El palacio de bellas artes

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El Palacio de Bellas Artes

Al iniciarse el siglo XX, Porfirio Díaz encargó al arquitecto italiano Adamo Boari el proyecto de un
imponente Teatro Nacional que reemplazaría al levantado durante la época de Santa Anna y daría
un mayor brillo a su régimen. La obra no se concluyó de acuerdo a su intención original, por
razones que iban desde las económicas (aumento de costos), técnicas (el hundimiento del edificio
que se hizo notar desde los primeros años de su construcción), hasta las políticas ( el Justamente
esta situación de compromiso ), p entre la vanguardia y el pasado hizo que el estallido del
movimiento revolucionario iniciado en 1910).
A partir de 1912 transcurrieron los lustros sin avances de importancia en la obra.
Finalmente, en 1932, Alberto J. Pani, a la Art decó resultase particularmente adecuado para
concluir un edificio como el Palacio de Bellas Artes, iniciado treinta años atrás en el lenguaje de una
tradición ya extinta. Sazón Secretario de Hacienda y Federico Mariscal -arquitecto mexicano,
discípulo de Boari- asumieron la responsabilidad de dar término a la ya entonces vieja edificación.
Pronto se percataron de que no se trataba propiamente de concluir el teatro porfiriano, sino de
pensar cuidadosamente en el nuevo destino del edificio tras los importantes cambios
experimentados por México, particularmente en el campo cultural.
Pero no es sólo el exitoso efecto que se obtuvo en el edificio, con la exquisita decoración que
permitió concluirlo, es lo que debe llamar ahora nuestra atención, sino como se cita, conviene
recordar que tras los maravillosos mármoles, aceros, bronces y cristales, desde su inauguración en
1934, es uno de los más originales proyectos de difusión artística llevados a cabo en cualquier lugar
del mundo; concebido en el centro de la Cuidad de México durante unmomento de particular
intensidad en la historia cultural de nuestro país.

Palacio de Bellas Artes

Palacio de Bellas Artes

Vista de la fachada principal con la explanada exterior.
Edificio
Tipo Recinto artístico
Estilo Art Nouveau, Art Decó
Localización Ciudad de México, México

Construcción
Inicio 1904
Término 1934
Altura 52 m
Equipo diseñador
Arquitecto(s)
Adamo Boari, Federico
Mariscal
Ingeniero
estructural
William H. Birkmire

El Palacio de Bellas Artes, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es la máxima
casa de cultura del país, considerado el teatro lírico más relevante de México, y el centro más
importante dedicado a las bellas artes en todas sus manifestaciones. La Unesco lo declaró
monumento artístico en 1987.
Fue encargado por el presidente mexicano Porfirio Díaz al final de su mandato con motivo de la
celebración del Centenario del Inicio de la Independencia de México. Depende del Instituto
Nacional de Bellas Artes (INBA).
Este recinto albergadiversos escenarios y salas para la práctica y exposición de obras de arte.
Destaca la gran sala de espectáculos, con un aforo para 1 977 personas y un escenario de
veinticuatro metros de longitud.
[1]
En él se encuentra el gran telón antifuego (único en el mundo
dentro de un teatro de ópera) con la imagen de los volcanes mexicanos Popocatépetl e Iztaccíhuatl,
y un peso de 24 toneladas. Este telón fue encargado a la Casa Tiffany de Nueva York a modo de
un enorme rompecabezas. En el techo de la sala se encuentra la lámpara de cristales, que fue
diseñada por el húngaro GezaMarotti y en la que se representa al dios griego Apolo rodeado de las
musas de las artes. La Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Teatro, la
Compañía Nacional de Ópera y la Compañía Nacional de Danza presentan sus temporadas en este
recinto. Entre los artistas que se han presentado en el palacio se cuentan, que la gran cantante Lola
Beltrán fue la primera interprete Mexicana de la música ranchera en cantar con Mariachi en éste
recinto con más de 17 presentaciones, así mismo asistiendo personajes de la pantalla grande, Entre
otros artistas se encuentran: María Callas, María Tereza Montoya, ZubinMehta, Luciano Pavarotti,
Juan Gabriel, Plácido Domingo, MstislavRostropóvich y Rudolf Nuréyev. Las grandes orquestas
del mundo también se han presentado ahí, como las filarmónicas de Londres, Nueva York, Viena,
Moscú, Los Ángeles, la Real Filarmónica de Londres, la celebre Orquesta de la Juventud
Venezolana Simón Bolívar, la Orquesta de París, la de Filadelfia, la Staatskapelle de Dresde, la
Sinfónica de Montréal, y las Nacionales de España y China, entre otras. Sus espectáculos son muy
variados, ya que se ha presentado desde música popular, jazz y danza tradicional hasta ballet y por
supuesto, ópera, e incluso Les Luthiers.
Es la sede de dos museos: el Museo del Palacio de Bellas Artes y el Museo Nacional de
Arquitectura.

Historia


Vista del Palacio de las Bellas Artes desde el mirador de la Torre Latinoamericana.
El edificio se comenzó a construir el 2 de abril de 1904 con el objeto de reemplazar al demolido
Teatro Nacional de México. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto italiano Adamo Boari, quien
diseñó un edificio ecléctico mezclando los estilos Art nouveau y Art decó en su construcción se
emplearon mármol blanco en la fachada y mármoles de diversos tonos en el interior, que cuenta
con obras de los grandes muralistas mexicanos (David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José
Clemente Orozco etc).
La altura del edificio es de 52 metros hasta el espiral y 42,5 m hasta el techo. Cuenta con 4 pisos y
un estacionamiento subterráneo. Además de la Sala principal hay otros espacios como la Sala
Manuel M. Ponce, Sala Adamo Boari, una cafetería, una librería y salas de exposiciones tanto
temporales como permanentes.
El edificio debía ocupar el área comprendida entre las calles La Mariscala, Puente de San
Francisco, Santa Isabel y Mirador de la Alameda (hoy llamadas avenida Hidalgo, avenida Juárez,
Eje Central Lázaro Cárdenas y Ángela Peralta). Debido a problemas técnicos de hundimiento del
suelo, problemas económicos, la salida de Boari del país y la Revolución mexicana, la
construcción fue suspendida y reanudada varias veces durante treinta años, en vez de terminarse
en los cuatro años originalmente programados.
El hundimiento del suelo comenzó a hacerse manifiesto en 1907, y es un problema que aún hoy se
puede apreciar, pues el Palacio se encuentra varios metros por debajo del nivel de la calle. Con el
estallido de la Revolución Mexicana en 1910, el ritmo de la obra fue perdiendo velocidad hasta
que finalmente se suspendió en 1916 y Boari abandonó México, dejando en el país más de cuatro
mil documentos para la continuación del proyecto. La obra se intentó retomar entre 1919 y 1928,
con pocos avances.
Cuando México recuperó la estabilidad en términos económicos y sociales, la obra fue retomada
en 1931 bajo el mando del arquitecto Federico Mariscal, portando ya el nombre de Palacio de
Bellas Artes, y fue inaugurado oficialmente el 29 de septiembre de 1934, por el Presidente

