ARTROPATÍA CORTICOIDEA. UNA DUDA FRECUENTE
La artropatía corticoidea (daño articular acelerado, condrolisis, osteonecrosis o destrucción
rápida articular) puede desarrollarse tras infiltraciones repetidas de corticoides, pero la
cantidad exacta de infiltraciones que conlleva este riesgo no está claramente definida
en la literatura. El riesgo es mayor con múltiples infiltraciones y con dosis altas, y varía
según la articulación y el contexto clínico.
En rodilla, estudios observacionales y de cohortes muestran que el riesgo de progresión
acelerada de osteoartritis y daño estructural aumenta significativamente a partir de tres o
más infiltraciones al año en el mismo sitio, especialmente si se realizan en intervalos cortos
(< 3-6 meses). La probabilidad de daño articular relevante (progresión radiográfica,
necesidad de artroplastia) tras tres o más infiltraciones puede superar el 9% a 15% a cinco
años en pacientes con factores de riesgo. En cadera, el riesgo de artropatía corticoidea y enfermedad destructiva rápida es más alto
que en otras articulaciones. El riesgo aumenta con más de una infiltración y con dosis ≥ 80
mg de triamcinolona; la incidencia de destrucción rápida de cadera tras infiltración es de
5.4% en cohortes, con una relación dosis-respuesta clara.
En hombro, la evidencia es menos robusta, pero no se ha documentado condrolisis
significativa con hasta cuatro infiltraciones en series de capsulitis adhesiva; el riesgo parece
bajo si se limita a menos de cuatro infiltraciones y se evita la administración intratendinosa.
En región trocantérica, la artropatía corticoidea es rara.
En la fascia plantar existe riesgo de ruptura y atrofia tisular, pero no de condrolisis articular;
los eventos adversos graves son infrecuentes y no se ha establecido un umbral claro de
número de infiltraciones.
En resumen, el riesgo de artropatía corticoidea aumenta con el número y la dosis de
infiltraciones, siendo más relevante a partir de tres infiltraciones en rodilla y más de una en
cadera. La probabilidad varía entre articulaciones, siendo mayor en cadera y rodilla, y baja
en hombro, trocánter y fascia plantar. Se recomienda limitar el número de infiltraciones a no
más de tres a cuatro por año en una misma articulación y usar la menor dosis eficaz.
Además, se recomienda espaciar las infiltraciones de corticoides en una misma articulación
al menos 6 semanas, y preferentemente 3 meses, para minimizar el riesgo de artropatía
corticoidea. La evidencia indica que infiltraciones más frecuentes o regulares (por ejemplo,
cada 3 meses durante 2 años) pueden asociarse a mayor pérdida de volumen de cartílago y
daño articular, especialmente en rodilla y cadera. Por lo tanto, las infiltraciones deben
limitarse a situaciones de exacerbación sintomática y nunca ser programadas de forma
rutinaria. El efecto clínico suele durar de semanas a pocos meses, y la decisión de repetir la
infiltración debe basarse en la respuesta clínica y en la evaluación del riesgo-beneficio en
cada paciente.