Epígrafes historia de España.

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HISTORIA DE ESPAÑA
Epígrafes

1. LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA

1.1. EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: NUEVOS HALLAZGOS
La hominización es el conjunto de cambios biológicos que permitieron el paso de los primeros
homínidos al ser humano actual. Este proceso comenzó en África hace 4 millones de años. En
la Península comenzó hace unos 1,2 millones de años, durante el Paleolítico, tal como
demuestran restos encontrados en Atapuerca en la Sima del Elefante.
El Paleolítico peninsular se divide en tres etapas; el Paleolítico inferior (desde hace 1.000.000
años hasta el 100.000), el Paleolítico medio (desde hace 100.000 años hasta hace 35.000), y el
paleolítico superior (desde hace 35.000 años hasta el 6.000 aC).
Durante el Paleolítico Inferior habitaron la Península diversos tipos de homínidos. El primero
homínido conocido es el Homo Antecessor, con 800000 años de antigüedad. Con posterioridad
aparecieron en suelo peninsular el Homo Erectus y el Homo Hildelbergensis –con restos de
hace más de 250.000 años-, todos ellos cazadores y recolectores con una rudimentaria
industria lítica.
Durante el Paleolítico Medio la Península estuvo habitada por el Homo Neardenthalensis, que
seguía siendo depredador, pero sus técnicas de caza presentaban ciertos avances, y su
principal característica fue la búsqueda de refugios (cuevas), provocada por el cambio
climático. Las causas de su desaparición siguen siendo un misterio.
Por último, durante el Paleolítico Superior, apareció el Homo Sapiens, antecedente inmediato
del ser humano actual. Durante esta etapa observamos un aumento de la población que nos
lleva a pensar en mejoras en las técnicas de caza que incrementaron la producción. Además
dejaron grandes obras artísticas, pinturas rupestres en paredes y cuevas, como las de Tito
Bustillo en Asturias o las de Altamira en Cantabria.

1.2. PUEBLOS PRERROMANOS. COLONIZACIONES HISTÓRICAS: FENICIOS, GRIEGOS Y
CARTAGINESES
Los primeros colonizadores de la Península Ibérica fueron los fenicios (siglos X-VI a.C.). Eran un
pueblo hebreo del actual Líbano dedicado al comercio mediterráneo. Atraídos por la riqueza
mineral de la Península (metales) crearon enclaves comerciales en la costa andaluza como
Gadir, Malaca o Sexi, desde donde comerciaban con los pueblos del interior. Sus aportaciones
culturales fueron determinantes para el desarrollo de la cultura tartesia. Introdujeron el
urbanismo oriental, el torno de alfarero y el alfabeto y difundieron el uso del hierro.
Desaparecieron en 575 a.C. tras ser conquistada su capital, Tiro, por el imperio Neobabilónico
de Nabucodonosor.
Los griegos (600 – S.II a.C.) crearon colonias comerciales en las costas catalanas y levantinas,
fundando enclaves como Ampurias y Rodhe. Competían en el comercio mediterráneo con
cartagineses y etruscos. En la Península intercambiaban metales y materias primas por
productos artesanales. Su influencia es fundamental para el desarrollo de la cultura ibera,
apreciándose en su lengua, su industria y en el cultivo de la vid y el olivo.
Los cartagineses (S.VI – 202 a.C.), descendientes de los fenicios y asentados en el actual Túnez,
se dedicaron también al comercio de metales. Su competencia política y económica con Roma
en el Mediterráneo condujo al enfrentamiento bélico entre las dos potencias. Tras ser
derrotados en la I Guerra Púnica –en la que perdieron sus colonias mediterráneas-, decidieron
conquistar el interior peninsular, fundando Cartago Nova. La II Guerra Púnica marca el final de
la conquista cartaginesa y el principio de la conquista romana.
Los pueblos pre-romanos aparecidos en la Península Ibérica fueron los tartesios, los íberos, los
celtas y los celtíberos.