Abelardo L. Rodríguez, con la obra teatral La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón
interpretada por la eximia actriz mexicana María Tereza Montoya.
El Palacio de Bellas Artes fue inaugurado la noche del 29 de septiembre de 1934 con una gran
función de gala, si bien ya antes se habían realizado conciertos en el edificio aún no concluido. El
primer director de orquesta que dirigió un concierto en el Palacio de Bellas Artes fue José F.
Vásquez.
La construcción de éste gran edificio propició la fundación del Instituto Nacional de Bellas Artes
(INBA). Por el gobierno de México en el año de 1946 por decreto presidencial de Miguel Alemán
Valdés, es un organismo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública. Iniciando
operaciones como instituto gubernamental con su ley orgánica el primero de enero de 1947, como
el instituto dedicado a las artes en México, dicho instituto cuenta con teatros, como el Julio
Castillo, Jiménez Rueda, El Granero, Orientación, Palacio de Bellas Artes entre otros.
Oficinas,como las de la calle 5 de mayo 19, las de la (CCB) Centro Cultural del Bosque, detrás del
auditorio nacional, donde hoy se encuentra la dirección general del INBA.
Escuelas, como las escuelas de iniciación artística, los (CEDART) centro de educación artística
ejemplo claro el Luis Spota ubicado en la calle de Londres 16, la Escuela Nacional de Arte
Teatral, el Conservatorio Nacional de Música, Escuela Superior de Música, diversas escuelas de
danza, la Escuela de Diseño, del Instituto Nacional de Bellas Artes y "La Esmeralda" reconocida
escuela de Artes Plásticas. Galerías, como la "José María Velasco". Centros Culturales como el
(CNA) Centro Nacional de las Artes,el Centro Cultural del Bosque la(CCB).
Murales
Las paredes de este recinto fueron decoradas por
obras de los mas grandes muralistas de México como
lo son: David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro,
Jose Clemente Orozco, Jorge González Camarena y
Diego Rivera
Museos, como el Museo Nacional de Arte, el Museo
Mural Diego Rivera, el Museo del Palacio de Bellas
Artes, Museo de Arte Moderno, entre otros. El
Centro Nacional de Conservación y Registro del
Patrimonio Artístico Mueble (CENCROPAM). Su
sindicato es la D-III-22.

PALACIO DE
BELLAS ARTES


EL TEATRO NACIONAL
El antiguo Teatro Nacional es el
antecedente del Palacio de Bellas Artes.
Estaba ubicado en la calle de Vergara, hoy
Bolívar, que entonces abarcaba una
manzana hasta la actual calle de Filomeno
Mata. También se le conoció como Teatro
de Santa Anna, pues fue construido entre
1842 y 1844, con el apoyo del presidente
de la República, Antonio López de Santa
Anna.
El gobierno de Porfirio Díaz proyectó
un nuevo teatro como parte de las obras
para celebrar el Centenario de la
Independencia, por lo que en 1901
comenzó a demolerse el antiguo y así abrir
la calles de 5 de mayo.


EL INTERIOR
Al reanudar los trabajos de
construcción en 1932, un nuevo estilo
artístico dominaba: el art deco. Influido por
expresiones pictóricas modernas, este estilo
se caracterizó por la geometrización de las
formas y por las líneas rectas. Uno de sus
mejores ejemplos es el trabajo de Mariscal
en el interior, donde también aparecen
detalles de inspiración prehispánica.
Todos los elementos, incluyendo los
estructurales, constituyen sobrios motivos
decorativos, con una fuerte tendencia a la
verticalidad. La gran cúpula que cierra el
vestíbulo es un armazón de metal
recubierto con nervaduras de cobre,
laminillas de ónix translúcido y cerámica.
Los muros, pisos y columnas se

EL ACTUAL EDIFICIO DE BELLAS ARTES
El recinto se levantó a un costado de la
Alameda Central, en terrenos que desde
1601 había ocupado el convento de Santa
Isabel, demolido en 1904.
El nuevo teatro siguió el gusto
europeizante, característico del régimen
porfirista. El proyecto se encargó al
arquitecto italiano Adamo Boari, quien
tomó como modelo a superar la Gran Ópera
de París, de Tony Garnier.
La primera piedra se colocó el 2 de
abril de 1904, pero los trabajos se
interrumpieron nueve años después a causa
del movimiento revolucionario.
El arquitecto volvió a Italia en 1916,
tras concluir únicamente el exterior del
edificio.
En 1932 la construcción fue retomada a
iniciativa del secretario de Hacienda,
Alberto J. Pani, asignándole nuevas
funciones al recinto, ahora llamado Palacio
de Bellas Artes: promover y difundir el arte
y la cultura en México.
El arquitecto Federico Mariscal fue
encargado de concluir la obra, inaugurada
en 1934 por el presidente Abelardo L.
Rodríguez y entregada a la Secretaría de
Educación Pública. Ahí se instaló en 1947
el Instituto Nacional de Bellas Artes,
fundado un año antes por decreto
presidencial.
ESTRUCTURA
Para el gran trabajo de ingeniería que se
requirió, Boari contrató a la compañía
estadounidense MillikenBrothers, que
diseñó y fabricó en su totalidad la
estructura metálica de soporte, la cual se
cubrió de concreto y se revistió en su
revistieron con mármoles mexicanos en
varios colores, combinados con ornamentos
trabajados en diversos metales por la casa
Edgar Brandt de París, como los
mascarones de Chac, el dios maya de la
lluvia.
La escalinata arranca con dos
luminarias en forma de fuentes, hechas en
acero y cristal esmerilado; entre sus dos
rampas, las puertas que dan acceso al
vestíbulo de la sala muestran mascarones
de Tláloc, el dios teotihuacano de la lluvia,
y un rostro de bronce que evoca la
representación griega de la tragedia.
En la sala principal, el sorprendente
telón está formado por una cortina de
estructura metálica que sostiene un enorme
mosaico de vidrio opalescente. Más de un
millón de cristales de dos centímetros
cuadrados dan forma a una panorámica del
Valle de México, inspirada en una obra de
Gerardo Murillo, Dr. Atl.
Ejecutado por la casa Tiffany de Nueva
York, el mosaico pesa 21,228 Kg. y fue
colocado cuando Boari aún dirigía la obra.
Lo rodea un arco decorado con mosaicos
titulado El teatro a través de las edades y
realizado por el húngaro GezaMarotti. De
él es también el vitral circular que corona la
sala, donde se representa a Apolo y las
nueve musas.
Este largo esfuerzo dio como resultado
una armónica mezcla de estilos, conocida
como estilo ecléctico.
En el tercer y cuarto pisos se ubican
varias salas de exposiciones e importantes
obras del muralismo mexicano; destacan
entre los autores: Rivera, Orozco, Siqueiros
y Tamayo.
EL PALACIO DE BELLAS ARTES Y LA

exterior con mármol importado de Carrara,
Italia. Sobre éste se esculpieron todos los
elementos de sus fachadas.
Ante los obstáculos que se presentaban
para reanudar y terminar el proyecto, Boari
le dio el sobrenombre de "elefante blanco".
El arquitecto italiano murió en 1928 sin
haber visto la obra concluida.
EL EXTERIOR
Boari eligió el estilo artístico art
noveau, surgido en Bélgica a fines del siglo
XIX; de acuerdo con éste, los elementos
decorativos fueron diseñados con una
delirante línea ondulada inspirada en
motivos naturales. No obstante, también
quiso imprimirle un toque nacionalista, de
modo que muchos ornamentos están
inspirados en la flora y fauna mexicanas,
así como en motivos de origen
prehispánico. Sin embargo, el diseño
general mantiene rasgos clásicos.
Importantes artistas extranjeros fueron
convocados para crear trabajos escultóricos
y decorativos de corte clásico. Entre éstos
destacan los pegasos alados hechos en
bronce, traídos desde España para rematar
el cubo de la sala principal; ahí se
colocaron en 1912, pero ese mismo año
fueron llevados a la Plaza de la
Constitución donde permanecieron hasta
1928, cuando Federico Mariscal decidió
colocarlos en la plaza frontal del palacio.
En sus fachadas se integraron cuatro grupos
escultóricos realizados por André Allar y
Paul Gasq, pensados originalmente para el
Palacio Legislativo.
Sólo hasta que intervino el arquitecto
Mariscal, los mexicanos tuvieron
participación en la dirección del trabajo.

