Reflexión del catequista como un mistagogo

HugoEnrique30 123 views 31 slides Jul 19, 2024
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Reflexión del catequista como un mistagogo


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El catequista como mistagogo Arquidiócesis de Tuxtla

La palabra proviene del griego mystagogos, que tiene en su raíz la palabra mystes (quien se inicia en los misterios). Mistagogia entonces es un tiempo en el que los nuevos nacidos en Cristo son iniciados en varios misterios de la Iglesia católica.

Meditemos …Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la palabra del Señor. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. Se levantó, fue donde estaba Elí y dijo: “Aquí estoy, porque me has llamado”. Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba al joven. Y dijo a Samuel: “Ve a acostarte. Y si te llama de nuevo, di: ‘Habla, Señor que tu siervo escucha’”. (1 S 3,7-9)

Este pasaje del primer libro de Samuel (1 S 3,1-10) expresa , como pocos , la situación de muchos de nuestros contemporáneos ante Dios y el oficio de “ mistagogos ” que los cristianos , en general, y los catequistas , en particular, estamos llamados a tomar al respecto .

Sin embargo, aunque Samuel vivía en el templo y quizá tenía el encargo de cuidar de la lámpara que manifestaba la presencia divina en él , el texto nos dice que ni conoce al Señor ni tampoco se le ha manifestado su palabra.

Tiempo de crisis Vivimos en un tiempo en el que parece rara la palabra del Señor y apenas sabemos reconocer los signos de su presencia . Incluso aquellos que como Elí tenemos la encomienda de dar culto a Dios y de ser guardianes y transmisores de su palabra, nos sentimos con una fe muy débil , incapaces de percibir su presencia , con unas fuerzas muy disminuidas que nos impiden ser creativos para servir a la palabra divina con vigor y creatividad .

La promesan vigente Y, sin embargo, la lámpara del Señor sigue encendida , los signos de su presencia se mantienen en un mundo que parece darle la espalda . Dios sigue saliendo al paso del hombre. Muchas veces entre “ sueños ”, más allá de la inconsciencia , prejuicios y anhelos que nos envuelvan , el Señor comunica su palabra, fuerza la conciencia de su compañía , ajusta sus pasos a las circunstancias y avatares que jalonan nuestras vidas y nos atrae hacia sí .

Catequista: eres signo de esperanza Los catequistas , en particular, tenemos la tarea de salir de nuestro sopor, de estar atentos para comprender cómo Dios se comunica con cada persona que nos pone en nuestro camino y de ponernos a su disposición para ayudarles a escuchar la palabra divina y para que ésta halle eco en su corazón .

¿Cuáles son los signos en tú vida, que hablan de la compañía de Dios?

¿Proceso evangelizador o adoctrinamiento? La mayoría de nuestros procesos catequéticos no consiguen iniciar en la fe . Tras seguir un proceso catequético y recibir los sacramentos , la mayoría de los que han pasado por nuestras comunidades se alejan de la Iglesia . La Iglesia ha hecho pivotar la transmisión de la fe bien sobre una catequesis meramente doctrinal bien sobre una catequesis llamada de la experiencia .

Definamos los conceptos: A) Catequesis doctrinal En una sociedad de cristiandad, el proceso de socialización suponía el “catecumenado social” por el que, a un tiempo, introducía a sus miembros en la cosmovisión cristiana. En este contexto, la catequesis doctrinal era el dispositivo por el que, de una manera refleja, la Iglesia transmitía las expresiones fundamentales de la fe (verdades, ritos, mandamientos y oraciones) que estaban en la base de esa cosmovisión y constituían el alma de la vida cristiana. B) Catequesis de la experiencia la llamada catequesis de la experiencia. En sus extremos, este modo de concebir y realizar la catequesis comparte, aunque sea tácitamente, los mismos presupuestos fundamentales de aquellas condiciones culturales y religiosas a las que quiere responder.

Ambos tipos de catequesis, que hemos descrito en sus extremos, adolecen de un mal fundamental: apenas remiten al misterio cristiano. Uno porque las expresiones de la fe eclesial, lejos de ser presentadas como mediaciones que hacen presente y conducen al misterio santo de Dios, son entregadas como metas en sí mismas, pantallas que ocultan el misterio divino al que quieren servir. Y el otro, porque lejos de abrir al sujeto al Misterio que late en su propio misterio, lo encierra sobre sí mismo y absolutiza unas experiencias humanas que sólo pueden alcanzar su último sentido y plenitud en la medida en que se deje iluminar y fecundar por una experiencia de gracia que transciende al propio sujeto y que la Iglesia es mediadora.

