepler” ( Tercera ley de Kepler)




Las Leyes de Kepler son descriptivas, por lo que no explican la base física del
movimiento celestial. Esa tarea la resolvió el gran Isaac Newton.


Harmonice Mundi se publicó en 1619, cuando la guerra de los Treinta Años
estaba en pleno apogeo. Debido a las dificultades ocasionadas por la guerra y
al juicio por brujería en que se vio involucrada su madre, la otra gran obra que
Kepler publicó por esta época, su Epítome de la astronomía copernicana, se
editó en tres volúmenes que aparecieron en 1618, 1620 y 1621. Al mismo
tiempo que defendía audazmente el universo centrado en el Sol tal como lo
había descrito Copérnico, este libro, por ser más accesible, llevó las teorías de
Kepler a un público lector más amplio y, en cierto modo, puso el colofón a sus
grandes contribuciones a la astronomía. Sin embargo, había un cometido muy
importante que todavía quedaba pendiente de realización.



En gran medida gracias a la
invención de los logaritmos, de
la que fue autor John Napier
(1550-1617) en Inglaterra, que
se había publicado
recientemente y fue de gran
utilidad para facilitarle a Kepler
los pesados cálculos
aritméticos, pudieron
publicarse finalmente en 1627
las Tablas Rudolfinas (una
publicación que se vio
retrasada una y otra vez por la
guerra, los disturbios e incluso

72
el asedio de la ciudad de Linz), quedando así totalmente cumplidas las
obligaciones de Kepler con el Sacro Imperio Romano. Estas tablas hicieron
posible el cálculo de las posiciones de los planetas con una precisión
treinta veces mayor que la de las tablas que había confeccionado
Copérnico y fueron las que se utilizaron habitualmente durante
generaciones.



Su valor se puso de manifiesto en 1631 cuando el
astrónomo francés Pierre Gassendi observó un tránsito
de Mercurio (el momento en que Mercurio pasa por
delante del Sol) que Kepler había predicho utilizando las
nuevas tablas. Esta fue la primera vez que se observó un
tránsito de Mercurio.


3.4.5.-La música del cosmos

La búsqueda del arquetipo geométrico del cosmos por parte de Kepler se
extendía más allá del dominio de la astronomía: prentendía encontrar el
esquema de la totalidad de la creación. En su Harmonice Mundi, finalizado en
1618 y publicado al año siguiente, retomaba el esquema de su Misterium
cosmographicum y trataba la idea de la existencia de una armonía matemá-
tica universal que se extendía desde la geometría a la música y de ésta a la
astrología y a la astronomía.
Esta armonía consistía para Kepler en ciertas proporciones. Los pitagóricos las
habían establecido aritméticamente, a partir de las divisiones de una cuerda
vibrante, para la teoría musical. Kepler piensa que su origen no es
aritmético, sino geométrico, y trata de deducirlas a partir de las divisiones
engendradas en una circunferencia en la que se inscriben los distintos
polígonos regulares.
La parte astronómica de la obra, el Libro V, muestra cómo las armonías y
consonancias musicales se extienden a los orbes planetarios. Kepler intentó
encontrar estas proporciones armónicas en la sucesión de tamaños de los
planetas, en sus períodos, en sus velocidades extremas, en las variaciones de
su velocidad,... Las cifras no fueron significativas hasta que adoptó al Sol como
punto de referencia de los movimientos y constató que las velocidades
angulares (los arcos recorridos en la unidad de tiempo) de cada planeta en el
afelio y en el perihelio guardaban una proporción de este tipo. Esto resultaba
cumplirse no sólo para cada planeta, sino también para cada par de planetas.
Tomando las proporciones de las sucesivas velocidades de todos los planetas
como intervalos musicales, aparece una composición musical a seis voces.

Siendo un luterano «poco ortodoxo», Johannes Kepler tenía un profundo
amor por Jesucristo y la inspiración y autoridad de las Escrituras.
Frecuentemente se lo cita diciendo: «Oh Dios, estoy pensando en tus
pensamientos después de ti». Fuertes convicciones teológicas lo
impulsaron a encontrar una conexión entre lo físico y lo espiritual, y sus
descubrimientos científicos lo llevaron a creer que había descubierto el
plan geométrico de Dios para el universo. Johannes Kepler opinaba que el

73
universo mismo era una imagen de Dios, con el sol correspondiente al
Padre, la esfera estelar del Hijo y el espacio intermedio para el Espíritu
Santo.


3.4.6.-Kepler, su madre , la brujería y la ciencia-ficción

El sistema heliocéntrico de Copérnico inspiró a Johannes Kepler el que ha
sido considerado como el primer libro de ciencia ficción de la historia. Kepler
trabajó en la redacción de esta obra desde sus tiempos de estudiante en la
Universidad de Tubinga, aunque ésta no se publicaría hasta cuatro años
después de su muerte, en 1634. El joven Kepler imaginó el siguiente problema
mental: ¿Cómo observarían el movimiento de los demás astros los habitantes
de la Luna?.
Desde el punto de vista copernicano, estaba claro que estos también verían la
bóveda celeste moverse en torno a su planeta (a su satélite, en este caso), por
lo que también podrían pensar que están en el centro del cosmos. La mejor
prueba de que la Tierra no estaba inmóvil, por tanto, sería viajar a la Luna -si
acaso con la imaginación- y contemplar desde allí cómo da vueltas nuestro
planeta.
Kepler propuso a sus profesores que le permitieran presentar una disertación
sobre esta idea, pero fue rechazada. Aun así, o quizá debido a ello, seguiría
dándole vueltas durante toda su vida.
Imaginó un mundo lunar plagado de selenitas, en cuya existencia creía
realmente, al igual que pensaba que el mejor argumento a favor de su modelo
heliocéntrico se encontraba, precisamente, en ponerse en la piel de estos
presuntos extraterrestres. Para demostrarlo, Kepler viajó hasta la Luna en un
singular delirio científico, cuyo resultado es el libro póstumo titulado Somnium
(El sueño).

En la obra, el autor sueña con el joven Duracotus, de la isla de Thule
(Islandia). El padre de Duracotus era un pescador que vivió 150
años, pero su hijo no se acuerda ya de él. Su madre, Fiolxhilda,
recoge hierbas, las hierve, las mete en bolsas de piel de cabra y las
vende en el puerto a los marinos, asegurándoles que tienen poderes
curativos y los protegerán durante sus largos viajes. Así se
mantienen ella y su hijo. Un día, mientras Fioxhilda está vendiendo
unas hierbas al capitán de un barco, Duracotus las derrama por el
suelo. La madre, enfurecida, vende al chico al capitán para
compensar su torpeza.
Cuando regresa a su hogar, Duracotus encuentra a su madre
apenada por haberlo dejado marchar en un impulso y descubre que
ella también conoce los secretos de los astros, pero por motivos bien
distintos: a ella se los revela un espíritu lunar al que llama Demonio
de Lavania.

Con la ayuda de este ser, explica Fiolxhilda, es posible viajar a la
Luna Duracotus emprende entonces junto a su madre este
irrepetible periplo espacial, que dura sólo cuatro horas pero está
repleto de grandes peligros. Los viajeros experimentan terribles

74
fuerzas de aceleración y tienen que respirar a través de esponjas
húmedas el aire congelado del espacio.

Una vez en la Luna, conocen a más demonios, así como una nueva
civilización muy distinta a la humana y una geografía similar a la
terrestre, pero en la que todo es de proporciones gigantes. También
descubren que la Luna está dividida en dos hemisferios: Subvolva,
sobre cuyo firmamento siempre está girando Volva (la Tierra), y
Privolva, desde donde nunca se ve este orbe.

Junto a las detalladas descripciones de un viaje espacial y un mundo
extraterrestre, típicas del género que más tarde se llamaría ciencia-ficción, El
sueño contiene el experimento mental con que Kepler refuta la aparente
certeza de que la Tierra está quieta, así como varios elementos autobiográficos
(su educación junto a Tycho Brahe, el carácter y la profesión de su madre) que
le acarrearían grandes complicaciones.

En 1611, una copia del manuscrito de El sueño, en el que estaba trabajando
Kepler, comenzó a circular de forma accidental, sin que el autor pudiera
controlar su difusión. Alemania atravesaba entonces los momentos más
oscuros de la caza de brujas, y centenares de mujeres eran quemadas todos
los años en la hoguera porque sus conciudadanos las consideraban
practicantes de la magia negra.

A falta de un procedimiento implacable, pero reglamentado durante siglos -
como era la Inquisición, a la que se enfrentó Galileo- en las provincias
protestantes se sucedían linchamientos populares y condenas motivadas por la
histeria colectiva. Sus promotores ni siquiera tenían que molestarse en
preparar una acusación coherente -como sí hicieron los cardenales de Roma- y
la supuesta bruja no tenía posibilidad de entablar una discusión razonable con
sus jueces, como sí hizo el científico toscano durante su proceso. Para colmo,
y al ser Kepler un hombre de posición respetada, la acusación se desvió contra
su punto más débil: su humilde y anciana madre.

Kepler tuvo que ver cómo su madre, Katarina, fue perseguida a causa de un
escrito astronómico que él ni siquiera pretendía publicar. Al parecer, se
interpretó que su madre debía ser la bruja Fiolxhilda.



Katarina, cuya tía ya había sido
quemada por brujería, vivía en una
pequeña población de unos pocos
cientos de habitantes llamada
Leonblerg, donde se había mudado
con su familia cuando Kepler aún
era un niño. Sólo en el año 1615,
mientras comenzaban a
extenderse las acusaciones contra
ella, ardieron allí seis mujeres.

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En 1616, el mismo año del decreto católico anticopernicano, comenzó su
proceso. Pese a las gestiones de Kepler para intentar protegerla, sería
encarcelada cuatro años después.

La llevaron a prisión en un baúl para que nadie oyera sus lamentos. Cuando el
astrónomo fue a visitarla, la encontró
encadenada en la celda. Al concebir su obra
como un trabajo de ficción, Kepler evitó las
represalias de las entonces poderosas élites
aristotélicas, las mismas que propiciarían la
condena de Galileo.


Pero lo hizo a costa de alimentar a una bestia
mucho peor. La filosofía clásica y la teología no
son, por sí mismas, enemigas de la ciencia. La
superstición y el fanatismo, en cambio, siempre
lo son.


Christoph Besold

Kepler pidió ayuda a su amigo Christoph Besold, experto en derecho de la
Universidad de Tubinga. Curiosamente, Besold ya le había intentado echar
una mano, sin éxito, cuando su disertación contra el geocentrismo fue
censurada por sus profesores.
En esta ocasión, tras cinco largos años de batallas legales, Katarina fue al fin
liberada. Al contrario que Galileo, cuya disputa con el cristianismo aristotélico
no hizo sino reforzarlo en sus creencias, Kepler arrastró toda su vida un
sentimiento de culpa por haber causado, indirecta e involuntariamente, tal
sufrimiento a su madre.

La utilización de la figura materna, según explicó el propio astrónomo, tenía un
sentido mucho más profundo del que pensaron sus incultos conciudadanos:
Duracotus representa a la ciencia, y esta es la hija de la ignorancia (Fiolxhilda)
y la razón (el padre ausente). El conjuro que los lleva hasta la Luna simboliza el
poder del sistema copernicano. De su particular delirio lunático había surgido
una defensa del heliocentrismo que enseguida se vería confirmada por las
matemáticas y, algo más tarde, por la observación directa.

3.4.7.-La muerte De Kepler

En Ratisbona, Kepler contrajo unas fiebres y tuvo que guardar cama. El 15 de
noviembre de 1630, cuando le faltaban unas pocas semanas para cumplir
cincuenta nueve años, Kepler murió. Fue un hombre de su tiempo, que
mantenía un cierto equilibrio entre el misticismo del pasado (que influyó en sus
ideas sobre el universo) y la ciencia lógica del futuro, pero cuya gran talla como
voz de la razón destacó aún más en el contexto de un mundo donde los
príncipes y los emperadores dependían aún de los pronósticos que les hacían

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los astrólogos, y en el que su propia madre fue juzgada como sospechosa de
brujería. Al mismo tiempo que Kepler realizaba su gran obra, más al sur, en
Italia, se oía aún más poderosa la voz de la razón científica, en un país en el
que, aunque había tanta superstición y persecución religiosa como en
Centroeuropa, al menos existía una cierta estabilidad y la persecución provenía
siempre de la misma Iglesia.

3.4.8.-Leyes de Kepler:

Primera ley (1609): todos los planetas se desplazan alrededor del
Sol describiendo órbitas elípticas. El Sol se encuentra en uno de los
focos de la elipse.
Segunda ley (1609): el radio vector que une un planeta y el Sol
barre áreas iguales en tiempos iguales.
Tercera ley (1618): para cualquier planeta, el cuadrado de su
período orbital es directamente proporcional al cubo de la longitud
del semieje mayor de su órbita elíptica.

Contribuciones a la Óptica
J. Kepler
Sus contribuciones a la Óptica y a la teoría de la luz han sido también
trascendentales. Estos estudios estaban motivados porque durante los eclipses
lunares y solares aparecían tamaños de sombras inesperados, o fenómenos de
enrojecimiento. Puesto que los fenómenos de refracción de la atmósfera eran
decisivos para su trabajo de observación, Kepler dedicó un tiempo a la Óptica,
escribiendo el manuscrito Astronomiae Pars Optica (1604).

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Su trabajo como astrónomo le llevó también a inventar el llamado telescopio
refractante( telescopio de Kepler). Recordemos que Kepler fue contratado
por Tycho Brahe como ayudante debido a sus conocimientos teóricos que
complementarían los trabajos observacionales de Brahe, y que a la muerte
repentina de éste, lo sustituyó como astrónomo real en la corte de Rodofo II en
Praga.

En 1611, el alemán Johannes Kepler fue el primero en usar como ocular una lente
convergente para observar objetos lejanos. Recordemos que Galileo lo hizo dos años
antes en su telescopio usando dos lentes una convergente y otra divergente(Kepler es
conocedor de los resultados de Galileo en su Siderius Nuncius, en 1609, ya que recibe
una copia personal de éste, y le responde con varios tratados, en especial este, Dioptrice,
en 1611, en el que proporciona muchas evidencias en apoyo de las tesis de Galileo.
Galileo se lo reconoce diciéndole: “Gracias porque usted es el primero y prácticamente el
único que ha mostrado una fe total en mis afirmaciones.”

En Astronomiae Pars Optica, Kepler trata en cierta medida las ideas de del
filósofo y matemático polaco Witelio, quién había escrito el tratado medieval
más importante en torno a la luz, Kepler describe la ley que afirma que la
intensidad de la luz de una fuente en un punto varía inversamente con el
cuadrado de la distancia desde la fuente, la reflexión por espejos curvos y
planos, el paralaje y los tamaños aparentes de los cuerpos celestes.

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Pero también estudia el ojo humano, y se le
atribuye por los neurocientíficos ser el primero
en descubrir que las imágenes se proyectan
invertidas en la retina. Decía que luego el
cerebro era capaz de reconstruir la imagen
adecuadamente (mediante la actividad del
alma), un pensamiento extremadamente
avanzado para la época. Kepler cambia el
sentido de los conos de luz ideados por Alhacén
y ahora la base está en el propio objeto
luminoso. Otros temas que Kepler trata por
primera vez es la explicación del uso de las
lentes para gafas, que eran usados desde hacía
siglos pero sin una explicación sobre su funcionamiento.

Johannes Kepler trabajó en óptica y sacó la primera teoría matemática
correcta de la cámara oscura y la primera explicación correcta del
funcionamiento del ojo humano, con una imagen invertida formada en la
retina, así inventó una solución para las lentes en los anteojos para
corregir la hipermetropía y la miopía con la tecnología convexa de doblar la
luz a través de los espejos.




Las obras escritas por J. Kepler fueron las siguientes:
• De Fundamentis Astrologiae Certioribus (Sobre los fundamentos más
firmes de la astrología) (1601)
• Astronomiae Pars Optica (La parte óptica de la astronomía) (1604)
• De Stella nova en pede Serpentarii (En la nueva estrella en el pie de
Ofiuco) (1606)
• Tertius Interveniens (Intervenciones de terceros) (1610)
• Dissertatio cum Nuncio Sidereo (Conversación con el mensajero
estrellado) (1610)
• Dioptrice (1611)
• De nive sexangula (En el copo de nieve de seis picos) (1611)

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• De vero Anno, quo aeternus Dei Filius humanam naturam en Utero
benedictae Virginis Mariae assumpsit (1614)
• Eclogae Chronicae ( publicado con Dissertatio cum Nuncio
Sidereo). 1615
• Nova stereometria doliorum vinariorum (Nueva Estereometría de
Barriles de Vino) (1615)
• Efemérides nouae motuum coelestium (1617-30)
• Epítome de la Astronomía Copernicana publicado en tres partes
desde 1618 hasta 1621

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3.5.-GALILEO Galilei ( 1564-1642)
“Aquel quien no conoce la verdad es un necio, pero el quien conociéndola dice
que es mentira es un criminal “ ( G. Galilei)

Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de 1564, el mismo año en que
nació William Shakespeare y el mismo mes en que murió Miguel Angel. El
padre de Galileo, Vincenzio, que había nacido en Florencia en 1520, fue un
consumado músico profesional que estaba profundamente interesado por las
matemáticas y la teoría de la música. Contrajo matrimonio con una joven
llamada Giulia en 1562. Galileo fue el mayor de siete hijos, de los cuales tres
murieron probablemente en la infancia.
Hasta la edad de 11 años, Galileo fue educado en su propio hogar, en gran
medida por su padre, pero con la ayuda de un tutor ocasional. Se convirtió en
un músico excelente por derecho propio, pero en lo relativo a la profesión,
nunca siguió los pasos de su padre, y durante toda su vida tocó (sobre todo el
laúd) únicamente por placer. Para lo que se estilaba en la época, Vincenzio fue
una especie de librepensador y no sentía un gran amor por las formas y los
rituales de la Iglesia. Sin embargo, en 1575, cuando llegó el momento de enviar
a Galileo fuera del hogar, para que recibiese una educación más formal, el
lugar a donde obviamente se le podía enviar, sólo por razones educativas, era
un monasterio. Vincenzio eligió uno situado en Vallombrosa, a unos 30
kilómetros al este de Florencia. Como ya les había sucedido a muchos jóvenes
antes que a él, y les sucedería a otros muchos en el futuro, Galileo se enamoró
del estilo de vida monástico y a la edad de 15 años ingresó en la orden como
novicio. Su padre estaba horrorizado y, cuando el muchacho desarrolló una
infección ocular, lo sacó rápidamente del monasterio y lo llevó a Florencia para
que lo viera un médico. Sus ojos se recuperaron, pero Galileo no volvió nunca

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más al monasterio y no se volvió a hablar de la posibilidad de que se hiciera
monje. Aunque su educación continuó en Florencia durante dos años más bajo
la supervisión de unos monjes de la misma orden que los de Vallombrosa,
Galileo vivió en la casa familiar bajo la mirada atenta de su padre. En los
registros de la abadía de Vallombrosa, Galileo Galilei quedó inscrito
oficialmente como un sacerdote al que se obligó a colgar los hábitos.
Aunque Vincenzio había logrado ganarse la vida como músico, era consciente
de que esta vocación resultaba insegura e hizo planes para que su hijo mayor
se estableciera con una carrera respetable y económicamente rentable. ¿Qué
podía ser mejor que conseguir que adquiriera una formación como médico?
En 1581, a los 17 años de edad, Galileo se matriculó como estudiante de
medicina en la Universidad de Pisa, donde vivió con los mismos parientes de
su madre que le habían cuidado a principios de la década de 1570. Galileo fue
un estudiante argumentador y que cuestionaba sin miedo la sabiduría (en gran
medida aristotélica) heredada en aquella época. Se hizo famoso entre los
estudiantes, recibiendo el apodo de «el pendenciero» por su amor a la
discusión y, en años posteriores de su vida, cuando miraba hacia atrás,
recordaba cómo se le había ocurrido inmediatamente un modo de refutar la
idea aristotélica, conservada religiosamente en la enseñanza peripatética,
según la cual objetos de distinto peso caían a velocidades diferentes. Las bolas
del granizo, a pesar de tener tamaños diferentes, llegaban al suelo al mismo
tiempo. En el supuesto de que Aristóteles tuviera razón, las bolas de granizo
más pesadas se formarían en nubes más altas que aquellas de las que
procedían las bolas más ligeras —exactamente a una distancia mayor hacia
arriba, tal que, cayendo a mayor velocidad, llegaran al suelo junto con las bolas
de granizo más ligeras generadas a alturas menores—. A Galileo esto le
parecía bastante improbable; en consecuencia, se complació en dar a sus
compañeros y profesores de la universidad una explicación mucho más
sencilla, según la cual todas las bolas de granizo se producían en el
mismo lugar dentro de una nube, por lo que caían todas juntas a la misma
velocidad, independientemente de su peso.
Este tipo de argumentación era para Galileo simplemente una distracción al
margen de los estudios de medicina, aunque, de todas formas, no se puede
decir que se dedicara a estos estudios con un gran entusiasmo. Sin embargo, a
principios de 1583, se desvanecieron todas las perspectivas de terminar la
carrera de medicina. Durante aquellos meses de invierno, la Corte del gran
duque de Toscana estableció su residencia de forma continua en Pisa, desde
Navidad hasta la Pascua. Gracias a los
contactos que, a través de su padre, tenía en
aquel ambiente, Galileo trató socialmente a
Ostilio Ricci, el matemático de la Corte y a
principios de 1583 fue a visitar a su nuevo
amigo, justo cuando Ricci estaba dando una
clase de matemáticas a algunos estudiantes.

82

En vez de marcharse y volver más tarde, Galileo se sentó a escuchar la clase y
quedó fascinado por el tema —fue su primer encuentro serio con las
matemáticas propiamente dichas, ya que hasta entonces sólo había conocido
la aritmética—. Se unió de manera no oficial a los alumnos de Ricci y comenzó
a estudiar geometría euclídea en vez de dedicarse a los libros de texto de
medicina. Ricci se dio cuenta de que Galileo tenía grandes aptitudes para la
materia y le dio su apoyo cuando éste pidió permiso a Vincenzio para cambiar
sus estudios de medicina por los de matemáticas. Pero Vincenzio se negó,
alegando motivos aparentemente razonables, como el hecho de que había
muchos puestos para colocarse como médico, pero muy pocos para los
matemáticos. De todos modos, Galileo continuó estudiando matemáticas,
ignorando ampliamente los estudios de medicina, por lo que, cuando se fue de
Pisa en 1585, no tenía ningún título y volvió a Florencia para intentar ganarse
la vida a duras penas como profesor particular de matemáticas y filosofía
natural.
Otro suceso curioso tuvo lugar mientras Galileo era estudiante de medicina en
Pisa, aunque se cree que esta historia ha sido distorsionada y embellecida a lo
largo de los siglos. Parece ser, casi con toda seguridad, que Galileo quedó
hipnotizado por el balanceo lento y continuo de una lámpara de brazos
durante un sermón bastante tedioso que escuchó en la catedral, y que, como
no tenía nada mejor que hacer, se dedicó, utilizando los latidos de su propio
pulso, a cronometrar la oscilación de este péndulo a medida que el arco
recorrido por la lámpara se iba acortando. Este pasatiempo le hizo descubrir
que el péndulo siempre tardaba el mismo tiempo en realizar una
oscilación completa, tanto si oscilaba recorriendo un arco corto, como si
lo hacía recorriendo un arco largo.
Según esta leyenda, Galileo se fue rápidamente a su casa
para realizar varios experimentos con péndulos de distintas
longitudes, y así inventó en el acto el reloj del abuelo (como
otras leyendas sobre Galileo, esta historia le debe mucho a
los escritos de Vincenzo Viviani, un joven que mucho más
tarde, cuando el anciano Galileo se quedó ciego, se
convirtió en su escribiente y devoto discípulo, y se exaltaba
a menudo contando los grandes momentos de la vida de su
maestro).

En realidad, la idea del péndulo estuvo siempre como un asunto pendiente en
la mente de Galileo hasta 1602, cuando por fin realizó unos meticulosos
experimentos y quedó comprobado que el período de oscilación de un
péndulo depende exclusivamente de su longitud, y no de su peso ni de la
longitud del arco que recorre al oscilar. Pero sí es cierto que la semilla de
esta teoría fue introducida en su mente en la catedral de Pisa en 1584 o 1585.
Aunque Galileo comenzó en Florencia adquiriendo fama como filósofo natural,
realizando experimentos y haciendo anotaciones que luego serían

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desarrolladas en sus importantes escritos científicos, sin embargo, durante los
cuatro años siguientes, no pasó de ganar lo justo para vivir. Al no disponer de
medios económicos propios, la única forma en que podía tener una cierta
seguridad para realizar su trabajo científico era encontrar un mecenas
influyente. La salvación de Galileo fue el marqués Guidobaldo del Monte, un
aristócrata que había escrito un libro importante sobre mecánica y estaba
profundamente interesado por la ciencia.
3.5.1.- Catedrático en la Universidad de Pisa
Fue en parte gracias a la influencia de Del Monte que,
en 1589, sólo cuatro años después de haber
abandonado la Universidad de Pisa sin obtener título
alguno, Galileo volvió a esa misma universidad como
catedrático de matemáticas, con un contrato de tres
años. Aunque el nombre de este cargo sonaba muy
bien, se trataba sólo de un primer paso muy modesto en
el escalafón académico. Como sin duda le diría Vincenzio Galilei en alguna
ocasión a su hijo, por aquel entonces el catedrático de medicina cobraba en
Pisa un salario de 2000 coronas al año, mientras que el catedrático de
matemáticas tenía que arreglárselas con 60 coronas. Galileo se veía obligado a
completar sus ingresos aceptando estudiantes que vivían con él y tenían la
ventaja de disfrutar de sus enseñanzas y su influencia más o menos a tiempo
completo, no sólo en las horas de clase. Este era un procedimiento normal en
aquella época, pero sólo los hijos de los ricos y los poderosos podían pagar
para beneficiarse de este tipo de enseñanza, lo cual hacía que, cuando estos
jóvenes terminaban sus estudios y volvían a sus casas, la fama de Galileo se
extendiera precisamente en aquellos círculos en que a él le beneficiaba más
ser famoso.
La enseñanza que recibían estos alumnos particulares en casa de Galileo era
en algunos aspectos muy diferente de la que él se veía obligado a impartir en
las clases oficiales que daba en la universidad. Aunque se le daba el nombre
de profesor de matemáticas, su programa incluía lo que actualmente
llamaríamos física y que entonces se denominaba filosofía natural. En aquella
época el programa oficial de estudios todavía estaba basado en gran medida
en Aristóteles, y Galileo, cumpliendo con su deber, aunque sin entusiasmo,
enseñó siguiendo la línea ortodoxa en todas sus clases magistrales. Sin
embargo, en privado explicaba ideas nuevas y nada convencionales sobre el
mundo, e incluso escribió el primer borrador de un libro en el que detallaba
algunas de estas ideas, pero decidió no publicarlo —lo que fue seguramente
una sabia decisión para un joven que todavía tenía que llegar a su meta.
Otra de las leyendas que Viviani contó sobre Galileo se refería a la época de
éste como profesor de matemáticas en Pisa, pero, también en este caso, lo
más probable es que no sea cierta. Se trata de la famosa historia sobre cómo
Galileo dejó caer objetos de pesos diferentes desde lo alto de la Torre Inclinada
de Pisa para demostrar que llegarían al suelo al mismo tiempo. No hay pruebas
de que hiciera alguna vez tal cosa, aunque en 1586 un ingeniero flamenco,
Simón Stevin (1548-1620; conocido también como Stevinus), llevó a cabo
realmente estos experimentos, utilizando pesas de plomo que dejó caer desde

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una torre de unos diez metros de altura. Los resultados de estos experimentos
habían sido publicados y es posible que Galileo los conociese. La relación
entre Galileo y los pesos que alguien dejó caer desde lo alto de la Torre
Inclinada —que Viviani erróneamente sitúa en la época en que Galileo fue
profesor de matemáticas en Pisa— data en realidad de 1612, año en que uno
de los profesores de la antigua escuela aristotélica realizó el experimento con
el fin de refutar la afirmación de Galileo de que los objetos de pesos diferentes
caen a la misma velocidad. Los pesos tocaron el suelo casi de manera
simultánea, pero no exactamente en el mismo instante, hecho que los
peripatéticos consideraron como una prueba de que Galileo estaba
equivocado. Este fue directo en su respuesta:
“Aristóteles dice que una bola de cien libras de peso que caiga de
una altura de cien codos llega al suelo antes que una bola de una
libra que caiga desde una altura de un codo. Yo afirmo que llegan al
mismo tiempo. Si se hace la prueba, se ve que la bola mayor
adelanta a la menor por dos pulgadas. Ahora bien, detrás de esas
dos pulgadas queréis esconder los noventa y nueve codos de
Aristóteles, y habláis sólo de mi error, pero guardáis silencio sobre
su enorme equivocación”
Nota: La razón de que no se hubiera realizado ningún experimento hasta el
Renacimiento se debía a que la caída libre de los cuerpos se realizaba a tal velocidad
que resultaba prácticamente imposible medir el tiempo de caída de un cuerpo y su
velocidad porque no había relojes tan precisos. Galileo fue el primero que estudió
matemáticamente el movimiento realizando medidas y midiendo los tiempos de caída.
Pero esa no fue la única dificultad. Primero Galileo tuvo un punto de inspiración
cuando, estudiando el movimiento pendular, reparó en que la velocidad que
alcanzaba la bola del péndulo.

La idea le vino de la observación de que un
péndulo de longitud AB que pendía de A y que
en el extremo tenía una bola de plomo B.
cuando se le interponía un clavo E en una
posición intermedia en la vertical AB,
modificando con ello la longitud del péndulo, en
el punto más bajo de la trayectoria la velocidad
era la misma en ambos sentidos de la
oscilación, ya que en los dos alcanzaba la misma altura. Por lo tanto, la velocidad de
la bola en el punto más bajo no dependía de la longitud del péndulo, sino de la
altura de la que partía la oscilación.
Con esa observación, Galileo vislumbró la similitud entre el péndulo y el plano
inclinado y pensó que si una bola rodaba por un plano inclinado y a continuación se
encontraba otro plano inclinado hacia arriba y seguía su movimiento, la bola
alcanzaría la misma altura que la del punto del que partió, tal y como sucedía con el
péndulo. Y, como ocurría en el péndulo, la altura alcanzada no dependía de la
pendiente del segundo plano sino la velocidad con que iniciara la subida. Por lo tanto,
(y esta es la observación genial de Galileo) la velocidad con que una bola, que
descienda por un plano inclinado desde el reposo hasta el suelo no dependerá de la

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inclinación del plano con respecto a la horizontal, sino de la altura o desnivel vertical
del que hubiera partido.
Galileo Galilei estaba convencido de que en un espacio completamente libre de
aire, dos cuerpos en caída libre cubrían distancias iguales en tiempos iguales
sin importar su peso. Esto contradecía las nociones aristotélicas acerca de la caída
libre. Para comprobar su hipótesis, Galileo realizó un experimento que consistía en
dejar caer una esfera de plomo sobre un plano inclinado desde distintas alturas y con
diferentes inclinaciones. Con base en esto, Galileo descubrió una relación entre la
distancia recorrida y el tiempo en el que cae dicho objeto, esto es: La distancia
recorrida por la esfera es proporcional al cuadrado de los tiempos.
Consideremos un plano inclinado de altura. Desde lo alto, se deja caer una esfera
sobre el plano. Para medir el tiempo, Galileo utilizó un contenedor en el cual se dejaba
caer un flujo de agua continuo. Cuando la esfera llegaba al final de la diagonal, el
contenedor tenía una cierta cantidad de agua. Si la inclinación cambiaba, la cantidad
de agua cambiaba de manera inversamente proporcional, es decir, a mayor inclinación
la cantidad de agua será menor y viceversa.


La versión auténtica de esta historia nos dice dos cosas. Primero, ilustra el
poder del método experimental —incluso a pesar de que los peripatéticos
pretendían que los pesos caían a velocidades diferentes y que así se probaba
que Aristóteles tenía razón, el experimento que realizaron demostró que
Aristóteles estaba equivocado—. Los experimentos honestos dicen siempre la
verdad. Segundo, la cita que hemos reproducido anteriormente da una idea
clara de cómo eran el estilo y la personalidad de Galileo. Es imposible creer
que, si hubiera llevado a cabo él mismo el famoso experimento, no mencionara
su triunfo en ninguno de sus escritos. Podemos estar seguros de que nunca
hizo tal experimento.
Realmente Galileo nunca encajó del todo en la Universidad de Pisa, por lo
que enseguida empezó a buscar otro empleo. Se negó a vestir la toga de los
académicos, que era el símbolo de su cargo, burlándose de sus colegas por
estar éstos más interesados por los atavíos correspondientes a su posición que

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por investigar cómo funcionaba realmente el mundo, y llamaba la atención (en
aquel tiempo tenía toda la cabeza cubierta de cabellos rojos y una considerable
barba, también roja) cuando confraternizaba con estudiantes en las tabernas
más sórdidas de la ciudad. Además de sus puntos de vista heterodoxos (los
cuales hacían cada vez más improbable la renovación de su nombramiento,
que tenía que producirse en 1592), la necesidad de conseguir unos ingresos
más altos llegó a ser acuciante en 1591, cuando falleció Vincenzio Galilei lejos
de dejar alguna herencia sustancial a sus hijos supuso un quebradero de
cabeza. En efecto, poco tiempo antes de su muerte Vincenzio había prometido
una dote generosa para su hija Virginia; en consecuencia, Galileo y
Michelangelo Galilei, su hermano menor, se convirtieron en los responsables
legales de esta deuda. En la práctica, esto significó que Galileo, como cabeza
de familia, tuvo que asumir la deuda, ya que Michelangelo no sólo omitió pagar
su parte, sino que se convirtió en un músico itinerante y sin recursos, que
continuamente regresaba para pedir a Galileo «préstamos» que nunca pagaba.
Todo ello resultó extremadamente gravoso para Galileo, ya que a él también le
gustaba gastar dinero, disfrutar de buenos vinos y buena comida, e invitar a
sus amigos generosamente cuando disponía de fondos.
Galileo ya era un personaje de un reconocido talento científico: investiga sobre
resultados relativos al centro de gravedad de ciertos sólidos en Theoremata
circa centrum gravitatis solidum, emprende en 1586 la reconstitución de la
balanza hidrostática de Arquímedes o bilancetta, continúa con sus estudios
sobre las oscilaciones del péndulo pesante e inventa el pulsómetro, comienza
sus estudios sobre la caída de los cuerpos. Su fama ya es notable, en 1588, es
invitado por la Academia florentina a presentar dos lecciones sobre «la forma,
el lugar y la dimensión del infierno de Dante Alighieri».
Por esa época conoce a el padre jesuita Christopher
Clavius ( imagen) excelencia de la matemática en el
Colegio pontifical. Coincide también con el matemático
Guidobaldo del Monte. Entre 1590 y 1591, descubre la
cicloide y se sirve de ella para dibujar arcos de puentes.
Igualmente experimenta sobre la caída de los cuerpos y
redacta su primera obra de mecánica, De motu.


En 1592 se trasladó a la Universidad de Padua y ejerció como profesor de
geometría, mecánica y astronomía hasta 1610. En 1599, Galileo participa en la
fundación de la Accademia dei Ricovrati con el abad Federico Cornaro.
Nota: La Academia galileana de ciencia, letras y artes fundada como Academia de los
Resguardados (en italiano: Accademia galileiana di scienze lettere o Accademia dei
Ricovrati) es una institución fundada en Padua en 1599 por iniciativa del patriarca
veneciano Federico Baldissera Bartolomeo Cornaro, cuyo obejetivo desde el inicio es
promocionar las disciplinas humanísticas y científicas y que lleva el nombre de su
miembro cofundador. Tiene su sede en la Loggia dei Carraresi.

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El mismo año, Galileo se encuentra con Marina Gamba, una atractiva joven
veneciana con la cual mantendrá una relación hasta 1610 (no se casan ni viven
juntos). En 1600, nace su primera hija Virginia, seguida de Livia en 1601;
luego un hijo, Vincenzo, en 1606. Después de la separación (no conflictiva) de
la pareja, Galileo se encarga de su hijo y envía a sus dos hijas a un convento.
El cargo que Galileo se propuso conseguir era la cátedra de matemáticas de la
Universidad de Padua. Además de ser un empleo más prestigioso y mejor
pagado, Padua formaba parte de la República de Venecia, un Estado lo
suficientemente rico y poderoso como para poder plantar cara a Roma y donde
se favorecía el desarrollo de nuevas ideas, en vez de desaprobarlas. Galileo
hizo campaña para conseguir el puesto, visitando la propia Corte veneciana,
donde recibió el apoyo del embajador de Toscana. Cuando quería, Galileo
podía resultar encantador y desplegar una gran habilidad social, por lo que
produjo buena impresión en Venecia, donde entabló amistad especialmente
con Gianvincenzio Pinelli, un intelectual adinerado que poseía una amplia
biblioteca de libros y manuscritos, y con el general Francesco del Monte, el
hermano menor de Guidobaldo.
Consiguió el empleo de catedrático de matemáticas en la Universidad de
Padua inicialmente para cuatro años y con un salario de 180 coronas al año,
además de la cláusula en que se establecía que el Dux, máxima autoridad de
la República de Venecia, podía renovar el nombramiento por dos años más, si
lo deseaba. Con el permiso del Gran Duque de Toscana, Galileo aceptó este
nuevo empleo en octubre de 1592, cuando tenía 28 años de edad. (El Gran
Duque era en aquel momento Ferdinando; Cosimo había muerto en 1574 y su
sucesor fue el hermano mayor de Ferdinando, Francesco, pero éste había
fallecido en 1587 sin dejar herederos varones, aunque su hija María llegó a ser
reina de Francia). Aquel nombramiento que inicialmente era para cuatro
años se amplió a una estancia de dieciocho años en Padua, que Galileo
recordaría posteriormente como los años más felices de su vida.
Galileo vivió sus momentos más brillantes en Padua en varios aspectos
prácticos: primero, con un tratado sobre fortificaciones militares (un tema de
importancia considerable para la República de Venecia) y luego con un libro de
mecánica, basado en las clases que estaba impartiendo en la universidad.
Entre otras cosas, Galileo explicó claramente cómo funcionan los sistemas de
poleas, de tal manera que, aunque a primera vista pudiera parecer milagroso
—como conseguir algo a cambio de nada— que, por ejemplo, un peso de 1
kilogramo se utilice para levantar otro de 10 kilogramos, para lograr esto el
peso de 1 kilogramo ha de moverse diez veces más que el de 10 kilogramos,
como si hiciera diez viajes para levantar diez pesos de 1 kilogramo. También la
vida social e intelectual de Galileo floreció en Padua, desarrollándose en torno
a sus nuevos amigos, entre los que estaba Pinelli. En este nuevo círculo de
amistades estaban en particular dos hombres que desempeñarían un
importante papel durante los últimos años de la vida de Galileo —el fraile
Paolo Sarpi y el cardenal Roberto Bellarmine—. Aunque Sarpi llegó a ser
amigo íntimo de Galileo y Bellarmine tenía una relación amistosa con él
(aunque no fuera mucho más que un conocido), ambos representaban
posturas religiosas muy diferentes. Sarpi era un católico tan poco ortodoxo que,
más tarde, algunos de sus opositores llegarían a sospechar que era un

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protestante encubierto, mientras que Bellarmine era una figura destacada de la
Iglesia oficial, un teólogo e intelectual que desempeñaría un papel importante
en el procesamiento de Giordano Bruno por herejía.
Sin embargo, aunque Galileo gozaba ahora de una alta consideración como
profesional y se movía en círculos influyentes, seguía estando constantemente
preocupado por el dinero. Intentó solucionar sus problemas financieros
inventando algo que pudiera hacerle rico. Entre sus ideas de los primeros
tiempos estuvo la invención de uno de los primeros termómetros, que
funcionaba «al revés» de lo que conocemos actualmente. Era un tubo de
cristal, abierto por uno de sus extremos y con un ensanchamiento en forma de
bulbo en el otro, que se calentaba primero (para expulsar parte del aire) y luego
se colocaba verticalmente con el extremo abierto hacia abajo en un recipiente
con agua. A medida que el aire del tubo se enfriaba y se contraía, dicho tubo
succionaba el agua, haciendo que ésta ascendiera por su interior. Una vez se
había colocado el termómetro, si aumentaba la temperatura, el aire que
quedaba en el tubo se expandía, empujando hacia abajo el nivel del líquido,
mientras que, si perdía temperatura, el aire se contraía aún más, con lo que el
agua era succionada aún más, subiendo por el interior del tubo. Este invento
no tuvo éxito, porque la altura del líquido dentro del tubo dependía también de
la presión variable existente en el aire exterior. Sin embargo, nos muestra lo
ingenioso que era Galileo y su habilidad para los trabajos prácticos.
3.5.2.-Galileo inventa el «compás»
Otra idea que desarrolló Galileo a mediados de la década de 1590 tuvo un
discreto éxito, pero no le hizo rico. Se trataba de un artilugio conocido como
«compás» —un instrumento de metal graduado que se podía utilizar como
calculadora—. Inicialmente fue un aparato destinado a ayudar a los artilleros en
el cálculo de las elevaciones requeridas para disparar sus cañones a distintas
distancias, pero en los años posteriores fue desarrollado hasta convertirlo en
un instrumento utilizable para cualquier tipo de cálculo —el equivalente a una
calculadora de bolsillo del siglo XVI— que servía para asuntos tan prácticos
como calcular tipos de cambio de divisas o cálculos relativos al interés
compuesto. Hacia finales de la década de 1590, este instrumento de cálculo se
vendía tan bien que durante un breve espacio de tiempo Galileo tuvo que
contratar a un trabajador especializado para que se lo fabricara. Galileo
demostró su perspicacia para los negocios vendiendo los compases a un
precio relativamente barato y cargando unas tasas considerables por dar
clases a quienes quisieran aprender a utilizarlos. Pero esto no podía durar, ya
que no había modo alguno de impedir que otros copiaran el instrumento, ni de
que los que ya sabían manejarlo transmitieran sus conocimientos.
Sin embargo, aunque la mejora en los ingresos de Galileo derivada del invento
de este aparato duró poco, llegó justo a su debido tiempo. En la segunda mitad
de la década de 1590, sus compromisos personales se habían multiplicado,
tras comenzar una relación estable con Marina Gamba, una mujer de Padua
perteneciente a una clase social inferior. Galileo y Marina nunca se casaron (de
hecho, nunca vivieron juntos en la misma casa), pero era una relación
públicamente reconocida y tuvieron tres hijos —dos hijas nacidas en 1600 y
1601, y un hijo que nació en 1606. Este hijo, llamado Vincenzio igual que su

89
abuelo, fue reconocido posteriormente de manera legal por Galileo como
heredero suyo y recibió su apellido. Con respecto a las hijas, decidió que su
destino fuera hacerse monjas, una decisión que pudo estar marcada por los
continuos problemas de Galileo para encontrar dinero con que pagar las dotes
de sus hermanas y que quizá derivó del propósito de no verse en la misma
situación con sus hijas. El mismo año en que nació la segunda hija de Galileo,
en 1601, se casó su hermana Livia, y con tal motivo Galileo y Michelangelo,
que entonces vivía en Alemania, le prometieron, como a Virginia, una rica dote.
Una vez más, Michelangelo nunca llegó a pagar su parte.
En 1603, Galileo contrajo una enfermedad que iba a afectarle durante el resto
de su vida. En el transcurso de una visita, junto con unos amigos, a una villa
situada en las colinas cercanas a Padua, disfrutó de un paseo (como solía
hacer a menudo) por el campo, seguido de una comida copiosa, y luego se
echó a dormir con sus dos compañeros en una habitación a la que llegaba aire
fresco procedente de unas bodegas cercanas a través de un sistema de
conductos. Esta forma primitiva de aire acondicionado estaba cerrada
cuandolos tres hombres se fueron a dormir, pero más tarde un criado abrió el
sistema, dejando que el aire fresco y húmedo de las bodegas entrara en la
habitación. Los tres enfermaron gravemente y uno de ellos murió. Parece ser
que en esto hubo algo más que un enfriamiento, siendo probable que algún
tipo de gas tóxico existente en las bodegas pasaran a la habitación. Fuera cual
fuese la causa exacta, Galileo sufrió a partir de entonces y durante el resto de
su vida repetidos ataques de indisposición por artritis, que a veces le obligaban
a guardar cama durante varias semanas seguidas. Siempre creyó que su
enfermedad crónica era resultado de aquella confrontación con la muerte a la
que había vencido en 1603.

