Masters 0.5 | Alessandra Hazard libros fans
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había necesitado era que su Maestro sacara su polla y le levantara
la túnica.
Una mano firme le apretó la nuca, presionando el rostro de Troy
con más fuerza contra la alfombra exuberante. La dura polla dentro
de él empujaba hacia adentro y hacia afuera, el cuerpo del Maestro
Andreas era sólido y pesado encima de él. Se sentía, dioses,
indescriptible. El grosor en él, la firmeza de esa polla estirándolo,
el peso de este hombre encima de él. Se sentía tan cosificado, pero
tan, tan bueno. Los gemidos agudos salían de su boca con cada
embestida, le dolía la polla, las bolas le pesaban entre las piernas
mientras el Maestro Andreas lo follaba con fuerza.
—Te encanta esto. —dijo el Maestro en una voz tan baja que
sonó como un gruñido. Apretó el cuello de Troy y dejó de empujar.
—Admítelo.
—Me encanta. —balbuceó Troy, incoherente con la necesidad
de ser jodido, más profundo, más. —Muévete, vamos.
—Ruégame.
Hace un mes, se habría resistido. Se habría burlado. Hace un mes
no había sido tan adicto a este sentimiento.
—Por favor, —dijo Troy, tratando de empalarse en la polla. —
Por favor dámelo, Maestro. Por favor, por favor, por favor.
Y el Maestro Andreas se lo dio.
Su peso estaba completamente encima de Troy ahora, empujó
hacia su agujero descuidado y comenzó a follarlo fuerte y rápido.
Y Troy lo perdió por completo, gimiendo de pura felicidad. Sí,
sí, sí…
Se corrió con tanta fuerza que vio estrellas, y luego se corrió de
nuevo cuando sintió a su Maestro correrse también, o al menos así
lo sintió. Suspiró de felicidad, el bucle de placer telepático casi