Nuestra propuesta: catequesis mistérica la catequesis iniciática es la actividad por la que la Iglesia ayuda a los buscadores de Dios a ser introducidos en su misterio. Aquí el protagonismo no recae sobre la actividad eclesial o sobre el propio sujeto, sino sobre la actividad del Espíritu, el cual actualiza el acontecimiento salvador de Cristo para que los hombres, en el seno de la Iglesia, puedan ser engendrados como hijos de Dios.

El cristiano del futuro o será un “místico”, es decir, una persona que ha “experimentado” algo, o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisión personales. K. Rahner; “Espiritualidad antigua y actual”, en: Id., Escritos de teología , T. VII (Madrid 1969) 25. Este texto de K. Rahner señala el núcleo esencial, el requisito imprescindible, para la pervivencia de la fe en nuestro tiempo: la condición necesaria para que en el futuro (ya presente) alguien pueda ser cristiano es que sea un “místico”, es decir, una persona que ha “experimentado” algo del misterio cristiano.

La auto comunicación divina en favor del ser humano reclama de éste su conocimiento y asimilación. Dos referencias al evangelio de san Juan son suficientes para apuntalar esta afirmación:

“ Ésta es la vida eterna : que te conozcan a ti el único Dios verdadero , y a tu enviado , Jesucristo ” ( Jn 17,3). El ser humano alcanza la vida eterna , la vida en plenitud , en la medida en que conoce y ama el misterio de Dios que se ha revelado por medio de su enviado , su Hijo Jesús. en la línea bíblica , supone una relación existencial con Dios de profundas consecuencias personales para quien goza de dicha relación .

“Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y Tú en mí, para que sean completamente uno” ( Jn 17,22-23a). El conocimiento del misterio cristiano es un conocimiento comunional, donde toda la persona del creyente queda implicada y participa del conocimiento comunión que el Hijo tiene del Padre.

La mistagogía espiritual cuida de la transmisión y de la asimilación adecuada del misterio cristiano . Ayuda a acogerlo y comunicarlo desde la gracia y la experiencia . Más que método , es una sensibilidad espiritual peculiar, que acompaña el proceso de comunicación en todos sus componentes y recorrido , don gratuito de Dios, participación personal del sujeto y mediaciones .

Más bien, una catequesis mistagógica es la que se concibe a sí misma como un servicio a la actualización y asimilación del misterio divino revelado en Jesucristo. Esta catequesis, eminentemente iniciática, exige una sensibilidad espiritual peculiar por parte de quienes la desarrollan, para que todas las actividades que se realicen, para que todos los elementos que concurran, en pocas palabras, para que todo el proceso iniciatorio esté permanentemente referido al Misterio del Dios vivo e introduzca en Él.

La catequesis se presenta como un servicio eclesial a la acción de la gracia divina y a la respuesta libre del hombre que la acoge se deja transformar y, de este modo, en la propia entrega, experimenta personalmente el amor de Dios. las mediaciones eclesiales (doctrina y práctica) como el propio catequista (maestro experimentado e inspirador), al igual que la experiencia personal del sujeto, lejos de suponer una interposición en la relación personal entre Dios y el creyente, son elementos interiores de esa relación, siempre que se administren al servicio de la misma.

Justamente para que todo cristiano pueda ser un “místico”, es decir, alguien que ha experimentado la cercanía de Dios y el poder transformador de su gracia, tiene que haber pasado por una catequesis mistagógica que lo haya introducido en la vida de la comunidad eclesial, lo haya ayudado a reconocer en ella la correspondencia con el misterio que embarga su vida y lo sostenga en la respuesta de fe que debe otorgar a las mociones que la gracia divina le inspira.

La experiencia espiritual cristiana no es un elemento posterior a la iniciación; de hecho, constituye un principio determinante a la hora de poder iniciar el proceso iniciático16. Por tanto, incumbe a los catequistas ayudar a fraguar una experiencia espiritual básica capaz de configurar, a imagen de Cristo, la vida personal de los que se inician.