En 1604, cuando tenía 40 años de edad, Galileo se había hecho ya una buena
reputación como experto en filosofía natural y matemáticas, proporcionando
beneficios prácticos al Estado veneciano, y llevaba una vida plena y feliz en
Padua. Fue allí donde llevó a cabo sus famosos experimentos con péndulos y

90
también con bolas que descendían rodando por planos inclinados. Utilizó estas
bolas para estudiar la aceleración y consiguió demostrar que objetos de distinto
peso alcanzan la misma velocidad al estar sometidos a la aceleración que
produce la fuerza de la gravedad (una demostración que hizo sin recurrir a
dejar caer objetos verticalmente). Una característica fundamental del trabajo
de Galileo es que siempre realizó experimentos para comprobar las
hipótesis, modificándolas o descartándolas si los resultados de los
experimentos no se ajustaban a las predicciones. Galileo hizo también
investigaciones en el campo de la hidrostática; siguiendo en la línea de la obra
de Gilbert, estudió fenómenos magnéticos; y mantuvo correspondencia con
otros expertos en filosofía natural, incluido el propio Kepler (fue en una carta a
Kepler escrita en mayo de 1597 donde Galileo manifestó por primera vez
claramente su entusiasmo por el modelo copernicano del universo).
Paralelamente a todo esto, Galileo llevaba una intensa vida privada. Estudiaba
literatura y poesía, asistía al teatro con regularidad y continuaba tañendo el
laúd con gran maestría. Sus clases tenían gran aceptación (aunque pronto
comenzó a considerarlas como una tarea rutinaria que le distraía de su trabajo
experimental y de su vida social), pero su creciente fama de antiaristotélico
sólo acrecentó su prestigio en la República de Venecia, que era un Estado de
librepensadores. Nunca habían surgido dudas con respecto al hecho de que su
contrato en la universidad se renovaría cada vez que llegara la fecha de
expiración y, además, su salario se había incrementado lo suficiente para que
pudiera vivir holgadamente, aunque no fuera capaz de ahorrar ni una corona
por si acaso llegaba una época de vacas flacas, y muchos menos de hacer
previsiones para el día en que se retirara de su cargo.
3.5.3.-Los estudios de galileo sobre las supernovas
La talla de Galileo como científico creció aún más cuando la supernova que
había estudiado Kepler apareció en el cielo en octubre de 1604. Utilizando las
rigurosas técnicas de observación que había desarrollado a través de sus
trabajos para el ejército, Galileo se convirtió en astrónomo (por primera vez) y
constató que la nueva estrella no se desplazaba en el cielo con respecto a las
demás estrellas.

El 17 de octubre de 1604 Kepler había observado una supernova (SN
1604) en la Vía Láctea, nuestra propia Galaxia, a la que más tarde se le
llamaría la estrella de Kepler. La estrella había sido observada por otros
astrónomos europeos el día 9 como Brunowski en Praga (quién escribió a
Kepler), Altobelli en Verona y Clavius en Roma y Capra y Marius en
Padua. Kepler inspirado por el trabajo de Tycho Brahe realizó un estudio
detallado de su aparición. Su obra De Stella nova in pede Serpentarii
(«La nueva estrella en el pie de Ophiuchus») proporcionaba evidencias de
que el Universo no era estático y sí sometido a importantes cambios. La
estrella pudo ser observada a simple vista durante 18 meses después de
su aparición.

91

Dio una serie de conferencias, que fueron bien recibidas por el público,
argumentando en ellas que dicha nueva estrella debía estar tan lejos de la
Tierra como las otras estrellas, refutando así la idea aristotélica de que la
esfera celeste era invariable, y resumió sus conclusiones en un breve poema:
No se encuentra a menor altura que otras estrellas
y no se desplaza de un modo diferente al de todas las
estrellas fijas ni cambia de aspecto o tamaño.
Todo esto lo demuestra la razón más pura; no vemos
indicios de paralaje los que estamos en la Tierra a causa
de las enormes dimensiones del cielo.


3.5.4.-El año 1604
1604 fue un año mirabilis para Galileo:
• En julio, probó su bomba de agua en un jardín de Padua;
• En octubre, descubrió la ley del movimiento uniformemente acelerado, que
él asoció a una ley de velocidades erróneas;
• En diciembre, comenzó sus observaciones de una nova conocida al menos
desde el 10 de octubre. Consagró cinco lecciones sobre el tema el mes
siguiente, y en febrero de 1605 publicó el Dialogo de Cecco da Ronchitti
da Bruzene in perpuosito de la stella Nova junto con Girolamo Spinelli.
Aunque la aparición de una nueva estrella, y su desaparición repentina
entraba en total contradicción con la teoría establecida de la inalterabilidad
de los cielos, Galileo continuó todavía como aristotélico en público, pero en
privado ya era copernicano. Esperó la prueba irrefutable sobre la cual
apoyarse para denunciar el aristotelismo.
• Retomando sus estudios sobre el movimiento, Galileo «mostró» que los
proyectiles seguían, en el vacío, trayectorias parabólicas.

Sin embargo, mientras la fama de Galileo aumentaba en la esfera pública, su
vida privada comenzaba a plantearle problemas. En 1605, sus dos cuñados
habían presentado demandas contra él en Florencia por impago de los plazos
correspondientes a las dotes de sus hermanas. Gianfrancesco Sagredo, un
noble veneciano nueve años más joven que Galileo y amigo suyo, pagó los
gastos del juicio e hizo todo lo que pudo para retrasar el proceso, pero durante
el verano de 1605 Galileo tuvo que acudir a Florencia para presentar sus
alegaciones en relación con el caso. Muy oportunamente, justo en este
momento, la Gran Duquesa de Toscana, Cristina, llamó a Galileo para que
instruyera a su hijo adolescente, Cosme, en el manejo del compás militar,
inventado por el propio Galileo, y le diera clases de matemáticas en general.
Esta muestra evidente de la posición que ocupaba Galileo en la Corte (quizá
combinada con algunas presiones directas ejercidas por Cristina sobre la
magistratura) dio como resultado que las demandas presentadas contra él

92
fueran desapareciendo discretamente, al menos por el momento. Sin embargo,
este viaje sirvió también para que reviviera en Galileo el deseo de regresar a
Toscana para pasar allí la última etapa de su vida, preferiblemente con algún
nombramiento en la Corte que le evitara la necesidad de dar clases. Se
trataba de una posibilidad real, ya que el matemático de la Corte de Florencia
(Ostilio Ricci, que en otros tiempos había iniciado a Galileo en el estudio de
las matemáticas) había fallecido en 1603 y el cargo estaba todavía vacante.
Galileo emprendió su campaña personal para conseguir el regreso a Toscana,
publicando el manual de instrucciones para la utilización del compás y
dedicándoselo al príncipe Cosme de Médicis en 1606. Aunque Galileo volvió a
ser nombrado para el puesto que tenía en Padua (con un nuevo aumento de
salario), mantuvo completamente abiertas sus líneas de comunicación con
Toscana.
Mientras Galileo veía cómo se producían cambios importantes en su vida
personal, y al mismo tiempo reunía todos los materiales de sus años de trabajo
experimental para un libro que estaba proyectando, la situación política en Italia
experimentó un cambio drástico. En 1605, Pablo V había sido elegido Papa e
hizo un esfuerzo decidido por extender la autoridad de la Iglesia y afianzar el
poder papal en los estados católicos. El obstáculo, por lo que respecta al Papa,
era que carecía de ejércitos poderosos propios, y extender su influencia
significaba o bien confiar en el poder temporal de otros, o ejercer su autoridad
espiritual (con ayuda de la Inquisición). Venecia era especialmente una
espina que el Papa tenía clavada, en gran medida a causa de que Paolo
Sarpi, que era a la sazón consejero teológico del Dux, afirmaba públicamente
que el camino hacia el cielo pasaba exclusivamente por las obras espirituales y
negaba el llamado derecho divino de reyes y papas para ejercer el poder
político en nombre de Dios. En el extremo opuesto del debate, el principal
apoyo intelectual para la idea de este derecho divino procedía del cardenal
Roberto Bellarmine, que en aquel momento representaba en gran medida el
poder que se encontraba detrás del trono de Roma, en parte porque Pablo V
sabía que debía su puesto a la decisión de Bellarmine de no permitir que su
propio nombre fuera propuesto para la elección. Había otros aspectos de la
disputa en los que no vamos a entrar aquí, ya que no tienen una relación tan
directa con la vida de Galileo. Finalmente, el resultado fue que en 1606 el Papa
excomulgó al Dux de Venecia y a todos sus funcionarios, incluido Sarpi.
Aunque hubo algunos problemas de conciencia entre los sacerdotes de
Venecia, en general esta república ignoró ampliamente la excomunión y siguió
con sus asuntos (incluidos los religiosos) en la forma habitual. Como
represalia, todos los jesuitas fueron expulsados de la República de
Venecia. Quedaba claro que la influencia espiritual, incluso la amenaza del
fuego eterno, no había logrado en este caso extender la autoridad del Papa y,
durante algún tiempo, la única alternativa —la guerra— parecía una posibilidad
real, mientras la católica España se alineaba para defender al Papa, y Francia
(que en esta época era protestante en gran medida) ofrecía su ayuda a
Venecia.
Sin embargo, la crisis terminó al cabo de unos pocos meses y, cuando se relajó
la tensión, Sarpi fue invitado a Roma para discutir sus puntos de vista
teológicos con Bellarmine, mientras se le aseguraba que «sería agasajado y

93
bien recibido». Sarpi declinó la invitación, alegando que estaba demasiado
ocupado con los asuntos de Estado en Venecia, mientras decía a sus amigos
que sabía de sobra que los argumentos que probablemente utilizaría el
Vaticano serían, entre otros, la soga y la hoguera. Con el fin de respaldarle, el
Senado veneciano le prohibió oficialmente que saliera de la República. El
Vaticano, ya que no podía quemar a Sarpi en la hoguera, optó por quemar
sus libros. Venecia había ganado la batalla política frente a Roma y la
influencia de Sarpi en la República veneciana era mayor que nunca. Sin
embargo, durante la noche del 7 de octubre de 1607, Sarpi fue atacado
salvajemente en la calle por cinco hombres que le dieron quince puñaladas y le
dejaron un estilete hincado en su cabeza, de tal forma que entraba por su sien
derecha y salía por su mejilla izquierda. Para asombro de todos, Sarpi
sobrevivió (al igual que los presuntos asesinos, que huyeron a Roma).
El atentado contra la vida de Sarpi impresionó profundamente a Galileo, que se
dio cuenta de que, incluso aunque la República de Venecia pudiera resistir
frente a Roma, los individuos que no siguieran la línea católica correrían
riesgos en cualquier lugar de Italia. Para colmo, el invierno de 1607-1608 fue
extraordinariamente duro, con grandes nevadas en Padua, y durante marzo y
abril de 1608 Galileo vio su salud gravemente afectada por sus problemas
artríticos. A pesar de todas estas dificultades, continuó con la preparación de
su gran libro sobre mecánica, inercia y movimiento. Fue por aquel entonces
cuando Galileo constató y demostró que una bala disparada mediante un
arma o un objeto lanzado al aire describe una trayectoria en forma de
parábola, una curva del tipo de la elipse pero abierta. A pesar de que ya
estaban a principios del siglo XVII, muchos creían todavía que, si se disparaba
una bala horizontalmente desde un cañón, esta bala volaría a cierta distancia
en línea recta, para caer luego verticalmente al suelo; otros más observadores
habían notado (o sospechado) que en realidad la bala seguía una trayectoria
curva, pero, hasta que Galileo hizo su estudio, nadie sabía qué forma tenía
dicha curva, ni siquiera si era siempre la misma curva independientemente de
la velocidad y el peso de la bala que disparaba el cañón. Galileo demostró
también que si la bala choca contra un objetivo situado a la misma altura
sobre el nivel del mar que la boca del cañón, lo hace a la misma velocidad
que tenía al salir del arma (despreciando la resistencia del aire).
Las preocupaciones de Galileo debidas al dinero y a su mala salud le
distrajeron de su trabajo cuando, durante el verano de 1608, la Gran Duquesa
de Toscana, Cristina, le pidió que fuera a Florencia para supervisar la
construcción de un gran embarcadero de madera sobre el río Arno, que iba a
ser utilizado con motivo de la boda de su hijo. Este hijo de Cristina se convirtió
en el Gran Duque Cosme II en 1609. Galileo no podía negarse ante un
llamamiento de Cristina, y además esto era una señal de que todavía
contaba con el favor de los gobernantes de Florencia, donde el cargo de
matemático de la Corte seguía vacante. Sin embargo, después de regresar a
Padua, habiendo cumplido ya los 45 años a principios de 1609, Galileo
continuaba con sus preocupaciones financieras, nervioso por la posibilidad de
ser blanco de la hostilidad del Vaticano por ser un conocido copernicano y
amigo de Sarpi, y todavía ansioso de encontrar una gran idea a la que pudiera
dar una aplicación práctica y asegurarse así su posición económica para lo que

94
le quedaba de vida. En este punto es donde empiezan la mayoría de las
historias sobre la contribución de Galileo a la ciencia.
3.5.5.-Lippershey y Galileo inventan El Telescopio
En mayo de 1609, Galileo recibe de París una carta del francés Jacques
Badovere, uno de sus antiguos alumnos, quien le confirma un rumor insistente:
la existencia de un “telescopio” que permite ver los objetos lejanos.

Construido por el fabricante de lentes Hans
Lippershey (un fabricante de anteojos afincado en
Holanda, había hecho el descubrimiento por
casualidad durante el otoño anterior, y en la
primavera de 1609 se vendían como juguetes en
París unos telescopios cuya potencia amplificadora
era de tres aumentos) este telescopio habría
permitido ya ver estrellas invisibles a simple vista.

Con esta única descripción, Galileo, que ya no da cursos a Cosme II de
Médicis, en una sola noche estudia las bases teóricas del “telescopio y lo
construye en pocos días. Al contrario que el telescopio holandés, este no
deforma los objetos y los aumenta 6 veces, o sea, el doble que su oponente.

También es el único de la época que
consigue obtener una imagen derecha
gracias a la utilización de una lente
divergente en el ocular(La versión
holandesa utilizaba dos lentes cóncavas,
dando así una imagen invertida, pero
Galileo utilizó una lente convexa y otra
cóncava, con lo que obtenía la imagen en
su posición correcta) Este invento marca un
giro en la vida de Galileo.
El 21 de agosto, apenas terminado su
segundo telescopio (aumenta ocho o nueve
veces), lo presenta al Senado de Venecia.
La demostración tiene lugar en lo alto
del Campanile de la plaza de San Marco.
Los espectadores quedan entusiasmados:
ante sus ojos, Murano, situado a 2 km y medio, parece estar a 300 m
solamente.

95



Galileo ofrece su instrumento y lega los derechos
a la República de Venecia, muy interesada por
las aplicaciones militares del objeto. En
recompensa, es confirmado de por vida en su
puesto de Padua y sus emolumentos se duplican.
Se libera por fin de las dificultades financieras.



Copérnico, Kepler y Galileo con el telescopio de
este último y el nuevo modelo del universo.
(Tomado de una antigua exposición inglesa,
1640).


Galileo aceptó esta oferta, a pesar de que el aumento de salario sólo sería
efectivo a partir del año siguiente, y a pesar de que con la aceptación de este
empleo se comprometería a cumplir con la pesada tarea de enseñar. Pero,
acto seguido, se marchó a Florencia con el fin de hacer la demostración de otro
telescopio ante Cosme II de Medici

96

Para diciembre de 1609, Galileo
había fabricado ya un telescopio con
una potencia de amplificación de
veinte aumentos (y en marzo de
1610 tendría hechos ya nueve más
con una potencia similar; envío uno
de éstos al elector de Colonia, para
que Kepler, el único astrónomo que
tuvo este honor, lo utilizara para
verificar los descubrimientos de
Galileo). Utilizando el mejor de todos
sus instrumentos, Galileo descubrió
las cuatro lunas más brillantes (y
de mayor tamaño) de Júpiter a
principios de 1610. Dio a estas
lunas el nombre de «estrellas de los
Médicis» en honor a Cosme II, pero
los astrónomos las denominan
actualmente satélites galileanos de
Júpiter. Con el mismo instrumento,
Galileo descubrió que la Vía Láctea
está formada por miríadas de
estrellas y que la superficie de la
Luna no es una superficie esférica
perfectamente lisa (como creían los aristotélicos), sino que está toda ella
marcada por cráteres y tiene cordilleras con montañas de varios kilómetros de
altura (calculó las alturas de las montañas a partir de las longitudes de las
sombras que proyectan sobre la superficie lunar).








Dibujos de la Luna realizados por Galileo Galilei

97
Presentó todos estos descubrimientos en marzo de 1610, en un pequeño libro
titulado Siderius Nuncius (El mensajero de las estrellas). Este libro estaba
dedicado al gran duque Cosme II de Médicis.

Sin embargo, Galileo no dominaba la teoría óptica y los instrumentos
fabricados por él son de calidad muy variable. Algunos telescopios
son prácticamente inutilizables (al menos para la observación
astronómica). En abril de 1610, en Bolonia, por ejemplo, la
demostración del telescopio fue desastrosa, como así lo informa
Martin Horky en una carta a Kepler. Galileo reconoció en marzo de
1610 que, entre los más de 60 telescopios que había construido,
solamente algunos eran adecuados.
Las observaciones de Galileo se enfrentaron en un primer momento con una
oposición todavía más encarnizada, aunque de tipo diferente. Con el
advenimiento del telescopio, el copernicanismo dejó de ser algo esotérico. Ante
todo, ya no era competencia exclusiva del astrónomo versado en técnicas
matemáticas, con lo que se convirtió en una teoría más inquietante y, para
algunos, aún más peligrosa.

El autor de Siderius Nuncius se hizo famoso entre las personas cultas de todo
el mundo (el libro se tradujo al chino antes de los cinco años posteriores a su
publicación) y estaba claro que supondría un honor añadido para cualquier
Estado al que Galileo sirviera, especialmente al Estado en el que nació. En
mayo de 1610, Galileo aceptó la oferta de ocupar la cátedra de
matemáticas en la Universidad de Pisa, siendo nombrado filósofo y
matemático vitalicio de la Corte del Gran Duque de Toscana, con un salario de
1000 coronas anuales. En cualquier caso no tendría que dedicarse a ningún
tipo de actividad como enseñante.
Galileo no se sentía en absoluto comprometido con la República de Venecia,
puesto que, según decía, aún no había comenzado a recibir el aumento de
salario prometido, y el nuevo contrato no había entrado en vigor, por lo cual
volvió a Florencia para asumir sus nuevas obligaciones en octubre, justo
cuando le llegaron noticias de que Kepler había observado realmente los
cuatro satélites de Júpiter.
El traslado ocasionó grandes cambios en la vida privada de Galileo. Su mujer
Marina Gamba decidió quedarse en Padua, donde había vivido toda su vida, y
la pareja se separó, según parece amistosamente. Las dos hijas de Galileo
fueron a vivir con la madre de éste en Florencia, mientras su hijo permanecía
con Marina por el momento, hasta que tuviera una edad adecuada para
reunirse con su padre. Sin embargo, estos altibajos personales fueron poca
cosa comparados con las consecuencias que los nuevos descubrimientos
científicos de Galileo iban a provocar al sacudir un nido de avispas.
Las observaciones astronómicas eran una prueba directa de la exactitud del
modelo copernicano. Un contraargumento que habían utilizado anteriormente
los peripatéticos era, por ejemplo, que, dado que la Luna describe una órbita

98
en torno a la Tierra, no era posible que la Tierra describiera al mismo tiempo
una órbita alrededor del Sol, porque en ese caso la Tierra y la Luna se
separarían la una de la otra. Al descubrir cuatro satélites que giraban
describiendo órbitas en torno a Júpiter, el cual describía por sí mismo
evidentemente una órbita en torno a alguna otra cosa (si esa cosa era la Tierra
o el Sol, era algo que no afectaba para nada a este argumento), Galileo
demostró la posibilidad de que la Luna estuviera girando en órbita alrededor de
la Tierra, aunque la Tierra también se moviera. Poco antes de marcharse de
Padua, Galileo observó algo extraño en relación con el aspecto de Saturno, y
aunque la explicación del fenómeno tendría que esperar a que la obra de
Christiaan Huygens lo aclarara, dicho fenómeno indicaba claramente que
Saturno no era una esfera perfecta. Poco después de su llegada a Florencia,
Galileo descubrió las fases de Venus, que son unos cambios en el aspecto del
planeta similares a las fases de la Luna y que sólo se pueden explicar si Venus
describe una órbita alrededor del Sol. Pero, aún hay más con respecto a esto,
ya que Galileo había recibido una carta de un antiguo alumno, Benedetto
Castelli, en la que éste le indicaba que, si el modelo copernicano era correcto,
Venus «debía» mostrar distintas fases. Aunque Galileo ya había comenzado a
realizar observaciones del planeta Venus cuando recibió la carta, y no tardó en
contestar a Castelli diciéndole que su predicción era correcta, éste es un
ejemplo típico de cómo se utiliza una hipótesis científica para hacer una
predicción que luego se comprueba mediante la observación, viéndose
finalmente que la predicción apoya la hipótesis —el más potente tipo de
aplicación del auténtico método científico.
Nada de esto logró convencer a los aristotélicos más intransigentes, quienes
sencillamente se negaban a aceptar que lo que se veía a través del
telescopio fuera real, imaginándose que era algún tipo de objeto producido
por las lentes. El propio Galileo comprobó esta posibilidad observando cientos
de objetos a través del telescopio y comparando sus imágenes con lo que
podía ver de cerca, directamente, con el fin de averiguar si el instrumento hacía
algo que no fuera ampliar los objetos, y llegó a la conclusión de que era real
todo lo que veía a través del telescopio. Una de las cosas que Galileo observó
también por aquella época, utilizando un telescopio, fue la existencia de unas
formas oscuras sobre la superficie del Sol: las manchas solares. Otros
astrónomos las habían visto ya, pero Galileo no estaba enterado de eso.
Aquellas manchas visibles en la superficie del Sol parecían ser otra realidad
que socavaba la perfección celeste en la que creían los aristotélicos.
Aunque todas estas pruebas eran ciertamente contrarias a la idea
aristotélica y se podían utilizar para apoyar el modelo copernicano,
Galileo había puesto sumo cuidado en no asumir el modelo de
Copérnico públicamente, porque tenía muy presente el destino de
Giordano Bruno.
Prefirió presentar sus pruebas y dejar que las observaciones hablaran por sí
mismas, convencido de que, más bien pronto que tarde, incluso la Iglesia de
Roma tendría que aceptar las implicaciones. Se fue a Roma con un telescopio
bajo el brazo.

99

Como un primer paso en este proceso, en marzo de
1611, Galileo partió para visitar Roma como embajador
científico oficial del Estado de Toscana. Esta visita, que
se prolongó hasta julio, fue a primera vista un triunfo. No
sólo fue recibido por el Papa (que aún era Pablo V), sino
que se le permitió hablar con Su Santidad en pie, en vez
de tener que hacerlo arrodillado.



El propio cardenal Bellarmine miró a través del telescopio de Galileo
y nombró lo que llamaríamos actualmente un comité científico de
sacerdotes eruditos que examinaría las afirmaciones de Galileo
relativas a lo que había observado con el instrumento. Los miembros
de este comité (jesuitas) llegaron a las siguientes conclusiones:
1. La Vía Láctea está formada realmente por un gran número de estrellas;
2. Saturno tiene una extraña forma ovalada con protuberancias a cada lado;
3. La superficie de la Luna es irregular;
4. Venus presenta fases;
5. Júpiter tiene cuatro satélites.

Era un resultado oficial. Sin embargo, no se hizo mención de ninguna de las
posibles implicaciones derivadas de estas observaciones.
Además, mientras estuvo en Roma, Galileo se convirtió en miembro de la que
se considera la primera sociedad científica del mundo, un grupo conocido como
la Accademia dei Lincei (de los linces), que había sido fundada por cuatro
jóvenes aristócratas en 1603.
Nota: La Academia dei Lincei fundada en 1603 por Federico Cesi, fue la primera
academia de Ciencias en Italia que perduró a lo largo de los años. La academia
fue bautizada por el lince, un animal cuya aguda visión simboliza la destreza en la
observación requerida por la ciencia. En 1871, la academia se convirtió en la
academia científica oficial del país.

Fue en un banquete que los «linces» celebraron en honor de Galileo donde se
propuso por primera vez llamar «telescopio» a aquel instrumento amplificador.
Durante el tiempo que pasó en Roma, Galileo hizo también exhibiciones de
manchas solares, utilizando un aparato, que actualmente es un objeto habitual,
para proyectar en una pantalla blanca la imagen del Sol que se veía a través
de un telescopio. Pero no parece que en aquel momento Galileo considerara
importante el descubrimiento de aquellas formas oscuras presentes en la
superficie solar. En junio, volvió triunfante a Florencia, después de haber
cubierto de gloria el nombre de Toscana por haber sido recibido tan
favorablemente en Roma y haber obtenido (según creía él) cierto tipo de

100
aprobación oficial para su trabajo.
3.5.6.-Las Ideas Copernicanas de Galileo son consideradas heréticas
Aunque todavía era extremadamente precavido con respecto a lo que enviaba
a la imprenta, a raíz de su éxito en Roma, Galileo empezó a hablar más
abiertamente sobre las ideas copernicanas. Sin embargo, cualesquiera que
fuesen sus declaraciones públicas sobre esta cuestión, en esta época los
sentimientos más íntimos de Galileo respecto al copernicanismo están
fielmente reflejados en una carta que envió a la Gran Duquesa Cristina (se
escribió realmente en 1614):

“Sostengo que el Sol está situado en el centro de las órbitas
celestes y no cambia de lugar, y que la Tierra realiza un
movimiento de rotación en torno a sí misma y se desplaza
alrededor del Sol». Es imposible ser más claro. Pero ¿qué hay de
las preocupaciones de la Gran Duquesa Cristina, sobre la
posibilidad de que todo esto chocara con la doctrina bíblica? «En
las discusiones sobre fenómenos naturales», escribió Galileo, «no
debemos partir de la autoridad de los pasajes bíblicos, sino de la
experiencia sensorial y de las necesarias demostraciones».


Su cautela ante la publicidad se rompió sólo en una ocasión, en 1613, cuando
escribió un pequeño libro sobre las manchas solares (en realidad este libro fue
publicado por la Accademia dei Lincei). En relación con este hecho hubo dos
aspectos desafortunados. En primer lugar, en un prólogo quizás excesivamente
generoso, los «linces» atribuían a Galileo el mérito de haber descubierto
manchas en el Sol. Esto provocó una enconada pelea con el astrónomo jesuita
Christopher Scheiner, quien (probablemente con razón) afirmó haberlas visto
antes que Galileo (de hecho, el inglés Thomas Harriott y el holandés Johann
Fabricius se habían adelantado a ambos en este descubrimiento). En segundo
lugar, en un apéndice de este libro sobre las manchas solares, aparece la
única afirmación clara y sin ambigüedades que Galileo publicó en defensa
de las teorías copernicanas, utilizando el ejemplo de las lunas de Júpiter para
justificar su alegato.
“La intención del Espíritu Santo consiste en enseñarno como se va al
cielo y no como va el cielo” ( Galileo Galileo)

101

Christopher Scheiner (1575-1650) Thomas Harriot (1560-1621)
Este libro y los comentarios no publicados que hizo a favor de las teorías
de Copérnico fueron el detonante que empezó a provocar críticas contra
Galileo. Confiando en la eficacia de su alegato y en la seguridad de que tenía
amigos en Roma, Galileo, después de sufrir una enfermedad en 1615, cuando
estaba ya próximo a cumplir 52 años, obtuvo un permiso para ir a Roma a
finales de año con el propósito de aclarar la situación. Lo hizo desoyendo los
consejos del embajador de Toscana en Roma, quien afirmó que existía un
ambiente hostil contra Galileo en ciertos sectores desde su visita de 1611, a
pesar del éxito aparente de ésta (a los ojos de sus oponentes, un éxito
excesivo), e indicó que otra visita no haría sino empeorar las cosas. A pesar de
estas advertencias, el 11 de diciembre de 1615 Galileo se convirtió en huésped
oficial del embajador en la residencia de éste en Roma.
La presencia de Galileo en Roma llevó las
cosas a un punto decisivo, por unos
derroteros que él no se había imaginado
previamente. Siguiendo el consejo de
Bellarmine (que entonces tenía ya 73 años,
pero continuaba detentando el poder detrás
del trono de San Pedro), Pablo V formó una
comisión papal que tendría que decidir si
las teorías de Copérnico eran heréticas. La
conclusión a la que llegó oficialmente esta
comisión fue que la idea de que el Sol
estuviera en el centro del universo era
«estúpida y absurda... Además de ser
formalmente una herejía». A continuación,
afirmaban que la teoría según la cual la Tierra
se desplaza por el espacio era «como mínimo
un auténtico error».
Galileo ante la Santa Inquisición

102
Nota: Dado que existe una cierta ambigüedad en los
testimonios que se han conservado, ha sido materia de
discusión entre historiadores la cuestión relativa a lo que
sucedió después con respecto a Galileo. Sin embargo, Stillman
Drake( imagen) de la Universidad de Toronto, ha conseguido
hacer el relato aparentemente más verosímil sobre los sucesos
de finales de febrero de 1616, basándose en lo que sucedió con
posterioridad a estas fechas. Mas o menos pudo ocurrir lo
siguiente: El 24 de febrero, Pablo V dio instrucciones a
Bellarmine para que le representara personalmente y le dijera a
Galileo que no debía «sostener, ni defender» ninguna de las
dos teorías sobre las que había emitido su juicio la comisión.
Dicho de otra manera, Galileo estaba equivocado al creer en la teoría copernicana y
debía abstenerse de dar argumentos a su favor, incluso desde la perspectiva de
abogado del diablo, si se diera el caso. Pero las instrucciones del Papa iban más
allá. Si, y sólo si, Galileo se oponía a cumplir lo que se le indicaba, la Inquisición
(la famosa arma judicial del Papado responsable de combatir a los herejes) le
advertiría formalmente, en presencia de un notario y de testigos, de que debía
abstenerse de «sostener, defender y enseñar» las teorías de Copérnico. La
diferencia crucial surgida al formular esta advertencia oficial es que, sin ella, a Galileo
se le hubiera permitido enseñar a sus discípulos las teorías copernicanas, e incluso
escribir sobre ellas, con tal de que hubiera tomado la precaución de explicar que se
trataba de ideas heréticas y que él, Galileo, no las suscribía.
El 26 de febrero, Bellarmine recibió a Galileo para transmitirle la decisión del
Papa. Por desgracia, los representantes de la Inquisición, con testigos y todo,
estaban presentes en la misma sala, dispuestos a intervenir si Galileo
mostraba cualquier indicio de rechazo a cumplir lo que Bellarmine tenía que
decirle. Bellarmine fue al encuentro de Galileo cuando éste llegaba a la puerta
de entrada y le dijo en susurros que, pasara lo que pasara, debía aceptarlo y
no plantear objeciones. Galileo, que sabía demasiado bien quiénes eran las
otras personas que estaban allí, escuchó atentamente la advertencia del Papa
y, desde luego, no puso objeciones. En ese momento, intervino la Inquisición,
que no estaba dispuesta a que aquel hombre se le escapara, y formuló la
segunda advertencia, que hacía referencia a la enseñanza. Bellarmine, furioso
(o al menos fingiendo ira para dar una buena impresión y cubrir sus actos),
sacó a Galileo de la sala antes de que se firmara documento alguno. Sin
embargo, esto no impidió que la Inquisición depositara en el registro oficial un
conjunto de «actas» de la reunión, no firmadas y no refrendadas por el notario
ni por los testigos. Comenzaron a propagarse rumores de que Galileo había
sido castigado de alguna manera por la Inquisición y de que en cierto modo era
culpable como mínimo de algún tipo de infracción. También se murmuraba que
se le había obligado a abjurar de sus creencias y a hacer penitencia delante de
la Inquisición.
Está claro que Bellarmine explicó a Pablo V cuál era la situación real, ya que el
11 de marzo Galileo acudió a una larga y amistosa audiencia con el Papa, el
cual afirmó expresamente que Galileo no tendría que preocuparse por su
postura mientras este pontífice viviera. A pesar de esto, Galileo continuaba
preocupado y volvió a consultar con Bellarmine, que escribió una declaración
jurada en la que hacía constar que Galileo no había abjurado, ni había hecho
penitencia alguna, ni había sido castigado por sus puntos de vista, sino que

103
sencillamente había sido informado sobre el nuevo edicto general que afectaba
a todos los miembros de la fe católica. En la confianza de que estaba a salvo,
al menos por el momento, Galileo regresó a Toscana.
Aunque los últimos años de la vida de Galileo estuvieron marcados por las
enfermedades (aparte de su problema de artritis, sufría una grave hernia que a
menudo le dejaba incapacitado) y el trabajo de preparación de su gran libro
avanzaba lentamente, continuó realizando trabajos científicos entre sus 50 y
sus 70 años de edad, incluido un intento de utilizar los movimientos regulares y
predecibles de las lunas de Júpiter como si constituyeran una especie de reloj
astronómico gracias al cual los navegantes podrían conocer la hora exacta
mientras estaban en el mar y determinar así la longitud a la que se encontraba
su nave (una buena idea, en principio, aunque las observaciones exactas que
resultaban necesarias para ello eran impracticables con el movimiento de la
cubierta del barco en el mar), y también realizó trabajos importantes sobre
magnetismo. Todo esto sucedió en el marco de ciertos cambios que tuvieron
lugar en la vida privada de Galileo. En parte por el reconocimiento a su
avanzada edad, en 1617 Galileo pudo trasladarse a una hermosa villa —casi
un palacio—, llamada Bellosguardo, situada sobre una colina al oeste de
Florencia. El traslado a esta villa se produjo simultáneamente con la entrada
de sus hijas Virginia, de 16 años, y Livia, de 15, en un convento situado cerca
de allí, concretamente en Arcetri, donde profesaron en la orden de las clarisas
pobres. Esta decisión no fue consecuencia de profundas convicciones
religiosas por parte de las muchachas; Galileo vio que esta maniobra era el
único modo de que sus hijas ilegítimas tuvieran una cierta seguridad en el
futuro, ya que ningún hombre respetable se casaría con ellas, salvo que
tuvieran una rica dote, pero su padre no tenía intención de volver a implicarse,
de nuevo, en un asunto de dotes. Al entrar en la orden, Virginia tomó el
nombre de María Celeste y Livia el de Arcangela. Galileo permaneció cerca
de sus hijas, tanto geográfica como emocionalmente, y visitó a menudo el
convento; las cartas que se han conservado de la correspondencia entre María
Celeste y su padre dan una visión precisa de lo que fueron los últimos años de
Galileo.
En el aspecto científico, nada más instalarse en Bellosguardo, Galileo se vio
envuelto de nuevo en una controversia. En 1618, se pudo observar tres
cometas y, cuando un grupo de jesuitas (entre los que estaba Scheiner)
publicó un informe bastante fantástico sobre su significado, Galileo
respondió de manera mordaz, sugiriendo con sarcasmo que aquellos jesuitas
parecían pensar que «la filosofía es como una obra de ficción que puede
inventar cualquier escritor, como por ejemplo La Illiada», y a continuación dijo
lo siguiente sobre el libro del universo:
“No se puede comprender, a menos que se aprenda primero a entender el
lenguaje y a leer el alfabeto en que está escrito. Está expresado en el
lenguaje de las matemáticas y sus caracteres son triángulos, círculos y
otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible
comprender una sola palabra; sin esto, lo que se hace es caminar
vagando por un laberinto oscuro”
Galileo captaba el sentido de las cosas, lo cual es ciertamente un rasgo que

104
distingue a la ciencia actual. Por desgracia, en esta ocasión la explicación dada
por Galileo sobre los cometas era errónea, por lo que no tiene sentido que
entremos en los detalles de su argumentación al respecto. Pero, por
proclamar que los jesuitas contaban cuentos de hadas, mientras que él
hablaba de hechos, Galileo iba acumulando problemas en Roma.
A principios de la década de 1620, cuando la guerra de los Treinta Años se
decantaba momentáneamente a favor del bando católico, en Italia la situación
política cambiaba de tal forma que llegaría a afectar dramáticamente a Galileo.
En 1621, murieron tres de las personas que estaban más profundamente
involucradas en los conflictos de Galileo: Cosme II (a los 30 años de edad),
que era su protector en Toscana; el papa Pablo V; y uno de los contactos más
importantes de Galileo en Roma, el cardenal Bellarmine (unas pocas
semanas antes de cumplir los 79 años). La muerte de Cosme II dejó el
gobierno de Toscana en manos de su esposa y de su madre, que ejercieron de
regentes, ya que el futuro Fernando II sólo contaba 11 años de edad. Aunque
Galileo gozaba todavía de favores en la Corte, el hecho de que el sucesor al
trono fuera menor de edad debilitó gravemente la influencia de Toscana dentro
de la política italiana y redujo la capacidad del Estado toscano para proteger a
cualquiera que hubiera caído en desgracia en Roma. La muerte de Bellarmine
dejó a Galileo privado de un testigo a su favor de cara a los acontecimientos
cruciales de 1616, aunque al menos disponía de la declaración escrita de
Bellarmine. Sin embargo, el fallecimiento de Pablo V parecía en principio una
buena noticia para la ciencia. Le sucedió Gregorio XV, un sustituto anciano
que falleció en 1623, cuando parecía finalmente que las cosas iban mejor para
Galileo.
Justo antes de morir Gregorio XV( imagen) Galileo
recibió un permiso oficial de Roma para publicar un
nuevo libro, El aquilatador, que había surgido a partir
de sus trabajos sobre los cometas, pero terminó
cubriendo un tema mucho más amplio y presentando
claramente su argumentación científica —la famosa
cita que hemos reproducido anteriormente sobre el
hecho de que el universo «se expresa en el lenguaje
de las matemáticas» está tomada de este libro.
Galileo también había estado cultivando nuevas
amistades en las altas esferas —uno de éstos,
Francesco Barberini, perteneciente a una de las
familias más poderosas de Roma. En junio de aquel
año, Galileo recibió una carta del cardenal Maffeo Barberini, tío de Francesco
(y un hombre que anteriormente había dedicado, por escrito, grandes
alabanzas a Galileo por sus logros científicos), dándole las gracias por la ayuda
que había prestado a su sobrino. El tono de esta carta era más que amistoso.
Los Barberini, decía el cardenal, «estarán siempre dispuestos a prestaros
cualquier servicio». Dos semanas después de que esta carta fuera escrita,
falleció Gregorio XV.

105

Su sucesor electo fue el cardenal Maffeo Barberini,
que adoptó el nombre de Urbano VIII (imagen) y
pronto, entre otras cosas, nombró cardenal a su
sobrino Francesco. Con la misma celeridad y
bastante más tacto político, los miembros de la
Accademia dei Lincei se apresuraron a dedicar a
Urbano VIII el libro El aquilatador (El Saggiatore),
que estaba justamente a punto de imprimirse, y
además adornaron la portada con el escudo de
armas de los Barberini, en el que figuraban tres
abejas. El Papa quedó muy complacido e hizo que
se le leyera el libro en voz alta mientras tomaba sus
comidas, partiéndose de risa con las pullas
dedicadas a los jesuitas.


Il Saggiatore, que finalmente fue publicado en 1623, está dirigido al cardenal Virginio
Cesarini, tesorero del Papa, miembro de la Academia dei Lincei y amigo de Galileo en
Roma. En el último momento se incluyó una dedicatoria a Urbano VIII. La licencia de
impresión por parte de la Inquisición la dio el censor, padre dominico Niccolo Ricardi,
con las más elevadas palabras de reconocimiento: "He leído por orden del Rvdmo. P.
Maestro del Sacro Palacio, esta obra El ensayador, y aparte de que no encuentro en
ella nada que desdiga de las buenas costumbres, ni que contradiga la verdad
sobrenatural de nuestra fe, he advertido tantas bellas consideraciones sobre nuestra
filosofía, que considero que nuestro siglo, no podrá sólo vanagloriarse en el futuro de
haber sido el heredero de las fatigas de los pasados filósofos, sino también de ser el
descubridor de muchos secretos de la naturaleza, que aquéllos no pudieron descubrir,
gracias a la sólida y sutil investigación del autor, considerándome dichoso de haber
nacido en su tiempo, en el que, no con la romana y a bulto, sino con balanzas de
exquisita precisión, se sopesa el oro de la verdad.
Por último, se puede apreciar que la obra Il Saggiatore presenta dos vertientes. Una es
la de carácter científico-filosófico, cuyo valor para la ciencia es fundamental; otra, tal vez
menos conocida, es la vertiente literaria. La obra de Galileo, en su totalidad y en este
último sentido, ha sido destacada por muchos especialistas por su gran calidad. En
particular, Il Saggiatore es alabado por los expertos italianos debido al magistral estilo de
su prosa.

En la primavera de 1624, Galileo viajó a Roma para visitar a los dos Barberini
( el Papa y su sobrino). El Papa le concedió seis audiencias, le otorgaron una
medalla de oro y otros honores (incluso una pensión vitalicia para su hijo
Vincenzio), y además el Papa escribió una carta a Fernando II en la que ponía
a Galileo por las nubes. Pero el mejor de los premios fue el permiso del
Papa para escribir un libro sobre los dos modelos del universo (o los dos
sistemas del mundo, como se llamaban entonces): el modelo de Ptolomeo y el
de Copérnico. La única condición que se le impuso fue que tenía que
exponer los dos modelos con imparcialidad, sin argumentar a favor del
sistema copernicano y limitándose a dar argumentos astronómicos y
matemáticos en ambos casos. Se le permitía «explicar» las teorías
copernicanas, pero no estaba autorizado a «defenderlas».

