El bienio progresista (1854-1856)
A principios de 1854, la tensión política por escándalos de corrupción y el
descontento social por el alza de precios y el desempleo provocaron la Revolución
de 1854, también conocida con el nombre de Vicalvarada -por haberse iniciado con
el enfrentamiento entre las tropas sublevadas al mando del general Leopoldo
O'Donnell y las tropas gubernamentales en las cercanías del pueblo madrileño de
Vicálvaro. Se inició con un pronunciamiento militar seguido de una insurrección
popular, organizada por los demócratas radicales. Se produjo entre el 28 de junio y
el 28 de julio de 1854. Se puso fin así a la década moderada (1844-1854) y se dio
paso al bienio progresista (1854-1856).
Así, la reina se vio obligada a entregar el gobierno nuevamente al general
Espartero.
Se expulsó de España a la reina madre María Cristina, objeto de las iras
populares porque, además de su influencia sobre Isabel, ella y su esposo habían
estado implicados en negocios fraudulentos.
Convocadas elecciones para unas Cortes constituyentes, las votaciones
tuvieron lugar en octubre dando el triunfo al nuevo partido de la Unión Liberal,
liderado por O’Donnell, que nació como una opción de centro agrupando a
progresistas y moderados.
Durante este período las tareas más destacadas de estas Cortes serán:
- La Constitución de 1856. Es conocía como non nata (no nacida) porque no
fue promulgada. Reunía el ideario progresista: la soberanía nacional, vuelta de la
Milicia Nacional, alcaldes elegidos por los vecinos, unas Cortes bicamerales
(Congreso y Senado, pero éste elegido por los votantes y no por designación de la
corona), libertad de imprenta y libertad religiosa…
- La ley de desamortización general civil y eclesiástica de 1 de mayo de
1855, llamada de Madoz por el ministro que la promovió. Afectó a los bienes de la
Iglesia, que habían quedado sin vender, a los que se sumó la venta de los bienes
municipales (los bienes de propios, que proporcionaban, por estar arrendados,
una renta al Ayuntamiento). La burguesía con dinero fue de nuevo la gran
beneficiaria, aunque la participación de los pequeños propietarios fue más elevada
que en la anterior de Mendizábal.
Como resultado de las desamortizaciones muchos conventos e iglesias de
valor artístico fueron abandonados y muchos libros y bibliotecas conventuales se
dispersaron. Sus libros fueron a parar en su mayor parte a las bibliotecas públicas
de la época.
-La ley General de Ferrocarriles de 3 de junio de 1855, que facilitó la
inversión de capital extranjero y la constitución de grandes compañías
ferroviarias para la construcción y explotación de la red ferroviaria.
- La ley de Bancos de emisión y de Sociedades de crédito, de 28 de enero
de 1856, destinadas a favorecer la movilización de los capitales para financiar la
construcción de las líneas ferroviarias.