Tartessos se extendía por el oeste de Andalucía y el sur de Portugal, su principal fuente de
riqueza fue el comercio de metales (oro, plata, estaño). La desaparición del comercio fenicio y
la competencia de Marsalia en el comercio del estaño provocaron su decadencia.
Se conoce como iberos al conjunto de pueblos (turdetanos, layetanos, oretanos…) asentados
en el litoral Mediterráneo y los valles del Ebro y Guadalquivir. Su máximo esplendor cultural se
dio entre los siglos V y III aC. Poseían una lengua común y una importante tradición cultural y
artística (cerámica, Damas de Elche y Baza). Estaban gobernados por una aristocracia militar.
Los celtas (vacceos, galaicos, lusitanos) y celtiberos eran pueblos indoeuropeos asentados en
el norte y la Meseta. Se agrupaban en confederaciones tribales dirigidas por una aristocracia
guerrera y residían en aldeas fortificadas (castros). Su economía agraria era pobre aunque
conocían la metalurgia del hierro.

1.3 CONQUISTA Y ROMANIZACIÓN: LA PERVIVENCIA DEL LEGADO CULTURAL ROMANO EN LA
CULTURA HISPANICA
La conquista romana se inició durante la “II Guerra Púnica” (218-202 aC), en la que, tras
eliminar a los cartagineses, se sometió a los pueblos iberos, conquistando el levante peninsular
y el Valle del Guadalquivir. Con la división de los territorios ocupados en dos provincias,
Hispania Citerior (Norte) e Hispania Ulterior (Sur), comenzó la explotación sistemática de sus
recursos.
A continuación comenzó la conquista del interior peninsular, que se divide en dos fases: entre
197 a.C y 154 a.C Roma extiendó sus dominios hacia el interior como resultado de hacer frente
a las sublevaciones indígenas (celtíberos, lusitanos), alternando pactismo y represión. Desde
154 a.C y hasta 31 a.C se optó por una decidida intervención militar que llevaría a dominar casi
la totalidad de la Península ante la tenaz resistencia indígena, de la que es ejemplo la actuación
del caudillo lusitano Viriato (asesinado en 139 a.C) o la resistencia de la ciudad de Numancia
(conquistada en 133 a.C después de 10 años de asedio).
Por último, durante las Guerras Cántabras (31-19 a.C), los romanos, dirigidos por Augusto
(primer emperador), conquistan el norte peninsular.
La conquista dio paso a la romanización, que supone la aculturación de los pueblos sometidos
y la asimilación del modo de vida y tradiciones romanas.
Este proceso se difundió gracias a la creación de una importante red urbana que sirvió de foco
difusor de la nueva cultura, cuyos agentes fueron soldados, colonos y comerciantes romanos.
Se impuso el latín como lengua oficial (del que derivan las lenguas romances), el derecho
romano (defendiendo derechos individuales), una religión tolerante, que permitía la existencia
de otras creencias, como el cristianismo, siempre que se respetaran los cultos oficiales –el
culto imperial principalmente- y se efectuaron importantes construcciones civiles y
monumentales que articularon el territorio, sirvieron de infraestructuras para la prestación de
servicios, y fortalecieron el poder de Roma (calzadas, acueductos, alcantarillado, murallas,
puentes, foros, teatros, anfiteatros, templos, arcos de triunfo….). Roma supuso de este modo
un punto y aparte en la historia peninsular.

