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Lic AUS Jorge Luis Prioretti - https://www.facebook.com/Inclusioncalidadeducativa/
Para evaluar si la enseñanza ha sido buena, tomamos en cuenta, entre otras cosas, el
aprendizaje alcanzado por los estudiantes, es decir, si alcanzaron, como base, los logros
acreditables y si se perfilan a las expectativas de logro esperadas. Pero no sólo eso.
La enseñanza es una actividad “intencionada”: es “hacer algo para que otro aprenda
determinados contenidos”. La enseñanza no sólo se juzga por lo que aprendió el estudiante ya
que la enseñanza es además una actividad moral, social y cultural y, esto, puede evaluarse
tomando otros criterios: el respeto por el otro, la adecuación al contexto sociocultural, la ideología
que transmite, la coherencia entre fines y métodos, los propósitos que persigue, entre otros.
La enseñanza es una actividad compleja y no puede evaluarse como un bloque, con una
sola metodología ya que se evalúan diversos contenidos: cognitivos, procedimentales y
actitudinales (ejemplificados anteriormente). La enseñanza es un proceso que incluye diversos
aspectos y todos pueden y, además, deben ser evaluados con periodicidad.
Si tomamos como patrón los aspectos vistos, el proceso de enseñanza debería evaluarse
en función de: la adecuación de los objetivos y contenidos, a la cultura de los estudiantes,
a los propósitos generales; la selección y secuenciación de los contenidos para cada
etapa; la forma de organización de los contenidos y el tipo de planificación (expectativas
de logros, acreditables, etc.); el clima de trabajo que se genera en el aula; las estrategias
para motivar a los estudiantes; las estrategias de enseñanza; las estrategias de
evaluación.
En conclusión, el que enseña debe evaluarse: en su carácter de planificador, de enseñante
y, además, de evaluador.
3. Evaluar el aprendizaje
En educación se evalúa el aprendizaje de los estudiantes con dos finalidades:
Para regular y ajustar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
La enseñanza y el aprendizaje son procesos, no suceden en un solo momento sino que se
desarrollan a lo largo de un período. Durante este período, la evaluación sirve para ir
realizando los ajustes necesarios en estos procesos, es decir, intencionalidad pedagógica.
Durante el proceso, la evaluación sirve al docente para ver si está logrando los objetivos,
para modificar la forma de enseñar, para volver atrás o avanzar en los contenidos, para
decidir que tipo de respaldo necesitan los estudiantes, etc. Al mismo tiempo, la evaluación
realizada durante el proceso sirve también al estudiante: para reconocer sus errores, sus
limitaciones y poder corregirlos a tiempo para modificar su forma de estudiar, para mejorar su
predisposición y motivación, etc. Podríamos decir que, en relación con el para qué, la evaluación
sirve para ir tomando decisiones “de ajuste” en el camino.
Para acreditar a los estudiantes:
Pero en la educación, evaluar el aprendizaje de los estudiantes sirve además, para acreditar
a los estudiantes, es decir, para determinar si han alcanzado los objetivos y pasar al siguiente
año o ciclo. El docente tiene la facultad y el deber de decidir si un estudiante puede ser promovido