cuerpo humano que serían imposibles de resumir aquí. Cuando las junturas de un
miembro se pliegan internamente cada relieve se transforma en una concavidad y a la
inversa. Los principales movimientos de la mano son diez. Los movimientos de los dedos
consisten en extenderse y plegarse, variando según el número de articulaciones que lo
hacen. Si los lomos de un hombre están derechos, los pechos están a la misma altura
que lo omoplatos, pero si la espalda está arqueada hacia delante los primeros bajarán
respecto a los segundo, y a la inversa si el torso se arquea hacia detrás. El ombligo
nunca varía de su posición respecto al miembro viril, y el centro perpendicular de los
hombros se inclina si la figura carga su peso hacia un solo pie. Hay que prestar atención
a la variación de la musculatura humana según la edad y el peso de la persona. De esta
forma, los jóvenes tienen pocos músculos y venas, superficies rotundas y delicadas y
grato color, mientras que poseen miembros nervados y musculosos y los viejos
superficies rugosas, ásperas colmadas de venas y nervios relevantes. Los niños tienen
junturas delgadas y son gruesos entre ellas, y los junturas de los hombres son gruesas
(donde los niños tienen huecos los hombres tienen prominencias). Nunca crece la carne
en aquella parte de los huesos cercana a la superficie de los miembros. Cuanto más
corre un hombre tanto más se inclina por el lugar por donde corre, descargando más
peso delante que detrás. Y cuando éste quiere frenar se inclina hacia atrás. Subiendo
una escalera, el hombre libra de gravedad la pierna que quiere levantar, cargando todo
su peso en la otra. Cuando un hombre desciende da pasos cortos recayendo su peso en
el pie trasero, y al contrario cuando sube.
Sobre el agua, afirma que su movimiento depende del ímpetu de su curso principal y
al movimiento reflejo.
Sobre el pliegue, concluye que la parte más alejada de sus extremos fruncidos será la
que más se reducirá a su forma natural. Hay que evitar innumerables pliegues en un
paño, ya que llevan a la confusión.
Sobre botánica y elementos del paisaje sus estudios llegan a diversas
determinaciones. Así, estudia las dimensiones de distintos árboles y plantas, su
crecimiento, la proporción de sus diferentes ramas, el follaje, los frutos, las sombras que
se generan, el color, los parajes, la hierba… Cataloga los accidentes de color en los
árboles como cuatro: sombra, luz, brillo y transparencia. Acerca de los paisajes, ya sean
naturales o urbanos, aconseja hacer distinciones de color predominante según la
estación representada. Elementos como humo o polvo además varían dependiendo de
por donde proceda la luz solar. El viento y las nubes también tienen fórmulas precisas
para ser plasmados.
En el siguiente capítulo, Leonardo da una serie de consejos sobre procesos y técnicas
de aprendizaje, y detalla aspectos concretos sobre elementos como sombras, luces,
perspectiva, animales, actitudes humanas, batallas, climatología…algunos de ellos
estudiados en capítulos anteriores. Sobre los procesos, por ejemplo, afirma que primero
se debe dibujar copiando a los maestros y posteriormente relieves del natural,
desconfiando de la memoria. Es imprescindible conocer al detalle la estructura del
hombre (esqueleto, musculatura, nervios, tendones,…). La soledad es buena compañera
para el pintor, que estará más concentrado, pero el estar rodeado de otros dibujantes
será beneficioso y enriquecedor. Repasar mentalmente en la cama antes de dormir
contornos y otros elementos es favorecedor. Aconseja sobre aspectos como la vanidad y
las alabanzas, los juicios ajenos o el hecho de denominarse pintor.
En el apartado de materiales encontramos algunos de sus hallazgos referentes a
pigmentos, barnices, herramientas y características de las diferentes técnicas que