ALAMEDA
Para integrar el palacio con su entorno,
el proyecto inicial incluyó la modificación
de algunos trazos de los jardines de la
Alameda y así relacionarlos con los que
rodeaban el recinto.
Al extremo oriente del parque se colocó
una pérgola consistente en una larga franja
ondulada de columnas y trabes curvas,
recubierta con flores y enredaderas, a la
usanza europea, que servía de conexión
entre el viejo paseo y el palacio. La pérgola
fue demolida en 1973 tras varias
modificaciones, entre ellas la instalación de
un mercado de flores, propuesta por
Mariscal, y una librería.
Frente al palacio se construyó un
estacionamiento rodeado por los cuatro
pegasos. En 1982 ese espacio se transformó
en jardín y, doce años más tarde, en un
estacionamiento subterráneo, sobre el cual
se levantó la plaza actual que retoma el
proyecto original.

Esculturas del Exterior
1. La armonía. Leonardo Bistolfi 2. La música. Leonardo Bistolfi 3. La inspiración. Leonardo
Bistolfi
4. Grupo las musas y águila nacional.GezaMarotti 5. Figura femenina frente. A. Boni 6.
Figura femenina espalda. A. Boni 7.Pegasos. Agustín Querol 8.
Herrería.AlessandroMazzucotelli 9. Cabeza de caballero águila.GianettiFiorenzo 10. Cabeza
de caballero jaguar.GianettiFiorenzo 11. La edad viril. André Allar
12. La juventud. André Allar 13. La ley. Paul Gasq 14. La verdad. Honoré Marqueste 15.
Serpientes. Giannetti Fiorenzo

Palacio de Bellas Artes México. Durante el Porfiriato,
bajo el slogan del gobierno de la República y, sobre todo
del entonces presidente de la república Don Porfirio Díaz
"Orden y progreso", de alguna manera se necesitaba
mostrar al mundo cuan próspero y moderno era el México
de ese entonces y que mejor forma que hacer edificios que
lo representaran dignamente. Esto dio como resultado que,
a principios del siglo XX, se ideara el proyecto para la
construcción del Nuevo Teatro Nacional, además de
muchos otros. Así, Porfirio Díaz encargó al arquitecto
italiano Adamo Boari la construcción de éste como parte de
las actividades de su gobierno, dicho teatro formaría parte
de las celebraciones por el centenario de la Independencia.
Así que al estudiar Cultura y diseño, el palacio de Bellas
Artes en la ciudad, evidentemente representa para nosotros
una obra imprescindible a la hora de analizar precisamente
el diseño y cultura en México, en la época del porfirismo,
partiendo desde su concepción arquitectónica, los cambios
sufridos en el proceso de contracción, los problemas con la
cimentación, los detalles de la edificación, y hasta la
presencia de artistas de talla nacional e internacional en la obra. En esa época, surgió entre la alta
sociedad de México la tendencia por imitar los estilos europeos, tanto en costumbres de la vida
cotidiana como en modelos arquitectónicos. Algunos autores afirman que en el periodo porfiriano,
la arquitectura abarca desde el romanticismo hasta el modernismo, y se manifiesta de forma
singular, con eclecticismo, permanencia de gustoso, seguimiento de esquemas de las escuelas
europeas, la integración a la modernidad con el Art Nouveau, y a la vez un deseo nacionalista
basado en la interpretación y renacimiento del prehispánico, lo cual evidentemente se impreso en
el Palacio de Bellas Artes. Y es todo esto lo que la contrastante sociedad mexicana recibía a
cambio del sometimiento a la dictadura. Así que, dado el contexto y la duración en que se
desarrolla la obra, al final encontramos al Art Nouveau y el Art Deco como movimientos artísticos
internacionales bien manifiestos en el sentido de la construcción y decoración del edificio. Lo
ecléctico del edificio logra mezclar lo puramente mexicano en una armonía perfecta con elementos
internacionales, permitiendo una singular manifestación de arquitectura mexicana.

A lo largo de los 30 años que se duró la construcción del Palacio de Bellas Artes, México estuvo
sufriendo importantes movimientos económicos, políticos y sociales, que sin duda se ven
reflejados en la obra misma. Entendiendo que los edificios arquitectónicos son en general, un
reflejo de del momento histórico en que se desarrollan, es importante analizar el momento de
México en la época en que se da comienzo a al obra del hoy conocido como Palacio de Bellas
Artes. La construcción comienza durante el periodo porfirista (1876-1911). La política de la
dictadura, en la idea de proyectar precisamente el "orden y progreso" en la capital, la incipiente
industrialización en la ciudad se ve reflejada en la construcción de edificios ostentosos, al servicio
de la burguesía, como el Edificio de Correos, Palacio de Comunicaciones, el inicio de la
construcción del Palacio Legislativo, hoy monumento a la revolución y por supuesto, el Teatro
Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes, además de diferentes edificios destinados a la vivienda. El
intento de marcar bien un esplendor urbano en todos y cada uno de los edificios construidos en

este contexto, se contrariaba la situación verdadera de la mayoría de la población en el país. En la
capital, edificios exageradamente lujosos de una sociedad pudiente, la burguesía y en los barrios
bajos condiciones de miseria e insalubridad en las viviendas. Así, en este contexto es que nace y se
desarrolla el hoy Palacio de Bellas Artes, patrimonio de la humanidad.

MARCO HISTÓRICO. La historia de lo que hoy conocemos como Palacio de Bellas artes, nace
en 1842, cuando el que entonces presidente de la Republica, Antonio López de Santa Anna coloca
la primera piedra del Teatro Santa Anna, el 18 de febrero en una gran ceremonia. Esta obra se
desarrolla con el apoyo económico del presidente, el ayuntamiento de la ciudad y de empresarios
interesados. El arquitecto Lorenzo de Hidalga (1810-1872) estuvo a cargo de la obra y muy a su
consideración de estilo neoclásico, el edificio fue considerada la mejor obra arquitectónica del
siglo XX. La planta arquitectónica con forma de herradura siguiendo el modelo europeo, la
fachada con columnas corintas, balcón con barandal de hierro forjado son algunas características
de la misma. En septiembre de 1844, siendo el administrador del teatro José Antonio de Irigoyen,
quiebra y se da una orden de arrendamiento. Pasa a ser entonces Teatro de Vergara, hasta el 15 de
diciembre del mismo año cuando se convierte en Teatro Nacional. Este recinto fue testigo de
numerosos acontecimientos de gran importancia como el estreno del Himno Nacional Mexicano.
Durante la intervención francesa se convierte en Teatro imperial, restaurada la república, vuelve a
ser Teatro nacional. En asta época, bajo el régimen porfirista, las ciudades de México prosperaron
y la cultura de México pretende elevarse a la altura de grandes ciudades de Europa. Adamo Boari,
es comisionado por el gobierno de la ciudad para llevar a cabo una obra tan significativa como la
construcción del nuevo Teatro Nacional.