1.4. LAS INVASIONES BÁRBARAS. EL REINO VISIGODO: INSTITUCIONES Y CULTURA

2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-ÁNDALUS

2.1. EVOLUCIÓN POLÍTICA: CONQUISTA, EMIRATO Y CALIFATO DE CÓRDOBA
La conquista de la Península Ibérica por parte de los musulmanes comenzó en el año 711.
Tariq cruzó el Estrecho de Gibraltar y derrotó a los ejércitos de Rodrigo en la Batalla de
Guadalete. En 715 la práctica totalidad de la Península estaba ocupada. La rapidez de la
conquista se explica por la crisis interna del reino visigodo y por los pactos alcanzados con
algunos nobles (Teodomiro). De esa manera, la Península pasó a convertirse en una provincia
(valiato o emirato dependiente) del Imperio Islámico bajo el nombre de Al-Ándalus y con
capital en Córdoba.
En el año 756, Abderramán I, el último Omeya, consiguió escapar de la matanza a la que
fueron sometidos sus familiares en Damasco, llegar hasta Al-Ándalus y proclamarse emir,
independizándose políticamente del imperio musulmán, aunque reconociendo la autoridad
religiosa del califa de Bagdad. Este periodo se conoce como el Emirato Independiente (756-
929). Los sucesores de Abderramán tuvieron que hacer frente a múltiples rebeliones internas,
y aunque Abderramán II (822-855) consiguió reforzar el Estado, la segunda mitad del siglo IX
estuvo marcada por la inestabilidad interior y el avance de los reinos cristianos.
Sólo Abderramán III fue capaz de pacificar sus dominios y contener las amenazas exteriores
(cristianos en el norte y fatimíes en el Magreb), proclamándose Califa en 929. Esta época (la
del Califato de Córdoba), fue la época de mayor esplendor en muchos aspectos: se produjo un
gran auge económico y comercial y se impusieron tributos a los reinos cristianos; se alcanzó el
periodo de mayor esplendor cultural de Al-Ándalus, siendo Córdoba el más importante foco
cultural de Occidente, especialmente durante el reinado de Al Hakam II (961-976); se vivió un
cierto periodo de paz y estabilidad política; y además, en el ámbito militar, Almanzor (primer
ministro –hachib- y dictador entre 977-1002) hostigó a los reinos cristianos sometiéndolos a un
incesante periodo de expediciones de castigo (aceifas).

2.2 LA CRISIS DEL SIGLO XI. REINOS DE TAIFAS E IMPERIOS NORTEAFRICANOS.
Tras la muerte de Almanzor (1002), que gobernaba mediante una dictadura militar, se abrió un
periodo de crisis en Al-Ándalus. El fallido intento de hacer hereditaria su dictadura desembocó
en una serie de guerras civiles (fitna) que condujeron a la desaparición del Califato (1031)
Al-Ándalus quedó dividido en múltiples reinos, conocidos como Reinos de Taifas. Los más
grandes, como Badajoz, Sevilla o Zaragoza, se consolidaron, y gozaron durante algún tiempo
cierta prosperidad económica. Pero con la aparición de Taifas se había perdido la unidad
diplomática y militar de Al-Ándalus, y esto fue aprovechado por los reinos cristianos tanto para
imponerles tributos (parias) como para avanzar hacia el sur. El rey castellano-leonés Alfonso VI
llegó a conquistar Toledo en 1085.
Ante la amenaza cristiana y su propia debilidad política, los Taifas pidieron ayuda a los
almorávides, un imperio del norte de África formado por monjes soldado y caracterizado por
su rigorismo religioso. En 1086 los ejércitos almorávides derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas,
pero regresaron a África. No obstante, a partir de 1090 los almorávides comenzarán una
conquista sistemática de Al-Ándalus, sometiendo a los reinos Taifas y conteniendo a los
cristianos (reconquista de Valencia 1102 y victorias sobre Alfonso VI en Consuegra -1097- y
Uclés -1108-). Al-Ándalus volvía a quedar unificada, en lo político y en lo religioso, viéndose los
mozárabes forzados a la conversión o el exilio.
El poder almorávide se vino abajo con la aparición de un nuevo imperio norteafricano, los
almohades, que conquistaron Marrakech, la capital almorávide, en 1147. Tras esto, su poder

en la Península se diluyó y aparecieron nuevos reinos de Taifas que solicitaron su ayuda para
combatir tanto a los últimos reductos de poder almorávide como a los cristianos. La llegada de
los almohades a la península supuso la nueva unificación de Al-Ándalus, esta vez bajo su yugo.
En la cima de su poder, consiguieron derrotar a los castellanos en Alarcos (1195). Pero esta
derrota concienció a los cristianos de la necesidad de unirse para combatir a los almohades. La
victoria cristiana en Navas de Tolosa (1212), abrió el camino hacia el valle del Guadalquivir y
propició una rápida expansión cristiana durante la primera mitad del S.XIII. Tras ella el
territorio musulmán quedó reducido al reino nazarí de Granada, que perviviría hasta 1492.