EL CATEQUISTA, UN TESTIGO DE LA FE QUE INTRODUCE EN EL MISTERIO CRISTIANO Para que un catequista pueda ejercer su ministerio desde una orientación mistagógica deben concurrir en él dos cualidades: la primera es una condición común y la segunda apunta a la misma capacitación para el ejercicio de la catequesis. La primera se refiere a esa experiencia del misterio de la fe que, por exigencia del mismo y por el contexto cultural y religioso actual, todo miembro de la Iglesia debe hoy tener para poder vivir su fe; nos referimos a que el catequista debe ser un cristiano que, de algún modo, ha verificado las verdades de la fe en su propia experiencia vital, al tiempo que bajo la luz de la fe sabe interpretar cristianamente los avatares y circunstancias de su vida.

La catequista mistagogo debe poder constituirse, a un tiempo, en testigo y en maestro, de manera que tenga capacidad para proponer y acompañar a otros en el camino personal que deben recorrer para ser introducidos en la comunión divina por la gracia de la fe. De este modo, la experiencia personal del misterio cristiano es condición necesaria para ser catequista, esto es lo que le otorga la condición de testigo.

EL CATEQUISTA-MISTAGOGO, UN CREYENTE QUE POR EL SENSUS FIDEI TIENE EXPERIENCIA DEL MISTERIO CRISTIANO El catequista es ante todo un cristiano. Por la escucha obediente de la Palabra y la gracia bautismal, como cualquier bautizado, está ungido con el sentido de la fe (sensus fidei fidelis). En virtud de este sentido sobrenatural, el discípulo de Cristo participa del carácter profético de su Maestro y está capacitado para conocer las cosas de Dios y ponerlas en relación con la vida.

Pero ¿qué es ese sentido de la fe (sensus fidei)? es “una especie de instinto espiritual que permite al creyente juzgar espontáneamente si una enseñanza particular o una práctica está o no en conformidad con el Evangelio y con la fe apostólica”.

En efecto, el sentido sobrenatural de la fe se intensifica en la medida en que el cristiano crece en santidad, esto es en la medida en que la caridad de Cristo informa la fe y la hace activa en el amor. A mayor vida teologal, a mayor inserción en la comunidad eclesial y a mayor calidad de vida cristiana, más crecerá el sentido de la fe y el creyente más se verá iluminado para poder discernir las mociones del Espíritu y los caminos que el Señor abre ante él y ante los otros para conducirlos a su misterio.

EL CATEQUISTA-MISTAGOGO, REALIZA LA CATEQUESIS EN EL EJERCICIO DEL SENSUS FIDEI En efecto, si el bautizado se define por su vinculación a Cristo y por su participación en la misión de su Maestro, si siempre su condición es la de discípulo misionero (cf. EG 120), es inconcebible que la gracia de la fe, el sentido por el que reconoce y se abre a la realidad sobrenatural del misterio divino solo ataña a su propia fe. El sentido de la fe permite al catequista penetrar y experimentar personalmente los misterios cristianos en su propia vida y en las múltiples mediaciones eclesiales que los actualizan (le permite ser un cristiano con experiencia). Pero, al mismo tiempo, también le capacita para reconocer intuitivamente la acción secreta que el Espíritu del Resucitado lleva a cabo en los catequizandos en aras de introducirlos en el Misterio de Cristo (le permite ser un catequista al servicio de la experiencia del misterio divino).

CLAVES FORMATIVAS QUE SUBRAYEN LA DIMENSIÓN MISTAGÓGICA DE LOS CATEQUISTAS Necesitamos catequistas mistagogos , cristianos que, conocedores por experiencia del misterio de la fe , estén dispuestos a responder positivamente a la llamada que la comunidad cristiana les hace para iniciar a otros en ese mismo misterio .

La catequesis es: “Es más bien la experiencia mistagógica de quien aprende a encontrar a sus hermanos allí donde viven y trabajan , porque él mismo ha encontrado a Cristo, que le ha llamado a ser discípulo misionero . Debemos insistir en indicar el corazón de la catequesis : ¡ Jesucristo resucitado te ama y nunca te abandona ! Este primer anuncio nunca puede encontrarnos cansados o repetitivos en las distintas etapas del camino catequético ” P.P Francisco
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