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Slide Content
ENRIQUE LOPEZ
ALBUJAR
Indigenismo
•Término derivado de la palabra indígena.
•Corriente cultural latinoamericana que resalta los
valores de las culturas indígenas. En literatura, uno de
sus principales exponentes fue José María Arguedas
(Andahuaylas, 1911-1969).
•Instituto Indigenista Interamericano:"una formulación
política y una corriente ideológica, fundamentales
ambas para muchos países de América, en términos de
su viabilidad como naciones modernas, de realización
de su proyecto nacional y de definición de su
identidad“.
Biografía
•nació en Chiclayo en el año 1872
•siempre se consideró piurano
•Estudió en el Colegio Nacional Nta. Sra. de Guadalupe
•se recibió de abogado en la Universidad de San Marcos
• como juez conoció buena parte del Perú y su obra
narrativa esta poblada de personajes de todo el país.
•Durante su infancia, López Albújar residió en Piura
•Desde joven tuvo afición por el periodismo, la literatura y
su condición de hombre de leyes.
•Ocupo diversos cargos en la carrera judicial.
•falleció en la ciudad de Lima en 1966.
Obra Literaria
•Fue el primer escritor peruano que pudo crear
personajes indígenas de verdad "de carne y hueso.
Muchas veces fue acusado de rebajar la imagen del indio.
•Como juez tuvo que tratar con indígenas delincuentes.
• presentó al indio en su realidad.
•Por todo ello, López Albújar es considerado el primer
escritor indigenista del Perú.
•Su libro mas importante, Cuentos andinos (1920), amplia
y profundiza la temática peruana.
•López Albújar escoge la modalidad realista y coloca en
el primer plano al indio como personaje
•Su estilo esta influido por el Modernismo, pero por el
contenido de sus cuentos y novelas se le ubica dentro de la
corriente indigenista de nuestra literatura.
Otras Obras
•Uno de sus más hermosos libros "De mi casona"
(1924) narra sus primeros recuerdos.
• La novela Matalaché (1928) narra los amores de
un negro y de su ama blanca en Piura virreinal.
• Otras obras de López Albújar son Nuevos
cuentos andinos (1937), El hechizo de
Tomaiquichua (1934), Las caridades de la
señora Tordoya, (1935).
•"Los caballeros del delito"
•"Calderonadas"
Matalaché
•Matalaché es una novela histórica que nos remite a 1816 ,a
las costas piuranas.
•Ahí, en la extensa propiedad de don Juan de los Ríos vive un
grupo de esclavos, hombres y mujeres de raza negra,
trabajando en las labores domésticas o en la fábrica de
jabones de su amo. Los protagonistas de la historia son
María Luz, la joven y bella hija de don Juan, y el esclavo
mulato José Manuel Sojo, conocido por el sobrenombre de
“Matalaché”. María Luz se enamora de José Manuel, de su
fortaleza y habilidad artística (es músico y artesano), pero el
amor de la pareja acaba trágicamente cuando Don Juan se
entera que la muchacha está esperando un hijo de Matalaché.
En Narrativa
•Huayna Pishtanac
•Un jinete de poncho listado y hongo negro, hundido hasta las cejas,
desembocó, a toda rienda, en el patio del caserón de Coribamba,
describiendo una elegante y cerrada curva. Sofrenó a dos manos al
poderoso bruto y se desmontó de un salto, mientras una multicolor
bandada de palomas caseras, espantada por la brusca aparición,
estallaba en vuelos estrepitosos, tejiendo fugaces y concéntricos giros
por encima del sucio bermellón de los tejados.
Aquel jinete era don Miguel Berrospi, dueño y señor de esa especie de
feudo enclavado en el estrecho valle del Huallaga, a unos cuatro
kilómetros de Huánuco, entre la margen izquierda del turbulento río y
las estribaciones de los Andes,
y tajado por la franja arcillosa que sirve de carretera entre la muy
hidalga e industriosa ciudad de los coloniales tiempos y esa otra de
hoy, la frígida y metalúrgica capital de Junín.