DESARROLLO DE LA OBRA. Considerando la ubicación perfecta para este edificio, entre la
Alameda y el Edificio de Correos, Boari emprende la construcción en 1901 demoliendo los
edificios del lugar. En el régimen de Porfirio Días nace una fuerte tendencia europeizante muy
marcada que se desarrolla en diversos ámbitos, no solo en la expresión artística, si no en la misma
cotidianidad social, con lo que se pretende incorporar a México en un contexto cultural
internacional. Por todo ello, Boari recorrió Europa y fue a Chicago durante1901 y 1902, a fin de
comparar los teatros existentes en aquellos lugares y buscando ideas y conceptos arquitectónicos
para elaborar el proyecto. Regresa a México impactado por el Art Nouveau, estilo decorativo en
que predomina la línea curva fluida, ondulatoria, orgánica, asimétrica y de fuerza rítmica. Para
1904, entrega los primeros 18 planos del nuevo Teatro Nacional. En el mismo año se comienzan
las excavaciones de 2.4 metros bajo el nivel de la calle y 3.5 metros para lo que seria el lugar del
escenario. En aquella ápoca, la ciudad crecía desmedidamente, en pocos años el territorio de había
duplicado, pero de veintiocho colonias creadas desde principios del siglo, sólo seis tenían todos
los servicios. El paseo de la reforma era un eje que dividía la ciudad vieja en el oriente y la nueva,
la ciudad moderna, en el sur poniente. La construcción del nuevo Teatro Nacional abría paso a
importantes cambios en el oriente de la ciudad, como la prolongación de la avenida 5 de mayo, de
Bolívar hasta Santa Isabel (hoy Eje Central). Con la idea de elevar a México a la altura de
ciudades europeas, Boari diseña un edificio singular que no parecía italiano ni francés. Debería ser
un centro de reunión de lo mejor y más elegante de la sociedad mexicana, así que Boari proyectó
un edificio enorme, con un vestíbulo techado con cristales, un invernadero, restaurante, cafetería y
los más grandes adelantos de la época. Desde un principio el edificio estaba separado en dos
partes: La primera como local de espectáculos y la segunda como salón de fiestas y conciertos.

Boari presentó el diseño al gobierno mexicano, que aceptó y sugirió cambios, exagerando la

grandiosidad del proyecto. El presupuesto estimado era de $ 4,190,844,00 y al construcción
duraría unos 4 años. En la obra, se pretendía aplicar técnicas utilizadas para la construcción de los
rascacielos de Chicago y Nueva York, pero el suelo de México obligó a diseñar un sistema de
cimentación especial. Boari consideró las exigencias visuales y acústicas del inmueble. La sala
tendría una forma de embudo y agregó a su proyecto innovaciones que revolucionaban el
complicado ambiente de la tramoya, por ejemplo instalaciones mecánicas con movimiento
hidráulico y eléctrico. El auditorio sería para 1791 personas. Boari presentaba como su idea un
edificio revestido por sus cuatro lados de mármol, de 96 metros de frente y 116 de largo, ocupando
una superficie de dos hectáreas, incluidas las rampas y escaleras. En su proyecto el arquitecto
prevé una estructura de acero para muros y techos y una plataforma de acero y concreto para la
cimentación. Algunos detalles particulares de la obra son: dobles entrada laterales para el servicio
de los carruajes, un gran jardín, una cúpula sobre éste, el nivel de la orquesta móvil, la boca escena
sin cortinajes y sin arlequín con iluminación periférica y con caja acústica en la bóveda, telón en
forma de cortina, movimiento eléctrico e hidráulico para la maquinaria escénica, un gran ascensor
para elevar los carruajes del nivel de la calle al nivel del escenario, luz solar directa todo el
edificio y artificial completamente oculta. En la primera etapa de construcción se cimentó, con
cálculos del Arq. Especialista W. H. Birkmire, de Nueva York. La ejecución, por la constructora
Firma MillikenBrothers, de Chicago, en 1903 y la estructura metálica para los cementos con
Cálculos de W. H. Birkmire y ejecución por la misma constructora.

Las estructuras estaban compuestas por acero, concreto y mármol, 210 columnas distribuidas,
muros de concreto y cubiertos de mármol. Una obra considerada en su época la más grande del
mundo con sus dimensiones y características. Sin embargo, todos los cálculos en la cimentación
resultaron un fracaso sin precedentes. La plataforma de concreto comenzó a hundirse, no solo
privando al proyecto de la escaleras ascendentes, si no que sufrió también importantes rupturas.
Fue necesario no solo readaptar el proyecto si no comenzar inmediatamente a inyectar mezcla de
cemento, cal y grava el varios puntos del terreno. El hundimiento aproximadamente fue de metro y
medio. En 1910 se inyectó en el lado oriente de la plataforma cemento y cal. Esta operación
concluyó en agosto de 1911 y en total se inyectaron 951 toneladas de cemento, para 1912 se
repitió la operación en el mismo sector de la plataforma., además se agregó cal y arcilla. Se cree
que los que calcularon no consideraron la gruesa capa de fango sobre la que construirían. Por ello
se atrasó la obra tres años. Boari consideraba que el país debía emplear y expresar sus propias
formas arquitectónicas, lo cual explica que en las fachadas predominen elementos de las culturas
prehispánicas como cabezas de jaguares, monos, coyotes, serpientes. Sin embargo, enfatizando el
estilo europeizado. Boari no quiso convocar concursos públicos para seleccionar a los mejores
artistas europeos, quería repartir el trabajo según la índole de su especialidad. En 1906, el
arquitecto fue a EU y Europa para visitar a algunos artistas para que sus obras fueran en todo
sentido excepcionales. Por algunos de los factores que afectaron la construcción de la obra, al
estallar la Revolución, el edificio se encontraba inconcluso y Boari tiene la preocupación de relatar
su propia obra. A partir de 1912 el ritmo de la obra disminuye hasta el 1916 ser suspendida
totalmente.

Ante la imposibilidad de concluir el teatro, quiso dejar un testimonio al menos escrito de lo que él
concebía en su obra magna. Su publicación dispone de 34 láminas donde se observan los planos y
los aspectos decorativos de los ornamentos. Así que Boari continua mandando desde Italia planos,
fotografías y actualizaciones del proyecto, integrados en una carpeta titulada La Construzione di
un Teatro en donde explicaba la importancia arquitectónica de éste nuevo Teatro en México. Hizo

todo lo posible hasta su muerte porque la calidad de su obra no se viera disminuida y estaba
convencido de que el Teatro Nacional de México había representado un gran esfuerzo y su más
importante obra. Ante los obstáculos que se presentaban para reanudar y terminar el proyecto,
dado que, entre otras cosas, no podía regresar a México, Boari le dio el sobrenombre de "elefante
blanco" a su obra. El arquitecto italiano murió en 1928 sin haber visto la obra concluida.
El edificio inconcluso fue visto durante muchos años como una obra abandonada a pesar de que en
su sala de espectáculos con butacas improvisadas se realizaron un sinnúmero de actividades
importantes para la vida de la ciudad.