106
Aunque Galileo había soñado durante mucho tiempo con escribir un libro así (y,
en secreto, había comenzado a esbozar algunos capítulos), tardó en escribirlo
casi tanto tiempo como en soñarlo. Además de sus continuos problemas de
salud y una creciente debilidad, una de las razones no menos importantes por
las que se distrajo fue que, por aquel tiempo, se dedicó al trabajo pionero de
diseñar un microscopio compuesto muy eficaz, con dos lentes talladas cada
una con una forma convexa doble («en forma de lente», según el uso moderno
de la expresión, en vez de ser planas por un lado y prominentes por el otro).
Fue la dificultad de tallar este tipo de lente lo que había retrasado la invención
del microscopio, y nada demuestra más fielmente la habilidad de Galileo en
este oficio que su trabajo pionero en el campo de la microscopía (por la misma
razón, aunque él a menudo lamentaba las dificultades existentes para obtener
vidrio de la calidad necesaria para sus lentes, los telescopios de Galileo
figuraron durante mucho tiempo entre los mejores del mundo en la época en
que él vivió). Las primeras ilustraciones detalladas de insectos, realizadas a
partir de las imágenes obtenidas por Galileo utilizando un microscopio, se
publicaron en Roma en 1625, aunque se tardó un tiempo en percibir el
auténtico impacto que produjo el nuevo instrumento y el papel de Galileo en
este invento pasa desapercibido a menudo frente a la brillantez del resto de
sus logros.
3.5.7.-.Galileo publica el «Diálogo sobre los dos sistemas máximos del
mundo: ptolomaico y copernicano»
El libro de Galileo titulado Diálogo sobre los dos sistemas máximos del
mundo (llamado habitualmente el Diálogo) quedó terminado en noviembre de
1629. Como su título indica, adoptó la forma de un debate imaginado entre dos
personas, Salviati (defendiendo el sistema copernicano) y Simplicio (que
daba argumentos a favor del sistema de Ptolomeo).


La utilización de un diálogo
de este tipo era un recurso
antiguo, que se remontaba a
los antiguos griegos y, en
principio, ofrecía un modo
claro de enseñar teorías no
convencionales (o, en este
caso, heréticas), sin que el
autor tuviera que aprobarlas
al pie de la letra. Sin
embargo, Galileo no siguió
exactamente esta tradición.
Había existido en la realidad un Filippo Salviati, amigo íntimo de Galileo, que
había muerto en 1614, y, al elegir este nombre para el interlocutor copernicano,
Galileo se acercaba peligrosamente a identificarse él mismo con aquella visión
del universo. También había existido un Simplicio (en realidad Simplicius), un
hombre de la Grecia antigua que había escrito un comentario sobre la obra de

107
Aristóteles, por lo que se podía alegar que este nombre era adecuado para el
defensor de Ptolomeo (y de Aristóteles) en el Diálogo. También se podría decir
que este nombre sugiere que sólo un simple creería que el sistema de
Ptolomeo era correcto. La tercera «voz» en este libro era la que aportaba
Sagredo, llamado así por otro viejo amigo de Galileo, Gianfrancesco
Sagredo, que había fallecido en 1620. Se supone que Sagredo era un
comentarista imparcial, que escuchaba el debate entre Salviati y Simplicio,
planteando cuestiones para que fueran debatidas —pero este personaje tendía
cada vez más a apoyar a Salviati frente a Simplicio.


A pesar de esto, al principio parecía que todo iba bien con respecto al libro.
Con el fin de conseguir la aprobación oficial para su publicación, el libro tenía
que ser examinado por un censor en Roma, y el hombre elegido para esta
tarea, Niccolo Riccardi, un fraile dominicano, era precisamente el censor que
había aprobado El aquilatador sin exigir ningún cambio. En mayo de 1630,
Galileo entregó el manuscrito a Riccardi en Roma, pero en junio tuvo que
volver a su casa, porque el brote de una epidemia que se propagaba hacia
Italia amenazaba con alcanzar Florencia e interrumpir las comunicaciones. El
libro recibió un «imprimatur» condicional; Riccardi deseaba que se añadiera
al libro un nuevo prólogo y un nuevo epílogo en los que se dijera que la
postura copernicana se presentaba sólo como una hipótesis, pero estaba
conforme con el manuscrito en su conjunto y, dadas las circunstancias,
dio permiso a Galileo para que regresara a su casa. Riccardi y sus colegas
harían los cambios y luego se los enviarían a Galileo para que los incluyera en
el libro. Cuando estos añadidos llegaron a Florencia, la carta de Riccardi
contenía la siguiente frase: «el autor puede modificar o embellecer la
redacción, siempre que se mantenga lo sustancial».
Galileo tomó esto al pie de la letra, lo cual resultó ser una
gran equivocación.
La impresión tenía que haber sido realizada por la
Accademia dei Lincei en Roma. Sin embargo, la muerte
del príncipe Frederico Cesi( imagen) que estaba al frente
de los «linces», en agosto de 1630, generó la confusión en

108
todos los asuntos de esta institución (en parte porque había estado financiando
sus actividades) y la Iglesia dio su permiso para que la impresión se llevara a
cabo en Florencia. En gran medida por culpa de las dificultades causadas por
la plaga, que se propagó trastornando todas las actividades normales, la
impresión del Diálogo no comenzó hasta junio de 1631, y hasta marzo de 1632
no hubo ejemplares completos a la venta en Florencia.

Se envió inmediatamente unos pocos ejemplares a
Roma —la primera persona que recibió uno de éstos
fue el cardenal Francesco Barberini( imagen), el
sobrino del Papa, que escribió a Galileo para decirle lo
mucho que había disfrutado con el libro. Pero otros
cardenales y jesuitas no se sintieron tan complacidos.

En el Diálogo, una vez más, Galileo suscitaba el
debate sobre las manchas solares, y, de nuevo, no pudo resistirse a lanzar
unas cuantas pullas contra Scheiner, con lo cual consiguió que el viejo jesuita y
sus colegas se enfurecieran. Además estaba la cuestión del material adicional
que había aportado el censor. Galileo había incluido el prólogo con un tipo de
letra diferente del que utilizaba en el resto del libro, indicando así claramente
que no representaba sus propios puntos de vista. Por otra parte, las palabras
finales con las que se descartaba el sistema copernicano, considerándolo
como una mera hipótesis (esencialmente las palabras del Papa, transmitidas a
través del padre Riccardi), se ponían en boca de Simplicio. Sinceramente, no
hay otro personaje en el libro que pueda decir estas palabras, ya que Sagredo
termina tomando partido por Salviati. Pero, se sugirió a Su Santidad que
Galileo lo había hecho deliberadamente, para dar a entender que el propio
Urbano VIII era un simple, y esto enfureció al Papa, quien más tarde diría sobre
Galileo: «No temía burlarse de mi». El resultado fue que se constituyó una
comisión papal para investigar el asunto. Rebuscando en los archivos en
busca de algo que pudieran encontrar sobre Galileo, los jesuitas dieron con lo
que parecía ser una prueba condenatoria: las actas no firmadas de la reunión
de 1616, donde se decía que Galileo había recibido instrucciones en el sentido
de que debía abstenerse de «sostener, defender y enseñar» la teoría
copernicana del universo. Esta fue la prueba decisiva que hizo que Urbano VIII
llamara a Galileo a Roma para someterle a un juicio por herejía —por publicar
un libro que había sido aprobado por el censor oficial y había recibido el
«imprimatur»—. El Papa intentó también detener la distribución del libro, pero
era ya demasiado tarde, dado que la impresión se había llevado a cabo en
Florencia.

109
3.5.8.-Galileo se retracta, después de ser amenazado
con la tortura
Para retrasar el viaje a Roma, Galileo alegó como
impedimentos su avanzada edad y su enfermedad (de
hecho, estaba enfermo una vez más), sabiendo qué
implicaba aquel tipo de invitación, como lo había sabido
también su amigo Paolo Sarpi(imagen) (que había fallecido
en 1623). Intentó asimismo conseguir el apoyo político del
Estado de Toscana para mantener a raya a la Inquisición,
sin embargo, aunque en 1629 Fernando II había asumido
formalmente sus funciones como Gran Duque, a la edad de
19 años, su juventud y su inexperiencia hacían que Toscana no pudiera
ofrecer a Galileo el mismo nivel de ayuda que Venecia había ofrecido a
Sarpi en su momento.
La verdad es que, cuando Galileo llegó finalmente a Roma, el 13 de febrero de
1633, recibió un buen trato, en comparación con el que solían recibir otros
huéspedes de la Inquisición. Aunque, debido a la cuarentena, había tenido que
esperar durante tres agotadoras semanas en la frontera de Toscana (esto
indica hasta qué punto la epidemia alteraba las comunicaciones), una vez que
llegó a Roma se le permitió, al principio, alojarse en la Embajada de Toscana.
Incluso cuando comenzó el juicio, en el mes de abril, estuvo alojado en un
cómodo conjunto de habitaciones (al menos su estancia habría sido confortable
de no ser por sus dolores artríticos que le hacían lamentarse continuamente
noche tras noche), en vez de ser arrojado a un malsano y húmedo calabozo. El
juicio al que se vio sometido Galileo se ha descrito ya muchas veces y con todo
detalle, por lo que no es necesario que lo reflejemos aquí.

Sin embargo, para dejar claro lo poco que tenía la
acusación para ir contra Galileo, mencionaremos que
entre sus supuestos «crímenes» se incluía el hecho
de que había escrito en italiano, en vez de hacerlo en
latín, de tal forma que las personas menos cultivadas
pudieran comprender sus palabras, y que además
había escrito un elogio de la obra de William
Gilbert(imagen) un «hereje perverso, un pendenciero
y sofisticado defensor de Copérnico».


Pero, la cuestión fundamental era si Galileo había desobedecido la orden
del Papa de no enseñar el sistema copernicano en ningún caso. En
relación con esta cuestión, las actas no firmadas correspondientes a la reunión
de 1616, que eran la baza de los jesuitas, quedaron sin valor cuando Galileo
presentó el documento firmado que el cardenal Bellarmine había escrito de su
puño y letra, en el que se establecía que Galileo no podría «ni sostener, ni

110
defender» aquellas teorías, pero en absoluto estaba más obligado que
cualquier otro miembro de la Iglesia Católica. Sin embargo, ningún acusado se
le escapaba a la Inquisición y, una vez que había empezado aquel juicio
espectacular, el único veredicto concebible era alguno en el que se declarase a
Galileo culpable de algo, con el fin de aplicarle un castigo que sirviera de
advertencia para otros. Desde el punto de vista de la Inquisición, el problema
era que presentar un falso cargo de herejía era un crimen tan grave como la
herejía misma. Si Galileo no era culpable, entonces lo eran sus acusadores —y
esos acusadores eran las máximas autoridades de la Iglesia Católica—. En
consecuencia, había que obligar a Galileo a confesarse culpable de algo.

El Juicio a Galileo
Fue necesario todo un ejercicio de persuasión por parte del cardenal
Barberini, que actuó defendiendo los intereses de Galileo hasta el final, para
hacer que el anciano se diera cuenta de que realmente tenía que confesar,
incluso sin ser culpable, o los torturadores empezarían a trabajar. Finalmente,
Galileo comprendió cuál era su verdadera situación e hizo la famosa
declaración en la que afirmaba no creer en el sistema copernicano y confesó
que su error había sido ir demasiado lejos al defender las teorías de Copérnico
en su libro, cosa que había hecho por un sentimiento de orgullo que estaba
fuera de lugar, queriendo demostrar su habilidad para presentar dichas teorías
de un modo plausible (y sólo con fines didácticos). Yo «abjuro, maldigo y
aborrezco mis errores», declaró Galileo. Tenía 69 años, sufría dolores por su
artritis crónica y le aterrorizaba la perspectiva de ser torturado. No hay pruebas
en absoluto de que pronunciara las famosas palabras eppur, si muove («sin
embargo, se mueve»); si lo hubiera hecho, y le hubiesen oído, habría
terminado en el potro de tortura o en la hoguera (probablemente en ambos).
Los jesuitas obtuvieron públicamente su victoria y todo lo que quedaba por
hacer era dictar la sentencia: cadena perpetua. En realidad, sólo siete de los
diez cardenales que formaban el tribunal de la Inquisición firmaron la sentencia,
siendo Barberini uno de los tres que se negaron a hacerlo.

Siguiendo al profesor Ignacio Pérez ( Universidad de Bilbao) : “El historiador de
la ciencia italiano Pietro Redondi (1988) tras analizar documentos del Vaticano
que habían permanecido secretos durante más de tres siglos propuso que el juicio
a Galileo no estuvo motivado realmente por las razones aducidas en su momento,

111
sino que obedecía a una causa más profunda. Según Redondi, el juicio fue la
consecuencia de que Galileo defendiese una visión mecanicista del Mundo y de
otros motivos de más enjundia teológica. Sea como fuere, en la actualidad está
ampliamente aceptado que el juicio a Galileo no fue consecuencia de algo tan
simple como el enfrentamiento entre la objetividad científica y el
oscurantismo religioso…. como ha documentado César Tomé, las razones
científicas a favor de la cosmovisión copernicana no eran tan contundentes
entonces como lo fueron posteriormente. Y no resultaba fácil desprenderse de la
visión del Mundo que había sido considerada verdadera desde hacía siglos sin
que las pruebas en contra fueran concluyentes. Y por la otra, a Galileo se le había
indicado –y él así lo había aceptado- que podía enseñar la teoría copernicana
como una hipótesis, esto es, como un instrumento matemático para predecir los
movimientos de los planetas, pero que no debía presentarlos como físicamente
verdaderos. Y sin embargo, en el Diálogo, no sólo desobedeció esa orden, sino
que incluyó pasajes que podían interpretarse como una cierta burla del Papa. Bajo
esas circunstancias las autoridades eclesiásticas lo condenaron y le obligaron a
retractarse. Fue condenado a arresto domiciliario, y aunque fue amenazado con la
tortura no llegó a ser torturado. Muchos historiadores sostienen que si Galileo
hubiera sido sólo un poco más diplomático, podía haber persuadido a la Iglesia de
que suavizase su oposición y las cosas habrían adquirido un rumbo diferente del
que tomaron. Al fin y al cabo, dentro de la Iglesia había varias facciones, y aunque
unas eran hostiles, otras eran partidarias de Galileo.
Un elemento importante a la hora de valorar todo este asunto es que Galileo era
un ferviente creyente y tenía, además, grandes amigos en la jerarquía de la
Iglesia. Por lo tanto, no era alguien que estuviera interesado en socavar la
autoridad de la jerarquía católica. Pero pensaba, eso sí, que la Naturaleza era
una fuente de conocimiento verdadero tan válida como la Biblia. La forma en
que él expresaba esta idea es que, al igual que las Escrituras, también el Libro de
la Naturaleza había sido escrito por Dios y, por lo tanto, había de ser considerado
también como fuente de verdad. Por ello, reivindicaba que los filósofos naturales
debían ser considerados expertos a la hora de interpretar los dos textos de autoría
divina: la Biblia y la Naturaleza. Así, si el modelo copernicano del Mundo resultaba
ser físicamente válido de acuerdo con los mejores intérpretes del Libro de la
Naturaleza (los filósofos naturales como él), y dado que dos verdades no podían
ser mutuamente contradictorias, Galileo defendía que las referencias bíblicas al
carácter estacionario de la Tierra y la movilidad del Sol debían ser tomadas como
elementos metafóricos adecuados para ser comprendidos por el pueblo llano. De
este modo Galileo pretendía legitimar su papel como experto, sin necesidad de
entrar en conflicto con los otros expertos, los teólogos. El Libro de la Naturaleza,
que era la fuente de conocimiento de los especialistas en filosofía natural,
era, al fin y al cabo, tan fuente de conocimiento divino como las Escrituras.
Galileo llegaba incluso a poner por delante al Libro de la Naturaleza, dado
que la ambigüedad de los textos bíblicos salía mal parada al compararla con
la claridad del otro Libro. Por eso pensaba que el filósofo natural se encontraba
en mejor posición que el teólogo a la hora de interpretar la palabra de Dios”

Aunque la sentencia se cumplió, gracias a Barberini las condiciones fueron
haciéndose gradualmente menos duras. Primero fue un arresto domiciliario en
la embajada de Toscana en Roma, luego pasó Galileo a estar bajo la custodia
del arzobispo de Siena (que simpatizaba con él) y finalmente todo quedó en el
confinamiento del anciano en su propio domicilio cerca de Arcetri, desde
principios de 1634. Poco después de que Galileo regresara a su casa por
última vez (no se le permitía salir de Arcetri ni siquiera para acudir a sus
médicos en Florencia, aunque se le dio autorización para visitar el convento),
falleció su hija María Celeste, el 2 de abril de 1634.

112
3.5.9.-Galileo publica «Dos ciencias nuevas…
Aislado en Bellosguardo, Galileo terminó el más importante de todos sus
libros, Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre dos ciencias
nuevas (denominado habitualmente Dos ciencias nuevas), que recopilaba
todos sus trabajos sobre mecánica, inercia y péndulos (es decir, la ciencia de
los objetos en movimiento), sobre la fuerza de los cuerpos (la ciencia de los
objetos que no se mueven), así como la descripción del método científico.
Aplicando el análisis matemático a temas cuyo estudio hasta entonces había
sido prerrogativa de los filósofos, Dos ciencias nuevas fue el primer texto
científico moderno, en el que se explicaba que el universo está gobernado por
leyes que la mente humana puede comprender y está sometido a fuerzas
cuyos efectos se pueden calcular utilizando las matemáticas. El manuscrito se
sacó clandestinamente de Italia y Louis Elzevir lo imprimió en Leiden en 1638.
Este libro tuvo una enorme influencia en el desarrollo de la ciencia en Europa
durante las décadas siguientes, una influencia mayor incluso que la producida
por el Diálogo, que se había traducido a muchos idiomas. Al decir que su
influencia fue enorme, nos referimos a todos los países excepto Italia; como
resultado directo de la condena de las obras de Galileo por parte de la Iglesia
de Roma, desde la década de 1630 Italia, que había sido escenario del primer
florecimiento de la cultura renacentista, se quedó atrasada en todo lo relativo a
la investigación del modo en que funciona el universo.
3.5.10.-Muerte de Galileo

En la época en que se publicó Dos ciencias nuevas,
Galileo se había quedado ciego. Pero, incluso
después de esta desgracia, continuó trabajando e
inventó un escape para los relojes de péndulo, que
explicó a su hijo Vincenzio, quien de hecho construyó
un reloj con este mecanismo después de morir
Galileo. Unos relojes similares se difundieron por
Europa a finales del siglo XVII, pero su construcción
se basaba en los trabajos realizados
independientemente por Christiaan Huygens. A
partir de finales de 1638, Galileo tuvo a Vincenzo
Viviani como ayudante —trabajó como escribiente de
Galileo y escribiría más tarde su primera biografía,
difundiendo muchas de las leyendas que dan color a
la visión popular del gran maestro que existe
actualmente. Desde los primeros días de noviembre
de 1641, Galileo se vio obligado a guardar cama por
una fiebre débil pero continua, con dolores de riñones y fuertes palpitaciones
del corazón. Junto a él permanecían ininterrumpidamente los dos discípulos.
Evangelista Torricelli y Vincenzio Viviani; Galileo gustaba todavía de seguir
atentamente sus discusiones científicas, pero cada vez le era más difícil tomar
parte directamente en ellas, estaba enormemente cansadoy con una voz casi
inaudible.

113
La noche del 8 de enero de 1642 —como narra Viviani— "con filosófica y
cristiana constancia entregó su alma al Creador, enviándose ésta, y así tener
de cerca esas eternas e inmutables maravillas que por medio de un frágil
artificio con tanta avidez e impaciencia había procurado acercar a nuestros ojos
mortales”. Galileo murió tranquilamente mientras dormía durante la noche de 8
al 9 de enero de 1642, unas pocas semanas antes del día en que habría
cumplido 78 años.
“Su cuerpo —prosigue Viviani— fue trasladado de la villa de Arcetri a
Florencia, y por encargo de nuestro Serenísimo Gran Duque hecho guardar en
el templo de Santa Croce, donde se halla la antigua sepultura de la noble
familia de los Galilei.
Justo dos años antes, en 1640, el francés Pierre Gassendi (1592-1655) había
llevado a cabo un experimento definitivo para comprobar la naturaleza de la
inercia: pidió prestada una galera de la armada francesa (el medio de
transporte más rápido que existía en aquel tiempo) y la hizo avanzar movida
por los remos por el Mediterráneo, estando el mar en calma, mientras se
dejaba caer una serie de bolas desde lo más alto del mástil a la cubierta. Todas
las bolas cayeron al pie del mástil; ninguna se quedó atrás a causa del
movimiento de la galera. Gassendi estuvo fuertemente influido por los escritos
de Galileo, y éste es un ejemplo de cómo influyó la revolución que Galileo, más
que ningún otro,
3.5.11.-La sentencia de la Inquisición a Galileo Galilei

Por cuanto tú, Galileo, hijo del difunto Vincenzio Galilei, de Florencia, de setenta
años de edad, fuiste denunciado, en 1615, a este Santo Oficio, por sostener como
verdadera una falsa doctrina enseñada por muchos, a saber: que el Sol está
inmóvil en el centro del mundo y que la Tierra se mueve y posee también un
movimiento diurno; así como por tener discípulos a quienes instruyes en las
mismas ideas; así como por mantener correspondencia sobre el mismo tema con
algunos matemáticos alemanes; así como por publicar ciertas cartas sobre las
manchas del Sol, en las que desarrollas la misma doctrina como verdadera; así
como por responder a las objeciones que se suscitan continuamente por las
Sagradas Escrituras, glosando dichas Escrituras según tu propia interpretación; y
por cuanto fue presentada la copia de un escrito en forma de carta, redactada
expresamente por ti para una persona que fue antes tu discípulo, y en la que,
siguiendo la hipótesis de Copérnico, incluyes varias proposiciones contrarias al
verdadero sentido y autoridad de las Sagradas Escrituras; por eso este sagrado
tribunal, deseoso de prevenir el desorden y perjuicio que desde entonces
proceden y aumentan en menoscabo de la sagrada fe, y atendiendo al deseo de
Su Santidad y de los eminentísimos cardenales de esta suprema universal
Inquisición, califica las dos proposiciones de la estabilidad del Sol y del
movimiento de la Tierra, según los calificadores teológicos, como sigue:

1. La proposición de ser el Sol el centro del mundo e inmóvil en su sitio es
absurda, filosóficamente falsa y formalmente herética, porque es precisamente
contraria a las Sagradas Escrituras.

2. La proposición de no ser la Tierra el centro del mundo, ni inmóvil, sino que se
mueve, y también con un movimiento diurno, es también absurda, filosóficamente
falsa y, teológicamente considerada, por lo menos, errónea en la fe.

Pero, estando decidida en esta ocasión a tratarte con suavidad, la Sagrada
Congregación, reunida ante Su Santidad el 25 de febrero de 1616, decreta que su

114
eminencia el cardenal Bellarmino te prescriba abjurar del todo de la mencionada
falsa doctrina; y que si rehusares hacerlo, seas requerido por el comisario del
Santo Oficio a renunciar a ella, a no enseñarla a otros ni a defenderla; y a falta de
aquiescencia, que seas prisionero; y por eso, para cumplimentar este decreto al
día siguiente, en el palacio, en presencia de su eminencia el mencionado cardenal
Bellarmino, después de haber sido ligeramente amonestado por dicho cardenal,
fuiste conminado por el comisario del Santo Oficio, ante notario y testigos, a
renunciar del todo a la mencionada opinión falsa y, en el futuro, no defenderla ni
enseñarla de ninguna manera, ni verbalmente ni por escrito; y después de
prometer obediencia a ello, fuiste despachado.

Y con el fin de que una doctrina tan perniciosa pueda ser extirpada del todo y no
se insinúe por más tiempo con grave detrimento de la verdad católica, ha sido
publicado un decreto procedente de la Sagrada Congregación del índice,
prohibiendo los libros que tratan de esta doctrina, declarándola falsa y del todo
contraria a la Sagrada y Divina Escritura.

Y por cuanto después ha aparecido un libro publicado en Florencia el último año,
cuyo título demostraba ser tuyo, a saber: El diálogo de Galileo Galilei sobre los
dos sistemas principales del mundo: el ptolomeico y el copernicano; y por cuanto
la Sagrada Congregación ha oído que a consecuencia de la impresión de dicho
libro va ganando terreno diariamente la opinión falsa del movimiento de la Tierra y
de la estabilidad del Sol, se ha examinado detenidamente el mencionado libro y se
ha encontrado en él una violación manifiesta de la orden anteriormente dada a ti,
toda vez que en este libro has defendido aquella opinión que ante tu presencia
había sido condenada; aunque en el mismo libro haces muchas circunlocuciones
para inducir a la creencia de que ello queda indeciso y sólo como probable, lo cual
es asimismo un error muy grave, toda vez que no puede ser en ningún modo
probable una opinión que ya ha sido declarada y determinada como contraria a la
Divina Escritura. Por eso, por nuestra orden, has sido citado en este Santo Oficio,
donde, después de prestado juramento, has reconocido el mencionado libro como
escrito y publicado por ti. También confesaste que comenzaste a escribir dicho
libro hace diez o doce años, después de haber sido dada la orden antes
mencionada. También reconociste que habías pedido licencia para publicarlo, sin
aclarar a los que te concedieron este permiso que habías recibido orden de no
mantener, defender o enseñar dicha doctrina de ningún modo. También
confesaste que el lector podía juzgar los argumentos aducidos para la doctrina
falsa, expresados de tal modo, que impulsaban con más eficacia a la convicción
que a una refutación fácil, alegando como excusa que habías caído en un error
contra tu intención al escribir en forma dialogada y, por consecuencia, con la
natural complacencia que cada uno siente por sus propias sutilezas y en
mostrarse más
habilidoso que la
generalidad del género
humano al inventar, aun
en favor de falsas
proposiciones,
argumentos ingeniosos
y plausibles.

Y después de haberse
concedido tiempo
prudencial para hacer tu
defensa, mostraste un
certificado con el
carácter de letra de su
eminencia el cardenal Bellarmino, conseguido, según dijiste, por ti mismo, con el
fin de que pudieses defenderte contra las calumnias de tus enemigos, quienes
propalaban que habías abjurado de tus opiniones y habías sido castigado por el
Santo Oficio; en cuyo certificado se declara que no habías abjurado ni habías sido

115
castigado, sino únicamente que la declaración hecha por Su Santidad, y
promulgada por la Sagrada Congregación del índice, te había sido comunicada, en
la que se declara que la opinión del movimiento de la Tierra y de la estabilidad del
Sol es contraria a las Sagradas Escrituras, y que por eso no puede ser sostenida
ni defendida. Por lo que al no haberse hecho allí mención de dos artículos de la
orden, a saber: la orden de ‘no enseñar’ y ‘de ningún modo’, argüiste que
debíamos creer que en el lapso de catorce o quince años se habían borrado de tu
memoria, y que ésta fue también la razón por la que guardaste silencio respecto a
la orden, cuando buscaste el permiso para publicar tu libro, y que esto es dicho
por ti, no para excusar tu error, sino para que pueda ser atribuido a ambición de
vanagloria más que a malicia. Pero este mismo certificado, escrito a tu favor, ha
agravado considerablemente tu ofensa, toda vez que en él se declara que la
mencionada opinión es opuesta a las Sagradas Escrituras, y, sin embargo, te has
atrevido a ocuparte de ella y a argüir que es probable. Ni hay ninguna atenuación
en la licencia arrancada por ti, insidiosa y astutamente, toda vez que no pusiste de
manifiesto el mandato que se te había impuesto. Pero considerando nuestra
opinión de no haber revelado toda la verdad respecto a tu intención, juzgamos
necesario proceder a un examen riguroso, en el que contestaste como buen
católico.
Por eso, habiendo visto y considerado seriamente las circunstancias de tu caso
con tus confesiones y excusas, y todo lo demás que debía ser visto y considerado,
nosotros hemos llegado a la sentencia contra ti, que se escribe a continuación:
Invocando el sagrado nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de Su Gloriosa
Virgen Madre María, pronunciamos ésta nuestra final sentencia, la que, reunidos
en Consejo y tribunal con los reverendos maestros de la Sagrada Teología y
doctores de ambos derechos, nuestros asesores, extendemos en este escrito
relativo a los asuntos y controversias entre el magnífico Cario Sincereo, doctor en
ambos derechos, fiscal procurador del Santo Oficio, por un lado, y tú, Galileo
Galilei, acusado, juzgado y convicto, por el otro lado, y pronunciamos, juzgamos y
declaramos que tú, Galileo, a causa de los hechos que han sido detallados en el
curso de este escrito, y que antes has confesado, te has hecho a ti mismo
vehementemente sospechoso de herejía a este Santo Oficio al haber creído y
mantenido la doctrina (que es falsa y contraria a las Sagradas y Divinas
Escrituras) de que el Sol es el centro del mundo, y de que no se mueve de este a
oeste, y de que la Tierra se mueve y no es el centro del mundo; también de que
una opinión puede ser sostenida y defendida como probable después de haber
sido declarada y decretada como contraria a la Sagrada Escritura, y que, por
consiguiente, has incurrido en todas las censuras y penalidades contenidas y
promulgadas en los sagrados cánones y en otras constituciones generales y
particulares contra delincuentes de esta clase. Visto lo cual, es nuestro deseo
que seas absuelto, siempre que con un corazón sincero y verdadera fe, en
nuestra presencia abjures, maldigas y detestes los mencionados errores y
herejías, y cualquier otro error y herejía contrarios a la Iglesia Católica y
Apostólica de Roma, en la forma que ahora se te dirá.
Pero para que tu lastimoso y pernicioso error y transgresión no queden del todo
sin castigo, y para que seas más prudente en lo futuro y sirvas de ejemplo para
que los demás se abstengan de delincuencias de este género, nosotros
decretamos que el libro Diálogos de Galileo Galilei sea prohibido por un
edicto público, y te condenamos a prisión formal de este Santo Oficio por un
periodo determinable a nuestra voluntad, y por vía de saludable penitencia,
te ordenamos que durante los tres próximos años recites, una vez a la
semana, los siete salmos penitenciales, reservándonos el poder de moderar,
conmutar o suprimir, la totalidad o parte del mencionado castigo o
penitencia.

116
3.5.12.-Así abjuró Galileo
"Yo, Galileo, hijo del difunto Vicenzo Galilei, florentino, con setenta años de edad,
acusado ante este tribunal y arrodillado ante ustedes, Eminentísimos y Reverendísimos
Señores Cardenales Inquisidores Generales, contra la herética depravación de toda la
comunidad cristiana, teniendo ante mis ojos y tocando con mis manos los Sagrados
Evangelios, juro que siempre he creído, creo y, con la ayuda de Dios, creeré en el futuro,
en todo lo que sostiene, predica y enseña la Santa Iglesia Católica y Apostólica, pero
después de habérseme ordenado por este Santo Oficio que abandone por completo la
falsa noción de que el Sol es el centro del mundo, así como que no debo sostener,
defender ni enseñar en modo alguno, oralmente ni por escrito, dicha falsa doctrina y
después de habérseme notificado que dicha doctrina era contraria a las Sagradas
Escrituras, escribí e imprimí un libro en que expuse esta nueva doctrina ya condenada y
aduje argumentos de gran fuerza a su favor sin presentar solución alguna para ellos, por
lo que el Santo Oficio ha declarado que hay contra mí la vehemente sospecha de
herejía, es decir, de que he sostenido y creído que el Sol es el centro del mundo e
inmóvil mientras que la Tierra no es el centro y se mueve.
Por tanto, deseando borrar de las mentes de sus Eminencias y de todos los fieles
cristianos esta vehemente sospecha justamente concebida contra mí, de corazón sincero
y una fe que no finjo, abjuro, maldigo y detesto los antedichos errores y herejías y,
en general, cualquier otro error, herejía o secta contraria a la Santa Iglesia y juro
que en lo futuro nunca volveré a decir y afirmar, de palabra ni por escrito, nada
que pudiera dar ocasión a semejante sospecha respecto a mí. Es más, si conozco a
algún hereje o persona sospechosa de herejía lo denunciaré a este Santo Oficio o al
Inquisidor u Ordinario del lugar donde yo me encuentre. Además, juro y prometo cumplir
y observar en su integridad todas las penitencias que me han sido impuestas —o puedan
serlo más adelante— por este Santo Oficio. Y, en caso de que infrinja (¡lo que Dios no
permita!) cualesquiera de estos juramentos y promesas, me someto a todos los castigos
y penas impuestos y promulgados en los sagrados cánones y en otras constituciones,
generales y particulares, contra tales delincuentes. Así, que me ayuden Dios y estos sus
Evangelios que toco con mis manos".
Galileo Galilei
Escritos de Galileo

1586 — La bilancetta (publicada póstumamente)
1590 — De motu
1606 — Le operazioni del compasso geometrico et militare
1600 — Le meccaniche
1610 — Mensajero sideral, Siderus nuncius.
1615 — Carta a la señora Cristina de Lorena, gran duquesa de Toscana
(publicada en 1636)
1616 — Discorso del flusso e reflusso del mare
1619 — Discorso delle comete (publicado por Mario Guiducci)
1623 — Il saggiatore
1632 — Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, Dialogo sopra i
due massimi sistemi del mondo tolemaico e copernicano.
1638 — Discurso y demostración matemática, en torno a dos nuevas ciencias,
Discorsi e dimostrazioni matematiche, intorno a due nuove scienze
attenenti alla meccanica & i movimenti locali.

117
4.- La medicina en el Renacimiento

Parte de este material está extraído especialmente de las siguientes
direcciones:

1) http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/154/html/sec_13.html
2) https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-95022007000400026


En ese breve lapso hay que señalar una serie de personajes cruciales:
especialmente Andreas Vesalio, creador de la revolución anatómica;
Ambroise Paré, precursor de la cirugía moderna; Fracastoro que escribió su
profético texto sobre las infecciones; Malpighio que nos reveló un mundo
microscópico nuevo, con el descubrimiento de la circulación de la sangre;
Harvey que se convirtió en el padre de la fisiología y de la medicina científicas,
y Sydenham que renunció a la especulación escolástica y regresó a la
medicina hipocrática y naturalmente Paracelso.

Conviene no obstante recordar a Galeno y su gran influencia, asi como
los estudios médicos impartidos en la Universidades ( especialmente en la
de Bolonia)

Galeno de Pérgamo (Pérgamo, 129-Roma, c. 201/216), más conocido
como Galeno, fue médico, cirujano y filósofo griego en el Imperio
romano.Considerado uno de los más completos investigadores médicos de
la Edad Antigua, sus puntos de vista dominaron la medicina europea a lo
largo de más de mil años en campos como la anatomía, la fisiología, la
patología, la farmacología,y la neurología,
Galeno se formó bajo influencia griega y al amparo de uno de los mayores
templos dedicados a Esculapio (Asclepios). Estudió medicina con dos
seguidores de Hipócrates: Estraconio y Sátiro, y aún después visitó las
escuelas de medicina de Esmirna, Corinto y Alejandría. Finalmente viajó a
Roma donde su fama como médico de gladiadores le llevó a ser elegido
médico del emperador Marco Aurelio.




En la Edad Media, los escritos de anatomía de
Galeno(imagen) se convirtieron en el pilar de los
estudios universitarios de los médicos medievales,
pero debido a la caída del Imperio romano de
Occidente en el siglo V estos acusaron un evidente
estancamiento intelectual. Sin embargo, en el Imperio
Bizantino y en el califato abasí se continuaron
estudiando y aportando avances. Algunas de las ideas de Galeno eran
incorrectas, pues nunca diseccionó un cuerpo humano debido a los tabúes
sobre esta práctica en la sociedad grecorromana. Pese a esto, también
realizó aportaciones notables: corrigió el error de Erasístrato, quien creía
que las arterias llevaban aire, y es considerado uno de los primeros
experimentalistas de la medicina.

118
Aportes de Galeno a la medicina

• Demostró cómo diversos músculos son controlados por la médula espinal.
• Identificó siete pares de nervios craneales.
• Demostró que es el cerebro el órgano encargado de controlar la voz.
• Demostró las funciones del riñón y de la vejiga.
• Demostró que por las arterias circula sangre, y no aire —como pensaban
Erasístrato y Herófilo—.
• Descubrió diferencias estructurales entre venas y arterias.
• Describió las válvulas del corazón.
• Describió diversas enfermedades infecciosas —como la peste de los años
165-170— y su propagación.
• Dio gran importancia a los métodos de conservación y preparación de
fármacos, base de la actual farmacia galénica.
• Su tratado Sobre el diagnóstico de los sueños (De Dignotione ex
Insomnis Libellis, en latín) describe los sueños —es decir, las
ensoñaciones— y afirma que estos pueden ser un reflejo de los
padecimientos del cuerpo.


Para el estudio del curriculum médico de la Universidad de Bolonia, seguiremos la
investigación realizada por Paul Grendler dentro de su obra The Universities in the
Italian Renaissanse
Las universidades italianas fueron herederas de la tradición médica medieval que se
basaba en la medicina grecolatina y árabe de Hipócrates, Galeno y Avicena. La
autoridad indiscutible durante más de 15 siglos fue Galeno, quien logró integrar el
conocimiento médico mediante la creación de un método experimental basado en la
disección y vivisección de animales, un sistema de medicina teórica y práctica donde
destacaban la Anatomía, Cirugía, Patología y Terapéutica.

El conocimiento médico medieval tenía como fundamento el complejo sistema
galénico que integraba la complexión del individuo y los humores relacionándolos con
el funcionamiento de sus aparatos y sistemas; dentro de este modelo del proceso
salud–enfermedad, la salud era considerada como un equilibrio entre esos humores y
componentes que debían estar en el lugar adecuado y en la proporción adecuada;*
mientras que la enfermedad era el desequilibrio; en este caso al médico le
correspondía realizar una serie de medidas terapéuticas para lograr el
restablecimiento de esos humores y por lo tanto de la salud.

En la Universidad de Bolonia los principales textos fueron los de Galeno y el Canon
Avicena, constituyendo una enciclopedia de cinco libros que contiene la medicina
hipocrática, galénica y árabe; con los principios generales de medicina, enfermedades
de órganos individuales, enfermedades generales, preparación de fórmulas y
antídotos. Fue traducido al latín por Gerardo de Cremona y muy pronto se convirtió
en el principal texto de medicina en Europa. El resto del curriculum incluía las obras de
Galeno.

Las Facultades de Medicina en las universidades italianas en 1400 estaban formadas
por las siguientes cátedras: Medicina Teórica, Medicina Práctica y Cirugía; divididas
en primo lectione, y secunda lectione. Esta curricula permaneció estable hasta 1600,
cuando se agregan las cátedras de Anatomía y Cirugía, Filosofía Natural y Botánica
Médica y Medicina Clínica. El año escolar se dividía en dos mitades con diferente
curriculum cuyo objetivo terminal era capacitar al estudiante para establecer un
diagnóstico, tratamiento y pronóstico de la enfermedad.

119


• Primer año: Se estudiaban los principios generales de medicina e higiene.
• Segundo año: Obras de Galeno y Avicena
• Tercer año: Obras de Galeno, Hipócrates, Avicena y Averroes
• Cuarto año. Obras de Galeno, Hipócrates, Avicena y Averroes


Los estatutos boloñeses de 1405 incluían un ciclo similar de cuatro años, enfocados
en el conocimiento de anatomía, patología y terapéutica para curar las enfermedades;
utilizaban el Canon. En el primer año estudiaban cabeza y cerebro; segundo año:
tórax, corazón y pulmones; tercer año: hígado, estómago, bazo e intestinos; cuarto
año: sistema urinario y reproductor.

Con el Renacimiento se dan una serie de revoluciones médicas:

4.1.-La revolución anatómica

El primer paso lo dio Mondino de Luzzi (1270-1326) quien publicó en 1316
uno de los primeros textos de anatomía humana que hacen referencia a
disecciones realizadas por el autor, pero todavía basado principalmente en los
escritos árabes; además, su libro no contiene ilustraciones, la nomenclatura es
compleja y utiliza muchos nombres árabes, y la calidad de sus descripciones es
muy variable.
El segundo paso en la revolución anatómica no lo dieron los médicos sino los
artistas. Como resultado del naturalismo del siglo XV, los grandes maestros de
la pintura como Verrochio, Mantegna, Miguel Ángel, Rafael y Durero
hicieron disecciones anatómicas en cadáveres humanos y dejaron dibujos de
sus estudios. Uno de los más grandes anatomistas de esa época fue Leonardo
da Vinci (1452-1519). Leonardo planeaba escribir un texto de anatomía
humana en colaboración con Marcoantonio della Torre (1481-1512), profesor
de la materia en Pavía, pero la muerte prematura de éste no lo permitió y sus
maravillosos dibujos anatómicos permanecieron ocultos hasta este siglo.

4.1.1.-Andrea Vesalio (1514-1564)

El tercer paso en la revolución anatómica del siglo XVI lo dio un médico belga,
Andreas Vesalio quien nació en Bruselas y se dice que murió en la isla de
Zante, vecina al Peloponeso griego, cuando apenas tenía 50 años de edad.


Andreas Vesalio (1514-1565)

El nombre original de la familia Vesalio parece haber sido Wesel o Wessel, que
significa "comadreja". En la parte central superior del famoso frontispicio de su

120
tratado, la Fabrica… aparecen dos querubines sosteniendo el escudo de la
familia, que muestra tres comadrejas corriendo. Vesalio representa la quinta
generación de médicos en su familia: su tatarabuelo Pedro reunió una valiosa
colección de manuscritos médicos de su tiempo (fines del siglo XIV), muchos
de ellos se conservaron en posesión de la familia por cuatro generaciones y
formaron parte de las lecturas del joven Vesalio más de 150 años después. En
1533 Vesalio inició sus estudios de medicina en la Universidad de París, con
Jacobus Sylvius, el anatomista, Jean Fernel, nosólogo y filósofo, Johann
Günther, más filólogo que médico, y otros más, todos ellos convencidos
galenistas. En 1536 Vesalio abandonó París sin graduarse y regresó a Lovaina
a terminar sus estudios, pero sólo logró el grado de bachiller. En 1537 se mudó
a Padua y ahí su carrera fue meteórica, pues ese mismo año se graduó de
médico y al día siguiente el Ilustre Senado de Venecia lo nombró profesor de
cirugía, lo que incluía entre sus obligaciones la enseñanza de la anatomía.

El joven profesor (tenía entonces 23 años de edad) inició sus lecciones de
anatomía humana con un éxito sin precedentes, debido a tres factores
principales:
1) sus conocimientos directos de la materia, que ya eran considerables;
2) su práctica de realizar personalmente y sin ayuda de prosectores todas
las disecciones;
3) su uso de diagramas o esquemas para ilustrar distintos detalles
anatómicos.




