El y Yo Diario de Gabriela Bossis
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Dios tiene el poder para salvar tu matrimonio
Comienza por el Paso1 “TU CONVERSIÓN”: Jesús y yo
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de penas o de glorias con tal de atraérmelo. Si abrís el Evangelio tenéis a la mano de dónde
escoger: Mis Milagros, Mi Piedad por los pecadores; Mis Austeridades, Mi Llamamiento a los
escogidos, Mis Silencios, Mis Plegarias, Mis luchas con Mis adversarios, Mi Firmeza y Mi
Constancia, Mi Celo por el servicio del
Padre, Mi Caridad para con los hombres Mis hermanos, Mi Preocupación por salvarlos. Y
luego, Mis Angustias de Ghethsemaní por tantos ingratos, por tantos que se iban a perder para
siempre, cuando Yo iba a verter por ellos hasta la última gota de Mi Sangre.. .
"Tomad por la mañana una página de Mi Vida y encerradla en la memoria; que os haga compañía
durante la jornada, inspirándoos el amor fiel, la imitación de Mis Virtudes; de manera que cada
uno sea otro Cristo, pues éste es el único objetivo de la intimidad. Tiende a ello. Será la plenitud. Y
será entonces cuando Yo diga con absoluta verdad 'Mi Gabriela' y tú Me dirás con entera plenitud
'mi Señor'."
1498. 14 de febrero. Hora Santa. Pensaba en arreglos financieros, en los impuestos y en otras
cosas. El: "¿No Soy Yo tu Tesoro eterno e infinito? Y las finanzas de la Tierra sirven para tan corto
tiempo. No les concedas largos pensa-mientos; solamente lo que sea indispensable. De lo
contrario, te expones al riesgo de que arras-tren tu pensamiento. Iba a decir 'el corazón de tu
pensamiento', que Me pertenece. ¿No eres feliz cuando Me perteneces? ¿Has hallado en otra
parte dulzuras como las que Yo te doy? ¿Conmigo no estas en tu casa, en familia, tú, Mi pequeña
imagen querida? "Que tu sola preocupación sea la de estar siem-pre cerca de Mí y en las cosas de
Mi Gloria y de Mi Reino, Mi Voluntad, Mi fiambre de las almas, Mis más delirados Deseos. Y ahora,
¿sabes lo que deseo esta tarde? Reposar en ti. Para ello, sé toda Mía. Clava tu pensamiento en Mi
Corazón y en Sus Sufrimientos. Entonces Me parecerá que los compartes, Me darás un precioso
socorro en el Jardín solitario. ¡Si su-pieras! Pero no, vosotros no sabéis lo que es para Mí vuestro
pensamiento; si lo supiérais, lo dirigiríais más a vuestro Esposo.
"Yo tomo, sin embargo, los nombres más dulces para invitaros a una respuesta y, a pesar de
eso, muchos Me tienen lejos, como un extravio que no se quiere ver mezclado en la propia vida.
"Hasta en el momento de la muerte Me tienen miedo. Se marchan de aquí porque es inevitable,
pero sin pensar para nada en echarse en Mis Brazos, que son los del Salvador, los del gran Amigo,
los de un Dios que desposa, de un Crea-dor que todo lo hizo en vosotros. ¿No sería lo más natural
dárselo todo con alegría y agradecimiento?
“Tú, hija, no obstante tu pequeñez, alcánzame con frecuencia como ensayando el postrer
vuelo. Puesto que ese día tiene que llegar, que tu alma piense en su vestidura del último viaje..."