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lingüísticas para estos fenómenos. En el otro extremo, tenemos distinciones que son el resultado exclusivo de
operaciones lingüísticas. Ellas no se producen como expresión de la respuesta de nuestra estructura biológica a lo
que sucede en nuestro medio, sino que son el producto del poder del lenguaje para generarnos observaciones y
experiencias que, sin él, no podríamos tener. Las distinciones matemáticas son un buen ejemplo de lo que señalamos
y dentro de ellas un caso típico es el de la distinción de «cero». Dado que diferentes distinciones poseen poder
diferente, aquellas que muestran ser más poderosas tenderán a perdurar, serán transmitidas de una comunidad a
otra y en muchos casos son inventadas independientemente por comunidades diferentes. Cuando describimos,
aquello que distinguimos pertenece a aquello que el observador observa. El centro de gravedad en este caso está
colocado en lo observado o, si se quiere, en el mundo. Cuando adscribimos, en cambio, es el propio observador el
que le confiere a lo observado aquello que se constituye en el proceso de adscripción. El centro de gravedad está
ahora en el propio observador."
"Cuando hacemos juicios, conferimos al mundo y a sus entidades constitutivas rasgos que resultan de la forma como
nos relacionamos con ellos. Los juicios, por consiguiente, no solo hablan de las entidades a las que se refieren, sino
de la relación que establecemos con ellas. Los juicios, por lo tanto, siempre hablan tanto sobre la persona que los
emite como sobre el mundo que es enjuiciado. En consecuencia, los juicios operan como sintetizadores de la forma
en que estamos en el mundo, o lo que Heidegger llama el Dasein. A partir de lo anterior, cabe entonces preguntarse:
¿Qué tipo de distinción es el poder? Parte de la respuesta ya la hemos entregado. El poder siendo lingüístico como
lo es toda distinción, es una distinción cuyo fundamento no es biológico, sino lingüístico. El lenguaje lo constituye
como tal. Pero cuando hablamos del poder, ¿estamos haciendo una descripción o una adscripción? ¿Hay en su raíz
una afirmación o un juicio? El poder, sostenemos, es un juicio. Como distinción lingüística, el poder no se refiere a
una sustancia, cuya existencia podamos suponer independiente de nosotros. Por el contrario, no nos sería posible
hablar del poder, reconocerlo como fenómeno, ni vivir su experiencia."
"Llamamos maquinas a aquellos artefactos que son capaces de desarrollar alguna actividad por si mismos, pero que
requieren de un agente para programarlos, iniciarlos o detenerlos. Con el desarrollo de variados mecanismos de
retroalimentación, la distinción entre agentes autónomos y maquinas se ha hecho cada vez más difusa y
problemática, como nos lo muestra la discusión registra-da en torno a la temática de la inteligencia artificial."
"El poder, hemos dicho, es un juicio sobre «capacidad de generar acción». La acción, por lo tanto, es el referente
básico del juicio de poder. Mientras mayor sea la capacidad de acción de una entidad, mas poder podremos sostener
que ella tiene un juicio alcances. El primero de ellos consiste en distinguir la capacidad de acción del juicio de poder.
Se trata de dos fenómenos distintos. un juicio poder, por lo tanto, vive en el juicio que se emite y no en la capacidad
de acción que se enjuicia. dada esa capacidad de acción, podemos emitir el juicio de que la entidad es poderosa. El
poder, por lo tanto, vive en el juicio que se emite y no en la capacidad de acción que se enjuicia. El segundo alcance
guarda relación con el hecho de que el juicio de poder no es siempre un juicio sobre acciones emprendidas, sino
sobre «capacidad de generar acción». Con ello estamos señalando que no es necesario que la acción deba llevarse a
cabo para poder emitir fundadamente el juicio de poder. Aunque la entidad no actúe, si podemos sostener que posee
la «capacidad» de hacerlo, igual podremos hacer el juicio de poder. Tener poder es diferente de ejercerlo. Lo que nos
muestra este alcance es que el juicio de poder no es sobre la acción, sino sobre el dominio de lo posible. Si tengo el
juicio de que alguien podría hacer algo, lo haga o no lo haga, puedo de igual forma sostener que tiene poder para
ello. Sobre este punto volveremos más adelante poderosa. Lo importante de reconocer, en este sentido, es que la
observación aislada de la capacidad de acción de una entidad no nos conduce al juicio de poder. Si luego de
observar una sola entidad, sin referencia a otras o a determinados estándares, decimos que esta tiene poder eso no
tiene sentido. El juicio de poder siempre supone la referencia a otra entidad equivalente o a estándares sociales
determinados ello. Sobre este punto Cabe, por último, referirse al elemento de capacidad de acción «diferenciada».
Podríamos haber dicho Ello nos permite entender por qué un juicio de poder hecho bajo determinadas condiciones
históricas, pueda perder sentido, de modificarse tales condiciones. Los estándares sociales cambian históricamente y
lo que era poderoso en un momento, deja de serlo con posterioridad. Ello sucede en el campo de los deportes, de la
tecnología, de la educación, en el mundo de los negocios, etcétera. Sucede también que el mismo desempeño puede
ser considerado muy poderoso por una comunidad y puede pasar inadvertido en otra. Ello nos confirma el carácter
lingüístico del poder."
"atrás y lo anterior, tal como lo planteábamos al iniciar este capitulo, es posible por lo tanto mirar hacia atrás y
examinar todo lo que hemos sostenido hasta ahora desde la perspectiva del poder. Cada competencia lingüística
especifica a la que hemos hecho referencia, puede ser reconocida ahora como un dominio posible de poder. poder.