En abril de 1538 (sólo cinco meses
después de haber sido nombrado
profesor) publicó sus Tabulae
Anatomicae Sex (Seis tablas
anatómicas), que son seis carteles, tres
de ellos del sistema vascular (dibujados
por Vesalio) y los otros tres del, esqueleto
(dibujados por Van Kalkar), a los que
Vesalio agrego breves explicaciones y
nombres de muchas de las estructuras en
tres idiomas. En estas Tabulae, Vesalio
todavía sigue fielmente la anatomía
galénica, pero su interés no es sólo ése
sino que además sirven para apreciar el enorme salto que dio en los cinco
años que las separan de su inmortal Fabrica…, que apareció en 1543. En ese
año Vesalio abandonó Padua y al siguiente fue nombrado médico de la
corte de Carlos V, donde pasó el resto de su vida. Los cinco años que vivió en
Padua fueron suficientes para producir su obra maestra. El título completo del
libro de Vesalio es De humani corporis fabrica y está organizado en forma
típicamente galénica: consta de siete partes, la primera dedicada al esqueleto
y las articulaciones, la segunda a los músculos estriados, la tercera al sistema
vascular, la cuarta al sistema nervioso periférico, la quinta a las vísceras
abdominales y a los órganos genitales, la sexta al corazón y a los pulmones, y

121
la séptima al sistema nervioso central. El libro termina con un pequeño capítulo
sobre algunos experimentos fisiológicos, como esplenectomía, afonía por
sección del nervio recurrente, parálisis muscular después de sección medular,
sobrevivencia del animal después de abrirle el tórax si la respiración se
mantiene con un fuelle, etc. A las dos primeras partes, o sea al esqueleto y a
los músculos estriados, Vesalio dedica 42 del total de las 73 láminas,
revelando con claridad el interés que tenía en que su libro fuera útil no sólo a
los médicos sino también a los pintores y escultores. En muchas de las
ilustraciones las figuras posan como estatuas clásicas en un ambiente
bucólico, con colinas, árboles, rocas y ruinas romanas, así como un río cruzado
por un puente y varias construcciones más recientes; las figuras poseen
actitudes y movimientos de seres vivos.



En la historia de la medicina el libro de Vesalio
brilla como una obra única. Desde luego, antes
de la publicación de la Fabrica.. no había
aparecido nada que ni remotamente se le
pareciera, no sólo por la riqueza de sus
ilustraciones sino por el contenido que, como ya
se ha mencionado, critica a Galeno y expone
sus errores. Además, después de la
publicación de la Fabrica.. pasaron muchos
años para que apareciera otro libro que pudiera
compararse con él, y algunos conocedores
opinan que eso todavía no ha ocurrido. Vesalio
no escribió un libro perfecto: la Fabrica contiene
más de 200 correcciones a la anatomía
galénica pero también muestra errores, más en
las ilustraciones que en el texto, que está
escrito en estilo afirmativo, con gran autoridad y
no poca arrogancia, quizá revelando que el autor (él mismo lo dice) apenas
tenía 28 años de edad. Pero al considerar a Vesalio como hombre
representativo del Renacimiento científico, sus equivocaciones se vuelven poco
importantes; lo que destaca es su postura frente a la naturaleza, en
comparación con las de sus predecesores y contemporáneos.

Para Vesalio, la observación directa era la única fuente fiable, lo que
suponía una importante ruptura con la práctica medieval, basada
fundamentalmente en los textos. Para sus demostraciones prácticas de
anatomía, Vesalio rompió con la tradición y él mismo hacía sus
disecciones, en lugar de confiárselas a un cirujano.

Mientras estaba en Bolonia, Vesalio descubrió que las investigaciones de
Galeno estaban basadas en la disección de animales, y no de seres
humanos. Como la disección humana había estado prohibida en la antigua
Roma, Galeno había disecado en su lugar, monos de Berbería, creyendo
que serían anatómicamente similares al ser humano. Vesalio abandonó
entonces, al indiscutible Galeno de la enseñanza de la anatomía. El hecho

122
causó cierto revuelo en el claustro de Papua, pero Vesalio se comprometió
a escribir un nuevo tratado de anatomía.

Tras abdicar Carlos V, en 1556, pasó al servicio de Felipe II,
traslandándose a Madrid en 1559. Su estancia no fue demasiado grata
por un desgraciado acontecimiento con el Infante Carlos , las relaciones
con el resto de los médicos de la casa real y, quizás, por la ausencia de
cadáveres para disección. Tuvo en España, sin embargo, ardientes
defensores como Pedro Jimeno y Luis Collado, profesores en la
Universidad de Valencia. En 1561, encontrándose en Madrid, fue
juzgado por un tribunal de la Inquisición y condenado a muerte por haber
iniciado una observación anatómica interna en un hombre vivo. Felipe II
logró que le fuera conmutada la pena de muerte por una peregrinación a
Jerusalén, pero durante el viaje de regreso su barco naufragó cerca de la
isla griega de Zante, a donde le arrastraron las aguas y en la que murió, el
15 de octubre de 1564.


Portada del libro de Vesalio: Humani corporis fabrica

123




Humani corporis fabrica; El libro se basa en las conferencias que el autor
dictó en la Universidad de Padua, durante las cuales se desmarcó de la
práctica común efectuando innumerables disecciones de cadáveres para
ilustrar sus exposiciones. Presenta un detallado examen de los órganos y una
completa estructura del cuerpo humano.

Esto no hubiera sido posible sin los muchos avances que tuvieron lugar en el
Renacimiento, incluyendo los desarrollos en el campo del arte y en la técnica
de la impresión. Gracias a esto, Vesalio pudo producir ilustraciones de una
calidad superior a cualquier otra que se hubiera producido con anterioridad. El
término que utilizó para titular su libro, "Fabrica", tiene connotaciones
arquitectónicas.


Láminas de Vesalio en su libro
Humani corporis fabrica

124

Vesalio publicó tan monumental obra a los 28
años, sin reparar en gastos y sufriendo muchos
quebraderos de cabeza para asegurar su calidad.
Muchas de las ilustraciones fueron hechas por
artistas remunerados (las de los primeros dos
libros fueron hechas por Johannes Stephanus de
Calcar, un empleado y discípulo del gran artista
veneciano Tiziano) y eran notoriamente superiores
a las ilustraciones de los atlas anatómicos de la
época, realizadas a menudo por los mismos
profesores de anatomía.
Johannes Stephanus de Calcar,



Los grabados se llevaron a Basilea (Suiza), porque Vesalio quiso que el trabajo
fuera publicado por uno de los más destacados impresores de la época,
Joannis Oporini. Llegó a ir él mismo a esta ciudad para supervisar
personalmente los trabajos. Gracias a esto, esta obra es un magnífico ejemplo
de lo mejor en cuanto a producción de libros en el Renacimiento. El éxito del
Fabrica… aseguró la holgura de los fondos de Vesalio, y, la fama. Fue
nombrado médico del Emperador del Sacro Imperio Romano Carlos V;
Vesalio dedicó su trabajo al soberano, y le obsequió con la primera copia
publicada (encuadernada en seda de color púrpura imperial, con ilustraciones
especiales pintadas a mano que no se hallan en ninguna otra copia). El
Fabrica se reimprimió en 1555.





Estructura del libro Fabrica…(se compone de siete libros)
Libro I: trata de los huesos y de las articulaciones, e incluye ilustraciones de
cráneos de las cinco diferentes razas humanas. Se trata del primer estudio de
etnografía comparada.

125
Libro II: trata de los músculos y contiene las ilustraciones más famosas del
libro.
Libro III: Corazón y vasos sanguíneos.
Libro IV: Sistema Nervioso.
Libro V: Órganos abdominales.
Libro VI: Órganos de la región del tórax, incluyendo una observación de
Vesalio sobre la semejanza del corazón con un músculo.
Libro VII: describe el cerebro.


4.1.2. Otros anatomistas renacentistas

Otros anatomistas que contribuyeron al gran progreso
de esa disciplina en el Renacimiento fueron
Bartolomeo Eustaquio (1520-1574)( imagen), un
galenista de Roma cuyos trabajos principales se
publicaron dos siglos más tarde (1714), por lo que tuvo
poca influencia en su tiempo, pero que hizo casi tantos
descubrimientos como Leonardo o Vesalio. Introdujo el
estudio de las variaciones anatómicas, describió e
ilustró los hilios pulmonares con gran detalle, pero
sobre todo produjo una lámina del sistema nervioso
simpático tan perfecta que Singer dice: "Dudo que se
haya presentado una imagen mejor y más clara de las conexiones de ese
sistema hasta nuestros días." Curiosamente, Eustaquio no ilustró la trompa por
la que se le conoce, que por otro lado la era conocida por Alcemos (500 a.C.) y
por Aristóteles, pero en cambio describió el conducto torácico casi un siglo
antes que Jean Pecquet (1651)

El sucesor en la cátedra de Vesalio en Padua fue Realdo Colombo (1516-
1559), uno de sus discípulos, cuyo libro póstumo, De re anatomica, es un
texto de anatomía basado en Vesalio pero sin
ilustraciones; sin embargo, contiene la primera
demostración de la circulación pulmonar.


Realdo Colombo

El sucesor de Colombo en Padua fue Gabriel Falopio
(1523-1562), gran admirador de Vesalio, que se distinguió por sus
descripciones del aparato genital femenino interno, de algunos pares nerviosos
craneales y del oído interno, pero que murió a los 39 años de edad.


El sucesor de Falopio en la cátedra de Padua fue Fabricio de
Aquapendente (1590-1619)(imagen) famoso cirujano y
profesor de anatomía que construyó con sus recursos el
anfiteatro de disecciones que todavía existe; su prestigio atrajo
a muchos
estudiantes de toda Europa, entre ellos a William Harvey.

126



Fabricio es uno de los fundadores de la embriología científica,
gracias a su libro, en el que describe e ilustra en forma
magnífica el desarrollo embrionario del hombre y del conejo,
ratón, perro, gato, oveja, cerdo, caballo, buey, cabra, venado,
pez-perro y serpiente. También ilustró claramente las válvulas
venosas en De venarunm ostiolis, que ya habían sido
descritas antes, y en Opera chirurgica ilustró nuevos
instrumentos quirúrgicos y mejoró técnicas operatorias, además de defender la
idea de que el mejor cirujano es el que corta menos y lo hace con el mayor
cuidado.

4.2.-La Revolución Quirúrgica

El impulso que recibió el estudio de la anatomía con la Fabrica… de Vesalio
fue definitivo e irreversible, pero además rebasó los límites de esa ciencia e
influyó poderosamente en el desarrollo de otras ramas de la medicina, como la
cirugía, la fisiología y la medicina interna. En los siglos XVI y XVII las
guerras religiosas fueron prolongadas y feroces y, además, desde el siglo XV
ya se contaba con armas de fuego, lo que había aumentado la variedad de
lesiones que se producían los combatientes. La cirugía se desarrolló a pesar
de que los cirujanos no poseían ni conocimientos ni medios adecuados para
controlar el dolor y la hemorragia, ni para combatir la infección. Esto limitaba la
naturaleza de los procedimientos que podían llevar a cabo, y que fueron
esencialmente los mismos desde la antigüedad hasta después del
Renacimiento. Por eso mismo, los instrumentos con que contaban los cirujanos
para trabajar entre los siglos XII y XV eran muy semejantes a los que habían
usado los médicos hipocráticos del siglo V a.C. Un médico del mundo helénico
del siglo I d.C. no hubiera tenido ninguna dificultad para atender la terrible
herida por tridente de un pobre gladiador romano con los instrumentos
quirúrgicos que Henri de Mondeville usaría en alguno de sus nobles pacientes
13 siglos más tarde.

Al terminar la Edad Media los enfermos tenían tres fuentes posibles de ayuda
para el diagnóstico y tratamiento de sus males:

1) el médico educado en una universidad, de orientación galénica o
arabista, que se limitaba a hacer diagnósticos y pronósticos y a recetar
pócimas y menjunjes , y que no ejercía la cirugía porque para ingresar a
la universidad (París, Montpellier) había tenido que jurar que no lo haría;
2) el cirujano-barbero, que no había asistido a una universidad sino que
se había educado como aprendiz de otro cirujano-barbero más
experimentado;
3) el curandero, charlatán o mago, un embaucador itinerante que
viajaba de pueblo en pueblo vendiendo sus ungüentos y sus talismanes,
sacando dientes y ocasionalmente haciendo hasta flebotomías y cirugía
menor, casi siempre con resultados desastrosos.

127
En París un grupo de nueve cirujanos se reunió en 1311 para fundar la
Hermandad de San Cosme, con el propósito de establecer un monopolio
sobre la práctica de la cirugía en esa ciudad y en sus alrededores y evitar que
los 40 barberos existentes trataran heridas menores, úlceras y tumefacciones.
Esta hermandad consiguió en ese mismo año una ordenanza de Felipe el
Hermoso en donde se dice que nadie podrá ejercer la cirugía sin haber sido
examinado y aprobado por Jean Pitard (quien era el cirujano real) o por sus
sucesores, pero los barberos no incluidos en la Hermandad también formaron
su corporación, los cirujanos solicitaron y obtuvieron el apoyo del rey para que
los médicos y los cirujanos los dejaran trabajar. El pleito continuó a lo largo del
siglo XV, con la Facultad de Medicina en favor de los barberos en contra de los
cirujanos, hasta que después de más principios del siglo XVI se resolvió al
aceptarse que la Facultad era la autoridad suprema, que los cirujanos tenían
privilegios universitarios y podían aspirar a obtener grados académicos y que
los barberos podían tomar cursos de anatomía y cirugía en la Facultad y hasta
ingresar a la Hermandad de San Cosme. Esto ocurrió en 1515.


4.2.1.- Ambroise Paré (1517-1590)



Ambroise Paré nació en Hersent, suburbio de Laval, en
Bretaña su padre era carpintero. Se inició como aprendiz de
barbero y a los 16 años de edad llegó a París, pasó ahí tres
años, al cabo de los cuales se incorporó al ejército de
Francisco I como cirujano. Tenía entonces 19 años de edad
y era su primera experiencia en la guerra, pero en ella hizo
su primer descubrimiento: las heridas por armas de fuego
evolucionan mejor cuando no se tratan con aceite
hirviendo como se hacía tradicionalmente, debido a la creencia de que la
pólvora era venenosa. Este descubrimiento fue por serendipia, ya que un día
al joven cirujano se le acabó el aceite y entonces trató a un grupo de
heridos por arcabuz con un "digestivo" preparado con yema de huevo, aceite
de rosas y aguarrás. Paré relata este episodio como sigue:

“Esa noche no pude dormir bien pensando que, por no haberlos
cauterizado, encontraría a todos los heridos en los que no había
usado el aceite muertos por envenenamiento, lo que me hizo
levantarme muy temprano para revisarlos. Pero en contra de lo
anticipado, me encontré que aquellos en quienes había empleado el
medicamento digestivo tenían poco dolor en la herida, no mostraban
inflamación o tumefacción y habían pasado bien la noche, mientras
que los que habían recibido el aceite mencionado estaban febriles,
con gran dolor e inflamación en los tejidos vecinos de sus heridas.
Por lo que resolví no volver a quemar tan cruelmente las pobres
heridas producidas por arcabuces”

128
Al cabo de unos años y de varias guerras más (Perpiñán, Landrecies, Bolonia),
Paré regresó a París y publicó su primer libro, titulado La methode de traicter
les playes faictes par les arquebutes et autrees bastons a feu; el de celles
qui son faictes par fleches, dards et semblables; aussi des combustions
specialement faictes par la pouldre a canon (El método de tratar las heridas
hechas por los arcabuces y otras armas de fuego; y de las causadas por
flecha; dardos y similares; también de las quemaduras especialmente hechas
por la pólvora de cañón) que apareció en 1545. Así se estableció el patrón que
iba a seguir durante casi toda su vida: después de participar en alguna guerra
como cirujano, regresaría a París a ejercer su profesión y a escribir sus
experiencias en nuevos libros. Escribía en francés, pues no conocía ni el
latín ni el griego: "Porque Dios no quiso favorecerme en mi juventud con la
instrucción en ninguno de los dos lenguajes": De todos modos, los principales
lectores de Paré eran sus colegas cirujanos y barberos que tampoco sabían
otros idiomas, por lo que sus libros tuvieron gran éxito. Su segundo libro
apareció en 1549 con el título de Briefve collection de l'administration
anatomique y es un tratado de anatomía dirigido a cirujanos pero sin
ilustraciones. Paré corrigió este defecto en la segunda edición, de 1561,
reproduciendo muchas láminas de Vesalio y dándole crédito como "...un
hombre tan bien versado en estos secretos como el que más en nuestro
tiempo".

En 1549, en el sitio a Bolonia, hizo otro gran descubrimiento al no
cauterizar el muñón de los amputados para cohibir la hemorragia, sino
hacerlo por medio de ligaduras de los vasos arteriales y venosos
seccionados. En una guerra ulterior (Hesdin) Paré cayó prisionero del duque
de Saboya, quien le ofreció que se quedara de su lado y a cambio le daría
nuevas ropas y lo dejaría andar a caballo, pero Paré rechazó la oferta.
Finalmente, Paré curó de una úlcera cutánea a uno de los nobles invasores,
con lo que ganó su libertad y regresó a París.

En 1561, haciendo a un lado sus estatutos, la Hermandad de San Cosme
recibió en su seno a Paré y le otorgó el grado de maestro en cirugía; Paré leyó
una tesis ¡en latín! Paré ya era cirujano del rey Enrique II, a quien atendió junto
con Vesalio en su accidente letal, después conservó el mismo puesto con el
rey Francisco II y a la muerte de éste su sucesor, Carlos IX, lo nombro
premier chirurgien du Roi en 1562. Dos años más tarde Paré publicó su obra
Dix livres de la chirurgie (Diez libros le la cirugía), en donde critica el uso del
cauterio y describe la ligadura de los vasos para controlar la hemorragia en las
amputaciones. Carlos IX murió en 1574 pero Paré conservó el título de cirujano
primado y además fue nombrado valet-de-chambre de Enrique III, quien le
tenía la misma confianza que le habían mostrado sus tres hermanos. A los 65
años de edad apareció la primera edición de sus Oeuvres, que además de
cirugía contenían mucho de medicina, por lo que la Facultad de París trató de
evitar que se publicara. Como no lo logró, difundió un libelo agresivo que Paré
contestó pacientemente agregándole una Apología. Siguió trabajando y
publicando nuevas ediciones de sus Oeuvres; la cuarta y última que él revisó
apareció en 1585. Paré murió a los 80 años de edad, en 1590.

129
La vida y las obras de Paré hicieron por la cirugía lo que Vesalio hizo por
la anatomía. Paré compartía muchas de las supersticiones de su tiempo: creía
que las brujas causaban desgracias, que los astros influían en las
enfermedades, que la plaga se debía a la voluntad divina, que existían
monstruos imaginarios (tiene un libro famoso sobre el tema) y otras más; en
cambio, se enfrentó a las creencias de que el polvo de momia y el del cuerno
de unicornio tenían propiedades maravillosas y en un librito precioso examina
críticamente y refuta para siempre tales supercherías. Pero quizá la
contribución más importante de Paré a la cirugía fue su propia personalidad,
el ejemplo de su esfuerzo serio y continuo por aumentar sus
conocimientos de anatomía y la habilidad en su práctica profesional, así
como su insistencia en que el cirujano debe hacer sus mejores esfuerzos
por evitar o aliviar el sufrimiento de sus pacientes.



4.3.-La teoría del contagio



Aunque la idea de que algunas enfermedades se contagian
es muy antigua (Tucídides lo menciona en Historia de las
guerras del Peloponeso) la primera teoría racional de la
naturaleza de las infecciones se debe a Girolamo
Fracastoro (Verona, 1478-1553)(imagen) Además de
medicina, Fracastoro estudió en la Universidad de Padua
matemáticas, geografía y astronomía; siempre mantuvo
gran interés en los clásicos y fue amigo de varios de los humanistas más
famosos de su tiempo. Vivía recluido en su villa en las afueras de Verona
dedicado al estudio y disfrute de las artes; sólo ocasionalmente veía enfermos.
Muy interesado en la geografía y en los descubrimientos de los viajeros, los
seguía en sus globos terrestres; lector voraz de los clásicos, amaba la música.
Sólo salía para visitar inválidos distinguidos, o para dar su opinión en casos
difíciles o para estudiar epidemias de especial interés o gravedad. Su
reputación como poeta, humanista, médico y astrónomo se extendió por toda
Europa. Cuando murió, los veroneses honraron su memorial y le erigieron un
monumento que todavía puede verse hoy.

4.3.1.- Girolamo Fracastoro(1478-1553)

Fracastoro es recordado en la historia de la medicina principalmente como
autor de un poema aparecido en 1530, en el cual se describe la sífilis y de
donde esa enfermedad tomó su nombre. Sin embargo, la contribución más
importante de Fracastoro a la teoría del contagio no fue su poema Sífilis, sino
De sympathia et antipathia rerum, liber unus, de contagione et
contagiosis morbus et curacione, liber III, Venecia, 1546, 77 pp.. En la
segunda parte de este volumen, De contagione, se encuentra una serie de
conceptos acerca del contagio de algunas enfermedades que tiene un aire casi
moderno y que justifica la postura de Fracastoro como el precursor más

130
importante de la teoría infecciosa de la enfermedad. En el capítulo 2 de su
Liber 1, Fracastoro se refiere a los diferentes tipos de infección como sigue:

Los tipos esenciales de contagio son de tres tipos:

1) infección por puro contacto;
2) infección por contacto humano y con objetos contaminados, como en la
sarna, la tisis, la pelada, la lepra (elefantiasis) y otras de ese tipo. Llamo
"objetos contaminados" a cosas como vestidos, ropas de cama, etc., que
aunque no se encuentran corrompidos en sí mismos, de todos modos
pueden albergar las semillas esenciales (seminaria prima) del contagio y
así producir infección;
3) finalmente hay otra clase de infección que actúa no sólo por contacto
humano y con objetos sino que también puede trasmitirse a distancia.
Estas son las fiebres pestilenciales, la tisis, ciertas oftalmias, el exantema
llamado viruela, y otras semejantes.


Fracastoro distingue entre las infecciones y los envenenamientos señalando
que estos últimos no producen putrefacción ni pueden reproducir en otro
organismo sus semillas, o sea que no son infecciosos.

En el libro II de De contagione, Fracastoro describe la historia natural de
varias enfermedades contagiosas y echa mano de su experiencia personal
como clínico y epidemiólogo para comentarlas. En relación con el sarampión y
la viruela, señala que afectan principalmente a los niños; además, sólo en raras
ocasiones vuelven a ocurrir en sujetos que ya las han padecido. Existe una
controversia acerca de la influencia que las ideas de Fracastoro tuvieron en la
medicina de su tiempo y la de sus sucesores. La idea de que, al igual que
Vesalio y Paré, Fracastoro fue responsable de una revolución en el
pensamiento médico del Renacimiento que transformó conceptos medievales
en modernos es difícil de sostener. Sus libros no tuvieron repercusión
comparable a la Fabrica de Vesalio o las Oeuvres de Paré. De hecho, estudios
recientes no han revelado que los escritos de Fracastoro se usaran para
avanzar en la comprensión de las enfermedades infecciosas. Mucho de lo que
enseñó a mediados del siglo XVI tuvo que redescubrirse en los siglos XVIII y
XIX.

Quizá el problema principal es que la obra de Fracastoro fue un intento de
retratar la naturaleza con una finísima malla de hipótesis e intuiciones geniales,
pero con muy pocos hechos. La principal diferencia de la obra de Fracastoro,
en comparación con las de Vesalio y Paré, es que mientras la del primero es
casi puramente teórica, las de los segundos son eminentemente prácticas; en
ausencia de demostraciones objetivas era válido proponer otras ideas y
explorar otros caminos.

131

4.4.-La Revolución Fisiológica

Otro aspecto de la biología que se benefició con el impulso del Renacimiento
científico fue la fisiología.



Uno de los primeros médicos que empleó métodos
cuantitativos en la medicina fue Santoro Santorio
(1561-1635)( imagen), quien ingresó a la Universidad
de Padua a los 14 años de edad y se graduó de
médico a los 21; al poco tiempo viajó a Polonia como
médico del rey Maximiliano y ahí permaneció 14
años. En 1611 fue nombrado profesor en Padua y
estuvo enseñando y trabajando en esa ciudad hasta
1624, cuando renunció y marchó a Venecia, donde
ejerció la medicina hasta su muerte. Santorio era
amigo de Fabrizio de Aquapendante y de Galileo,
con los que mantuvo correspondencia durante los años que estuvo alejado de
Padua. Es posible que Santorio haya discutido algunos de los problemas que le
interesaban con Galileo.

En una ocasión memorable, Galileo observó los movimientos de un candelero
en la catedral de Pisa y al compararlos con su pulso encontró que eran
regulares; de ahí partió la ley de la isocronía del péndulo. Santorio invirtió el
proceso y contó el pulso usando un péndulo cuya cuerda se ajustaba
hasta que se moviera a la misma velocidad del pulso; la velocidad se
expresaba en términos de la longitud de la cuerda del péndulo. Este fue el
modelo más simple del pulsilogium, que posteriormente se hizo más
complejo. Galileo inventó el termómetro de alcohol (y lo llamó sherzino,
"chistecito") pero Santorio, dándose cuenta de su importancia para medir la
temperatura de la fiebre, diseñó tres diferentes termómetros: uno con un
bulbo grande para sostener en la mano, otro con un embudo para que respirara
el paciente, y otro pequeño para tomar la temperatura oral.

La obra más famosa de Santorio es su Ars de statica medicina aphorismi
(Aforismos del arte de la medicina estática, 1614) cuyo frontispicio es la famosa
imagen del autor sentado en su silla metabólica frente a una mesita con
alimentos y una copa de vino. Entre varios experimentos, Santorio encontró
que si pesaba sus alimentos y después pesaba sus excreciones, había una
diferencia a favor de los alimentos; esta diferencia la eliminaba de manera
imperceptible, a la que llamó transpiración insensible. Según sus cálculos, el
peso de la transpiración insensible en 24 horas era de 1.250 kg., lo que
corresponde al limite superior normal, medido con mucho mejores instrumentos
y métodos tres siglos después. El libro de Santorio es importante porque sus
aforismos están basados directamente en sus observaciones experimentales, a
pesar de que como médico era un galenista confirmado y sus métodos
terapéuticos eran hipocráticos.

132

4.4.1.-William Harvey (1578-1657).



De mayor impacto en el desarrollo de la fisiología
científica fue el descubrimiento de la circulación de la
sangre por William Harvey( imagen). La idea ya
había sido sugerida desde el siglo XIII por Ibn an
Nafis, y mucho se ha discutido que en el siglo XVI
tanto Servet como Colombo habían mencionado que
la sangre del ventrículo derecho pasaba al ventrículo
izquierdo por los pulmones y no a través del tabique
interventricular, como lo había postulado Galeno.
Incluso Colombo señala:

“Entre los ventrículos está el septum, a través del cual casi todos
piensan que hay un paso entre el ventrículo derecho y el izquierdo,
de modo que la sangre en tránsito puede hacerse sutil por la
generación de los espíritus vitales que permitan un paso más fácil.
Sin embargo, esto es un error, porque la sangre es llevada por la
vena arterial (arteria pulmonar) a los pulmones... Regresa junto con
el aire por la arteria venal (venas pulmonares) al ventrículo izquierdo
del corazón. Nadie ha observado o registrado este hecho, aunque
puede ser visto fácilmente por cualquier”.

Este texto sugiere que Colombo no sólo mencionó la circulación pulmonar de la
sangre sino que la había observado directamente. Harvey conocía el libro de
Colombo y se refirió a él por lo menos tres veces en su propia obra. No se sabe
si Colombo había consultado el libro de Servet, Restitutio christianismi, en
donde se sugiere la existencia de la circulación pulmonar, pero es poco
probable porque Servet fue quemado vivo en 1553 y casi todas las copias de
su libro fueron destruidas, excepto tres, mientras que el texto de Colombo
apareció en 1559.

La importancia del descubrimiento de la circulación sanguínea es enorme, pero
no sólo por el hecho mismo sino también por la metodología empleada por
Harvey. Como Vesalio en la anatomía y Paré en la cirugía, Harvey se plantea
un problema fisiológico y para resolverlo no sigue la tradición medieval, que era
consultar los textos de autoridades como Galeno o Avicena, sino que adopta
una actitud nueva y muy propia del Renacimiento: el estudio directo de la
realidad. Ya en sus notas para las conferencias de 1616 en el Colegio de
Médicos de Londres señala que había disecado más de 80 especies distintas
de animales, haciendo experimentos y observaciones pertinentes a la solución
de su problema. En De motu cordis relata experimentos hechos en serpientes,
cuyo corazón continua latiendo un tiempo prolongado después de la muerte, y
otros más sencillos comprimiendo venas prominentes en brazos humanos, en
los que demuestra la proveniencia de la sangre que llena las venas y las
funciones de las válvulas venosas. A partir de Harvey se inicia la revolución en
la fisiología, manifestada por la tendencia progresiva de los investigadores a

133
plantear y resolver los problemas de esta disciplina en términos más objetivos
de mecánica, de física, de química o de anatomía comparada, alejándose
almismo tiempo de explicaciones basadas en tendencias esenciales o en
designios sobrenaturales.

4.5.-La Revolución Microscópica

Durante el siglo XVII ocurrió otra revolución más, que junto con la anatómica, la
quirúrgica y la fisiológica, iba a contribuir de manera fundamental a la
transformación científica de la medicina, al proporcionar el instrumento
necesario para explorar un amplio y fascinante segmento de la naturaleza
desconocido hasta entonces: el mundo microscópico.

Desde la antigüedad se sabía que los objetos aparecen de mayor tamaño
cuando se ven a través de una esfera de cristal; Plinio dice que Nerón usaba
una esmeralda con este propósito. Alhazen (965-1039), uno de los más
celebrados oftalmólogos árabes, se refirió al aumento y a las distorsiones
de los objetos producidas por esferas de cristal, y Roger Bacon (1240-
1292) señaló lo mismo y además comentó la utilidad que el aumento
tendría para personas con problemas de visión, pero sus obras se
publicaron hasta cinco siglos más tarde (1733). Los primeros anteojos se
fabricaron en Venecia en el siglo XIV, y desde entonces ya había castigos para
los fabricantes que los hicieran de vidrio en lugar de cristal.

Los microscopios ópticos son de dos tipos generales, según el número de
lentes que los forman: simples, de una sola lente, y compuestos, de más de
una lente. Es posible que el primer microscopio haya sido uno compuesto,
el construido por Galileo en 1610, como un complemento (invertido) de su
invención del telescopio; sin embargo, la imagen que revelaba era muy
deficiente. Galileo lo llamó occhiale y todavía en 1642 señaló que aumentaba
"las cosas pequeñas unas 50.000 veces, de modo que una mosca se ve del
tamaño de una gallina", lo que era una exageración.
Los primeros microscopios simples fueron pequeñas lentes de aumento
(biconvexas) que en el siglo XVII dejaron de ser juguetes curiosos y alcanzaron
claridad y resolución suficientes para hacer observaciones confiables en manos
de un personaje extraordinario:


Anton van Leeuwenhoek (1632-1723)( imagen)
Pequeño burgués en un pueblo de Holanda
(comerciante en telas en Delft), sin educación
universitaria alguna (ignorante de idiomas), en
su juventud se aficionó a la talla de lentes y en
pocos años se convirtió en un tallador experto.
Con el tiempo, sus lentes de gran aumento
fueron los mejores de Europa, pues alcanzaban
resoluciones hasta de 200 aumentos.
Leeuwenhoek siguió tallando lentes biconvexos
cada vez mejores y construyendo diferentes
microscopios simples toda su vida, pero al

134
mismo tiempo desarrolló un gran talento para observar e interpretar lo que veía
con ellos. Su curiosidad nunca tuvo ni un proyecto definido ni límites aparentes:
todo le interesaba y todo era nuevo, no sólo para él sino para todo el mundo.
En 1674 envió una primera carta con algunas de sus observaciones
microscópicas a la Real Sociedad de Londres, que reconociendo su
originalidad y su interés las tradujo y las publicó en sus Transactions. La
correspondencia de Leeuwenhoek con esa augusta sociedad científica alcanzó
más de 200 comunicaciones y la sostuvo hasta su muerte. Fue el primero en
ver y en describir muchas estructuras microscópicas, como los
espermatozoides, los protozoarios (Vorticella), los vasos capilares, los
eritrocitos, las láminas del cristalino, las miofibrillas y las fibras
musculares estriadas, y varios tipos de bacterias.



Otro gran personaje fue Marcello Malpighio (1628-
1694)( imagen) uno de los precursores en el estudio
microscópico de muchos tejidos, tanto de plantas como
de animales y humanos. Fue profesor de medicina en
Pisa, Bolonia y Mesina, pero en todas partes encontró la
oposición de los galenistas, que se resistían a abandonar
sus antiguas ideas.

En Pisa coincidió con Giovanni Antonio Borelli (1608-1679), quien era
profesor de matemáticas, y ambos tuvieron gran influencia mutua en sus
respectivos trabajos. Finalmente Malpighio regresó a Bolonia, y de ahí pasó a
Roma como médico del papa Inocencio XII, quien admiraba su trabajo y lo
protegió. En 1661 publicó su primer libro, De pulmonibus observationes
anatomicae (Observaciones anatómicas en los pulmones), en el que describe
los alvéolos pulmonares y la comunicación de las arterias con las venas
pulmonares a través de los capilares en el pulmón de la rana. En publicaciones
ulteriores describió por primera vez los glóbulos rojos (pero los confundió con
adipocitos), la estructura de la piel, de los ganglios linfáticos y del bazo, la
existencia de los glomérulos en el riñón, el desarrollo embrionario de varias
especies y la anatomía de las plantas. Malpighio fue uno de los primeros en
señalar la identidad esencial de la vida de plantas y animales.


Entre los primeros microscopistas debe
recordarse al padre Athanasius Kircher (1602-
1680)(imagen) jesuita alemán profesor en
Wünzburg que emigró a Italia durante la Guerra
de los Treinta Años y trabajó de profesor de
matemáticas en el Colegio de Roma. Kircher
escribió tratados sobre muy distintas materias:
matemáticas, música, astronomía, filosofía,
teología, filología, arqueología, magnetismo,
óptica, la peste, la tierra, los cielos, historia,
geografía, prestidigitación, acústica y los milagros.
En su obra Scrutinium physico-medico (1658),

135
dedicada al papa Alejandro VII, después de decir que su microscopio tenía un
aumento de 1 000 aumentos, lo cual es una clara exageración, Kircher relata
haber examinado con él la sangre de un enfermo de peste:

Es seguro que con su microscopio, que cuanto más aumentaba 100 diámetros,
Kircher no pudo haber visto ni a Pasteurella pestis ni a ninguna otra bacteria
del mismo o hasta de mayor tamaño. Singer sugiere que sus gusanos eran
rouleaux de eritrocitos, pero Dobell afirma que eran puras visiones o fantasías.



Otro notable microscopista fue Robert Hooke
(1635-1703)(imagen) también inventor y
arquitecto, aparte de funcionar como el primer
encargado de los experimentos de la Real
Sociedad de Londres. En 1665, Hooke publicó
su hermoso libro Micrographia, el primero
con ilustraciones microscópicas de distintos
objetos, entre ellos el corcho, en el que por
primera vez se describe y se ilustra una célula
biológica y se usa la palabra célula con el sentido que tiene hoy. Además, es
interesante que el libro de Hooke se publicara en inglés y no en latín.

La revolución microscópica se inició en el siglo XVII y con ella ocurrió lo mismo
que con el descubrimiento de América fines del siglo XV: repentinamente
ingresó a la realidad un nuevo mundo cuya existencia había sido objeto de
fantasías y de sueños, pero que al explorarlo resultó ser mucho más amplio y
complejo de lo que se había imaginado.



4.6.-La revolución en la Patología

A fines de la Edad Media se empezó a relajar la prohibición eclesiástica y
secular de las autopsias . Al principio se autorizaron en casos legales, pero
pronto algunos médicos empezaron a practicarlas en sus pacientes fallecidos,
en busca de un diagnóstico o de la causa de la muerte.


El primero en dejar un registro de su experiencia con este
procedimiento fue un médico florentino, Antonio Benivieni
(1443-15O2)( imagen) que estudió en Pisa y Siena. Ejerció
la medicina (con preferencia por la cirugía) en su ciudad
natal; entre sus clientes se encontraban los nombres más
aristocráticos de Florencia, como los Médicis y los
Guicciardini. También fue médico y amigo de Savonarola.
De acuerdo con su tiempo, Benivieni era un médico
humanista, galenista y arabista, como se confirma por los libros que tenía en su
biblioteca: Cicerón, Juvenal, Terencio, Virgilio y Séneca, entre otros clásicos, y
Aristóteles, Celso (De re medica), Dioscórides, Galeno, Hipócrates, Avicena,

136
Averroes, Constantino el Africano, Nicolás el Selenita (Antidotarium), Saliceto
(Practica) y otros más. Participaba en la vida cultural de Florencia y entre sus
amigos se contaban el filósofo Marsilio Ficino y los poetas Angelo Poliziano y
Benedetto Varchi, quienes le dedicaron algunas de sus obras. Su libro, De
abditis nonnulis ac mirandis morborum et sanationum causis (De las
causas ocultas y maravillosas de las enfermedades y de sus curaciones)
apareció en 1507, cinco años después de su muerte pero todavía seis años
antes de que naciera Vesalio. Contiene 111 casos clínicos vistos por Benivieni,
entre los que hay 15 con autopsia o estudio anatómico de las lesiones.

Los protocolos incluyen breves descripciones clínicas de la enfermedad y
referencias casi telegráficas a los hallazgos de la autopsia. Por ejemplo, el caso
XXXVI dice lo siguiente:

“Mi tocayo, Antonio Bruno, retenía el alimento que había ingerido por un
corto tiempo y después lo vomitaba sin haberlo digerido. Fue tratado
cuidadosamente con toda clase de remedios para curar los problemas
gástricos pero como ninguno le sirvió para nada, adelgazó por falta de
nutrición hasta quedarse en pura piel y huesos; finalmente le llegó la
muerte.
El cadáver se abrió por razones de interés público. Se encontró que la
apertura de su estómago se había cerrado y que se había endurecido
hasta la parte más inferior resultando en que nada podía pasar por ahí a
los órganos siguientes, lo que hizo inevitable la muerte.”


La brevedad de las descripciones revela que el interés de Benivieni era
fundamentalmente práctico. Se trataba de encontrar una explicación
satisfactoria para los síntomas y la defunción del paciente. En De abditis no
hay discusiones teóricas o elucubraciones escolásticas, aunque Galeno sigue
siendo la autoridad indiscutible. Pero el texto sugiere que la "apertura" de
algunos pacientes fallecidos, en busca de la naturaleza de la enfermedad y de
la causa de la muerte, o sea la correlación anatomoclínica, no era algo
excepcional en la práctica de la medicina, por lo menos en centros culturales
como Florencia.
Con el tiempo empezaron a aparecer recopilaciones de casos anatomoclínicos
publicados en Italia, Francia, Holanda y Alemania. Una de las más extensas
fue la de
Johann Schenk von Grafenberg (1530-1598), quien estudió
en Tubinga y después de ejercer la medicina en Estrasburgo
acepto la posición de médico de la ciudad de Friburgo, en
donde finalmente murió. Su libro apareció al final de su vida
(1597) con el título de Observationen medicarum rararum...
libri VII, y tuvo mucho éxito. Se trata de una colección de más
de 900 páginas que contiene observaciones resumidas de
Silvio, Vesalio, Colombo, Bahuin, Avenzoar, Garnerus y
muchos más, mezcladas con sus propios casos, cuya consulta
se facilita gracias a un excelente índice.

137


De especial interés es el patólogo suizo Johann Jakob
Wepfer (1620-1695)( imagen) de Schafhausen, quien fue uno
de los médicos más famosos del siglo XVII. Interesado en
afecciones cerebrales, hacía todos los esfuerzos por conseguir
permiso para autopsiar a sus pacientes fallecidos y a él se
debe la descripción original de las hemorragias cerebrales
causadas por ruptura de pequeños aneurismas arteriales. Su
propia enfermedad incurable, probablemente insuficiencia
cardiaca, fue descrita en la edición póstuma de sus obras, en
el prefacio que lleva el nombre de Memoria Wepferiana, y se acompaña de una
ilustración de la aorta de Wepfer, que muestra claramente una ateroesclerosis
avanzada. La autopsia se realizó "como es costumbre" y el protocolo, debido a
un doctor D. Pfister, describe en forma breve pero completa casi todos los
órganos; el corazón se encontró aumentado de tamaño y con consistencia
ósea cerca de la válvula de la arteria pulmonar.

Pero el recopilador más acucioso y exhaustivo del siglo XVII fue Théophile
Bonet (1620-1689), quien nació en Ginebra y se graduó en Bolonia a la edad
de 23 años. Ingresó al servicio del duque de Longueville en Neuf-Chatel e
intentó introducir medidas para regular la práctica de la medicina, pero los
demás médicos se opusieron a ellas. Publicó por lo menos 16 libros, pero el
que nos interesa apareció en 1679, con el título de Sepulchretum sive
anatomia practica ex cadaveribus morbo denatis..., formado por tres
grandes tomos que alcanzan las 1 706 páginas y contienen cerca de 3 000
casos clínicos con sus respectivas autopsias, recopilados de los escritos de
469 autores. Los casos están ordenados por síntomas principales, en parte
alfabética y en parte anatómicamente. Por ejemplo, en el Libro I la primera
sección trata de enfermedades de la cabeza, la segunda de hemorragias
cerebrales, la tercera de padecimientos con estupor, la cuarta de catalepsia e
insomnio, etc. Anticipando lo difícil que iba a ser la consulta de su
Sepulchretum para encontrar información sobre un punto específico, Bonet
preparó varios índices cruzados para su primera edición. Sin embargo, en la
segunda, en 1700 (once años después de su muerte), los índices
desaparecieron y el editor Manget se justificó diciendo que estaban hechos con
poco cuidado. Esta omisión no fue completamente negativa, porque le sirvió de
estímulo a Morgagni para publicar su inmortal De sedibus medio siglo mas
tarde

138

La revolución en la patología se inició y avanzó de manera considerable en el
siglo XVI, con la generalización de la práctica de la autopsia de interés médico
y la publicación de numerosos textos de correlación anatomoclínica, así como
con su recopilación por autores enciclopédicos, más preocupados por incluir
todo lo publicado sobre la materia hasta entonces que por separar la arena de
los diamantes, entre los que sobresale Bonet. Éste fue el principio de una
nueva forma de estudiar la enfermedad, que siguió el camino señalado
por Vesalio en la anatomía y por Harvey en la fisiología: para conocer a la
naturaleza, hay que interrogarla a ella misma, en lugar de buscarla en los
textos de Galeno o de Avicena.

