Salmo (Sal 138, 1-5): Respondiendo a la bondad de Dios el salmo da gracias y alaba
al Señor. Lo hacemos también nosotros, aclamando: Señor, daré gracias a tu
nombre tu amor y tu fidelidad.
Te alabaré con todo mi corazón; Delante de los dioses te cantaré salmos. Me
postraré hacia tu santo templo, Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad;
Señor, daré gracias a tu nombre tu amor y tu fidelidad.
Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas. El día que
clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma.
Señor, daré gracias a tu nombre tu amor y tu fidelidad.
Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, Porque han oído los dichos de
tu boca. Y cantarán de los caminos de Jehová, Porque la gloria de Jehová es
grande.
Señor, daré gracias a tu nombre tu amor y tu fidelidad.
Evangelio (Lc 17, 11-19): El corazón de Dios es sensible al agradecimiento. Así
lo experimentó el propio Jesús.
De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y al
entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta
distancia y gritaban: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros». Jesús les dijo:
«Vayan y preséntense a los sacerdotes». Mientras caminaban, iban quedando
sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz,
y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un
samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde
están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este
extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser agradecidos