Pasos de la eucaristía

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Pasos de la eucaristía
Ritos de entrada
Son todos aquellos pasos que introducen a los fieles en la
celebración. Estos ritos iniciales, que preceden a la Liturgia de
la Palabra, incluyen el canto de entrada, el saludo inicial, el
acto penitencial, el "Señor, ten piedad", el Gloria y la Oración
colecta, y tienen como objetivo hacer que los fieles reunidos
constituyan una comunión y se dispongan a oír como conviene la
Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.
Canto de entrada

El canto de entrada comienza cuando el sacerdote (con el
diácono y los ministros) hace su entrada en el templo o en el
recinto en el que se vaya a celebrar la Eucaristía. Este canto
tiene como objetivo abrir la celebración, fomentar la unión de
quienes se han reunido e introducirles en el misterio del tiempo
litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión del sacerdote y
los ministros.
Saludo inicial

Terminado el canto de entrada, el sacerdote, de pie junto a la
sede, hace la señal de la cruz junto con toda la asamblea y
saluda al pueblo reunido. A continuación el sacerdote, por medio
del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del
Señor. Con este saludo y con la respuesta del pueblo queda de
manifiesto el misterio de la Iglesia congregada. Terminado el

saludo al pueblo, el sacerdote o el diácono o un ministro laico
puede introducir a los fieles en la Misa del día con brevísimas
palabras (Monición de entrada).
Acto penitencial
Se pide perdón a Dios por los pecados cometidos diciendo el
Kyrie ("Señor, ten piedad") (a veces precedido del Confiteor
("Yo pecador")). Después, el sacerdote invita al acto
penitencial, que, tras una breve pausa de silencio, realiza toda
la comunidad con la fórmula de la confesión general y se
termina con la absolución del sacerdote, que no tiene la eficacia
propia del sacramento de la Penitencia

Señor, ten piedad

Después del acto penitencial, se dice el Señor, ten piedad, a no
ser que éste haya formado ya parte del mismo acto penitencial.
Siendo un canto con el que los fieles aclaman al Señor y piden
su misericordia, regularmente habrán de hacerlo todos, es
decir, tomarán parte en él el pueblo y la schola o un cantor.
Cada una de estas aclamaciones se repite, normalmente, dos
veces, pero también cabe un mayor número de veces, según el
genio de cada lengua o las exigencias del arte musical o de las
circunstancias.

Gloria
Se canta o reza el himno del Gloria, cuyo texto es invariable.
El Gloria es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia
congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al
Cordero y le presenta sus súplicas.

Oración colecta

Es aquella en la que el sacerdote recoge todas las intenciones
de la comunidad. Suele resumir el carácter del día o la fiesta
que se está celebrando. Comienza con la invitación del
sacerdote a la oración. Todo el pueblo congregado, a una con el
sacerdote, permanecen un momento en silencio para hacerse
conscientes de estar en la presencia de Dios y formular
interiormente sus súplicas
Liturgia de la palabra
La liturgia de la palabra comprende las lecturas tomadas de la
Sagrada Escritura, que son desarrolladas con la homilía, la
profesión de fe (el credo) y la Oración de los fieles. En las
lecturas, que luego explica la homilía, Dios habla a su pueblo,
descubriendo el misterio de la redención y salvación, y
ofreciendo alimento espiritual.
Primera Lectura
La primera lectura suele ser tomada del Antiguo Testamento.
En Pascua de Resurrección suele ser tomada del Apocalipsis y
los Hechos de los Apóstoles.

Segunda lectura
Es tomada del Nuevo Testamento, salvo del Evangelio.
Generalmente es un pasaje de alguna epístola. Esta lectura se
omite en los días de semana, a no ser que coincida con una
solemnidad.
Aleluya
Es una aclamación que precede a la proclamación del Evangelio.
Se canta después de la lectura que precede inmediatamente al
Evangelio, y puede ser sustituido por otro canto establecido por
la rúbrica, según las exigencias del tiempo litúrgico.
Oración de los fieles
Se realizan peticiones de parte de la asamblea, por sus
necesidades, a Dios. En la oración universal u oración de los
fieles, el pueblo, responde de alguna manera a la palabra de
Dios acogida en la fe y ejerciendo su sacerdocio bautismal,
ofrece a Dios sus peticiones por la salvación de todos.
Liturgia de la Eucaristía
Ésta es la parte nuclear y central de la Misa pues, según la fe
católica, Jesucristo mismo se hace presente en las especies
eucarísticas en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad (ver
transubstanciación). En la última Cena, Cristo instituyó el
sacrificio y convite pascual, por medio del cual el sacrificio de
la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia cuando el
sacerdote, que representa a Cristo Señor, realiza lo que el
mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en
memoria de Él.

Plegaria eucarística
Ahora empieza el centro y la cumbre de toda la celebración. La
Plegaria eucarística es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sacerdote invita al pueblo a elevar el corazón
hacia Dios, en oración y acción de gracias, y lo asocia a su
oración que él dirige en nombre de toda la comunidad, por
Jesucristo en el Espíritu Santo, a Dios Padre.
Rito de la Comunión
Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene
que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean
recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento
espiritual. A esto - tienden la fracción y los demás ritos
preparatorios, que conducen a los fieles a la Comunión.
Ritos de despedida
Bendición. Antes de la bendición, se pueden introducir breves
avisos para los fieles. Con la bendición final, el sacerdote
bendice a los fieles "in nomine Patris et Filii + et Spiritus
Sancti" ("en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo"). En una bendición solemne, la fórmula es más larga, ya
que se enriquece y amplía con la oración sobre el pueblo o con
otra fórmula más solemne. Si la Misa la dice un Obispo, éste
traza la señal de la Cruz tres veces sobre los fieles. El
diácono, o un sacerdote si no lo hubiera, despide al pueblo
diciendo "Ite, missa est" ("Podeis iros, la misa ha concluido") o
"Benedicamus Domino" ("Bendigamos al Señor"), dependiendo de
la Misa, a lo cual el pueblo responde "Deo gratias" ("Demos
gracias a Dios"). La despedida del pueblo por parte del diácono
o del sacerdote tiene como objetivo que cada uno regrese a sus
honestos quehaceres alabando y bendiciendo a Dios
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