4.7.-La Clinica y Epidemiologia
La nueva mentalidad médica que surgió en el Renacimiento se dirigió,
naturalmente, contra Galeno y la medicina árabe, ante todo en la voz de
Paracelso, paladín de un cambio radical. En su ataque furioso a la tradición
médica llegó a quemar públicamente textos de Galeno, Avicena y Rhazes
mientras danzaba alrededor de la hoguera. Recordemos que Paracelso es
contemporáneo de Vesalio pero hay un marcado contraste entre ambos en
cuanto a personalidad y carácter de sus obras.

El clínico más destacado fue el francés Jean Fernel, que vivió de 1506 a
1588. Era además matemático y astrónomo. Era un hombre práctico y un gran
observador, estaba enriquecido con un soporte lógico implacable; buscó las
causas ocultas (De abditis rerum causis) y llegó así a ofrecer una síntesis de
calidad recogiendo toda la medicina tradicional: Medicina, su obra capital, está
dividida en 'Physiologia', 'Pathologia' y 'Therapeutica'.



Por su gran erudición J. Fernel ( imagen) logró gran
reputación y alcanzó una buena posición económica.
Fue nombrado médico de corte de Enrique II de
Francia. Describió la sintomatología de la influenza y
consideró la sífilis y la gonorrea como enfermedades
diferentes, aunque la distinción definitiva se haría sólo
a mediados del siglo XIX. De este período son las
primeras descripciones del cuadro clínico de la
coqueluche, escarlatina y varicela y la introducción del concepto de
reumatismo. Introdujo en el léxico médico el término "fisiología" para describir
el estudio de las funciones corporales. Fue el pionero en la descripción del
canal vertebral.

Se retoma la idea de la imaginación o sugestión como factor curativo o
perturbador de la mente. Aparece la idea de que las brujas no eran aliadas
del demonio sino enfermas de la psiquis y se intenta por primera vez una
clasificación de las enfermedades mentales.

139
4.8.-La Revolución Clínica

De enorme importancia dentro de la historia de la medicina es la revolución, a
fines del Renacimiento, en la forma como los médicos atendían a sus
pacientes. Hasta entonces, lo común era una visita en la que el doctor
escuchaba las quejas del enfermo, sentía su pulso, examinaba su orina, y a
continuación se enfrascaba en (una compleja disertación que variaba en
contenido según la escuela a la que pertenecía (galenista, iatroquímica,
iatrofísica, animista, browniana, y muchas otras más), pero que siempre era
esencialmente teórica y que al final terminaba con variantes de las mismas
tres indicaciones terapéuticas, heredadas de los tiempos de Hipócrates: dieta,
sangrías y purgantes, a lo que la Edad Media había agregado, diferentes
"medicinas", como la teriaca y otros menjurjes igualmente inútiles o hasta
peligrosos. Poco a poco algunos médicos empezaron a sentirse incómodos con
esa forma de proceder, con los restos del pensamiento medieval y hasta con
las teorías renacentistas en boga; en su lugar buscaron en la actitud
hipocrática clásica una salida a sus inquietudes. El prototipo de esta actitud fue
Thomas Sydenham ( 1624-1689)( imagen), quien hizo sus estudios en Oxford,
después pasó un tiempo en Montpellier y finalmente se graduó en Cambridge,
a los 52 años de edad. Se estableció en Londres y fue uno de los médicos más
famosos de Europa, sin dar clases en ninguna universidad, ni fundar ninguna
escuela. Sus escritos son escasos y breves.
Estudió en Oxford e impartió su oficio de médico en Londres. Siendo apreciado
como el representante más destacado de la medicina inglesa, fue apodado el
«Hipócrates inglés».

Su trabajo se caracterizó por ser siempre de estrecho contacto con el paciente,
consagrándose más al estudio de los síntomas que al de las teorías médicas.
Sydenham fue gran amigo de Robert Boyle, que le recomendó el estudio
clínico de las epidemias de Londres y que dio como fruto un libro publicado en
1666 con el título de Methodus curandis Febres. Su notoriedad llegó a oídos
de John Locke en Oxford; cuando éste fue trasladado a Londres entabló una
fuerte amistad con Sydenham, que le acompañaba todos los días en su visita
médica impresionado por su excelente práctica. Dentro del escaso arsenal
terapéutico existente en su época, prefería los compuestos orgánicos de
plantas medicinales sobre los minerales, utilizando opio en forma del conocido
"láudano de Sydenham”; también contribuyó de manera fundamental a la
consolidación de la idea de la historia natural de la enfermedad. En sus propias
palabras:

En la producción de enfermedades la naturaleza es
uniforme y consistente, tanto que para la misma
enfermedad, en diferentes personas, los síntomas
son en su mayoría los mismos; e iguales fenómenos
a los que se observarían en la enfermedad de un
Sócrates se encontrarían en el padecimiento de un
tonto. De la misma manera los caracteres
universales de una planta se extienden a cada
individuo de la especie, y cualquiera (hablo de un
ejemplo) que describa exactamente el color, sabor,

140
olor, figura, etc., de una sola violeta, encontrará que su descripción es buena,
igual o aproximadamente, para todas las violetas de esa especie particular en
la superficie de la Tierra.

De esta manera Sydenham postula la existencia independiente de las
enfermedades y la posibilidad de distinguirlas entre sí partiendo de sus
síntomas y signos característicos. Lo que hacía falta era abandonar todas las
hipótesis y todos los sistemas filosóficos que pretendían explicar, y a veces
hasta sustituir la realidad, y dedicarse a describir los fenómenos patológicos
con la misma fidelidad con que un pintor pinta un retrato.

Los libros de Sydenham no cita a ningún otro autor, con excepción de
Hipócrates.

4.9.-La medicina en España

En España, también se produjeron contribuciones importantes a la medicina
unas veces en territorio español; otras, fueron españoles emigrados a la Italia
Renacentista o diversos territorios europeos y americanos.Entre ellos destacan
los siguientes personajes.

• Juan Valverde de Hamusco, nació en Amusco (Hamusco), provincia de
Palencia alrededor de 1525. Se estima que emigró a Italia alrededor de
1542.
Valverde, anatomista y médico, fue el físico de algunos hombres relevantes de
la época, entre otros, del Cardenal Juan Alvarez de Toledo (hijo del Duque de
Alba) Arzobispo de Santiago y Primer Inquisidor General de Roma. En 1555,
enseña medicina en el Hospital del Espíritu Santo de Roma. La obra princeps
de Valverde, "Historia de la Composición del Cuerpo Humano", escrita en
castellano, fue publicada en 1556

• Rodriguez de Guevara estudió anatomía durante dos años en Italia.
Fue profesor de anatomía en Valladolid ente 1548 y 1550, siendo el
primer anatomista que impartió clases de disección sobre cadáveres en
Castilla.
En 1556 ocupó primero la Cátedra de Medicina y Anatomía, y después la
Cátedra de Cirugía de la Universidad de Coimbra.


• Pedro Jaime Esteve estudió en París y Montpellier. Fue catedrático de
Ana-tomía y Materia Médica en Valencia (1545).
Mantuvo una postura crítica con respecto a Vesalio, fácil de entender si
se menciona que consideraba a Galeno como el padre de la medicina, y
llama literalmente locos a todos aquellos que se atreven a criticarlo. Sin
embargo, en ocasiones confesó públicamente su admiración por la labor de
Vesalio.

También merecen ser mencionados los miembros del movimiento vesaliano,
Luís Collado y Pedro Jimeno. Pedro Jimeno fue discípulo de Vesalio en
Padua y adoptó sus métodos de enseñanza cuando ocupó la Cátedra de

141
Anatomía y Materia Médica de Valencia en 1547. En 1549 publicó el primer
libro de anatomía que incorporaba los resultados de los estudios de Vesalio,
introduciendo también contribuciones propias. Luis Collado también fue
discípulo de Vesalio. Se sabe que estudió medicina en Valencia y que fue
catedrático de Anatomía y Materia Médica, de Principios y de Práctica. Creó y
ocupó durante 10 años la Cátedra de Práctica Particular. Junto con Jimeno, fue
uno de los más importantes científicos de la época y su influencia se extendió
por toda España.


• Andrés Alcázar(1490-1585) médico y catedrático de cirugía de la
Universidad de Salamanca reunió la producción literaria de toda su vida
en una publicación bajo el título Chirurgiae libri sex.
La parte más destacada de su obra y la más apreciada en su época se
encuentra en el primer libro o capítulo. Está consagrado a la cirugía craneal (de
vulneribus capitis). Lo demuestra el hecho de que fuera reimpresa de forma
aislada siete años después de la edición original.
Alcázar realiza dos aportaciones fundamentales: Un detenido estudio de las
heridas cefálicas, que constituye la más completa exposición sobre el tema en
la Europa del XVI. Considera que no basta el examen externo de la herida, sino
que es necesario estudiar también los síntomas neurológicos (vértigos,
trastornos de la voz y de la visión, vómitos, falta de equilibro, etc.) haciendo
una fina valoración de los mismos y un análisis de las condiciones que deben
reunir los instrumentos operatorios para realizar trepanaciones, lo que le llevó a
diseñar varios utensilios quirúrgicos que renovaron el instrumental de la época.
Los cinco libros restantes de la obra están dedicados a las heridas de los
nervios y tendones, a las heridas del tórax y del abdomen, a la sífilis y a la
prevención y tratamiento de la peste. Es de destacar en esta parte la atención
que dedica a la extracción del pus en la cavidad torácica. Inventó para ello un
instrumento que succionaba el pus impidiendo al mismo tiempo la entrada de
aire en el interior del tórax.
• Montaña de Monserrate, Bernardino(1480-1558)
Los datos biográficos de Bernardino Montaña de Monserrate son escasos.
Sabemos que cursó estudios de medicina fuera de España, probablemente en
Montpellier, uno de los principales reductos de la medicina europea de su
tiempo, que fue médico de Carlos V, y que vivió la mayor parte de su vida en
Valladolid.
Monserrate es autor del primer tratado de anatomía publicado en castellano. El
uso de la lengua vulgar permitía que la obra fuera accesible a la formación de
cirujanos y barberos.

Consta de dos partes independientes. La primera,
específica de anatomía, resume los supuestos galénicos
tradicionales de forma similar a la de otros tratados de

142
anatomía europeos del siglo XVI. Aunque la obra se había publicado siete años
después de la primera edición de la Fabrica de Vesalio, no lo cita ni una sola
vez, lo que no impide la inclusión al final del libro de doce figuras copiadas de
la “Fábrica”.
La segunda parte es la de mayor interés. Se trata de un relato en el que
interpreta un sueño del marqués de Mondéjar, de quien era médico. El sueño
sirve de pretexto para un coloquio sobre la visión alegórica del cuerpo humano.
Según se desprende del diálogo, Monserrate se basa en experiencias de
destilación propias, que le permiten aportar concepciones alquímicas de la
digestión gástrica, además de aplicar el análisis propio del «ars separatoria» a
la composición de la sangre, la orina y otros fluidos orgánicos.
La mentalidad científica de Monserrate responde a una defensa a ultranza de
la experiencia como fuente del conocimiento. Es una demostración palpable de
la pluralidad de corrientes científicas que tuvieron lugar en el Renacimiento y
del proceso de crisis y superación de la medicina galénica
• Carbón Malferit, Damián.
Se le cree hijo del cirujano Andrés Carbón y de Arcenda Malferit. Su carrera
profesional constituye un ejemplo de ascenso intelectual y social. Mientras que
en 1509 es calificado de cirujano, en 1519 había obtenido ya el grado de
“batxiller en medicina” y aunque en 1520 aún ejercía la cirugía, ya como
“mestre de botiga”, la más alta cualificación del gremio quirúrgico, en 1524
obtuvo el título de “licenciat en arts i medicina”. El 20 de noviembre de 1528
finalizó la primera parte de su obra Libro del arte de las comadres y el 28 de
ese mismo mes y año efectuó su examen para el grado de doctor en Medicina
en la facultad de Medicina de la Universidad de Valencia. Su “promotor” o
padrino fue otro médico mallorquín, Pere d’Olesa, por entonces docente en
dicha facultad. Su formación se encuadra dentro de lo que se conoce como
“galenismo arabizado”, orientación dominante en dicha facultad desde los
últimos años del siglo xv y principal patrón explicativo e in-terpretativo de la
enfermedad en la Península Ibérica, desde la Baja Edad Media hasta bien
entrado el siglo XVI. Ejerció tareas de prevención sanitaria desde 1522, pero
hasta 1530 no fue nombrado médico de la Morberia de Mallorca, cargo que
aún ostentaba en 1541. Su designación como médico de esta prestigiosa e
importante institución representa el reconocimiento de su capacidad personal y
de su cualificación profesional, constituyendo la culminación de su carrera
médica.
Su notoriedad procede de ser autor del Libro del arte de las comadres,
madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de los niños,
impreso en Palma de Mallorca, por el palentino Hernando de Cansoles, en
diciembre de 1541. Es un volumen en cuarto, impreso en caracteres góticos,
que consta de una epístola introductoria de tres folios no pagina-dos y ciento
dieciocho folios de texto. Se divide en dos partes. La primera, finalizada, como
se ha indi-cado, en 1528, se titula: “Del arte de las comadres o madrinas y del
regimiento de las preñadas y paridas y de los niños”. La segunda lleva como
título: “De la dificultad de la empreñación”. Ambas fueron publicadas en esa
única ocasión. No volvió a editarse, aparentemente, debido al abundante

143
número de obras sobre estas materias aparecidas a partir de entonces. No
obstante, fue una obra relativamente divulgada, como parece sugerirlo la
existencia de no menos de once ejemplares en bibliotecas y seis men-ciones
en los más importantes repertorios bibliográficos. Constituye uno de los
resultados indirectos del interés suscitado por los temas embriológicos, entre
los maestros de la Universidad de Bolonia, durante los siglos XIII y XIV. Fueron
estimados como uno de los terrenos más adecuados para profundizar en la
conciliación de las discrepancias entre la tradición aristotélica y la galénica. La
fama del médico mallorquín Damián Carbón se debe en exclusiva a la
publicación del primer tratado de obstetricia publicado en España, y uno de los
primeros en Europa.
Se trata de una obra dirigida a las comadres para que adquirieran
conocimientos acerca de su oficio, que como afirma su autor en el prólogo es
«cosa de mujeres». Las convenciones sociales de la época hacían que la
práctica de la obstetricia estuviera reservada a mujeres, siendo la experiencia
de los médicos en este campo muy pobre, por lo que cabe suponer que Carbón
escribió su libro basándose en un conocimiento libresco.
La primera parte de la obra justifica la existencia de las comadres y establece
las condiciones que deben reunir para ser buenas profesionales; le sigue un
estudio anatómico y fisiológico del aparato
reproductor femenino, la generación de criaturas y el
embarazo; los siguientes capítulos se dedican al parto
y sus complicaciones; concluye con una serie de
capítulos sobre los cuidados de los recién nacidos y
las enfermedades más frecuentes.La segunda parte
está dedicada a la esterilidad, sus causas y sus
remedios.
En la portada de la obra podemos apreciar un bonito
grabado a dos tintas enmarcado en una orla que
representa la visitación de la Virgen a Santa Isabel,
ambas embarazadas. En los años siguientes
aparecieron otros libros dedicados a la obstetricia, por lo que la obra de Carbón
no se volvió a reeditar.
• Francisco de Arceo
Nació en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en 1493 y estudió medicina en Alcalá
de Henares. Ejerció en el Monasterio de Guadalupe, y posteriormente en
Llerena (Extremadura). Se convirtió en un cirujano muy solicitado en su época.
Fue profesor de otros médicos conocidos, como el Dr. Ceballos (médico de las
campañas de Carlos I), el Dr. Moreno (médico de las infantas españolas), el Dr.
Águila o el Dr. Arias Montano. Murió en 1580.

Su obra, De recta vulnerum curandorum ratione (Amberes, 1574), escrita en
latín, fue traducida al inglés (1588), al alemán (1600) y al francés (1667), lo que
demuestra el interés que alcanzó en Europa. El autor más citado es Giovanni

144
da Vigo (1450-1525), con su Practica in arte chirurgica copisoa (Roma, 1514),
al cual supera ampliamente en calidad quirúrgica. La obra representa una
recopilación de historias clínicas personales, en la que describe los síntomas,
el tratamiento propuesto y su curación. Destaca la descripción de la primera
rinoplastia (antes de la publicación de Gaspar Tagliacozzi, De curtorum
chirurgia per insitionem, Bolonia, 1597), de la cura por primera intención para
las heridas superficiales, la descripción de la operación del trépano (pero
realizado por cirujanos con la suficiente pericia técnica), del cáncer de mama
(mediante dos incisiones paralelas, una por debajo y otra por encima del tumor)
y el tratamiento ortopédico del pie cojo en los niños. Además, describe una
fórmula para tratar fiebres, sífilis y heridas llamada «Bálsamo de Arceo» (cuya
fórmula era: «una onza y media de trementina, otra de goma elemí, dos onzas
de grasa de castrado, una onza de grasa añeja de cerdo; se licua al fuego y
hágase un linimento, y se aplica suavemente con el extremo de una pluma de
gallina»). Este bálsamo fue muy utilizado para heridas y contusiones por toda
Europa.
Arceo fue un crítico del lenguaje. Atacó a aquellos que utilizaban una lengua
vulgar, creyendo que esto favorecía el intrusismo de cirujanos sin formación
académica
• Juan Fragoso.
Nació en 1530 en Toledo, y falleció en Madrid en 1597. Estudió en la
Universidad de Alcalá, donde alcanzó el grado de bachiller en Medicina
en 1552.
Ejerció la profesión en Sevilla hasta finales de 1570, cuando se trasladó a
Madrid como cirujano de la Casa Real. Allí permaneció el resto de su vida, al
servicio de la reina Ana y, más tarde, al de Felipe II. Fue también un destacado
botánico que publicó en 1572 su Discurso de las cosas aromáticas, árboles y
frutales, y en 1575, Catalogus simplicium medicamentorum.
Como cirujano, publicó en 1570 su Chirurgia Universal, en la que incluyó las
nuevas aportaciones sobre anatomía (más que la de Vesalio y la de Falopio) y
su experiencia personal sobre observaciones clínicas. Es el primer médico
español que cita a Paracelso. Llegaron a realizarse catorce ediciones en
castellano y tres en latín en poco más de un siglo, datos que muestran su gran
aceptación.
• Francisco Díaz de Alcalá.
Nació en 1527 en Rioseras (Burgos). Estudió en la Universidad de
Alcalá, donde alcanzó en 1548 el grado de bachiller en Artes, en 1551
el grado en Medicina, en 1555 el de licenciado, y el de doctor un mes
después.
Entre sus maestros estuvieron los humanistas Fernando Mena, Cristóbal de
Vega y Francisco Valles (Alcalá), y aprendió la nueva anatomía de Pedro
Jimeno y Luis Collado (Valencia). Entre 1556 y 1558 ejerció de profesor en la
Universidad de Alcalá. Se le consideró uno de los cirujanos mejor formados de
todo el siglo XVI, y en su biblioteca se encontraron 146 obras de anatomía,
medicina, cirugía e historia natural en tres idiomas (latín, griego y castellano).

145
Entre 1559 y 1565 trabajó para la ciudad de Burgos, donde obtuvo gran estima
por su labor durante la epidemia de peste que asoló la ciudad entre los años
1564-1565. En 1570 fue nombrado cirujano de cámara de S. M. Felipe II, cargo
que ocupó más de 20 años, hasta su muerte, en 1590.
Como aportaciones destacamos su defensa del castellano. Su obra contiene
una traducción comentada de los aforismos quirúrgicos de Hipócrates, e
incluye la primera monografía sobre medicina legal en forma de un tratado de
las declaraciones que han de hacer los cirujanos.
En 1575 publicó Compendio de chirurgia: en el qual se trata de todas las
cosas tocantes a la theorica y pratica della, y de la anotomia del cuerpo
humano, con otro breue tratado, de las quatro enfermedades, obra escrita en
castellano. En ella se incluía un excelente resumen de la anatomía humana, un
estudio de los apostemas, las heridas y las úlceras, y un tratado de cuatro
enfermedades (la ninfea o hipertrofia del clítoris, las hernias, las almorranas y
la flema salada o empeines).
En 1588 publicó Tratado de todas las enfermedades de los Riñones, Vexiga
y Carnosidades de la Verga y Urina, el primer tratado de urología del mundo
(¡y escrito en castellano!), obra por la que debería ser incluido en cualquier
historia médica como el padre universal de la urología. Describió por vez
primera la uretrotomía interna (incisión interna de la estenosis de la uretra
para abrirla) mediante el cisorio, instrumento de su invención (primitivo
uretrotomo). El libro se basa en observaciones clínicas, en autopsias
(patológicas) –lo que indica que Díaz recurrió a la lesión anatómica como clave
para llegar a un diagnóstico (precursor de Morgagni)– y en una cuidada
exposición de los tratamientos quirúrgicos. El texto analiza todas las técnicas
hasta entonces empleadas e introduce las innovaciones personales: una
tenaza para extraer cálculos vesicales por vía uretral (speculum pudendi), la
uretrotomía anteroposterior y el cisorio (similar a un catéter). Divulgó el uso de
las candelillas uretrales inventadas por Alderete e inventó la talla «a la
española» en oposición al método a la italiana o napolitano de Mariano Santo,
entre otras cosas.
• Bartolomé Hidalgo de Agüero.
Nació en 1530 en Sevilla, y murió en la misma ciudad en 1597 . En su
ciudad realizó sus estudios y ejerció su profesión, fundamentalmente
como cirujano en el Hospital del Cardenal.
Durante su ejercicio trató más de 3 000 heridas, con lo que adquirió una gran
experiencia que le llevó a renovar el tratamiento convencional de las heridas.
Para poder demostrar su teoría sobre la cura de las heridas realizó un estudio
meticuloso de registro durante dos décadas en su hospital, por lo que se le
considera como el precursor de la estadística médica. De su experiencia
concluyó que la mejor forma de curación de una herida es por primera
intención (similar a Ambroise Paré), y no, como se aconsejaba en la época, por
segunda intención. Su método curativo fue defendido después por sus
discípulos Pedro López de León, Enrique Vaca de Alfaro y Pedro Gago
Vadillo. La oposición a su teoría le llegó de su compatriota Juan Fragoso.

146

Esta forma de tratar las heridas (vía particular desecante) fue expuesta por
primera vez en un pliego impreso titulado Avisos particulares de syrurgia
contra la comun opinion (1584). Su obra cumbre fue publicada después de
su muerte por su yerno (el doctor Jiménez Guillen) bajo el título de Tesoro de
la verdadera cirugía y vía particular contra la común (1604), y fue reeditada
en 1624 y en 1654. La obra está formada por 17 tratados: dos de tema médico,
dos de anatomía (Anatomie del cuerpo humano y De la historia del ojo,
basados directamente en la disección personal), dos son réplicas a las críticas
de Fragoso, y los restantes, la parte esencial del tratado, se dedica a la
exposición del saber quirúrgico (indicaciones de las sangrías, evacuaciones,
modo de usar remedios tópicos, etc.). Especial distinción debemos hacer de la
parte dedicada a las fracturas y dislocaciones, una de las mejores exposiciones
sobre el tema publicadas en la España del siglo XVI, en la que se mostraba
contrario al uso de aparatos para reducir luxaciones y al uso de férulas para
tratar las fracturas. La fundamental aportación al saber quirúrgico de este gran
cirujano español fue el uso del método seco para tratar las heridas
abandonando el del pus loable, con lo que terminó con uno de los principales
postulados de la cirugía arábiga.
• Dionisio Daza Chacón.
Nació en 1503 en Valladolid, de padre y abuelo médicos . Estudió
Gramática y Filosofía en Valladolid y Salamanca, y se licenció después
en Medicina. Ejerció de cirujano de los ejércitos de Carlos I y de Felipe
II (en las campañas de Flandes, Alemania y el Mediterráneo), y
compartió amistad y trabajo con el gran Vesalio.
Entre las campañas ejerció también en la corte y en sus hospitales. En 1545
fue encargado de asistir a Juan Vázquez, secretario del emperador. En 1547
fue requerido para tratar a los españoles atacados por la peste (de 80
afectados solo murieron dos). A su vuelta a España le destinaron al cuidado de
la infanta doña María, y después, de la princesa doña Juana. En 1557 fue
nombrado cirujano del hospital militar de la corte de forma directa, lo que
motivó múltiples protestas y debió presentarse por oposición (consiguió la
plaza con gran brillantez y acalló los rumores). En 1561 se le nombró cirujano
de la Casa Real, y en 1572, cirujano de cámara del príncipe don Carlos. En
1569 pasó a las órdenes de don Juan de Austria, con quien culminó su servicio
como cirujano militar en la batalla de Lepanto. En 1580, con 70 años y 37 de
servicio, se jubiló para vivir entre Madrid y Valladolid. Murió en el año 1596.
En 1582 publica la obra Practica y Teórica de Cirugía, reeditada en nueve
ocasiones durante todo el siglo xvii. Representa una exposición sistemática de
toda la cirugía conocida, escrita en un castellano castizo, directo, eficaz y
sobrio, porque iba destinada a los cirujanos que carecían de formación
universitaria y desconocían el latín.
Entre sus aportaciones figuran: 1) ideó una técnica personal para el tratamiento
de los aneurismas, ligando el vaso por encima del saco e incidiéndolo después;
2) ideó otra para la amputación, con desplazamiento del colgajo cutáneo sobre
el muñón; 3) describió perfectamente la ligadura de las arterias de gran tamaño

147
(que también descubriría Ambroise Paré en Francia); 4) realizó estudios sobre
los tumores malignos y la trepanación craneal; 5) fue el primero en aconsejar el
tratamiento de los pólipos nasales mediante ligadura y estrangulación por
medio de un hilo introducido por la boca y extraído por la nariz; 6) innovó con
su forma de tratar las heridas, debido a su experiencia acumulada como
cirujano militar, rechazando por fin la doctrina árabe del «pus loable»; 7)
defendió el cierre de las heridas torácicas, siendo precursor de Sauerbruch en
sus teorías del tórax abierto, y 8) clasificó las heridas del abdomen como
penetrantes y no penetrantes, y diferenció la mayor gravedad de las del
intestino grueso respecto de las de delgado. Al doctor Daza se le debería
recordar como un profesional completo, formado tanto en medicina como en
cirugía, pero que eligió el ejercicio de la cirugía para conseguir una correcta
especialización. Tal llegó a ser su pericia que Vesalio ponía en sus manos el
bisturí cuando lo precisaban en campaña.
• Pedro López de León.
Nació y estudió Medicina en Sevilla. Practicó la cirugía al lado de su
maestro, Bartolomé Hidalgo de Agüero. Ejerció como cirujano
practicante en el Hospital del Cardenal, y de 1578 a 1590, como primer
cirujano.
Fue nombrado cirujano real de galeras y, como tal, viajó a las Américas, se
estableció en Cartagena de Indias y se hizo cargo del hospital de esta ciudad
como cirujano durante más de 24 años. Se desconoce si regresó a España.
Publicó en 1628 su obra Práctica y teórica de los apostemas en general, y
particular, reeditada cinco veces a lo largo del siglo XVII. El libro se divide en
dos partes: en la primera se tratan los apostemas en general, el flemón y los
apostemas en particular, y en la segunda se plantean cuestiones prácticas de
cirugía y se estudian las heridas, úlceras, fracturas y dislocaciones de las
distintas regiones del cuerpo y el morbo gálico; se incluye además un amplio
antidotario y 39 recomendaciones y reglas para ejercer la cirugía. La obra
concluye con aforismos de Hipócrates y frases de otros autores. Son
destacables las tres páginas donde se reproducen 44 figuras de instrumentos
para la práctica quirúrgica. El texto se basa en la experiencia personal
adquirida y en las doctrinas de su maestro Hidalgo de Agüero, al defender su
forma de curar las heridas (vía particular). Se opuso a la práctica de la
trepanación y al legrado de las heridas y fracturas del cráneo.

4.10.-Paracelso (1493-1541) ¿ Alquimia, medicina, biología, antroplogía,
psicoanálisis?

Algunos historiadores consideran al suizo Paracelso como un precursor de la
biología, la antropología y la bioquímica. Carl Jung incluso lo creyó un pionero
del psicoanálisis. Pero Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von
Hohenheim —más conocido por su alias, Paracelso— vivió mucho antes de
que todas esas disciplinas se crearan.

Ya en el siglo XVI.había muchos pensadores no creían que el alquimista
pudiese alcanzar a transmutar los metales en su laboratorio o lograr la
longevidad, surgió una nueva propuesta. Desde la medicina, Paracelso

148
redefinió la alquimia como aquella disciplina en la que las materias primas
naturales eran elaboradas con vistas a una nueva finalidad. La más importante
de estas finalidades era para él la preparación de medicinas especificas.
Hasta el momento, la doctrina médica predominante, como ya sabemos, había
sido la de Galeno, él defendía la existencia en el cuerpo de cuatro humores
(sanguíneo, melancólico, colérico y flemático) cuyo desequilibrio motivaba la
enfermedad.

A pesar de haber recibido una formación universitaria, Paracelso se
oponía a la enseñanza reglada de la medicina. Cuestionó los textos
de Hipócrates, Galeno, Avicena y otros autores clásicos, y hasta
quemó públicamente algunos de sus libros. En lugar de seguir las
tradiciones antiguas, heredadas de los griegos y los árabes, propuso
que la práctica médica se basara en principios de la alquimia y la
astronomía.


Paracelso defendió en cambio que las enfermedades tenían su causa en
agentes extemos que se asentaban en órganos específicos del cuerpo, y
consistían en reacciones químicas que se producían en él. Este nuevo
concepto de enfermedad requería nuevos métodos terapéuticos: así junto a
los tradicionales fármacos de origen vegetal, introdujo remedios específicos de
origen mineral, aplicados bajo principios homeopáticos.


Paracelso consideró al universo como
una gran farmacia y a Dios como el
"boticario supremo". En su obra, toda
realidad natural se convierte en fármaco
siempre que el médico, mediante la
observación y la alquimia, sepa descubrir
los diversos modos de su acción sobre el
organismo. Así, el hombre, entre Dios y la
naturaleza, debe erigirse en un
explorador y administrador de tales
tesoros curativos. Paracelso trasciende,
por tanto, la vieja idea de que el médico
es un "servidor de la naturaleza". No es
raro que no tuviera problemas en utilizar
medicamentos químicos o de origen
mineral frente a los cuales los clásicos y
los médicos de su época fueron tan
cautos. Para él enfermedad y remedio "se atraían"y el médico debía hacer lo
posible para encontrarlo en la naturaleza. También creyó, que el médico debía
administrar el tratamiento según los modelos reales de la correlación y la
semejanza entre el macrocosmos y el microcosmos, y que la voluntad y fe del
médico y enfermo influían sobre la enfermedad y la acción terapéutica.
Ideó varios procedimientos como el de concentrar el alcohol por congelación de
su contenido de agua, o usar "agua fuerte" como solvente para el metal en su

149
forma laminada. No dudó en utilizar mercurio contra la sífilis oponiéndose a lo
usual por entonces que era el empleo de guayaco. Conoció la acción diurética
de algunos mercuriales en la hidropesía así como las propiedades narcóticas
de las preparaciones etéreas para casos de epilepsia, convulsiones
espasmódicas y para mitigar el dolor.
Paracelso gozó de mucha popularidad en su época. Al usar químicos y
minerales para tratar enfermedades logró curar a pacientes que habían sido
considerados incurables por la medicina tradicional. Hay testimonios de que
sanó a pacientes con lepra, epilepsia y gota, entre otros males supuestamente
intratables. Su mayor logro profesional fue ser el primer médico en describir
clínicamente la sífilis y en tratarla usando mercurio.

También inventó el láudano, una mezcla de
alcohol y opio considerada uno de los
primeros analgésicos, que cobraría gran
fama en el siglo XIX. Algunos consideran a
Paracelso el "padre" de la toxicología porque
fue el primero en entender que ciertos
venenos, administrados en pequeñas dosis, podían funcionar óptimamente
como medicamentos. "Dosis sola facit venenum" (la dosis hace al veneno) es
una de sus frases más célebres y la máxima de esa disciplina. También era
querido porque era accesible: daba discursos en el idioma local (el alemán
suizo) para que todas las personas del común pudieran entenderlo. Su
medicina se conoció como la medicina popular y fue el primer gran desafío a la
medicina ortodoxa.
Mantuvo los cuatro elementos clásicos, tierra, agua, aire y fuego, pero
desposeyéndolos de su carácter fundamental, que otorgó a una materia
primera, el mysterium magnum, de la cual procedían. Dio a estos elementos
un carácter espiritual (por tanto eran inexistentes en la naturaleza) y los
concibió como «madres» de los objetos. Por ejemplo, la tierra era la madre de
todos los cuerpos terrestres, incluido el hombre.
Junto a estos cuatro elementos, alineó tres principios, la tria prima: el azufre,
el mercurio y la sal. que venían a constituir una extensión y generalización" de
la antigua teoría islámica del azufre-mercurio para los metales Pero estos
principios no eran materiales en modo alguno. Se trataba más bien de
arquetipos de cualidades que asumían los cuerpos gracias a la acción de un
conjunto de fuerzas espirituales. Dicho conjunto de fuerzas era el verdadero
responsable de la diversa constitución de la materia que forma los cuerpos que
nos rodea. La sal es el principio responsable de la solidez y el color; el azufre,
de la combustibilidad; y el mercurio, de la cualidad vaporosa y (luida. Esta
concepción, sin embargo, no podía constituirse en la base de un sistema
analítico. Los distintos cuerpos no se distinguían entre ellos por una diversa
composición de estos principios o cualidades; en realidad, tales principios eran
distintos para cada cuerpo. Creía que existían tantos azufres, sales y mercurios
como cuerpos en la naturaleza.

150
Como se ve. el mundo renacentista de Paracelso es un mundo mágico,
espiritual, que está muy lejos de las características de racionalización y
matematización que se atribuyen a la ciencia moderna surgida tras la
revolución científica. Piensa que el verdadero conocimiento de la naturaleza
no es de carácter lógico o racional. El verdadero conocimiento de un objeto
se adquiere gracias a la unión del cuerpo astral del hombre con el
sustrato espiritual que caracteriza al objeto, obteniéndose entonces una
certeza de índole intuitiva.
Creía firmemente que existía un gran conocimiento fruto de la experiencia, una
cita suya resume perfectamente esta idea:
“Comadronas, curanderos, nigromantes, barberos, pastores y
campesinos saben muchas cosas que aparentemente no han sido
tomadas en consideración por los doctores eruditos. Los barberos,
los médicos del pueblo, saben el arte de curar, no a merced de los
libros sino a través de la luz de la naturaleza o por la tradición
procedente de los antiguos magos”

A diferencia de los médicos de su tiempo, era un convencido de la bondad
de las cirugías. En aquel entonces ese oficio lo realizaban los barberos y
solo en circunstancias muy específicas. Muchos médicos, siglos después,
se inspiraron en sus métodos. No todos fueron sus enemigos. Entre sus
admiradores también tuvo nada menos que a Erasmo de Rotterdam(
imagen)

151
5.-La Zoología en el Renacimiento

5.1.- Los precursores de la Zoología : Aristóteles y Plinio el Viejo.

La historia de los animales en el Renacimiento se apoya fundamentalmente en
dos grandes personajes: Aristóteles y Plinio el Viejo

5.1.1.- Aristóleles
No sería demasiado atrevimiento considerar a Aristóteles como el primer
biólogo de la historia pues, si bien hay observaciones biológicas previas a él,
sus tratados al respecto son los más antiguos conocidos en los que se aborda
el tema de lo vivo de una manera compleja y con análisis y estudios
exhaustivos. Sus explicaciones en torno a los vivientes desde distintas
perspectivas –anatómica, fisiológica, embrio-morfogenética, psicológica y
etológica– ofrecieron una primera teoría completa acerca del fenómeno de la
vida en la que el concepto de thélos (fin) juega un papel central.







De manera muy
resumida diremos que
Aristóteles llevó a cabo
comparaciones entre
animales a partir de sus
partes y miembros
analizando sus
características
en Historia animalium,
mientras que en su
obra De partibus
animalium se encargó
de reflexionar el porqué
de tales características,
es decir, sus causas. No
sorprende que para ello
se haya valido de las
cuatro causas ya
establecidas en
su Física: material,
formal, eficiente y,
principalmente, final.
Aristóteles también
abordó el tema del alma como biólogo, porque consideraba al alma el principio
vital. Lo que está vivo, lo está gracias al alma, no a la materia. El alma es la
forma del cuerpo, y hay tres tipos de alma:

152
• El alma vegetativa (vegetales): nutrición y reproducción.
• El alma sensitiva (animales): nutrición, reproducción, percepción,
movimiento y deseo.
• El alma racional (humanos): nutrición, reproducción, percepción,
movimiento, deseo y razonamiento.

Aristóteles realizó observaciones de verdadero rigor científico acerca de
la reproducción de los animales, y en anatomía sentó las bases del
conocimiento sistemático del reino animal. Este autor distinguía dos grandes
grupos: anaima (animales sin sangre) y enaima (animales con sangre). El
primer grupo corresponde aproximadamente a los invertebrados, y el segundo,
a los vertebrados.

Entre los anaima distinguía cuatro subgrupos:
• moluscos, que correspondían únicamente a los actuales cefalópodos
• malacostráceos, que comprendían la mayor parte de
los crustáceos superiores
• eutoma, que incluía los gusanos y los insectos
• ostracodermos, que reunían todos los animales provistos de
caparazón.
Los animales con sangre( enaima) los dividió en:
• cuadrúpedos vivíparos (mamíferos)
• cuadrúpedos ovíparos (reptiles y anfibios)
• aves: ocho especies; divide según extremidades o según alimentación
• peces

Por sus obras desfilan más de medio millar de especies: 75 mamíferos, 204 aves, 30 peces, 22
anfibios y reptiles, 7 cefalópodos, 18 crustáceos, 83 insectos y 39 ostracodermos, zoófitos….
Sus observaciones sobre el mundo de los insectos marcan un progreso como fundación real de
la ciencia entomológica. Realizó sus propias disecciones y así descubrió la «linterna de
Aristóteles» del erizo de mar o la placenta de la musola dentuda (Mustelus asterias). Otras
veces realizó experimentos sistemáticos, como las disecciones de huevos fecundados e
incubados para describir el patrón de desarrollo del embrión. Se trataba de determinar los
rasgos que definían a cada especie para derivar de ellos su función. Había que identificar los
rasgos muy generales para ir descendiendo y acotando los distintivos de grupos diferentes.
Aristóteles reconoce grupos mayores que nosotros agrupamos ahora en géneros, familias,
órdenes, clases y phyla. Los llama megista gene («grupos grandes»). La necesidad de
trabajar con orden y parsimonia lleva a distinguir grupos en este continuo. El criterio
fundamental es la vitalidad manifestada por el calor animal, que se refleja en el modo de

153
reproducción, ya que los dotados de mayor calor interno engendran hijos vivos, seguidos por
los que ponen huevos más o menos perfectos, hasta los que se generan espontáneamente de
materiales inorgánicos u orgánicos en descomposición. No se limita a recopilar datos y
observaciones. Se plantea y responde a numerosas cuestiones: ¿por qué los peces tienen
agallas y no pulmones? ¿Por qué tienen aletas y no patas? ¿Por qué las aves tienen buche y
los elefantes trompa? ¿Por qué las águilas ponen pocos huevos y muchos los peces? ¿Por qué
solo los humanos andan erguidos? ¿Qué pasa con los camellos? ¿Cómo vemos, olemos,
oímos y sentimos el tacto? ¿Hasta dónde llega la influencia del medio sobre el desarrollo? ¿Por
qué los hijos se parecen unas veces a los padres y otras no? ¿Qué función cumplen los fluidos
vaginales, la menstruación, los testículos y el orgasmo? ¿Cuál es la causa de los nacimientos
monstruosos? ¿Cómo consiguen mantenerse vivos los organismos? ¿Por qué se reproducen?
¿Por qué mueren? Con particular detalle se detiene en la anatomía de los erizos de mar,
ascidias y gasterópodos. Describe pico y patas de aves costeras. De los delfines le fascinan su
respiración aérea y su amamantamiento de las crías, pese a su aspecto de pez. Su amplio
análisis de peces ilustra su morfología, régimen alimentario, procreación, sonidos que emiten y
pautas empleadas en sus migraciones. Su animal favorito fue la sepia (Sepia officinalis)
5.1.2.-Plinio el Viejo

Gayo Plinio Segundo, conocido como Plinio el Viejo (23 d.C. -79 d.C.).
Escribió “Naturalis Historia”, considerada la primera enciclopedia de la
Historia y una de las publicaciones científicas más importantes sobre Zoología
y Botánica de todos los tiempos.
Llegó a ser comandante de caballería antes de regresar a Roma, en el año 57
d.C., para entregarse al estudio y el cultivo de las letras. En Roma, Plinio
estudió botánica en el jardín de Antonio Castor y conoció los antiguos árboles-
lotos en los terrenos que habían pertenecido en su día a Craso.
Bajo la influencia de Séneca, llegó a ser un estudiante apasionado de la
filosofía y la retórica. Cursó estudios de jurisprudencia en Roma aunque se
dedicó al estudio académico y la escritura. Entre los años 70 y 72 d.C. fue
procurador, o recaudador de impuestos imperiales en Hispania. El 24 de
agosto de 79, cuando se produce la erupción del Vesubio que sepultó a
Pompeya y Herculano, Plinio se encontraba en Miseno. Queriendo observar
el fenómeno más de cerca y deseando socorrer a algunos de sus amigos que
se encontraban en dificultades sobre las playas de la bahía de Nápoles,
atravesó con sus galeras la bahía llegando hasta Estabia (actual
Castellammare di Stabia), donde murió, posiblemente asfixiado, a la edad de
56 años.

Plinio el Viejo

154
Fue autor de algunos tratados de caballería, una historia de Roma y varias
crónicas históricas. Completó una Historia de su tiempo en 31 libros, que
tratando desde el reinado de Nerón hasta el de Vespasiano, no quiso que se
publicara hasta después de su muerte. Por desgracia de su obra sólo se ha
conservado la “Naturalis Historia”. De los demás escritos solo tenemos
referencias de diversos autores y de su sobrino Plinio el Joven, que enumera
todas las obras de Plinio el Viejo, en una carta a Tácito.

Naturalis Historia está dividida en treinta y siete libros, organizados en diez
volúmenes y su temática no se limita a lo que hoy conocemos como historia
natural; como lo indica el mismo escritor, pretende abarcar “el mundo natural, o
la vida”. Abarca temas que incluyen astronomía, matemáticas, geografía,
etnografía, antropología, fisiología humana, zoología, botánica,
agricultura, horticultura, farmacología, minería, mineralogía, escultura,
pintura y piedras preciosas.