2.3 LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
En la cúspide del edificio político se situaba el emir o el califa (líder político, militar y
religioso). Por debajo de su figura se encontraba el hachib (primer ministro) y los distintos
visires (con la función de ministros). Los cadíes se encargan de impartir justicia, siendo los
walíes los gobernadores de las distintas provincias.
En cuanto a la organización social, se advierten varias clases: la nobiliaria de origen árabe
(situados en los puestos de mayor poder y terratenientes) y los bereberes y muladíes
(cristianos convertidos al Islam, como comerciantes, artesanos y agricultores). Con leyes
especiales encontramos a judíos y mozárabes (tolerados sus cultos pero con una carga mayor
de impuestos), así como a los esclavos. Dentro de estos últimos destacan los eslavos de
origen del norte de Europa, muchos de ellos eunucos, que llegaron a acumular gran poder
durante el X y XI.
Económicamente Al-Andalus se basó en una productiva agricultura (olivo, vid,
cereales...) a la añadieron muchas técnicas de regadío (acequias, norias, canats...) y
nuevos productos (arroz, cítricos, algodón). Junto a ella floreció la artesanía
(damasquinados, cordobanes, papel, seda...) y un activo comercio por toda la cuenca
mediterránea (desde el puerto de Almería) apoyado en una moneda fuerte: dirham
(plata) y dinar (oro).

2.4 EL LEGADO CULTURAL
Al-Ándalus - y la ciudad de Córdoba en particular- llegó a ser el principal foco cultural de
Occidente. Esto fue posible gracias a la prosperidad económica, a la riqueza del sincretismo
islámico - que fundió en su seno tradiciones culturales diversas: clásicas, bizantinas, árabes,
persas, orientales-, a la relativa tolerancia y, sobre todo, al apoyo de los gobernantes, que
fomentaron las ciencias y las artes como símbolos de prestigio y poder.
El mayor esplendor cultural se dio durante el Califato, especialmente durante el reinado de
Al-Hakam II (961-976). Éste atrajo hasta su corte a numerosos sabios y poetas, reunió una
fabulosa biblioteca y promocionó importantes proyectos arquitectónicos. Esta política de
prestigio continuó durante los Reinos Taifas, siendo la corte de Al-Muqtadir en Zaragoza el
ejemplo más destacado.
Al-Ándalus mantuvo contactos con los más importantes centros culturales del Islam (Damasco,
Qairuán, Bagdad…) y sirvió de puente entre el mundo islámico y el cristiano.
En cuanto a la producción cultural cabe destacar, en el ámbito de las letras, la obra de poetas
como Ibn Hazam o Ibn Zaydún, la adaptación de la filosofía clásica de Platón y Aristóteles
llevada a cabo por Avenpacé o Averroes, o los escritos místicos de Ibn Arabí, así como las
aportaciones de miembros de la comunidad hebrea andalusí como Avicebrón o Maimónides.
En cuanto a las ciencias tuvieron especial desarrollo las matemáticas –álgebra, trigonometría,
introducción de la numeración india- cultivadas por figuras como al Machrikí; la astronomía,
en la que Azarquiel elaboró las Tablas Toledanas e inventó la azafea (antecedente del

astrolabio); la medicina –cirugía, oftalmología, farmacopea- en la que Abulcasis es considerado
uno de los padres de la cirugía moderna; o la geografía –cartografía-, en la que destacó Al-
Idrisi.
Todo este legado fue recogido por el mundo cristiano tras la reconquista. La puesta en marcha
de La Escuela de Traductores de Toledo (SXIII) ejemplifica este proceso.

