TEMA 8. PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX: UN DESARROLLO INSUFICIENTE
existencia de monarquías ilustradas durante la Restauración. Algo más tarde que Inglaterra,
Francia y Bélgica se industrializan países como Alemania, Polonia, Rusia, España o Italia,
todos ellos con unas características similares, aunque no con los mismos resultados.
En el caso de España hubo un retraso a la hora de abrazar la industrialización, debido sobre todo
al sector agrario, que carecía de la condiciones previas y necesarias para un despegue y
consolidación temprana de la industrialización. Con la instauración del liberalismo a partir de 1833
habrá una cierta apuesta por la industrialización, pero será insuficiente por una serie de factores:
estancamiento agrícola, inmovilismo tecnológico, ineficiente red de transportes (que impidió el
desarrollo de un mercado interior), falta de poder adquisitivo de la población, proteccionismo
excesivo, falta de inversión en el sector industrial, malas comunicaciones terrestres, escasez de
fuentes de energía, pérdida de las colonias, ineficiente sistema bancario... La escasez y carestía
del carbón autóctono lastró el desarrollo de la industria durante todo el siglo XIX: entre 1856 y
1880 laimportación de hulla extranjera cubrió prácticamente la mitad del consumo nacional. En
resumen, había en España un atraso generalizado provocado por los mencionados factores y
por avatares tan perjudiciales para la naciente industria como la Guerra de la Independencia,
la emancipación de las colonias americanas (pérdida del mercado colonial) o las guerras
carlistas. El Estado vio aumentar una y otra vez el nivel de endeudamiento que había heredado del
Antiguo Régimen, aumentando el deterioro económico y social. Lo peor fue que el endeudamiento
público fue contraído con el único objetivo de tapar agujeros mediante la apertura de otros nuevos.
Los procesos desamortizadores no obtuvieron resultados positivos: la productividad agraria no
evolucionó para influir en un verdadero proceso industrializador. La falta de inversiones y la
imposibilidad del acceso de los campesinos a la propiedad condujeron al sistema económico a
su parálisis durante décadas.
Algunos de estos problemas se fueron resolviendo a lo largo del siglo XIX, pero de todos modos la
industrialización española fue lenta, débil y tardía, si la comparamos con los países más
avanzados, en tal sentido, de Europa.
Quizá el logro más importante fuese el tendido de una amplia red ferroviaria que en 1865
alcanzaba ya los 4663 Kilómetros, aunque en su mayor parte eran ferrocarriles construidos
por empresas y capital extranjero e, incluso, con material importado, pues nuestra industria
tenía una capacidad de producción muy limitada. La red de ferrocarriles estuvo al servicio de la
explotación minera de nuestro subsuelo, también protagonizada por empresas de nacionalidad
británica, francesa, belga, etc., que gozaron de las facilidades de acceso a la explotación minera que
les confirió la Ley de Bases sobre Minas, promulgada en 1868. España, que era el paraíso de los
minerales metálicos, se convirtió en país exportador de materias primas minerales, quedando a
merced de intereses ajenos y sin capacidad para aprovechar su riqueza mineral en beneficio propio.
España era el primer país productor de hierro, que se exportaba en su mayor parte a Gran
Bretaña desde el puerto de Bilbao.
La modernización tecnológica tendió a ralentizarse, cuando no a estancarse. De modo que, hacia
1880, el parque de las máquinas de vapor fijas acabó siendo la quinta o la sexta parte del
francés, la red ferroviaria era la de menor densidad y tráfico relativo de la Europa occidental,
y la marina de vela seguía superando a la de vapor.
Las administraciones españolas del siglo XIX se autoexcluyeron como impulsoras de la industria,
incluso acabaron causándola un grave perjuicio, porque quedó en manos de capitalistas
extranjeros.
Así, con diferentes matices, todos los autores coinciden en el fracaso de la industrialización
española en el siglo XIX. Durante ese siglo España pierde el tren de la Revolución industrial, y
llegado el siglo siguiente, en torno a 1910-13, se comprueba que los niveles de industrialización
españoles estaban entre los más bajos de Europa, lo que consagra el atraso de nuestra economía.
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