La obra se divide en nueve secciones:

Libro II: Cosmos.
Libros III-VI: Geografía.
Libro VII: Antropología.
Libros VIII-XI: Animales.
Libros XII-XIX: Vegetales.
Libros XX-XXVII: Fármacos vegetales y su uso médico.
Libros XVIII-XXII: Animales y su uso médico..
Libros XXXIII-XXXVII: Minerales y su uso médico; arquitectura.

En esta obra, considerada como la primera enciclopedia de la historia,
Plinio quiso reunir un verdadero compendio de sabiduría al servicio de todos
los hombres, de su presente y del futuro.

En principio la formaban 36 libros aunque en su forma actual, la Historia
Natural consta de 37 libros; el primero incluye un prefacio descriptivo y tablas
de los contenidos, así como una lista de sus fuentes, que originalmente
precedía a cada uno de los libros editados por separado. Este libro fue añadido
posteriormente y su confección se debe a Plinio el Joven quien heredó todos
sus manuscritos al morir su tío.

En el prefacio, el autor afirma haber recogido 20 000 hechos recolectados de
unos 2000 libros y de 100 autores selectos. Las listas que todavía existen de
sus fuentes ascienden a mucho más de 400, incluyendo 146 romanos y 327
griegos, así como otras fuentes de información. Las listas, como regla general,
siguen el orden del tema de cada libro.

5.2.-La zoología en la Edad Media y los bestiarios

Hacia la mitad del siglo III, un resumen de las partes geográficas de la obra de
Plinio fue realizado por Cayo Julio Solino, y al inicio del siglo IV, los pasajes
sobre medicina fueron reunidos en los Medicina Plinii. A comienzos del siglo
VIII, Beda el Venerable poseía un manuscrito de toda la obra. En el siglo IX,

155
Alcuino envió a Carlomagno un ejemplar de los primeros libros ; y el monje y
geográfo inglés Dicuil reunió extractos de las páginas de Plinio para su
Mensura orbis terrae
Plinio fue un autor muy leido tanto en la época romana como durante la Edad
Media, gracias a lo cual nos han llegado unos 200 manuscritos lo que nos ha
permitido conocer el texto completo de su obra. Plinio fue uno de los grandes
autores redescubiertos durante el Quattrocento italiano y durante el siglo
XVI en el resto de Europa, tomándole como ejemplo y copiando la estructura
de su obra para nuevas reproducciones.
Los códices más antiguos entre los que se encuentra el códice Salmacitense
(que contiene los libros I al XV de Plinio) corresponden a los escritos entre los
siglos V al XI. Otros más recientes se conocen como recentiores entre los que
se halla el códice Toledano, manuscrito del siglo XIII. La editio princeps de la
obra fue publicada por J. de Spira en Venecia en 1469 con una tirada de 100
ejemplares. Sólo un año después, en 1470 Giovanni Andrea Bussi ya había
vuelto a editar la obra que fue reimpresa en Venecia en 1472 por Nicolas
Jenson. En Parma Niccolò Perotto, arzobispo de Manfredonia y Siponto y
miembro de la Academia de Bessarion preparó otra impresión de la Naturalis
historia entre 1470 y 1473 en Parma. Filippo Beroaldo el Viejo hizo otro tanto
en 1476 siendo reimpresa en 1479, 1480, 1481, 1483, 1487 y 1491. Los
últimos de la época incunable serían A. y J. Britanico en sendas ediciones en
1496 y Giovanni Battista Palmieri en 1497 y 1499.
Plinio el Viejo es considerado una de las máximas autoridades científicas de la
época antigua; por ello, su ardua labor de recopilación textual resultó
relevante durante la Edad Media en la escritura de tratados y enciclopedias
que mostraban interés por el reino animal, las cuales incluían tanto a palomas
y cabras como a caballos alados y basiliscos. Por ese motivo, la tradición
de los bestiarios retoma también mucho del conocimiento y sabiduría
provenientes de Plinio el Viejo.


El basilísco

156
Perro cancerbero


El Dragón















Ave Fénix


Unicornio









El pelícano alimentando con su propia
sangre a sus crías, para que pueda
transmitir parte de su vida a ellas,
siendo otros ejemplos de salvación que
guardan similitud con la crucifixión de
Jesucristo.

157


El iluminador-moralista nos enseña que las sirenas son crueles; que viven en
el mar, que los acentos de sus voces son melodiosos, y que los viajeros
quedan prendados de ellas hasta el punto de precipitarse en el mar, donde se
pierden. El cuerpo de estas encantadoras es el de una mujer, hasta los senos;
el resto recuerda al pájaro, al asno o al toro (Phisiologus, siglo V).
¿Pero en realidad existían estos seres fantásticos?

“El día era muy ventoso y Cristóbal Colón no pudo hacerse a la mar con la
Niña. Los marineros estaban tomando provisiones de agua para el navío
en un río. Por no quedarse a solas con los hermanos Pinzón, Colón tomó
una barca y remontó el río. Fue en ese momento cuando las vio,
moviéndose por la superficie del agua. Eran tres sirenas( Diario de
Cristobal Colón, Martes 8 de enero de 1493)”

158
5.3.- El Nuevo Mundo y los animales desconocidos

El impulso renovador de la zoología va ligado al Renacimiento y al
descubrimiento de las faunas exóticas por las grandes exploraciones
geográficas. Es curioso que el descubrimiento de esas faunas exóticas hizo
volver los ojos hacia las propias. Entre los autores españoles que describieron
la fauna americana destacan:

• Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557). Autor de la Historia
General y Natural de Indias (1535).
• Francisco López de Gómara (1511-1566). Escribió Historia General
de Indias (1552)
• José de Acosta (1539–1600). En su Historia Natural y Moral de las
Indias (1590) sentó las bases para la zoogeografía al comparar la fauna
europea con la americana.

Los animales del Nuevo Mundo, tanto imaginarios como reales, en muchas
ocasiones fueron codificados moralmente a la manera de los bestiarios
medievales por frailes y cronistas. De ese grandioso legado que hoy
conocemos como las crónicas de América, tomaré sólo un ejemplo para
analizar la visión de los animales y de los monstruos americanos. Para ello
seguimos la descripción que hace de Fernández de Oviedo en su Historia
General y Natural de las Indias la profesora: María José Rodilla León
(Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. México) en su interesante
artículo: Bestiarios del nuevo mundo: maravillas de dios o engendros del demonio

Fernández de Oviedo plantea que las maravillas del mundo y las criaturas
dependen de las provincias y constelaciones donde se crían; describe así a los
animales americanos por semejanza y comparación con los europeos o con
los consignados por autoridades antiguas; se fija en ciertas características
físicas como el tamaño, el pelaje, la velocidad de su carrera, la mansedumbre o la
fiereza; cuando no tiene referencias claras para animales exóticos como la iguana,
el tlacuache o el armadillo, puede describirlos, como los híbridos de los
bestiarios, a manera de un collage, desarmando sus partes y cotejándolas con
otras de animales conocidos: el perico ligero, que es el perezoso, es de cara
redonda como de lechuza, ojos pequeños y redondos y nariz como los de un
mono, el pelaje como el de un tejón y su cualidad principal es que con su voz
entona la escala musical, En la Historia general dice que él tuvo uno( un perezoso)
en su casa y como buen naturalista lo estuvo observando durante un mes y nunca
lo vio comer, así es que deduce que se alimentaba de aire porque “no muerde ni
puede, por ser tan chica la boca, ni es ponzoñoso, ni he visto hasta agora animal
tan feo ni que parezca ser tan inútil que aqueste” . Otras veces afilia a los
animales que él ha visto con los del bestiario medieval, por ejemplo, el gato
monillo es como el grifo, del que se dice que tiene dos naturalezas, de águila
y de león, y para ello acude a las Etimologías de San Isidoro, al Levítico y al De
proprietatibus rerum, así puede garantizar que el animal que él describe no e
menos maravilloso que el grifo, pues una mitad del cuerpo estaba cubierta de
plumas y la otra de pelo; tenía dientes y cantaba como ruiseñor o calandria.
Su admiración, sin embargo, no se queda ahí sino que trata de dar una
explicación: “Algunos quieren decir queste animal debía nascer de adulterio o
ayuntamiento de alguna ave con algún gato. [...] E yo soy de contrario parescer; y
tengo opinión [...] que es especie sobre sí e natural, como lo son por sí los grifos”
Finalmente, como suelen hacer otros cronistas, acaba alabando la grandeza de
Dios por haber creado semejantes maravillas

159
Hay multitud de referencias del asombro que produjo el descubrimiento de
nuevas plantas y animales. Citemos una más referida al viaje de
Magallanes.

En su diario, Pigafetta describe un animal "que abunda en el país" y cuya piel es
utilizada por la población para fabricarse capas y calzado.
"Este animal tiene la cabeza y las orejas de mula, el cuerpo de camello, las
piernas de ciervo y la cola de caballo, cuyo relincho imita", escribió.
El cronista se refería a los guanacos, un mamífero de la familia de los camélidos
similar a la llama que solo se encuentra en Sudamérica.
Cinco meses después, en su llegada al estrecho, la tripulación avistó asombrada
cuatro islas repletas de lo que describieron como "extraños gansos". "Después de
un viaje tan largo desde Europa, los tripulantes vieron ahí una forma de llenar su
despensa con algo nuevo. No solo de carne de ave, sino también de huevos",
relata Mayorga. Hoy, esos animales son conocidos como "pingüinos de
Magallanes" y dos de aquellas islas chilenas (Magdalena y Marta) forman el área
silvestre del Monumento Natural Los Pingüinos. Magallanes llegó a Magdalena en
la época del año en que esta isla en el estrecho está repleta de pingüinos.
Otros animales que ayudaron a la tripulación a variar su menú fueron las especies
que encontraron en lo que llamaron "puerto de las sardinas", que correspondería a
la actual bahía Fortescue en Chile. También quedaron asombrados por los peces
voladores, aquellos animales que se lanzaban contra sus naves y que tampoco
dudaron a la hora de aprovechar como sabroso alimento en el chileno cabo
Deseado. Antes, en Puerto Deseado, Argentina, Magallanes vio lobos marinos
por primera vez. En su travesía también avistaron orcas, ballenas o tiburones.
"Estos peces poseen varias hiladas de dientes formidables, y si desgraciadamente
cae un hombre al mar, lo devoran en el acto", describió Pigafetta sobre estos
últimos.



5.4.-Conrad von Gessner, (1516-1565)

Conrad von Gessner fue un naturalista y bibliógrafo suizo. Su Historia
Animalium en cuatro volúmenes (1551-1558) se considera el principio de la
zoología moderna. También es conocido porque inventó el lápiz de grafito.

En 1540-1541 asistió a la famosa Facultad de Medicina de Montpellier,
obtuvo el título de doctor en Medicina (1541) en Basilea y se estableció en
Zúrich para ejercer la profesión, obteniendo el puesto de profesor de Física en

160
el Carolinum. Allí pasó el resto de su vida salvo algún viaje a algún país
extranjero y sus travesías cada verano por su país para realizar estudios
botánicos. Durante este tiempo se dedicó a preparar libros de distintas
materias. Murió de la peste. Entre sus contemporáneos fue reconocido
especialmente como botánico, aunque sus manuscritos sobre esta materia no
fueron publicados hasta bastante después de su muerte, publicando él mismo
Enchiridion historiae plantarum y el Catalogus plantarum (1542). Su gran
trabajo zoológico, Historia animalium, aparecido en 4 vols. (cuadrúpedos
vivíparos, cuadrúpedos ovíparos, aves, peces) y , un quinto (serpientes) se
publicó en 1587, este trabajo es el punto de partida de la zoología moderna.

Uno de sus mejores inventos fue el lápiz, lo inventó en 1565 en Alemania.




La Historia animalium fue el tratado más leído de todos los historias
naturales renacentistas. La monumental obra de Gessner intenta construir una
conexión entre el antiguo conocimiento del mundo animal(incluyendo el
conocimiento heredado de los naturalistas antiguos como Aristóteles , Plinio
el Viejo , y Eliano), de hecho mantiene como título el mismo que Aristóteles.
El tratado escrito por Gesner añade sus propias observaciones y las de sus
corresponsales, en un intento de
formular una descripción
completa de la historia natural de
los animales. Gessner era
conocido como "Plinio el suizo."
En sus obras más importantes
Gessner trató de distinguir la
realidad de mito y conceptos
erróneos populares, y por eso su
obra enciclopédica incluye ambas
criaturas extintas y animales
recién descubiertos de la Indias
Orientales , los del norte y los
animales traídos de la Nuevo
Mundo . El trabajo incluyó una amplia información sobre los mamíferos , aves ,
peces y reptiles . Se describe en detalle sus hábitos y movimientos diarios.
También incluye sus usos en la medicina y la nutrición.

161
6.-La Botánica en el Renacimiento

Diversos factores contribuyeron al desarrollo y progreso de la Botánica en el
Renacimiento: la invención de la imprenta, la aparición de un papel para la
elaboración de los herbarios, y el desarrollo de los jardines botánicos (el
primero fue el de Padua, en 1545), y sobre todo el descubrimiento del
Nuevo Mundo, factores todos que conjuntamente supusieron un incremento
notable en el número de plantas conocidas, todo ello unido al desarrollo de la
ciencia de la navegación.
Es importante destacar, en este tiempo, la labor de traductores como Andrés
de Laguna (1464-1534), traductor de los textos de Dioscórides y Galeno, y
Pierandrea Matthioli, traductor de Dioscórides al italiano.

6.1.- La Botánica anterior al Renacimiento
Hasta el Renacimiento la gran obra de Botánica era la de Dioscórides.
Pedanio Dioscórides (imagen)(nació en Anazarbo, Cilicia, en la Turquía
central de hoy) y vivió entre el 40 y el 90 d. C.). Fue médico, farmacólogo y
botánico de la antigua Grecia. Su obra De Materia Medica alcanzó una amplia
difusión, conoció muchas traducciones y se convirtió en el principal manual de
farmacopea por más de 15 siglos, en especial durante toda la Edad Media y el
Renacimiento. Practicó la medicina en la época del Imperio Romano. Según
propio testimonio en una carta a su amigo Ario, médico de Tarso, que sirve de
prólogo a su obra, se deduce que trabajó en la época de Nerón. Fue médico
del ejército romano, lo que le permitió viajar en busca de sustancias
medicinales por todo el mundo conocido. En la mencionada carta dice: “Desde
mi temprana juventud tuve un apasionado deseo por el conocimiento de la
materia médica, y realicé muchos
viajes llevando una vida como de
soldado”.

Su obra en cinco volúmenes, titulada
De Materia Medica, precursora de la
moderna farmacopea y uno de los
libros de mayor influencia en este
campo hasta cerca del 1600. La
versión original fue escrita en griego
alrededor del 70 a. D., y muy pronto
fue traducida al latín con el título De
Materia Medica.

El texto describe unas 600 plantas
medicinales, cerca de 90 minerales y
alrededor de 30 sustancias de origen
animal. Se dice que para cada planta
o sustancia presentada produjo un dibujo que indicaba sus virtudes
terapéuticas. Pero como la versión original nunca se encontró, no hay certeza
absoluta de que tuviera ilustraciones. La versión existente más antigua data del
año 512 y fue ilustrada por un artista bizantino.

162
Además de presentar y enumerar múltiples plantas, esta obra discutió aspectos
sobre el valor medicinal y dietético de derivados animales como la leche y la
miel, así como la preparación, las aplicaciones y la posología de productos
químicos como el mercurio, el arsénico, el acetato de plomo o el óxido de
cobre. También trató el valor anestésico de pociones elaboradas a partir del
opio o la mandrágora.
Este libro tuvo una enorme difusión, inclusive en la Edad Media, tanto en su
original griego como en otras lenguas, como el latín y el árabe. La obra fue
traducida por primera vez al árabe recién en el siglo IX. Poco tiempo después,
en el siglo X el califa cordobés Abderramán III envió traducir otra versión a un
monje llamado Nicolás, ayudado por el judío Hasdai ibn Shaprut. Se imprimió
por primera vez en latín en 1470 por Pedro Paduano en Toscana, y
posteriormente fue traducida al español por Andrés Laguna.
El texto más antiguo de Dioscórides que se conoce en la actualidad data de
comienzos del siglo VI, y fue copiado para uso de la patricia romana Anicia
Juliana, hija del emperador Anicio. Este manuscrito tiene un total de 491
folios, y casi 400 ilustraciones a página completa. En 1569, fue adquirido por el
emperador Maximiliano I, y se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria.
Es conocido como Codex Vindobonensis Med o simplemente, como el
Dioscórides de Viena. Otros manuscritos de origen posterior y muy
importantes sobreviven en los monasterios del Monte Athos en Grecia.

Versión Arábigo Del Libro De Materia Médica, Museo Británico, Londres.

Como ocurrió con muchos textos médicos griegos, De Materia Medica fue
considerado un dogma por largo tiempo. Pero a mediados del siglo XVI, el
criterio de investigación y experimentación empezó a emerger, y así se
produjeron cambios en nociones o criterios que se daban por sentados.

163
El término “dioscórides” se llegó a usar prácticamente como
sinónimo de un tratado básico de las plantas medicinales y de
farmacopea. Era un texto de obligada consulta en el mundo hasta la
Edad Media y el Renacimiento. Inclusive el Papa Alejandro VIII
tenía su propio “dioscórides” (siglo XV), que se conserva en la
Biblioteca Apostólica Vaticana.
Es interesante mencionar que la Universidad Complutense de Madrid ha
creado la Biblioteca Digital Dioscórides, cuyo principal objetivo es ofrecer
acceso público a un fondo bibliográfico histórico, de gran valor para la historia
de la ciencia y de las humanidades.
También gracias a los avances de la tecnología digital, en el 2007 la
obra Pedanio Dioscórides Anazarbeo: Tratado de las plantas
medicinales de la Universidad de Salamanca fue premiada como su mejor
edición electrónica (esta se puede encontrar
en http://dioscorides.usal.es/).

6.2.- Paracelso y la Botánica

Si nos centramos en el Renacimiento hay una figura que destaca sobre las
demás, Paracelso (1493-1541).

Se atribuye a Paracelso, enfrentado con la
medicina galénica, la recuperación y nuevo
impulso de esta teoría precientífica según la
cual Dios puso en cada ser natural las señales
necesarias para que, desde el principio, se
sepan sus virtudes terapéuticas.
Algunos ejemplos de aplicación de la teoría en
la farmacopea botánica del Renacimiento
europeo:

• El trébol común , contra las cataratas, por la mancha blanca de sus foliolos.
• Los dátiles para el corazón, por la sección acorazonada del hueso.
• Las viboreras contra las picaduras de serpiente, por la forma del fruto, semejante a la
cabeza de una víbora. El nombre del género procede de la palabra griega para víbora.
• Los bulbos gemelos de las orquídeas, para la generación (Orchis es el griego para
testículos). Como cada año la planta crece consumiendo un bulbo a la vez que crece
su sustituto, se distinguen sus virtudes. Para tener descendencia masculina, el varón
debe consumir el bulbo grande; para tenerla femenina, la mujer debe consumir el
bulbo pequeño.
• La decocción de las raíces del rosal silvestre, contra la mordedura del perro rabioso
y sus consecuencias. La señal es la forma de los aguijones, semejante a los colmillos
del perro.
• El edelweiss, para promover la producción de leche, tanto en las vacas como en las
mujeres, por su color enteramente blanco.

164
• El beleño contra el deterioro de la dentadura. Su sahumerio haría saltar los gusanos
desde las caries, según se explicaba tradicionalmente. El signo es la forma de
los cálices, semejante a la de una muela con sus raigones.
• El culantrillo contra la caída y el encanecimiento del cabello, por los raquis de sus
grondes, largos, oscuros y sinuosos como cabellos.
• La hepática, para los males del hígado, por la forma trilobulada de sus hojas, a
menudo teñidas por las antocianinas con un color sanguíneo.
6.3.- Otros botánicos renacentistas
A comienzos del siglo XVI, un grupo de "botánicos" centroeuropeos se
interesaron por las cualidades curativas de las plantas. Pusieron poca atención
a las doctrinas de "los antiguos", pero se esforzaron en dibujar y describir con
fidelidad (siguiendo la teoría de las signaturas) las plantas que crecían en su
tierra natal, que publicaron en libros "sobre hierbas" o "herbarios", por lo que se
les conoce como "herboristas". Muchas de estas obras fueron denominadas
como Krauterbuch, Gart der Gesundhert u Hortus Sanitatis.

Entre los "herboristas" y sus obras pueden destacarse a:

Otto Brunfels (1489-1535), Jerome Bock (1498-1554), Leonhart Fuchs
(1501-1566), cuya De historia stirpium commentarii insignes (1542) no se
llegó a completar, pero sí la traducción alemana Neu Krauterbuch (1543), en
la que se dedican varias páginas a un glosario terminológico botánico y se
describen 500 especies.
De este período es también Matias De L'obel (Lobelius) (1538-1616), autor de
Stirpium adversaria nova (1570), posteriormente editada con el título de
Plantarum seu stirpium historia (1576)

y en la que muestra una clasificación basada en caracteres de
las hojas, que a pesar de llegar a conclusiones absurdas traza
muy proximadamente la diferencia entre Monocotiledóneas y
Dicotiledóneas.

Euricius Cordus (1486-1535) y su Botanologicon (1534) y su
hijo Valerius Cordus (1515-1544), autor de obras tan
importantes como Historia stirpium libri IV (1561) e Historia stirpium libri V
(1561), publicadas tras su muerte, en las que se describen 502 especies con
excelentes ilustraciones.

El francés Jean Ruelle (1474 -1537)( imagen), médico, fitólogo o botánico,
veterinario y humanista , recordado por la publicación en 1536 en París de su
tratado de botánica de Natura Stirpium, una de los más influyentes de la
época renacentista.Quiso ser clérigo antes que médico y llegó a ser canónigo
de Nôtre Dame de París.

Fue además uno de los médicos del rey Francisco I de
Francia. Tradujo y comentó el Pedanios de Dioscórides
del griego al latín en 1516 y publicó una adaptación del
mismo en su De Materia Medica de 1529. También se
interesó por la veterinaria, e hizo aparecer en 1530 un
resumen de las sintomatologías de las enfermedades de
los caballos. Asimismo, imprimió en 1536 un gran tratado

165
de botánica, los Natura stirpium libri III, en gran parte también versión de
Dioscórides y de Teofrasto, con intentos de inclusión de plantas francesas. El
genus botánico Ruellia se ha llamado así en su honor.

Otros "herboristas" fueron Robert Dodoens, con Stirpium historiae
pemtades (1583) y Tabernaemontanus autor de Icones (1590).



A finales del siglo XVI tiene lugar una de las
innovaciones que más han decidido el
desarrollo, no sólo de la Botánica, sino de
toda la Biología: la invención del microscopio
óptico, atribuida a Zacharias Jensen en
1590. Sin este instrumento no hubiese sido
posible el descubrimiento de la estructura
celular por Robert Hooke (1635-1703)(
imagen), quien en su Micrografia (1665) publicó 60 láminas sobre
observaciones realizadas a través del microscopio, y en las que además de
pequeños animales, pelos de ortiga, mohos y otros hongos, describe la
estructura del corcho y se emplea por primera vez la palabra célula.



Andrea Cesalpino (1519-1603) escribió De plantis libri XVI
(1583) y Appendix ad libros de plantis (1603), obras en las
que ofrece una clasificación basada en caracteres del porte,
el fruto, la semilla y el embrión (excluyendo la flor),
distinguiendo catorce clases de plantas con flores y una
decimoquinta donde se incluyen las plantas sin flores ni
frutos, y donde se reconocen grupos naturales como las
Compuestas, Umbelíferas, Fagáceas, Papilonáceas, Crucíferas y
Boragináceas. Esta clasificación serviría de base para clasificaciones futuras.

En 1597 apareció la obra de John Gerard, Herbal or general histoire de
plantes, en la que las plantas están explicadas en tres libros de acuerdo con
sus afinidades: libro primero, de hierbas, juncos, cereales, lirios y bulbosas;
libro segundo, de hierbas para la alimentación, medicina y aromáticas y, libro
tercero, que incluye los árboles, arbustos, frutales, musgos,
hepáticas y corales

La obra de Charles De L'ecluse ( Carolus Clusius) (1526-
1609) Pinax theatri botanici, contiene la descripción de más
de 6000 plantas, y en ella se esboza el concepto de género y
se simplifican las denominaciones específicas, base de la
nomenclatura binomial. Otra obra suya Rariorum plantarum
historia, significó el inicio de la Criptogamia con la descripción
de distintas especies de hongos.

166
La criptogamia estudia las especies vegetales que no poseen flores y
que tienen sus órganos reproductores encubiertos. Este grupo está
formado por las algas marinas y de agua dulce, los musgos (Bryophyta),
los líquenes, los hongos (Fungi) y los helechos (Pteridophyta).

6.4.- El descubrimiento del Nuevo mundo y las plantas.

La riqueza de los bosques y selvas americanas llamó la atención de los
primeros exploradores europeos en el Nuevo Mundo. El primero y más
famoso de los testimonios sobre el Nuevo Mundo se debe a Cristobal
Colón. En su Diario de abordo, Colón escribe:


“Aquí encuentra unos árboles de mil clases; todos dan fruto, cada uno a su
manera, y despiden aromas tan fuertes que verdaderamente dan placer.
Me considero el hombre más afligido del mundo al no poder reconocerlos,
pero pienso que todos son de gran valor. Llevo muestras también de todos,
y también de las hierbas [...]. Es una verdadera lástima que no sepa yo
distinguir las plantas, lo cual mucho me atrista. Bien veo mil especies de
árboles [...] siempre verdes – como en España de mayo a junio – y mil
especies de hierbas, todas con flores”

Pronto, en el siglo XVI, la Corona española promovió la búsqueda de
plantas útiles y en particular medicinales. Desde 1570, cuando Felipe II
nombró a Francisco Hernández (1517-1587) protomédico de todas las
Indias se le asignó la tarea de informar sobre prácticas médicas locales y
de tomar nota de cada hierba, árbol o semilla medicinal que se
encontrara, para enviarlas a España en caso de que fueran desconocidas.
que protagonizó la que está considerada como primera expedición
científica americana, entre 1570 y 1577 a lo que entonces era Nueva
España.


Su trabajo fue impresionante y quedó
plasmado en 24 libros sobre plantas,
descubriendo algunas tan conocidas como
la piña y el cacao y describiendo algunos
usos medicinales. Una Cédula Real firmada
por Felipe II en 1570 hace explícito el
interés de la Corona por las plantas
medicinales: “Todas las hierbas, árboles,
plantas o semillas con cualquier valor
medicinal que se pueda encontrar en
aquellos lugares serán enviados a este
Reino […]”.

Nota: En 1570 Francisco Hernández fue elegido por Felipe II para dirigir una expedición
científica a América para estudiar las plantas medicinales de la región. En 1571 partió
para el Nuevo Mundo y desembarcó en febrero de 1572 en Veracruz. Durante tres años
recorrió México y América Central junto con un geógrafo, pintores, botánicos y médicos
nativos, recogiendo y clasificando especímenes botánicos. También estudió la cultura y
las prácticas medicinales del pueblo Nahuas, tomando notas y preparando las
numerosas ilustraciones ayudado por tres pintores indígenas que había sido bautizados

167
como Antón, Baltazar Elías y Pedro Vázquez.. Entre los especímenes botánicos la
expedición descubrió la piña, el cacao, el maíz, la fruta de la pasión, y varias plantas
con alucinógenos que se utilizaban en rituales como el peyote. Desde marzo de 1574
hasta su regreso a España en 1577, Hernández vivió en México donde llevó a cabo
numerosas pruebas médicas de las plantas, reuniendo todos los saberes en una gran
recopilación de datos. En 1576 durante la gran epidemia que afectó a los aztecas,
Hernández realizó autopsias en el Hospital Real de San José de los Naturales en
colaboración con cirujano Alonso López de Hinojosos y el médico Juan de la Fuente.
Hernández describió los síntomas con exactitud clínica. Hernández también llevó a cabo
la traducción al español del tratado de Historia Natural de Plinio el Viejo. Su obra
abarca un trabajo impresionante, compuesto de 24 libros de plantas, uno sobre la fauna,
uno de minerales, y diez volúmenes de pinturas e ilustraciones que se trajo a España
para ser publicado. José de Acosta calculó que el coste total de la expedición representó
aproximadamente 60,000 ducados, una suma enorme para ese tiempo.


Fue solo el principio, porque realmente el siglo más fructífero en cuanto a
investigación científica en la América española fue el XVIII, con
expediciones impulsadas por el espíritu conocedor de la Ilustración. Jorge
Juan, Antonio de Ulloa, Hipólito Ruiz López y José Pavón fueron
algunos de los grandes científicos españoles que exploraron las tierras
americanas en esta centuria, realizando aportaciones extraordinarias
junto a otros europeos que vivieron en esa misma época y años
posteriores, como Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland, los
hermanos Schomburgk y Eduard Poeppig.


Los escritos sobre plantas americanas y sus posibles usos, algunos
fueron de particular importancia fueron la Historia Natural de Nueva
España (1576), en la cual el mismo Hernández compiló descripciones y
señaló los posibles usos de cerca de tres mil plantas; La historia
medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales
(1580), del médico sevillano Nicolás Monardes (1493-1588) quien hizo
referencia a más de sesenta plantas útiles, o el Libro medicinal de las
hierbas de Indias (1552) de Martín de la Cruz (1484-1560). Estos
autores, al igual que muchos otros más adelante, harán referencia a los
saberes nativos como primera fuente de conocimiento sobre los usos de
las plantas americanas.

La riqueza natural americana es evidente, exuberante, pero al mismo
tiempo extraña.. La apropiación europea de la naturaleza americana
supone un proceso prolongado que se remonta al siglo XVI, pero en esta
oportunidad nos centraremos en examinar algunos ejemplos de la
exploración botánica y farmacéutica en la Ilustración española. En el siglo
XVIII los exploradores de la Europa ilustrada proclamaron control de la
naturaleza en una escala sin precedentes. Las políticas de los monarcas
ilustrados trajeron consigo ambiciosos proyectos de historia natural que
en el caso español le dieron especial importancia a la riqueza medicinal
de las plantas americanas. La medicina, la farmacia y la botánica
constituyeron un interés principal del gobierno español durante el período
de los Borbones y en la segunda mitad del siglo XVIII el Estado puso en
práctica grandes proyectos con un interés concreto en las plantas
medicinales. El Real Jardín Botánico de Madrid puede ser visto como

168
una institución sanitaria y las grandes expediciones del siglo XVIII, fueron
diseñadas con un interés primordial: la investigación, reconocimiento, y
eventual comercialización de plantas terapéuticas.

6.5.-Jardines botánicos.

Nacen de la necesidad del hombre de domesticar las plantas para comprender
su naturaleza, aprovechar sus valores alimenticios y profundizar en la técnica
de la selección, aclimatación, hibridación y clasificación. Hay constancia de la
existencia de jardines para el cultivo de plantas medicinales en la Antigüedad
clásica y también de terrenos adscritos a los monasterios medievales
dedicados a este mismo fin.
Pero el origen del jardín botánico como hoy lo concebimos, se encuentra
en el Renacimiento, cuando las facultades de medicina incorporan a su
enseñanza las cátedras de simples o de materia médica. La enseñanza teórica
se complementaba con herborizaciones en zonas cercanas o con el
reconocimiento de plantas secas, y pronto surge la idea de adscribir al edificio
de la facultad un espacio destinado al cultivo de las plantas medicinales para la
docencia.
Los primeros jardines botánicos se establecieron en universidades italianas,
Pisa (1543), Padua y Florencia (1545), Bolonia (1547), a los que siguieron los
de Zurich (1560), Leyden (1577), Montpellier (1592) y Leipzig (1597).

En España se instaló un huerto de simples en la universidad de Valencia a
partir de 1563, como complemento de la enseñanza de la Cátedra de hierbas y
otros medicamentos simples, existiendo también en esta época huertos
medicinales en las residencias reales de Felipe II, especialmente en Aranjuez.
A la necesidad utilitaria pronto se añadirá un deseo por describir y clasificar la
naturaleza vegetal. El descubrimiento de las Indias y de su exuberante
naturaleza, las relaciones comerciales trasatlánticas y las grandes
expediciones científicas llevaron a los botánicos al conocimiento de un número
de plantas siempre en aumento que trataban de aclimatar y estudiar en sus
jardines privados.

El Jardín Botánico de Pisa, fundado en
1543-44 a orillas del Arno por
el naturalista Luca Ghini, es el primer
jardín botánico universitario del mundo.
En 1591 fue trasladado a su actual
emplazamiento en el corazón del casco
antiguo, entre la Piazza dei Miracoli y la
Piazza dei Cavalieri. El Jardín tiene una
extensión de tres hectáreas y alberga
plantas de todo el mundo, sin olvidar los
árboles centenarios, como una
majestuosa magnolia y un ginko
bilboa plantado a finales del siglo XVIII, pero también un enorme alcanforero de 1872.
Aquí también se encuentra el Museo Botánico, que deriva de la Galería de Historia
Natural creada en 1591 por el Gran Duque de Toscana Fernando I de Medici para
coleccionar "las obras de la naturaleza": aquí se pueden admirar los retratos de
famosos botánicos del siglo XVII, una colección de objetos relacionados con la
enseñanza de la botánica en la Universidad, incluidas las acuarelas didácticas, pero

169
también el bello Herbario que consta de más de 300.000 muestras, de particular
importancia por la consistencia, el valor histórico y la actualidad de su uso.









"Herbario de Roncesvalles", publicación impresa en el siglo XVI

170
7.- La química en el Renacimiento

En el medievo y el Renacimiento no podemos hablar estrictamente de avances
químicos, lo que se cultivaba era la alquimia

En la historia de la ciencia, la alquimia es una antigua práctica
protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la
química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la
semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. Fue practicada en
Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua
Grecia, en el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en la
Europa Medieval hasta finales del Renacimiento. La alquimia occidental
ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un
sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto,
una deidad sigreco-egipcia y legendario alquimista. Estas dos disciplinas
influyeron en el nacimiento de los “rosacrucianos”, un importante
movimiento esotérico del siglo XVII ( al que parece que pertenció el mismo
R. Descartes). En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la
alquimia dominante evolucionó en la actual química.


Hermes Trismegisto


Poco a poco la Alquimia fue perdiendo su carácter ideal para ser, en un gran
número, de sus supuestos cultivadores, charlatanería y engaño, llegándose a
prohibir por Reyes y Papas. A principios del siglo XVI los esfuerzos de muchos
alquimistas se dirigen a preparar drogas y remedios, Paracelso (1493-1541)
nos dice que la misión de la Alquimia era la curación de la enfermedad.

171

La alquimia siempre había tenido la transmutación como objetivo y, para los
alquimistas europeos, eso era equivalente a decir la transformación de un
metal común en oro. Solo algunos alquimistas como el franciscano Joan de
Peratallada ( o Rocatallada) (1305?-1366) habían adoptado el objetivo
oriental de transmutar la carne enferma en carne sana empleando un elixir
alquímico. Rocatallada se dedicó a la alquimia, especialmente en el área de la
quintaesencia. El franciscano definía la quintaesencia como el espíritu del
vino, el cual se obtenía al destilar varias veces este brebaje. La receta de la
quintaesencia según Rocatallada consta de elegir un vino que no sea ni claro ni
denso, pacífico a la vista y de buen sabor. En resumen, un buen vino. Hay que
destilarlo muchas veces a goteo, hasta obtener el «aguardiente» (aqua
ardens). Desde entonces, el método de obtención del alcohol, es decir, la
destilación, se empezó a utilizar con más frecuencia. Se dice que Juan de
Rocatallada fue uno de los precursores de la Iatroquímica.

7.1.-La Alquimia en España

España no fue ajena a la práctica alquímica y monarcas como Carlos V y, en
especial Felipe II, fomentaron las investigaciones en la extracción y tratamiento
de metales y en la elaboración de nuevas medicinas, haciendo venir a mineros
y metalúrgicos alemanes, alquimistas y destiladores principalmente flamencos
e italianos. En su corte madrileña se consumían grandes cantidades de aguas
y aceites destilados, quintaesencias y una gran variedad de elixires para curar
todo tipo de males.


Felipe II, uno de los reyes más
poderosos del mundo en su época,
necesitaba dinero para sostener su
enorme ejército y medicinas para
preservar su salud. La promesa
alquímica de oro fácil y gran medicina
sedujo al monarca. Desde 1557 se tiene
constancia de alquimistas españoles y
europeos a su servicio. Su lugar de
trabajo principal se ubicó en el
monasterio del Escorial y, de manera secundaria, en Aranjuez, donde se
crearon unos imponentes jardines con plantas medicinales. Su encargado a la
vez que destilador era Francisco de Holbeque, hermano del jardinero mayor.
No le faltaron medios al laboratorio del monasterio del Escorial. Se contrataron
a los mejores alquimistas, se adquirieron los mejores libros sobre la materia, la
botica estaba perfectamente abastecida y los destiladores reales eran famosos
en el mundo entero. Allí se buscó la piedra filosofal y, al mismo tiempo, se
confeccionaron todo tipo de esencias, medicamentos y perfumes.

La Real Botica del Escorial empezó a
funcionar en 1573 y estaba instalada bajo
la torre de la enfermería. En ella había
tres zonas principales: una habitación

172
grande que servía de almacén para las medicinas; una rebotica y seis
habitaciones más en el sótano, en las que se elaboraban los medicamentos y
se almacenaban los utensilios de laboratorio.

La planta superior constaba sólo de dos grandes habitaciones: en una de ellas
se instaló un gran horno con una enorme caldera de agua y en la otra un
gigantesco aparato de destilación (la torre Mattioli) de veinte pies de alto y cuyo
perímetro podía ser abarcado por tres hombres con sus brazos extendidos, y
otro aparato más de destilación. Entre octubre de 1587 y noviembre de 1589 se
fabricaron e instalaron todos los alambiques (unos de metal y otros de vidrio) y
todos los hornos y los baños necesarios para amueblar dicho edificio.

Uno de los pocos que definieron muy bien los trabajos que se hacían en El
Escorial fue Diego de Santiago, quien ostentó el título de destilador de Su
Majestad. Santiago, que trabajó durante más de 20 años en El Escorial, editó
en Sevilla (1598) su Arte de separatoria, la obra química de mayor
envergadura de la España del siglo XVI. En ella describió sus conocimientos y
sus trabajos prácticos, desde la definición de los materiales necesarios, hasta
la elaboración de alcoholes, quintaesencias, medicinas vegetales y minerales
(como el famoso y deseado oro potable), elixires,…

Silos fue otro de los escenarios alquímicos por excelencia de nuestra
geografía, pero esto sucedió decenios después. En 1705 se construyó en su
monasterio una botica con el objeto de asistir a los enfermos, fueran o no
monjes. Además, se creó un jardín botánico de plantas medicinales y se
adquirieron libros de referencia. La biblioteca de la botica dispone hoy de 1.024
volúmenes antiguos, algunos del siglo XVI, cuya joya es un Dioscórides editado
en 1525.


7.2.-La iatroquímica e inicios de la química



Paracelso extiende la
definición de alquimia a
cualquier proceso en el que
sustancias naturales se
convierten en algo nuevo:

“Ya que el panadero es un
alquimista cuando cuece el pan,
el viñero cuando hace vino, el
tejedor cuando hace tela”



Paracelso llega a afirmar que
dentro del cuerpo hay un alquimista responsable de la digestión.

173
El uso más importante que podía hacerse de la alquimia, según Paracelso,
será preparar medicinas que restablezcan el equilibrio químico de un cuerpo
alterado por la enfermedad.
Tímidamente aparece una transición entre la Alquimia y la verdadera Química,
que se conoce como iatroquímica o química médica.


Contemporáneo de Paracelso es Georg Agricola (1496-
1555), médico sajón, que en su obra De Re Metallica
expone en forma clara, desprovista de especulaciones
filosóficas, todos los conocimientos metalúrgicos de la
época, y en la que se manifiestan preocupaciones de
químico y de ingeniero.





La Metalurgia había adquirido en esta época, en los distritos mineros de
Bohemia, un gran desarrollo, lo que condujo a una fabricación industrial de
ácidos y a practicar el ensayo de minerales, inicio del análisis químico.
Seguidores de Paracelso, pero más claros y menos imbuidos de superstición,
son Libavius (1550-1616), médico alemán que prepara el cloruro estánnico,
Algunas de sus obras las firmó con el pseudónimo de Basilius de Varna. Entre
ellas, destaca el que se considera el primer libro sistemático de química,
Alchemia (1597), que incluía instrucciones para la preparación de diversos
ácidos fuertes. Libavius creía firmemente en la crisopeya, esto es, en el arte
de transmutar los metales en oro. Este punto de vista era muy debatido entre
los alquimistas de la época, y Libavius lo defendió vehemente en varios de sus
escritos. Aunque describió varios nuevos procesos químicos, tendía a ser más
un teórico que un hombre de laboratorio, y se inclinaba más hacia las teorías
tradicionales aristotélicas que hacia la Alquimia de Paracelso También es muy
conocido por haber publicado un panfleto contra la Orden de los Rosacruces.




Otro personaje importante J.B. Van Helmont
(1577-1644), médico belga, profundamente
religioso y un gran investigador En parte, es
conocido por sus experimentos sobre el
crecimiento de las plantas, que reconocieron la
existencia de gases discretos. Identificó los
compuestos químicos que hoy llamamos
dióxido de carbono y óxido de nitrógeno;
fue el primer científico que diferenció entre los conceptos de gas y aire, y el que
introdujo la palabra "gas". Fue pionero en la experimentación y en una forma
primitiva de bioquímica. Fue también el primero en aplicar principios químicos
en sus investigaciones sobre la respiración, la digestión y la nutrición para el
estudio de problemas fisiológicos. Por esto se le conoce como «padre de la

174
química neumática». Entre sus numerosos experimentos relacionados con la
química, observó que en ciertas reacciones se liberaba un fluido «aéreo», y así
demostró que existía un nuevo tipo de sustancias con propiedades físicas
particulares, a las que denominó gases (del griego kaos). También se dio
cuenta que la sustancia (que hoy se conoce como dióxido de carbono) que se
liberaba al quemar carbón, era la misma que la producida durante la
fermentación del mosto o jugo de uva. Es muy notable su investigación acerca
del crecimiento de un pequeño sauce, que duró cinco años.




No podemos olvidarnos del francés
Nicolás Lemery (1645-1715) que escribe
su voluminoso Cours de Chymie en el
que describe las distintas operaciones de
la Química; también estableció la clásica
clasificación de las sustancias en
animales, vegetales y minerales, y
explicó ciertos fenómenos
meteorológicos, así como los terremotos.
Fue conocido por su oposición frontal a la
alquimia, a la que describió como "el
arte sin arte" y "el principio de la
mentira". El libro que nos ocupa,
publicado por primera vez en 1675, fue
durante cien años la obra de referencia
en toda Europa en el campo de la
química.