2.5. LA MEZQUITA Y EL PALACIO EN EL ARTE HISPANO-MUSULMÁN
La manifestación artística más importante del arte hispanomusulmán es la arquitectura.
La arquitectura islámica es, en parte, el producto de la síntesis de múltiples tradiciones
(clásicas, bizantinas, orientales), pero puestas al servicio de unos intereses específicos que le
confieren una personalidad propia. Son rasgos propios de la arquitectura islámica la
importancia del componente religioso, el aniconismo y el gusto por una decoración
exuberante (vegetal –ataurique-, geométrica -lacería-, epigráfica, mocárabes) cargada de
efectos sensoriales (color, efectos de claroscuro, presencia de agua…)
Para la construcción se emplean diversidad de materiales y aunque no es infrecuente el uso de
materiales caros y lujosos (piedra en sillares, mármoles, mosaicos), es común el empleo de
materiales pobres pero tratados con un alto grado de refinamiento (artesonados de madera,
loza vidriada, yeserías, ladrillo).
Es característico de la arquitectura hispanomusulmana el amplio repertorio de arcos
empleados (túmidos, mixtilíneos, de lambrequines, polilobulados y especialmente el arco de
herradura de procedencia visigoda), y las bóvedas de crucería califales.
Las tipologías más destacadas son la mezquita, lugar de culto musulmán, y los palacios, lugar
de residencia de los soberanos.
Las mezquitas hispanomusulmanas son mezquitas hipóstilas, compuestas por una gran sala de
oración sostenida por columnas o pilares. Al fondo de esta sala se encuentra el muro de quibla,
orientado hacia La Meca y, en él, un nicho vacío denominado mihrab. El espacio frente al
mihrab recibe el nombre de maqsura y está reservado a altos dignatarios y personajes
importantes. Es en este lugar donde se concentra el mayor énfasis decorativo. Otro elemento
fundamental de las mezquitas es el patio, que se convierte en un importante lugar de reunión
social. En él se ubican fuentes para las abluciones.
El mejor ejemplo de mezquita hispanomusulmana que conservamos es la Mezquita de
Córdoba, comenzada por Abderramán I (784) y ampliada sucesivamente por Abderramán II,
Abderramán III, Al-Hakem II y Almanzor. Así mismo también es destacable la Mezquita del
Cristo de Luz en Toledo erigida en torno al año 1000. De la mezquita almohade de Sevilla (SXII),
hoy sólo conservamos el patio y el alminar (Giralda)
Los palacios hispanomusulmanes están caracterizados por el contraste entre su aspecto sobrio
y defensivo al exterior y el extremado y sensual refinamiento de sus interiores, donde no faltan
fuentes, acequias y una abundante vegetación. El elemento compositivo principal de los
palacios islámicos suele ser el patio, en torno al cual se abren las diferentes estancias. Sin duda
es el palacio nazarí de la Alhambra (SXIII-XIV) el mejor ejemplo conservado. De época califal
hoy contamos con las ruinas de la Ciudad Palatina de Medina Azahara, mandada construir por
Abderramán III y concluida durante el reinado de Al Hakam II (SX). De época Taifa es la
Aljafería de Zaragoza (SXI).

3. LA PENÍNSULA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS

3.1 LOS PRIMEROS NUCLEOS DE RESISTENCIA

3.2 PRINCIPALES ETAPAS DE LA RECONQUISTA
Se denomina reconquista al proceso de expansión de los reinos cristianos peninsulares
comprendido entre los años 718 y 1492. Durante este largo período, reinos cristianos y
musulmanes coexistieron y lucharon en el territorio peninsular.
Las causas de la expansión territorial son la presión demográfica, la difusión de las
instituciones feudales, la búsqueda del botín y el espíritu de cruzada.
En este proceso pueden distinguirse varis fases o etapas:
Primera etapa: (S.VII-X): desde las primeras escaramuzas de importancia, como la batalla de
Covadonga, se abre un largo período en el que los núcleos cristianos del norte consolidan su
territorio y avanzan tímidamente sobre territorios despoblados (valle del Duero, interior de
Cataluña). Este avance se vio frenado en el siglo X por la creación del Califato y la necesidad de
repoblar y consolidar las tierras conquistadas.
Segunda etapa: (S. XI y primera mitad del XII): Aprovechando la debilidad musulmana tras el fin
del califato, León y Castilla rebasan la cordillera central y ocupan la cuenca del Tajo (Alfonso VI
conquista Toledo en 1085). Tras el freno impuesto a la reconquista por la invasión almorávide,
el avance hacia el sur se reactivó en los reinos orientales con la ocupación del Valle del Ebro
por aragoneses y catalanes (Alfonso I de Aragón conquista Zaragoza en 1118 y Ramón
Berenguer IV Tortosa y Lérida en 1148)
Tercera etapa:(finales S.XII principios del XIII): tras la interrupción del avance con la llegada de
los almohades, el reino de León se expandió por Extremadura, y Castila consiguió dominar la
submeseta sur, el valle del Guadiana y Sierra Morena. La confederación catalanoaragonesa –
Corona de Aragón, formada en 1157- se extendió por Teruel. Castilla y la Corona de Aragón
delimitaron sus áreas de expansión en los tratados de Tudillén (1151) y de Cazorla (1179).
Cuarta etapa: (S. XIII): Tras la derrota almohade en Las Navas de Tolosa (1212), infligida por la
coalición liderada por Alfonso VIII de Castilla, se produjo una rápida expansión de los reinos
cristianos hacia el sur. Fernando III (rey de Castilla -1217- y de León -1230-) ocupó el Valle del
Guadalquivir (Córdoba -1236-, Sevilla -1248-) y Murcia (1243), y Jaime I de Aragón Valencia
(1236) y Baleares (1229-1235). Castilla-León y la Corona de Aragón, volvieron a dividir sus
áreas de expansión por el Tratado de Almizrra (1244).
Tras este avance, el territorio musulmán quedó reducido al reino nazarí de Granada.

