El arado de subsuelo o Killifer se usará en caso de tener un suelo demasiado pobre o cargado de sales que no es conveniente se mezcle con las capas superiores. Este arado roturador paro no volteador del subsuelo y que puede penetrar hasta 0.90 cm. y 1.00 m, se debe trabajar siguiendo una dirección perpendicular a la que seguirá el surco de riego para evitar pérdidas de agua, igualmente esta labor debe ser complementada con una aradura más superficial. Como efectos principales de esta aradura podemos decir: Rompe las capas del subsuelo que anteriormente no han sido explotadas y las capas duras (harpan) que por su poca permeabilidad dificultan el movimiento vertical del agua. Crea una mayor zona para el almacenamiento de agua. Dá oportunidad a un mejor desarrollo radicular por la facilidad que las raíces pueden penetrar a través de capas que oponían ante una mayor resistencia. Por otro lado es recomendable tener precauciones al practicar una labranza de este tipo, pues no es recomendable para suelos cascajosos o salinos. e) Labranzas según la Inclinación de la cinta. Al ejecutar la labranza, el arado suelta el suelo simultáneamente en sentido vertical y horizontal, creando una cinta continua de tierra que sufre un movimiento giratorio por el empuje de la vertedera o disco. Según el ángulo que gire el prisma, la labranza será: inclinada y horizontal. 1. Labranzas Inclinadas.- En estas, el prisma de tierra a-b-c-d, es levantado primero del lado c-d girando alrededor de 90° y por la acción del implemento continua girando unos 45° más, hasta apoyar con el prisma anterior. El ángulo de rotación depende de la anchura (a-d) de la cinta de tierra movida por el arado; esta quedará más inclinada, cuanto más ancho sea. Generalmente la inclinación es de 45°, que resultan de una rotación de 135°, que es la más conveniente desde el punto de vista de la mayor superficie expuesta al aire; esta inclinación se obtiene cuando la anchura es el doble de la profundidad. En este tipo de labranza, que es la más común el terreno presenta superficie ondulada. 2. Labranzas Horizontales.- En la labranza horizontal el prisma de tierra sufre una rotación de 180°, es decir, la cinta es completamente volteada y no se apoya con la adyacente; debido a la gran anchura de las cintas cortadas por el arado. En esta forma la superficie del terreno, después de la labranza, queda sin ondulaciones. La labranza horizontal se emplea cuando se quiere enterrar malezas, exponiéndolas sus raíces a la acción directa del sol. Por otro lado en terrenos demasiado húmedos, la evaporación se activa. f) Labranzas según el perfil del terreno.- Pueden ser: llanas, alomadas (o calzando) y hendidas (ó descalzando). 1. Labranzas llanas.- Consiste en voltear la tierra siempre hacia el mismo lado, de tal manera que todas las cintas siempre sean paralelas y la superficie sea llana o uniforme. Este tipo de labranzas se emplea en los terrenos con Inerte gradiente y en la de reducida extensión, que se quieren conservar perfectamente planos. 2. Labranza alomadas o “ calzando” Se llama así porque después de las labranzas queda en el centro del campo de la tabla un lomo longitudinal, los prismas de tierra movidos por el arado han sido volteados hacia el centro. Los de la mitad izquierda quedan inclinados hacia la derecha, y los de la mitad derecha han sido volteados hacia la izquierda formando una especie de lomo en el centro. Esta es una forma muy común de labranza, con arado de vertedera fija. 3. Labranza hendida ó “del calzando”.- A la dirección se procura que sea la mayor dimensión (largo) del terreno, economizando tiempo, pues así se da menor número de vueltas. Generalmente cuando el terreno es de gran extensión, se dividen en secciones o “tablas” largas y angostas, con el objeto de facilitar el trabajo diario (melgas). Cuando el terreno tiene gradiente pronunciado, se procura seguir la dirección oblicua intermedia entre la mínima y la máxima gradiente si se sigue la dirección de la pendiente mayor la labranza será muy difícil de subida. Y si se trabaja en dirección perpendicular a la gradiente la tierra no se volteará cuando el arado marcha hacia arriba. Con arados reversibles si se podrá hacer la labranza horizontal, volteando la tierra siempre en el mismo sentido y obteniendo una labor llana. g) Labranzas según la humedad del terreno.- Pueden ser en seco y en húmedo: 1. Labranzas en seco.- Solo son posibles en terrenos sueltos, arenosos. Tiene como inconveniente el mayor descaste de implementos, mayor esfuerzo de tracción del tractor y un menor mullimiento del terreno. 2. Labranza en húmedo. Son aquellos que se ejecutan en terrenos húmedos, generalmente proporcionada por un riego previo que recibe la denominación de “machaco” o “remojo". Esta operación previa se realiza para disminuir la tenacidad del terreno, pues la cohesión del suelo, opone una gran resistencia a la penetración de los implementos de labranza. Las ventajas de este tipo de labranza son: Una mayor y mejor penetración de los implementos Menor esfuerzo de tracción Mejor mullimiento y trabajos posteriores facilitados Mejor conservación de los implementos Economía de tiempo Posibilidad de destruir malezas que aparecen con la germinación producida por la humedad del remojo sobre las semillas existentes en el suelo. h) Época y numero de labranza.- La época de ejecutar las labranzas dependen en gran parte de los factores propios de cada fundo. Se debe considerar en primer lugar la época de siembra. Las labranzas deben ejecutarse siempre con la debida anticipación, para que cuando llegue la época de sembrío el terreno se encuentre ya preparado. Otro factor es de que se debe tomar en cuenta es la disponibilidad de implementos de trabajo, sea el número de arados, de yuntas o tractores con que se dispongan en el momento de iniciar el trabajo, relacionándola siempre con la superficie a trabajar y la cantidad de agua de riego con que se necesita labrarlos varias veces, para que quede en condiciones de ser sembrado. En suelos compactos, arcillosos se necesita un mayor número de labranzas que los de naturaleza suelta y arenosa. Así mismo los suelos gastados o de poca fertilidad requieren mayores labranzas. Por otro lado se debe tener en cuenta que un número excesivo de labranzas tiende a pulverizar el suelo. Esta pulverización es mala para la utilización del equipo pesado, y que puede compactar posteriormente el terreno impidiendo que las raíces, el agua y el aire penetren en él. De ahí pues la necesidad de no abusar en demasía de las labranzas. i) Labores complementarias a las labranzas.- Generalmente después de la labranza, o del pasaje de un arado, el terreno presenta una superficie no del todo mullido, no aparentemente aún para destinarlo a la siembra, se pueden apreciar sobre la superficie terrones aún compactados, raíces de restos de malezas. Para ellos recurrimos al pasaje de una ”grada” de discos que tiene por finalidad desmenuzar o pulverizar los terrones, y a continuación se pasará una rastra de puntas o “rastrilla” de brazos flexibles o rígidos, que tienen la finalidad de juntar los restos de malezas aún también desenterrar las raíces y otros fragmentos. Posteriormente estos rastrojos amontonados, será recolectados a mano “despajo” y finalmente la “quema”. Otra labor final a la preparación de tierras y complementario a todas las labranzas es el nivelado, planchado, tabloneado y alisado. Consiste en pasar una niveladora o tan solo un “tablón” con la finalidad de dejar la superficie de terreno lo más nivelado, posible sin los surcos que deja el arado de grada, para que cuando se siembre no se tenga problemas con el enterrado de las semillas ya que debe ser lo más uniforme. Estos implementos son jalados por yuntas o tractores livianos.