Pero sin duda fue el irlandés Robert Boyle (1627-1691) el primer químico
que rompe abiertamente con la tradición alquimista. En su famosa obra
The Sceptical Chymist («El químico escéptico»), aparecida en 1661,
establece el concepto moderno de elemento al decir que son «ciertos cuerpos
primitivos y simples que no están formados de otros cuerpos, ni unos de otros,
y que son los ingredientes de que se componen inmediatamente y en que se
resuelven en último término todos los cuerpos perfectamente mixtos», y
supone que su número ha de ser muy superior a los tres de los alquimistas o a,
los cuatro de los aristotélicos. Boyle es el primer hombre de Ciencia que adopta
la teoría atómica para explicar las transformaciones químicas, y sus
investigaciones en el campo de la Física y de la Química permiten
considerarle como el precursor de la química moderna al hacer de ella el
estudio de la naturaleza y composición de la materia en vez de ser, como
hasta entonces, un simple medio de obtener oro o de preparar
medicamentos.

175
Robert Boyle
Entre sus más notables descubrimientos hay que mencionar la ley que lleva su
nombre de la compresibilidad de los gases.


La ley de Boyle (conocida también como de Boyle y Mariotte) establece que la
presión de un gas en un recipiente cerrado es inversamente proporcional al
volumen del recipiente, cuando la temperatura es constante.
Lo cual significa que: El volumen de un gas es inversamente proporcional a la
presión que se le aplica. Esto nos conduce a que, si la cantidad de gas y la
temperatura permanecen constantes, el producto de la presión por el volumen
siempre tiene el mismo valor. En términos matemáticos: P.V = Kte



Boyle también investiga el efecto de la presión sobre el punto de ebullición de
un líquido, la clara distinción entre mezclas y combinaciones, el empleo de
muchos reactivos como el nitrato de plata, el gas amoníaco -para conocer el
gas clorhídrico y el sulfhidrato amónico que con el nombre de licor de
Boyle debía adquirir una gran importancia en química analítica, la utilización
del jarabe de violeta como indicador para distinguir los ácidos y bases, y la
obtención de nuevos e importantes compuestos. Sus ensayos acerca de la
oxidación del cobre le llevan casi al descubrimiento de la composición del
aire, estos experimentos muestran una gran anticipación con respecto a las
ideas existentes en su época. No obstante, Boyle mantiene la idea de la
transmutación de los metales y atribuye al fuego un carácter material. Los
químicos de la época de Boyle estaban poco preparados para aceptar sus
ideas, pero en cambio, atraídos por sus experimentos acerca de los gases,
investigaron con estas nuevas substancias y estudiaron de una manera general
el problema de la combustión.

176
8.-La ingeniería y arquitectura en el Renacimiento

La mayoría de textos esta sección han sido apuntes extraidos y adaptados de
• blog de Narciso Yepes: https://victoryepes.blogs.upv.es/2017/07/12/apuntes-
sobre-la-ingenieria-en-el-renacimiento/
• Sáenz, F. (1993). Los Ingenieros de Caminos. Colección de Ciencias, Humanidades e
Ingeniería, nº 47. Ed. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Madrid, 3


8.1.-Vitrubio
Tras la “oscura” Edad Media, el renacer del hombre como centro del
conocimiento y la vuelta atrás en busca de los clásicos supone un avance de
gran trascendencia en todos los órdenes del saber y del conocimiento.
El Renacimiento fue un periodo de reactivación científica y tecnológica. Junto
con la posterior Ilustración, supusieron un revulsivo ideológico que tuvo su
manifestación en el interés por la técnica y los procedimientos constructivos.
Los ingenieros nuevamente fueron miembros de una profesión respetada.

Su ingeniería se diferencia claramente de la medieval,
al estar claramente influenciada por los clásicos, y en
especial por Vitrubio (75 a. C. 15 a.C), cuyos textos
fueron descubiertos en 1415 en el monasterio de San
Gallo. Vitruvio es el autor de De architectura, conocido
hoy como Los Diez Libros de Arquitectura, un tratado
escrito en latín y griego antiguo acerca de arquitectura,
dedicado al emperador Augusto.
Igual que en las restantes manifestaciones artísticas o
científicas, el renacimiento de la técnica tuvo su origen
y alcanzó su más alto nivel en Italia.

Nicolás García Tapia señala, entre las principales características de la
ingeniería renacentista las siguientes:

• se instaura una visión humanística de la técnica;
• aparece la figura del ingeniero teórico, con creciente separación de la
técnica de las ciencias herméticas;
• los ingenieros mejoran su condición social respecto a los alarifes
tradicionales y aumentan su movilidad y sus posibilidades de
contratación por diversos países;
• nace la técnica experimental;
• se establece una nueva concepción de los sistemas mecánicos y se
generalizan las invenciones de toda índole.

La especialización de numerosos Maestros Mayores de Obras o Alarifes,
con fuerte tradición medieval, en obras muy específicas de defensa de
ciudades y la progresiva evolución de los sistemas de ataque bélico, propician
que se vaya recuperando el término romano de “ingenium” para denominar a
las máquinas bélicas, fruto del ingenio de la persona que las concibe. Poco a
poco, sobre el año 1540, va apareciendo la denominación de Ingeniero para
el especialista en la construcción de fortificaciones, que acompaña a los

177
ejércitos, facilitando los ataques a las ciudades o la defensa de las mismas, y
cuyo arte se denomina poliorcética.

8.2.-La Arquitectura y arquitectos en el Renacimiento

La Arquitectura del Renacimiento estuvo bastante relacionada con una visión
del mundo durante ese período sostenida en dos pilares esenciales: el
clasicismo y el humanismo. Los ideales y valores renacentistas no pudieron
surgir totalmente desvinculados del acervo medieval que le precedió, sin
embargo, los conceptos que subyacen a este estilo arquitectónico se
construyeron sobre la consciente y efectiva ruptura de la producción artística
de la Edad Media, en especial del estilo gótico. Siguiendo los grandes textos
clásicos, las características generales de la arquitectura renacentista son las
siguientes:

• Búsqueda del ideal clásico: a través del clasicismo, los hombres del
Renacimiento miraban hacia el mundo greco-romano como modelo para
su sociedad contemporánea, buscando aplicar en la realidad material
cotidiana aquello que consideraban que pertenecía a un mundo más
idílico que real. En este sentido, la arquitectura, en especial, intentó
concretar conceptos clásicos como la belleza, surgiendo así la
teorización y ordenación del movimiento, fundamentado en la
arquitectura clásica griega y romana.
• Visión profana sobre temas religiosos: los valores clásicos, desde el
punto de vista del cristianismo, de enorme influencia en este período
(teniendo en cuenta que el Renacimiento surge en Italia, donde la
presencia de la Iglesia católica fue decisiva para el arte), eran
considerados paganos y de carácter pecaminoso.
• Influencia de la naturaleza: la naturaleza era vista como la creación
suprema de la obra de Dios y el elemento más próximo a la perfección
(otro de los ideales que había que buscar a través de la estética clásica).
Así, se pasa de la búsqueda de la inspiración en la naturaleza, a la
inspiración en las formas de la propia naturaleza, tal como proponen
los clásicos, convirtiéndose esto en un valor autónomo.
• Antropocentrismo y humanismo: además de la naturaleza como
creación perfecta, se vuelve la mirada al ser humano: se deja atrás el
teocentrismo medieval para entrar en el antropocentrismo. El hombre
se analiza, en vez de como ser creado a imagen y semejanza de
Dios, como medida y referencia del Universo. Así, será el objeto
central de la manifestación artística, con una importancia aún mayor que
durante la Antigüedad clásica.

La historia de la arquitectura del Renacimiento, suele dividirse en dos grandes
períodos
Siglo XIV e inicios del Siglo XV: Quattrocento, momento en que se destaca la
figura de Filippo Brunelleschi y Leon Battista Alberti.

Siglo XV e inicios del Siglo XVI: Cinquecento o fase del Alto Renacimiento, en
el que destacan arquitectos como Donnato Bramante.

178

• Arquitectura del Quattrocento, tiene lugar entre los siglos XIV y
principios del XV, esto es en un el Renacimiento temprano; momento
en que se destacan las figuras de Filippo Brunelleschi y Leon
Battista Alberti. Es una arquitectura que aspira al Clasicismo y que
pone los puntales teóricos de la canonización del estilo, que
caracterizará al período siguiente.
• Arquitectura en el Cinquecento, tiene lugar entre los siglos XV y
principios del XVI, siglo XVI, en un Alto Renacimiento en el que
destacan arquitectos como Donnato Bramante, Rafael Sanzio,
Antonio da Sangallo el Joven y Miguel Ángel.
• Arquitectura del Manierismo, tiene lugar ya en el siglo XVI y principios
del XVII, en un Renacimiento tardío; se inicia la arquitectura barroca
donde las individualidades de los arquitectos y comienzan a
sobreponerse al proyecto teórico clásico. Destacan maestros como
Miguel Ángel, Giulio Romano, Jacopo Vignola, Giorgio Vasari,
Giacomo della Porta o Andrea Palladio.


8.2.1.-Fillipo Brunelleschi(1377-1446)

Con F. Brunelleschi se inicia una tradición que se separa al arquitecto de los
antiguos gremios medievales y cuya profesionalización es cada vez más patente en la
época, afirmándose como intelectuales alejados de la construcción propiamente dicha.
Filippo Brunelleschi, que era, en la época, un artesano relativamente reconocido,
aceptó el desafío de proyectar la gran cúpula de Florencia.



Decidió, para ello, viajar a Roma en
busca de inspiración. Roma, en ese
período, era el lugar del mundo en
el que las ruinas de la Antigüedad
clásica eran más visibles, casi
integradas en el paisaje. La principal
fuente de inspiración para
Brunelleschi fue el Panteón de
Agripa: una estructura con un
diámetro similar al de Santa María
dei Fiori, rematado con una cúpula
en arco pleno. Brunelleschi no solo
observó la solución constructiva
utilizada en el Panteón, sino que
comenzó a estudiar las relaciones
estilísticas, proporcionales y formales entre los diferentes elementos que componían
ese espacio. Y fue efectivamente esta actitud la que hizo que se gestara el espíritu del
Renacimiento: un individuo observa una determinada realidad a través del deseo y de
la intención con la que interfiere en aquella realidad antigua para buscar soluciones
útiles aplicables a la realidad moderna.

179













La Cúpula de Bunelleschi y su historia: “A comienzos del siglo XV Florencia había
alcanzado una importancia tal que el orgullo ciudadano no se podía permitir esa falta en una
urbe que crecía y competía en esplendor con el resto de ciudades italianas. Finalmente en
1418 se convoca el concurso de ideas para concluir el templo y construir la cúpula. Al concurso
de modelos en madera se presentaron los dos escultores mas importantes del momento,
Ghiberti y Brunelleschi que ya se habían enfrentado unos años antes por la realización de la
puertas del baptisterio. La derrota de Brunelleschi entonces provocó que despechado
abandonara la escultura, dedicándose en pleno a la arquitectura.

Uno de los problemas fundamentales que tenían que resolver estaba en la necesidad de
construir una gran cimbra y enormes andamiajes con lo que el coste de la obra se disparaba y
por otra parte se ocupaba durante mucho tiempo el espacio central de la iglesia impidiendo
celebrar dignamente los oficios religiosos. El ganador del proyecto fue Brunelleschi, que logró
imponerse a su eterno rival Ghiberti.


La solución aportada por Brunelleschi se basa
directamente en el Panteón de Roma, que sin duda
alguna había estudiado, aunque no se limita a copiar
sus soluciones técnicas, sino que introduce
importantes innovaciones en el diseño y en el
proceso constructivo. Además de la influencia del
Panteón, es evidente el conocimiento de las técnicas
de contrarresto de origen bizantino y que ya se
habían empleado en la cúpula del baptisterio. (Toda
cubierta abovedada necesita un sistema de contrarresto
de las presiones generadas por la bóveda. La solución
habitual es la construcción de muros gruesos con soportes
exteriores de gran volumen, llamados contrafuertes, que refuerzan el muro en aquellos lugares donde
apoyan los arcos fajones de la bóveda).
Partiendo del plano octogonal que ya existía en el crucero Brunelleschi levanta una cúpula
apuntada y rematada en una gran linterna, empleando dos cascarones superpuestos. En
realidad se trata de una doble cúpula, una de las grandes novedades arquitectónicas, que
distribuir mejor las cargas para levantar una cúpula mas alta y mas amplia. El espacio hueco
que queda entre ambas permite aligerar el peso mas de un tercio y la existencia de las
galerías que permiten acceder a
la linterna.

Como material se empleó
ladrillo de gran calidad, cuya
fabricación fue supervisada por
el propio Brunelleschi; tan solo
empleó piedra en la base de las
cúpulas, que forman unos anillos
de altura inferior a la prevista y
que sirvieron de apoyo a los

180
andamios, sin necesidad que estos se elevaran desde el suelo. El cuerpo central de la
cúpula esta formado por 24 nervios de ladrillos dispuestos de forma de espina de pez,
recuperando así el "opus spicatum" romano. Los ocho nervios que recorren los vértices son
los principales, ya que recogen el peso de la estructura, en el exterior esos nervios adquieren
una función decorativa al marcarse con piedra blanca. Así quedan definidos los ocho triángulos
curvos que forman la cúpula y que hacia en interior su empuje queda contrarrestado por el de
los casetones con los que se levanta la cúpula interior. Las dos cúpulas se une mediante
costillas en los ángulos y rodeo la cúpula interior con grandes anillos de vigas de madera
unidas entre si con barras de hierro. La idea de una doble cúpula no solo es una solución
técnica, sino que también es tiene razones puramente formales: " Perche la torno piu magnifica
e confiara". Un alarde arquitectónico y estético, que convierte a Brunelleschi en el protagonista
de la obra. El Renacimiento y la idea del artista genial queda inaugura con la conclusión de la
cúpula de Santa Maria dei Fiori. El este caso el arquitecto no es simplemente el
continuador de una tradición constructiva, que repite los modelos heredados de sus
maestros, sino que se arriesga en buscar formulas innovadoras para los problemas
planteados en la obra, siguiendo un plan definido e investigando en las obras de la
Antigüedad clásica soluciones que recuperen su importancia”
( texto extraido de la página
http://socialessanjose3.blogspot.com/2011/03/la-cupula-que-inicio-el-renacimiento.html, escrito
por Paco Rivera)

8.2.2.-Leone Battista Alberti(1404-1472)


Alberti fue el primer teórico artístico del
Renacimiento, una figura emblemática, por su
dedicación a las más variadas disciplinas. Se mostró
constantemente interesado por la búsqueda de
reglas, tanto teóricas como prácticas, capaces de
orientar el trabajo de los artistas; en sus obras
menciona algunos cánones. Por ejemplo, en De
statua expone las proporciones del cuerpo humano,
en De pictura proporciona la primera definición de la
perspectiva científica, en De mantua proporciona una
definición sobre el reconocimiento especial a las
mezclas entre los colores y las formas, especialmente
en lo respectivo a los fluidos y sus tipos y por último en De re aedificatoria
(obra que termina en 1452) describe toda la casuística relativa a la arquitectura
moderna, subrayando la importancia del proyecto, los diversos tipos de
edificios siguiendo las funciones que deben desempeñar .
Se trata de una obra no dirigida a especialistas, sino al gran público con
formación humanística, tomando como modelo los diez libros de
arquitectura de Vitruvio, que en aquel momento circulaba en copias
manuscritas sin corregir filológicamente. La obra también está dividida en diez
libros.

I- Lineamenta. [Regio (zona), Área (parcela), Partitio (ordenación), Paries
(muros), Tectum (cubiertas) y Aperitio (huecos)]
II- Materia
III- Opus (técnica constructiva)
IV- Universorum opus (obras generales)
V- Singuiorum opus (obras específicas)
VI- Ornamentum
VII- Sacrorum ornamentum

181
VIII- Publici profani ornamentum
IX- Privati ornamentum
X- Operitium instauratio (por primera vez un arquitecto se ocupa de la
restauración, antes si alguien intervenía en una obra era para destruirla)


8.2.3.-Miguel Ángel Buonarroti (1475 - 1564) .
Habitualmente se reconoce a Miguel Ángel como la gran figura del
Renacimiento italiano, un hombre cuya excepcional personalidad artística
dominó el panorama creativo del siglo XVI y cuya figura está en la base de la
concepción del artista como un ser excepcional, pero era un hombre solitario,
iracundo y soberbio, constantemente desgarrado por sus pasiones y su genio.

Su cara reflejaba amargura. Sin
embargo fue un genio de máximo
nivel, dominó las cuatro nobles artes
que solicitaron de su talento: la
escultura, la pintura, la
arquitectura y la poesía, siendo en
esto equiparable a otro genio
polifacético de su época, Leonardo
da Vinci. Durante su larga vida
amasó grandes riquezas, pero era
sobrio en extremo, incluso avaro, y
jamás disfrutó de sus bienes. Si
Hipócrates afirmó que el hombre es
todo él enfermedad, Miguel Ángel
encarnó su máxima fiel y
exageradamente, pues no hubo día
que no asegurase padecer una u otra



dolencia. Sus logros y construcciones arquitectónicas fueron muy importantes.

182
Cuando en 1516 recibió su primer encargo arquitectónico, ya había cincelado
estatuas como el David y pintado los frescos de la Capilla Sixtina; era ya, pues,
un artista consagrado. El papa León X, hijo de
Lorenzo el Magnífico, confiaba ciegamente en su
talento y le encomendó un proyecto para la fachada
de la iglesia florentina de San Lorenzo( imagen)
templo familiar de los Médicis. Miguel Ángel siguió un
diseño anterior de Giuliano da Sangallo, pero
enriqueciéndolo con un extenso programa escultórico
de dieciocho estatuas con las que pretendía situar
esta obra al nivel de las exuberantes portadas del
gótico. Una vez más, intentaba representar un
universo donde el cuerpo humano y el marco
arquitectónico apareciesen indisolublemente unidos,
tal y como había previsto antes para la tumba de Julio
II y logrado con los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina.

Por razones aún no completamente aclaradas, este proyecto fue abandonado,
y, en compensación, el Papa le encargó que realizase en la misma iglesia de
San Lorenzo la Sacristía Nueva ( imagen de la izda), paralela a la que
Brunelleschi había edificado un siglo antes al otro lado del transepto.

A partir de 1524 hubo de simultanear los trabajos de
la Sacristía Nueva, que incluían varios sepulcros,
con un nuevo encargo arquitectónico, la Biblioteca
Laurenziana,( imagen de la Dcha) que le
encomendó el segundo Papa de la familia Médicis,
Clemente VII. Adosada al ala occidental de San
Lorenzo, sus dimensiones estaban determinadas
por las del claustro, pero se incluyó además un
vestíbulo para colocar la escalera que da paso a la
sala de lectura. Los paramentos de la larga y
estrecha biblioteca presentan un escalonamiento en
varios niveles que les otorga una profundidad sin
precedentes.

El artista interrumpió sus trabajos en la sacristía y en la biblioteca en 1527, año
en que los Médicis fueron expulsados de Florencia y se instauró la república.
Cuando en 1530 los Médicis retomaron el poder, Miguel Ángel volvió a
consagrarse a esas obras tras un paréntesis en que sirvió al nuevo gobierno,
pero en 1534 marchó definitivamente a Roma, dejando sin terminar la
decoración de la capilla y la escalera de la biblioteca.

Las formas transgresoras y llenas de dinamismo empleadas por Miguel Ángel
definían un estilo cuyos elementos eran clásicos, pero cuyo espíritu resultaba
profundamente anticlásico. Esta nueva tendencia arquitectónica tendrá otro
ilustre representante en la figura de Giulio Romano, pero mientras la obra de
éste posee un espíritu de extravagancia lúdica, erudita y cortesana, Miguel
Ángel imprime a la suya un sentido trágico y monumental. Si bien no creó

183
formas nuevas, supo dotar a sus obras de una impronta inconfundible que
emana de su compleja personalidad.

Pablo III, que ocupó el solio pontificio el mismo año en que Miguel Ángel se
instalaba en Roma, le confiaría los más importantes proyectos de su mandato.
El primero fue la reordenación de la plaza del Campidoglio (1546), sobre la
antigua colina del Capitolio, donde modificó las fachadas de los palacios
Senatorio y Dei Conservatori, y además duplicó el segundo con objeto de
formar una plaza de forma trapezoidal. El conjunto no fue concluido hasta
finales del siglo XVII, pero los planos originales fueron respetados
escrupulosamente.

plaza del Campidoglio

En el diseño de estos palacios aparece por primera vez el llamado orden
colosal o gigante. Tras este proyecto, verdaderamente revolucionario desde un
punto de vista urbanístico, Miguel Ángel sucedió a Antonio da Sangallo el
Joven en el palacio Farnesio y en la dirección de la magna obra de San
Pedro a partir de 1546. Pero antes de examinar su papel en la Basílica de San
Pedro hay que referirse a otros trabajos arquitectónicos que Miguel Ángel
desempeñó en Roma, como son el proyecto para San Giovanni dei Fiorentini
(1559), la Capilla Sforza en Santa Maria Maggiore o la reordenación de
Santa Maria degli Angeli (1563).

Sin duda su gran obra arquitectónica fue la Basílica de San Pedro. Nada
más ser nombrado arquitecto jefe de la basílica, Miguel Ángel aseguró que
"alejarse de Bramante es alejarse de la verdad". Pese a ello, criticó muy
severamente la maqueta de su antecesor, cuyas debilidades ya habían sido
señaladas, y presentó un proyecto completamente distinto en el que los
problemas que habían desalentado a los más destacados constructores de la
época encontraron una vía definitiva de solución.

Miguel Ángel propuso una vuelta al esquema de cruz griega, simplificando
las rotondas de los ángulos y eliminando tanto los deambulatorios de los

184
extremos de la cruz como los campanarios. Por otro lado simplificó y reforzó la
estructura, aumentando el grosor de los pilares principales y fusionando los
laterales con el muro exterior. De este modo conseguía dar la rotundez
necesaria a la base que había de soportar el peso de la gigantesca cúpula, que
se mostraba por vez primera lo bastante cohesionada.



La solución propuesta por Miguel Ángel al arduo problema que planteaba el
sostenimiento y la consolidación de la pesada estructura de la cúpula fue
definida tras estudiar detenidamente la que Brunelleschi había construido en
la catedral de Florencia. Miguel Ángel decidió seguir el mismo principio y
levantar en San Pedro una cúpula de doble cascarón, en vez de la pieza única
de mampostería prevista por Donato Bramante. También se alejó del diseño de
Bramante al disponer un tambor con dobles columnas y ventanas alternadas,
en vez de columnas solas.


Nota: Las edificaciones del Renacimiento, en general, se caracterizan por
construir un conjunto racional, cuyos elementos se hallan dispuestos según
rigurosas normas de proporción, donde los elementos formales característicos
son la construcción circular coronada por una cúpula y la división armónica de la
superficie de los muros, entre otras. En la España de Carlos I se conocen
numerosos ingenieros italianos que trabajan a las órdenes del emperador, así en
el año 1552, encontramos a Gianbattista Calvi reforzando las fortificaciones de
Roses, Barcelona y Tarragona. El mismo Carlos I creó en 1543 la Escuela de
Artillería de Milán, para formar profesionales con conocimientos de

185
matemáticas, física y construcción, siendo una de las primeras escuelas cuya
vida se dilató a lo largo del siglo XVII.

8.3.-Ingenios de todos tipo

Pensadores italianos escriben sobre las máquinas de la época. En sus textos,
el factor común es la descripción de máquinas ya existentes, o proyectos de
máquinas sin construir. Algunos representantes de esto fueron: Vannocio
Biringuccio que escribe el De la Pirotechnia. Su libro fue el primero de
metalurgia impreso, estimulando avances en dicha materia. Guidobaldo del
Monte presenta Machanicorum libri, que se compone de una defensa hacia
las artes mecánicas. Angostino Ramelli con su libro De diversas y
artificiosas máquinas presenta proyectos precedentes de motores de
combustión interna. Buonaiuto Lorini fue ingeniero militar y redacta Sobre las
fortificaciones, en el cual plantea la diferencia entre el “matemático
especulativo” y el “mecánico práctico”. Vitorio Zonca aporta estudios sobre
máquinas mecánicas e hidráulicas con su libro Teatro de máquinas. Giovanni
Battista della Porta fue filósofo, investigador y astrónomo. A él se le atribuye
la creación de la Linterna mágica y también es reconocido por sus ideas
acerca de la construcción de un anteojo astronómico. Torricelli aporta un gran
avance en el tema de hidráulica con la invención del barómetro. Leonardo
da Vinci aporta ideas para estudios posteriores, como el ornitóptero y el tornillo
aéreo (que puede considerarse antepasado del helicóptero) y el planeador.
Produce estudios sobre el vuelo de las aves e inventa un túnel aerodinámico
para poder realizar sus experimentos acerca de ello.

Las armas de fuego constituyen el principal cambio en este ámbito y con ellas
el cambio de las fortalezas, las armaduras de los soldados, las técnicas de
ataque y defensa que se perfeccionan y los tiempos de asedio a las ciudades
que se acortan.

Francesco di Giorgio y Giuliano da Sangallo el Viejo también fueron figuras
implicadas en la innovación y fabricación de artillería. Sus escritos dieron paso
a las primeras armas de fuego portátiles como lo fueron las lombardas, el
basilisco o el fusil de 2 a 3 pies de longitud, las cuales eran capaces de
disparar un peso de 15 a 20 gramos. Todas esas armas de fuego tenían dos
inconvenientes; a la pólvora había que darle fuego con una mecha mediante un
serpentín o palanca en doble curva, accionado manualmente y, resultaba casi
imposible la recarga en medio de una batalla, esto fue así hasta que más tarde
aparecieron los serpentines de muelle y de disparo, perfeccionando todos
estos inconvenientes.
Por otra parte, la infantería se ve beneficiada con las armas de fuego, por
ejemplo, hubo grandes progresos técnicos como el mecanismo de rueda.
Gracias a ello surgieron los llamados arcabuceros y mosqueteros a caballo,
cuyas primeras unidades fueron creadas en 1496 y usadas por Camilo Vitelli
con el objetivo de dar una mayor movilidad a la infantería y deshacer las
formaciones de caballería pesada.

186
Boceto de grúa ideada por Leonardo da Vinci

Durante los siglos XV y XVI tienen también lugar desarrollos importantes en la
dinámica moderna que permiten abandonar los postulados de Aristóteles que
se habían estado utilizando prácticamente hasta entonces y que quedaban
obsoletos. Florencia tuvo el más famoso ingeniero de todos los tiempos.
Leonardo da Vinci (1452-1519). Anticipó muchos adelantos del futuro; por
nombrar algunos:
• la máquina de vapor,
• la ametralladora,
• cámara oscura,
• el submarino y el helicóptero.


Leonardo cuando contaba
treinta años cuando, aburrido
y deseoso de encontrar
nuevos campos para
conquistar, dejó su ciudad
natal de Florencia,
decadente bajo los Medici, y
se dirigió a Milán que florecía
bajo el gobierno de Ludovico Sforza. Fue a él a quien dirigió esta
carta solicitando trabajo:


Muy ilustrísimo señor:

Habiendo visto y considerado los experimentos de todos aquellos
que se dicen maestros en el arte de inventar instrumentos de guerra,
y encontrando que sus invenciones no difieren de las conocidas, me
animo, sin deseo de perjudicar a nadie, a solicitar a Vuestra
Excelencia una entrevista en la cual le haré conocer algunos de mis
secretos.

1) Puedo construir puentes muy livianos, fuertes y portátiles, con los
cuales es posible perseguir y derrotar al enemigo; y otros más
sólidos que resisten el fuego o el asalto y sin embargo son fáciles de
colocar en el lugar adecuado; y también puedo quemar y destruir los
del enemigo.

2) En caso de sitio puedo cortar el agua de las trincheras y hacer
pontones y escalas, así como otras invenciones similares.

3) Si, debido a su elevación o a la fuerza de su posición no es
posible bombardear un sitio determinado, puedo demoler cualquier

187
fortaleza, siempre que sus cimientos no estén asentados sobre
piedra.

4) Puedo también construir cierto cañón que es liviano y fácil de
transportar, y con el cual se pueden arrojar piedrecillas como granizo
y cuyo humo causa gran terror al enemigo, por lo cual no sólo sufren
grandes bajas, sino que se sienten confundidos.

5) Puedo construir en cualquier lugar determinado y en el mayor
silencio, pasajes subterráneos ya sean rectos o tortuosos, y si
resultan necesarios, bajo las trincheras y bajo los ríos.

6) Puedo construir carros acorazados para llevar artillería, los cuales
podrán irrumpir entre las filas del enemigo abriendo así paso a la
infantería.

7) Si la ocasión se presenta, puedo construir cañones, morteros y
artillería liviana de forma y utilidad diferente a la que se usa
generalmente.

8) Cuando resulta imposible emplear cañones, puedo suplantarlos
por catapultas, trabucas y otros instrumentos de eficacia admirable y
poco usados. En una palabra, cuando así lo requiere la ocasión
puedo proveer infinidad de medios de ataque y de defensa.

9) y si la lucha se desarrollara sobre el mar, puedo construir
máquinas que pueden servir tanto para el ataque como para la
defensa y buques que pueden resistir el fuego del cañón más pesado
y de la pólvora u otras armas.

10) En tiempos de paz, creo poder daros tan completa satisfacción
como cualquier otro en la construcción de edificios públicos o
privados, y en la conducción del agua de un lado a otro. Puedo
también, esculpir en mármol, bronce y yeso, y respecto a la pintura,
me es posible competir con cualquiera, sea quien sea.

Además podría encargarme de la ejecución del caballo de bronce
que asumirá con gloria inmortal y eterno honor la auspiciosa
memoria de vuestro padre y la ilustre casa de Sforza.



Leonardo obtuvo el trabajo que deseaba y durante 16 años sirvió a Ludovico
Sforza, hasta que los franceses invadieron la ciudad y capturaron a su amo.
Da Vinci dejó de existir en Francia en 1519 a la edad de 67 años,
prematuramente envejecido.


Pero, es probable que los trabajos de Leonardo tuvieran poca influencia en el
pensamiento de la ingeniería de su tiempo. Sus investigaciones eran una
mezcolanza no publicada de pensamientos e ilustraciones.

188



Leonardo era un investigador impulsivo, y
jamás resumía su investigación para beneficio
de otros a través de la publicación. En sus
cuadernos hacía la anotación de sus
investigaciones de derecha a izquierda,
posiblemente por comodidad, debido a que era
zurdo. Da Vinci fue, probablemente, el primero
en describir y utilizar técnicas experimentales
que hoy día son empleadas en los laboratorios
más avanzados. También se puede decir que
fue Leonardo el creador del armamento tal como hoy se concibe. Inventó, entre
otras, una máquina para hincar pilotes.

8.4.-La ingeniería en el Renacimiento

Casi todos los primeros ingenieros renacentistas italianos fueron ingenieros
militares, dedicados a concebir y manejar los artefactos bélicos desarrollados
en la época, y su principal tarea civil fue la fortificación. Es en esta época
cuando se inicia la separación entre ingenieros y arquitectos, asignándose al
primero la concepción del edificio y a los segundo la composición de las
máquinas para el proceso de construcción y, con el tiempo, el cálculo de las
correspondientes estructuras. En todas las obras públicas, militares y civiles, el
ingeniero asumirá todas las responsabilidades.

Esta nueva mentalidad nacida en Italia se extendió a lo largo del siglo XV por
toda Europa. Arraigó mejor en las sociedades más abiertas, las mercantiles, y
se desarrolló menos en las rurales, más conservadoras. Con el paso del
tiempo, otras naciones europeas como España, Inglaterra o Francia
sustituyeron a Italia en su papel de líder. En España fue un período de
florecimiento de la técnica, con importantes aportaciones a todos los campos.
Pero no es fácil saber cuántos ingenieros eran ni que actividades realizaban.
Es una época, sobre todo los siglos XV y XVI, en la que las obras de ingeniería
civil se proyectaban y construían por maestros canteros, artesanos, alarifes…
con una formación variopinta. No existía un centro específico para formar
ingenieros, y en el único lugar donde se enseñaba matemática –la universidad
de Salamanca- se hacía en latín, la lengua culta que no entendían los
maestros constructores.

¿De dónde procede en nuestra lengua el término ingeniero? Según J.
Corominas el término “ingeniero” aparece en castellano hacia 1450,
probablemente por imitación de ingegnere, vocablo italiano derivado del latín y
que designa al que diseña y construye ingegni (máquinas de guerra). Su misión
será la de generar la construcción, la máquina o la organización
correspondiente. Pero “ingenieros” y “arquitectos” fueron profesionales en
muchos casos indiferenciados.

189
A lo largo del siglo XVI en España se reunirán técnicos europeos de diversas
procedencias, en buena medida por el prestigio, universalidad y riqueza de la
Casa de Austria, y en especial de los monarcas Carlos V y Felipe II, este
último muy aficionado a las obras de ingeniería y a la vez sensible a la
necesidad de una formación específica. Las múltiples necesidades técnicas
del imperio hicieron que se nombrasen ingenieros como criados ordinarios,
funcionarios al servicio de la corona. En su mayoría tenían relación con la
milicia, por lo que tradicionalmente se les ha denominado ingenieros militares,
pero casi ninguno era soldado. Podían ser nombramientos vitalicios o
coyunturales (para realizar una obra concreta) y su dedicación principal era la
fortificación. Muchos eran extranjeros –italianos, flamencos- pero igualmente
súbditos de la corona.

Uno de ellos, Juanelo Turriano, alcanzó gran
renombre, porque fue capaz de idear un sistema de
abastecimiento de agua a la ciudad de Toledo que
permitía salvar una gran diferencia de cota entre la
captación y el depósito. Tan famoso se hizo que
Los Veintiún Libros de los Ingenios y de las
Máquinas(imagen) es el libro antiguo de ingeniería
hidráulica más importante de la époc, aunque su
autoría no está muy clara.

El siglo XVII fue tiempo de guerras en Europa, de
guerras ideológicas religiosas. Y en ese ambiente
se fraguan nuevas ideas de razón, de pluralidad, de
tolerancia. Se invita al hombre a dejar de estar
sometido a las fuerzas de la naturaleza, ésta se la puede dominar. Se busca la
convergencia entre las artes mecánicas y la ciencia. La ciencia no puede
construirse sin incorporar la experiencia presente en las técnicas.


Georgius Agrícola (1.494-1.555) y Galileo Galilei (1564-1642) establecieron
las bases científicas de la ingeniería. El primero, en su obra póstuma De Re
Metallica (1556) recopiló y organizó de forma sistemática todo el conocimiento
existente sobre minería y metalurgia, siendo la principal autoridad en la materia
durante cerca de 200 años. Galileo es conocido por sus observaciones
astronómicas y por su declaración de que objetos de diferentes masas se ven
sometidos a la misma “tasa” de caída. Sin embargo, Galileo fue un magnífico
ingeniero, con sus proyectos sobre drenaje al pretender desecar las costas
venecianas y dedicarlas al cultivo agrícola, o como ingeniero militar. Su
contribución más importante en la construcción fue la “teoría de vigas” que
tuvo su origen en el análisis comparativo entre las estructuras de los grandes
barcos de madera y la de los botes, aunque sus predicciones fueron erróneas
al no considerar la elasticidad de los materiales. Una de sus mayores
contribuciones fue la formulación de un método científico, ampliamente
aceptado. Uno de los descubrimientos más importantes en la historia de la
ingeniería mecánica lo realizó Simón Stevin en Holanda, a fines de la década
de 1500. Mediante el “triángulo de fuerzas”, permitió a los ingenieros manejar
fuerzas resultantes que actuaban en los miembros estructurales. Stevin

190
escribió un tratado sobre fracciones y también realizó trabajos que llevaron al
desarrollo del sistema métrico.


Los siglos XIV y XV, son característicos por el desarrollo de la construcción,
especialmente de castillos, alcázares, atalayas y torres vigías de defensa de la
costa, mientras que el siglo XVI, se centra en la construcción de palacios y
edificios de gran calidad arquitectónica debido a arquitectos de la talla de Juan
de Herrera, constructor de El Escorial, de la fachada de la Catedral de
Valladolid, etcétera. Algunos ingenieros de aquella época procedían del
extranjero como es el caso de Juan Bautista Antonelli, quien dirigió varias
obras de fortificación en España e incluso en ultramar, siendo de destacar,
entre otras, los castillos del Morro y de la Punta en La Habana, empezados a
construir en 1581. A Antonelli se le debe el enlace fluvial Madrid-Lisboa por
el Tajo, Jarama y Manzanares, que permitía, en época de Felipe II, navegar
en chalupa desde Madrid hasta Lisboa.

En aquellos tiempos España estaba considerada como el país europeo
más avanzado en cuanto a conocimientos de fortificación y empleo de
armas de fuego, siendo el primero en conocer las reglas, principios y
enseñanzas del Arte del Ingeniero y Artillero que se ensañaba en su
Academia de Ciencias de Madrid, ochenta años antes de que hubiese sido
creada la Real Sociedad de Londres y la Academia Real de Ciencias de París.

En el siglo XVI fue preciso impulsar la agricultura y crear nuevas zonas de
regadío, lo que obligó a la construcción de redes de canales, acueductos y
presas. En España se construyó en 1594 el célebre dique o presa de Tibi que
durante muchos años, con sus 41 m de altura, fue el más alto de Europa( La
presa de Tibi , también conocida como la presa de Alacantí , (el embalse de Tibi
es un dique de mampostería en Monegre de Alicante .Es uno de los diques no romanos más
antiguos de Europa . Se construyó entre 1579 y 1594 con el propósito de utilizar su depósito
para ayudar a irrigar áreas alrededor de Alicante)



Los veintiún libros de los ingenios
y las máquinas de Juanelo
Turriano, escrito en 1568, fue el
mejor tratado de construcción del
siglo XVI. Era la época de Felipe II,
que continúa la política de
fortificaciones con los Antonelli, así
como con Juan de Herrera y su
discípulo Cristóbal de Rojas. Éste último escribió en 1598 la Teórica y
Práctica de la Fortificación, que fue el primer tratado de fortificación impreso
en España.



En el Renacimiento continúa la preocupación por las
cimentaciones. Andrea Palladio(1508-1580) plantea que los

191
cimientos deberían ser el doble de gruesas que los muros soportados por ellas,
una dimensión que podría modificarse según la calidad del suelo y la escala de
la edificación.



La obra escrita más más importante de Palladio es
Los cuatro libros de la arquitectura (I quattro libri
dell'architettura, en italiano), un tratado de
arquitectura publicado en Venecia en 1570 en cuatro
secciones llamadas libros y abundantemente ilustrado
de diseños, secciones, y detalles de elementos de
arquitectura.



Nota: Según Alberti, la excavación de la cimentación debería ser
horizontal, para evitar cualquier deslizamiento o movimiento y los
muros deberían ubicarse en el centro de la zapata, recomendando
abrir algunos pozos o fosos para conocer las características de los
estratos presentes bajo la superficie. Existe en este momento una
mayor preocupación sobre las cimentaciones y sus técnicas
constructivas, si bien no es posible realizar un desarrollo evolutivo
del diseño de las cimentaciones, pues fueron tan variadas como los
edificios que sustentaban.

8.4.1.-Leonardo da Vinci




Leonardo da Vinci se inscribe
en la corriente tecnicista del
Renacimiento. Junto a Herón
de Alejandría, se considera a
Leonardo un precursor
importante de un cierto
número de máquinas
modernas. Sin embargo, más
allá del asombro que provoca
la imaginación prospectiva del autor, se puede constatar rápidamente que el
funcionamiento real de las máquinas no debió ser su principal preocupación.
En efecto, los inventos de Leonardo chocan con numerosas dificultades: el
helicóptero habría girado sobre sí mismo como una peonza, el buzo se habría
asfixiado y el barco de palas nunca habría podido avanzar … Sin embargo, se
ha postulado también que Leonardo introdujo intencionalmente errores
específicos en sus diseños para evitar que otros pudieran realizar la
construcción viable de sus artefactos.

192
En una carta dirigida a Ludovico Sforza, afirma ser capaz de construir todo
tipo de máquinas, tanto para la protección de ciudades como para su asedio.
Tras su fuga a Venecia en 1499, encontró empleo como ingeniero y desarrolló
un sistema de barreras móviles para proteger la ciudad de los ataques
terrestres. También proyectó el desvío del río Arno para irrigar los campos
toscanos, facilitó el transporte e incomodó el acceso marítimo a Pisa, la rival de
Florencia.













Cuaderno de Leonardo

Sus cuadernos presentan un gran número de «inventos» a la vez prácticos y
realistas, destacando las bombas hidráulicas, mecanismos de manivela
como la máquina para mecanizar tornillos, aletas para obuses de mortero,
un cañón a vapor, el submarino, varios autómatas, el carro de combate, el
automóvil, flotadores para «caminar sobre el agua», la concentración de
energía solar, la calculadora, la escafandra, el casco doble para barcos y
los rodamientos de bolas. En cuanto a la bicicleta, su paternidad no está
clara.

Un examen cuidadoso de los bocetos indica, sin embargo, que varias de estas
tecnologías fueron o bien tomadas prestadas de predecesores inmediatos —la
turbina hidráulica de Francesco di Giorgi Martini, la cadena de transmisión

193
articulada de Taccola—, o bien la herencia de una tradición más antigua —el
martillo hidráulico se conocía en el siglo XIII, los sifones y los acueductos ya
eran visibles en la obra del romano Frontino, los autómatas recreativos ya
habían sido descritos en la época helenística

Pero Leonardo también fue innovador. Fue probablemente uno de los primeros
ingenieros de su época que se interesó por el trabajo mecánico de los metales
y en particular del oro, el más maleable. Su originalidad se pone de manifiesto
en la máquina voladora y en unas cuantas máquinas textiles, en las que tuvo la
oportunidad de aplicar su sentido de la observación a la regularidad de los
movimientos. El telar mecánico, la máquina de cardar y la de «afeitar las
sábanas» lo convierten probablemente en el primero que trató de
mecanizar una fabricación industrial. La máquina para pulir espejos, que
supuso la resolución de un cierto número de problemas para obtener
superficies regulares, planas o cóncavas, la concibió durante su estancia en
Roma mientras estudiaba la producción de imágenes. Paradójicamente,
Leonardo da Vinci se interesó poco por inventos de su época hoy considerados
muy importantes, como la imprenta, si bien es autor de una de las más
tempranas representaciones gráficas de una prensa de imprenta.


En 1502 Leonardo diseñó un puente de 240 metros para un proyecto de
ingeniería civil del sultán otomano Beyazid II. El puente debía servir para
franquear el estuario conocido como Cuerno de Oro.


Beyazid II abandonó el proyecto porque consideró que la
construcción sería imposible. La visión de Leonardo fue
resucitada en 2001 cuando se construyó en Noruega un
pequeño puente basado en su concepto. El 17 de mayo de
2006 el gobierno turco decidió construir el puente de Leonardo
sobre el Cuerno de Oro.






Puente Leonardo en Oslo

194
Durante la mayor parte de su vida, Leonardo estuvo fascinado por el vuelo.
Produjo numerosos estudios sobre el vuelo de los pájaros así como planos de
varios aparatos voladores, como un helicóptero primitivo denominado «tornillo
aéreo», un paracaídas y un ala delta de bambú. Pese a que la mayoría se
considera irrealizable, el ala delta ha sido construido y, tras añadirle unos
estabilizadores, ha volado con éxito. Es posible, sin embargo, que Leonardo
estimase que los sistemas de vuelo similares a los de los murciélagos eran los
que presentaban mayor potencial.

