hipotálamo, hipocampo, ganglios basales y giro del cíngulo son responsables
de nuestros deseos, memorias, miedos, emociones, conductas y la toma de
decisiones más arbitrarias que tenemos en la vida. Es la actividad límbica a
través de la cual nos enamoramos, odiamos, deseamos y discutimos. La
corteza cerebral tiene la función de controlar, tomar con madurez la
experiencia de la vida y elegir las mejores decisiones, es el sitio anatómico en
donde se encuentran las funciones cerebrales superiores: análisis matemático,
objetivos de la vida, proyección del tiempo, lenguaje y comportamiento
social.
Cuando tenemos miedo, el hipocampo recuerda, asocia y distingue lo que
nos asusta, los ganglios basales brindan una información recurrente, nos
hacen tener ideas y pensamientos constantes y obsesivos, la amígdala
cerebral genera la emoción, las malas palabras, la impulsividad y la
gesticulación de la cara, es el sitio comando del enojo, la magnitud de nuestra
miedo depende directamente y en forma proporcional de la actividad de esta
estructura. En especial sentimos miedo por una activación mayor de la
amígdala izquierda. El giro del cíngulo interpreta la emoción, la cara y la
proyección de otros. El hipotálamo se activa, cambia la organización
hormonal de nuestro cuerpo la cual se preparara para determinar si huimos o
peleamos.
Un susto fuerte genera un incremento de dopamina, noradrenalina y
vasopresina en el sistema límbico, sustancias químicas que van a detonar una
gran activación de la amígdala cerebral, hipotálamo e hipocampo pero al
mismo tiempo tiene la función de disminuir selectivamente la función de la
corteza prefrontal. Este proceso dura en promedio entre 25 y 30 minutos. La
consecuencia: una actitud vulnerable, obsesiva, con reacción violenta,
provocación, elección de alternativas sin pensar en consecuencias,
impulsividad.
Miedo designa un sentimiento general, difuso, no referido a un objeto y
sin orientación concreta. En esta acepción, el miedo no tiene por qué
provocar ninguna reacción concreta. Más bien despierta una observación
atenta del entorno, potencia la sensibilidad de los sentidos y aguza la
percepción de los dolores. El temor, por el contrario, es más específico, tiene