3.3 LAS FORMAS DE OCUPACIÓN DEL TERRITORIO Y SU INFLUENCA EN LA ESTRUCTURA DE
LA PROPIEDAD. MODELOS DE REPOBLACIÓN Y ORGANIZACIÓN SOCIAL
La organización social durante la plena Edad Media está determinada por el sistema feudal. El
feudalismo es un sistema sociopolítico basado en las relaciones de fidelidad personal entre dos
personas libres: el señor y el vasallo. El primero ofrece al segundo protección y manutención
(feudo), a cambio de lealtad y ayuda militar. El conjunto de las relaciones feudovasalláticas da
lugar a la pirámide feudal, en cuya cúspide se encuentran el Papa, el Emperador, los reyes y los
altos cargos eclesiásticos. Los usos feudales fueron introducidos en la Península durante el SXI,
principalmente en los Condados Catalanes y el Reino de Navarra de Sancho III.
La sociedad feudal es una sociedad trinitaria dividida en bellatores –guerreros: reyes y
aristócratas-, oratores –clérigos- y laboratores –campesinos en régimen de servidumbre.
La repoblación es un proceso de ocupación y organización de los territorios conquistados, que
condiciona la estructura de la propiedad de las tierras. Existieron varios modelos:

La presura o aprisio era una apropiación por parte de hombres libre de tierras desocupadas.
Debían de ser confirmadas por un rey o conde. Se dio fundamentalmente entre los siglos VIII y
X en la Cordillera Cantábrica, el norte de Castilla y Cataluña.
La repoblación concejil se basaba en la ocupación o consolidación de núcleos urbanos
preexistentes. Se daban privilegios a las ciudades que actuaban como señores territoriales
colectivos, con un campo circundante al núcleo de población llamado alfoz. Se desarrolló
durante el SXI por la Meseta norte y los valles del Ebro y del Tajo. Los documentos oficiales
eran los fueros locales que daban privilegios a determinadas ciudades para incentivar la
repoblación, de manera política, económica y fiscal; la carta puebla era un documento en el
que el rey regulaba el establecimiento y la organización de los habitantes de un lugar. También
se les concedían privilegios y libertades para incentivar la repoblación.
Las Órdenes Militares compraban grandes latifundios con actividades ganaderas, organizando
el territorio en encomiendas dirigidas por un comendador. Se dieron durante la primera mitad
del siglo XIII por la submeseta sur, bajo Aragón y Extremadura.
Los repartimientos era un reparto del territorio entre los conquistadores según su estamento.
Durante el siglo XIII en el valle del Guadalquivir y el litoral levantino.

