Assignment 1
Course: Pensamiento Científico
Instructor: Carlos Gershenson
Participant: Alma Leticia Guerrero León
LA VERDAD
¿Qué es la verdad? Pregunta difícil, pero la he
resuelto en lo que a mí concierne diciendo que es lo
que te dice tu voz interior.
Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
Para mí la verdad no es absoluta, depende de diversos factores y lo que para mí
es verdad, puede no serlo para tí ni para los demás, ya que quizás no forme parte de sus
valores o creencias. Así también, lo que es verdad hoy para mí, puede ser que en el futuro
ya no lo sea, debido a que el contexto como espacio y tiempo, en el que me encuentre
mañana, pudiese ser muy diferente al actual.
Como ya lo mencionó el profesor Gershenson, la verdad depende del contexto,
del lenguaje, así como de la sociedad y de la cultura en la que nos encontremos inmersos;
la sociedad Mexicana, reconocida por ser muy religiosa, alaba el manejo y práctica de la
verdad como uno de los valores principales en todo ser humano que se considere
honesto y digno. Pues bien, aprovecho la oportunidad para compartir contigo, mi
estimado lector, una experiencia personal sobre lo que como madre de familia realicé
hace unos años con el fin de que en mi hogar, impere este valor.
Soy una madre de dos hermosas niñas, felizmente casada con un hombre con
quien decidí formar un hogar lleno de amor y buenos ejemplos. Soy ingeniera de profesión
y docente por vocación, amo mi trabajo y la gran oportunidad de formar adolescentes con
espíritu de superación tanto académica como personal; trato de ser congruente con lo
que digo en el aula y con lo que vivo, sobre todo en mi hogar.
La más pequeña de mis hijas, Vania, quien actualmente tiene ocho años de edad,
mostró cierta actitud inadecuada cuando tenía alrededor de cinco años de edad; acusaba
frecuentemente a su hermana mayor, en ese tiempo de once años, de hacer cosas que
realmente no las había hecho y por consiguiente esta última recibía regaños de nuestra
parte. Al principio yo le creía a la más pequeña (no cabía en mi mente que una niña de
cinco años contara tantas mentiras), o pensaba que eran simplemente fantasías, pero la
mayor me demostraba con hechos que estaba equivocada al creerle siempre a la más
pequeña; ya las mentiritas se estaban convirtiendo en problemas. Fué entonces que sin
pensarlo, hablé una tarde con la más pequeña, le díje que como mamá, yo tenía el poder
(hasta que ella cumpliera los siete años de edad) de leer su mente y saber todo lo que
pensaba o hacía, aunque no estuviera junto a ella, con sólo poner la palma de mi mano
sobre su frente; que ya sabía que cuando acusaba a su hermanita, no siempre me decía la
verdad, así también cuán importante era decir siempre lo que en realidad sucedía y no
inventar historias o sucesos que provocaran un daño a los demás. Vania, por supuesto,
me creyó incondicionalmente.