En dos ocasiones se intentó reanudar los trabajos para concluir la obra. La primera bajo la
dirección del arquitecto Antonio Muñoz, en el periodo presidencial de Venustiano Carranza. Se
dispuso el apresuramiento de los trabajos a fin de poder utilizar el edificio en 1921, cuando sería el
centenario de la consumación de la Independencia. La segunda etapa se desarrolló a partir de
1928, con la creación de comité encargado de recaudar fondos para la conclusión de la obra. En
los años 20 se dio un gran avance al aspecto exterior del teatro. En mayo de 1930 el presidente
Pascual Ortiz Rubio emite un acuerdo para que se concluya el teatro nacional, tomando en cuenta
dos aspectos. Primero, que la conclusión de la obra fuera lo más económico posible, y el segundo,
que se respetaran, dentro de lo posible, los planes originales de Boari. En ese momento el
secretario de hacienda, Ing. Alberto J. Pani interviene de la siguiente forma: "...si la obra no
responde a una necesidad social, puede quedar definitivamente abandonada. No se trata ahora de
concluirla por concluirla, sino de examinar hasta que punto se impone el sacrificio económico que
demanda su conclusión." Por ello, se convierte en Palacio de Bellas Artes, sede de una institución
con finalidad social y pública que fomentara y difundiera el arte, favoreciendo a la sociedad en
general. Por ello se tiene que adaptar el edificio a las necesidades de la institución propuesta y se
designa al arquitecto mexicano Federico Mariscal como jefe y director encargado de las
modificaciones pertinentes. Por motivos presupuestales no se puede concluir la obra, hasta que en
1932 mediante un nuevo acuerdo presidencial se intenta concluir la obra. Mariscal rediseñó el
interior del teatro a las reglas del nuevo Art Deco. Entre las modificaciones están que el salón de
fiestas se convertiría en museo de artes plásticas. El palco presidencial se redujo y se creó un
foyer, que hoy es la sala internacional de exposiciones; se instaló una sala de conferencias, museo
de artes populares en instalación de diversas galerías para exhibir distintas obras artísticas
nacionales. Se abrieron nuevas dotaciones de espacios públicos, se reestructuró la Sala de
Espectáculos, ampliando los pisos de las lunetas y de los anfiteatros para aumentar el cupo, con lo
cual se dispone al final de las modificaciones con 2035 asientos. Los principales elementos de esta
segunda etapa son: La Plaza y la colocación de los Pegasos en el estacionamiento, el vestíbulo, el
hall, la Sala de Espectáculos, el Museo del libro y biblioteca; El museo de Artes Populares; el
Restaurante, cuyo responsable fue el Arq. Federico Mariscal. Los murales, a cargo de Diego
Rivera y José Clemente Orozco. Todo esto de 1932 a 1934.

Entonces, aquel edificio concebido en los primeros años del siglo como Teatro Nacional
terminaría 30 años más tarde como un Palacio Nacional de Bellas Artes, por representar un centro
destinado a la exposición y representación de obras de interés público y no solo de la burguesía.
Fue inaugurado el 29 de Septiembre de 1934, por el entonces presidente Abelardo Rodríguez.
Desde 1946 es sede del INBA, que en esta fecha es fundado.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EDIFICIO
(EXTERIORES)
Adamo Boari diseñó un edificio que incorporaba los avances tecnológicos de los mejores teatros
de la época. El edificio se caracterizaba por organizar las salas en torno a un gran hall, rematado
por una triple cúpula situada entre el vestíbulo y la sala de espectáculos, lo cual realzaba la
majestuosidad del lugar, dado que era lo normal en edificios de este tipo solo una cúpula sencilla.
Adamo Boari lo proyecta con Art Nouveau, muy en boga a principios de siglo, esto en el exterior
del edificio. Mexicanizar el Art Nouveau era un propósito en cuanto al aspecto escultórico en el
exterior del edificio, como ya se ha mencionado introduciendo elementos meramente nacionales
como flores de girasol, serpientes, aguilas, cabezas de chivos, coyotes, monos, etc. de acuerdo con
éste, los elementos decorativos fueron diseñados con una delirante línea ondulada inspirada en
motivos naturales. No obstante, también quiso imprimirle un toque nacionalista, de modo que
muchos ornamentos están inspirados en la flora y fauna mexicanas, así como en motivos de origen
prehispánico. Sin embargo, el diseño general mantiene rasgos clásicos. Importantes artistas
extranjeros fueron convocados para crear trabajos escultóricos y decorativos de corte clásico.
Entre éstos destacan los pegasos alados hechos en bronce, traídos desde España para rematar el
cubo de la sala principal; ahí se colocaron en 1912, pero ese mismo año fueron llevados a la Plaza
de la Constitución donde permanecieron hasta 1928, cuando Federico Mariscal decidió colocarlos
en la plaza frontal del palacio. En sus fachadas se integraron cuatro grupos escultóricos realizados
por André Allar y Paul Gasq, pensados originalmente para el Palacio Legislativo. Sólo hasta que
intervino el arquitecto Mariscal, los mexicanos tuvieron participación en la dirección del trabajo.
Se utilizaron diversos tipos se materiales tanto nacionales como extranjeros. Para las fachadas y
otros elementos se utilizó mármol de Carrara Italia, además del mexicano que se trajo de varias
partes de la republica como Yuxtepec, Morelos, Buena vista, Guerrero, Las Vigas, Veracruz, entre
otros. Para el revestimiento de fachadas se utilizó mármol de grueso espesor. La ornamentación de
las fachadas por el artista Leonardo Bistolfi en 1908. Relieves de las fachadas laterales por el
escultor Adamo Boari; claves, mascarones, guirnaldas y flores por el escultor G. Fiorenzo.

En los conjuntos escultóricos participaron diversos artistas, con las siguientes aportaciones:
En lo relacionado a la herrería, los modelos de rejas y ventanas fueron concebidos por Boari. La
puerta principal, de hierro tiene decorados de bronce. Los decorados del hall fueron realizados en
su mayoría por La casa Edgar Brandt de Paris. En la primera etapa, las demás puertas fueron
trabajadas por el Italiano AlessandroMazzucotelli. Al adaptar el diseño a las necesidades del ahora
Palacio de Bellas Artes, y ya no Teatro Nacional, el mexicano Luís Romero reprodujo las puertas
al grado de no poder diferenciarse entre la original y una réplica.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL EDIFICIO
INTERIORES
Al reanudar los trabajos de construcción en 1932, un nuevo estilo artístico dominaba: el Art Deco.
Influido por expresiones pictóricas modernas, este estilo se caracterizó por la geometrización de
las formas y por las líneas rectas. Uno de sus mejores ejemplos es el trabajo de Mariscal en el
interior, donde también aparecen detalles de inspiración prehispánica. Todos los elementos,
incluyendo los estructurales, constituyen sobrios motivos decorativos, con una fuerte tendencia a
la verticalidad. La gran cúpula que cierra el vestíbulo es un armazón de metal recubierto con
nervaduras de cobre, laminillas de ónix translúcido y cerámica. Los muros, pisos y columnas se
revistieron con mármoles mexicanos en varios colores, combinados con ornamentos trabajados en
diversos metales por la casa Edgar Brandt de París, como los mascarones de Chac, el dios maya de

la lluvia. La escalinata arranca con dos luminarias en forma de fuentes, hechas en acero y cristal
esmerilado; entre sus dos rampas, las puertas que dan acceso al vestíbulo de la sala muestran
mascarones de Tláloc, el dios teotihuacano de la lluvia, y un rostro de bronce que evoca la
representación griega de la tragedia. La decoración interior de la sala de espectáculos está
compuesta por plafón de cristal en la cúpula interior de la sala de espectáculos por D. Maroti. En
la misma el sorprendente telón está formado por una cortina de estructura metálica que sostiene un
enorme mosaico de vidrio opalescente. Más de un millón de cristales de dos centímetros
cuadrados dan forma a una panorámica del Valle de México, inspirada en una obra de Gerardo
Murillo. La cortina rígida del escenario con un peso de 22 ton y 15.30 m de ancho por 14 m de
altura, concebida por Garnier, constructor de la ópera de Paris, pero el motivo de la decoración del
telón lo encontró en el paisaje mexicano, precisamente las cumbres nevadas del valle de México:
El popocatépetl y el Iztazihuatl.
Ejecutado por la casa Tiffany de Nueva York, el mosaico fue colocado cuando Boari aún dirigía la
obra. Lo rodea un arco decorado con mosaicos titulado El teatro a través de las edades y realizado
por el húngaro GezaMarotti. De él es también el vitral circular que corona la sala, donde se
representa a Apolo y las nueve musas. La maquinaria del escenario por el ingeniero por el
ingeniero A. Rosemberg de Alemania. Vinieron de Alemania tanto el equipo como el personal
responsable de su instalación. Participaron compañías y artistas extranjeros en el vitral, telón,
esculturas, etc. La orquesta se ubica a nivel inferior de la luneta. Cuenta un escenario de 24 m. de
longitud, con instalaciones mecánicas completas. En el tercer y cuarto pisos se ubican varias salas
de exposiciones e importantes obras del muralismo mexicano; destacan entre los autores: Rivera,
Orozco, Siqueiros y Tamayo. Este largo esfuerzo de construcción y decoración en interiores y
exteriores hace evidente una armónica mezcla de estilos, conocida como estilo ecléctico,.que
definitivamente es el estilo del Palacio de Bellas Artes. Con elementos de Art Deco y de Art
Nouveau y de otros más, pero al final ecléctico definitivamente. El edificio cuenta con un
estacionamiento con capacidad para 470 automóviles, que recientemente fue remodelado, al igual
que muchos elementos escultóricos y de la misma estructura han sido remodelados y se les ha
dado servicio de mantenimiento, limpieza a partir de su inauguración. Se han llevado acabo
diversos trabajos de mantenimiento a fin de conservar su majestuosidad y grandeza que en todo
sentido representa para México.