También inventó el túnel de viento aerodinámico para sus experimentos.

Leonardo también estudió arquitectura. Estuvo influido por la obra de Filippo
Brunelleschi y proyectó sobreelevar el Baptisterio de San Juan de
Florencia, así como crear una torre-linterna para la catedral de Milán. Utiliza a
menudo la forma octogonal para los edificios religiosos y el círculo para los
militares. A raíz de la epidemia de peste que azotó Milán entre 1484 y 1485,
diseñó una ciudad perfecta teórica con ejes de circulación optimizados y
condiciones de vida de calidad, en una visión marcada no por las distinciones
sociales sino por las funcionales, a imagen de los órganos del cuerpo humano.
Trabajó también sobre l el diseño de os jardines. Por desgracia, muchos de sus
estudios sobre arquitectura se han perdido.





Baptisterio de San Juan de Florencia

195
9.- Las matemáticas en el Renacimiento

9.1.- Matemáticos renacentistas

Aparte de la adopción de los dígitos arábigos y del trabajo de unas pocas
personas de talento (como Pappus y Fibonacci), durante los siglos que
prosiguieron a Diophantus no se habían producido avances significativos en
Matemáticas. En los siglos XV y XVI tuvo lugar un repentino brote de actividad
matemática impulsado por el descubrimiento chino de la imprenta, la cual
llegó a Europa en 1450 e impulsó el conocimiento de esta disciplina.

Es conveniente recalcar la importancia de la imprenta para la
difusión del conocimiento matemático. El copiado a mano de textos
matemáticos requería mucho tiempo y esfuerzo. En los tiempos antiguos,
de la mayoría de los textos sólo existía una copia única que se encontraba
en la biblioteca de Alejandría; ésta es la razón por la cual toda la actividad
matemática estuvo concentrada en un solo sitio durante unos ochocientos
años. Con la llegada de la imprenta dichos textos pasaron a estar
disponibles por todo el mundo civilizado y la gente podía aprender
matemáticas.

El final del periodo medieval fue testigo de importantes estudios matemáticos
por autores como Nicole Oresme, en su Tractatus de configurationibus
qualitatum et motuum se hallan sus contribuciones matemáticas más
destacadas. Y es que Oresme introdujo un método para mostrar gráficamente
las velocidades con el que representó el movimiento uniformemente acelerado.
No hay que olvidar que la carencia de instrumental matemático adecuado fue
un impedimento fundamental para que los progresos en este ámbito se
desarrollasen por aquel entonces. Pero no fue hasta principios del siglo XVI
cuando se hizo un descubrimiento matemático de trascendencia en Occidente.
Era una fórmula algebraica para la resolución de las ecuaciones de tercer y
cuarto grado, y fue publicado en 1545 por el matemático italiano Gerolamo
Cardano en su Ars magna. Este hallazgo llevó a los matemáticos a
interesarse por los números complejos y estimuló la búsqueda de soluciones
similares para ecuaciones de quinto grado y superior, poniendo así los
“ladrillos” de la teoría de Galois.

Esta no es una reseña pormenoriza y organizada de las matemáticas
renacentistas. Únicamente mostraremos una serie de personajes que tuvieron
gran relevancia en esa época.
Algunos matemáticos renacentistas fueron: Nicolás de Cusa (1401-1464),
Regiomontano (1436-1476), Luca Pacioli (1445-1514). También es necesario
mencionar que los importantes trabajos en el álgebra (que como veremos
serían fundamentales en el nuevo periodo) estuvieron asociados a los italianos
G. Cardano (1501-1576), y Tartaglia (c. 1500-1557). Otros matemáticos de la
época fueron: Robert Recorde (1510-1558), Georg Rheticus (1514-1576),
Petrus Apianus( 1495 - 1552), Adam Ries (1492 -
1559), Johannes Werner (1468-1522), Albrecht
Dürero (1471-1528), Gerard Mercator (1512-
1594), Christoph Rudolff(1499- 1545),

196
Francesco Maurolico (1494-1575), Ludolph van Ceulen (1540- 1610)



Ludolph van Ceulen (1540- 1610) fue un matemático alemán. Es conocido
principalmente por haber calculado el valor de pi con una aproximación de 35
cifras decimales utilizando el método de los perímetros mediante un polígono
regular de n 62 lados- De hecho, este número fue conocido en el continente
durante mucho tiempo como número ludolphino. Pasó gran parte de su vida en
esta labor y su tumba lo refleja en el hecho de tener grabadas las 35 cifras:
3,14159265358979323846264338327950288




Francesco Maurolico (1494-1575)
Fue un matemático y astrónomo italiano que realizó
contribuciones en los campos de la geometría, óptica,
secciones cónicas, mecánica, música y astronomía.
Entre las observaciones astronómicas de Maurolico se
incluye la supernova que apareció en la constelación de
Casiopea en 1572 y que sería conocida como la
supernova de Tycho después de que Tycho Brahe
publicase sus observaciones en 1574. Maurolico también realizó contribuciones
a las matemáticas, intuyendo y desarrollando el método de inducción
matemática; la cartografía, produciendo cartas náuticas a la flota cristiana que
partía del puerto de Mesina para participar en la batalla de Lepanto; la
escultura, colaborando con el escultor Giovanni Angelo Montorsoli en la
realización de dos de las fuentes monumentales más bellas del Cinquecento
(las de Orión y Neptuno en Mesina)

Petrus Apianus ( 1495 - 1552)


Apianus fue uno de los primeros cosmógrafos en
proponer la observación de los movimientos de la
Luna para determinar las longitudes. En matemáticas
calculó tablas trigonométricas que publicó en
Núremberg en 1534 con el título Primi instrumentum
mobilis, con un instrumento que permitía el cálculo
mecánico de senos. Un año antes(1533) publicó otra
conocida obra, el Instrument Buch, o libro de
instrumentos dedicado a la descripción de
instrumentos para observar en astronomía y en
gnomónica, donde instruía sobre la construcción de
relojes de sol. En reconocimiento a sus estudios el emperador Carlos V le
concedió hacia 1535 un privilegio imperial, ampliado en 1544, que le facultaba
para disponer de un blasón. Aplicó las matemáticas al estudio astronómico,
favoreciendo la observación directa. En este sentido, fue el primero en valerse
de cristales ahumados para la observación del Sol. Así pudo publicar un

197
cuadrante astronómico e instrucciones para la fabricación de instrumentos de
observación y relojes de sol. Entre las observaciones astronómicas que realizó
cabe destacar la descripción del paso en 1531 del cometa Halley, sugiriendo
además que las colas cometarias en su órbita de giro es muy posible que
apunten en sentido opuesto al Sol.



Christoph Rudolff(1499- 1545) fue el autor del primer
libro alemán de álgebra. Él introdujo el uso del signo
radical √. Se cree que esto se debió a que el símbolo se
parecía a una «r» minúscula (por «radix»), aunque no
hay evidencia directa.






Adam Ries (1492 -1559) fue un matemático alemán. Está
considerado como uno de los primeros autores de libros
didácticos de enseñanza de las matemáticas. Adam Ries
trabajó, entre otros lugares, en Erfurt y Annaberg, en
donde fue director de las escuelas de matemáticas.
Publicó tres libros de cálculo: "Rechnung auff der
linihen" (1518), "Rechnung auff der linihen und federn"
(1522) (libro con más de 108 ediciones) , "Rechnung nach
der lenge auff den Linihen und Feder" (1550) (conocido como el "Practica")
Un cuarto libro, "Coss" (1524) de álgebra nunca se publicó. El manuscrito fue
editado por primera vez en 1992 por B.G. Teubner. Hay que señalar que Adam
Ries no publicó sus libros en latín (como era costumbre en su época), sino en
alemán
Johannes Regiomontanus (1436-1476), natural de Königsberg, dio la
primera presentación sistemática de la trigonometría tanto plana como esférica
usando senos y cosenos. Álgebraicamente escribía 'res' para x y 'census' para
el cuadrado. Regiomontanus probablemente muriera a causa de la plaga, pero
corrían rumores de que había sido envenenado por los hijos de un académico
rival. Cristóbal Colón llevaba en su cuarto viaje un ejemplar del Ephemerides
de Regiomontanus; de hecho utilizó su predicción del eclipse lunar del 29 de
Febrero de 1504 para intimidar en Jamaica a unos indios hostiles.

Johannes Widman (1462-1500), natural de Eger (hoy día en la República
Checa), publicó el libro Mercantile Arithmetic, en el cual aparecen por primera
vez los modernos símbolos + y -.

Robert Recorde (c. 1510-1558) fue un médico y matemático galés que utilizó
por primera vez el signo igual (=) en el año 1557. En Oxford, se dedicó a la
enseñanza pública de las matemáticas, trabajo que ya había hecho con
anterioridad a su paso por Cambridge. Se afirma que más adelante se

198
estableció en Londres, y que ejerció de médico del rey Eduardo VI y la Reina
Maria, a quien algunos de sus libros están dedicados.
La principal aportación de Recorde al progreso del álgebra fue en la
sistematización de la notación.
Gregor Reisch (1467-
1525) fue un monje
cartujo, humanista y
polígrafo alemán,
famoso compilador de la
Margarita philosophica
(literalmente, "Perla
filosófica"), una de las
primeras enciclopedias
modernas y la primera
impresa.
Su obra enciclopédica
Margarita
Phylosophica... quedó
terminada en 1496 pero
no se imprimió hasta
1503, en Friburgo- Se
trata de la primera
enciclopedia impresa
que reúne el saber de
todas las ciencias
(Filosofías) organizado
en doce libros.





Libro I: Gramática
Libro II: Lógica
Libro III: Retórica
Libro IV: Aritmética
Libro V: Música
Libro VI: Geometría
Libro VII: Astronomía
Libro VIII: Sobre los principios de las cosas naturales (Filosofía
natural)
Libro IX: Sobre el origen de las cosas naturales (Filosofía natural)
Libro X: Acerca del Alma y sus capacidades.
Libro XI: Sobre la naturaleza, origen e inmortalidad del alma
intelectiva
Libro XII: Ética (Filosofía Moral)

El contenido de la enciclopedia está expuesto en forma diálogo entre un
profesor y su alumno. La obra incluye tratados sobre música, medicina,

199
astronomía, geometría, cosmografía, historia natural, fisiología, psicología y
ética, completándose con numerosas xilografías explicativas y útiles índices.

Alberto Dürero (1471-1528) desde el punto de vista
matemático es un geómetra; un artista que utiliza la
geometría en aras de teorizar bajo la certeza de la
ciencia todas las prácticas del pintor, teniendo en cuenta
diferentes estudios preliminares de artistas italianos,
textos matemáticos como Los Elementos de Euclides y
ayuda de filósofos, humanistas y amigos que vivieron de
cerca la construcción de su tratado de pintura. En 1525,
Alberto Dürero publicó su principal obra de geometría
“Underweysung der Messung, mit dem Zirckel un[d]
Richtscheyt, in Linien Ebnen vnnd gantzen
Corporen” (Los cuatro libros sobre medición. Instrucciones de medición con
compás y regla). El primer libro se centra en la geometría lineal. En el libro se
incluyen hélices, concoides y epicicloides. También se basa en Apolonio , y en
el libelo de Johannes Werner de 1522 "Super viginti duobus elementis
conicis". El segundo libro se dedica a la construcción de poliedros regulares
polígonos. El tercer libro aplica los principios de la geometría de la arquitectura,
la ingeniería y la tipografía en los alfabetos latino y gótico. En arquitectura
Dürero cita a Vitruvio pero elabora sus propios diseños
y clásicas columnas.


En tipografía, Dürero realiza la construcción geométrica
del alfabeto latino, basándose en precedentes italianos.
Sin embargo, su construcción del alfabeto gótico se
basa en una forma completamente diferente y modular
de sistema. El cuarto libro completa la progresión de la
primera y segunda parte abarcando las formas
tridimensionales y la construcción de poliedros. En ella
Durero analiza los cinco sólidos platónicos , así como
los siete sólidos semirregulares de Arquímedes, así como varios de su propia
invención. Por último, Durero analiza el problema de Delos y pasa a la
construzione legittima, un método de representar un cubo en dos
dimensiones a través de la perspectiva lineal. Fue en Bolonia donde Durero
aprendió (posiblemente por Luca Pacioli o Bramante ) los principios de la
perspectiva lineal , y, evidentemente, se familiarizó con el construzione
legittima en un análisis escrito de estos principios el cual sólo se encuentran,
en este momento, en el tratado no publicado de Piero della Francesca. Él
también estaba familiarizado con la "construcción abreviada" como se describe
en Alberti y la construcción geométrica de las sombras, una técnica de
Leonardo da Vinci.


Este tipo de perspectiva, llamada "Central" por tener un solo punto
de fuga ubicado aproximadamente en el centro del cuadro, fue
adoptada prácticamente por toda la pintura renacentista. El cuadro
se lo concebía como una ventana a través de la cual el observador

200
contemplaba la escena representada. La primera publicación sobre
el sistema fue de León Battista Alberti en su tratado "De pictura";
luego le seguirán Piero de la Francesca, Paolo Uccello,
Leonardo da Vinci y muchos otros. En 1515 el pintor y grabador
alemán Alberto Durero demostró el procedimiento materializando las
"visuales" mediante hilos que unian un punto fijo (el punto de vista
del observador) con los puntos importantes de la escena, vistos a
través de un cuadro transparente reticulado; las posiciones que
resultaban sobre el cuadro eran pasadas al papel con la ayuda de
un reticulado igual al del cuadro. Dürero dejó registrada su
demostración en el grabado reproducido abajo.



En el Renacimiento, se produjo la mayor profusión de aritméticas: Luca
Pacioli, M. Stiefel … Este último fue un personaje singular. Se ordenó monje
en Esslingen, su ciudad natal en 1511, luego durante los años de la Reforma
se convirtió en seguidor de Lutero y estudiando la Biblia comenzó a
interesarse por una combinatoria numérica. Una de las anécdotas más
curiosas ocurrió cuando, basado en su misticismo numérico, comenzó a
predicar el fin del mundo para el 18 de octubre de 1511 estando a punto de ser
linchado por sus seguidores al no ocurrir nada ese día. En 1544 después de 9
años de estudio sistemático de la Matemática, publica su Arithmetica integra
donde mejora la representación de las potencias de la incógnita en una
ecuación y utiliza por primera coeficientes negativos sin embargo,
incomprensiblemente, seguirá ignorando las soluciones
negativas de una ecuación.
Su trabajo más importante es Arithmetica integra,
publicado en 1544. Contiene muy importantes innovaciones
en notación matemática, entre ellas el primer uso de
multiplicación por yuxtaposición (sin el símbolo entre los
factores) en Europa. También fue el primero en usar el
término exponente para las potencias, ofrece las fórmulas
para el producto y la división de potencias de la misma base.
El libro contiene una tabla de enteros y potencias de 2 que
se ha considerado como una primera versión de una tabla de logarítmos. En su
obra trata los números negativos a los que llama numeri absurdi.

201


Podemos apreciar una primera edición de la Arithmetica
integra de Stifel donde se ve claramente el uso de los
símbolos +, – y el símbolo para la raíces que ya eran
usados con regularidad por aquella época, por una pléyade
de maestros aritméticos en cuyas obras se desarrolló gran
parte de la notación hoy habitual: el + y – para la suma y la
resta, o el signo para las raíces.

Pero volvamos a una figura central del renacimiento italiano : Luca Pacioli
( para hacer la reseña biográfica de éste autor he seguido los apuntes sobre
la figura de L. Pacioli, de mi buen amigo el profesor D. Vicente Meavilla
Seguí)

9.2.-Luca Pacioli(1445-1517)

Luca Pacioli nació en Italia en 1445 y posiblemente recibió sus primeras
lecciones de Geometría en el taller de su paisano el matemático y pintor Piero
della Francesca (1412 – 1492).


Piero della Francesca dicta las reglas de la Geometría a Luca Pacioli. Óleo sobre tela.
Angelo Tricca (1817 – 1884). Museo Civico di Sansepolcro


A los veinte años abandonó su ciudad natal y se trasladó a Venecia, allí
prosiguió sus estudios de Matemáticas en una escuela pública dependiente de
la universidad veneciana.

202
En 1470, pasó a Roma invitado por el arquitecto León Battista Alberti
(1404 – 1472), uno de los primeros investigadores de la perspectiva
geométrica. Dos años más tarde ingresó en la orden de San Francisco de Asís.
En 1475 fue lector de Matemáticas en Perugia y entre 1477 y 1480 dio
clases de aritmética en la universidad de dicha ciudad. En 1481 se trasladó a
Zara (actual Croacia) donde escribió un manual de aritmética. Después de una
corta estancia en Florencia volvió a Perugia, obtuvo el título de Magister y
explicó Matemáticas desde 1486 hasta 1487.
Debido al agotamiento y a su frágil salud dejó la docencia y se instaló en
Roma. En 1490 enseñó Teología y Matemáticas en Nápoles y realizó una
colección de poliedros regulares que regaló a Guidobaldo de Montefeltro.
Desde 1490 a 1493 permaneció en su pueblo natal preparando la publicación
de su obra Summa de arithmetica geometria proportioni et proportionalità.
En 1496 Pacioli viajó a Milán para enseñar Matemáticas en la corte del
duque Ludovico Sforza «il Moro» (1452 – 1508). Allí conoció a Leonardo da
Vinci (1452 – 1519) que realizó los dibujos de los sesenta cuerpos geométricos
que aparecen en su libro De divina proportione, redactado durante esta etapa
milanesa.
Retrato de Luca Pacioli (1495). Témpera sobre panel (98 × 108 cm). Atribuido a
Jacopo de Barbari (1450 – 1516). Museo Capodimonte (Nápoles)

En 1499 Milán fue ocupada por las tropas francesas y Ludovico el Moro
fue hecho prisionero. Por este motivo, Luca y Leonardo abandonaron la ciudad
pasando primero a Mantua, luego a Venecia y finalmente a Florencia.
En 1500 Pacioli se convirtió en profesor de la universidad de Pisa, cuya
sede se había trasladado a Florencia desde las revueltas ciudadanas de 1494.
Allí continuó su labor docente hasta 1505. No obstante, entre 1501 y 1502 dio
clases de Matemáticas en la universidad de Bolonia donde coincidió con
Scipione del Ferro (1465 – 1526), uno de los grandes algebristas italianos que
intervino en la resolución por radicales de la ecuación de tercer grado con una
incógnita. Fue elegido superior de la Orden franciscana en Romaña. Entre
otras obras, escribió De viribus quantitatis, sobre matemáticas y alquimia
(1496–1508), una traducción de los Elementos de Euclides (Geometría,
Venecia, 1509) y un manual de ajedrez (De ludo scacchorum).

203
En 1505 regresó a Roma y en 1508 viajó a Venecia. En dicha ciudad vio
la luz la primera edición impresa de De divina proportione.


Facsimile de Divina Proportione( Luca Pacioli)



Su obra más divulgada e influyente es De Divina Proportione (De la Divina
Proporción) término relativo a la razón o proporción ligada al denominado
número áureo, escrita en Milán entre 1496 y 1498, y que trata también, en su
primera parte, de los polígonos y la perspectiva usada por los pintores del
Quattrocento ; en su segunda, de las ideas arquitectónicas de Vitruvio; y en
su tercera, de los sólidos platónicos o regulares Para ilustrarlo encargó dibujos
a Leonardo da Vinci, que en la época formaba parte de la corte milanesa de
Ludovico Sforza.


En 1510, debido a su delicada salud, volvió a su ciudad natal. Sin
embargo, a instancias del Papa León X, en 1514 volvió a Roma y fue profesor
de la Sapienza, la universidad de la «ciudad eterna». Luca Pacioli murió en
torno al 1517.

204
9.3.- Las ecuaciones de tercer y cuarto grado. Los algebristas italianos.

Pero sin duda alguna, como ya hemos mencionado, el mayor logro
matemático del siglo XVI fue la resolución por radicales de las ecuaciones
de tercer y cuarto grado. La historia de la resolución de las ecuaciones de
tercer y cuarto grado tiene, además, todo el colorido de la época: intrigas,
desafíos públicos, acusaciones de plagio. Sus protagonistas, Tartaglia y, sobre
todo, Cardano, médico, matemático, filósofo, escritor y astrólogo, representan
fielmente las miserias y virtudes del hombre renacentista.


Nicolás Fontana( Tartaglia) nació en Brescia (Italia).
En 1512, durante la toma de Brescia por el ejército
francés, su padre murió y Nicolás recibió una cuchillada
que le afectó la mandíbula y el paladar. Esta herida le
ocasionó una especie de tartamudez, que le valió el
apodo de “Tartaglia” [= tartamudo]. Nicolás aprendió
a leer y a escribir por sí mismo y también fue
autodidacta en su aprendizaje de las ciencias físicas y
matemáticas. Desde muy joven enseñó matemáticas en
diversas ciudades italianas. La principal aportación de
Tartaglia a las matemáticas fue la resolución de la
ecuación de tercer grado. El procedimiento original permaneció inédito hasta
que Girolomo Cardano lo publicó en su Ars Magna, sin el consentimiento del
autor. Este hecho provocó que, al año siguiente, Nicolás Fontana publicase
algunos comentarios despectivos sobre Jerónimo que originaron una polémica
entre Tartaglia y Ludovico Ferrari (1522–1565), otro de los grandes
matemáticos italianos del Renacimiento. Otro de los méritos de Nicolás fue el
de escribir el mejor tratado de Aritmética publicado en Italia durante el siglo
XVI, el General trattato de numeri et misure, dividido en seis partes. Las dos
primeras configuran un manual de aritmética y las cuatro últimas exponen un
gran número de proposiciones relativas a la Teoría de Números y presentan
una interesante colección de problemas y recreaciones matemáticas. En uno
de sus estudios, el tartamudo de Brescia se refiere al “triángulo aritmético”,
conocido como “triángulo de Tartaglia”. Murió en Venecia en 1557

El primero en encontrar una fórmula para resolver ciertos tipos de
ecuaciones cúbicas fue Scipione del Ferro aunque no los publicó. Un
discípulo suyo, Antonio Fiore se hizo con ellos años más tarde. Al mismo
tiempo Tartaglia que estaba estudiando el mismo tipo de ecuaciones
descubrió más casos que los que podía resolver Fiore. Todo esto
concluyó en un desafío público donde ambos contrincantes, Tartaglia y
Fiore, proponían una serie de problemas y el que mayor cantidad resolvía
resultaba vencedor. Es fácil adivinar que Tartaglia salió airoso de
semejante duelo matemático. Es ahí donde entra nuestro tercer personaje:

205
Girolano Cardano.



Girolamo Cardano nació en Pavía (Italia) el 24 de
septiembre. Fue hijo ilegítimo del abogado Fazio Cardano,
que le inició en el estudio de las matemáticas y le permitió
que estudiase medicina en la Universidad de Pavía. De allí
pasó a la Universidad de Padua donde completó su
formación. Por aquel entonces, Cardano era un
empedernido jugador de cartas y dados cuyos
conocimientos sobre probabilidad le permitían vivir del
juego.
Cardano se doctoró en medicina el año 1525 y solicitó su ingreso en el Colegio
de Médicos de Milán. Al descubrirse que era hijo bastardo las puertas de la
institución se le cerraron. No obstante, después de varias tentativas, y debido a
la fama adquirida entre sus pacientes, fue admitido en 1539. En 1545 Cardano
publicó su obra matemática más importante, Ars Magna, el primer gran tratado
en latín dedicado exclusivamente al Álgebra. En él se exponen los métodos de
resolución de las ecuaciones de tercer y cuarto grado, se realizan cálculos con
números complejos y se presenta un método para la resolución aproximada de
ecuaciones de cualquier grado.
Además de sus contribuciones al Álgebra, escribió sobre Aritmética,
Astronomía, Hidrodinámica, Mecánica, Medicina, Geología, Criptografía y
Probabilidad.
En 1570 fue encarcelado por hereje, dado que publicó un horóscopo sobre la
vida de Cristo. Cardano murió en Roma el 21 de septiembre de 1576. Se cree
que se suicidó para no contradecir una previsión astrológica sobre la fecha de
su muerte.

Los duelos matemáticos

En la Bolonia del siglo XVI eran habituales los debates públicos y disputas
orales entre matemáticos. Estos duelos callejeros tenían un profundo
impacto en la sociedad científica: los ganadores eran mejor considerados
para plazas universitarias, y los perdedores podían perder su puesto, o los
favores de la nobleza.
En este contexto, la resolución de la ecuación de tercer grado se convirtió
en un desafío intelectual. El gran Luca Pacioli llegó a asegurar: “para las
ecuaciones de tercer y cuarto grado por el momento no ha sido posible
encontrar reglas generales”. Otros, sin embargo, lo estudiaron con ahinco y
en silencio como es el caso de Scipione dal Ferro impulsado
posiblemente por el propio Pacioli. Del Ferro seguramente resolvió un tipo
de ecuaciones de tercer grado.

Del Ferro quiso conservar su hallazgo como un tesoro, y decidió no
divulgarla. Tan solo compartió su resultado con su yerno, Annibale della
Nave, y al menos otro estudiante, Antonio Maria Fiore. Una vez muerto
Dal Ferro no la publicó, sino que guardó el arma para usarla en el
momento conveniente. Y ese momento no tardó en llegar. En 1535, Fiore
desafió públicamente a Niccolo Tartaglia a una competición pública para
resolver problemas relativos a ecuaciones de tercer grado.

206

Quedaron en que cada uno de ellos escribiría una lista de 30 problemas
que tendría que resolver su oponente, y la lista quedaría sellada y
depositada ante notario. Después de esto, cada uno dispondría de 50 días
para buscarles solución.

Todos los problemas planteados por Fiore eran del mismo tipo (los que él
sabía resolver con al fórmula secreta de del Ferro). Sin embargo, Tartaglia
propuso problemas de diferente tipo. El 12 de febrero de 1535 fue la
fecha escogida para entregar los problemas, frente a un nutrido público
formado por universitarios y miembros de alta sociedad intelectual
veneciana. Tartaglia logró resolver todos los problemas en tan solo 2
horas, Fiore, ninguno. Tartaglia no quiso tampoco hacer públicos sus
resultados. Pese a ello, el rumor del concurso entre Tartaglia y Fiore se
extendió por toda Italia, y llegó a los oídos del médico, matemático y
filósofo Gerolamo Cardano. Cuando estaba finalizando su segundo libro
“La práctica de la aritmética y la medición simple”, se le antojó que un gran
final para la obra sería incluir la fórmula de resolución de la ecuación de
tercer grado. Intentó convencer a Tartaglia de que le revelase sus trabajos
mediante intermediarios, pero tuvo que llevarle a Milán, agasajarle y
parece que prometerle silencio para que este accediese. Aquí es cuando
empieza la disputa. Cardano publicó el resultado en su libro, considerado
el texto precursor del álgebra moderna “El gran arte o las reglas del
algebra” (Ars Magna), y aunque le reconocía la autoría de Tartaglia, eso
no aplacó su ira. Se desencadenó una larga pelea publica en la que se
interpuso el siguiente antihéroe de la historia, Ludovico Ferrari, estudiante
y gran defensor de Cardano.

A raíz de la polémica entre Cardano y Tartaglia, Rafael Bombelli, el último de
los algebristas italianos del Renacimiento quien había leído el Ars Magna de
Cardano a los 19 años, decidió escribir un tratado de álgebra que permitiese a
cualquiera dominar el tema sin recurrir a ningún otro libro -debemos destacar
que el Ars Magna de Cardano estaba escrito de manera muy poco clara-. Su
obra L’Algebra contiene un tratado completo de toda el álgebra conocida en
su época. En particular en su L’Algebra utiliza por primera vez los números
complejos en una aplicación esencial: la resolución de la ecuación cúbica
irreducible, o sea, la que tiene sus tres raíces reales; usando, como el mismo
cuenta, una «idea loca» que consistía en considerar que las raíces de lo que
hoy denominamos complejos conjugados tendrían que ser a su vez complejos
conjugados y por tanto se podía operar con ellos formalmente aunque no
existieran.

9.4.-F.Viète y S. Stevin


Para terminar este periodo y profundizar algo
más en el lenguaje algebraico destacaremos la
figura del francés François Viète(1540-1603),
quien, junto con los algebristas italianos, es sin
duda la figura cumbre del álgebra renacentista.
Se le considera uno de los principales
precursores del álgebra. Fue el primero en

207
representar los parámetros de una ecuación mediante letras, siendo un
destacado precursor de la utilización del álgebra en criptografía, lo que le
permitió descodificar los mensajes cifrados de la Corona Española.
François Viète también fue conocido en su época como súbdito del rey,
reconocido por su lealtad y competencia. Fue consejero privado de los reyes
de Francia, Enrique III y de Enrique IV. Fue precisamente Viète quien dio el
paso decisivo de distinguir simbólicamente las incógnitas de los parámetros
constantes, y apuntó algo hoy habitual pero muy novedoso en aquellos
tiempos: la importancia del álgebra de especies o magnitudes. Una de sus
primeras obras Canonem mathematicum… de la cual se desconoce el lugar
y fecha de edición -aunque es posible que sea de la primera-. Viète apuesta
decididamente por las fracciones decimales aunque fue Stevin quien difundió
el uso de los decimales fuera del ámbito matemático.

Simon Stevin (1548 - 1620), fue un matemático, ingeniero militar e hidráulico,
constructor de molinos y fortificaciones, semiólogo, contable e intendente
neerlandés. Se le considera el padre de los números negativos por ser el
primer matemático que los aceptó como resultado de ecuaciones algebraicas.


En su época, la reputación de Stevin se debió
principalmente a su pericia en la ingeniería militar y
a haber inventado un carruaje o "yate" terrestre
impulsado por velas que era capaz de transportar a
más de 25 personas a velocidades cercanas a los
actuales 80 km/h. En torno al 1600 Stevin realizó en
la playa de Scheveningen una demostración del
invento ante el príncipe de Nassau, Mauricio de
Orange, el cual, luego de verlo más como un
entretenimiento para sus invitados y cortesanos, acabó por prohibir cualquier
aplicación práctica del mismo al juzgar que tal medio de transporte arruinaría a
los arrieros y al sistema de postas basado en los caballos. Dicho carruaje aún
hoy es visible en la ciudad de Brujas.

En1585 Se publica De Thiende, opúsculo de treinta y seis páginas en el que
se introduce el uso sistemático de las fracciones decimales y se propone el
sistema métrico decimal para la unificación de pesos y medidas,
L’Arithmetique, escrito en francés, en el que se presenta un tratamiento
impecable de la teoría de ecuaciones de segundo, tercer y cuarto grado, y
Dialektike ofte Bewysconst, tratado de lógica sobre la dialéctica del arte de la
demostración. 1608 Se edita el manual de Astronomía en el que Stevin
defiende el sistema heliocéntrico de Copérnico.

En su labor como intendente del Príncipe de Nassau, destacó como pionero en
el uso de la contabilidad de partida doble, i.e., con debe y haber, que al
parecer conocía a través de los escritos de Girolamo Cardano

208
9.5.-Leonardo da Vinci (1452-1519)
Leonardo da Vinci no es estrictamente matemático, fue pintor, anatomista,
arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo,
ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista. Vamos todo un genio. Un genio
total. Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del
Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya
curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva.
Leonardo da Vinci es considerado uno de los más grandes pintores de todos
los tiempos y, probablemente, la persona con el mayor número de talentos en
múltiples disciplinas que jamás ha existido. Estudio las proporciones humanas
en El Hombre de Vitruvio o Estudio de las proporciones ideales del cuerpo
humano es un dibujo muy famoso acompañado de notas anatómicas de
Leonardo da Vinci realizado alrededor de 1490 en uno de sus diarios.
Representa una figura masculina desnuda en dos posiciones sobreimpresas de
brazos y piernas e inscrita en una circunferencia y un cuadrado . Se trata de un
estudio de las proporciones del cuerpo humano, realizado a partir de los textos
de arquitectura de Vitruvio, arquitecto de la antigua Roma, del cual el dibujo
toma su nombre

209

Nota:
Las proporciones del hombre de Vitrubio pintado por Leonardo son :
• Cuatro dedos hacen una palma.
• Cuatro palmas hacen un pie.
• Seis palmas hacen un codo.
• Cuatro codos hacen un paso.
• Veinticuatro palmas hacen a un hombre.
• Si separas las piernas lo suficiente como para que tu altura disminuya 1/14 y estiras y subes los
hombros hasta que los dedos estén al nivel del borde superior de tu cabeza, has de saber que el
centro geométrico de tus extremidades separadas estará situado en tu ombligo y que el espacio
entre las piernas será un triángulo equilátero.
• Desde la parte superior del pecho al nacimiento del pelo será la séptima parte del hombre
completo.
• Desde los pezones a la parte de arriba de la cabeza será la cuarta parte.
• La anchura mayor de los hombros contiene en sí misma la cuarta parte.
• Desde el codo a la punta de la mano será la quinta parte.
• Desde el codo al ángulo de la axila será la octava parte.
• La mano completa será la décima parte.
• El comienzo de los genitales marca la mitad del hombre.
• El pie es la séptima parte de la altura total.
• Desde la planta del pie hasta debajo de la rodilla será la cuarta parte.
• Desde debajo de la rodilla al comienzo de los genitales será la cuarta parte.
• La distancia desde la parte inferior de la barbilla a la nariz y desde el nacimiento del pelo a las
cejas es, en cada caso, la misma y como la oreja.
• Desde el inicio de la rodilla hasta el inicio de la pelvis, será la misma medida del torso.
• Desde el centro del pecho hasta la punta de los dedos, será igual a la longitud de toda la pierna.
El redescubrimiento de las proporciones matemáticas del cuerpo humano en el siglo XV por
Leonardo y otros autores está considerado como uno de los grandes logros del Renacimiento.
El dibujo también es considerado a menudo como un símbolo de la simetría básica del cuerpo
humano y, por extensión, del universo en su conjunto.

Se conservan más de seis mil páginas de los cuadernos de Leonardo. Contienen
miles de dibujos y gráficos acompañados de textos deliberadamente crípticos; por
ejemplo, algunos fragmentos están escritos de derecha a izquierda, de modo que
hay que leerlos con un espejo. Estos cuadernos se hallan esparcidos por toda
Europa formando parte de colecciones privadas; muchos de ellos fueron a
menudo olvidados y más de la mitad se han perdido irremediablemente, aunque
alguno ha reaparecido como por milagro, como es el caso de los dos códices que
se descubrieron entre polvorientos legajos en la Biblioteca Nacional de Madrid en
1965.
Por desgracia, muchos de sus estudios sobre diversos temas se han perdido.

Dibujos de Leonardo para el libro de Luca Pacioli, La Divina Proporción

210
















Leonardo da Vinci murió el 2 de mayo de 1519 a los 67 años. Según el
relato transmitido por Giorgio Vasari, el artista falleció en su cama en
brazos del rey Francisco I, quien le profesaba una gran admiración y que
fue su protector y mecenas en los últimos años de vida del florentino. La
escena, una leyenda inventada por el biógrafo italiano, fue reproducida en
1818 por Ingres en este óleo. Petit Palais, París.

211
BIBLIOGRAFíA EMPLEADA

1. JOHN GRIBBIN: HISTORIA DE LA CIENCIA (1543-2001). EDITORIAL
CRITICA
2. L.W.H.HULL: HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EDITORIAL
ARIEL
3. CARLOS SOLÍS Y MANUEL SELLÉS: HISTORIA DE LA CIENCIA .
EDITORIAL ESPASA.
4. MASON STEPHEN: HISTORIA DE LAS CIENCIAS. ALIANZA
EDITORIAL . TOMOS 1, 2, 3 Y 4
5. KUHN; THOMAS S.: LA ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES
CIENTÍFICAS. EDIT FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
6. KUHN, THOMAS S.: REVOLUCIÓN COPERNICANA, LA.
7. KOYRÉ, ALEXANDRE. DEL MUNDO CERRADO AL UNIVERSO
INFINITO. EDIT SIGLO XXI
8. HOSKIN, MICHAEL: BREVE HISTORIA DE LA ASTRONOMÍA.
ALIANZA EDITORIAL
9. HAWKING, STEPHEN : A HOMBROS DE GIGANTES :EDIT. CRÍTICA
10. GALILEI, GALILEO: DIÁLOGOS SOBRE LOS SISTEMAS DEL
MUNDO. EDIT. DAXTOR
11. KOESTLER, ARTHUR: KEPLER. SALVAT EDITORES
12. KOESTLER, ARTHUR: LOS SONÁMBULOS TOMO 1 Y 2.. SALVAT
EDITORES
13. PACIOLI, LUCA : LA DIVINA PROPORCIÓN. EDIT AKAL
14. NURIA MARTINEZ , MANUEL SEARA , BERNARDO HERRADON: A
HOMBROS DE GIGANTES . EDIT. DEBATE
15. JUAN LUIS GARCIA HOURDADE: COPERNICO Y KEPLER.
EDITORIAL SINTESIS
16. JAMES RESTON JR: GALILEO. EL GENIO Y EL HOMBRE.
EDICIONES B
17. ANTONI BAIG; MONTSERRAT AUSTENCH: LA REVOLUCION
CIENTIFICA de los siglos XVI y XVII. EDITORIAL ALHAMBRA.
18. NICOLAS COPERNICO: SOBRE LAS REVOLUCIONES DE LOS
ORBES CELESTES. EDITORA NACIONAL
19. GARIN, E: : LA REVOLUCION CULTURAL DEL RENACIMIENTO.
EDITORIAL GRIJALBO
20. TATON, R. : HISTORIA GENERAL DE LAS CIENCIAS. EDITORIAL
DESTINO

212
INDICE nº Página

1.-La Revolución Científica………………………………………………..3
2.- Acontecimientos más importantes de la revolución científica…6
3.-La revolución astronómica……………………………………………. 8
3.1- Los antecedentes a Copérnico………………………………8
3.1.1.- Nicolás de Cusa
3.1.2.-.-Giordano Bruno
3.1.3.-Antecedes griegos respecto a la astronomía
3.1.3.1.-La influencia de Aristóteles y sus seguidores
3.1.3.2.-Ptolomeo y la Syntaxis.
3.1.3.3.- Astrónomos árabes
3.1.3.4.- Años convulsos y genios incipiente
3.1.4.- G. Von Peuerbach y Regiomontanus y las dudas
respecto a las obras de Ptolomeo
3.2.- Nicolás Copérnico (1.473 – 1.543)……………………………….. 29
3.2.1.-De Revolutionibus…
3.2.2.-La muerte de Copérnico
3.2.3.-Importancia de las teorías copernicanas
3.3.-Tycho Brahe (1546-1601)………………………………………….. 45
3.3.1.-Gran cuadrante de Tycho Brahe, 1569.
3.3.2.-La Supernova de Tycho Brahe
3.3.3.-Su Modelo Del Universo
3.3.4.-Muerte de Ticho Brahe
3.4.- Johannes Kepler(1571-1630)………………………………………. 55
3.4.1.-Kepler construye un Modelo Geométrico del Universo
3.4.2.- El Problema de la órbita de Marte.
3.4.3.- Kepler en Praga y las tablas rudolfinas
3.4.4 .- Nuevas ideas sobre el movimiento de los Planetas:
Primera y Segunda Ley de Kepler e investigaciones sobre
óptica
3.4.4.-La tercera Ley De Kepler
3.4.5.-La música del cosmos
3.4.6.-Kepler, su madre , la brujería y la ciencia-ficción
3.4.7.-La muerte De Kepler
3.4.8.-Leyes de Kepler
3.5.-GALILEO Galilei ( 1564-1642)……………………………………….. 80
3.5.1.- Catedrático en la Universidad de Pisa
3.5.2.-Galileo inventa el «compás»
3.5.3.-Los estudios de galileo sobre las supernovas
3.5.4.-El año 1604
3.5.5.-Lippershey y Galileo “inventan” El Telescopio
3.5.6.-Las Ideas Copernicanas de Galileo son consideradas
heréticas
3.5.7.-.Galileo publica el «Diálogo sobre los dos sistemas
máximos del mundo: ptolomaico y copernicano

3.5.8.-Galileo se retracta, después de ser amenazado con la

213
tortura
3.5.9.-Galileo publica «Dos ciencias nuevas…
3.5.10.-Muerte de Galileo
3.5.10.-Muerte de Galileo -------------------------------------------113
3.5.12.-Así abjuró Galileo……………………………............116

4.- La medicina en el Renacimiento…………………………………….117
4.1.-La revolución anatómica
4.1.1.-Andrea Vesalio (1514-1564)…………………………..119
4.1.2.- Otros anatomistas renacentistas
4.2.-La Revolución Quirúrgica
4.2.1.- Ambroise Paré (1517-1590)…………………………127
4.3.-La teoría del contagio
4.3.1.- Girolamo Fracastoro(1478-1553)----------------------129
4.4.-La Revolución Fisiológica
4.4.1.-William Harvey (1578-1657)-------------------------------132
4.5.-La Revolución Microscópica
4.6.-La revolución en la Patología
4.7.-La Clinica y Epidemiologia
4.8.-La Revolución Clínica
4.9.-La medicina en España
4.10.-Paracelso (1493-1541) ¿ Alquimia, medicina, biología,
antroplogía, psicoanálisis?


5.-La Zoología en el Renacimiento
5.1.- Los precursores de la Zoología : Aristóteles y Plinio el Viejo.
5.1.1.- Aristóteles
5.1.2.-Plinio el Viejo
5.2.-La zoología en la Edad Media y los bestiarios
5.3.- El Nuevo Mundo y los animales desconocidos
5.4.-Conrad von Gessner, (1516-1565)

6.-La Botánica en el Renacimiento ……………………………………… 161
6.1.- La Botánica anterior al Renacimiento
6.2.- Paracelso y la Botánica
6.3.- Otros botánicos renacentistas
6.4.- El descubrimiento del Nuevo mundo y las plantas.
6.5.-Jardines botánicos.

7.- La química en el Renacimiento………………………………………….170
7.1.-La Alquimia en España
7.2.-La iatroquímica e inicios de la química

8.-La ingeniería en el Renacimiento……………………………………….176
8.1.-Vitrubio
8.2.-La Arquitectura y arquitectos en el Renacimiento
8.2.1.-Fillipo Brunelleschi(1377-1446)
8.2.2.-Leone Battista Alberti(1404-1472)
8.2.3.-Miguel Ángel Buonarroti (1475 - 1564) .

214
8.3.-Ingenios de todo tipo
8.4.-La ingeniería en el Renacimiento
8.4.1.-Leonardo da Vinci

9.- Las matemáticas en el Renacimiento……………………………….195
9.1.- Matemáticos renacentistas
9.2.-Luca Pacioli(1445-1517)
9.3.- Las ecuaciones de tercer y cuarto grado. Los algebristas
italianos
9.5.- Leonardo da Vinci


Bibliografía empleada……………………………………………….. 211
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