Don Miguel aparecía trémulo, demudado, poseído por el vértigo de
una cólera tremenda. Sus ojos un tanto oblicuos y crueles,
entronerados bajo el ajimez de unas cejas bravías y enmarañadas, se
habían quedado inmóviles, con una fijeza estrábica, como si en esa
divergencia visual hubiese encontrado una válvula de escape la pasión
que en ese instante le hervía en las entrañas.
Tiró la falda delantera del poncho hacia atrás, dio dos palmadas
violentas, imperativas, y gritó:
-¿Qué no hay nadie aquí? ¡Venga un diablo cualquiera
inmediatamente! ¿Desde cuando no sale nadie a recibirme?
•Una docena de perros enormes, membrudos, de pelaje y tipo
indescriptibles, producto de un descuidado cruzamiento de
sabuesos, galgos y mastines y quién sabe qué otras razas, se
precipitó por uno de los ángulos del patio, en atropellada
carga, ladrando y tarasqueando con furia, conteniéndose solo
a la vista del amo, ante el cual se dispersaron mansamente.
A pocos pasos de la apaciguada jauría, firme, mudo
militarmente cuadrado, no por obra de una disciplina de
cuartel, sino por razón de la atávica ley de una servidumbre
milenaria, se erguía un hombre, descubierto, en solemne
actitud de espera. El amo, luego de repartir unas cuantas
manotadas y puntapiés entre las más cariñosas y confiadas
bestezuelas, echase atrás el hongo y clavó en el pobre siervo
una mirada escrutadora y sombría, terminando, después de
una lenta y molesta pausa, por interrogarle:
•-¿Qué es de Aureliano? ¿Dónde anda metido ese indio
mostrenco?
-Con su yunta, taita.
-¿Con su yunta...? ¡Mientes! Acabo de verle, al pasar por el
camino, sentado detrás de una carreta de caña con una de
las mozas, con las Avelina. ¿Por qué está ahí la Avelina?
¿No sabes tú que las mujeres no deben entreverarse con los
hombres en el trabajo? ¿No sabes tú que no me gustan
cabreos en los cañaverales? ¡Contesta!
-¿Por qué estará, pues, ahí la Avelina, taita? La Avelina no
es acarreadora de caña, taita.
-¡No me repitas la pregunta! Tú debes saber por qué está
ahí esa moza. Para eso te he hecho mayordomo de la
hacienda. Para eso te he encargado que me vigiles todo,
¿has oído?, todo especialmente a ese condenado de
Aureliano, a quien voy notando, de poco tiempo a esta
parte, un poco maula para el trabajo. Y por esto también te
prometí aumentarte el sueldo. ¿No es verdad?
-¡Verdad, taita! Pero Encarna sólo tiene dos ojos y dos
pies. Cuando voy a los potreros a hacer curar a los
ganados, todos los peones que quedan en la caña se
ponen a cabrear con las mozas. Cuando vuelvo a la caña,
los ganaderos se pegan a las tetas de las vacas a tomarse
la leche o se meten porai a despiojarse, o chacchar, o a
latir como toros para ver quién lo hace más propiamente.
Si voy atrasito de los que acarrean la caña, para que así
arree más pronto, los trapicheros descuidan la molienda
y se sientan a hacer chacchita. Así son todos, taita. Cada
uno me está aguaitando para robar tiempo. ¡Qué quieres
que haga, papacito! Encarna no puede repartirse...
La franqueza y la sencillez del mayordomo aplacó un
tanto la cólera de don Miguel y una ráfaga de serenidad
le oreó la frente, desarrugándosela.
De buena gana habría limitado su interrogatorio a lo
preguntado, porque, en realidad, lo que le había
enardecido hasta ponerle fuera de sí y hacerle entrar al
patio de la hacienda de modo tan atropellado y alarmante,
no valía la pena para que un hombre como él, amo y señor
de todo lo que vivía y se agitaba dentro de su fundo,
descendiera hasta olvidarse de los respetos que así mismo
se debía y cayera en la vulgaridad de un arrebato.
(Fragmento de Huayna Pishtanac)
Entre otras tenemos
•Ushanan jampi
•Los tres jircos
•El hombre de la bandera
•La soberbia del piojo
•Como habla la coca
•El campeón de la muerte
En versos
•Miniaturas
•De la tierra brava
•Lámpara votiva