CONCLUSIONES. Es así que En medio de una época de cambios en la nación, el Palacio de
Bellas Artes, en un principio concebido de distinta forma, pasa a ser un elemento simbólico de
gran importancia, que representa en sí los cambios políticos, económicos y sociales en el México
en que se desarrolla. Su construcción, varias veces truncada, dura 30 años, enmarcando la
combinación de dos estilos artísticos predominantes de su época, que son el Art Nouveau y el Art
Deco, en exterior e interior, respectivamente. Considerado por Mexicanos y extranjeros una joya
de la arquitectura mexicana, donde se plasma una belleza única en el mundo. El Palacio Nacional
de Bellas Artes ha sido testigo de importantes eventos artísticos y culturales a lo largo de los años,
siendo la más importante plataforma para la difusión del arte y la cultura en México. De esta
forma, entendemos que el estudio y análisis de este edificio nos permite apreciar y valorar su
significado simbólico y espiritual en relación con una nación como solo hay una, México.

El Palacio de Bellas Artes Sede del Instituto Nacional de Bellas Artes en el centro de la
Ciudad de México
Asistir al Palacio de Bellas Artes, nos permite remontarnos a los días en
que este lugar hacía eco de las oraciones de las monjas del convento de
Santa Isabel que el siglo XIX desterró para cumplir con la misión
mundana de habitar y fabricar ropajes. Pero ello no bastó, pues la vida
burguesa beneficiada con la Paz porfiriana necesitó de nuevos espacios
para el entretenimiento. Es por ello que se proyecta un nuevo Teatro
Nacional, que situado al frente de la Alameda, daría esplendor moderno a
esa Ciudad de los Palacios. El ímpetu revolucionario retomó aquel
proyecto para acondicionarlo a los nuevos tiempos, inaugurándose con
geométrico interior el año de 1934. Al convertirse en la Sede del Instituto
Nacional de Bellas Artes, amplía y retoma sus funciones originales como centro cultural y social
de gran importancia.


Una historia sepultada

Durante la edificación del Palacio de Bellas Artes fueron encontradas una piedra de sacrificios
esculpida con una serpiente emplumada, una fuente de azulejos y la lápida perteneciente a doña
Catalina de Peralta, benefactora de la fundación del Convento de Santa Isabel. Este edifició surgió
al amanecer del siglo XVII cuando las monjas del convento de Santa Clara promovieron la
creación de una nueva casa. Para lograrlo contaron con la donación del predio de doña Catalina,
contíguo a la Alameda, a sólo tres calles de la sede clarisa de la calle de Tacuba e inmediato a la
fuente que surtía el agua ligera de Santa Fe.

Debido a los hundimientos, entre 1676 y 1681 se edificó una nueva iglesia, esta ocasión
patrocinada por Diego del Castillo, cuya decoración mudó con los siglos pero que cambiara
definitivamente sus funciones tras la salida de las monjas en 1861 y la venta del inmueble. Dicho
templo --que se localizaba en lo que hoy es la portada oriente del Palacio y parte de la plaza-- fue
convertida en bodega y fábrica de sedas. Por su parte, el convento, una vez fraccionado sirvió
como casas de vecindad durante el resto del siglo XIX. Sus dos secciones estaban separadas por
un callejón llamado de Santa Isabel que desembocaba en la Alameda.

Para entonces, los habitantes de la ciudad gustaban de la vida social y habían tomado afición por
la ópera que se representaba en el Teatro Principal, inaugurado en 1826 en la calle de Vergara
(hoy Bolívar). Fué allí donde se estrenara juviloso el Himno Nacional Mexicano y ofreciera
funciones de teatro, tandas y óperas concurridas por la “gente bien”, para disfrutar la música de
Rossini. Dicho público tenía toda su atención en Europa al grado que, pese a los cambiantes
cambios políticos, se organizaran fastuosos bailes aristocráticos amenizados con los valses
vieneses.

Hacia fines del siglo, el Principal continuó siendo importante centro social que, aunque contaba
con un escenario reducido, no impidió la representación de cuplés, operetas y zarzuelas. Ya en el
ocaso del siglo del Progreso se emprende una fiebre constructiva que enmarcaría las fastuosas
celebraciones del centenario de la Independencia en 1910 --en el que María Conesa cantara el

El Palacio de Bellas Artes

Himno Nacional-- y se encargaran decenas de monumentos, como el Hemiciclo a Juárez, la
Columna de la Independencia, y se proyectan el Palacio Legislativo y el nuevo Teatro Nacional.


A la última moda

Las necesidades sociales de una ciudad que se expandía hacia el Poniente promovieron que se
demoliera el Teatro Principal en 1901 para abrir la calle de Cinco de mayo hasta llegar a Santa
Isabel, donde se construiría un gran Teatro de Opera. El aumento del público, la complejidad
técnica de los espectáculos y el gusto por la vida social impulsaron que la Secretaría de
Comunicaciones y Obras Públicas convocara un concurso para su construcción.

El proyecto más sobresaliente fue presentado por el arquiteco italiano Adamo Boari (Ferrrara
1863-Roma 1928), quien había trabajado en Brasil, Chicago y Nueva York, estableciéndose en
México para la realización de su proyecto para el Palacio de Correos de la Ciudad de México.

En 1904 se inician los trabajos del Teatro Nacional, que no sigue los lineamientos historicistas de
su vecino edificio de Correos, ni el neoclacisismo del monumento a Juárez, sino que pugna por un
modernismo de inspiración romántica. En la construcción se emplearon los últimos adelantos
técnicos, como el emparrillado con plancha de concreto y estructura de acero, permitiendo la
disposición de grandes espacios. Para ello trabajaron, por una parte la compañía norteamericana
MilkenBrothers y el ingeniero Gonzalo Garita, y por otra varios artistas bajo la dirección de Boari
hasta 1913 cuando, a causa de las difíciles condiciones políticas se detuvo la construcción. Para
entonces se había terminado la estructura, las fachadas, la gradería e instalado la maquinaria.


Sinfonía escultórica

Más que un teatro, el Palacio de Bellas Artes es un foro múltiple: el vestíbulo con su triple cúpula
esta destinado a ser salón de exposiciones, el Hall para eventos sociales; el teatro, con sus logias
exteriores y el enorme cubo del escenario; y las oficinas y dependencias de la parte posterior. El
conjunto articula coherentemente las tres áreas desde su vista lateral y al frente da la impresión de
un enorme espacio debido a las cúpulas y la clara demarcación de sus niveles horizontales.