3.4 DIVERSIDAD CULTURAL: CRISTIANOS, MUSULMANES Y JUDIOS
La convivencia, no exenta de conflictos, de cristianos, judíos y musulmanes en la Península por
un espacio de tiempo tan prolongado explica el característico mestizaje cultural del Medievo
hispánico.
En los reinos cristianos, y durante los primeros siglos de la Edad Media la cultura estuvo
recluida en los monasterios. Allí se copiaban, traducían e ilustraban los libros que componían
el acerbo cultural de la época, quedando la cultura y el saber monopolizados y controlados por
la Iglesia en el contexto de un analfabetismo generalizado.
Durante el siglo X, la superioridad cultural del califato y la participación de mozárabes en las
primeras repoblaciones al norte del Duero dieron un carácter peculiar al arte y la cultura
cristiana. Los Beatos miniados quizá sean el producto cultural más peculiar de este periodo.
Por otra parte el establecimiento de la peregrinación jacobea (Camino de Santiago) supuso,
especialmente desde el siglo XI, una importante vía de penetración de las corrientes políticas,
artísticas, culturales y religiosas europeas (feudalismo, arte románico y gótico, Reforma
Cluniaciense, Reforma Cisterciense, órdenes mendicantes), además de un revulsivo económico
para las ciudades del Camino.
También en esta época aparecen las primeras obras literarias en lenguas vernáculas derivadas
del latín (Galaico-portugués, Castellano, Catalán).
Durante el siglo XIII y en estrecha relación con el renacer urbano que se produce en estos
momentos, las escuelas y las universidades (Salamaca, 1218; Lérida, 1300) tomarán el relevo
de los monasterios. Con ello las nuevas clases urbanas acceden a la cultura e imponen su
nueva visión del mundo. Este proceso contó con el apoyo de los reyes que, en pleno proceso
de reforzamiento de su poder, sacaron partido de la ruptura del monopolio cultural
eclesiástico. Así mismo el trabajo de instituciones como la Escuela de Traductores de Toledo,
pondrá a disposición de estas universidades, españolas pero también europeas, una parte
significativa del legado cultural hispanomusulmán, traduciendo obras de autores clásicos,
bizantinos, musulmanes y hebreos de muy diversas materias (matemáticas, astronomía,
medicina, filosofía, etc…).

3.5 MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS
Durante la Edad Media se dieron en la Península diversos estilos artísticos: el prerrománico, el
románico, el gótico y el mudéjar.
En un sentido amplio denominamos prerrománico al conjunto de manifestaciones artísticas
medievales anteriores al románico. Dentro del prerrománico español podemos distinguir
diferentes estilos y momentos.
El primero de ellos es el arte visigodo. Las manifestaciones artísticas más importantes
corresponden al siglo VII. Son pequeñas iglesias levantadas en piedra en las que destaca el uso
del arco de herradura (San Juan de Baños, San Pedro de la Nave). Además de esto los visigodos
destacaron por sus obras de orfebrería (Tesoro de Guarrazar)
El segundo de ellos es el Arte Asturiano, cuyo momento de esplendor se sitúa a mediados del
S.IX. En estos pequeños edificios, el empleo de bóvedas de cañón y contrafuertes adelantas
soluciones plenamente desarrolladas durante el románico (Santa María del Naranco, San
Miguel de Lillo).
Finalmente el arte mozárabe o de repoblación es propio del S.X. En la arquitectura lo más
distintivo es el empleo de elementos de procedencia islámica (arcos califales con alfiz,
modillones de rollos). La otra gran manifestación artística mozárabe son los códices miniados,
una producción propiamente hispánica son las ilustraciones de los Comentarios al Apocalipsis
del Beato de Liébana (Beatos)
El arte románico llega a España en el siglo XI y se extiende hasta el SXIII. Con él Europa
recupera la unidad artística que había perdido con la desaparición de Roma. En arquitectura
son características las iglesias de plantas de cruz latina y el empleo de arcos de medio punto y
bóvedas de cañón. La Catedral de Santiago de Compostela-que sigue los modelos franceses de
iglesias de peregrinación- es el ejemplo más destacado. Las artes plásticas (escultura y pintura)
casi siempre aparecen ligadas a la arquitectura, ocupando lugares destacados de los templos
(portadas, ábsides, claustros, capiteles). Lejos de buscar la belleza formal, su principal finalidad
es inocular en el fiel el miedo al castigo divino, siendo el Juicio Final el tema más representado
(frescos de San Clemente de Tahull, Pórtico de la Gloria)
El arte gótico llega a España durante el siglo XIII, pervive hasta entrado el siglo XVI y está
indisolublemente ligado al desarrollo de las ciudades. En arquitectura el edificio por excelencia
es la catedral, que gracias a un nuevo sistema constructivo basado en el empleo de arcos
apuntados y bóvedas de crucería, alcanza dimensiones portentosas (Burgos, León, Toledo,
Sevilla). Las artes plásticas se caracterizan por su progresiva independencia de la arquitectura y
por la consecución de un mayor naturalismo.
El arte mudéjar
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