La fachada principal también se divide en tres cuerpos. En el central destaca el lmagnífico pórtico
con su columnata de mármol de Carrara. En la parte superior se halla un gran tímpano, en el que
destaca el conjunto escultórico del italiano Leonardo Bistolfi (1859-1933) con una figura central
femenina que representa La Armonía, rodeada de los estados del alma musical: dolor, ira, alegría,
paz y amor. A este conjunto lo enmarca una archivolta de querubines y finaliza con las esculturas
de La música (izq.) y La inspiración (der.), también de Bistolfi.

En el resto de la composición hay varios aspectos destacados. Entre ellos los remates ondulantes
que concretan la idea de Boari de diseñar con las líneas de una “bocanada de humo”. Esta
concepción, inmersa ya en el Art Nouveau, se observó en la Pérgola que estuvo a un costado del
Teatro, dentro de la Alameda que albergó un mercado de flores y la Librería de Cristal hasta 1973.

Flanqueando el pórtico se encuentran las esculturas de La Juventud y La Edad viril de André
Allar. Otras esculturas, que se colocaron los espacios laterales, fueron las destinadas al Palacio
Legislativo, como La Paz de Paul Gasq y La verdad de Honoré Marqueste. En todas se emplean
figuras femeninas. Varios detalles escultóricos otorgan interés al conjunto, como son las máscaras
de mono, coyote y caballero águila en las claves y arranques de algunos arcos; los mascarones
representando las estaciones del año y los originales capiteles del pórtico.

Entre otros detalles decorativos valiosos hay que señalar la herrería, diseñada por
AlessandroMazzucotelli, traída desde Italia y otras de Luis Romero Soto hechas por herreros
mexicanos. El metal, oculto en el edificio parece brotar en la cúpula central, que ostenta un águila
de bronce con las alas desplegadas a la manera porfiriana y en la base varias danzantes en círculo,
obra de GézaMaroti.

En los cubos que rematan el escenario Boari proyectó colocar cuatro Pegasos que realizó el
catalán Agustín Querol (m. en Madrid en 1909). Su volátil fugacidad los llevó un tiempo al
Zócalo, pero regresaron con nuevos pedestales al frente del Palacio para enmarcar el cuadrángulo
de la plaza. En ésta también se colocaron recientemente unas fuentes curvilíneas y jardineras.


Mármoles y terciopelo

La revolución de 1910 modificó todos los aspectos de la vida mexicana, no obstante, el interés por
que el Teatro Nacional se concluyera impulsó a los primeros gobiernos revolucionarios a mantener
el proyecto. Para 1929 se inicia su terminación, encargando el proyecto al arquitecto Federico E.
Mariscal (1881- 1971), quien había realizado el Teatro Esperanza Iris. En esta ocasión el estilo del
edificio respondería también a un interés moderno traducido en las formas geometrizantes del Art
Decó.

Al ingresar por sus puertas de hierro se entra al mundo marmóreo, donde se combinan el rojo
queretano de las columnas con el negro de la escalinata central y el granito noruego de las
laterales. Al centro mismo del vestíbulo se encuentra el mayor espacio abierto del edificio, que
iluminado desde las cúpulas, permite apreciar sus tres niveles:

En la planta baja destacan las lámparas de inspiración futurista. En el primer descanso de la
escalinata se encuentra la puerta principal del teatro que semeja la de un templo, con sus
mascarones de Tláloc (dios mexica del agua) fundidos en bronce. Estos tienen su complemento en
los grandes crótalos-columna que parten de este nivel y rematan en el tercer piso con unos
mascarones de Chaac (dios maya de la lluvia).

En los muros laterales del primer piso se encuentran los murales de Rufino Tamayo: Nacimiento
de la nacionalidad (1952 ) y México de hoy (1953), en los que se evoca el tema del mestizaje a
través de un balanceado colorido. En este nivel se encuentra las sala Manuel M. Ponce y Adamo
Boari (para música de cámara y funciones literarias) y las Salas Nacional e Internacional (antes
hall) dedicadas a exposiciones. En ella destacan las grandes lámparas de cristal, realizadas por la
casa Edgar Brant de París.

Al llegar al segundo piso encontramos una galería que bien puede resumir al movimiento
muralista mexicano: de José Clemente Orozco Catharsis (1934); en la parte central las obras
Nueva Democracia y Homenaje a Cuauhtémoc, de David A. Siqueiros; Diego Rivera pintó en
1934 El hombre en el cruce de caminos, donde retoma la obra sobre el desarrollo del socialismo
censurada en el Rockefeller Center de Nueva York; asimismo se encuentran La Dictadura, La
danza de Huichilobos y México folklórico y turístico en que Rivera recurre a su prolija narrativa
visual. El tercer piso alberga el Museo de Arquitectura, en el que se presentan interesantes
exposiciones temporales.

Si la función está por empezar, es preciso tomar los asientos regresando a la planta baja para entrar
por las puertas laterales. La sensación de lujo de la sala del Teatro inicia con el gran telón de
cristales opalescentes en los que se dibujan los volcanes mexicanos encerrados en miles de piezas.
Este telón fué diseñado desde el proyecto inicial, luego dibujado por Gerardo Murillo (1875-1964)
y realizado por la casa Tiffany de Nueva York para servir de cortina incombustible.

En los costados y columnas también brillan los mármoles acremados de Yautepec y verdosos de
Oaxaca que enmarcan el finísimo arco del proscenio proyectado y realizado en Budapest en los
talleres de GézaMaróti. En él se describe la evolución del arte teatral. Siguiendo su línea
ascendente la vista pasa por los arcos estructurales del centro de la sala y llega hasta el plafón de la
Galería, también obra de los húngaros, donde las musas rodean a Apolo para formar un vitral de
luz variable.

Durante su inauguración, en 1934 se representó La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón,
importante obra de la dramaturgia mexicana. Poco después fue el escenario donde Carlos Chávez
desplegó sus matinés dominicales y alojó a la Sinfónica de México de los años treinta y que a
partir de entonces resonara con los estrenos de Stravinsky o Hindelmith. Con el paso de los años
las obras teatrales se llevaron a la Unidad Cultural del Bosque, y al vecino Teatro Hidalgo,
quedando el Teatro de Bellas Artes dedicado a las funciones sinfónicas, danzísticas y operísticas
principalmente.

Detrás del cortinaje se encuentra toda una maquinaria teatral que involucra a cientos de personas
para ofrecer funciones operísticas, musicales o teatrales. A casi cien años de proyectado, el interior
del Teatro podrá parecer pequeño con su aforo de cerca de dos mil espectadores, sobre todo por
que el público asiste con gran entusiasmo, agotando las localidades con anticipación. Para los
artistas, presentarse en Bellas Artes es un privilegio casi siempre destinado al mundo de la "alta
cultura", pero que en ocasiones también aloja manifestaciones populares.

Palacio de Bellas Artes


El gobierno de Porfirio Díaz proyectó un nuevo teatro como parte de las obras para celebrar el
Centenario de la Independencia, por lo que en 1901 comenzó a demolerse el antiguo Teatro
Nacional, abriendo la calle de 5 de mayo.
El recinto se levantó a un costado de la Alameda Central, en terrenos que desde 1601 había
ocupado el convento de Santa Isabel, demolido en 1904.
El nuevo teatro siguió el gusto europeo, característico del porfiriato. El proyecto se encargó al
arquitecto italiano Adamo Boari, quien tomó como modelo a superar la Gran Ópera de París, de
Tony Garnier. Fue colocada la primera piedra el 2 de abril de 1904, y los trabajos se
interrumpieron nueve años después a causa del movimiento revolucionario. El arquitecto volvió a
Italia en 1916, tras concluir únicamente el exterior del edificio.
En 1932, la construcción fue retomada a iniciativa del secretario de Hacienda, Alberto J. Pani,
asignándole nuevas funciones al recinto, ahora llamado Palacio de Bellas Artes: promover y
difundir el arte y la cultura en México.
El arquitecto Federico Mariscal fue encargado de concluir la obra que fue inaugurada en 1934 por
el presidente Abelardo L. Rodríguez y como responsable del mismo a la Secretaría de Educación
Pública. Ahí se instaló en 1947 el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fundado un año
antes por decreto presidencial.
Estructura
Para el gran trabajo de ingeniería que se requirió, Boari contrató a la compañía estadounidense
MillikenBrothers, que diseñó y fabricó en su totalidad la estructura metálica de soporte, la cual se
cubrió de concreto y se revistió en su exterior con mármol importado de Carrara, Italia. Sobre éste
se esculpieron todos los elementos de sus fachadas.

Ante los obstáculos que se presentaban para reanudar y terminar el proyecto, Boari le dio el
sobrenombre de "Elefante blanco". El arquitecto italiano murió en 1928 sin haber visto la obra
concluida.

El exterior
Se eligió el estilo artístico “Art Noveau”, surgido en Bélgica a fines del siglo XIX, donde los
elementos decorativos fueron diseñados con una delirante línea ondulada inspirada en motivos
naturales. No obstante, fue impreso el toque nacionalista, de modo que muchos ornamentos están
inspirados en la flora y fauna mexicanas, así como en motivos de origen prehispánico. Sin
embargo, el diseño general mantiene rasgos clásicos.
Importantes artistas extranjeros fueron convocados para crear trabajos escultóricos y decorativos
de corte clásico. Entre éstos destacan los pegasos hechos en bronce, traídos desde España para
rematar el cubo de la sala principal; ahí se colocaron en 1912, pero ese mismo año fueron llevados
a la Plaza de la Constitución, donde permanecieron hasta 1928, cuando Federico Mariscal decidió
colocarlos en la plaza frontal del palacio. En sus fachadas se integraron cuatro grupos escultóricos
realizados por André Allar y Paul Gasq, pensados originalmente para el Palacio Legislativo; hasta
que intervinieron las manos de Mariscal, los mexicanos tuvieron participación en la dirección del
trabajo.
El interior
La reanudación de los trabajos de construcción en 1932 dio un nuevo estilo artístico: el “Art
Deco”, influido por expresiones pictóricas modernas, se caracterizó por la geometrización de las

formas. Uno de sus mejores ejemplos es el trabajo de Mariscal en el interior, donde también
aparecen detalles de inspiración prehispánica.
Todos los elementos, incluyendo los estructurales, constituyen sobrios motivos decorativos, con
una fuerte tendencia a la verticalidad. La gran cúpula que cierra el vestíbulo es un armazón de
metal recubierto con nervaduras de cobre, laminillas de ónix translúcido y cerámica.
Los muros, pisos y columnas se revistieron con mármoles mexicanos en varios colores,
combinados con ornamentos trabajados en diversos metales por la casa Edgar Brandt de París,
como los mascarones de Chac, el dios maya de la lluvia.
La escalinata inicia con dos luminarias en forma de fuentes, hechas en acero y cristal esmerilado.
Las puertas que dan acceso al vestíbulo de la sala muestran mascarones de Tlaloc, el dios
teotihuacano de la lluvia, y un rostro de bronce que evoca la representación griega de la tragedia.

En la sala principal, el sorprendente telón está formado por una cortina de estructura metálica que
sostiene un enorme mosaico de vidrio opalescente. Más de un millón de cristales de dos
centímetros cuadrados dan forma a una panorámica del Valle de México, inspirada en una obra de
Gerardo Murillo “Dr. Atl”, elaborado por la casa Tiffany de Nueva York, con un peso de 21,228
kilogramos y fue colocado cuando Boari aún dirigía la obra. Lo rodea un arco decorado con
mosaicos titulado “El teatro a través de las edades” y realizado por el húngaro GezaMarotti,
también autor el vitral circular que corona la sala, donde se representa a Apolo y las nueve musas.
Este largo esfuerzo dio como resultado una armónica mezcla de estilos, conocido
consecuentemente como estilo ecléctico.
Los pisos 3° y 4° ubican varias salas de exposiciones e importantes obras del muralismo
mexicano. Destacan entre los autores: Rivera, Orozco, Siqueiros y Tamayo.

El Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central
Para integrar el palacio con su entorno, el proyecto inicial incluyó la modificación de algunos
trazos de los jardines de la Alameda Central y así relacionarlos con los que rodeaban el recinto.

Palacio de Bellas Artes, México / Adamo Boari & Federico Mariscal
Sección: Lowrises
El Palacio de Bellas Artes, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, sorprende por la
fastuosidad de su arquitectura en la que se integran armónicamente dos estilos difíciles de
combinar como son el Art Nouveau en su exterior y el Art Decó en el interior.
El edificio, que empezó a construirse en 1904 a cargo del arquitecto Adamo Boari, nació como
una propuesta para crear un nuevo Teatro Nacional que formaría parte de los festejos por el
centenario de la Independencia de México y que fue promovido por el entonces presidente Porfirio
Díaz.

cc by: Gato Azul
La primera piedra se colocó el 2 de abril de 1904. Originalmente la construcción del edificio
duraría cuatro años pero los trabajos se vieron interrumpidos varias veces debido a problemas
técnicos de hundimiento de suelo (que llego a hundirse un metro y medio aproximadamente
debido a errores de calculo de la cimentación), la revolución Mexicana en 1910 y la salida de
Boari del país en 1916. A lo largo de los siguientes tres lustros se hicieron algunos trabajos de
poca envergadura, hasta que en 1932 se reinician las obras bajo la dirección del arquitecto
Méxicano Federico Mariscal, quien la concluyó en el año 1934.

Para el gran trabajo de ingeniería, Boari contrató a la compañía estadounidense MillikenBrothers,
que diseñó y fabricó en su totalidad la estructura metálica de soporte, la cual se cubrió de
hormigón y se revistió en su exterior con mármol importado de Carrara, (Italia). Sobre éste se
esculpieron todos los elementos de sus fachadas. Una obra considerada en su época la más grande
del mundo con sus dimensiones y características mide 52 metros hasta el espiral y 42,5 m hasta el
techo, cuenta con 7 pisos y un estacionamiento subterráneo, además de la Sala principal hay otros
espacios como la Sala Manuel M. Ponce una cafetería y salas de exposiciones temporales y
permanentes.

cc by: stereocity
Entre los elementos interiores cabe destacar la gran cúpula del vestíbulo, los muros, pisos y
columnas revestidos con mármoles mexicanos en varios colores, la escalinata que arranca con dos
luminarias en forma de fuentes hechas en acero y cristal esmerilado, el sorprendente telón formado
por una cortina de estructura metálica que sostiene un enorme mosaico de vidrio opalescente, la
cortina rígida del escenario con un peso de 22 toneladas y 15,30 metros de ancho por 14 de alto y
el mosaico encargado a la casa Tiffany de Nueva York con un peso de 21,228 Kg.

cc by: stereocity

cc by: coloboxp
En este impresionante edificio se llevan a cabo un gran número de actividades artísticas y
culturales que van desde exposiciones de pintura, escultura y arquitectura hasta sus famosas
presentaciones de ópera y música de concierto sin dejar al lado el ballet clásico y el ballet
folklórico.
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